The Storm - R. J Prescott

281 Pages • 88,453 Words • PDF • 2 MB
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CRÉDITOS Moderadoras de Traducción Candy27 & Mais

Traducción 3lik@ Candy27 Gerald Liliana Mais Manati5b Mary Rhysand

NaomiiMora Rimed Rose_Poison1324 Vale Yiany YoshiB

Recopilación y Revisión Mais

Diseño Evani

ÍNDICE Sinopsis Prólogo

Capítulo 16

Capítulo 1

Capítulo 17

Capítulo 2

Capítulo 18

Capítulo 3

Capítulo 19

Capítulo 4

Capítulo 20

Capítulo 5

Capítulo 21

Capítulo 6

Capítulo 22

Capítulo 7

Capítulo 23

Capítulo 8

Capítulo 24

Capítulo 9

Capítulo 25

Capítulo 10

Capítulo 26

Capítulo 11

Capítulo 27

Capítulo 12

Capítulo 28

Capítulo 13

Capítulo 29

Capítulo 14

Capítulo 30

Capítulo 15

Capítulo 31 Capítulo 32 Epílogo Agradecimientos de la autora

SINOPSIS Marie Kelly es una superviviente que no sabe cuándo renunciar. Contra todo pronóstico, está viviendo una vida que nunca había soñado que pudiera tener. Era suficiente… hasta que un terco boxeador le hace querer más. El encantador irlandés Kieran Doherty ha sido un luchador en el gimnasio Driscoll la mayor parte de su vida. Se ha conformado con dejar que su mejor amigo fuera el centro de atención; ahora es su turno de hacerse un nombre para sí mismo en el mundo de los campeones del peso pesado. Enamorarse es lo único que prometió nunca hacer, pero conocer a Marie lo cambió todo. Es fácil imaginar un feliz para siempre cuando el sol brilla. Pero cuando llega la tormenta, y toda la esperanza parece perdida, ambos aprenden que si quieres algo fuertemente, tienes que estar dispuesto a luchar por ello.

Prólogo Traducido por Candy27

Kieran Doherty – Trece años atrás

—Es hora, Kieran —dijo Padre Pat suavemente desde la puerta de la habitación de Pa. Me había pedido que me quedara afuera por un par de minutos, pero yo no era jodidamente estúpido. Él estaba allí para leer a Pa sus últimos ritos. Sabía que debía darme prisa. No quedaba mucho tiempo ahora, pero no conseguía que mis estúpidas piernas se movieran. Porque esto era todo. En el momento en el que entrara y atravesara la puerta, estaría diciendo adiós. Y no estaba preparado. No estaba cerca de estar preparado. Padre Pat suspiró profundamente y vino a sentarse a mi lado. —Sabes que esto no es para siempre, hijo. Verás a tu padre de nuevo algún día en el Paraíso —dijo, como si pensara que eso sería de algún modo reconfortante. —Sí, bueno, se siente como para siempre —respondí, golpeando con la punta de mi pie contra el suelo. —Mientras lo recuerdes, no se habrá ido realmente. —Lo siento Padre, pero eso es mierda. Es un buen hombre y nunca ha hecho nada malo, entonces por qué Dios nos castiga llevándoselo. No es malditamente justo. —Aspiré para contener las lágrimas. La rabia me consumía. Quería gritarle al mundo y a todos los que estaba en él. —No es justo, Kieran. Todo lo que sientes ahora es daño y dolor, y eso no va a desaparecer pronto. Pero tengo la teoría de que Dios elige a sus ángeles. Algunos de ellos son mujeres y niños, y algunos son bocazas y hoscos hombres irlandeses. Pero todos los ángeles son elegidos porque son lo mejor de nosotros. Tu padre es fuerte, valiente, amable y te ama a ti y a tu Ma ferozmente. Dios no se lo lleva de la Tierra para apagar esa luz. Lo está llevando al Paraíso para que brille eternamente. La manera

en la que te estás sintiendo ahora mismo durará bastante tiempo, pero no para siempre. Un día, algo o alguien, hará que vuelva a salir el sol, y sonreirás de nuevo. Te lo prometo. No le creí; no creí que pudiera reír de nuevo. Me sentía como si estuviera en un profundo agujero oscuro del que nunca sería capaz de salir. Mis amigos serían capaces de verme, pero yo no sería el mismo. Nada sería lo mismo, y sin Pa, nada lo sería de nuevo. —Vamos. Ven y despídete. Te está esperando. Me levanté lentamente, mis pasos flojeando. Me tragué las lágrimas mientras caminaba para ver a mi viejo hombre extendido en la cama. El amable gigante quien siempre me levantaba sobre sus hombros, ahora parecía pequeño y frágil. Sonrió cuando me vio, el brillo en sus ojos mostrándome el hombre que conocía tan bien. Tan débil como estaba, su pecho no sonaba tan jadeante como lo hacía antes. Era una cruel falsa esperanza que pareciera mejor justo antes del final. —Hola hijo —dijo sonriendo. —Oye Pa —respondí con una aspiración. —Anímate Kier. No es el fin del mundo —dijo. Estaba bromeando. Sabía que estaba bromeando, pero era el fin del mundo para mí. Él pudo ver el momento en el que lo perdí, y extendió sus brazos al mismo tiempo que yo me sumergí en estos. —Lo siento —dije a través de mis sollozos—. Por todo lo que hice mal. Por las veces en las que no estuviste orgulloso. No quiero que te vayas. —No hay nada por lo que disculparse. Siempre he estado orgulloso de ti, pequeño hombre. Eres muy parecido a tu Ma. Solo escúchala y haz lo que dice y estarás bien —dijo. —Te lo prometo, Pa —respondí, mis sollozos disminuyendo. Tosió y su cuerpo entero dobló de dolor con ello. Mientras recuperaba el aliento, nos quedamos quietos. No quería que hablara porque sabía que le dolía y en ese momento estaba conforme con estar allí y conseguir un abrazo de mi viejo hombre. Mi último abrazo. —Ah, ahí está mi chica —le dijo a Ma, quien estaba apoyada contra el marco de la puerta, mirándonos—. Ahora, una mujer tan hermosa

como tú, querida, nunca debería verse triste. Ven aquí y dame algo de amor, y pondré una sonrisa de vuelta en tu cara. —Besé a Pa en la mejilla, después salí de la cama para hacerle espacio a ella. —Con está abajo esperándote, amor —me dijo mientras se tumbaba. Asentí, sin confiar en no llorar de nuevo, y limpié mi nariz aguada en mi manga. —Te amo, Kieran —dijo él suavemente. —También te amo, Pa. —Entonces dejé a Ma algún tiempo con él. —Sabes, Kathleen, eres tan hermosa ahora como lo eras el día que te conocí. Y no ha pasado ni un minuto sin que haya dado las gracias por encontrarte. —Le escuché decir suavemente a Ma. La fuerza en su voz se había ido y sonaba casi nostálgico. —Y tú eres tan encantador ahora como lo eras entonces, Jack Doherty —respondió. —Estoy tan cansado, amor —dijo Pa y tosió suavemente antes de decir—: ¿Qué tal si me cantas algo? Su voz era tan hermosa mientras cantaba suavemente su canción favorita de U2. Cuando llegó al final, se rompió y sollozó más fuerte de lo que nunca la escuché llorar antes. Supe entonces que él había fallecido. Me deslicé por la pared hasta el suelo y enterré mi cabeza entre mis rodillas, dejé que mis propias lágrimas fluyeran libres. Eventualmente, Padre Pat vino con Mary, la Ma de mi amigo Tommy. Me envolvió en sus grandes brazos y me abrazó tan fuerte que tuve problemas para respirar. Aun así, no se lo dije, porque necesitaba tanto ese abrazo. Pero mucho después de que mis lágrimas se hubieran secado, todavía podía oír las de Ma. Pa me dijo una vez cómo era enamorarse: «Hijo, el amor verdadero no es un tren de pasajeros que se para en la estación para que así puedas cogerlo cuando sea el momento. Es el tren de carga que te barre cuando menos te lo esperas. Así es como fue para mí de todas formas. No hay forma de que no te subas en algo como eso, y si encuentras a alguien que te haga sentir de esa forma, te sujetas a ella para siempre.» No lo pensé en ese momento. Pa siempre estaba diciendo mierda sentimental como esa acerca de Ma. Ahora, viendo a Ma sufrir, supe a lo que se refería. Ella se empujaría a sí misma y me cuidaría, porque era la persona más fuerte que conocía, pero nunca sería la misma de nuevo.

Encontrar a tu compañero del alma será genial, pero perderlo era como ver a una persona ser partida por la mitad. Si Padre Pat estaba en lo cierto y esta mierda se pondría mejor, iba a evitar los trenes a todo costo. Porque de ninguna jodida manera iba a pasar por esto de nuevo.

1 Traducido por 3lik@

Kieran La taberna Royal Oak en Camden Town, Londres, siempre estaba ocupada, pero ese viernes por la noche estaba completamente llena. Mañana era el día de San Patricio, y la banda local irlandesa Attree's Ashes tocaría durante el fin de semana. Tomando un largo trago de mi gran jarra, me uní al resto de la taberna cantando a todo pulmón Wild Rover. Estaba relajado, feliz y listo para una buena celebración del fin de semana. Los chicos y yo nos lo tomaríamos con calma esta noche. Mañana nos íbamos todos a la iglesia a las diez en punto, y no era un lugar donde quisieras tener resaca. Diría que íbamos a pedir perdón por todos los pecados que probablemente cometeríamos cuando estuviéramos demasiado borrachos para recordar nuestros propios nombres, pero el Padre Pat, nuestro sacerdote local, se uniría a nosotros en la taberna más tarde ese día. Él y mi entrenador, Danny, eran partidarios de un buen whisky de Malta, por lo que era dudoso que recordara alguno de mis pecados mejor que yo. Además, el día de San Patricio era un día santo, y estaba bastante seguro de que Dios perdonaba toda clase de pecados en un día santo. Después de que los últimos acordes de la canción hubieran concluido, regresé a nuestra mesa donde mi mejor amigo, Con, me esperaba con una ronda de bebidas. —Ah, mira, por eso eres mi mejor amigo. Sabes lo que necesito, incluso antes de que lo haga —dije, frotándome las manos en anticipación a mi gran jarra fría de Guinness. Él resopló con diversión.

—Parece que los conseguí justo a tiempo también —dijo, señalando con la cabeza hacia la barra. La cola para conseguir una bebida era probablemente de cinco personas de profundidad ahora que la banda estaba tomando un descanso. —¿Dónde está Em? —pregunté, refiriéndome a la esposa de Con. Éramos un grupo muy unido, incluida Em, por lo que me sorprendió no verla allí. —Ella y Nikki han ido al cine. Le he advertido cómo será mañana y no quiere tener resaca. —Probablemente sea lo mejor. Podría abrir una botella de cerveza a su lado y probablemente se emborracharía con solo el olor —le dije sonriendo. Em borracha era un espectáculo para la vista. Era la única persona que conocía que podía vomitar como proyectil después de cinco tragos. Era una de las razones por las que dudaba que mi amigo se emborrachara mañana. Llamar protector a Con cuando se trataba de su esposa era una subestimación importante. Estaba mejorando, pero Em tenía sus propias razones para no sentirse cómoda bebiendo en público, por lo que Con siempre se aseguraba de que estuviera bastante sobrio. Nada le pasaría a ella con todos nosotros alrededor. Demonios, era como una hermanita para nosotros. Pero para Con, esa chica era todo su mundo y no era algo que diera por sentado. Siempre dije que no quería ese tipo de amor en mi vida, pero mentiría si no sintiera una especie de anhelo mientras los observaba a los dos juntos. —Traerá a Nikki mañana, así que se quedará con nosotros esta noche. De esa manera no tendré que preocuparme de que Em vuelva a casa sola —explicó. —¿Aún nos veremos en San Pablo? —Ese es el plan —respondió—. Seamus O'Donnell está preparando un desayuno completo y una Guinness por cinco libras, así que nos dirigimos allí. —La misa seguida de un día completo de bebida puede parecer extraña para algunas personas, pero así era el día de San Patricio. —Hola, señoritas, gracias por cuidar mi asiento —dijo Tommy, mientras se deslizaba en el taburete a mi lado y me robaba un sorbo de mi bebida. —Escupí en eso —le dije.

—Mierda, lo hiciste —respondió, bajando mi vaso y mirándolo con suspicacia—. ¿Por qué dirías eso de todos modos? —El pequeño bastardo tuvo el descaro de parecer herido, como si estuviera siendo malo. —Porque puedes conseguir tu propia bebida, miserable —dije con una risita—. No sé por qué estás tan inquieto por conseguir un poco de mi saliva de todos modos. Has estado metiendo tu lengua en algo como una vagina desde que entramos aquí. —¿Puedes culparme? —preguntó, sus ojos siguiendo a las mujeres que llenaban la taberna. Parecía un niño en una tienda de dulces—. Esta abarrotado de mujeres, y todas aman un poco de encanto irlandés de chico malo. Simplemente no hay suficiente de mí para andar por ahí. Puse los ojos en blanco para Con, pero él solo se rió. Tommy era una maldita fuerza de la naturaleza cuando se trataba de una mujer. El niño estaba constantemente en celo, y no había escasez de chicas haciendo fila para calmar su sed. Sin embargo, no me gustaba facilitarle las cosas. Joderle la cabeza era prácticamente mi pasatiempo favorito. —Todas esas mujeres, aun así vuelves a mí —le dije. —¿De qué diablos estás hablando ahora? —preguntó. —Bueno, primero intentas ponerme celoso con todas esas chicas. Luego acercas el taburete junto al mío, que es bastante íntimo, y ahora estamos compartiendo bebidas. Quiero decir, me siento halagado y todo, pero te dije antes que simplemente no siento lo mismo —dije, y apoyé la mano en su pierna, lo que lo hizo saltar una milla. —¡Por última vez, no soy jodidamente gay! —me gritó. Con, en esta vez, se dobló en su asiento de la risa. —Sabes, te creería, pero creo que estás protestando demasiado. Todas las señales están ahí, Tom. Es hora de que salgas del armario. Todos somos amigos aquí —le contesté. —No somos amigos, y no soy jodidamente gay —dijo, en caso de que no hubiera escuchado la primera vez. De pie, se dirigió al taburete junto a Con, al otro lado de la mesa. —No lo intentes conmigo. Yo tampoco soy gay —dijo Con, uniéndose. —Váyanse a la mierda —dijo Tommy, limpiando una de las jarras que Con había comprado y tomando una bebida.

—¿Quién es gay ahora? —dijo Liam, bajando su bebida antes de quitarse la chaqueta y sentarse a nuestro lado. Había conocido a Tommy y Liam lo bastante cerca de toda mi vida, pero los dos no podrían haber sido más diferentes. Tommy era tal vez un par de centímetros más corto que yo, con el cabello castaño greñudo que siempre parecía que necesitaba un corte. No era robusto, pero como la mayoría de los chicos en el gimnasio, estaba en forma. Liam, por otro lado, era un tanque. Un metro y noventa y ocho centímetros, probablemente solo tenía alrededor de dos centímetros más que Con, pero tenía los hombros como un buey. El chico era enorme. Pero desafortunadamente para Danny, él era un gigante apacible. Le gustaba entrenar y mantenerse en forma, y luchaba conmigo o con Con cuando lo necesitábamos, pero carecía del instinto asesino que hacía a Con imbatible. Cuando el resto de nosotros estábamos soltando improperios, Liam era el único que pensaba y lo tomaba todo en serio. De todos nosotros, era la voz de la razón. —Kier piensa que Tommy es gay —dijo Con, dejando que Liam supiera que estábamos jodiendo a Tommy de nuevo. —¿Sí? —respondió, mirando a Tommy—. Yo también lo soy. Mierda, como si pudieras escuchar la caída de un alfiler mientras todos intentábamos averiguar si lo habíamos oído bien. —Bueno, parece que no estás solo en el club, Tom —dije, pensando que Liam estaba siguiéndonos la corriente. Miré a Con, esperando ver una sonrisa, pero solo sacudió su cabeza con severidad, diciéndome que Liam estaba hablando en serio. —En realidad, no es mi tipo —dijo Liam, tomando un sorbo de su jarra. Parecía nervioso y avergonzado, y luego me di cuenta de que estaba diciendo la verdad. Estaba absolutamente anonadado. —Lo sabía. Mierda, lo sabía. Estaba destinado a suceder algún día. No hay manera de tener esto en exhibición, medio desnudo y sudoroso, todos estos años no convirtieron a alguien. Simplemente me sorprende que no haya sucedido antes —dijo Tommy. Solo para ilustrar su punto, se puso de pie, levantó su camiseta y comenzó a rodar su trasero y sus abdominales en una especie de extraño baile de apareamiento. Mierda sabe que eso funcionaría con las chicas, porque me hacía sentir un poco de náuseas. Tampoco parecía que estuviera haciendo mucho más por Liam.

—Tápate, Tommy —le dijo finalmente Con. —¿En serio? —le pregunté a Liam—. Porque si estás jugando con nosotros, es golpe bajo. No sé si abrazarte o patearte el trasero. —Realmente apreciaría si no hicieras ninguno de los dos — respondió. —Mierda, hombre, has visto todas nuestras pollas —dijo Tommy. Aparentemente fue la respuesta más ingeniosa que pudo encontrar. —Sí, ¿y? —dijo Liam. —Bueno, ¿cómo sé ahora que no estás pensando en mi polla cuando te la frotas? —preguntó Tommy. —Si alguna vez has visto tu polla, sabrás por qué —respondió Liam. —¿Estás insinuando que tengo una polla pequeño? Porque no hay nada malo con esta bestia—. Tommy hizo un gesto hacia su pene. —Es porque tienes manos de bebé —le expliqué—. Lo hace parecer más grande cuando lo sostienes de lo que realmente es. —Levantó las manos para verificar su tamaño, luego me dio un dedo cuando se dio cuenta de que estaba jugando con él de nuevo. —Entonces, ¿tenemos que usar los pantalones de arco iris y caminar en los desfiles y esas cosas contigo ahora? —Tommy preguntó, porque aparentemente la estupidez no tenía límites. —Absolutamente, y creo que llevarlos al desfile del día de San Patricio mañana sería una buena manera de comenzar a mostrarle a Liam nuestro apoyo —respondió Con, con expresión seria. Una breve mirada de pánico se desvaneció de la cara de Tommy antes de que su habitual sonrisa arrogante volviera. —A la mierda —dijo, finalmente—. Mientras prometas que no estás pensando en mi bestia cuando estás masturbándote, podría usar unos malditos pantalones de arco iris súper brillante. —¿Desde cuándo se volvieron brillantes? —pregunté, medio ahogándome con mi cerveza. —Si vamos a hacerlo, podría ir hasta el final —dijo, encogiéndose de hombros. —¿Harías eso por mí? —Liam preguntó, en voz baja.

—Mierda, no —dije, luego hice una pausa para mirar a Tommy—. Bueno, Tom podría, pero los pantalones licra harían que mi trasero se vea grande. Pero marcharé hombro con hombro contigo y patearé el trasero de cualquiera que tenga un problema con que seas gay. —También usaría los pantalones licra, pero eso es porque soy mejor amigo que el idiota —agregó Tommy, apuntándome con un pulgar—. Las mujeres jodidamente aman a los chicos gay de todos modos. —Estoy bastante seguro de que marchar con unos brillantes pantalones de arco iris es algo que nunca me verás haciendo, pero aprecio el apoyo. Esta mierda ha estado agobiándome durante mucho tiempo. Francamente, esperaba que ustedes me dieran más problemas con esto —dijo Liam. —¿Por qué? Más mujeres para mí —respondió Tommy. Liam finalmente sonrió nerviosamente, y me encantó que Tommy pudiera hacer eso por él. —No puedo decir que no estoy sorprendido. Si Tommy saliera del clóset, no me sorprendería en absoluto. Es solo cuestión de tiempo, pero ¿tú? Bueno, escondiste ese secreto bastante bien —le dije. —No es como si fuera algo que siempre he sabido. Creces dando por sentado que eres heterosexual hasta que te encuentras con alguien que te hace sentir diferente. Luché por mucho tiempo, pero no es algo que se quite —explicó. —¿Pero cómo puedes estar seguro? ¿Qué pasa si simplemente te gusta la idea, pero luego te relacionas con un chico y te das cuenta de que en realidad no te gusta batear para el lado equivocado? —preguntó Tommy. Todos miramos a Liam, esperando la respuesta. Quiero decir, él era el hijo más joven en una estricta familia católica irlandesa. Salir del clóset era un gran jodido problema en nuestro mundo, especialmente si nunca antes había estado con un chico y no estaba del todo seguro. Él no dijo nada, pero sus mejillas se enrojecieron y la comisura de su boca se inclinó ligeramente en una sonrisa irónica que nos hizo sonreír a todos. —Sucio bastardo. Ya has hecho el acto, ¿verdad? —dijo Tommy—. ¿Cómo es posible que no te hayamos visto en pleno ligue? La sonrisa de respuesta de Liam fue casi engreída.

—He conocido a alguien —dijo. —Juega limpio, no vas a esperar, lo admito —le dije. Por dentro, estaba un poco aliviado. Lo que Liam estaba enfrentando sería mucho más fácil con alguien a su lado que sabía por lo que estaba pasando. —Entonces, ¿cuándo podemos conocerlo? —preguntó Con. Se me ocurrió entonces que Con sabía todo acerca de esto y no me lo había dicho. Tendría palabras con mi llamado mejor amigo más tarde. —No lo sé —admitió—. Acaba de contarle a su familia, pero aún no se lo ha contado a sus compañeros. Ustedes son mi familia, así que les digo primero. Pero cuando las personas nos ven juntos, es solo cuestión de tiempo antes de que Ma lo descubra. Solo esperaba que pudiéramos pasar juntos más tiempo antes de tener que lidiar con todo lo que mi familia va a lanzarnos. —Así que no les digas todavía —sugirió Con—. Además de Em, y probablemente Earnshaw, no hay nadie fuera de este círculo que deba saberlo todavía. Siempre y cuando no estén uno encima del otro cuando salgamos como grupo, no debería haber ninguna razón para que la gente una dos y dos. Tráelo mañana. Puedes presentarlo a todos y pasar el día con él sin levantar sospechas. —Y si adivinan que es gay, entonces solo diremos que está con Tommy —sugerí—. Eso es totalmente creíble. —¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ¡No soy gay! —dijo Tommy, irritándose antes de mirar a Liam y recordarlo—. Pero no te preocupes, amigo, si alguna vez pensara que lo soy, serías mi primera opción. —Encantado, estoy seguro —respondió Liam sarcásticamente. —Hablando de chicos gay, ¿dónde está Earnshaw? —pregunté. —Estoy aquí, pero es bueno saber que ustedes me extrañan — respondió Earnshaw, poniendo su botella de Bud en la mesa y uniéndose a nosotros. Heath Earnshaw se parecía a tu típico chico dorado de todos los americanos. Había dejado una exitosa agencia de deportes estadounidense cuando Danny lo contrató para que fuera manager de Con. También había dejado a toda su familia en los Estados Unidos, a excepción de su hermana menor que tenía un trabajo en Londres. No

podía fingir que le habíamos dado la más cordial bienvenida, pero él había demostrado su lealtad más allá de eso y era casi uno de nosotros ahora. —¿Qué me perdí? —preguntó. —Liam nos dijo que es gay y que está en una relación, pero su familia no sabe que tiene un novio o que batea para el otro equipo —le expliqué. —Mierda, eso es una sorpresa. No puede haber sido fácil decírselo a todos, pero tu familia te quiere. Eso no va a cambiar solo porque eres gay —respondió. Todos nos detuvimos y nos giramos para mirarlo, incluido Liam. —¿Qué? —preguntó. —No es para reventar tu feliz burbuja, pero es el hijo más joven de una estricta familia católica. Podríamos estar de vuelta en la Irlanda de 1950 por la forma en que van a pasar estas noticias —explicó Tommy. —Creo que voy a vomitar —admitió Liam, y se pasó las manos por la cara con desesperación. —¿Podrías dejarlo y seguir fingiendo ser heterosexual? —preguntó Con—. Si todos nosotros y tu familia te lo pidiéramos, ¿podrías romper con él hoy y nunca volver a verlo? —No. Nunca —respondió Liam con firmeza. —Entonces sabes qué hacer —dijo Con, sonriendo con simpatía—. Es posible que tu Ma y tu Pa te regañen, pero tienen vidas propias, y si quieren ser parte de la tuya, necesitan aprender a aceptar las cosas. Y si no lo hacen, esa es su elección, no la tuya. Todo lo que puedes hacer es lo mejor que puedas para vivir una vida feliz y hacer el bien por la persona que amas. Liam asintió mientras aceptaba la verdad de lo que había dicho Con. —Te cambia, ¿verdad? Conocer a esa persona que te deja frío — dijo Liam. —Mierda, sí —respondió Con—. Pero no lo cambiaría por el maldito mundo. La banda, de regreso de su descanso, empezó a tocar sus instrumentos mientras se calentaban para su próxima escena.

—Bueno, chicas, tan divertido como compartir sus sentimientos y su mierda, me voy a encontrar un cuerpo cálido para pasar la noche — dijo Tommy, vaciando lo último de su bebida y vagando entre la multitud. No hace mucho tiempo lo había estado procesando, pero las cosas eran diferentes ahora. Aunque no estaba listo para hablar con los chicos al respecto, también había conocido mi punto de inflexión. La única diferencia entre ellos y yo era que yo no tenía absolutamente ninguna puta idea de qué hacer al respecto.

2 Traducido por Liliana

Marie Me paré frente al espejo y, por enésima vez, me sostuve de la parte superior mientras trataba de decidir qué ponerme. Nunca antes había celebrado el Día de San Patricio y Em me dijo que me vistiera de manera informal. No era exactamente una chica de converse y sudadera con capucha; conmigo, casual usualmente significaba ajustados pantalones vaqueros, tacones o botas, y una ajustada blusa con un pañuelo y joyería. Probablemente era la modista en mí la que no podía soportar la ropa holgada y deforme. Mi ropa era yo. Incluso en mis peores días, me daba confianza, y eso era lo más importante que una chica podía usar. Finalmente, decidiendo ir festiva, me decidí por el verde esmeralda. Después de vestirme rápidamente, ricé mi cabello con la plancha para cabello y agregué un poco de maquillaje ligero. Si me tomaba un poco más de tiempo de lo habitual, era porque iba a ser un día bastante genial. No tenía absolutamente nada que ver con cierto irlandés encantador de palabras, con ojos color marrón y galán. Absolutamente no. El taxi pitó afuera, haciéndome saltar. Decidiendo no llevar bolso, metí mi tarjeta, dinero e identificación en el bolsillo y cerré la puerta con llave. No me tomó mucho tiempo llegar a la taberna donde me reuniría con Em. Hace unos meses, me mudé a unos apartamentos para estar más cerca de mi madre. Mi nuevo apartamento era un poco más pequeño que el anterior, pero vivir cerca de mis amigos era una ventaja. Cuando el taxi se detuvo fuera del bar, comencé a tener dudas. Era sólo mediodía, pero una banda irlandesa tocaba melodías y el lugar estaba tan lleno que los clientes estaban volcados en el pavimento. Sabiendo que sería de mala educación retractarme con las chicas, respiré hondo y le hice frente.

La música era alta, pero el sonido de la multitud cantando canciones junto con la banda era casi abrumador. Por lo general, no me agradaban las multitudes, pero el ambiente aquí era absolutamente eléctrico. Fui abordada por una chica que insistió en pegarme un trébol en la mejilla y con éxito rechacé dos propuestas de matrimonio antes de encontrar a las chicas. Liam, Heath, Nikki, Max, Albie y un grupo de otros muchachos del gimnasio estaban sentados alrededor de dos mesas que estaban juntas. Em estaba sentada en el regazo de Con. Él sonrió con suficiencia cuando ella se recostó para susurrar algo en su oído. A veces, era como si ambos estuvieran en una burbuja intocable, donde todos los demás en el mundo dejaban de existir. A menudo me hacía anhelar algo que nunca tendría. —¡Marie! —me gritó Tommy—. ¡He estado esperando por mucho tiempo a que llegaras! —Parecía un poco hiperactivo y muy emocionado, como un niño pequeño en Navidad. Dada la cantidad de chicas calientes que usan ajustados pantalones vaqueros y escotadas blusas, probablemente era un poco como Navidad para Tommy. —No lo escuches —dijo Liam—. Ya ha besado a dos chicas, y no hemos estado aquí por más de un par de horas. —¿Es cierto? —le pregunté, una ceja levantada en señal de desaprobación burlona. —¡No es mi culpa! Amy acaba de perder su trabajo y necesitaba animarse. Entonces Amelia se puso celosa —dijo, como si eso explicara totalmente el que haya chocado sus labios con ambas mujeres. —¿Hermanas? —preguntó Liam. —Gemelas —confirmó Tommy, guiñándole un ojo. Sonreí, porque el hombre era un mujeriego, simplemente no podías evitar amar a Tommy. Exudaba vida y diversión, y yo adoraba eso de él. —¡Oye, llegaste! —dijo Em, bajándose del regazo de Con para darme un abrazo. —Gracias por invitarme —dije—. ¡No puedo creer que nunca haya celebrado el Día de San Patricio antes! —Bueno, los irlandeses no hacen nada a medias —respondió ella. —Oye, Marie —dijo Con, inclinándose para besarme la mejilla—. Lo primero es lo primero, vamos a conseguirte una bebida. Tengo la sensación de que tienes que ponerte al día —dijo, señalando a Em.

—¿Cuántos has bebido? —pregunté. —Dos duendes y un trébol batido —respondió ella, alcanzando un brebaje verde sobre la mesa. —Maldito criminal por estar bebiendo algo que no sea Guinness hoy —dijo Tommy, sacudiendo la cabeza mientras miraba la bebida de Em. —La taberna tiene dos por uno en todos los cócteles hoy, pero tengo la sensación de que Jerry se dejó llevar por el ron cuando supo que era para Em —dijo Con, manteniendo su mano en la pequeña espalda de Em. Tomaba mucho tiempo para que Em se sintiera cómoda en una multitud después de pasar por algo difícil con su padre, y supe que el toque de Con la hacía sentirse en tierra. —Entonces, ¿te apetece uno o te gustaría beber algo más? —me preguntó Con. Los chicos eran tan generosos y caballerescos. Cada vez que salía con ellos, rara vez permitían que las chicas pagaran algo, a pesar de nuestras protestas. —Deberías probar uno. ¡Están deliciosos! —dijo Em, sus mejillas rosadas eran un testimonio de la cantidad de licor que contenían. —Tal vez más tarde, creo que me quedaré con una cerveza por ahora. —No bebía mucho y no quería vomitar en el baño en un par de horas. —Yo me encargo de esto, Con —dijo una voz detrás de mí. Me di la vuelta para ver a Kieran sosteniendo una pinta y una botella de mi cerveza favorita. Era bastante débil y una de las pocas bebidas que podía manejar. No tenía idea de cómo sabía lo que ordenaría. Tal vez era solo una coincidencia, pero una pequeña parte de mí esperaba que no. —Gracias —le dije, temblando ligeramente mientras le quitaba la botella. Ya fuera adrenalina o emoción, era el único hombre que me hacía sentir así. Le temía y anhelaba al mismo tiempo. Era tan alto que tenía que inclinar mi cabeza para mirarlo a los ojos. Y malditos esos ojos.

Tenía ojos que hacían el amor con una mujer antes de que incluso le quitara la ropa. Grandes orbes color marrón que te hacían sentir como si estuvieras nadando en chocolate. Y chica, sabía cómo usarlos. Esa leve inclinación de la cabeza y media sonrisa era obviamente una táctica, y mentalmente me di una patada por enamorarme de eso. Kieran era un jugador. Probablemente siempre será un jugador. Si solo mi cuerpo estúpido y traicionero escuchara a mi cerebro, estaría bien. —No te he visto por aquí por un tiempo. ¿Cómo has estado, cariño? —dijo con esa profunda inclinación irlandesa que casi derretía mis bragas cada vez que lo escuchaba. —Bien, gracias —contesté—. La temporada de bodas se acerca en un par de meses, así que he estado bastante ocupada preparando mis pedidos. —Em dijo que ahora estás haciendo mucho más de tus propios diseños —dijo. —Comencé haciendo uno o dos y colocando los vestidos con los demás en la tienda, pero ahora mis diseños están superando al resto — le dije con orgullo. Hace unos años, conseguí el dinero suficiente para el depósito de mi propio negocio, y con un préstamo del banco y mucha ayuda de mi familia, empecé mi propia boutique de vestidos de novia. Amaba mi tienda y estaba orgullosa de lo que había logrado. —No sé cómo lo haces. ¿Cómo sabes por dónde empezar? — preguntó. Hice una pausa, sin querer comenzar a encerar líricamente si él solo estaba conversando. Pero parecía realmente interesado, lo que me hizo relajarme un poco. —Realmente no he tenido ningún entrenamiento formal, pero mi madre y su madre eran modistas. Hacían sus propios patrones también. Ese es el verdadero talento detrás de esto. Puedes aprender a seguir un patrón, pero diseñar los vestidos y crear patrones requiere mucha habilidad —dije. Cualquiera que escuche probablemente diría que sonaba presumida y engreída, pero no era mi intención. Me encantaba lo que hacía para ganarme la vida, y no podía evitar que mi pasión y mi entusiasmo se desbordaran.

—Así que te enseñaron cómo, pero, ¿de dónde te inspiras? Quiero decir, siento sonar como un hombre, pero para mí todos los vestidos de novia se parecen —dijo. Sonreí, sabiendo que muchas personas pensaban lo mismo. Honestamente, me sentí un poco halagada de que se estuviera tomando tanto interés. —Me inspiro en todas partes. Podría ser ver flores mientras camino por un parque o leyendo una revista en el autobús. Tengo un cuaderno en el que los guardo, y cada vez que veo algo que me inspira, lo saco y lo bosquejo antes de que lo olvide. —¿Por qué vestidos de novia? —preguntó—. ¿Por qué no solo vestidos en general? —Romántica empedernida, supongo. No hay nada más mágico que ayudar a una chica a convertirse en princesa por un día. Me encanta poder ser parte de eso. —Entonces, ¿has diseñado uno para ti? —preguntó. Puede que haya sido mi imaginación, pero pensé que su voz bajó un poco cuando preguntó, como si la respuesta fuera importante para él. —Por supuesto que no —le contesté—. Eso sería raro. ¡Por supuesto lo hice! El diseño más perfecto y el único vestido que nunca haré. Dos mujeres, que estaban claramente borrachas, se nos acercaron. El lugar estaba lleno, pero la mayoría de las personas que bailaban con la banda estaban reunidas en la pista de baile. Estas chicas bailaban justo al lado de nosotros, lo que significa que estaba recibiendo la peor parte de su juerga. Tan pronto como Kieran vio lo que estaba pasando, dejó su cerveza y se movió detrás de mí. Con sus manos en mi cintura, me guio para cambiar nuestras posiciones. Mi actitud calmada se desintegró con su toque, y me estremecí por el calor de su palma tan cerca de mi piel. No pude racionalizar mi reacción ante él y las nerviosas mariposas que volaron cuando capté el leve aroma de jabón y loción para después de afeitar. Quería adentrarme más en sus brazos mientras me imaginaba cómo se sentiría tener esos enormes bíceps a mí alrededor. Su brazo izquierdo estaba tatuado por completo en una manga de color que terminaba en su reloj cromado. El otro brazo estaba

completamente desnudo, pero apostaría a que tenía más tatuajes en alguna parte. Estos chicos amaban su tinta. Se alejó de mí, justo a tiempo para tomar un codo en la espalda. —Lo siento mucho —dijo la borracha que se tambaleó a su lado—. Solo estábamos divirtiéndonos. Totalmente no te vi. —No hay problema —respondió con una sonrisa—. Sin embargo, podría ser más seguro si llegas a la pista de baile. Este lugar se está llenando bastante rápido. —Oh Dios mío, amo tu acento. ¡Di algo más! —gritó, jalando a su amiga para presenciar el espectáculo que era el acento irlandés en un bar irlandés en el Día de San Patricio. —¡Tommy! —gritó Kieran—. Esta dama aquí quiere que le muestres la olla de oro al final de tu arco iris. Aparentemente este era el código para algo porque Tommy rodeó la mesa a la velocidad de un rayo para lanzar sus brazos alrededor de los hombros de la chica. La que arrastró a Kieran parecía decepcionada por ser ignorada y no pude evitar sentirme un poco engreída. Él se inclinó hacia mi oído para hablar cuando la banda tocó una animada melodía y el lugar estalló. —Vamos —gritó Kieran, con una sonrisa pícara en el rostro—. ¡Vamos a bailar! —¿Qué? ¡No! —dije en pánico ciego. A diferencia de la mayoría de las mujeres de mi edad, yo era un bailarín de mierda. Podría interpretar una buena melodía, pero no era mi fuerte bailarla en público. Alguien me dijo una vez que verme bailar era como ver a un zombi en velocidad en tener un calambre. La mirada horrorizada en su rostro me dijo que no estaba bromeando. Hasta ese momento, estaba convencida de que lo estaba matando en la pista de baile. Ahora, cuando estaba absolutamente forzada, arrastraría ambos pies hasta que pudiera escapar educadamente. Por supuesto, en mi habitación con un cepillo para el cabello, era la loca Beyoncé. Al parecer, mis objeciones no se llevaron con el resto del ruido, y estaba en medio de la multitud antes de que lo supiera. Aunque no debería haberme preocupado. El alcohol había igualado el campo de juego en lo que respecta a la coordinación, y estaba lejos de ser el caso más trágico allí. En cualquier caso, Kieran dirigió la mayor parte del tiempo y, finalmente, la pista de baile se llenó demasiado para hacer otra

cosa que no fuera saltar y cantar. Cuando regresamos a la mesa, estaba ronca. —¿Otra bebida? —me preguntó. Podía decir que estaba en forma. Aparte de un ligero brillo de sudor, parecía fresco como una margarita. Estaba tan cansada de bailar que sentí que estaba a punto de toser un pulmón. Conseguí un asentimiento y un ‘sí, por favor’, y él desapareció en el bar. Em estaba de vuelta sentada en el regazo de Con, pero mirándome con los ojos estrellados. —¿Qué? —le pregunté, abanicándome con un porta vasos de cerveza para tratar de refrescarme. —¡Ustedes hacen la pareja más linda! —respondió ella. —Baja la velocidad, Em. No somos una pareja. Te he dicho antes que no estoy buscando una relación seria —le dije. —Vamos, Marie, ustedes no pueden mantener sus ojos o sus manos alejados el uno del otro. Es solo una cuestión de tiempo hasta que algo suceda contigo, si no ha sucedido ya. —Mira, no estoy diciendo que no me guste. Simplemente no estoy en un lugar donde quiero o necesito una relación. Estoy feliz con las cosas como son —le contesté. Eso no era exactamente cierto, pero no había necesidad de decirle eso a Em. —¿Por qué tienes que ser tan seria? Solo tienes que conocerlo un poco y ver a dónde va. Él realmente es un gran tipo. ¿Qué es lo peor que podría pasar? —preguntó. Enamorarme de él. O incluso más trágico, que él se enamoré de mí. No podía permitir que eso sucediera. —Hazme un favor, Em. No empujes esto. Nada va a pasar con Kieran. Somos amigos, y así es exactamente como quiero mantener las cosas. —Está bien —dijo ella, con un suspiro de paciencia—. Pero estás renunciando a algo que podría ser bastante espectacular. —Desde que te casaste, quieres casar a todos los demás. Es realmente muy lindo —dijo Nikki, levantando un taburete a mi lado.

—Sólo quiero que ustedes sean felices, eso es todo —explicó Em, luciendo un poco molesta. —Ahora no anudes tus bragas. Lo que tú y Con tienen es especial, y eso es bastante difícil de encontrar, pero tienes que dejar que las personas lo encuentren a su manera —dijo, y Em asintió en un acuerdo renuente—. Además, la vida es una caja de chocolate de hombres, y quiero probar todos los sabores. A menos que encuentre un chocolate mítico que me haga olvidar que existen todos los demás, seguiré comiendo. Tal vez Marie sienta lo mismo. —Lo que ella dijo —agregué, riéndome por la expresión sombría de Em. Ella realmente quería vernos a todos sentando cabeza. —Anímate, Em, realmente es lo mejor. Solo imagina lo incómodo que sería si saliéramos y las cosas no funcionaran. Nunca más podría salir con ustedes, y eso dividiría a nuestro grupo —dije. —Pero imagínate si te enamoraste y tuviesen bebés hermosos y pasamos cada fin de semana llevándonos a los niños a acampar —se quejó. —¡Dios mío, el matrimonio realmente la ha convertido en un monstruo! —me dijo Nikki, y me reí mientras Em le sacaba la lengua. —Honestamente, Em, realmente estamos mejor como amigos — dije. —¿Quién está mejor como amigos? —preguntó Kieran, mientras colocaba una botella de cerveza en la mesa frente a mí y arrastraba un taburete para colocarlo junto al mío. —Marie solo estaba rompiendo mi sueño de planear tu boda al decirme que solo son amigos —le dijo Em tristemente. —¿Es así, irlandés? —dijo Kieran. Riéndose, tomó un sorbo de su pinta. —¿Irlandés? —preguntó Nikki, antes de que tuviera la oportunidad de hacerlo. —Se ve más irlandesa que inglesa —explicó Kieran, moviendo un mechón de mi cabello para demostrar, y haciéndome temblar. —Le estaba explicando a Em que no estoy buscando una relación ahora, por lo que necesita calmarse —dije. Las palabras eran amargas en mi boca. El lado racional de mí sabía que estaba haciendo y diciendo lo

correcto. Mi lado irracional estaba sentado lo más cerca posible del borde de mi taburete solo para tocarlo. —Lo entiendo. Entonces, ¿cómo te sientes acerca del casual y sudoroso sexo de los monos? —preguntó. Me atraganté con mi cerveza, y me dio una palmada en la espalda hasta que la tos y el balbuceo cesaron. —¡Lo hiciste a propósito! —dije, limpiándome las lágrimas de los ojos. —No lo hice —dijo inocentemente—, y deja de evitar la pregunta. Levanté la vista para ver a Em y Nikki posados ansiosamente mientras esperaban mi respuesta. —No creo que esté hecha para el sexo casual —contesté—. Me conozco, y no pasaría mucho tiempo antes de que entrara y casual saliera por la ventana. La amistad es prácticamente todo de lo que soy capaz en este momento. —Eso es una pena —dijo Kieran finalmente—. La amistad es mucho mejor cuando se involucran orgasmos. —Amén —respondió Liam.

3 Traducido por NaomiiMora

Kieran Salté de un pie a otro, arrastrando los pies hacia atrás y hacia adelante mientras Con movía el saco. —¡Ahora! ¡Derecha, derecha, izquierda! ¡Derecha, derecha, izquierda! —dijo, gritando combinaciones mientras yo golpeaba el saco. Con todo lo que tenía, golpeé ese maldito saco, golpeando la mierda fuera de ésta tan fuerte como pude. En la rara ocasión en que estaba de mal humor, solo el olor del gimnasio de Driscoll me calmaba. Si se tratara de saber si había pasado más tiempo aquí o en mi hogar a lo largo de los años, estaría muy cerca. Esta mañana, sin embargo, nada lo estaba calmando. Estaba enojado y cabreado. Solo esperaba poder quemar suficiente energía para deshacerme de mi mal humor también. —Está bien, tiempo. ¿Qué diablos te pasa? —preguntó Con, sosteniendo el saco todavía. —No sé de lo que estás hablando. Estoy bien —le contesté. Debería haber sabido mejor y no mentirle. Cormac O'Connell había sido mi mejor amigo desde que éramos niños. No creo que podría haberme conocido mejor si fuéramos hermanos. El maldito no dijo nada, solo se quedó allí parado, con los brazos cruzados, con una ceja levantada. —Eso es jodidamente espeluznante, ya sabes —le dije, golpeando el saco. Como había estado apoyado en ésta, él se llevó la peor parte del golpe. Devolviéndomelo, dio media vuelta y empezó a golpear. Sus manos solo estaban envueltas, mientras que yo llevaba guantes, pero eso no importaba. Habíamos estado haciendo esto por siempre. Bien podría ser

el campeón de peso pesado del mundo, pero podía leer a Con como un libro. No había una sola combinación que pudiera lanzarme que no hubiera bloqueado en algún momento de nuestras vidas. Estuvimos en ello durante unos buenos diez minutos, pero estaba todavía estancado hasta que Tommy entró. —¿Ustedes dos ya están en ello? —preguntó. Distraído, me volví para mirar a Tommy, pero eso era todo lo que necesitaba Con. El hijo de puta era rápido y me tenía en un candado antes de que lo viera venir. —Escupe —dijo, dándome un coscorrón. —Lo juro, si no me dejas ir, te daré un puñetazo justo en las putas bolas. Veamos cómo explicas por qué no puedes darle hijos a Em porque estabas siendo un imbécil y ahora tus bolas están en algún lugar entre tu culo y tu boca. Con echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír, pero me soltó. No volvió a preguntar, pero sabía que no lo dejaría pasar hasta que supiera lo que estaba pasando. —Me gusta alguien —dije finalmente. —Marie. Lo sabemos —dijo. —¿Qué quieres decir con lo saben? ¿Cómo pueden saberlo? ¿Le dijo algo a Em? —pregunté. —Jesús, estás tan jodidamente necesitado. Cuando puso tus pelotas en su bolso, parece que también te dio una inyección de estrógeno. Le mostré el dedo antes de recordar que llevaba guantes, así que le di un puñetazo en su lugar. —¿Cómo lo supiste entonces? —le pregunté. —No es difícil averiguarlo, amigo. Tus ojos la siguen como un cachorro enamorado cuando está en la habitación. Eso y pierdes todo el juego cuando estás con ella. Podrías encantar a los pájaros de los árboles en lo que respecta a la mayoría de las mujeres. Cuando se trata de Marie, no es bonito. —Vete a la mierda —dije gruñonamente—. Todo iba muy bien ayer. Me estaba tomando las cosas con calma, pero le hice saber que estaba

interesado. Luego le dice a Em que no quiere involucrarse con nadie y que deberíamos ser solo amigos. Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír. —Bueno, me alegro de haberte divertido. Te has vuelto jodidamente petulante desde que tiene a la linda Em. Imagina si te hubiera dado la misma mierda cuando se conocieron —le recordé. —¿Ella es tu Em? —preguntó. —Sí. No. No lo sé. Tal vez —contesté, haciéndole poner los ojos en blanco. —Bueno, no sé de qué te estás quejando y lloriqueando. La respuesta parece bastante clara desde donde estoy parado —dijo. —¿Y bien? —pregunté. —Si no le gustas, aléjate, porque a nadie le gusta un acosador. Pero si crees que podría sentir lo mismo, ponte los pantalones de niño grande y pelea por ella —respondió. —¿Pelear cómo? —pregunté. —Mira, Em era exactamente igual cuando la conocí. Solo quería amistad porque tenía miedo. Incluso hacer que me hablara era un gran problema. Entonces dale a Marie lo que ella cree que quiere, hasta que se dé cuenta de que no vas a ir a ningún lado y no vas a lastimarla — respondió. —Irish1 —le dije. —¿Eh? —respondió. —Es como la llamo yo. No Marie —le expliqué, haciéndolo sonreír. —Estás en un maldito problema. Prepárate para un viaje en el tren de la angustia, mi amigo. Esta chica te hará trabajar por eso —dijo. —¿Vale la pena? —pregunté. Asintió en respuesta. —Todo lo mejor lo vale.

1

N.T. Irish significa irlandesa en español.

Me sentí un poco mejor después de eso. Con, sin embargo, me hizo pagar el golpe mezquino con el saco al hacerme pasar por cinco rondas más en las que me dio lo mejor de él. Necesitaba cada onza de concentración cuando peleamos estos días. Era bueno cuando éramos niños, pero desde que había estado entrenando a tiempo completo se había vuelto imbatible. —¿Ustedes, damas, terminaron de bailar? —Danny nos ladró, haciéndonos reír. —Podría pasar por un par de rondas más —grité de vuelta. —Trae tu culo por aquí, chico. Tú también, muchacho —dijo Danny, pidiéndonos que saliéramos del anillo de entrenamiento y nos reuniéramos con los otros muchachos. —¿Qué está pasando, Danny? —le pregunté. —Niño, los chicos y yo hemos estado hablando de tu futuro. La princesa de aquí ha estado en el centro de atención por un tiempo —dijo, señalando a Con—. Pero también te hemos estado observando de cerca. Lo has estado haciendo muy bien desde que dejaste la construcción para trabajar en la esquina de Con a tiempo completo, pero ahora quiero que consideres la posibilidad de tomar una pelea. —¿Quieres que pelee? —le pregunté, absolutamente aturdido. Honestamente nunca había considerado tener una carrera como luchador profesional. Con era el único con todo el impulso y determinación. No sabía si tenía la capacidad de hacer lo que él hizo. —Sí. Si puedes encontrar el combustible adecuado para tu fuego, podrías ser un gran luchador. Al final del día, no lo sabes hasta que lo intentas. Da tu mejor golpe en absoluto. Dame absolutamente todo lo que tienes en el tanque, y cuando salgas del anillo de entrenamiento después de tu primera pelea, sabrás con seguridad si es lo que quieres. Levanté la vista hacia las caras de mis compañeros, y no hubo ningún indicio de sorpresa en ninguna de sus caras. —¿Todos ustedes cabrones hablaron de esto? Con, Liam, Earnshaw y Tommy todos asintieron en acuerdo.

—¿Qué pasa con Con? —pregunté. Después de todo, mi trabajo era actuar como su hombre de esquina y prepararlo y entrenarlo para su próxima pelea profesional. —No tiene otra pelea por el título por un tiempo, y se mantendrá en forma entrenándote —respondió Danny. —Es hora de que sientas el dolor, mi amigo. Tengo un neumático de tractor atrás con tu nombre en él —dijo Con, frotándose las manos. —Un poco emocionado acerca de ponerme a través del timbre, ¿verdad? Tienes más fe en este trabajo que yo —le contesté. —Por favor, has estado entrenando conmigo mano a mano toda la vida. En meses, podrías estar listo para una pelea por el título. Solo necesitas la motivación correcta, eso es todo. Tal vez toda esta angustia y mierda sobre tu ave lo será —dijo. —Jesucristo, no otro de ustedes enamorándose. Acabo de superar la última jodida boda —respondió Danny. —Gracias, Con —dije sarcásticamente—. No estoy enamorado Danny. Con está hablando tonterías. —Bueno, no hay nada nuevo allí —dijo Danny. Con me mostró el dedo, haciéndonos reír a todos. —Deja de pensar cómo se sentiría perder y piensa por un minuto cómo se sentiría ganar —dijo Con. Con todos los muchachos de acuerdo, comencé a preguntarme si realmente podría hacer esto. Todos me conocían como el amante, no el luchador. Ser quien otras personas quiere que seas es fácil, descubrir de qué estás hecho es difícil. Em salió de la oficina y se dirigió hacia nosotros. Además de ser la esposa de Con, hacía los libros contables para el gimnasio, y no tenía dudas de que Con y Danny habrían hablado con ella sobre esto. —¿Qué piensas? —le pregunté. No era exactamente una amante del boxeo, no con lo preocupada que estaba de que nos lastimáramos. Era cómo sabía que tendría una opinión imparcial, una voz de la razón. —Preferiría que no te golpearan —respondió. —No te preocupes Sol, le enseñaré a agacharse —dijo Con, envolviendo su brazo alrededor de sus hombros y besándola cariñosamente en la cabeza.

—Pero, un hombre muy sabio dijo una vez: 'Un barco en el puerto es seguro, pero eso no es para lo que sirven los barcos'. Eres un luchador, lo sepas o no. Tal vez tengas una pelea en ti, tal vez tengas cientos. Solo hay una manera de estar seguro. —Ese Albert Einstein seguro sabe su mierda —dijo Tommy. —¿Cómo podrías saber que era Einstein? —preguntó Liam. —Tapetes de cerveza en Seamus O'Donnell's. Tienen un montón de ellos con una mierda profunda escrita detrás —respondió. Em asintió con entusiasmo. —Ahí es donde lo leí. Casi todos nosotros pusimos los ojos en blanco ante su ridiculez. —¿Haremos esta mierda entonces, o qué? —preguntó Con. A la mierda. En el peor de los casos me humillarían y me golpearían el trasero. Lo superaría. Pero estaba bastante seguro de que sentarme en mi mecedora como un hombre mayor y preguntarme sobre la posibilidad que no tomé me atormentaría. Con estaba casi en lo correcto de todos modos. Esta mierda con Irish me hacía sentir cosas que nunca antes había sentido. Ser capaz de desahogar eso en el entrenamiento no me pareció tan mala idea. —Mi Ma me va a matar —dije finalmente. —Te dará un golpe detrás de la cabeza por haber aceptado hacerlo, y me dará una bofetada por convencerte, pero estará en la primera fila para alentarte cuando levantes el cinturón —dijo Con. —¿Y ahora qué? —pregunté. —Tratamos de obtener el mismo cinturón que ganó Con cuando se ganó su primer título. Tenemos tres meses para entrenar, y ya estamos preparados para ello, gracias a la capacitación de Con. Tu categoría es ridículamente baja, pero vas a tener una oportunidad a su nombre —dijo Earnshaw. Aunque era presentado oficialmente como manager de Con, era empleado de Danny y promovía peleas para todos los muchachos del club. —Genial —dije sarcásticamente. Pelear con el nombre de Con detrás no era algo que quisiera hacer.

—Este es un caballo regalado Kieran. No le mires el hocico —dijo Danny. —¿Qué quieres decir? —le pregunté. —Estás recibiendo una oportunidad porque estás en el campamento de Connell y porque su entrenador también te entrena. Pero tu categoría es baja porque no tienes muchas peleas fuera de este lugar detrás de ti. Funciona a nuestro favor. Te convierte en un comodín, alguien que no pueden predecir —explicó Earnshaw. —Significa que no pueden estudiar tu estado físico, Kier. Puedes pelear de la forma que quieras y no lo van a esperar —dijo Con. Pude ver cómo eso tendría sentido, y a Con no parecía importarle una mierda cómo obtuve la pelea. —¿Cuándo empezamos? —pregunté, casi con miedo de que Danny dijera ahora. Sabía lo que estaba involucrado en el entrenamiento de un luchador profesional, y necesitaba almacenar todas las comidas que no me permitirían durante los próximos tres meses. —Mañana por la mañana, a las 6.00 a.m. Y, Kieran, tú sabes mi regla. Mientras estés en entrenamiento, nada de sexo. Así que sea cual sea el coqueteo que tengas, es mejor que te pongas en segundo plano hasta que tengas ese título. Y no bromeo con esta regla, chico. Incluso piensas en fornicar o ir a la ciudad por tu cuenta, y puedes encontrar otro gimnasio para entrenar. No estoy perdiendo el tiempo con alguien que no se toma esto en serio —me dijo Danny. Cómo diablos podría olvidar esa regla no lo sabía. En lo que respecta a Danny, era acorazado. Ningún luchador, casado o no, se le permitía venirse hasta después de la pelea. Era la forma antigua en que le habían enseñado. La teoría era que construía la testosterona de manera constante hasta la pelea donde se podía liberar de una sola vez. Era una regla de mierda, y no estaba completamente seguro de que mi polla pudiera pasar tres días sin al menos un trabajo manual, y mucho menos tres meses. Sin embargo, la cosa del ‘no sexo’ no era tan mala. No había estado con una mujer desde que conocí a Irish de todas formas. —Bien —accedí, con un largo suspiro—. Pero si mis bolas literalmente explotan antes de eso, será tu culpa —le recordé. Danny se sacó el cigarrillo de la boca. —Estoy seguro de que viviré con la culpa —dijo inexpresivo.

—Bueno, a menos que me necesites para algo más, Danny, voy a despedir el resto del día y disfrutar de mis últimas horas de libertad —le dije. —Por supuesto —respondió Danny. —¿De verdad? —dije, un poco sorprendido de que no me estuviera dando mierda. —Por supuesto que no. ¿No escuchaste una sola palabra de lo que dije? Podríamos comenzar tu entrenamiento profesional mañana, pero todavía eres un luchador hoy, ¿verdad? Ahora pon tu trasero allí y dame cincuenta flexiones con una sola mano, luego cambia de lado —dijo Danny. Volvió a la oficina, murmurando algo acerca de malgastar talento y joder a niños ingratos. Tan pronto como cerró la puerta, los muchachos se echaron a reír. —Ríanse, cabrones —dije gruñón cuando comencé a hacer las flexiones. Cuando terminé esas, comencé a hacer abdominales, sabiendo que era mejor seguir las rutinas básicas de Con. Si Danny me atrapara yéndome temprano, se volvería loco. Solo esperaba tener energía suficiente después de tragar al menos una hamburguesa Daisy con papas fritas antes de despedirme de mi dieta habitual. Media hora más tarde, Albie entró y comenzó a calentar con los sacos. Em y él iban juntos a la escuela, que fue como nos conocimos todos, pero ya llevaba un tiempo entrenando en Driscoll y no estaba lejos de ser uno de nosotros. Verlo me recordó algo. —Liam, ¿qué diablos pasó el día de San Patricio? Pensé que traías a tu amigo allí para que nos encontráramos. No pensé que lo embotellarías —le dije. Los chicos que estaban al alcance del oído se quedaron callados, esperando su respuesta. Por lo que yo sabía, a ninguno de los muchachos les molestaba que fuera gay, pero estábamos seguros como la mierda de que estábamos interesados en saber quién era su novio. Lanzó una rápida mirada a través del gimnasio, luego de vuelta a mí. —Lo traje. Pasamos juntos el día y fue jodidamente genial. Paré lo que estaba haciendo y miré a mí alrededor para compartir miradas confundidas con los otros chicos. El día podría haber sido un

poco confuso ya que había derribado las pintas después del rechazo de Marie, pero estaba bastante seguro de que no me habían presentado a nadie. —No estaba bebiendo mucho esa noche, y sé muy bien que pasaste todo el día con todos nosotros, así que, ¿qué sucede? —Un montón de perras curiosas son ustedes, ¿verdad? —dijo Liam—. Ahora saben que soy gay. ¿No pueden dejarlo así? —Um, no —dijo Tommy—. Si le estás dando a algún hijo de puta la inyección de carne caliente, queremos saber quién es. Liam era una de las personas más tranquilas y de buen humor que jamás había conocido, pero en la rara ocasión en la que perdía su temperamento, tenías que quedarte bien atrás. Había estado haciendo abdominales y lanzando un balón medicinal de un lado a otro con Tommy. Cuando Tommy abrió su boca grande y gorda, Liam soltó un gruñido y tiró la pelota con tanta fuerza que Tommy gruñó y tropezó cuando la atrapó. —No me importa una mierda la cantidad de noches sin sentido que tienes. Algunos de nosotros no estamos cortados de la misma tela. Estás hablando de alguien que me importa, así que, ¿qué te parece mostrar un poco de respeto? —dijo Liam. Sintiendo peligro, Con entró a la refriega y se colocó entre los dos. —No quiso decir nada con eso, amigo. Sabes que abre la boca sin pensar. Me da mierda todo el tiempo, pero ya sabes lo que siente por Em. —No seas tan jodidamente sensible, amigo. Si solo estuviera metiendo mi mecha en una chica, querrías saber quién era también — respondió Tommy. Con suspiró, sabiendo que Tommy no estaba ayudando a la situación. —No veo que sea de tu incumbencia desde donde lo veo. Se lo diremos a la gente a nuestro tiempo, ¿por qué tienes que presionar? — dijo Liam, todavía con la impresión de que estaba listo para derribar a alguien. —Jesús, amigo, a este ritmo, todos nos retiraremos antes de que salgas completamente del clóset. Deja de ser una perra llorona y dinos ya —dijo Tommy. En ese momento, me metí en la refriega con Con, porque Tommy realmente no tenía ningún sentido de auto-conservación. Estaba a un

tiro de piedra de ser golpeado por el culo, y en este punto, estaba en la cerca de si debía protegerlo o apuntar y reír. —Soy yo. Liam y yo estamos juntos —dijo una voz detrás de nosotros, en voz baja pero firme. Todos nos volvimos para ver quién había hablado. —Santa. Maldita. Mierda —dijo Tommy, finalmente.

4 Traducido por Mais

Marie Me desperté de pronto y me senté de golpe en la cama, aun respirando fuerte. Dormir era una clase cruel de tortura. El hermoso niño de cabello rubio con ojos marrón chocolate de mi sueño era la viva imagen de Kieran. Su sonrisa traviesa, la réplica exacta de su padre, rompió mi corazón. —Adiós Ma —había dicho, ondeando su mano mientras corría para alcanzar a su padre. Cuando me desperté, mis ojos estaban mojados; sabía que el adorable niño nunca sería mío.

5 Traducido por Rimed

Kieran No había nada que decir después de eso. Todos simplemente nos quedamos allí de pie, boquiabiertos, mirándonos. —Bueno, no vi venir eso —dije. —No necesitabas decir nada. Habría guardado tu secreto —dijo Liam, sus ojos húmedos con lágrimas sin derramar. —Sí, debía —dijo Albie—. No estoy avergonzado de quien soy, o quién eres tú. Hacemos esto, lo hacemos juntos. Si hubiese tenido un millón de suposiciones sobre quién era el nuevo novio de Liam, Albie, el jugador de rugby genio de un metro ochenta no habría sido una de ellas. —Buen juego, amigo mío. Nos sorprendiste como la mierda a todos, pero salir con algo así requiere unas bolas grandes y de lata. No puedo siquiera empezar a imaginar la mierda que ambos tendrán que soportar, y no puedo hablar por todos los muchachos, pero, amigo, yo cuidaré tu jodida espalda —le dije a Albie, ofreciéndole mi mano. Él tragó fuerte antes de sacudirla firmemente. —Gracias, Kieran. No puedo decirte lo mucho que valoro eso — respondió. Se veía tan aliviado, tiré de él para un abrazo y una palmada en la espalda. Todos los muchachos siguieron mi ejemplo, se amontonaron alrededor de Albie para dejar la mierda y ofrecer su apoyo. Unos pocos lo molestaron, pero no podías salir con algo así a un grupo de boxeadores irlandeses sin esperar un poco de ello. No había ninguna duda de que, al menos aquí, Albie y Liam serían aceptados sin ser juzgados. Mientras Albie estaba en el estrado, Liam se deslizó al vestuario, así que lo seguí.

Se puso de pie, con la cabeza inclinada hacia atrás contra su casillero con los ojos cerrados. —¿Estás bien, amigo mío? —le pregunté. —Ya sabes, Kier, real y jodidamente no —respondió—. Por meses me he estado preocupando por esta mierda, asustado de que no me quisieran entrenando aquí, o que empezaran a comportarse extraños a mí alrededor, o que averiguaras lo de Albie y lo asustaras. Estaba jodidamente preparado para todo, excepto para lo que acaba de pasar. No me había atrevido a imaginar que seríamos aceptados o que él diera la cara así por mí. Y ahora que he pasado por esto, estoy el doble de asustado de decirle a mi familia, porque sé con seguridad que no reaccionarán del mismo modo. Estarán jodidamente devastados. Ninguno de ellos verá lo genial que es el chico con el que estoy. — Caminando abatido, se sentó en el banco y recogió sus vendajes. Sentándome a su lado, le di el mejor consejo que pude. —Esa carga no es tuya para llevar, mi amigo. Lo mejor que puedo imaginar, obtienes una vida. Preocuparte y preguntarte sobre ‘qué pasaría si’ solo desperdicia el poco y preciado tiempo que tenemos en esta roca. Vive cada día como si fuera el último. Ama a la gente que no puedes evitar amar, y no te disculpes por ello. Deja de pensar en todo lo que puedes perder y comienza a pensar en todo lo que puedes ganar. Déjate ser feliz, y lo que pasará, pasará. No puedes controlar cómo reaccionará tu familia más de lo que puedes evitar cómo te sientes, amigo. —¿Cuándo te volviste tan jodidamente sabio? —dijo riéndose. —Quién mierda sabe —respondí—. Pero hazme un favor y no vayas contándole a la gente. Lo siguiente que sabrás es que ellos pensarán que soy maduro, y mierda, no puedo lidiar con aquella responsabilidad. Discretamente secó sus ojos con la palma de su mano mientras aun reía. —Gracias, Kier —dijo, y pude decir que lo decía en serio. —Cuando quieras. Ahora, vamos a rescatar a tu hombre antes de que Tommy lo ahuyente del susto. Caminamos de vuelta al gimnasio para ver a un ligeramente ruborizado Albie hablando con Con y Earnshaw. Tommy estaba de pie con ellos, frunciendo el ceño como si estuviese confundido. —¿Qué es lo que piensas tanto, Tom? —pregunté.

—Estoy intentando descifrar cómo funciona —respondió. —¿Cómo funciona qué? —dije, confundido. —Ya sabes —respondió, haciendo gestos con sus manos. Sabiendo que él no era la herramienta más afilada en la caja, interpreté eso como estúpido lenguaje de señas para sexo. —Quieres que te explique la mecánica del sexo gay —dije, conteniendo una carcajada. —Nah —respondió—. Me imagino que están bailando el cha-cha del chocolate. Es solo que… mierda, mira el tamaño de ambos. Cuando sus pollas chocan, debe ser como una escena de pelea de Montañés. Liam, junto con el resto de nosotros, explotó en risas. El hombre que apenas podía esbozar una sonrisa atrapó la mirada de Albie y se vio más feliz de lo que nunca lo había visto. —¿De qué diablos se están riendo? —preguntó Danny, su cigarro de costumbre colgaba de sus labios. —Liam es gay y Albie es su novio —soltó Tommy, señalando a Liam. Liam se calmó rápidamente con eso. Danny era lo más cercano que la mayoría de nosotros tenía a un padre. A diferencia de mí, el padre de Liam seguía vivo, pero el cabrón era un desperdicio de espacio. Por él, Danny llenó ese rol, y su aprobación significaba mucho para él. Para crédito, la expresión de Danny no cambió. Pareció pensar en algo por un minuto, antes de sacudir un huesudo dedo entre Liam y Albie. —No quiero marranadas en mi gimnasio. Y eso va para la mayoría de ustedes cabrones. Liam, tus bajos están retrasados. Asegúrate de cuadrarlos antes de irte —dijo. Girando sobre sus talones, volvió a su oficina. —Mientras viva, nunca comprenderé el modo en que funciona la mente de ese hombre —dijo Con. —Eso es malditamente seguro —respondió Liam.

—Oye, Kier, ¿qué harás esta noche? —preguntó Con. —Ahogarme en una piscina de autocompasión, imagino — respondí.

Gruñendo, posé mi adolorido trasero en la banca y desenvolví mis sudorosos vendajes negros. Poniendo uno en mi bolso de gimnasia, comencé con el otro. Algunos de los chicos dejaban los suyos en la lavandería del gimnasio, pero Con y yo éramos supersticiosos. Nadie más podía usar nuestros vendajes, así que los llevábamos para lavarlos en casa. Me dolía intensamente. Danny no había estado jodiendo con el entrenamiento. Si creía que estaba preparado para lo que él y Con iban a lanzarme, estaba equivocado. Solo había sido una semana, pero sentía como si hubiese estado haciendo esto por un año. Usualmente las noches de los viernes trataban sobre bares y mujeres. Esta noche, me preguntaba si tenía fuerza suficiente para llevar mi trasero lamentado a casa. Cómo Con corría a casa desde el gimnasio luego de un día completo de entrenamiento, jamás lo sabría. —¿Quieres ir a ver una película? Iré a ver el nuevo éxito con Em — dijo. —Sin ofender, amigo, pero no me gusta jugar al tercero en discordia cuando te acurrucas y das rienda suelta a tu nerd interior —respondí. —Búrlate todo lo que quieras, pero la ciencia ficción la pone cachonda. Si tengo que sentarme durante las tres horas de esa mierda para hacerla feliz, que así sea —dijo. —Claro, realmente me estás vendiendo esta noche. Gracias por la oferta, de todos modos —respondí con sarcasmo. —No te preocupes. Veré que hará Tommy. Em le preguntó a Marie si quería venir, y no quiero que se sienta fuera de lugar —dijo. Balanceó su bolso del gimnasio por sobre su hombro y se alejó. —Detente ahí, chico —grité mientras me balanceé para alcanzarlo antes que se fuera—. Dame media hora para ir a casa y cambiarme, y estaré listo. —Eso pensé —dijo con una sonrisa—. Te veo fuera del cine a las 8:30. —Cabrón —murmuré para mí mismo. A pesar de estar ligeramente molesto por haber sido manipulado por Con, estaba revitalizado. Sin importar cuan adolorido estaba, pasaría al menos tres horas junto a Irish esta noche, y no podía esperar.

Estaba tan jodidamente ansioso por verla que llegué diez minutos antes. Al ser viernes por la noche, el estacionamiento estaba repleto. Afortunadamente, todavía hacía espacio para motos al frente y conduje mi Suzuki GSX-R6000 en uno. Quitándome el casco, pasé una mano por mi cabello cuando la vi. Cabello castaño, el cual brillaba por las luces sobre ella, caía hasta la mitad de su espalda y se curvaba en las puntas. No podía ver sus ojos desde aquí, pero sabía que eran de un brillante azul. Todo sobre ella era puro e íntegro y demasiado bueno para aquellos como yo. Hombre, era jodidamente hermosa, y mi corazón latía más fuerte por todo lo que no podía tener. Ella tembló mientras me acercaba. Instintivamente, me quité mi chaqueta para ofrecérsela. —¿Frío? —pregunté. —No, estoy bien, gracias —respondió. —Probablemente te habría ahogado, de todos modos —dije, retirando el pesado abrigo de cuero. —No sabía que vendrías esta noche —dijo. —¿Habrías faltado de haber sabido? —pregunté. —Por supuesto que no —respondió—. Me gustas, Kieran. En serio. Solo… no estoy en una posición donde pueda ofrecer más que amistad por el momento. —La mirada triste en su rostro y la nota de arrepentimiento en su voz me dio esperanza. —Puedo aceptar amistad —respondí, dándole mi mejor sonrisa engreída. Ella suspiró, pero sonrió. —Realmente no tienes la intención de conformarte con mera amistad, ¿no? —Absolutamente no —respondí—. Pero aceptaré lo que pueda tomar, hasta que te enamores de mí. —Estás desperdiciando tu tiempo conmigo, Kieran. Hay un millón de chicas allí afuera que matarían por salir contigo —dijo. —Cariño, un millón de chicas simplemente no son tú —respondí, haciéndola ruborizar—. Bueno, no quiero que tengas una sobredosis de este encanto tan rápido. Entremos y consigamos las entradas y tentempiés.

—¿No deberíamos esperar por Em y Cormac? —preguntó. —Estaría sorprendido si llegan antes de que comience la película —respondí. —¿Vienen atrasados? —dijo. —Con no ha visto a Em en todo el día. Le tomará siglos a ella separarse de él lo suficiente para conducir hasta aquí —respondí. Ella se rio, cortando la tensión entre los dos. —Vamos entonces. He estado muriendo por ver esta película por siglos, y no me perderé el comienzo. Le enviaré un mensaje a Em para decirle dónde estamos.

Efectivamente, Em y Con llegaron apenas con un par de minutos de sobra. Cuando finalmente pasaron a través de una fila de gente molesta para alcanzarnos, me volteé hacia Irish y compartí una sonrisa secreta. Como si la sonrisa de oreja a oreja de Con no fuera una pista clara de que habían estado ocupados, el cabello de Em con la almohada marcada seguro lo era. —Lamentamos llegar tarde, chicos. El auto no partía —dijo Em. —¿Están teniendo problemas con ese flamante auto nuevo? — pregunté, haciéndola enterrar su cara en el hombro de Con con vergüenza. —Es una mentirosa terrible —dijo él, sacando un puñado de mis palomitas de maíz. —¿Tienes hambre? —le pregunté, mirando sus perritos calientes y nachos con envidia. Danny me dejaría caer una bronca si tocaba algo de eso, y Con lo sabía. Las palomitas eran para Irish, aunque el avaricioso bastardo a mi lado me las quitaría si no las hubiera protegido para ella. Las luces se atenuaron, deteniendo las conversaciones. Con envolvió su brazo alrededor de los hombros de Em y me lanzó un guiño, sabiendo que yo no podía hacer lo mismo. Le enseñé el dedo tan sutilmente como pude e incliné mi cuerpo hacia mi chica. Ella estaba mirando directamente a la pantalla, las manos cruzadas recatadamente en su regazo. Incluso por sobre las enfermizamente dulces palomitas, podía oler la limpia esencia

de manzana de su champú. Ajusté ligeramente mis pantalones vaqueros en lo que mi pene comenzaba a tensarse. Debía estar en mala forma si el olor a fruta me estaba poniendo duro. Una hora después los dos nos habíamos relajado. Solo le había dado a la película la mitad de mi atención, pero era bastante buena. Irish sin embargo, estaba enganchada. Centímetro a centímetro, se había ido relajando en mi dirección. Seguía alcanzando las palomitas y se vio sorprendida cuando se dio cuenta que las había acabado. A la mierda. Me agaché para dejar la caja vacía en el suelo. Al volver a sentarme, usé la oportunidad para envolver mi brazo alrededor del respaldo de su silla. Me miró con una sonrisa de suficiencia en su rostro. —Suave, ¿no? —dije, moviendo las cejas cómicamente. Poniendo los ojos en blanco, sonrió y volvió a ver la película. Mientras lo hacía, se giró levemente y se recostó para acurrucarse en la curva de mi brazo. —No te lo tomes personal —dijo suavemente—. Solo eres un cuerpo cálido. —Lo que digas, nena —respondí. Mi voz fue un susurro contra su oreja, haciéndola temblar. He hecho incontables cosas con incontables mujeres, pero en ese momento, no podía pensar en ninguna de ellas. Ninguna de esas experiencias podía hacerle sombra a lo que estaba sintiendo con Irish presionada contra mí. Repentinamente volví a ser como un jodido adolescente. No importaba que, cuando las luces volvieran a encenderse, volveríamos con nuestros amigos. La oscuridad nos permitió robar suficiente magia para pretender que éramos más. Se excusó un momento después para ir al baño. Usé la oportunidad para levantar el apoyabrazos entre nosotros. Con bufó en risas cuando me atrapó. Esta vez no intenté esconder los dos dedos que le enseñé, haciéndolos a él y Em reír. Cuando Irish avanzó por la fila para volver a mí, no se dio cuenta de lo que había hecho. O si lo hizo, no lo comentó. Tan pronto como se sentó, alcancé su mano. Quería que la película no terminara mientras ella pasaba sus delgados dedos gentilmente por los míos, su suave piel reconociendo el terreno de mi dura y callosa mano. Demasiado pronto las luces volvieron a encenderse, y nuestro pase libre se acabó.

Mientras ella se alejaba de mí, sentí la pérdida de su calor. No entendía la razón de la triste mirada en su rostro. Sabía por Em que ella era soltera, y no es como si viviera a un millón de kilómetros de distancia. Si gustaba de mí y yo gustaba de ella, no veía ningún motivo por el que no podíamos estar juntos. En retrospectiva, probablemente debí haber esperado hasta llevarla a casa, o al menos a que dejáramos el cine, pero Soy Kieran jodido Doherty, me dije a mí mismo mientras me levantaba, sujetaba gentilmente el rostro de Irish en mis manos y besaba la siempre encantadora mierda fuera de ella. El teatro podría haber explotado y no lo habría sabido. Ese beso tenía todo. Magia, fuegos artificiales, todas las mierdas de las que hablan las chicas, tenía todo y yo quería más. No era una probada; era una marca. Ella era mía ahora y no iba a dejarla ir. A la mierda el jugar bien, Irish me mostró lo que nunca supe que quería y no iba a detenerme hasta tenerlo. Quitó sus labios de los míos con renuencia, pero no la dejé ir. —Los chicos de allá nos están haciendo porras y silbándonos — dijo. —Los celos son una perra —respondí, dándole a sus labios un rápido pico antes de alcanzar su mano y guiarla a la salida. Em y Con se detuvieron a aplaudirnos antes de seguirnos. —Montaste todo un espectáculo allí, Kier —dijo Con—. Así que, ¿ustedes van enserio entonces? —Con estaba molestándonos, pero Em nos miraba como si fuésemos la cosa más tierna que jamás hubiese visto. —La convenceré de ello tan pronto como pueda tenerla a solas por cinco minutos —dije. —Um, estoy justo aquí, chicos —dijo Irish. Sus ruborizadas mejillas eran del tono más hermoso de rosa y maldición si no quería otra probada. —Mejor nos vamos a casa si ustedes deben estar de pie a las cinco para entrenar —dijo Em, siempre la voz de la razón. —¿Cómo llegaste aquí, cariño? —pregunté. —Um, el bus —murmuró ella. Em abrió su boca, supuse que para ofrecerle a Irish un aventón a casa, cuando la silencié con una suplicante mirada. —Me aseguraré de que llegue a salvo a casa —les dije a ella y a Con.

—¿No tengo una opinión? —me preguntó Irish, su risa diciéndome que estaba más divertida que molesta por mi actitud. —Nop —respondí—. No te daré la oportunidad de escapar. Te asustas muy fácilmente. Además, amarás la moto. —Puso sus ojos en blanco hacia mí, pero apretó mi mano en respuesta. —Tómalo con calma, amigo —dijo Con, dándome una palmada en la espalda mientras las chicas se despedían. Cuando Con se inclinó para besar la mejilla de Irish, Em me abrazó con fuerza. —No jodas esto. Realmente me gusta esta chica —susurró en mi oído. —No se preocupe, Sra. O, usaré mi mejor comportamiento —dije— . Me quedaré con esta —agregué. —Simplemente sé paciente con ella. Tengo el presentimiento de que vale la espera —respondió. Los despedimos y guié a Irish hacia la moto. Podía sentir sus nervios, pero su fuerte agarre sobre mi mano me daba esperanzas. La temperatura había bajado y temblaba mientras caminábamos. —Ten, necesitarás esto —dije, envolviendo la pesada chaqueta de cuero sobre sus hombros y abrochándola. Quedó sumergida en la chaqueta, pero cumpliría su función. Le pasé el casco para que se lo pusiera, pero aparté sus manos mientras jugueteaba con la correa. —Dime por qué —pregunté repentinamente. —¿Por qué, qué? —dijo, confundida. —Por qué no estás lista para mí. Por qué no quieres salir — respondí. Suspiró y me arrepentí que el brillo de nuestro beso se hubiese ido bajo el peso de sus pensamientos. —No te gustará —respondió con tristeza. —Quizás no —dije, montando la moto y luego ayudándola a subir detrás de mí—. Pero me vas a decir por qué piensas que no podemos funcionar. Entonces te voy a mostrar exactamente cómo podemos hacerlo.

6 Traducido por NaomiiMora

Marie —Concéntrate, Kieran —le dije. —Si querías que me concentrara, probablemente no deberías haber abierto tu camisa, cariño —respondió. Levantó la mano lentamente, como para ahuecar mi seno, antes de que yo pusiera los ojos en blanco y le quitara la mano. —Está bien, cosa caliente, ojos arriba —le dije. —Um… si quieres que te mire la cara, ¿puedes cerrar tu camisa? Creo que tus tetas me han hipnotizado —dijo. A pesar de la gravedad de lo que estaba tratando de decirle, no pude evitar reírme. Realmente era adorablemente encantador. —Kier, estoy usando un top. No es como si estuviera sin nada arriba —dije. —Lo siento. Todavía hipnotizado por tus tetas —respondió. —Está bien, mira alrededor de una pulgada por encima de mis senos —le dije. —Santa mierda, eso debió haber sido una pelea con cuchillo, Irish —dijo, al ver la difusa cicatriz de dos pulgadas en el lado izquierdo de mi pecho. Toda la noche con Kieran fue mágica. Había flotado a través de ésta en una burbuja, imaginando por una noche que era normal, que era una cita real en la que él y yo podríamos ir a casa juntos y despertarnos mañana y hacerlo todo de nuevo. Pero yo no era normal. No podría haber

felicidad para los dos. Así que respiré hondo para calmarme antes de reventar la burbuja para siempre. —Es de un cuchillo, pero no cómo estás pensando. Es una cicatriz quirúrgica —le expliqué. Su mandíbula se abrió mientras miraba de un lado a otro entre mi cara y la cicatriz. —¿Cómo? ¿Por qué? —dijo. Pude ver la confusión y un atisbo de horror en su rostro. —Nací con un defecto cardíaco congénito, Kier. He estado dentro y fuera de los hospitales casi toda mi vida. Cuando tenía quince años, mi corazón finalmente se rindió. Me hicieron varias cirugías de reparación de válvulas, pero en algún momento necesitaré una válvula de reemplazo o un trasplante —le expliqué. Pasó su dedo suavemente por la cicatriz, haciéndome temblar. —Pero ahora estás bien, ¿no? —preguntó. —Tengo que tomar una tonelada de medicamentos todas las mañanas para mantener las cosas en calma, y no puedo hacer otra cosa que no sea un ejercicio ligero para no esforzarme demasiado, pero en este momento, estoy más sana que en un largo tiempo —le expliqué. —Así que iremos despacio, y tendré mucho cuidado de no hacer que tu corazón palpite demasiado —dijo en tono de broma. —No funcionará, Kier. No puedo tener una aventura amorosa. No contigo. Me gustas demasiado ya. Sería demasiado fácil enamorarse de ti —le dije. —¿Quién dice que tiene que ser una aventura? No tengo mucha experiencia con las relaciones, pero es lo que quiero contigo —dijo. Las lágrimas nadaron en mis ojos cuando las pequeñas fisuras en mi corazón comenzaron a agrietarse. Quería que Kieran fuera mío terriblemente, podía saborearlo. Nunca me había sentido tan viva como lo había hecho en la parte de atrás de su moto, mis brazos envueltos alrededor de sus duros abdominales, mi cara acurrucada contra el calor de su cuerpo. Solo una vez, quería que este corazón frágil latiera por otra persona. Quería que latiera por él. —También quiero eso, muchísimo, pero no puedo hacerte eso. No lo haré. Hay tantas cosas que te estaría robando. Habría interminables

citas en el hospital. Nunca podríamos tener hijos, porque el estrés casi seguramente sería demasiado para mi cuerpo. E incluso si pudieras manejar todo eso y no me volviera a enfermar, este corazón tiene una vida útil. Cuando me enfermo y me internan en el hospital, nunca sé si volveré a salir. Tragó saliva, luciendo absolutamente devastado. Abrió y cerró la boca. El encantador irlandés con el don del parloteo se quedó sin palabras. Sabiendo lo que tenía que hacer, cerré mi camisa y envolví mis brazos protectoramente alrededor de mí. —Está bien, Kieran. No necesitas decir nada. Em me contó lo que le pasó a tu papá y no es algo por lo que te haría pasar de nuevo. Es por eso que he estado tan distante. Esperaba evitar esta conversación. Pero necesito que sepas que no eres tú. Si tuviera la oportunidad de algo real con alguien, me gustaría que fuera contigo. Inclinándome hacia adelante, lo besé suavemente en la mejilla, inhalando el delicioso aroma de su loción para después de afeitar una última vez. —Adiós, Kier. Te veré por ahí —le dije. Esa fue probablemente la parte más difícil de esta conversación. Era amiga de la esposa de su mejor amigo, por lo que era inevitable verlo por ahí. Pero nunca sería mío, y siempre existía la posibilidad de verlo un día con una chica a la que llamaría suya para siempre. Sería un dolor para el que no había medicación. Lo dejé montando sobre su bicicleta, y me di la vuelta y caminé sigilosamente hacia la puerta de mi edificio. No me di vuelta, ni una sola vez. Las lágrimas corrían por mi cara, y no quería que las viera. Cuando estuve a salvo dentro de mi apartamento, cerré la puerta con llave y me desplomé sobre la cama, tirando del edredón mullido por encima de mí. Es lo mejor, me dije. Pero no ayudó. En cambio, me derrumbé y sollocé hasta dormirme. Me desperté sintiéndome cansada y lenta. Mis ojos hinchados todavía estaban rojos por el llanto, pero el sol brillaba y las cosas no parecían tan malas como lo parecían la noche anterior. Siempre todo se veía mejor por la mañana. No importaba lo difícil que haya sido el día anterior, siempre intentaba buscar los aspectos positivos cuando despertaba. Estaba viva. Mi corazón todavía estaba fuerte. Hoy, sería parte del sueño de alguien hecho realidad. Nunca sentía pena de haber estado ayudando a la gente a elegir un vestido que nunca podría usar.

Ser parte del gran día de alguien era un privilegio que nunca daría por sentado. Esperando a que el agua hierva mi té, miré por la ventana a la mañana y me permití un breve minuto para preguntarme cómo estaba Kieran. No tenía ninguna duda de que la verdad lo había herido, pero era lo mejor. Kieran se había despedido de su papá después de una enfermedad terminal. No lo dejaría enamorarse de mí, solo para tener que hacer lo mismo otra vez. El silbato de la tetera me sacó de mis pensamientos. Una taza rápida de té y una ducha más tarde, y estaba en la puerta, lista para comenzar otro día.

—Oh, querida, te ves taaan hermosa. ¡Este vestido precioso te queda muy bien! —dijo la loca dama Maltesa. Stella Kelly era una mujer burbujeante, ardiente y poderosa, que entraba en mi tienda varias veces a la semana y llenaba el lugar con su personalidad. Me volvía loca constantemente, pero no podía prescindir de ella. Siempre se metía en mi negocio y cuestionaba cada decisión que tomaba. Pero cuando estaba enferma, mantenía la tienda funcionando por mí. Cuando estaba bien, hacía que todas las novias se sintieran como una princesa y vendía más vestidos en un día de lo que jamás podría esperar. Por suerte para mí, era mi madre. —Estás absolutamente en lo cierto. Creo que esta es el vestido — dijo la novia, alisando sus manos sobre uno de mis primeros diseños. —Es una elección fabulosa. Siéntete libre de tenerlo puesto todo el tiempo que quieras. Pero cuando estés lista, sal al frente y nos sentaremos y haremos el pedido. Mientras tanto, ¿puedo traerte un vaso de algo para celebrar la ocasión? —pregunté. —Oh, un vaso de vino sería maravilloso si lo tuvieras —respondió, aplaudiendo con entusiasmo. La dejé arrullando el vestido con su madre y sus hermanas y salí al frente de la tienda. Sacando una botella de vino blanco de la nevera, estaba preparando unos vasos para la fiesta de bodas cuando mi madre golpeó sus manos en el mostrador frente a mí. —¿Qué te pasa hoy? Parece que alguien atropelló a tu caballo — dijo.

—Mamá, no tengo un caballo —le contesté. —Sé que no tienes un caballo. Es una expresión. Significa que te ves miserable. También te ves cansada y demasiado delgada, pero no pude pensar en ninguna expresión para eso. Hace poco más de treinta y cinco años, Michael Kelly se comió un bocado de la pasta de Stella Bellizzi, se enamoró locamente y la levantó. Al menos así es como mamá cuenta la historia. Salió para Malta en un puesto temporal con su compañía de ingeniería y regresó a casa con una esposa. En los primeros años de su matrimonio, papá la mantuvo ocupada con un bebé tras otro. Yo era la mayor. Una niña tranquila y tímida, siempre escondida detrás de las faldas de mamá. Un año después, dio a luz a un hijo, y casi cinco minutos después, gemelos. Los tres muchachos Malteses sanos, robustos y apuestos. Aunque papá era inglés, era moreno y tenía la piel verde oliva como su madre. Gracias a un retroceso genético de tres generaciones anteriores, heredé la piel pálida y el cabello rojo del nacido en Dublín Niall Kelly. Alguien cometió el error una vez de preguntarle a mamá si fui adoptada. Respondió en maltés. Muy fuerte. Sin embargo, sí heredé una cosa de mi padre, su corazón débil. Murió repentinamente de un paro cardíaco cuando yo tenía cinco años, dejando a mamá en un país extraño para criar a cuatro hijos solos. Pero lo hizo, y como yo ya estaba recibiendo tratamiento médico, decidió quedarse en Londres. —Estoy bastante segura de que la expresión es algo como "te ves como si alguien hubiera atropellado a tu perro" y tampoco tengo uno de esos. —Eso es ridículo. La mía es mucho mejor. Tienes cara de apegarte mucho más a un caballo que a un perro —dijo. —¿Cómo sería posible atropellar a un caballo? —le pregunté. —Por supuesto que es posible. ¿No crees que un auto lastimaría a un caballo? —respondió. —Te das cuenta de lo ridícula que es esta conversación, ¿verdad? Ni siquiera puedo recordar de qué estábamos hablando —le dije, sonriéndole mientras vertía el vino. —Eso está mejor. No me gusta cuando estás triste. Ahora come algo y duerme más, y estaré realmente feliz —dijo, apretando mis mejillas como si fuera una niña. Incluso después de todos los años que había pasado en Inglaterra, el acento de mamá todavía tenía una marcada inclinación Maltesa.

Al final resultó que, un día en la tienda era justo lo que necesitaba. Todo, desde la bella decoración de cuento de hadas en cremas y robles hasta el sutil aroma de las velas de manzana yanquis escondidas discretamente, me relajó. Venir aquí no parecía trabajo. Era más un refugio. Tal vez por eso me enojé cuando alcé la mirada para ver a Alastair Baxter-Hall caminar con confianza hacia la boutique. —Hola, Alastair —dije cortésmente, apenas resistiendo la tentación de apretar los dientes—. Esta es una bonita sorpresa. —Esperaba que lo pensaras. Te ves un poco pálida hoy. ¿Realmente deberías estar trabajando? —preguntó. Suspiré, sabiendo que no tenía la energía para otra confrontación con él hoy. —Estoy perfectamente bien, gracias. Si estoy pálida, es probable que sea porque todavía no haya comido —le contesté. Podría haberme dado una patada al decirlo, sabiendo lo que vendría después. —Bueno, vamos a rectificar eso ahora. Cierra este lugar y te llevaré a cenar —dijo. La forma en que había agitado su mano con desdén en mi tienda al decir ‘este lugar’, hizo que mis vellos se alzaran. Poco después de nuestra primera reunión, dejó en claro que quería tener una cita. Le dije que solo quería ser amigos para decepcionarlo, pero rápidamente me di cuenta de mi error. Alastair no estaba buscando un amigo; quería una esposa trofeo, alguien que asistiera a almuerzos de caridad y se quedara con su brazo y cada palabra. El hecho de que claramente no era esa mujer no hizo nada para disuadirlo. Para él, mi sustento era un pasatiempo, un medio para pasar el tiempo hasta que me casara. Ni siquiera mis intentos de terminar con nuestra asociación lo habían perturbado. Simplemente anunció que esperaría hasta que yo tuviera sentido y estuviera lista para sentar cabeza y sugirió que no esperara demasiado. Eso fue hace seis meses, y no pasaba una semana sin que se pasara por la boutique u otros lugares en los que yo pasaba el rato. Lo que comenzó como una molestia ahora se estaba volviendo aburrido, y más que un poco espeluznante. —No puedo simplemente ‘cerrar’ la tienda, Alastair. Esta es mi temporada ocupada. Tengo dos pruebas más antes de que termine el día —expliqué. —¡Lo ves! Esto es de lo que he estado hablando. ¿Cómo puedes esperar tener un negocio en tu condición? Ni siquiera puedes permitirte

un descanso cuando te cansas. ¿Cómo este tipo de tensión es buena para tu corazón? —preguntó. Hace un mes, me encontré con Alastair de camino a casa de mi mamá para cenar y me había tropezado mientras intentaba escapar rápidamente. Cuando mi bolso se derramó por toda la acera, mis pastillas se habían rodado a sus pies. Leyó la etiqueta y entró en la tienda al día siguiente, obviamente después de haber investigado para qué eran los medicamentos, y exigió una explicación. No le debía una, pero se la di de todas formas, esperando que terminara su encaprichamiento. Desafortunadamente para mí, hizo lo contrario. Mi débil corazón solo le dio más munición para agotarme. —Estoy completamente sana en este momento, pero incluso si estuviera enferma, soy perfectamente capaz de tomar decisiones sobre mi propia salud. Lo he estado haciendo por mucho tiempo —le dije. Parecía herido, y al instante me sentí culpable. Odiaba la confrontación de cualquier tipo, y después de despedirme de Kieran anoche, realmente no necesitaba esto. —Sólo pienso en tu bienestar, cariño —dijo—. Seguimos siendo amigos, ¿verdad? Me gustaría pensar que me cuidarías si estuviera enfermo. —Pero no estoy enferma. Trabajar aquí me da un propósito —dije, tratando de explicar. —De acuerdo, veo que no voy a salirme con la mía hoy. Pero recuerda, ser mi esposa también te daría un propósito. Y es un trabajo que no te dejará con los dedos callosos —dijo con un guiño. Apreté el puño para ocultar los callos de las que hablaba, luego los abrí. Estaba orgullosa de esas marcas, no avergonzada. Venían de horas de costura a mano, de crear algo hermoso por mi propia mano. —¿Qué pasa si te casas un día y tu esposa quiere trabajar? —le pregunté. No tenía la menor intención de ser esa mujer, pero hasta que abandonara su idea arcaica de que una mujer tenía que renunciar a su carrera cuando escuchaba las campanas de boda, las posibilidades de que volteara la cabeza de alguien más eran escasas. —Con la vida que podría proporcionarle, ¿qué mujer querría trabajar? —preguntó. —No se trata solo de ganarse la vida. Este lugar es mi mundo — dije, tratando de explicar. No me hubiera molestado.

—Yo sería todo tu mundo si me lo permitieras. Ahora, si no puedo convencerte de ir a cenar, es mejor que me ponga al día con Geoffrey para tomar una copa en el club. Te veré pronto, Marie. Adiós, señora Kelly, te ves tan hermosa como siempre —dijo. Mamá se rió mientras caminaba hacia el mostrador con la tiara que mi novia había elegido. —No tengo idea de por qué te enamoras del encanto de Alastair — le dije, sintiéndome desanimada después de su visita. —No es tan malo, pequeña. Está enamorado de ti y también es rico. Podría cuidar de ti —razonó. —Mamá, no me importa el dinero. Tú lo sabes. —Pero si vuelves a enfermarte cuando sea vieja, ¿quién te cuidará? —preguntó. Sabía que esto le preocupaba, y mi corazón se rompió cuando miré sus ojos llorosos. Con toda probabilidad, moriría antes que ella, y ningún padre debería tener que sobrevivir a su hijo. —No me casaré con un hombre que no amo, mamá, no solamente por tener a alguien que me cuide. —Sí, pero, querida niña, tampoco te casarás con un hombre al que ames, ¿verdad? —Apretó mi fría mano. —No puedo hacerle eso a alguien, mamá. Vi cuánto dolor tenías cuando murió papá. No sería justo de mi parte hacer eso a sabiendas. Me palmeó la mano con simpatía y sacudió la cabeza. —Para alguien tan inteligente, sabes tan poco. Perder la otra mitad de ti es un dolor como ningún otro. Pero no es su pérdida lo que recuerdo. Es su amor. Era un regalo que no cambiaría en un millón de años. Si tienes la suerte de encontrar un regalo como ese, serías una tonta si no lo tomas. Con una última palmadita, dejó la tiara en el mostrador y regresó a la fiesta nupcial. Escuché su feliz voz canturreando con la madre de la novia sobre la fabulosa elección de su hija. Por encima de la presentación prematura de Alastair, mamá ahora me tenía pensando en Kieran y en la posibilidad de algo con él que había lanzado al viento. En un espectáculo que sería completamente poco profesional si alguien lo estuviera viendo, me incliné hacia delante y apoyé mi cabeza cansada contra el mostrador frío. Había algunos días que eran hechos para ser escritos con una pinta de Ben y Jerrys en la cama y una película de Nicholas Sparks.

7 Traducido por Gerald & Vale

Kieran Perplejo. Más específicamente, absolutamente sacudido hasta el maldito centro. Así es como me sentí cuando Irish compartió su pequeña revelación. De todas las razones en las que había pensado por la manera en que evitaba tener una relación conmigo, que estuviera enferma nunca fue una de esas. Con el paso de los años, podría haber tenido mi ración de cientos de mujeres. No era solo un maldito chiste cósmico que la única chica que quería fuera el ejemplo excelente de por qué evitaba el compromiso en primer lugar. Pensar en mis últimos recuerdos de Pa y los meses después de su muerte donde Ma batalló para seguir adelante, tuvo a mi estómago retorciéndose en nudos. Encendí las luces del gimnasio y me dirigí hacia los vestuarios para alistarme. A las 5:00 am, el gimnasio estaba completamente vacío. No había dormido en toda la noche, pero tan cansado como estaba, necesita alguna salida para mi frustración. Después de un cambio rápido, enrollé mis vendas y comencé con los sacos. No era mi rutina normal, pero no había nadie aquí para regresarme al camino correcto y necesitaba el dulce dolor ardiente de sentir que mis nudillos se abrían contra el duro cuero para distraerme de mis pensamientos. Las puertas azotándose hicieron que mirara por encima de mi hombro, pero no necesitaba siquiera molestarme. Solo había una sola persona que estaría aquí a esta hora. —Llegaste temprano, ¿cierto? —me preguntó Con. Me encogí de hombros y seguí golpeando el saco con fuerza.

—¿Lo sabías? —pregunté, sin molestarme en levantar la mirada. —¿Saber qué? —respondió, sonando genuinamente confundido. —Irish tiene un defecto congénito en el corazón. Ha estado enferma durante años y solo va a empeorar hasta que su corazón finalmente se rinda. —Mierda —respondió. —Bastante malo. Dejó caer su bolso de deporte y sostuvo el saco para mí. Era un código entre hombres equivalente a un abrazo. —¿Es por lo que te ha estado evitando? —preguntó. Asentí, limpiando el sudor de mis ojos con mi antebrazo. —Em le contó sobre Pa y no quiere involucrarse en una relación sabiendo que podría ir por el mismo patrón que él. Lo saqué todo con mis golpes, vertiendo toda mi ira y frustración con cada gancho y puñetazo. Para el momento en que terminé, el sol estaba alto en el cielo y el gimnasio estaba medio lleno. Tomé algo de agua mientras Con iba a cambiarse, antes de regresar tranquilamente a mi rutina habitual. —¿Qué está pasando, damas? —preguntó Tommy, mientras me lanzaba una pelota medicinal. A Danny le gustaba mezclar las cosas al intercambiarme los compañeros de entrenamiento en las tardes. Generalmente Con seguiría entrenando junto conmigo, pero dado que no tenía peleas próximas programadas, había optado por pasar el rato alrededor de la orilla del gimnasio con los chicos que interrumpían y comentaban mi desempeño. El perezoso idiota hoy estaba tan callado como yo y eso estaba haciendo que todos nos pusiéramos nerviosos. —No mucho —respondí—. ¿Es eso en tu cuello un chupetón? —Sí, la aspiradora Hayley me hizo uno anoche. Hombre, esa chica sabe chupar —dijo. —Puta. —¡Oye! —dijo, con indignación—. Es una chica agradable que disfruta de un buen rato, eso es todo.

—Estaba hablando de ti. —Oh. Me parece justo —respondió—. Aunque suficiente con el cambio de tema. ¿Por qué Con y tú lucen tan miserables? Con un profundo suspiró, compartí todo lo que le había contado a Con. —Mierda —dijo, haciendo eco a los sentimientos de Con. —¿Qué le dijiste? —preguntó. —Nada. Mis cuerdas vocales se congelaron. Se detuvo, la pelota medicinal detenida en el aire y me miró fijamente. —¿Quieres decirme que desnudó su alma y la dejaste alejarse sin decir una palabra? Maldito cobarde. —Tranquilízate, Tommy —dijo Con. —No —respondió Tommy—. Hubo un tiempo en que quise pretender a Marie, pero me contuve por ti. —Merece más que ser una de tus chicas de follar y tirar, Tommy — respondí con enojo. Apenas atrapé la pelota que me lanzó fuerte hacia mi pecho. —Solo he dormido con chicas que quieren lo mismo que yo, pero eso no significa que no podría tener algo más con Marie si tuviera la mínima posibilidad. —Estás malditamente soñando si piensas que te elegiría a ti en lugar de a mí —dije. —Tal vez lo hubiera hecho si hubiera sabido el débil pedazo de mierda que eras —respondió. Lanzando la pelota hacia un costado, me levanté rápidamente y me lancé contra él. Tommy había vivido más que todos nosotros y se había convertido en un maestro de esquivar nuestros golpes largos. Pero entonces, posiblemente por primera vez desde que lo conocía, fue por mí también. Ninguno de los dos estaba jugando.

—¡Suficiente! —bramó Con, tomándome en una llave con su brazo antes que pudiera ponerle una mano encima. Liam hizo lo mismo con Tommy, prácticamente levantándolo del suelo mientras lo alejaba de mí. —No vamos a hacer esta mierda —dijo Con—. Con, sabes por qué Kier no dijo nada, así que, ¿por qué estás enfrentándote a él por esta mierda? —Porque me gusta esta chica y la dejó alejarse, probablemente sintiéndose como mierda, solo porque algunas partes de ella no lucen tan bien. Mira, Kier, sé que perdiste a tu Pa, pero eso fue hace mucho tiempo. Quién sabe cuánto tiempo queda a cualquiera de nosotros. Pero esa chica te mira como si caminaras sobre la maldita agua. Si no tienes las pelotas para tomar una oportunidad ante lo que podría ser algo maravilloso, es tu problema. Pero solo quedarte ahí parado como un cobarde y no ofrecerle nada, ni siquiera amistad, eso es malditamente bajo. Ninguno de los chicos dijo nada y supongo que estaban divididos. Todos sabían de primera mano por lo que había atravesado con Pa, pero también les gustaba mucho Marie. Mientras miraba al rostro de cada uno de ellos, la realidad de lo que estaba echando a la basura me golpeó en el pecho. —Tienes razón —le dije—. Le debo más que eso. La destrozó contármelo y no tenía que hacerlo. Podría haber esperado hasta que le hubiéramos dado una oportunidad a una relación antes de decir algo. —No seas tan duro contigo, amigo —dijo Con—. Tampoco hubiera sabido qué decir. —Era típico de mi mejor amigo saltar a mi defensa. —Sí hubieras sabido —respondí—. Si Em te dijera que estaba enferma o tuviera algún problema de salud, la envolverías aún más apretada entre algodones, pero hubieras ido tras ella de todas formas, ¿cierto? Asintió a manera de respuesta. —Sí, lo hubiera hecho. Pero eso no significa que estuvieras mal. Apenas conoces a esta chica y ya has pasado por esto antes. Es mucho para asimilar. —La conozco mucho mejor de lo que conocías a Em cuando fuiste tras ella. Sé que es buena y amable y que compartimos el mismo sentido del humor. Sé que resuella cuando encuentra algo gracioso pero intenta no reírse. Sé que es una buena amiga que es generosa, paciente y leal. Sé que es la primera mujer que alguna vez me ha dejado sin palabras. Sé

que es especial. Así que, ¿qué demonios está mal conmigo que no pude decirle eso? —¿Quieres una lista, idiota? Porque es una muy larga —preguntó Tommy. —Déjalo en paz, Freud —dijo Liam—. Ya has dicho lo tuyo. Ahora es suficiente. Tommy puso sus ojos en blanco y me miró intencionadamente. —Entonces ahora que hemos establecido el maldito error estúpido que cometiste, ¿qué vas a hacer al respecto? —preguntó. Pasé mi mano descuidadamente a través de mi cabello recortado. La idea de estar con alguien más hacía que mi sangre se helara. La idea de que ella estuviera con otro tipo hacía que hirviera. Me gustaba esta chica. Mucho. Llegar a ser una parte de su vida valía la pena la posibilidad de algún día perderla. Tommy tenía razón, por probablemente la primera y última vez en su vida. No había tal cosa como tener algo seguro en este mundo. Cualquiera de nosotros podría morir mañana en un accidente de auto. Los diamantes eran atesorados porque eran raros. Si mi tiempo con ella era finito, cada momento sería más precioso debido a ello. Pa tenía razón sobre ese tren de carga, porque era exactamente como eso se sentía. —Ahora nunca me dará una oportunidad, no después de que la dejara ir sin una pelea. Mentalmente, ha cerrado el libro de nosotros para este punto —dije. —Ve a lo grande —sugirió Liam. El gran tipo no decía mucho. Pero cuando lo hacía, escuchaba—. Tú y Tommy son los reyes del alardeo. Así que haz algo grande y demuéstrale que has pensado en esto a consciencia, que estás seguro de que quieres darle una oportunidad — dijo. —Esa no es una mala idea —añadió Con—. Marie es del tipo tímido en un grupo. Tal vez si la pones en un apuro, te dará una oportunidad con tal que te detengas. —Genial. Siempre quise que una chica saliera conmigo por vergüenza y pena —dije.

—Como si pudieras hacer que una chica saliera contigo de alguna otra manera —dijo Tommy, riéndose. —Con —dije con un asentimiento. Respondiendo con una sonrisa conocedora, le dio a Tommy un golpe por mí. —Auch, cabrón, eso dolió —dijo, frotando la parte trasera de su cabeza. —Mira, por qué no vas y la ves y hablas de ello en privado. Si no te hace caso, entonces vas a lo grande y reclamas su atención —dijo Liam. Era un consejo bastante atractivo, aunque estaba confiado en que Irish ya había tomado una decisión sobre nosotros, sin importar lo que dijera. —¿Alguna idea brillante sobre cómo voy a reclamar su atención? —pregunté. —Tengo una —dijo Tommy. —¿Involucra que quede como un idiota? —pregunté. —Por supuesto —respondió con una sonrisa—. También podamos aprovechar para entretenernos un poco a partir de ello.

Entrené duro por el resto de la tarde mientras Tommy exponía los huesos de su idea. Al final del día, me sentía agotado pero optimista. Me dirigía a las duchas cuando Danny me llamó. —Entra aquí un segundo, chico —dijo, volviendo a su oficina. Cerré la puerta y me senté frente a él, preguntándome qué podría haber hecho mal. La silla era deliberadamente más baja que la suya para hacernos sentir intimidados. Funcionaba, porque aquí siempre me sentía como si estuviera en la oficina del director de la escuela. —¿Qué pasa, Danny? —le pregunté. —Mira, chico, no estoy siendo entrometido, pero te escuché hablar sobre por qué tú y esa chica no están juntos. —Está bien —le contesté, no muy seguro de a dónde iba con esto. —¿Realmente has pensado en lo que estás por hacer? Si te enamoras de ella, eso es todo para ti. Tú y Con están cortados de la

misma tela de esa manera. Durante años podría ser sol y rosas. Pero un día, cuando menos lo esperes, se enfermará. Y te va a golpear como un puñetazo en las tuercas. —Tienes tal manera con las palabras, Danny. —Ríete, pequeña mierda, pero escucha lo que te digo. Me senté en el borde de mi asiento y me incliné hacia delante, mirándolo a los ojos. —¿Qué quieres que te diga? ¿Sé en qué me estoy metiendo? Probablemente no. ¿Estoy listo para ello? No, no lo soy. Pero la vida no espera hasta que estés listo antes de darte ese golpe sorpresa que te hará caer sobre tu trasero. Si tengo una oportunidad con ella, a la mierda todo lo demás. La estoy tomando —le contesté. Suspiró, frotándose la mano con cansancio por la cara. El viejo cascarrabias empezaba a parecer viejo. Probablemente tenía una o dos cosas que ver con eso. —¿Y qué pasa cuando las cosas se ponen realmente difíciles? — preguntó—. Eres relajado y no te tomas la vida demasiado en serio, lo que no es algo malo, pero cuando esté luchando contra esos demonios, necesitará a alguien maduro, alguien que esté con ella a largo plazo. —Guau. No tenía idea de que pensabas tan poco en mí, Danny — respondí, sorprendido. —¡Por el amor de Dios! —exclamó Danny—. Te amo como si fueras mi propio jodido hijo. Y no quiero insultarte. Estoy tratando de salvarte de un mundo de dolor porque no tienes ninguna idea de lo que le hace a un hombre perder a la mujer con la que sabe que debía pasar el resto de su vida. —¿Y si te equivocas? —le pregunté. —¿Qué quieres decir? —Marie ha pasado la mayor parte de su vida sabiendo que la mayoría de sus amigos y familiares la sobrevivirán. ¿Qué pasa si mi inmadurez es exactamente lo que la hace feliz? Si numeraras los días que te quedan, ¿no querrías pasarlos con alguien que vive todos los días como si fuera el último? —¿Y tú? ¿Qué te sucederá cuando ella se haya ido?

Suspiré profundamente y me senté en la silla, permitiéndome un momento para reflexionar sobre cómo sería vivir en un mundo sin ella. Donde su risa fuera solo un eco en el viento, y sólo me sonreiría desde una foto desgarrada y desteñida en mi billetera. Las nubes siempre serían un poco más grises, y el sol nunca brillaría tan brillante. —Te escucho, Danny. Lo hago. Pero la cosa es que esta chica me atrapó por las pelotas desde la primera vez que la conocí. Me estoy enamorando de ella. Y no estoy realmente seguro de haber tenido la opción en algún momento. —Tal vez no la tuviste, chico. Tal vez no la tuviste —respondió—. Bueno, dicen que Dios tiene un plan para todos nosotros. Supongo que es hora de que averigüemos cuál es el tuyo. No estoy diciendo que no me preocupe por ti, pero es tu vida. Tú decisión. Quieres ir tras esta chica, entonces ve por ella. Lo que será, será. Era lo más cercano a una bendición que alguna vez obtendría, pero de parte de Danny no tenía precio. —Gracias, Danny. Ahora, ¿alguna idea sobre cómo puedo conseguir a la chica? Se tomó un momento para pensar duro antes de responder. —¿Qué diablos sé sobre cortejar mujeres? —dijo con una risita irónica—. Nunca has tenido un problema antes, chico. Solo sé tú mismo y lo harás bien.

Usar mi motocicleta sin casco era imprudente e ilegal, pero no había nada mejor en el mundo para aclarar tu cabeza que la libertad de andar con el viento en tu cabello. Sabía que lo que estaba haciendo era impetuoso, pero después de mi conversación con Danny, necesitaba ver a mi chica. Por supuesto que no sabía que era mi chica todavía, pero eso era solo semántica. Acercándome al bordillo, dejé que la moto descansara sobre su soporte mientras esperaba a horcajadas. La fea monstruosidad gris en la parte superior de los amplios escalones delante de mí gritaba a edificio gubernamental, y obtuve más de una mirada extraña de los transeúntes mientras me quedaba allí mirándolo. Finalmente, un flujo constante de personas comenzó a pasar. En el minuto en que la luz de la farola rebotó en ese cabello rojo, mis labios se volvieron hacia arriba en una suave sonrisa.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Y cómo supiste dónde estaría? — preguntó, deteniéndose, todavía sorprendida cuando sus ojos se encontraron con los míos. —Em me dijo, y he venido a darte un aventón a casa —le contesté. Miró a izquierda y derecha como si esto fuera algún tipo de truco. Su confusión era un poco linda. —Um, ¿por qué? Pensé que habíamos dicho todo lo que había que decir la otra noche. —No dijimos nada. Dijiste tu parte y luego corriste antes de que tuviera la oportunidad de procesarlo todo —le dije, dándole el casco que había sido asegurado detrás de mí. Lo miró y se mordió el labio—. Deja de pensarlo tanto, Irish, y súbete. Haciendo lo que le pedí, se puso el casco y se subió detrás de mí. Cuando su cuerpo se deslizó más cerca de mí, respiré hondo, porque por primera vez en ese día, todo se sentía bien. Sus manos pequeñas deslizándose alrededor de mi cintura me tensaron al instante, mi pene se endureció dolorosamente en mis pantalones vaqueros. —¿No deberías tener un casco también? —preguntó. Me encantó que se preocupara por mi seguridad. —Estoy bien. Ahora agárrate fuerte y te tendré en casa antes de que te des cuenta. Nubes oscuras se movían por el cielo de la tarde, y dudaba que regresáramos antes de que llegara la lluvia. Me fastidió. Ahora que la tenía conmigo, quería pisar el acelerador y simplemente volar. Seguiría toda la noche, solo para sentir su calor en mi espalda y su cuerpo presionado contra el mío. Me quedé sin aliento cuando apoyó la cabeza contra mi espalda y apretó un poco más fuerte. Demasiado rápido, nos detuvimos fuera de su apartamento. La llovizna se estaba haciendo más pesada, y corrimos hacia el toldo sobre la puerta principal para cubrirnos. Se había quitado el casco mientras corría, y gotas de lluvia cayeron por sus mejillas para aterrizar sobre los rizos suaves de su cabello. Hombre, dolía estar tan cerca y no besarla. Ahora que había tenido una probada, quería que esos labios suaves se presionaran contra los míos, para escuchar ese gemido entrecortado un segundo antes de que tocara mi lengua contra su regordete labio inferior. Sabía que ella también lo sentía.

Nos estábamos acercando infinitesimalmente más cerca hasta que el aire atrapado entre nosotros se calentó tanto que prácticamente se vaporizó. La lluvia golpeaba con fuerza, formando una cortina que nos ocultaba del mundo. Solo estábamos ella y yo en perfecta soledad. —Bésame —le susurré. Tenía la intención de hacerla quererlo, pero mi boca soltaba mis pensamientos sin filtro. —Estás loco —me susurró en respuesta. —Admítelo. Te gusta mi tipo de locura. —No importa si me gusta o no. No importa si me gustas tú o no. Sabes por qué las cosas no funcionarán entre nosotros. —La cosa es —dije, peinando un mechón de pelo fuera de su cara y acariciando la piel suave de su mejilla con mi pulgar—, que me di cuenta de algo hoy. Admito que no uso mi cerebro a menudo, así que cuando lo hago, lleva un tiempo para entrar calor. —¿De qué te diste cuenta? —preguntó sin aliento. —Preocuparte sobre por qué no funcionaremos no importa. La vida es solo un camino largo que nos lleva a donde debemos estar. Estaba destinado a ser tuyo. Es por eso que la vida nos sigue uniendo. —¿Y si mi destino es morir? —preguntó. —Ah, amor, pero ese es el destino de todos. No importa cuán largo es el camino. Son los momentos los que hacen que el viaje importe. Puedes correr y esconderte todo lo que quieras, pero no te voy a dejar andar sola por este camino. Pasando mis dedos por sus rizos húmedos, la atraje suavemente hacia mí hasta que sus temblorosos labios se presionaron contra los míos. Fue el beso más puro y gentil que le había dado a una chica, y le dio una paliza a todos los demás.

8 Traducido por Liliana

Marie ¿Alguna vez te has preguntado cómo un beso puede cambiar el mundo? Eso fue casi todo lo que había pensado durante la última semana. No había visto a Kieran durante siete días completos, y cada minuto de eso había sido una tortura absoluta. Estaba segura de que él sería el que rompería este corazón maltratado. No se me ocurrió que podría ser el que lo arreglara. La mayoría de la gente odiaba la lluvia, pero un beso me había hecho adicto a ello. Y no había llovido. Ni una vez en siete días. —¿Por qué la cara larga, hermanita? —preguntó mi hermano Luca. —Sin razón. Solo sintiéndome un poco deprimida hoy. Supongo que echo de menos la lluvia —respondí. —Es un hermoso día soleado y ¿extrañas la lluvia? Dios, eres rara —dijo, haciéndome sonreír. —Bueno, sé que eso es cierto. De todos modos, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Pensé que ibas a salir esta noche? —Saldré, pero llamé a mamá antes y me dijo que te veías mal, así que pensé en pasar y comprobarte —dijo. —¿Dónde están los gemelos? —pregunté, sabiendo que donde quiera que uno estuviera, los otros dos no estaban muy lejos.

—Gemelo Tonto y Gemelo Re-tonto están con mamá —me reí por el apodo para nuestros hermanos gemelos más jóvenes, Tristan y Matteo. Los tres siguieron a papá y se convirtieron en ingenieros. Sin embargo, para gran consternación de mamá, todos practicaban la ingeniería como matones en una plataforma petrolera en el Mar del Norte. Era un trabajo duro y peligroso, pero los chicos ansiaban la aventura. Y cuando no lo tenían, me volvían loca. Eran bulliciosos, sobreprotectores y dominantes, pero los adoraba. Técnicamente, podrían haber sido más jóvenes, pero pasé tantos años en una cama de hospital con ellos cuidándome, que hacía mucho habían madurado más que yo. —¿Haciendo qué? —Mamá está enojada porque han limpiado la nevera otra vez, está en huelga hasta que la rellenen —respondió con una risita. —¿Han ido a comprar comida? —dije con incredulidad. —Con mamá —agregó—. No confiaba en ellos para ir solos. Llamé y hablé con ella hace media hora, y les estaba gritando por dejarla con el carrito para charlar con las chicas de la caja. —No sé lo que está pensando. Probablemente le tomó más tiempo subirlos al auto que tener que cubrir la lista de compra por su cuenta. —Bueno, su club de bridge vendrá esta noche, así que nos está echando a todos. ¿Te apetece venir con nosotros? —Em te ganó la mano. Irá a la ciudad para una noche de chicas y le dije que me uniría a ella. Mis hermanos no conocían a Em, pero sabían todo sobre ella por mí. Mientras crecía en el hospital, nunca hice muchos amigos de la escuela, y desde entonces había estado trabajando duro para hacer que mi propio negocio sea un éxito, sin dejar mucho tiempo para nada más. Em era tímida, y nunca conocí a nadie tan inocente y amable como ella. Desde el primer día que nos conocimos, cuando le puse el vestido de novia, nos hicimos amigas firmes. Era un regalo que necesitaba mucho más de lo que ella podría darse cuenta. —Me alegra oírlo. Podrías permitirte soltarte un poco el pelo —dijo. De todos los chicos, Luca siempre parecía preocuparse más por mí. Por

mucho que me volviera loca a veces, era bueno tenerlo de vuelta por un momento. —Mira, ¿por qué no te preparas en casa de mamá y podemos compartir un taxi? —sugirió. —Llegará tarde —le advertí—. Tengo pruebas hasta las siete, así que no me reuniré con Em hasta las nueve. —No te preocupes, las mujeres me esperarán, estoy seguro —dijo, haciendo que mis ojos se pusieran en blanco—. ¿Necesitas una mano con algo antes de marcharme? —Eres un diamante. Gracias, Luca. ¿Podría llevar esta bandeja de prosecco a las damas de honor en el salón de pruebas? Ellas simplemente están ‘oh’ y ‘ah’ por el vestido, así que todas serán respetuosas —le dije. —Es una lástima —respondió, tomando la bandeja con un guiño y caminando hacia la habitación de atrás. Pude escuchar el momento en que llegó por el coro de excitados gritos. No me sorprendió su reacción. Luca era un tipo guapo. Pero no pude evitar reírme mientras me preguntaba si todavía le gustarían tanto si lo hubieran escuchado a él y a los gemelos tirándose flatulencias para ganarse aceptación con una canción de Brittney Spears la Navidad pasada.

Se sentía tan bien estar suelta en la pista de baile. Era cierto que era una bailarina horrible, pero con el club tan repleto como estaba, no era como si alguien pudiera realmente verme entre la multitud. Además, el cóctel que Em me pidió aflojó mis inhibiciones lo suficiente como para que no me importara. Todavía podía beber con mi medicación, pero con moderación, así que dos bebidas eran mi límite. —¿Divirtiéndote? —gritó Nikki sobre la música. —Definitivamente —le grité de vuelta, sonriéndole ampliamente. —Parece que tienes un admirador —dijo, asintiendo y mirando detrás de mí.

Me giré para seguir su mirada hacia donde bailaba un grupo de chicos. Usaba la palabra baile libremente porque la mayoría de ellos estaban haciendo la mezcla de dos pies que yo prefería. El tipo del que supongo ella estaba hablando atrapó mi mirada y sonreí. Era el más alto del grupo, y su ajustada camisa se estiraba sobre un musculoso torso. Su cabello rubio arenoso estaba elegantemente desordenado, y tenía esa linda vibra de chico de al lado que habría despertado mi interés hace unos meses. Eso fue antes de Kieran y ese beso por supuesto. Ahora, al parecer, él me había arruinado para todos los hombres. Apreciaba el interés de este chico, pero honestamente, solo me hizo desear que fuera Kieran parado allí lanzando un poco de encanto en mi dirección. —Te ha estado mirando por años. Deberías ir a hablar con él — gritó ella. —Estoy bien, gracias. —Seguí bailando, distraída por los pensamientos de un gigante de cabello rubio y ojos marrones cuyos besos eran más adictivos que el crack. Diez minutos más tarde, estaba pensando en conseguir un poco de agua cuando alguien tropezó con mi espalda. —Lo siento mucho. ¿Estás bien? —gritó alguien detrás de mí. Me di la vuelta para ver que era el chico lindo, levantando sus manos en disculpa. —No hay problema. —Sonreí para mostrarle que no estaba enojada. —¿Puedo comprarte una bebida para compensarlo? —Ella está bien —dijo Tristan, colocando una botella de agua en mis manos. —Lo siento. No me di cuenta de que estabas aquí con tu novio — dijo el chico. —Este es mi hermano, Tristan —le contesté. El chico sonrió, como si estuviera de vuelta en el juego. Él tenía más posibilidades de conseguir una cita en un convento que cuando mis hermanos estaban cerca. —Encantado de conocerte. Soy Mark —dijo el chico.

Literalmente se movió frente a Tris, dándole la espalda mientras se inclinaba más cerca para hablar conmigo, actuando como si no pudiera escuchar la música. Matt y Luca se unieron a Tris lanzándole a Mark el mal de ojo. —Mucho gusto, Mark. Gracias por la oferta de una bebida, pero mis hermanos me han ordenado —respondí cortésmente. —¿Hermanos? —dijo, dándose cuenta de que me había referido a más de uno. Siguiendo mi mirada, se encontró con las miradas de mis tres hermanos enojados. —Será mejor que regrese con mis amigos —dijo apresuradamente, sin apartar la vista de ellos. —¿Cómo es que siempre atraes a gente estúpida? —me preguntó Tris. —¿Cómo sabes que era un estúpido? Podría haber sido un chico inteligente y exitoso por todo lo que sabes —le contesté. —Conoces a una chica que te gusta, no le das la espalda a su familia. No es tan difícil descubrir que el tipo es un imbécil. Puse los ojos en blanco, pero no dije nada. No parecía tener mucho sentido explicar que no me había interesado a pesar de todo. —¿Qué estás haciendo aquí de todos modos? Pensé que te reunirías con tus compañeros en Blades hace cinco minutos —dije, refiriéndome al bar deportivo calle arriba. —¿Tratando de deshacerte de nosotros, hermanita? —preguntó Tom, pasando su brazo alrededor de mi hombro—. Pensé que en quedarnos un rato y conocer a tus amigas. Parece una pena desperdiciar una oportunidad. —Miró a su alrededor para ver con quién estaba. —Diablos no —contesté—. Los amo chicos, pero no hay manera de que estén en contacto con mis amigas. Además, Em está casada y la mayoría de las otras chicas están en una relación — mentí. Bueno, era cierto que Em estaba casada, pero la mayoría de las otras chicas con las que estábamos eran solteras. Aun así, a mis hermanos no les gustaba lo complicado, y no tenía ningún deseo de pasar la tarde viéndolos meter la lengua en las gargantas de mis amigas.

Algunas de mis amigas se juntaron con mis hermanos en el pasado, y nunca terminó bien. —No eres divertida, enana —dijo Tris, sonriendo. —Si nos vamos, ¿prometes no engancharte con ineptos? —dijo Luca, refiriéndose al chico que habían asustado. —Lo prometo —dije, esta vez absteniéndome de poner los ojos en blanco. —Confíen en mí, muchachos, ella está en buenas manos —dijo Nikki, uniendo su brazo con el mío. Los chicos miraron divertidos su intento de calmarse mientras se apoyaba en mí. Ella había estado tomando cócteles desde que llegamos, y parecía que estaban haciendo efecto. —Está bien, hermanita, ten una buena noche y llámanos si nos necesitas —dijo Luca. —Lo haré —le tranquilicé. Tomaron sus bebidas y se despidieron mientras yo buscaba en la pista de baile al resto de las chicas. Viéndolas en una mesa en la esquina, arrastré a Nikki. Al vernos llegar, Em se levantó en el banco y nos hizo sitio. —¿Eran tus hermanos con los que te vi hablar? —dijo Em. —¿Cómo lo supiste? —pregunté. —Me dijiste que te estaban llevando, y el parecido familiar es asombroso —dijo. No estaba segura de sentirme insultada o no, pero se rió por la cara que puse. —¿Dónde está O’Connell hasta esta noche? —le pregunté. Em nunca bebía cuando estaba sola, pero parecía muy feliz y relajada mientras tomaba un sorbo de su copa de vino. —Le está dando una mano a Kieran con algo —dijo. No dije nada, pero parecía que estaba buscando algo en mi expresión. —¿Qué? —le pregunté, finalmente.

—¿No hay una pequeña parte de ti preguntándote qué hará Kieran esta noche? —preguntó. Me encogí de hombros, sin saber qué decirle. —Hacer lo correcto es difícil —admití—. Estaba bien hasta que él me besó. —Es tan bueno, ¿eh? —preguntó. Mi cuerpo se derritió contra el asiento y suspiré profundamente, recordando lo bueno que era. Sonrió ante mi reacción. Luego, después de tomar un sorbo de su bebida, sonrió aún más mientras miraba más allá de mí hacia algo. De repente, la canción terminó y las luces se atenuaron aún más. En la parte delantera de la pista de baile había un pequeño escenario, generalmente lleno de chicas bailando. Esta noche estaba despejado y un pequeño foco brilló en el centro de la misma. —Agárrense fuerte a mí, chicos y chicas. Tenemos una pequeña sorpresa para ustedes. Quiero que den una cálida bienvenida a algunos de mis muy especiales amigos. Señoras, pongan una mano en el aire y utilicen la otra para evitar que las bragas se despeguen. Adelante, muchachos... —anunció el DJ de forma críptica desde su puesto. Me encantaba escuchar bandas en vivo, así que estaba muy emocionada de ver quién tocaba. De repente, las chicas empezaron a chillar e inundar la pista de baile, pero desde mi asiento no pude ver lo que estaban viendo. Nikki, que no tenía inhibiciones en absoluto, se puso de pie en el banco para ver por qué todo el mundo estaba alborotado. —Oh no, no lo hicieron —gritó, riéndose. Miró a Em a sabiendas, quien compartió su sonrisa. —¡Sí, tú!—Cantaba la multitud mientras una banda tocaba los primeros compases de «Somebody to You» de The Vamps. Todavía no podía ver, pero un tipo con una voz que podía derretir la mantequilla comenzó a cantar. Un cosquilleo me recorrió la columna vertebral y no pude evitar sentir que estaba presenciando algo especial; simplemente no sabía qué. La multitud se unió a cada momento con la letra «Sí tú», levantando sus brazos y señalando a la banda. La atmósfera era eléctrica.

Cuando la multitud en la pista de baile comenzó a separarse, Em me habló al oído: —Sé valiente —dijo, aplaudiendo al ritmo de la música. Saliendo de la multitud, Tommy bailó hacia nosotros, sacudiendo su trasero como un profesional. Tan pronto como tomó mi mano, supe que esto era lo que estaba haciendo Kieran. Muriendo de vergüenza, pero secretamente eufórica, lo seguí tímidamente mientras me acompañaba al frente del escenario. Levantado la mirada, me sentí golpeada por un rayo. De pie ante el micrófono como un dios del rock estaba Kieran. Era su increíble voz la que entonaba la letra de la canción. Tocaba una guitarra mientras cantaba como si fuera dueño del escenario. Cuando me puse ante él, me miró con la sonrisa más grande, y supe que no solo era el dueño de la multitud, sino que también me pertenecía a mí. Tommy, Liam, Albie, Heath e incluso Con estaban bailando a su lado, animando a la multitud y volviendo locas a todas las chicas. Kieran me miró a los ojos mientras cantaba, y fue como si la multitud desapareciera. Esto era mucho más sorprendente que un mensaje de texto o una llamada telefónica. Quería que estuviéramos juntos, y ahora todo el mundo lo sabía. Cuando la canción se convirtió en un crescendo, Em y las chicas se unieron a mí, y saltamos y aplaudimos con todos los demás. No podía recordar haber tenido tanta diversión. Mi corazón estalló cuando terminaron, y esperé a que Kieran bajara su guitarra. Con alcanzó a Em primero, saltando del escenario y levantándola para envolver sus piernas alrededor de él mientras la besaba como un hombre poseído. Tommy se lanzó directamente a un grupo de chicas que gritaban, pero fue Liam quien más me sorprendió. Envolviendo su mano alrededor del cuello de Albie y en su cabello, unió sus labios en un beso tan caliente que todos a su alrededor aplaudieron. Kieran agradeció a la banda y luego saltó del escenario frente a mí. —Entonces, ¿te he convencido? —preguntó, luciendo un poco nervioso. —¿Me convenciste de qué? —Para ser mi chica.

Tomando el frente de su camisa, lo acerqué. —Siempre fui tu chica —le contesté. Apoyó su frente contra la mía y dio un suspiro de alivio. —No te voy a dejar ir esta vez. No importa lo duro que trates de alejarme. —¿Lo prometes? —susurré, sin atreverme a creer que en realidad estábamos haciendo esto. —Lo prometo. Cerrando los ojos, cerró la brecha entre nosotros y me besó suavemente. Suspiré de satisfacción, y él tragó el ruido mientras su boca se movía con más urgencia contra la mía. Levantando mis brazos alrededor de su cuello, envolvió un brazo alrededor de mi cintura y me levantó del piso para que no tuviera que agacharse. Ambos estábamos sin aliento cuando separó sus labios para tocar su lengua contra la mía. —Ya era hora, cabrones —animó Tommy, mientras las personas aullaban y gritaban. Nos separamos y descubrimos que todos nuestros amigos nos miraban y aplaudían. Kieran envolvió sus brazos a mí alrededor desde atrás y hundió su rostro en mi cuello. —Entonces, puedes pararte y cantar frente a cientos de extraños, pero te avergüenzas cuando los chicos nos ven besarnos —le dije jovialmente. —No estoy avergonzado por el beso, amor. Simplemente no pensé que quisieras que las chicas vieran mi erección —respondió, y me eché a reír.

El resto de la noche pasó en un maravilloso borrón. Nos besamos, bailamos, y nos besamos un poco más. Kieran tenía que mantenerse sobrio mientras entrenaba, pero los dos estábamos borrachos de felicidad. Estaba empezando a cansarme, pero desesperadamente no quería que la noche terminara.

—¿Otra botella de agua para el camino? —me preguntó. Asentí con mi sí y luego lo besé brevemente, solo porque podía. —¡Estoy tan emocionada por ustedes!—dijo Em, prácticamente vibrando de felicidad. —¡No puedo creer que mantuviste todo esto en secreto! —dije—. Y no puedo creer que Kieran en realidad hiciera bailar a Con. —Sí, no creo que eso vuelva a suceder pronto, pero Kier quería hacer algo grande por ti, así lo tomarías en serio —respondió ella. —Está absolutamente loco, pero fue tan perfecto. —Suspiré, todavía sintiéndome como si estuviera flotando en el aire. Nos reímos y charlamos un poco más hasta que una cálida mano se deslizó alrededor de mi cintura. El abrumador olor del alcohol se registró al mismo tiempo que sentí una mano apretando mi trasero. Sacudiéndome, encontré a Mark, que ahora estaba completamente borracho. Entonces mi atención se dirigió a un furioso Kieran que estaba de pie frente a mí cuando me entregó una botella de agua helada. —¿Otro hermano? —preguntó Mark, arrastrando las palabras borracho. Sin prestar atención al hecho de que ya lo había empujado una vez, puso su mano derecha de regreso donde estaba y presionó su erección en mi cadera. Moviéndose tan rápido que casi me lo perdí, Kieran lo golpeó en el rostro, derribándolo sobre su trasero. —Novio en realidad, idiota —respondió—. Toca a mi novia de nuevo, o a cualquier chica sin su consentimiento, y la próxima vez no escaparás. Ahora vete a la mierda. Mark se revolvió, murmurando en voz baja: —Maldita lesbiana. Tuve que impedir que Kieran lo persiguiera de nuevo. —¿Estás bien, amor? —preguntó. —Mi héroe —le susurré mientras él metía mi cabello detrás de la oreja y pasaba su pulgar suavemente por mi mejilla.

—Siempre.

9 Traducido por NaomiiMora

Kieran —Noventa y ocho, noventa y nueve, cien. Ahora cambia —dijo Con, gritando flexiones de un brazo. Cambié de brazos sin dudarlo y continué a tiempo con su cuenta. Cuando hice el mismo número en ambos lados, subí los barrotes para comenzar los abdominales colgantes, incluso antes de que me lo pidiera. Yo conocía la rutina; ambos lo hacíamos. Había estado dándole estas instrucciones durante años. —¿Cómo estamos? —preguntó Danny. —Se está volviendo más rápido, y ni una sola puta queja en todo el día —le dijo Con. —Esa chica debe ser buena para él —dijo Danny. Con los brazos cruzados y un cigarrillo colgando de la boca, analizó mi forma. —Su tono se ve bien, pero quiero mejorar el cardio —le dijo a Con— . Haz que corra al mediodía y luego antes de que termine el día. —Me estudió un poco más antes de ir arrastrando los pies para controlar a los otros peleadores, que era lo más cerca que Danny podría decirme que estaba impresionado. —¿Sin quejas todavía, cabrón? —dijo Con, riendo. —Amigo, me siento como si estuviera en la cima del maldito mundo en este momento. A decir verdad, podríamos hacer algo al intensificar el entrenamiento, porque sé que todavía me queda algo en el tanque al final de cada día —le dije. —Esa será la prohibición del sexo —dijo—. Veamos cuánta energía te queda cuando pases cuatro horas por la noche follando.

—Jesús, no es de extrañar que Em siempre se vea cansada —le dije, ganándome un ceño fruncido de Con—. Oh, así que puedes darlo, pero no puedes recibirlo. —No me gusta que pienses en Em de esa manera, menos hablar de eso —admitió. —Bueno, refresca tus motores, maldito. Tengo mi propio ángel ahora. —Te hace sentir invencible, ¿no? —dijo sonriendo. —Soy jodidamente invencible —le contesté, haciéndole poner los ojos en blanco. Aunque tenía razón. Este sentimiento era indescriptible. Quería que la pelea fuera mañana, porque en este momento sentí que podía enfrentarme al mundo. Las últimas cuatro semanas habían sido increíbles. Durante seis días a la semana, entrené desde el amanecer hasta mucho después del atardecer. Probablemente era igual de bueno que fuera la temporada ocupada de Irish en la tienda, porque los momentos en que nos veíamos se hacía cada vez más difíciles. No podíamos mantener nuestras manos alejadas del otro. Ella era un fuego en mi sangre, y ello me consumía. Cuando salíamos, tratábamos de vernos en lugares públicos. Al principio funcionó, pero la semana pasada ellos casi nos echan del cine. Comenzó como un beso inocente en la última fila, y al final de la película, yo estaba casi encima de ella. Lo bueno era que mis niveles de testosterona y adrenalina estaban por las nubes. Estaba peleando mejor que nunca. Pero cuando todo esto terminara, y finalmente estuviéramos juntos, iba a tener que masturbarme quince veces para asegurarme de no partirla en dos. Lo gracioso era que, después de años de ser un puto, ni siquiera podía tener una sacudida al mirar a otras chicas. Irish era mi droga de elección, y era adicto. Estaba destrozado por no verla esta noche, pero la llamaba todas las noches cuando se acostaba. Hablaríamos por horas. Tenía la voz más hermosa y era un poco tranquila, pero cuando estábamos solos, me contaba todo: historias sobre su familia, planes para el futuro, todas sus esperanzas y sueños. Vivía para esas llamadas, y para el día en que ella estuviera en mi cama todas las noches, teniendo estas conversaciones en persona. A las cuatro, cuando me estaba preparando para hacer mi última ronda de circuitos, se me ocurrió que no había visto a Liam durante un par de días. Vino al gimnasio por lo menos una o dos horas después del

trabajo todas las noches, por lo que debió haber sido algo serio para que no viniera. —Oye, Con, ¿has hablado con Liam? —le pregunté. —Nah. Lo llamé un par de veces, pero no me ha devuelto la llamada. En realidad, estaba pensando en hacerle una visita después de que terminemos más tarde. Albie se está quejando con Em de que se está volviéndose cada vez más distante. Cancelando fechas y mierda y no reorganizándolas. Albie cree que Liam se está preparando para romper las cosas con él. —De ninguna manera —argumenté—. Mierda, mira a Albie como si hubiera colgado la luna. No hay manera de que se esté echando para atrás. Mi dinero está en su pedazo de mierda haciendo problemas de alguna manera. Justo en ese momento, el hombre mismo entró al gimnasio. Una capucha sobre su cabeza y los hombros encorvados, el tipo parecía derrotado. —Bueno, di su nombre y él aparecerá. ¿Cómo van las cosas, chico grande? —pregunté. —¿Qué pasa, Kier? —dijo Liam, reconociéndome con una inclinación de cabeza, mientras evitaba mostrarme su rostro. Con siguió a Liam al vestuario, y yo no estaba muy lejos. Por el aspecto de la cara de Con, supe que esto era serio. —¿Qué está pasando, amigo? —escuché preguntar a Con. Liam se quitó la capucha y su cara estaba jodida. Golpeado y maltratado, incluso cortado en lugares, parecía que alguien le había dado un buen repaso. —Es mi culpa. Me lo merecía —dijo Liam. —Hijo, ¿quieres explicarme cómo algo de esto es culpa tuya? Porque esta es una historia que realmente necesito escuchar —dijo Danny, habiéndonos seguido a todos. Liam se sentó abatido en el banco y agachó la cabeza. —Besé a Albie en el escenario frente a un club lleno de personas. Me olvidé de todo y solo lo besé. Hasta ese momento, yo nos había mantenido bastante discreto —dijo.

—Eso fue hace semanas —señalé. —Las noticias tardaron un poco en filtrarse, pero alguien filmó la actuación de Kier y captó el beso al final. El video hizo las vueltas, y alguien se lo mostró a mi Pa hace un par de días —dijo. —¿Él te hizo esto? —preguntó Con, apretando los puños y relajándolos, una señal reveladora de que estaba cerca de perder su mierda. —Él y mis hermanos se turnaron. Dijeron que iban a sacarme lo gay —admitió. —¿Cuántos de ellos pusiste en el hospital? —pregunté, sabiendo muy bien cuán poderosamente podía golpear. Juntó las manos y bajó la mirada. —No levantaste la mano a uno de ellos, ¿verdad, hijo? —preguntó Danny. Liam negó con la cabeza lentamente. —¿Por qué diablos no? —le pregunté. —Albie —dijo Con, sabiendo que era la única razón por la que no se defendería. —Saben quién es y dónde vive. Me dieron una opción. Dejarlo, cortar todos los lazos y tomar una paliza, o lo encontrarán y lo matarán. A ellos no les importa una mierda mi vida. Me han pateado el culo. Pero no quieren un "chico gay" asociado con la familia —dijo con amargura. —¿Qué dijo Albie de todo esto? —preguntó Danny. Liam lo miró y su expresión era de pura agonía. —No puedo hacerlo, Danny. No le he dicho, porque no hay forma de que se mantenga alejado de mí. Sé que necesito lastimarlo muy fuerte para que se vaya para siempre. Simplemente no tengo las malditas piedras para hacerlo. No puedo estar con él y mantenerlo a salvo, pero tampoco puedo dejarlo ir. —Se pasó las manos por la cabeza y solo parecía jodidamente roto. Sabiendo exactamente qué hacer, dejé que Con y Danny hablaran con Liam mientras hacía un par de llamadas. Diez minutos más tarde, regresé para enterarme de que Liam había estado durmiendo en el sillón en la casa de un tipo de su sitio de construcción. —¿Por qué no viniste a nosotros primero? Cualquiera de nosotros te habría apoyado —dijo Con.

—Quería que Albie los tuviera a ustedes. Sabía que él los necesitaría, y si no puedo estar allí para él, entonces necesitaba saber que ustedes lo estarían. Él no hubiera podido venir con ustedes si yo hubiera estado allí —respondió. —Creo que esa es la cosa más estúpida que te he oído decir. Como si hubiera otro lugar al que iría, pero directamente a ti —dijo Albie. Se quedó en el umbral, con las manos hundidas en los bolsillos. —Eso fue rápido —le dije. —Ya estaba en el camino cuando llamaste —respondió—. Quería hablar contigo sobre este idiota. Liam lo estaba mirando con nostalgia. —¿Por qué no me lo dijiste? —Albie le preguntó a Liam con suavidad. Liam tragó saliva antes de contestar. —Necesitaba protegerte. Alb, puedo recibir una paliza todo el día, todos los días. Es con lo que crecí. Pero si te lastimaras por mi culpa, me mataría. —La voz de Liam se quebró al final. —Si dejas que el miedo a algo que nunca podría suceder destruya algo grande, entonces ya han ganado. No puedes controlar a las personas llenas de odio, Liam. Quién sabe por qué son como son. Todo lo que puedes hacer es encontrar tu propia felicidad y dejarlos a su propia miseria —le dijo Albie. —¿Y si te lastimas? —le preguntó Liam—. Conozco a mi familia, y esto no es ninguna amenaza hueca. —Hermano, ellos no son tu familia. Nosotros lo somos. La sangre no hace una familia. El amor y la lealtad lo hacen. Y nadie jode con nuestra familia. ¿Cierto? —dijo Con. —Cierto —respondió Albie. —Cierto —añadieron Tommy y Heath. Se movieron más allá de Albie al vestuario y supuse que habían oído lo que estaba pasando. —Cierto —agregué, y todos miramos hacia Liam, quien no había quitado los ojos de Albie. Finalmente, se levantó y le juré a Dios que el tanque estaba a punto de llorar.

—Cierto —dijo, haciéndonos sonreír a todos. Con tenía razón, éramos una familia, y los cabrones que tuvieron la suerte de compartir sangre con Liam estaban a punto de perder parte de ella. No hay un luchador más letal que el que protege a su familia. —Bien entonces, muchachos. Esta mierda termina ahora. No somos los animales que ellos son, así que vamos a darles a estos cabrones la oportunidad de alejarse, pero siguen amenazando a mis hijos, desearán que hayamos traído al Padre Pat para los últimos ritos —dijo Danny—. ¡Tommy! —gritó—. Trae ese camión tuyo. Soy demasiado viejo para poner mi trasero arrugado en la parte trasera de una moto. Con, Heath, Kieran, nos siguen. —No se irán sin mí —dijo Albie—. No hay forma de que no te defienda después de lo que han hecho. —Albie —dijo Liam, con su voz quebrada de nuevo. —¿Quieres que Liam esté allí para la tormenta de mierda que viene? —Danny le preguntó. —Por supuesto que no —respondió Albie, con la cara roja. —Entonces, ¿cómo crees que se sentiría al saber que estabas tan cerca de las personas que te amenazaron sin poder hacer nada al respecto? —preguntó Danny, razonablemente. Liam se puso de pie y miró directamente a Albie. —Te harán jodidamente odiarme. Te dirán todo tipo de cosas sobre mí. Y no querrás creerlo, pero luego verás el pedazo de mierda del que vengo y sabrás que no valgo la pena. Además, no hay manera de que te dejen acercarte a ellos. Si uno te pusiera un dedo encima, los mataría a todos —dijo Liam. —Tu trabajo es cuidar a Liam. Cuidemos el resto —aseguró Danny a Albie. Pareció frustrado, pero asintió brevemente, reconociendo que se quedaría. —Cuando regresemos, moveré tus cosas a lo de mi Ma. Desde que tengo mi propio lugar, tiene espacio de sobra, y sabes que le encantaría la compañía —le dije. Ella había conocido a Liam prácticamente toda su vida. Cuando éramos niños, comía en nuestra casa más que en la suya propia.

—Gracias por la oferta, Kieran, pero se queda conmigo —dijo Albie, sin apartar los ojos de Liam. —Está bien, Albie —dijo Liam—. Tienes un trastero en una casa compartida y una cama individual. Incluso si estuviera bien con tus compañeros de casa, no hay forma de que los dos podamos quedarnos en esa habitación. —Entonces encontraremos juntos un nuevo lugar. Te habría pedido que te mudaras conmigo hace meses si no hubiera pensado que no me rechazarías —respondió Albie. Por primera vez en semanas, vi a Liam sonreír, y era hermoso. —¿Estás seguro? —le preguntó a Albie. —Positivamente —respondió él con una sonrisa de respuesta. —¿Está bien contigo si retengo tu oferta por un par de semanas, hasta que podamos encontrar un lugar? Ya sabes, si está bien con tu Ma —dijo Liam. —Ya le he preguntado, compañero. Probablemente esté haciendo tu cama y preparando tu cena mientras hablamos. Le dije que esperara a Albie para la cena también —le contesté. —Gracias, Kier —dijo, todavía sonriendo. —De acuerdo, señoras, ahora que los arreglos para la cena están ordenados, vamos a seguir adelante. Antiques Roadshow está abierto esta noche, y no pienso perdérmelo —dijo Danny, rompiendo la tensión. Esperamos hasta que Liam y Albie se dirigieran hacia lo de Ma antes de ponerse el vendaje. Estaba lejos de nuestra primera pelea callejera, pero envolver tus nudillos era algo jodidamente rápido. Danny me hizo correr de un lado a otro para entrenar todos los días, así que tomamos el auto de Con. Cuando nos detuvimos afuera, me complació ver el camino de entrada de la casa Murphy llena de autos. Liam nos dijo que iban al Club Deportivo y Club Social de Holy Cross después de la cena todas las noches, así que parecía que los habíamos atrapado justo a tiempo. Danny dirigió el camino, y aunque instintivamente quería protegerlo, no había modo de decirle qué hacer. Caminando resueltamente hacia la casa, golpeó bruscamente, luego se cruzó de brazos mientras esperaba una respuesta. La puerta se abrió, y allí estaba Stuart Murphy. Aunque era más bajo, estaba claro que una vez había sido construido como su hijo, pero donde Liam era puro músculo, Stuart

tenía una importante propagación de mediana edad, otro efecto secundario de un hábito de bebida de toda la vida. —Veo que el pequeño gallardo sin espinas envió al viejo pedo y sus pequeños besadores de traseros para pelear sus batallas por él. Debería haber sabido que el inútil y extraño marinero no se resistiría a correr la boca. —Murphy —respondió Danny—. Veo que los modales no han mejorado desde la última vez que te vi. —Corta la mierda, Danny. Dije que todo lo que necesitaba decir la última vez que hablamos. Así que dime qué mierda quieres y lárgate de mi puerta —dijo Stuart. —Muy bien. Si vas a ser así al respecto. Quiero que dejes que Liam y Albie sean. Has separado a Liam de la familia para siempre, y aunque creo que estás cometiendo un error, está mejor sin ti. Pero no me gusta esta amenaza que has dejado colgando sobre ellos. No me gusta ni un poco. Así que esto termina ahora. Ellos vivirán su vida, y tú vivirás la tuya y dejarás que eso sea un final para esto. —¿Quién diablos crees eres para decirme qué hacer con mi chico? No quiero homosexuales de mierda en esta familia. Es impío y no es natural. Debería haberlo golpeado más fuerte cuando era un niño y sacarle lo suave a golpes —respondió Stuart. —¿Desde cuándo te importan las cosas de Dios, bastardo egoísta? —ladró Danny. —¿Problemas, Pa? —dijo una voz detrás de Stuart. Sus otros tres hijos compartían la barriga cervecera de su padre y se veían tan engreídos y necesitados de un maldito golpe como él. —Nada que no pueda manejar, muchachos. Driscoll estaba a punto de irse y los don nadie con él —dijo Stuart—. Ahora le dices a Liam que puede hacer lo que sea que quiera por lo que me importa. Pero vuelve a mirar a un chico y la familia y yo haremos que ambos deseen que nunca hubieran nacido. —Con eso, escupió a los pies de Danny. No lo vi venir, y tampoco pensé que nadie más lo haría. Con la velocidad y la habilidad que desmentían su edad, Danny echó para atrás el puño y le dio a Stuart un gancho de derecha en la mandíbula. Aprendí más en ese momento sobre su antigua habilidad como boxeador de lo que nunca nos había contado. El golpe no fue lo suficientemente poderoso como para noquear a un hombre como Stuart Murphy, pero fue suficiente

para ponerlo sobre su trasero. Dando un paso adelante para pararse sobre él, Danny miró al pedazo de mierda. —No vuelvas a amenazar a uno de mis muchachos de nuevo, Murphy. He dejado pasar demasiado a lo largo de los años porque tu hijo me suplicó que lo hiciera. Por qué te mostró lealtad, no lo sé, porque ciertamente nunca le mostraste nada, pero esto termina ahora. Después de hoy, el chico es libre de ser quien quiera y ver a quien quiera. Es gay. Vive con ello. O no, realmente no me importa un carajo. Pero mantente alejado de él y de los suyos. Por supuesto, si no estás satisfecho con ese arreglo, entonces tal vez deba hablar con uno de los ‘casos sin resolver’ de los policías. Ya lo ves, muchacho, sé lo que sucedió con ellos hace muchos años —dijo Danny, inclinándose más cerca para entregar la última parte de su mensaje. —Nadie va a creer las palabras de algún viejo loco después de todos estos años —dijo Stuart con aire de suficiencia. —Bueno, eso depende, ¿no? —respondió Danny. —¿De qué? —Stuart preguntó burlonamente. —Sobre si aún tengo la maldita arma —dijo Danny en voz baja. —Eso no es posible —susurró Stuart, volviéndose completamente blanco. —Bueno, ¿por qué no me pruebas y lo descubres? —respondió Danny—. Mientras los dejes en paz, dejaré que las cosas sigan enterradas. Tú decides que quieres continuar con esta conversación, sabes cómo terminará. —A la mierda esto. No sé de qué estás hablando, Driscoll, pero nadie amenaza a mi padre. Te voy a clavar por esto —dijo uno de los hijos de Stuart. Olvidé su nombre. Todos me parecían iguales. Con dio un paso adelante y chasqueó los nudillos en cada mano antes de mover los hombros, pareciendo el cabrón más cruel que el infierno jamás escupió. —¡Suficiente! —dijo Stuart, deteniendo a su hijo en su camino—. Mantienes tu parte del trato, Driscoll, y yo mantendré la mía. —Hecho —respondió Danny—. Y no te levantes, Murphy. Nosotros mismos nos retiramos. —Con eso, se ajustó su gorra plana, giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo a la camioneta. Los chicos y yo nos miramos en conmoción, pero lo seguimos.

—¿Qué diablos fue todo eso, Danny? —le pregunté, desesperado por saber qué clase de secretos había estado guardando. —Cuiden sus propios asuntos, muchachos. Lo hecho, hecho está. Liam necesita volver a ponerse de pie, y tienes que luchar para concentrarte. Ahora llévenme a casa, muchachos. Antiques Roadshow comienza en quince minutos —respondió.

10 Traducido por NaomiiMora

Marie Como todas las noches del último mes, me fui a la cama con una sonrisa en la cara. Aunque no nos veíamos tanto como quisiéramos, solo aumentaba la anticipación. Kieran estaba en cada uno de mis pensamientos. Cuando comía el desayuno, me preguntaba qué comía él. Cuando me ponía una camisola de encaje, me imaginaba que eran las manos fantasmas de Kieran sobre mi piel. La electricidad que se formaba entre nosotros era una hermosa seducción y la más deliciosa de las dilaciones. Incluso en la oscuridad de la noche, cuando su voz en el teléfono insinuaba el placer que algún día me presentaría, no podía esforzarme por aliviar mi propia agonía. Kieran había encendido un fuego dentro de este cuerpo, y solo él podía apagarlo. Inquieta y necesitada, floté en un sueño inquieto, solo para despertarme con un golpeteo contra la ventana. Aunque sobresaltada y un poco asustada, racionalicé que los asesinos y los violadores no podían escalar dos pisos de mi edificio para llegar a mí. Además, estaba bastante segura de que no tocaban. Cuando finalmente junté un poco de coraje, me asomé por las cortinas para ver a Kieran tirar piedras a la ventana. —Rapunzel, Rapunzel, suelta tu cabello —gritó burlón, cuando llamó mi atención. Abrí la ventana para susurrarle ruidosamente. —¿Estás drogado? —le pregunté—. ¿Por qué no tocaste el timbre o me llamaste? —Pensé que esto sería más romántico —dijo.

—Si ignoro el hecho de que mis pezones probablemente tienen quemaduras por el frío, me siento romántica —le contesté. Parecía dolido—. ¿Qué pasa? —le pregunté. —Dijiste 'pezones' y ahora no puedo pensar en otra cosa — respondió, haciéndome sonreír—. Ahora estoy aquí, ¿cuáles son las posibilidades de ver un deslizamiento accidental de pezón? —preguntó. —Depende —le contesté. —¿De qué? —preguntó. —¿Qué hay en la bolsa? —dije. —Chocolate caliente y donas calientes —dijo, levantando la bolsa como para dar un intercambio. —Bueno, habría dicho escasamente a ninguna, pero las rosquillas recién hechas podrían haberle volcado las probabilidades a tu favor —le contesté. —¡Siiii! —dijo, con el puño golpeando el aire en victoria. Cerré la ventana y corrí a dejarlo entrar. Entró por la escalera, sus pesadas pisadas resonando ruidosamente en el pasillo. Cuando llegó a mi puerta, me miró de arriba abajo, observando mis cortos pijamas de seda azul real. Dejando caer el saco, me clavó las manos en el pelo y me dio un beso que me derritió. Kier no besaba con solo sus labios; lo hacía con todo su cuerpo. Sin zapatos, era pequeña en comparación, pero dentro de la jaula de sus enormes brazos, me sentía protegida y segura. A pesar de su tamaño, sus labios eran tan suaves. No me trataba como si fuera frágil, si no como si fuera preciosa, como si cada toque fuera uno que él estuviera experimentando por primera vez y memorizando para más tarde. Sintiéndome audaz, tracé la comisura de su boca con mi lengua, y cuando separó sus labios y tocó su lengua contra la mía, gemí. Cada sensación era demasiado, y no suficiente. Sin aliento, se apartó de mí para acariciar su rostro en el hueco de mi cuello. Levanté la mano y acaricié suavemente el pelo corto en la parte posterior de su cuello, haciéndolo suspirar. —Manzanas —me susurró, pero como parecía estar hablando solo, no respondí. —¿Estás bien? —le pregunté.

—Lo estoy ahora, amor. Día de mierda es todo. Siento haberte despertado, pero no pude esperar hasta mañana para verte. —La mejor sorpresa, siempre. —Sonreí, pero el frío del pasillo comenzaba a filtrarse en mis huesos. —Vamos, vamos a devolverte a la cama y la calidez. Voy a llenarte con mis dulces golosinas y estaré atento a ese descuido de pezón que he estado esperando —dijo. Con una demostración de fuerza sin esfuerzo, se inclinó para colocar su hombro en mi estómago y se levantó para llevarme, recogiendo el saco por el camino. Cerrando la puerta, puso las cerraduras y entró en mi habitación. —¿Cómo supiste que esta era mi habitación? —le pregunté, mientras él me acostaba en la cama. Sus mejillas se sonrojaron, y estaba intrigada. —Dejé a Em aquí una vez directamente del gimnasio y le pregunté cuál era tu dormitorio. Se echó a reír, pero me lo dijo. ¿Te burlarás de mí ahora? Sentándome sobre mis rodillas, ahuequé su rostro y lo besé en respuesta. Tenerlo aquí en mi habitación se sentía simplemente perfecto. Sonrió y frotó su nariz juguetonamente contra la mía antes de descargar sus golosinas. Me metí debajo del edredón y me moví en la cama para hacerle sitio. Sentados en mi cama, abrimos nuestros chocolates calientes y bebimos mientras mordisqueábamos los deliciosos dulces azucarados. Le conté todo sobre el hermoso vestido de encaje que estaba haciendo para la chica más hermosa. —Intento que cada vestido sea especial y único —le dije—. Especialmente con mi colección, porque un poco de mí está en todos ellos. Pero lo juro, cuanto más amable es el cliente, más amor le pongo. No pretendo hacerlo, pero pienso en los clientes mientras estoy cosiendo, y no puedo evitar hacer un esfuerzo adicional para las personas que sabes que son especiales. —¿Qué fue lo que te gustó tanto de esta chica? —Su pareja y ella se enteraron de que van a tener un bebé. Ya estaban comprometidos, pero no habían planeado tener hijos tan pronto. Querían casarse antes de que llegase el bebé, pero eso no es lo que me gustó de ella. Es la forma en que estaba cuando vio mis diseños. Quiero decir, se veía hermosa en todos los vestidos, pero cuando saqué mi

colección, me miró como si fuera una especie de maga. Supongo que solo quiero darle un poco más de esa magia. Sonrió y me miró fijamente. —Eres otra cosa, ¿lo sabes, Irish? Sonreí y me encogí de hombros. —Lo siento por divagar contigo sobre mi día. —Nena, podría escucharte hablar toda la noche —respondió, y quería besarlo de nuevo. —¿Por qué estuvo tan mal tu día? —pregunté, pensando en lo terrible que era por contarle todo sobre mi gran día antes de preguntar por su horrible día. Me habló de Albie y Liam, y sentí una gran oleada de rabia por los imbéciles que siempre quisieron derribar y destruir cualquier cosa hermosa que no entendían. —¿Estás bien? —le pregunté, revisándolo rápidamente en busca de signos de que había estado peleando. —Irish, ni siquiera pude levantar mi puño. Con hizo crujir sus nudillos y se volvió loco, y estoy bastante seguro de que Tommy ni siquiera puso su cara en la puerta. Todo lo que hice fue pararme allí y lucir bonito. Danny es el héroe del día. No sé qué tiene él sobre el padre de Liam, pero seguro que me gustaría averiguarlo. —¿Te lo dirá? —Diablos no, cariño. Lo amo como a mi propia familia, pero ese hombre es más fuerte que el trasero de un pato cuando se trata de secretos y dinero. —Pobre Albie y Liam —dije, dándole a Kieran mi taza vacía para que la tirara en el cubo y me moví para acurrucarme en su hombro. —O encontrarán una manera o la harán, pero un amor que se supone durará para siempre. Ningún jodido ignorante destruirá la belleza que encontraron juntos —me dijo. Podía decir por el tono reverente de su voz lo asombrado que estaba Kieran de estos muchachos y cuán profundamente quería que encontraran sus felices para siempre, y entonces supe que me estaba enamorando de él.

—¿Dónde están ahora? —le pregunté. —Él se está quedando en la casa de Albie esta noche, y para ser sincero, creo que Albie lo necesita. Mañana lo llevaré a la casa de Ma. Estará muy preocupada por él, no podrá esperar para mudarse. Charlamos un poco más sobre nuestros planes y cómo iban las cosas, pero al final ya no pude ocultar mis bostezos. No quería que terminara la noche, pero no podría permanecer despierto mucho más tiempo. —¿Te quedarás? —pregunté, medio dormida ya. —Puedo poner la alarma en mi teléfono y correr al gimnasio por la mañana, ¿te parece bien? —Me encantaría eso —le contesté, luego esperé a que se quitara los zapatos, los calcetines, la camiseta y la sudadera con capucha. —¿No te quitarás los pantalones de chándal? —pregunté confusa, esperando que durmiera en su bóxer. —Necesito la protección en caso de que alguna pequeña ninfa de confección se deje llevar por la noche y empiece a secarme en sus sueños —dijo con picardía. —Bueno —dije, mientras levantaba el edredón y me acurrucaba en su pecho—, siempre es una posibilidad. —Aquí está la esperanza. Pero una advertencia justa, cualquier mal funcionamiento accidental del pijama en la noche, y miraré totalmente tus pechos. Fue con una de sus manos sobre mi corazón y la otra justo debajo de mi pecho, que caí de cabeza en el sueño nocturno más profundo y reparador que había tenido en mucho tiempo.

Me desperté por la mañana y supe sin abrir los ojos que se había ido. Todo en él simplemente exudaba la vida, y yo estaba hambrienta de ser parte de eso. Sin él, la habitación parecía un poco más fría y vacía. Que yo fuera el consuelo que había buscado después de un mal día me llenó de alegría. Me había acostumbrado tanto a la idea de que él sería la chispa brillante que iluminaba mis lugares oscuros, que nunca se me ocurrió que podría ser suya, que podría necesitarme tanto como yo

comenzaba a necesitarlo. Sin estar dispuesta a arrastrar mi trasero perezoso fuera de la cama, me acurruqué más profundamente en el edredón que olía tan deliciosamente como él. El timbre de la alarma estaba interfiriendo con un sueño perfectamente bueno, pero cuando me di cuenta de que el ruido provenía del teléfono, lo agarré. Nadie de mi familia llamaba temprano en la mañana, así que me preocupé de que fuera una emergencia. —¿Hola? —dije por el teléfono, preparándome para las malas noticias. —Dime que te estabas tocando en la cama y que pensabas en mí cuando llamé —respondió Kieran. —Suenas como un pervertido de respiración pesada —le dije, riendo. —Irish, eso es exactamente lo que soy. —De verdad, ¿qué pasa con la respiración pesada? —Estoy corriendo, pero tengo las manos libres. —¿No estropea tu ritmo hablar mientras corres? —No podía imaginarme poder ir a la tienda de la esquina y regresar, y mucho menos mantener una conversación mientras lo estaba haciendo. —Demonios, sí, pero vale la pena hablar contigo. Entre mi entrenamiento y tu trabajo, estoy teniendo algunos serios retrasos. Anoche solo empeoró las cosas. Ahora te quiero en mi cama todas las noches —admitió. No pude evitar que mi pequeño gemido mientras lo imaginé también—. En serio, nena, no puedes estar haciendo ruidos así cuando no estoy allí. Correr y hablar es una cosa, pero incluso yo no creo que pueda correr con una erección. Me reí como lo había imaginado, y así, Kieran había llenado la oscuridad con su luz. —¿Por qué estás corriendo de nuevo? —le pregunté—. ¿No fuiste al gimnasio esta mañana? —Por lo general, no tengo que volver a correr hasta el almuerzo o la noche, pero Danny está enojado. —¿Por qué? —Había conocido a Danny varias veces desde que conocía a Em, pero no lo conocía bien. Aun así, no podía ver lo que Kieran

podría haber hecho para acabarlo ya. Solo había estado en el gimnasio un par de horas. —Tommy gritó en el gimnasio para preguntarme dónde pasé la noche pasada, porque llamó a Ma y yo no estaba allí. Cuando le dije que lo había pasado contigo, Danny perdió su mierda. Cree que rompí la prohibición del sexo y, a pesar de clamar mi inocencia, no creo que realmente lo esté comprando. Me dijo que me fuera de su vista por cinco millas. —Pobre bebé. ¿Crees que ayudaría si te escribiera una nota confirmando que mi virtud está intacta? —le pregunté, riendo. —Incluso si él no me dijera que me jodiera, no sería del todo cierto. Es decir, puede que técnicamente no hayamos roto la prohibición, pero pienso en tocarte al menos una vez cada media hora —admitió. —Kieran —me quejé, frotándome los muslos, tratando de aliviar el dolor que crecía entre ellos. —Por supuesto, luego empiezo a pensar en tocar mi lengua entre tus piernas y en lo dulce que sabrás. Y eso me hace pensar cómo se sentirá cuando finalmente esté dentro de ti, debajo, contigo por encima de mí, y detrás contigo inclinada delante de mí. Si tengo mis manos en tus tetas, o si estarán en mi boca —dijo. Podría haber sido mi imaginación, pero su respiración parecía ser mucho más difícil. —Te vas a poner muy duro —le advertí. —Sí, es un poco tarde para eso, Irish. No es una de mis mejores ideas, llamarte en medio del entrenamiento. —Te lo mereces por haberme puesto caliente y cachonda cuando no estás aquí para hacer algo al respecto —le contesté, riendo. —Hombre, ese es un sonido jodidamente hermoso. Te veré esta noche, amor, y no me preocupo, no me importa en lo más mínimo que te toques después de colgar, siempre y cuando estés pensando en mí —dijo. —Buena suerte entrenando por el resto del día con esa imagen en mente —le respondí, haciéndole gemir al darse cuenta de lo que había hecho. —Va a ser un largo día —dijo en un suspiro. —Solo doce horas más, Kier, y solo para ti, usaré mis bragas azules favoritas hoy para que coincidan con el color de tus pelotas —le respondí.

La línea quedó en silencio por un segundo, y sonaba como si se hubiera detenido. —Irish, creo que finalmente he encontrado a mi pareja —dijo sin aliento.

La mañana pasó volando en una oleada de actividad. Como era sábado, tuve citas consecutivas y pruebas durante toda la mañana. Lucas había aparecido brevemente para ayudarme a cambiar algunas cajas, y me las arreglé para sacar un paquete de papas fritas de sal y vinagre de la bolsa que contenía el enorme almuerzo que se había comprado para él. Encaramada en un taburete, comía sobre las ganancias de mi negocio y dibujaba un nuevo diseño que había estado bailando en mi cabeza toda la mañana. Estaba tan absorta en lo que estaba haciendo, que ni siquiera registré la apertura de la puerta, ni el hombre que caminaba a través de ella, hasta que mi baguette de pollo tikka favorito fue colocado en el mostrador a mi lado. Levanté la vista para ver a Alastair inclinado hacia mí en el mostrador, sonriendo. —Ahora dime que no hice tu día —dijo. —Ugh, eso es muy amable de tu parte. Sin embargo, no estaba planeando parar para cenar. Tengo otro cliente en quince minutos — mentí. En serio, estaba empezando a asustarme la cantidad de veces que "aparecía" en mi vida. —¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté. —Estaba viendo a un cliente en el área y tenía la sensación de que terminarías trabajando demasiado duro como para comer. Así que pensé que cuidaría de ti —respondió, y me sentí mal. —Probablemente es algo bueno que hayas pasado —le dije, vacilante—. Creo que tenemos que hablar de algo. —Habla y come —dijo, empujando la baguette más cerca de mí. Se quitó el abrigo y la chaqueta, colocándolos con cuidado sobre el mostrador de madera, antes de levantar un taburete, demasiado cerca del mío. Acercando mis piernas lo más cerca posible del mostrador, abrí mi almuerzo y comencé a tomar pequeños mordiscos. Al no saber cómo romper esto con suavidad, me di cuenta de que salir con eso probablemente era lo mejor.

—La cosa es, Alastair, aunque somos amigos, no estoy segura de que vernos uno al otro así pueda seguir sucediendo. Verás, estoy viendo a alguien y me parece mal ser amigable con otro hombre mientras estoy en una relación. —Me preparé para su reacción. Bajó lentamente su sándwich, su rostro tan negro como el trueno. —Me dijiste que no estabas en el lugar correcto para una relación, así que esperé. He esperado todo este tiempo para que estés en el lugar correcto. Y ahora me dices que estás viendo a alguien más —dijo, inquietantemente tranquilo pero con un borde que me hizo girar en mi asiento. —No te mentí. No estaba en un lugar donde quisiera una relación, y le dije a Kieran lo mismo, pero él simplemente me hizo perder la cabeza. En realidad, nunca me había sentido por Alastair como me sentía por Kieran. Alastair parecía tan relajado cuando sugerí por primera vez que solo fuéramos amigos. No tenía idea de que se sentía tan fuerte. Me sentí muy mal, pero era mejor que supiera dónde estaba conmigo. —Ya veo —dijo, finalmente—. Bueno, si me disculpas, tengo que volver al trabajo. Pero estoy seguro de que nos volveremos a ver pronto. Con eso, se puso su chaqueta y su abrigo, y después de inclinarse para besarme suavemente en la mejilla, salió por la puerta.

11 Traducido por Mary Rhysand

Kieran Jodidamente odiaba correr. Estoy seguro que es por eso que Danny me hacía correr tanto. Me preguntaba que si pasaba más tiempo lamentándome de cuánto odiaba el entrenamiento con pesas, me haría hacer eso en su lugar. Conociendo mi suerte, probablemente me doblaría la cantidad. A pesar de mis quejas, no podía negar que estaba consiguiendo resultados. Siempre pensé que estaba en forma, pero su régimen había llevado mí forma a otro nivel. Era totalmente de la vieja escuela, por supuesto. No había máquinas para grabar cuan duro podía golpear o cuánto había aumentado mi capacidad pulmonar. Si todos teníamos un talento, el de Danny tenía la capacidad de mirar dentro de un luchador y saber exactamente qué le tomaría para hacerlo el mejor. Aparentemente para mí, eso significaba kilómetros punteando el pavimento. Al menos estos días, tenía algo en lo que ocupar mis pensamientos. Con cada paso que tomaba, Irish estaba en mi cabeza conmigo. Ya fuera que la viera o no, el mundo era de repente, un lugar mejor. Era como si me hubieran entregado este increíble regalo, y cada día, a medida que la conocía un poco mejor, tenía que desenvolver otra capa. Corrí milla tras milla con la sonrisa más tonta, pero simplemente no me importaba. —Mierda, nunca hubiera imaginado que esta era tu tercera carrera del día. He estado intentando alcanzarte desde la última milla —dijo Liam, trotando a mi paso. —¿Por qué no estás conduciendo? —pregunté, quitándome mis audífonos y metiéndolos en mi bolsillo. —Estoy intentando mantener un perfil bajo —admitió—. Danny está convencido que Pa no romperá la tregua que tienen, pero no lo

pondría por delante de uno de mis imbéciles hermanos para que no manipulen mi camioneta si la vieran. —A Liam le encantaba esa puta camioneta. Fue lo primero que compró cuando comenzó a ganar buen dinero en la construcción, y era una bestia. Ciertamente encajaba en el tanque de un hombre conduciéndolo. —Le doy hasta que llueva por primera vez antes de que le conectes y decidas arriesgarte —le dije. —Ni siquiera creo que llegue tan lejos. Puedo entrenar en el gimnasio todo el día, peor solo no estoy hecho para esto. —Deja de quejarte —dije jovialmente—. Tienes un hombre para mantenerte en forma ahora. Hablando de ello, ¿cómo va la búsqueda de casa? —¿Tratando de deshacerte de mí ya? —En lo absoluto, compañero. Quédate tanto como quieras. Mientras más estés allí, Ma va a estar más interesada en tu vida amorosa que en la mía. —¿Ya le dijiste sobre Irish? —Lo supo al minuto que entré por la puerta con una sonrisa. Si hay una pista de romance en el aire, lo olfateará como un sabueso. Ya me casó con Irish y tengo niños, y todavía no la conoce. —¿No te molesta, verdad? —Demonios, no —respondí—. Solo no quiero que Ma la asuste. Ella vendrá a cenar esta noche antes que salgamos. Es la primera vez que llevo una chica a casa, así que presiento que Ma va a enloquecer y empezar a hablar de nietos y alguna mierda así. Al menos, si estás allí, puedo desviar el tema. —Ah, lo siento hermano. Ya le dije a tu Ma que iremos a ver una casa esta noche, así que comeremos después. Solo serán ustedes tres me temo —dijo, sonriendo con remordimiento. —Ríete, culo de manteca. Un día pronto te reunirás con los padres de Albie. —Sonreí mientras su rostro caía.

—¿Qué si no le gusta la lasaña? —dijo Ma, tanteando su cabello nerviosamente para asegurarse que no había ningún mechón suelto. —Su Ma es maltesa —le dije—. Estoy seguro que le encantará. —¿Qué tiene eso que ver? La lasaña es italiana. —Ambos están en el mediterráneo, ¿no? Además, todo el mundo ama tu pasta. La comida de Ma en serio era increíble, pero cocinaba como para alimentar a un pequeña ejército. Incluso después que Pa murió, nunca aprendió a cocinar para dos. Afortunadamente, tuve más de una compañero que nunca dejaba que eso se desperdiciara. —Espero que esté aquí pronto. La cena pronto estará lista. ¿Por qué no la recoges del trabajo? —preguntó. —Iba a ir al peluquero después de su última cita. Me ofrecí a recogerla cuando terminara, pero me dijo que nos veíamos aquí, y he aprendido a no argumentar con mi chica. Creo que está preocupada por mí por no tener mucho tiempo para descansar después de entrenar. ¿Por qué me miras así? —le pregunté, viendo la mirada en su rostro. —Awww, acabas de decir ‘mi chica’. ¡Eso es tan dulce! ¿Sabes cuánto tiempo he esperado que lleves a una chica dulce a casa, Kieran Doherty? —dijo, presionando mis mejillas como si fuera un dulce bebé. —Maaa —protesté, apartándome justo cuando sonó el timbre. Dejándola en la cocina, corrí por la casa hacia la puerta delantera. Irish se hallaba en mi puerta, despidiendo al taxi detrás de ella. Se acababa de dar vuelta cuando me incliné para clamar su boca en un beso sin misericordia. Sin tener opción, envolvió sus piernas alrededor de mi cintura y gimió mientras frotaba mi cabello. Me hallaba completamente perdido, mi cuerpo ardiendo por clamarla en cada forma posible. Su lengua frotó tentativamente la mía, y la capturé antes que pudiera apartarse. Todo sobre ese beso fue primario y salvaje. Su sabor era tan jodidamente adictivo, sabía que nunca tendría suficiente. Se apartó solo lo suficiente para recordarme dónde estábamos. —¿Qué pasa si tu mamá nos ve? —susurró. —Si no lo hizo, estoy muy seguro que los vecinos le dirán mañana. —Genial —gimió, enterrando su cara en mi cuello con vergüenza— . Una muy buena primera impresión que voy a dar.

—Iris, estoy muy seguro que podrías decirle que eres una criminal convicta y aun estaría enamorada de ti. —Renuentemente, la bajé pero mantuve un agarre suave en su cintura cuando pareció un poco fuera de balance. —¿Por qué? —preguntó, pareciendo confundida. La miré por un segundo antes de responder: —¿Por qué no amarte? Un rubor se extendió por su cuello y mejillas mientras sonreí tímidamente. Quería decirle que era porque yo la amaba, pero era demasiado pronto. Seis meses atrás, me habría llamado marica. Pero hace seis meses no tenía a Irish. Ahora sabía que la quería, y no la iba a dejar ir. Ella era para mí, y sabía que mi Ma lo sabía también. —Por el amor de dios, chico, baja la chica y déjame conocerla — dijo Ma, mientras se deslizaba por el pasillo, probablemente harta de esperar a que la trajera. Puse los ojos en blanco, pero dejé de ver a Ma y me quedé al lado de Irish. Incapaz de mantener mis manos alejadas de ella, rodeé su cintura con un brazo y tiré de ella suavemente hasta que se acomodó en mi costado. Ma se detuvo frente a ella y llevó las manos a sus mejillas. —¡Ambos me darán unos nietos hermosos! —exclamó Ma. —¡Ma! Pensé que habíamos acordado que le bajarías a la locura — dije. Sabiendo que Irish dijo que no podía tener niños, me preocupaba que Ma la hubiera molestado, pero ella lucia divertida, y tal vez un poco desconcertada, más que otra cosa. —Sí. Lo siento. No más actuar raro, lo prometo. ¡Pero son tan hermosos! —exclamó Ma. Puse mis ojos en blanco de nuevo, pero besé la cima de su frente con afecto. Ella estaba totalmente loca, pero era mi Ma. —Gracias, Sra. Doherty. Es un placer conocerla —dijo Irish nerviosamente. —Basta con el ‘Sra. Doherty’ también. Llámame Kathleen. Ahora, ¿qué te parece la lasaña? —preguntó.

Apartando a Irish de mí, la llevó a la cocina. Cerrando la puerta detrás de mí, las seguí, sonriendo todo el camino.

Miré la lasaña y me pregunté si podría escapar con otro pedazo. Lamentando la pérdida de mi parte habitual, sabía que Danny se pondría en forma de perra si supiera lo que ya había comido. Tenía un plan de dieta al que me apegué rígidamente, pero de ninguna manera iba a rechazar la comida de Ma esta noche. Había estado lo suficientemente nerviosa sin que yo le pidiera que cocinara algo diferente para mí. Mi chica estaba radiante mientras conversaba con Ma sobre el negocio de la costura. Al saber que Irish diseñaba vestidos de novia solo alimentó el fuego de Ma. Si me miraba de nuevo y me guiñaba el ojo una vez más, Irish iba a pensar que tenía alguna clase de tic nervioso. —¿Y cómo te sientes con los niños? —le preguntó Ma a Irish, de la nada. —¡Por el amor de Dios, Ma! —espeté. —Cuida tu lenguaje, Kieran Joseph Doherty —respondió, tomando los platos. Mierda, cada niño sabía que estaba en problemas cuando su Ma lo llamaba por el nombre completo. —La vas a espantar con tus locuras —le susurré audiblemente. —Está bien, Kier, de verdad —me aseguró Irish, antes de mirar a Ma desesperadamente. —Le verdad, Kathleen, amo los niños. Vengo de una familia grande, y siempre quise uno, pero no puedo tenerlos. Tengo un defecto congénito cardiaco y el embarazo sería demasiado para mi cuerpo —le explicó. Sabía que los pensamientos de Ma irían de inmediato a Pa cuando lo descubriera, y quería que lograra conocer a Irish así podría entender cómo me sentía, pero tuvo que presionar. —Me alegra que me lo dijeras, y lamento haber sido tan agresiva. Pero si hay algo que sé, es que no hay escasez de pequeñas almas en este mundo que buscan a alguien que las ame. A los niños no les importa menos porque no los pariste. En todo caso, les importa más porque saben que elegiste amarlos. Entonces, si quieres una gran familia, puedes

adoptar. Nunca tuve un hijo, tuve cuatro. El hecho de que solo di a luz a uno de ellos no los hace diferentes. Podía ver los ojos de Irish aguarse. Quería decir algo, pero no tenía palabras. —Es una mujer muy especial, Sra. Doherty —susurró Irish. —¿Qué dije acerca de llamarme Kathleen? —Ma regañó suavemente—. Ahora, ¿por qué no vas a refrescarte mientras domestico a mi hijo un poco más al hacer que limpie estos platos? El baño está arriba. Primera puerta a tu izquierda. Irish le sonrió ampliamente y dejó la mesa. Tan pronto como estuvo fuera del alcance del oído, Ma se volvió hacia mí. —Ahora, ¿por qué tuve que escuchar eso de Marie y no de ti? Hubiera mantenido mi gran boca cerrada si me hubieras dado una advertencia —regañó. —Investigué sobre su condición en Internet. Su proyección de vida no es la misma para la mayoría de las personas. Sé lo que pasaste con papá, y no quería q te preocuparas por mí e Irish, o trataras de hacerme vivir una vida sin ella —admití, sin mirarla mientras agarraba todos los platos y los llevaba al fregadero. Siempre iba a haber una parte de mí que se preocupaba por perderla. Ma había sobrevivido la muerte de Pa, pero yo no era tan fuerte. Perder a Irish me rompería por completo. —Oh, Kieran, chico tonto. Todo lo que quiero para ti es que encuentres lo que yo tuve. No importa si es por unos cuantos años o una vida entera. Nada perfecto dura para siempre. Pero lo que tu padre me dio fue un regalo que no regresaría por nada en el mundo. Te cambia en una forma que no puedo siquiera explicar. El peor dolor no sería perder a alguien. Sería olvidar la forma en que su amor te consumió. Viviré el resto de mi vida sabiendo eso, entre cada mujer en esta tierra, tu padre me escogió a mí. Me amó hasta su último aliento, y en algún otro lado me ama aún. ¿Cómo no podría querer eso para ti? Había visto a Ma quebrada en su dolor por Pa. Nunca en un millón de años hubiera podido predecir que así era como se sentía. Era la persona más fuerte y más sabia que conocía. No podía comprender cómo experimentar un dolor tan terrible aún la dejaría capaz de sentir un amor tan incondicional.

—Gracias, Ma. No tenía idea que te sentías de esta forma. Nunca entenderé cómo funciona la mente de una mujer —respondí, sintiéndome un poco abrumado. —No tienes que entendernos, amor. Solo agradece a las estrellas por la complicada y maravillosa creación que somos. El amor es un regalo. Siempre sé agradecido por ello y no puedes equivocarte mucho. —Me dio unas palmaditas en la mejilla con indulgencia mientras Irish volvía a entrar—. Entonces, ¿qué están haciendo ustedes esta noche? — preguntó. —Noche de viernes en Seamus O’Donnell —dije, frotándome las manos, como si eso lo explicara todo. —¿Qué significa eso? —preguntó Irish, su cara se arrugó en confusión. —¡Karaoke! —respondí.

Caminé detrás de ella mientras hacíamos nuestro camino hacia la parte trasera de la taberna. Más de un par de ojos masculinos apreciativos vagaban sobre mi chica, hasta que vieron mi ceño fruncido y se alejaron apresuradamente. O'Connell me sonrió con suficiencia desde donde estaba recostado en su asiento, como si supiera lo que estaba pensando. Irish me besó, luego fue a reunirse con Em y las otras chicas, así que saqué el asiento a su lado. —¿Cómo demonios lidias con ello? —le pregunté. —¿Lidiar con qué? —Ese sentimiento de que todo el mundo quiere robarte a tu chica. Nunca he tenido mal temperamento, pero juro por Dios, cinco minutos en este lugar y quiero noquear a cada cabrón que la mire —le expliqué, haciéndolo reír. —La mayoría del tiempo, no lidio con ello. Alguien le falta el respeto y lo golpeo en la cara súper rápido, no tendrán tiempo de cagarse en sus pantalones. Pero Em me explicó una vez que no debería molestarme con otras personas por admirar lo que tenemos y quererlo para ellos. Así que, siempre y cuando estén mirando, los dejaré conservar sus dientes. Por supuesto que ayuda que ella solo tenga ojos para mí.

Irish me miró por encima de su hombro, sonriendo cuando nuestros ojos se encontraron. Mientras se dio vuelta para charlar con Em, sonreí ampliamente, sabiendo a lo que él se refería. —¿Qué piensa Marie sobre la pelea? —me preguntó. —Solo se lo dije anoche. Creo que está nerviosa, pero no dice mucho. Nunca me ha visto pelear antes, así que no tiene idea de qué esperar. Quiero mostrarle lo que puedo hacer, pero no quiero asustarla. —Un luchador es lo que eres, Kier. No puedes ocultarlo al igual que yo. Ella lo aceptará o no. —Podría volver a lo que hacía antes sin embargo. Ya sabes, solo quedarme con el entrenamiento. —Los luchadores no dejan de ser luchadores. Solo se quitan los guantes —dijo, tomando un sorbo de su pinta. Sabía que tenía razón. Había boxeado toda mi vida, no porque tenía que hacerlo, sino porque me emocionaba como nada más. Era un deporte que me encantaba. Lo dejaría por Irish, pero quería saber si no esperaría que lo hiciera, si podría aceptarme por completo. Para saber que cuando entraba en ese anillo de pelea, estaría conmigo todo el camino. —¿Estás listo para esto? —preguntó—. Porque si no tienes la cabeza en el juego, me dices ahora. He visto a este chico pelear antes. Es un jodido bastardo que no te dará nada. Huele la debilidad en ti y joderá con tu cabeza antes que siquiera des el primer golpe. Pensé con cuidado antes de responder. Era algo en lo que había estado pensando por un largo tiempo ahora, preguntándome si tenía en mí hacer lo que Con hacía. Puede que no tuviera su temperamento salvaje o su sexto sentido para los huecos en el juego de su oponente, pero tenía una visión clara. Nunca perdía los estribos ni me dejaba engañar para luchar en la lucha de otro hombre. Era por eso que Con y yo éramos tan buenos compañeros de entrenamiento. En el anillo de entrenamiento, era la calma ante su tormenta. —Tengo esto, Con. Estoy en la mejor forma de mi vida, y estoy listo para esta pelea. Lo he visto también, y puedo derrotar a este chico. Solo que no sé si quiero esto por siempre como tú. —Bueno, chico, unas semanas más y lo descubriremos. Mientras tanto, aprovecharía esta última noche si fuera tú. Desde mañana, tu entrenamiento será en otro nivel. Si tienes la energía para algo más que

comer y caer directo en la cama cuando acabemos contigo, entonces lo estamos haciendo bien. —Jodidamente fantástico —respondí sarcásticamente. Miré su pinta con envidia y me sentí cansado al pensar en lo que me iban a hacer pasar. Entonces vi a mi chica caminar graciosamente por los escalones del escenario, y de repente estaba completamente despierto.

12 Traducido por Gerald

Marie Limpié mi mano nerviosamente contra mis vaqueros mientras tomaba el micrófono con la otra. Ya me estaba arrepintiendo de mi estúpida decisión de permitirle a Em que me retara e incitara a hacer esto. Se suponía que era su turno para el karaoke, pero aquí estaba parada yo. Cuando los acordes de apertura de la canción de Nina Simone «Feeling Good» comenzaron a sonar, di un pequeño suspiro de alivio. Al menos conocía la canción. Ahora todo lo que tenía que hacer era fingir que los ojos de todo el lugar no estaban en mí, esperando a que lo echara a perder. Cerré mis ojos, tomando una profunda respiración para tranquilizar los nervios cuando mi voz cantó, era verdadera y clara, delatando un poco la agitación que sentía al estar cantando frente a una audiencia tan grande. Mi mirada encontró a Kieran del otro lado de la habitación y me tranquilizó. De alguna manera se sentía más fácil fingir que solo estaba cantando para él en lugar de para todos los demás. Cuando terminó, podía escuchar un silencio total. Entonces Kieran se levantó y aplaudió y todo el lugar hizo erupción, silbando y gritando ‘repetición’. Podría no ser capaz de bailar, pero sabía que tenía buenas cuerdas vocales. Solo no tenía las agallas para utilizarlas tan a menudo. —¡Eso fue maravilloso! —dijo Kieran, llevándome a sus brazos cuando bajé por los escalones del escenario—. ¡No tenía idea de que podías cantar de esa manera! —Mira quién lo dice. Cantaste en vivo con una banda no hace mucho tiempo —le recordé, feliz de no haber hecho el ridículo. —Aw, Irish, puedo mantener un tono, pero eso fue algo más — respondí, capturando mis labios para un suave beso.

—Buen trabajo, cariño —me dijo Con. —Gracias, O’Connell. ¿Vas a cantar esta noche? —pregunté con curiosidad. —No canto —respondió. —Eso está a un paso del ‘vete a la mierda’ que me diste cuando pregunté —dijo Tommy—. Em debe estarte enseñando algunos modales. —Vete a la mierda —respondió Con, haciéndome sonreír. Los nombres de Tommy y Albie fuera llamados después, pero Liam no se movió de su asiento en la esquina. En cambio, tomó un largo trago de su pinta y observó a Albie posesivamente. —¿No te unes a ellos? —le pregunté. —Tampoco canto —respondió. Heath estaba sentado junto a él. No era ni de cerca tan callado como Liam o tan taciturno como Con, pero tampoco era parecido lo extrovertido que era Tommy. Sospecho que Albie era más un inocente espectador, atrapada entre todos ellos. A pesar de sus diferencias, todos lucían felices, esta ecléctica banda de hermanos que era la familia de Kieran. Me conmovía pensar que siempre cuidarían de su espalda. Sin importar lo que me sucediera en el futuro, estaría ahí para él. Siguiendo la pauta de Em mientras se sentaba en el regazo de Con, dejé que Kieran me jalara hacia abajo y me acurruqué contra su costado. Cuando pasé la punta de mi dedo por su tatuaje, se estremeció. —¿Cosquillas? —susurré. —Esas no son cosquillas. Es juego previo —respondió por lo bajo, para que solo yo pudiera escucharlo. Tommy y Albie estaban cantando a viva voz las letras de la canción de Queen «Don’t Stop Me Now». Tenían todas las notas correctas, solo no necesariamente en el orden correcto. Aunque la taberna amaba su entusiasta interpretación. Kieran miraba en su dirección, pero no parecía estar poniéndoles atención. Su mano estaba en mi pierna y su pulgar trazaba lentamente un patrón en el interior de mi muslo. Mi falda no era corta, pero encontró el pequeño pedazo de piel expuesta y lo utilizó para mostrarme que mi cuerpo tenía zonas erógenas en lugares que nunca soñé. Juraba que si se inclinaba y besaba el pedazo de piel que había estado acariciando, me

hubiera venido en ese preciso momento. Para cualquiera que lo observara, no había nada erótico en lo que estaba haciendo. Simplemente éramos como cualquier pareja joven, sentados juntos y disfrutando del entretenimiento. Pero en realidad, estábamos dentro de nuestra propia burbuja, una donde Kieran me estaba seduciendo lentamente, derribando mis paredes, poniéndome más caliente con cada caricia. No sabía cuánto más podría aguantar, pero su toque era adictivo. Quería cambiar posiciones para aliviar el dolor construyéndose dentro de mí, pero su mano me sostenía firmemente. Los callos en sus manos solo sensibilizaban cada caricia. Apreté su brazo, advirtiéndole que se detuviera, pero eso solo lo hizo reírse. Sabía exactamente lo que estaba haciéndome. Jugando con él en su propio juego, seguí pasando mi dedo por la longitud de su tatuaje. Sabiendo que solo él podría escuchar, gemí ligeramente en su oído. —Mierda —murmuró bajo su aliento mientras se ajustaba sus vaqueros, tensándose—. Ven conmigo —susurró en mi oído antes de levantarse abruptamente y jalarme hacia la parte de atrás del club. Caminando por el pasillo hacia los baños, dio vuelta a la izquierda y comenzó a subir por unas escaleras, claramente marcadas como «Privado». Lo seguí a través de dos puertas más antes que me llevara hacia una gran habitación vacía con un escenario en la parte trasera. —¿Qué es este lugar? —pregunté. —Es una habitación privada que el dueño renta para algunas funciones. Quitó mi chaqueta de mis hombros, dejándola caer al suelo. El aire salió rápidamente de mis pulmones cuando extendió una mano por mi cabello, llevando mis labios contra las suyos. Lo que estábamos haciendo era demasiado explosivo para simplemente ser llamado un beso. Era como si estuviera dándose un festín conmigo, atrayendo cada gemido y respiración hacia su boca y haciéndolo suyo. Era salvaje y tempestuoso y quería más. Quería mucho más. Quería que se enterrara profundamente en mi interior para que pudiera sentir el eco de él haciéndome el amor durante semanas. —No pensaría que tienes permitido hacer esto —jadeé, mientras utilizaba su mano libre para ahuecar mi trasero. Calor se acumuló en mi centro cuando deslizó su mano callosa por la longitud de mi muslo y envolvió mi pierna alrededor de su cadera.

—Estoy torciendo las reglas un poco, amor, no rompiéndolas — respondió entre besos. Su mano soltó mi cabello y en cambio la deslizó bajo mi top. Cuando su pulgar rozó mi pezón endurecido, no pude evitar lanzar mi cabeza hacia atrás y cerrar mis ojos con placer. Desesperada por encontrar algo de alivio, mecí mis caderas contra el bulto de su erección, haciéndolo gemir. Quería sentirlo tan encendido como yo lo estaba. —Lo siento, nena, haces eso una vez más y no duraré —dijo. Antes de que siquiera pueda registrar lo que estaba haciendo, se dejó caer sobre una rodilla, levantando mi pierna por encima de su hombro. —Kier, ¿qué estás haciendo? Cualquier podría entrar y... ¡Santa mierda! —exclamé. Sin siquiera quitarme las bragas, las movió hacia un lado para tocarme con su lengua. —Kieran —rogué sin saber por qué. Titubeé en el borde del orgasmo, sabiendo que no podría aguantar mucho más tiempo esta tortura exquisita. Cuando deslizó su calloso dedo dentro de mí, sin perder ni por un momento el ritmo con su lengua, perdí. Estrellas explotaron detrás de mis ojos cuando me lancé de cabeza hacia el abismo. Por pura fuerza de voluntad, me detuvo de deslizarme hacia abajo apoyada contra la pared. Llevando mi ropa interior de regreso a su lugar, Kieran pasó una mano lentamente por la parte trasera de uno de mis muslos, mientras besaba un camino por el otro. Cuando finalmente recuperé un poco de compostura, apoyó su frente contra mi vientre mientras intentaba recuperar la suya. Deslicé mis dedos lentamente a través de su cabello y el momento fue íntimamente tierno. —Hay que hacerlo de nuevo —dijo finalmente, haciéndome reír. —La próxima vez, yo me pondré de rodillas —dije. —¿Podemos hablar de otra cosa que no me haga pensar en tus labios alrededor de mi polla? —Su gruñido me hizo reír de nuevo. —¿Vale la pena? —le pregunté con curiosidad, pensando en todos los sacrificios que ha hecho por esta pelea.

—Vale la pena —respondió con certeza—. También saber que estarás ahí al final lo es todo. Solo unas cuantas semanas más y toda tú serás mía. Con un alegre suspiro, me incliné para besarlo suavemente. —Kieran, ya soy tuya.

Una semana después, todavía estaba caminando en el aire. Después de una agenda ocupada llena de mediciones de vestidos y citas, estuve contenta con entregarle la tienda a mamá por el día. Añoraba pasarlo con Kieran, pero Con no había bromeado con intensificar el entrenamiento. Se esforzaba del amanecer al anochecer. Nunca había visto tanta concentración en alguien y no podría estar más orgullosa. Estaba más que un poco nerviosa sobre la pelea, pero Kier me prometió que nunca perdería. Con todo en mí, le creía. Nos robábamos pequeños espacios de tiempo juntos cada que podíamos, haciendo que funcionara. Había invadido mis pensamientos tan completamente, que era difícil recordar cómo era mi vida antes del señor Doherty, mucho menos recordar por qué me había resistido a sus encantos en primer lugar. Vagaba despreocupadamente por los pasillos del supermercado, tomándome mi tiempo simplemente porque podía hacerlo. Tan consumida estaba por pensamientos de Kieran y cómo había entrenado mi cuerpo tan finamente para responder a su toque que no lo sentí acercándose detrás de mí hasta que fue demasiado tarde. —Es un lujo encontrarte por aquí —dijo Alastair, tan dentro de mi espacio personal que pude sentir su aliento en mi cuello. Solté el durazno que estaba sosteniendo y él lo atrapó. Trayéndolo lentamente hacia su boca, mordiéndolo y chupando el jugo para evitar que se escurriera. Decir que me alteró era una enorme subestimación. —Um, hola, Alastair —respondí. No pude lograr decir los comentarios amables normales. No era agradable verlo y sabía exactamente lo que estaba haciendo aquí. Este supermercado estaba a cinco minutos de mi apartamento y más de media hora de camino de su casa del otro lado de Londres.

—Hola, Marie. ¿Me pregunto si podrías dedicarme algunos minutos para hablar? —dijo, mirándome atentamente. —Umm —dije, mirando alrededor e intentando desesperadamente de pensar en una razón por la que tendría que estar en otro lugar justo en este momento—. Seguro, supongo, pero no puedo quedarme por mucho tiempo. Tengo una cita en un rato a la que necesito llegar. —Por supuesto —dijo, sonriendo ampliamente de una forma que estaba segura que pensaba que era encantadora—. Mira, realmente no quiero hablar en el pasillo. Hay una pequeña cafetería en la parte de atrás. ¿Por qué no vamos por un café? Entonces puedes irte para continuar con tu día. Realmente me sentía incómoda que, después de nuestra última conversación, todavía no hubiera entendido. Se sentía incorrecto estar haciendo esto, pero el hecho de que estuviera aquí significaba que tenía que ponerlo al tanto. Esconderme de él no lograría nada. Mi canasta estaba vacía, así que la dejé junto a la puerta y lo seguí hacia la cafetería. En este momento del día, el lugar estaba bastante lleno, lo que me hizo sentir un poco mejor. No era que estuviera incómoda con Alastair en sí. No hubiera continuado con nuestra asociación en primer lugar si ese hubiera sido el caso. Era más su persistencia sobre que una relación entre nosotros pudiera funcionar lo que me ponía incómoda. Seguramente no era la única que veía que no teníamos nada en común y que no había química entre nosotros. Me senté en una mesa, preocupándome sobre lo que diría. Cuando se unió a mí, Alastair trajo un pote con té y un mollete de arándanos. Particularmente no me gustaban los molletes de arándanos, pero ahora que lo pensé, a menudo él ordenaba por mí. —Esto es agradable —dijo, sirviendo el té para ambos—. Estoy tan ocupado en la oficina la mayoría de los días que no muy a menudo me siento así, a diferencia de ti me imagino. —Lo siento mucho si sueno grosera, Alastair, pero, ¿qué estamos haciendo aquí? Después de nuestra última conversación, no esperaba verte de nuevo. —Odiaba ser tan directa, pero necesitaba decirlo. Revolvió su café y dejó caer su cuchara un poco abruptamente. Sentía que no estaba particularmente impresionado por mi franqueza. —Debo admitir que me tomaste por sorpresa la última vez que hablamos. No estaba preparado para escuchar que había abandonado cualquier idea de una relación entre nosotros y dado la oportunidad con

otro hombre, especialmente sin darme una oportunidad para pelear por mi causa. —Alastair, no tendrías que pelear por tu causa. Si pensara que existiera suficiente chispa entre nosotros para hacer que las cosas funcionen, lo habría dicho. Somos amigos, pero no soy el tipo de chica que necesitas en absoluto. Apoyó sus hombros sobre la mesa y entrelazó sus manos mientras me miraba fijamente de una manera que me hizo sentir un poco incómoda. —Marie, la primera vez que te vi, supe que eras la indicada para mí. Llámalo amor a primera vista si quieres. Supe en ese momento que haría lo que fuera necesario para llegar a conocerte y para que llegaras a conocerme. —Pero... nuestro primer encuentro fue completamente al azar, ¿cierto? —pregunté. —Por supuesto que no. No dejo cosas como encontrar al amor de mi vida al azar. Soy el maestro de mi propio destino. —¿Cómo puedes pensar que estamos destinados a pasar nuestras vidas juntos después de una mirada? No sabías nada sobre mí. —Hay algunas cosas que simplemente las sabes, Marie. Nunca me olvidé de ti. Nunca dejé de idear una manera para que nos encontráramos. Cuando finalmente lo hicimos, estaba seguro de que sentirías la misma atracción magnética que yo. Estuve terriblemente decepcionado cuando no lo hiciste, pero sabía que, dado el tiempo, una vez que pudieras ver al verdadero yo y entendieras la vida que podría darte, cambiarías de parecer. Lo conozco todo acerca de tu corazón. Lo conozco todo acerca de ti y todavía te deseo. Esta química sobre la que estás tan preocupada está ahí. Solo necesitas llegar a conocer a la persona que soy ahora para darte una oportunidad de verlo. Tomé una profunda respiración, pero por primera vez en mucho tiempo, respirar no era tan fácil. Me insté a tranquilizarme, sabiendo que era el estrés de la situación lo que ocasionaba que mi corazón latiera tan rápido. —Honestamente, Alastair, no estoy segura de cómo me siento acerca de todo esto. El hecho que pasaras por tanto para llegar a conocerme es halagador, pero me siento incómoda de que no aceptes el hecho que no me siento de la misma manera. Lo que sea que te llevó a

conocerme, creo que lo mejor es terminar las cosas aquí y dejarlo como está. —Quería a Kieran aquí con tanta desesperación. Sabía que si lo llamaba, vendría. Pero esta era mi batalla por pelear. Me levanté de la mesa y me miró bastante sorprendido, como si no pudiera creer que me iría después de todo lo que me había dicho. —Adiós, Alastair. Espero que algún día encuentres lo que estás buscando. —Me incliné para darle un extraño abrazo. Abandonando cualquier idea de comprar comida, me dirigí a casa. Mi cabeza punzaba insoportablemente y mientras instaba a un pie a moverse después del otro, me pregunté si podía seguir adelante durante el tiempo suficiente para dejarme caer en mitad de mi cama y dormir durante el resto del día.

13 Traducido por Rimed

Kieran Conocer a Stella Kelly fue indiscutiblemente la cosa más aterradora que había hecho jamás. Me sentí como si estuviera en uno de esos programas de juegos donde pones un pie mal y caes al agua, descalificándote del juego permanentemente. Irish amaba a su familia ferozmente, y por lo que me había dicho, eran todos cercanos. Solo me tomó cinco minutos ver dónde ella encajaba en la dinámica familiar. Podía ser la hija mayor, pero su Ma y hermanos la encerraban y protegían como si fuera la más joven. Algo me dijo que, con su condición cardíaca, era algo que siempre habían hecho. Aunque, todos la respetaban. En una familia ruidosa, ella era por lejos la más callada, pero cuando tenía algo que decir, todos escuchaban. Aun así, me preguntaba si gustaba de mí lo suficiente para conservarme si su familia no lo aprobaba. Mis palmas estaban sudando con mi preocupación. Nunca me había importado una mierda antes si a alguien le gustaba, pero nunca había tenido a mi corazón comprometido en algo como lo estaba en ese momento. —¿Por qué no te gusta mi pasta entonces, Kieran? —me preguntó Stella, mientras apilaba vegetales verdes en su plato y luego me los alcanzaba. —No es que no me guste la pasta. Sra. Kelly. Estoy seguro de que la suya es deliciosa. Es solo que tengo una pelea profesional acercándose y mi entrenador me despellejaría vivo si como cualquier cosa que no esté en mi plan de dieta. Pero si me recibe, me encantaría venir y probar un poco cuando mi pelea acabe —respondí. Tristan resopló divertido por mi clara adulación a su Ma. Ella lo atrapó y le dio una sucia mirada, luego lo golpeó en el brazo antes de voltearse nuevamente hacia mí. Intenté no parecer presumido, porque los otros hermanos de Irish aún me miraban como si quisieran arrastrarme

al sótano y tomarse turnos para sacarme la mierda a golpes. Sintiendo mi tensión, Irish deslizó su mano bajo la mesa y apretó mi muslo, dejando su brazo descansando allí. Estaba seguro de que lo hizo como gesto de afecto y apoyo, pero maldición si no estaba haciendo saltar mi pene. Si no terminaba pronto con esta pelea, iba a terminar caminando por ahí con una permanente erección. Sin duda eso les ocasionaría risas a mis chicos, ¿pero aquí? Caminar por aquí con una erección seguramente haría que me castraran. —Por supuesto que estás invitado a volver aquí y comer —dijo la Sra. Kelly—. Mientras tú y mi Marie estén saliendo, siempre serás bienvenido aquí. Y por favor llámame Stella. Me siento muy joven para que me estés llamando por el nombre de mi suegra, Dios acoja su alma. —Stella se persignó mientras lo decía y me tomé un segundo para ver lo que el resto estaba haciendo antes de decidir si debía hacerlo también. —Así que, Kieran —dijo Luca—, ¿cuáles son tus planes de carrera a largo tiempo? Contuve una sonrisa ante el serio y casi condescendiente tono en que lo dijo. Entonces recordé que Luca solo estaba preguntando cosas que habría preguntado el Pa de Irish de haber estado allí. Lo sabía todo sobre tomar el lugar del hombre de la casa, así que decidí contestar con el respeto que le habría dado a su Pa de haber estado. —He trabajado en construcción desde que dejé la escuela. Es lo que mi Pa hacía antes de morir —expliqué—. Pero he estado luchando desde antes que eso. Disfruto construir, pero a menos que abra mi propia empresa, jamás voy a ganar un gran sueldo. Así que cuando mi mejor amigo Con se volvió luchador profesional y me pidió que me incorporara como su entrenador a tiempo completo, supe que eso es lo que quería hacer. Amo boxear y soy bueno en ello. Además, la paga es mucho mejor, así que de hecho estoy logrando ahorrar algo. Era como estar en una entrevista para el más importante trabajo al que haya postulado. Mi profesión no era tan impresionante como lo sería si fuera doctor, abogado o algo, pero no estaba avergonzado de lo que hacía. Era jodidamente bueno en ello. —¿Y dónde trabajan ustedes chicos?, si no les importa que pregunte. —dije. Por supuesto, Irish ya me había dicho, pero esperaba desviar la conversación lejos de mí. —Guau, no debes gustarle mucho a Marie si no te ha contado sobre nosotros —dijo Matt.

Claro que había acortado el nombre de Matteo en mi cabeza. Era prácticamente el único modo en que podía desquitarme del idiota mientras estaba sentado en la mesa con su Ma. Pero resultó que Stella se puso de mi lado y le dio a Matt un golpe en la cabeza esta vez. —Dejen de intimidarlo, chicos. Kieran es un buen chico y lo ahuyentarán —dijo Stella. —Si se asusta tan fácilmente, entonces no es suficientemente bueno para Marie —señaló Luca, haciéndome sonreír. Comenzaba a gustarme este chico cada vez más. Podía ver de dónde provenía, también. Ellos habían protegido a Irish toda su vida, pero era mi turno ahora. Su corazón estaba en mis manos, y era mi deber protegerlo. No había nadie en esta tierra que pudiera protegerla y preocuparse por ella como yo. —Luca —regañó Irish. Sin embargo, fue un suave reproche dado que ella sabía lo que estaban haciendo. Me había advertido que, dado que nunca había traído un chico a casa antes, esperaba que fueran mucho más salvajes. —Apaga tus motores, pequeña hermana. Solo queremos asegurarnos de que éste sea una mejora en la cadena de gilipollas con los que has salido en el pasado —dijo Tristan. —Bueno, lo es. Es el hombre más maravilloso que haya conocido, así que agradecería si no lo aterrorizas —dijo y no pude contener más la sonrisa. Los gemelos pusieron los ojos en blanco, haciéndonos reír a todos. —Estoy seguro de que nuestra hermana ya te ha explicado, pero somos matones. Trabajamos en una plataforma petrolera en el Mar del Norte. Dos semanas en la plataforma, dos semanas libres —explicó Luca. —Eso es bastante intenso —dije, preguntándome cómo me sentiría si tuviera que alejarme de Irish cada dos semanas. Él se encogió de hombros como si no fuera nada, antes de responder. —Estamos acostumbrados a ello. Todos somos ingenieros, pero el dinero en la plataforma es mucho más de lo que conseguiríamos en otro lugar. Todos somos solteros y aunque ninguno de nosotros ha comprado una casa para vivir, todos hemos invertido en propiedades para arrendar escondidas para nuestro retiro. Dos semanas de arduo trabajo seguidas

de dos semanas de fuerte festejo mientras nos llenamos de comida de mama, no es una mala vida —explicó Luca. —Sin embargo, es un trabajo peligroso, ¿no? ¿Incluso más que pelear? —pregunté. Luca frunció el ceño y me dio una mirada de hermano mayor. —Sí, lo es. Muy, muy peligroso. Tengo una chica con una condición cardíaca y tres chicos que están intentando darme una. Es un milagro que no me hayan llevado a la tumba con toda la preocupación que tengo —protestó Stella dramáticamente. Los gemelos se lanzaron a argumentar con razones sobre cuán dramáticamente habían mejorado las medidas de salud y seguridad para hacerlo de un ambiente de trabajo más seguro y como ella no necesitaba preocuparse. En medio de todo el ruido y las bromas, Stella me guiñó, y sonreí mientras seguía comiendo mi cena, sabiendo exactamente quien llevaba los pantalones en esta familia. El guiño me dijo que Stella había desviado la atención de la inquisición de los chicos para permitirme comer. Stella Kelly era sin duda una leyenda. Los chicos se relajaron después de eso y fue casi divertido escucharlos contar historias de su tiempo en la plataforma. Me comí mi pollo con vegetales, mirando con envidia cómo todos comían papas, champiñones y salsa de vino blanco. Cuando todos los chicos optaron por un segundo postre mientras yo seguía con el agua, supe que seguramente lo estaban haciendo para joderme. Pero cuando esta pelea acabara, iba a volver y comerme la casa y el hogar de Stella. Quizás esperaría a que estuvieran nuevamente en la plataforma, entonces les enviaría selfies de mí arrasando con la comida casera de su Ma solo para devolverles la mano. El pensamiento era de poco consuelo cuando la cubierta de chocolate caliente del pastel olía tan jodidamente maravilloso. Luego de que la cena terminara, Irish y su Ma limpiaron la mesa. Me levanté para ayudar hasta que Matt me detuvo. —¿Nos das una mano bajando las sillas de sobra de Ma, Kieran? —preguntó. Suspiré, sabiendo que era mejor terminar con esto. Había dos sillas para bajar y Matt podría haberlas bajado ambas con una mano. Levantando la que dejó detrás para mí, lo seguí por las escaleras hacia el sótano. Segundos después, oí pasos detrás de mí y la puerta cerrarse con un gentil clic.

—¿Entonces cómo es el asunto?, ¿Buscas jugar con nuestra hermana y luego dejarla? Porque volvemos a la plataforma mañana y odiaría tener que pasar las siguientes dos semanas preocupándome sobre en qué parte del Mar del Norte tirar tu cuerpo —dijo Tristan. Tanto él como Matt estaban de pie con las piernas separadas y los brazos cruzados en un intento de ser intimidantes. No eran chicos pequeños e incluso parecían que podían ser de utilidad en una pelea. Pero había entrenado a diario por más de diez años con un luchador de clase profesional. Probablemente podría derribar a ambos y seguir felizmente mi camino. Sin embargo, no creía que Irish se alegraría mucho. Antes de que tuviera la oportunidad de decir algo, la puerta se abrió y cerró nuevamente y Luca bajó las escaleras del sótano. —Tenemos esto controlado, hermano —le dijo Matt. —No tengo dudas —respondió Luca, relajándose contra el mostrador—, pero me divierte verte dar el discurso de “hermano mayor”. —¿Quieres decir que han hecho esto antes? —pregunté, de cierto modo feliz de que Irish tuviese tanta gente cuidándola. —Ella nunca ha traído a alguien a casa, así que no lo habíamos necesitado. El hecho de que te haya traído sabiendo que estábamos en casa nos dice que esto es serio. Para ella al menos —dijo Tristan. —Para mí también. Desde el minuto en que la conocí, me derribó de mis pies. No sé qué ve en mí, y sé que es demasiado buena para mí, pero nunca encontrarán a un chico que la quiera tanto como yo o que la vaya a cuidar tan bien como yo —respondí. —Eso está bien y estupendo ahora, ¿pero qué pasará cuando todo se vaya a la mierda? ¿Sabes lo difícil que es ver a alguien que amas ser puesto a dormir, sabiendo que podría nunca volver a despertar? ¿O si se ejercita demasiado, su corazón podría ceder si no recibe atención medica lo suficientemente rápido? Marie ha tenido siete cirugías. Siete cirugías desde que era una niña y dos de ellas fueron a corazón abierto. Es muy poco lo que su pequeño cuerpo puede soportar y si su último tratamiento falla, entonces un reemplazo valvular o un trasplante podrían ser la última opción que quede para ella. Ahora, si nos subimos a ese helicóptero mañana y la dejamos enamorarse de ti, entonces necesitamos saber si vas a estar allí cuando las chispas se apaguen. Porque no puede pelear por un corazón si está rota. Si la pateas cuando esté en el suelo, eso la matará, y entonces estaré tirando tu cuerpo en el fondo del Mar del Norte —dijo Matt apasionadamente.

Respiraba con dificultad debido a su arrebato, pero aparte de eso estuvimos en silencio mientras pensábamos en lo que él había dicho. Tristan se veía tan molesto como su gemelo, pero Luca simplemente observaba como si estuviera intentando medirme. —Sé lo que es ver a alguien fuerte y saludable enfermarse, ver su cuerpo marchitarse y morir frente a ti, saber que darías tu propia vida por cambiar lugar con él. Que darías cualquier cosa, prometerías cualquier cosa, por tenerlos contigo solo un día más. Sé todo eso. Así que no tomen lo que diré a continuación a la ligera. Por todo el tiempo que ella me acepte, jamás dejaré su lado. Ya sea un año o cincuenta, ella es para mí. Así que puedes advertirme o intentar asustarme. Mierda, puedes dispararme si te sientes lo suficientemente valiente, pero ustedes solo son tres y va a costar más que eso mantenerme alejado de mi chica. Ahora, no me tomen a mal, muchachos, no pretendo cogerlos por el lado malo. Demonios, si tuviera una hermana, estaría haciendo exactamente la misma cosa, pero el hecho es que nos vamos a estar viendo un montón los unos a los otros en el futuro. Por el bien de Marie, me gustaría que fuera en buenos términos —argumenté, manteniendo mi mano extendida para ellos. Los gemelos se miraron el uno al otro y asintieron bruscamente. —Eso es suficiente para mí, hermano —dijo Tristan, sacudiendo mi mano. —Tienes una oportunidad. No la eches a perder —dijo Matt, agarrando brevemente mi mano. Miré hacia Luca. Él era el más difícil de leer. Era solo un poco mayor que los gemelos, pero tenía un modo más callado y calculador. Si tenía que preocuparme sobre alguno de ellos golpeándome mientras dormía, sería de él. —No voy a hacer amenazas vacías sobre la seguridad de tus genitales si mi hermana sale herida, porque estoy bastante seguro de que eso está implícito. Marie es lo suficientemente grande para tomar sus propias decisiones sobre con quien quiere salir. La preocupación por su corazón la ha hecho poner en pausa su vida por demasiado tiempo. Le he estado diciendo por años que eso es una tontería, pero hacías falta tú para hacerla escuchar. Si está preparada para seguir adelante con esta relación, entonces estaré con ella. Quizás las cosas entre ustedes funcionen, quizás no. Nadie comienza una relación pensando que va a fracasar. Sin embargo, te preguntaré una cosa. Ven mañana, yo y los chicos volveremos a la plataforma. Si ella me necesita por cualquier

motivo, debido a que se enferma, debido a que lo de ustedes no funcionó y tiene el corazón roto, lo que sea, me llamas. No te estoy pidiendo que seas responsable por ella, ese es nuestro trabajo, pero si la dejas en un mundo de dolor sin hacérnoslo saber y tú y yo vamos a tener un problema —dijo. Ni su calma ni su tono me engañaron. Luca no era un hombre con el que hubiera que meterse. —No es algo de lo que vayas a tener que preocuparte, pero agradezco que la cuides. Si ella te necesita, te llamaré. Tienes mi palabra —le aseguré, ofreciéndole mi mano. La sacudió, sonriendo. Detrás de nosotros, la puerta se abrió y mi chica estaba de pie en la cima de las escaleras, sus palmas plantadas firmemente en sus caderas. —Chicos si ya terminaron de medir sus penes, ¿puedo por favor recuperar a mi novio? —preguntó, haciéndonos reír a todos. —Le diré a mamá que dijiste pene —le dijo Tristan, sonriendo. —Adelante, yo le diré que te emborrachaste y te tatuaste el trasero —respondió, sonando aburrida. —¿Cómo puedes saber eso? —preguntó, indignado. —Vine a casa por desayuno y tú estabas sentado en tus bóxer blancos comiendo cereal, a pesar del hecho de que les daba asco a todos. Cuando tomaste tu pocillo y saliste de la cocina parecía que tuvieras marcas de patín bajo de tu ropa interior. Cuando Lucas dejó de reírse, me contó lo que habías hecho —explicó, viéndose un poco presumida ante la expresión de disgusto de su hermano. —Las hermanas son un dolor en el culo —se quejó él. —¿De qué es el tatuaje? —pregunté. —No es de tu incumbencia —me dijo Tristan. —Ignora a tripas malhumoradas —respondió Irish—. Es Jessica Rabbit lanzándole un beso. —Eso no está mal —razoné—. Jessica Rabbit es sexy como la mierda. —Lo sé, ¿verdad? —dijo Tristan, repentinamente complacido de que estuviera de su lado.

—Sí, estoy seguro de que sería un hermoso tatuaje si él no tuviera un culo peludo —dijo Matt. —¿Alguna vez te has imaginado cómo se vería Jessica Rabbit con un bigote? —me preguntó Luca, sonriendo. Simultáneamente, todos miramos hacia la parte trasera del pantalón vaquero de Tristan y estallamos en risas. —Váyanse todos a la mierda —respondió malhumoradamente—. Mi trasero es una jodida obra de arte. —Entonces muéstraselo a mama. Estoy segura de que le encantaría ver tu lienzo —molestó Marie. —Olvida lo que dije, Kier. Esa pequeña niña es una amenaza. Se ve toda dulce e inocente, pero dale la espalda y será dueña de tu trasero —me advirtió Matt. —Ya lo es —contesté mientras subía la escalera y colgaba mi brazo alrededor de mi chica. —Guau, el derrotado es una apariencia que te sienta bien —dijo Tristan, sonriendo. —Lo dice el chico que esconde su tinta de su Ma —me mofé de vuelta—. Apuesto que todos ustedes tienen tatuajes que mantienen escondidos —adiviné. Los tres evitaron el contacto visual, mirando alrededor del cuarto tímidamente. —¿Por qué su Ma no tuvo un problema con el mío? —les pregunté con curiosidad. —Porque tu tatuaje es hermoso. Además, se preocupa de que este lote carezca de la capacidad mental de marcar su piel permanentemente —respondió ella. —Sip, una totalmente jodida amenaza —murmuró Tristan. —Buena suerte, mi amigo —dijo Luca. Palmeó mi espalda reconfortantemente mientras él y sus hermanos pasaban a nuestro lado—. Porque en esta familia, la vas a necesitar.

14 Traducido por Yiany

Marie —Te ves cansada —dijo Nat. Después de pasar más de mi adolescencia en una cama de hospital que en la escuela, no tenía muchos amigos cercanos, pero Natalie era una de ellas. Aunque tranquila, no era nada tímida. La mayoría de las veces, pensaba que prefería los libros a la gente. Al menos eso fue hasta que el asistente de la biblioteca intentó cobrarle los daños por un libro con las puntas dobladas. Después de decirle al imbécil durante diez minutos cómo nunca profanaría libros de esa manera, se dio cuenta que estaba bromeando con ella. Se iban a casar el próximo mes. —También estarías cansada si te dieras cuenta de lo loca que es la temporada de bodas —murmuré desde el suelo. Tomando alfileres del cojín envuelto alrededor de mi muñeca, me abrí paso lentamente por la parte inferior del vestido hasta que lo puse en la longitud perfecta. —Ahora me siento culpable por pedirte que pongas mi vestido por encima de todo lo que tienes que hacer —dijo ella. —Nat, eres mi mejor amiga. Estaría devastada si no lo hubieras pedido. Quiero que te sientas como una princesa en tu día especial, y nadie más va a poner tanto amor en tu vestido como yo lo haré —le aseguré. Levantándome, hice algunos ajustes y la moví para que se mirara al espejo—. Ahora, ¿qué piensas? —susurré. —Es tan hermoso. No puedo creer que realmente sea yo. —Se cubrió la boca con las manos—. Muchas gracias.

Torciéndose de izquierda a derecha, miró su reflejo con asombro. Esta era, de lejos, la mejor parte de mi trabajo. Esa mirada mágica en sus ojos. El saber que, en su día especial, sería fascinante. Que se pusiera ese vestido y se sintiera como la mujer más bella del mundo. Saber que yo era responsable de eso, hacía que todas las últimas noches y dedos callosos valieran la pena. Me encontré con sus ojos en el espejo mientras la abrazaba por detrás. —De nada, cariño. Ahora, recuerdo claramente que prometiste alimentarme.

Cuarenta minutos después, cerré la tienda y me llené la cara con jarabe de arce cubierto de panqueques con fresas. Adoraba los panqueques. Solo el temor saludable de tener un trasero del tamaño de un elefante me impedía comerlos por la mañana, al mediodía y por la noche. —Jesús, para alguien tan pequeño, seguro que puedes comer — dijo Nat, mirando atemorizada a mi pila rápidamente agotada. —No puedes hablar —murmuré entre bocados—. Esa hamburguesa doble con queso que tienes probablemente pesa más que tú. —¿Sabes cuánto tiempo ha pasado desde que comí una hamburguesa? —No tengo ningún interés en saber con qué frecuencia obtienes tu carne. —Sonreí de forma infantil. —Muy madura. —Nat sacó su lengua hacia mí. —¿Por qué el ayuno entonces? Amas cualquier cosa que puedas asar —pregunté, limpiando otro tenedor lleno de delicia pegajosa en mi boca y resistiendo el impulso de gemir en público. —Mi vestido de novia de ensueño está increíblemente fuera de este mundo, pero también es ajustado, y las hamburguesas van directamente a mis caderas. Me incliné alrededor de la mesa para echar un vistazo a su físico. Como sospechaba, estaba tan ligera y delgada como la última vez que la vi.

—Nat, has tenido exactamente la misma talla todo el tiempo desde que te conozco. Y te he visto comer más que hombres el doble de tu tamaño. Realmente no puedo ver tu metabolismo cambiando radicalmente entre ahora y la boda —racionalicé. Puso los ojos en blanco ante mi observación y se lanzó a su hamburguesa, como si alguien fuera a arrebatársela en cualquier momento. —Hablando de carne, ¿cómo está ese hombre montaña tuyo? — preguntó. El brillo en sus ojos me dijo que estaba buscando detalles jugosos. —Uhmm, comestible. Totalmente comestible —contesté, soñadoramente. Tenía una imagen clara en mi cabeza de él sin camisa, lanzando golpes a una bolsa en el gimnasio. A pesar de lo que me rodeaba, y el hecho de que ni siquiera estaba conmigo, solo pensar en él me estaba poniendo un poco caliente e incómoda. Nat se rió de mi respuesta. —Nunca te había visto tan soñadora. Debe ser un gran sujeto. —Siempre he salido con chicos con los que creía que tenía cosas en común, ¿sabes? He ido por la amistad con la esperanza que las cosas progresaran a algo más. Pero Kieran... Es sólo una fuerza de la naturaleza. Cuando estoy con él, no pienso si las cosas funcionarán entre nosotros a largo plazo, o si tenemos suficientes intereses compartidos para una relación duradera. No es nada que haya calculado. Estar con él es como quedar atrapado en aguas revueltas, es inútil luchar contra la corriente, la única forma de sobrevivir es dejar que te lleve. Solo que no quiero escapar, quiero ahogarme, quiero enterrarme contra su paquete de seis abdominales y nunca salir a tomar aire. Quiero sus brazos alrededor de mí, manteniéndome a flote y quiero que su voz profunda, deliciosa, sexy como la mierda me susurre al oído todas las razones por las que solo seré la chica para él y solo será el hombre para mí. —¡Santa mierda! Eso es jodidamente intenso. —Lo sé, pero así es como me hace sentir. No pienso a su alrededor. No me preocupo ni analizo demasiado, simplemente... siento. He estado preocupada por mi salud toda mi vida, pero es como si Kieran me quitara ese peso de encima, y no es porque esté distante o indiferente. Es porque es muy tranquilo, me hace sentir segura y protegida, como si nada me lastimara. Con él, es como si fuera la única chica en la habitación. Es como si todas las mujeres desaparecieran y estuviese solo yo, sentada allí

en su punto de mira. Cuando hablo, escucha cada palabra, como si estuviera hambriento de saber todo acerca de mí. —Cuando terminé de soñar despierta, miré la sonrisa ridículamente grande en su rostro. —¿Y sus besos? —preguntó, limpiando la salsa de tomate en su plato con lo último de su hamburguesa. Pensé en la forma en que sus labios firmes y gruesos provocaban los míos suavemente, haciéndome gemir antes de ansiosamente empujarme por más. —El tiempo se detiene, los fuegos artificiales, las explosiones, solo… todo. De acuerdo, ¿sabes cómo algunos tipos besan como un pez fuera del agua, luchando por respirar? —pregunté. Se cubrió la boca para contener su comida mientras se reía. —Sí, he besado a algunos chicos así —respondió finalmente, todavía sonriendo. —Kieran besa tan caliente y tan profundamente que lo sientes en cada parte de tu cuerpo. Se mete en tu cabeza y, al menos, media hora después, me cuesta formular frases, y mucho menos recordar mi propio nombre. Es un chico malo con labios realmente buenos. —Sabes que el sexo terminará en, como, cinco minutos, ¿no? —¿De verdad? ¿Después de todo lo que te acabo de decir? —dije sarcásticamente. Aparte de lo de la abstinencia y el hecho de que probablemente esté listo para lanzar una carga tan solo si suspiras cerca de su pene en este punto, lo has aumentado demasiado en tu cabeza. Te lo digo, unos pocos manoseos en la oscuridad y todo se terminará en cinco minutos. —Tal vez. Pero hombre, qué cinco minutos serán —dije con un suspiro melancólico, y ambas nos echamos a reír.

La puerta de roble crujió cuando la cerré detrás de mí tan sigilosamente como pude. —¿Estás segura que está bien, que esté aquí? —le pregunté a Em por millonésima vez.

—No te preocupes, está totalmente bien. Sin embargo, probablemente es mejor tratar de mantenerse fuera del camino de Danny —me advirtió, poniéndome aún más nerviosa. —¿Es pintura fresca lo que huelo? —Sí. Liam acaba de pintar el pasillo para Danny. Ha sido un año bastante exitoso para el gimnasio, no solo con O’Connell, sino también para otros luchadores —me dijo con orgullo—. Desde que Heath se unió a nosotros y comenzó a promocionar profesionalmente, el lugar se ha vuelto más exitoso que nunca. Dedico más tiempo recibiendo llamadas telefónicas todos los días de trajeados que buscan la versión londinense del ‘club de la pelea’ de lo que dedico últimamente a llevar los libros — dijo con una risita. —¿Cómo se siente Danny sobre eso? —Bueno, le dejé contestar el teléfono por un par de horas el otro día. Le dijo a las primeras dos personas que llamaron "que se fueran a la mierda", y después de eso, simplemente descolgaba el teléfono cuando sonaba y lo volvía a colgar de inmediato. —Me asusta —admití. —Danny asusta a todos —respondió ella, sonriendo. —Es una gran noticia para el gimnasio, ¿verdad? Quiero decir, todo el éxito que están teniendo. —Como negocio, es fantástico. Poco a poco, estamos reemplazando todos los equipos obsoletos y haciendo las reparaciones que el edificio realmente necesitaba. Danny siempre será de la vieja escuela, así que no hay nada aquí que encuentres en ninguno de los modernos y lujosos gimnasios, pero ya no nos falta nada, y hay un saldo saludable en la cuenta de la compañía para imprevistos. También significa que podemos ayudar a los más jóvenes que llegan. Algunos de ellos son luchadores jóvenes con mucho talento, pero sus padres no pueden pagar el costo de viajar a las peleas. Esto le da a Danny los medios para ayudarlos — explicó. Hablaba mucho sobre Danny, pero el orgullo y la pasión en su voz me dijeron cuánto este lugar era parte suya, y cuán importantes eran estos chicos para ella... —¿Crees que se mudará a locales más grandes a medida que el negocio crezca?

—Nunca —respondió con firmeza—. Esta es la casa de Danny. Años de sangre, sudor y lágrimas se alinean en las paredes de este lugar. Mudarse a otro lugar simplemente no sería lo mismo. Miró a su alrededor con reverencia, y pude ver que esto no era solo un edificio para ella o cualquiera de ellos, era algo infinitamente más importante. Llegamos a la parte superior de la escalera principal, y cuando abrió otra puerta, pude escuchar el ruido de los guantes golpeando las bolsas y el gruñido de los chicos trabajando duro. Mi plan era seguir a Em a la oficina y hacerle compañía mientras esperaba a que Kieran terminara el entrenamiento. Eché un vistazo alrededor, mis ojos buscando a mi hombre en un mar de torsos magros y cortados, hasta que lo encontré parado, con los pies separados, en el lienzo del anillo de entrenamiento levantado en la parte posterior de la habitación. Mirándome fijamente. Deseando que lo vea. Era como si tuviera un radar, como si pudiera sentir mi presencia en la habitación. Mi piel se estremeció con la necesidad de estar cerca de él, de tocarlo. Podía ver por el rápido ascenso y descenso de su pecho que estaba tan falto de aliento como yo. Solo habían pasado días desde que nos habíamos visto, pero parecían semanas, meses incluso. Por fuera estaba tranquila, pero dentro de mi corazón latía erráticamente. Su torso esculpido estaba bronceado por el entrenamiento en el exterior, y el brillo del sudor lo hacía parecer más etéreo. Sus pantalones cortos bajos se ubicaban perezosamente en la base de los oblicuos externos más perfectos que jamás había visto y quería tocarlo allí. Demasiado. Mi boca estaba seca y me humedecí el labio inferior con la lengua antes de morderlo. Sus ojos se estrecharon, y supe exactamente lo que estaba pensando. También quería morderlo. Podríamos estar solos para todos los luchadores allí, porque en ese momento solo estábamos los dos. Me miró con tanta atención que me estremecí, de repente, un poco asustada, no de él, sino de cómo se sentiría cuando finalmente me tomara, cuando me quitara la ropa interior y se moviera dentro de mí. Me preguntaba si sería lento y suave, o duro y poderoso. De cualquier manera, sabía que me consumiría, que la experiencia nos consumiría a ambos.

—Guau, ustedes emiten algunas chispas serias —dijo Em, sus ojos moviéndose de un lado a otro entre los dos—. Me pregunto si O’Connell y yo éramos así cuando nos conocimos. —¿Qué quieres decir? Todavía somos así —respondió Con ásperamente. Estaba de pie detrás de Em. Sosteniendo sus caderas, la atrajo hacia su enorme cuerpo y, hundiendo su rostro en su cuello, inhaló profundamente antes de besar suavemente su mandíbula. No apartó la vista de ella ni una vez, y sabía que tampoco veía a nadie más en la habitación. Nadie más que ella. —Jesús, nene, me has asustado de muerte. Estabas en el anillo de pelea cuando entré. ¿Cómo te moviste tan rápido? —preguntó, con la mano sobre el corazón en estado de conmoción. Él se encogió de hombros perezosamente en respuesta, luego volvió a besarla en el cuello. Me volví hacia el cuadrilátero, pero Kieran se había ido. Antes que pudiera buscarlo, mi brazo casi fue arrancado del zócalo cuando fui arrastrada al vestuario. Apoyándome en los casilleros, pasó su mano por mi muslo antes de levantarlo para envolverlo alrededor de su cintura. Encajando cómodamente entre mis piernas, su pene rozó suavemente contra mi núcleo y luego me devoró. Era la única manera de describir cómo se sentía. Era demasiado para procesar a la vez. La sensación de su lengua penetrando en mi boca, exigiendo más de mis besos hasta que mis labios estaban en carne viva. Las duras, ásperas vendas en sus manos mientras frotaban la sensible piel de mi muslo, enviando dardos de placer directamente a mi centro. Estaba aturdida y sin aliento, pero aun así no nos detuvimos. No quería que se detuviera nunca. Estaba tan enamorada de la forma en que besaba. Meció sus caderas contra mí, y presioné más fuerte, buscando algún alivio de su delicioso tormento. Gimió en mi boca, y eso solo me puso más mojada. Estaba en llamas; los dos lo estábamos, pero a ninguno nos importaba. —Pasa la noche conmigo —susurró, su frente presionada contra la mía. Sus ojos se cerraron con la tensión de su excitación—. Solo para dormir, nada más. Pero te necesito en mis brazos esta noche. Necesito despertarme mañana y saber que esto es real. —¿Habrá besos? —susurré de vuelta, dándole una sonrisa tímida. —Diablos sí, habrá besos. Más de lo que tu pequeño cuerpo puede manejar.

Asentí en respuesta, viendo su sonrisa feliz, antes de enredar mis manos en su cabello y jalar sus labios hacia los míos. El golpe de una puerta de un casillero cerrándose de golpe nos hizo separarnos de un salto. Delante de nosotros había un irlandés de aspecto irritable, con un cigarrillo colgando precariamente de sus labios. —¿No dije que sin malditas tonterías en mi club? Bueno, ¿no es así? —ladró. Inclinamos nuestras cabezas como escolares castigados, aunque podía sentir que Kieran estaba luchando contra una sonrisa. —Ahora bien, chica, me gustas, pero tienes a mi luchador todo irritado, así que, ¿qué vas a hacer al respecto? —dijo. No sabía si esperaba que me disculpara por besar a mi novio, o que termine lo que empezamos. Mi horror se debe haberse reflejado en mi cara, porque Kieran se echó a reír. —Piensas que es jodidamente gracioso, ¿verdad, pequeña mierda? Bueno, solo por eso, voy a dejarte hecho polvo esta tarde. Voy a hacer que te duela tanto que ni siquiera te importará tener una polla, y mucho menos si funciona. Para cuando haya terminado contigo, lo único que te preocupará es si vivirás lo suficiente como para llegar a tu cama —dijo Danny. Con las manos en las caderas, miró alegremente a Kieran, y la sonrisa de éste comenzó a desvanecerse cuando se dio cuenta de lo que le esperaba.

—No veo por qué no, funcionó para mí —dijo Con. Él y Danny parecían casi cómicos con sus poses idénticas. Ambos de pie con los brazos cruzados, las piernas apoyadas y la cabeza inclinada ligeramente hacia la derecha mientras observaban a Kieran haciendo sus abdominales colgantes. Solo que Con medía cerca de un metro con noventa y cinco, y Danny era alrededor de treinta centímetros más bajo. —Tuviste una reacción rápida, sin embargo. Solo con que Sol estando en la misma habitación que tú te ponía en marcha —Danny respondió en voz baja. —Todavía lo hace —respondió Con con una rara sonrisa.

—No estoy seguro de si funcionará tan bien para Kieran. Está muy feliz, no estoy seguro que podamos enfurecerlo lo suficiente —dijo Danny. —¿Estás jodidamente bromeando? ¿Has visto la forma en que la mira? Cualquiera que siquiera estornude demasiado cerca de su chica, y está listo para noquearlo. Cuanto más cerca de la pelea, peor se está volviendo. Prácticamente la montaba cuando los atrapaste en el casillero, ¿no es así? Y lo has estado entrenando duro durante ocho horas — contestó Con apasionadamente. —Está bien, ¿vamos a intentarlo? —respondió Danny. Ambos habían estado charlando entre ellos mientras yo escuchaba descaradamente. Pero ante la declaración de Danny, ambos me miraron. —¿Qué está pasando? —pregunté nerviosamente. —Kieran no quiere que te vayas, pero no está ni cerca del final del día, así que te vamos a poner a trabajar —refunfuño Danny. Solía saltar cada vez que Danny hacía eso, hasta que Em me explicó que no estaba enojado conmigo; así era como hablaba con todos. O tal vez solo estaba enojado con el mundo, pero no conmigo en particular. —¿Ponerme a trabajar? ¿Cómo? —pregunté con cautela. —Si te parece bien, van a poner a Kieran en el banco de pesas de forma continua durante media hora. Si puede hacerlo, puede irse a casa contigo. Si no, Con puede elegir cuál de los otros chicos te llevará a casa —dijo Em, y me dio una taza de té. —Pero no quiero irme a casa con nadie más que Kieran —protesté. —No te preocupes —respondió—. No hay forma de que Kieran te deje salir de aquí con otro tipo. Danny le pasó otra taza, y se sentó a mi lado, bebiendo su propia bebida mientras explicaba. —Cuando un luchador llega a esta etapa de su entrenamiento, golpea una pared. Se siente demasiado cansado para esforzarse más, así que necesita algo de motivación para vaciar lo último de las reservas que quedan en el tanque. Necesita terminar cada día de entrenamiento después de haber dado todo lo que tiene. En el caso de Kieran, su nivel de testosterona está tan alto que se esforzará más para impresionarte.

—Y cuando eso deje de funcionar, comenzaremos a joder con su cabeza para hacerlo ir aún más lejos —dijo Con, levantando a Em y sentándose con ella en su regazo. —¿Joder con su cabeza? ¿Cómo? —pregunté, completamente alarmada.

15 Traducido por Mary Rhysand

Kieran Irish olía jodidamente bien. Cada vez que levantaba la barra, inhalaba. El aroma limpio de las manzanas era casi suficiente para ahogar mi hedor después de un día de sangre, sudor y lágrimas. Sin embargo, a ella no parecía importarle. Cuando comencé a levantar, se veía nerviosa y contuve una sonrisa de suficiencia. ¡Como si alguna vez fuera a dejar que alguien más se la llevara a casa! Cuando Danny sugirió esto, lo acepté. El pensamiento de tenerla sola era toda la motivación que necesitaba. Nuestro beso no fue suficiente para saciar si mi sed. Ahora la anhelaba con cada célula de mi cuerpo. —Te estás ralentizando, chico —dijo Danny—. Tal vez uno de los otros muchachos debería tomar el turno. —Nadie la toca excepto yo —dije con énfasis. Manteniendo a Marie en mi línea de visión, seguí las repeticiones. —Tiempo —dijo Con. Lentamente, bajé la barra para ver su sonrisa de alivio. Estaba lejos de acabar por el día, pero sabiendo que se iría a casa conmigo, me hacía sentir como un jodido Dios. Moviéndome detrás de ella, la agarré por la cintura y la empujé hacia mi cuerpo. Inhaló fuertemente, y supe que sentía esto tanto como yo. Era difícil de creer que había evitado esta conexión por tanto tiempo. No era lujuria o algo que pudieras atribuir a una reacción química. Este sentimiento era más profundo. Era vinculante. Era tan jodidamente adictivo que me olvidaba del dolor y la fatiga. Me olvidaba de todo, excepto de mostrarle a esta mujer que yo era el hombre más fuerte de la habitación. Que sería su protector. El único hombre que podía darle lo que necesitaba. Finalmente, con renuencia, la liberé.

—Guantes puestos, chico enamorado. Tienes tres rondas completas conmigo antes de que puedas tenerla. Eso si alguien no te reemplaza antes —dijo Con mientras señalaba a Tommy con la cabeza. El cabrón estaba apoyado contra las cuerdas, charlando con mi chica. —Aléjate, Tommy —advertí. —Solo hablábamos —protestó, alzando sus manos en el aire inocentemente. No dudaba que estuviera diciendo la verdad, pero me hallaba en modo hombre de las cavernas. Nunca había estado tan acelerado antes. Ella era mía, y no la quería cerca de ningún otro macho alfa. Viendo la mirada en mi rostro, Tommy puso los ojos en blanco, pero se alejó de Irish. —Jodidas hormonas cuando ellos se enamoran. Hacen que los chicos normales se vuelvan jodidamente locos —murmuró, entre dientes. Me relajé un poco cuando ella me guiñó un ojo, sabiendo que mi posesividad no la había molestado. Afortunadamente para mí, Tommy cambió su atención hacia Em. Mostrando lo cómoda que era su larga amistad, le pasó un brazo por los hombros y la abrazó. Para mi diversión, Con dejó de sonreír y ahora parecía tan feroz como yo. —¿No tan divertido, no? —dije, molestándolo. —Bien entonces, cabrón. Comienza el juego —dijo Con, moviéndose hacia su esquina para ponerse los guantes. Tommy lo había molestado, y estaba buscando a alguien para descargar su mal humor. Por suerte para él, tenía unas cuentas frustraciones propias que quería liberar. —Esa es tu chica allá, y solo tienes que recordarlo —me susurró Danny al oído. El astuto hombre había salido de la nada, pero lo escuché mientras mantenía un ojo en Irish. —O’Connell te va a desarmar una pieza a la vez. Ese chico está en la mejor condición física. Está en su mejor momento. Nada ni nadie lo hará quedar mal frente a su esposa. Pero ya ves, esa es tu chica ahí abajo. Nunca te ha visto pelear antes. No te conoce como nosotros. Piensa que Con es la persona más peligrosa en esta sala. Probablemente ahora se esté preocupando de cómo te alejarás de esto. En este momento, él no es tu mejor amigo. No estás tirando de tus golpes. Sal y muéstrale que eres más fuerte, que estás más en forma y eres más rápido de lo que nadie

haya visto. Hazle olvidar que hay otros chicos aquí y asegúrate de que eres tú la persona con la que se va a casa. Mi sangre hervía, mi pulso latía en mis orejas. Estaba eléctrico. Estaba prendido. Estaba vivo. No había nada entre mi chica y yo, con la quería pasar el resto de mi vida, excepto él. Podría pensar que era el mejor en mundo, pero yo era mejor. ¿Por qué? Porque puede que él haya estado peleando toda su vida, pero toda su vida yo lo había estado observando. Sabía sus jugadas. Conocía sus debilidades. Sabía cómo ganar. No había tiempo para esperar y bailar alrededor. Nos conocíamos demasiado bien para eso. Estaba en este cuadrilátero para hacerme daño. Para hacerme trabajar por la victoria. Me lanzó implacable combinación tras combinación. Bloqueé repetidamente, tan acostumbrado a su estilo que mis movimientos eran instintivos. Había tenido toda una vida esquivando ese famoso gancho de su derecha. Era hora de desatar lo que realmente era capaz de hacer. Cada uno de nuestros golpes era brutal. Ambos estábamos dando todo lo que teníamos, sin reserva. Pero el final de la primera ronda, le había cortado el ojo y mi labio sangraba. El cabrón me sonrió, así que decidí hacerle más daño. Escupiendo sangre, me lancé hacia él. El segundo round fue igual de vicioso, y para la tercera ronda ambos respirábamos profundamente. Cambiando a zurdo de repente para despistarme, vino hacia mí. —Eres mío, hombrecito —dijo. —Ríete, Con, pero mi chica está viendo cada movimiento que hago ahora mismo. Se está imaginando la cantidad de energía que tengo para entrenar todo el día y aun así patear tu trasero. Y tu chica está colgando del brazo de Tommy Riordon, el maldito cazador de faldas más famoso de este lado del Mar de Irlanda —respondí con calma. Y allí estaba. Las habladurías de Con. Su fuerza y su último talón de Aquiles. Su esposa. No pudo resistir una rápida mirada a Tommy para ver si tenía razón. Amagando a la izquierda, esquivé su gancho derecho automático y le di el mío. Su golpe me rozó el hombro cuando me di la vuelta. El mío lo golpeó en la cara y lo puso en su trasero. No era su mejor amigo fácil de llevar. No era el alma de la fiesta. Era un luchador. Un campeón. Era el campeón de Marie, y no había nada ni nadie que me lo quitara. Con me miró desde el piso, y para mi sorpresa, sonreía de oreja a oreja.

—¿Por qué sonríes? —le pregunté, confuso. Él era un luchador de clase mundial, número uno, en lo absoluto de su juego, y lo había puesto de culo, Debería estar devastado, no sonriendo como un jodido loco. —Eres una jodida leyenda —me dijo, como si eso respondiera mi pregunta en lo absoluto. —Te dije que funcionaría —Con le dijo a Danny. —Tengo que admitirlo, chico. No lo hubiera creído, pero subestimé lo mal que está por esta chica —respondió Danny con una risa extraña. —Oh mierda —murmuró Can. Seguí su línea de visión hacia Irish. Observando el cuadrilátero debajo de nosotros, ella estaba blanca y temblaba. ¡Mierda! Entré completamente en pánico, de pie allí, congelado como un ciervo en los faros. Todos habíamos estado boxeando nuestras vidas enteras. Esto era el pan de cada día para nosotros. Pero ella solo había visto mi lado más suave. El lado que era suyo y solo suyo. Dentro de esas cuatro cuerdas, me había convertido en un atleta. Un asesino de piedra fría. Enfocado. Impulsado. Hambriento por la victoria. Había revelado mi ser más básico, y ella estaba aterrorizada. Di un paso hacia ella e incitativamente retrocedió. Me congelé de nuevo, temiendo que si me movía ella estallaría. Em miró hacia Con preocupada, pero no podía verlo. No podía quitar mis ojos de Irish. Si lo hacía, ella podría irse, y no sabía si regresaría. Una mano se posó en mi hombro, y Con me susurró en el oído: —Tengo esto. Moviéndose delante de mí, se quitó el guante restante y lo dejó caer sobre la lona. Separando las cuerdas, saltó hacia abajo. —Marie, ¿por qué no vamos por un paseo? Para tomar un poco de aire —sugirió Can. Irish me miró, por consejo supuse. Sus ojos se aguaron, y quise que esas lágrimas no cayeran. Quería muchas cosas en ese momento. Más que nada, recé por no haberla perdido, que su visión de mi lado oscuro no la hubiera enviado a correr hacia las colinas. La idea de pelear profesionalmente no me desconcertó, pero la idea de que ella me viera indigno me había asustado. No podía perderla. Ahora no.

La miré, inmóvil y petrificado, mientras Con se puso una capucha, y entonces la llevó hacia la calle. Todo lo que podía hacer era verla irse. El sonido de las puertas cerrándose hizo eco a través del gimnasio como una campana mortal. —No puedes ocultarlo de ella, Kier. Eres un luchador, y eso no va a cambiar. Ella necesita ver todo de ti, no solo los pedazos que le quieras mostrar —dijo Em. Caminó hacia el anillo de pelea, pero en vez de entrar, se recostó contra las cuerdas para hablarme. —¿Viste la mirada en su rostro? Eso no fue ni siquiera tres rondas. En ninguna parte tan sangrienta y brutal como esta batalla se llevará a cabo, y ella estaba destruida —respondí con tristeza. —Kieran —dijo ella gentilmente—. No tienes idea de lo que es ver a alguien que te importa recibir una paliza, pararte allí y, a sabiendas, verlo, golpe tras golpe sin poder hacer nada al respecto. —Pero Con es mi mejor amigo. Ella debió haber sabido que él nunca me heriría seriamente. Si no puede manejar eso, ¿qué esperanza tengo? —le pregunté seriamente. —Odio decirte esto —dijo con una risita—, pero ninguno de los dos estaba cuidando sus golpes. Todo lo que vio fue dos de los mejores peleadores en el mundo dándose duro. Fue la primera vez que te vio levantarle la mano a alguien, así que tienes que darle algo de tiempo para procesarlo. —¿Y si nunca lo procesa? Estás bien con que Con esté en el anillo de pelea, pero ella parecía aterrorizada.

Em se levantó un poco más erguida, su expresión suave se volvió un poco más seria. —No estoy, ni lo estaré nunca, bien con mi esposo en el cuadrilátero. Cuando se para en esa lona, finjo. Me pongo esta chapa de serenidad, y me quedo allí y soy quién necesita que sea. Cada vez, tengo fe en que pateará el trasero y traerá a casa una victoria. Pero mi miedo, que un solo puñetazo lo lastime gravemente, es tan fuerte como mi fe. Tragué duro, mi garganta completamente seca. No tenía ninguna idea de que se sentía de esa forma. —¿Por qué lo haces entonces? ¿Por qué vas con él a las peleas y lo dejas hacer lo que hace? —pregunté, confuso.

—Porque es quien es. Es lo que nació para ser. Quiero que cuelgue los guantes cuando esté listo, no porque quiera complacerme. Así que, no importa lo que tome, estaré allí para él. Creo que Marie te ama, y si tengo razón, ella hará lo mismo. Hoy fue impactante, pero apuesto un buen dinero que para mañana, será la chica feliz que todos conocemos y amamos. —¿Crees que me ama? —pregunté quedamente, incapaz de detener una pequeña sonrisa. —¿Quién no lo estaría? —respondió Em.

Me froté el mentón recién afeitado y suspiré, mi mirada desviándose hacia la puerta. —Ella estará aquí —me aseguró Con, con una palmadita en la espalda. Deseé haber podido compartir su optimismo, pero habían pasado veinticuatro horas. Me envió un mensaje de texto en el que se disculpaba por haberse ido y explicando que estaba cansada y que me vería mañana. Cuando llamé, su teléfono estaba apagado. Me pasé la noche dando vueltas, luchando contra las ganas de ir por ella en lugar de darle tiempo. —Lo siento, Kier. Tenemos que irnos ahora o puede que no lleguemos a tiempo —dijo Heath simpáticamente. Todos sabía por quién había estado esperando, y con cada minuto que pasaba, sus caras comenzaban a reflejar la desesperación que estaba sintiendo. De mala gana, me puse de pie, me puse la chaqueta de cuero y me agarré el casco. No había nada que quisiera más que subir en mi moto y buscarla. Para compensar los días y las noches que no había podido pasar con ella. Para finalmente hacerla mía. Aunque no pude hacerlo. No importaba qué. Cada hombre aquí había invertido algo en llevarme tan lejos. Habían invertido algo en mí, y no los defraudaría. Irish significaba el mundo para mí, pero muy en lo profundo en mi ser había una necesidad de subirme al cuadrilátero, abrirme, y ver lo que podía hacer. El problema de Con era contenerse, mantener el control de sí mismo el tiempo suficiente para que la magia sucediera. Mi problema era liberar el control. Necesitaba saber, de una vez por todas, lo que podía hacer, si era lo suficientemente bueno para lograrlo. No quería ser un

viejo y yacer en mi cama preguntándome lo que podía haber sido si solo hubiera tomado la oportunidad. Y la estaba tomando. Eso no significaba que esta fuera una situación de uno u otro. Irish era mía, lo supiera o no. Puede que haya un millón de tipos más merecedores de ella que yo, pero sabía lo rara y preciosa que era, y no la estaba dejando ir. Si un millón de hombres dignos la quisieran, tendrían que superarme. Porque nadie la cuidaría, la adoraría, como yo lo haría. Mañana iba a ganar la pelea, y cuando lo hiciera, iría por ella. Así me tomara el resto de la vida, iba a hacer que se enamorara de mí tan fuerte como yo lo había hecho de ella. Con esa resolución y determinación vinculante en mente, seguí a los muchachos confiados hacia la puerta. Lo que encontré afuera casi me puso de rodillas. —Oye, estaba empezando a extrañarte —dijo quedamente Irish. Sus mejillas se hallaban sonrojadas por el frio, sus manos en los bolsillos de su chaqueta de cuero corta. ¿Honestamente? Nunca había visto algo más hermoso. El peso que había estado llevando en mis hombros todo el día desapareció mientras ella hablaba. Sin decir una palabra, caminé hacia ella. Tomando la suave bufanda de lana que descansaba alrededor de su cuello, la atraje hacia mí y apoyé mi frente suavemente contra la de ella. Mis ojos se cerraron cuando inhalé profundamente, atrayendo el olor a manzana profundamente en mis pulmones. Hambriento por más, le acaricié el cuello, mis labios desesperadamente cerca de su piel suave. Estaba a milímetros de ver si sabía tan bien como olía, pero si empezaba, nunca me detendría. Ella se rió, mi nariz fría le hacía cosquillas. El sonido era música para mis oídos. —Volviste —le susurré. —Nunca te dejé —respondió. —Estaba preocupado de haberte asustado. Ya sabes, viendo lo violentas que pueden ser las peleas. Viendo cuan violento puedo ser yo —le admití. Pensó con cuidado, frunció el ceño, concentrada, antes de responder. —No soy estúpida. Sabía que todos eran luchadores y lo que eso significaba. Sabía que no eras un niño de coro. Pero nunca me di cuenta de cómo se sentiría ver a alguien tratando de lastimarte. Quería que

ganaras, pero estaba petrificada porque te lastimarías. La mirada en la cara de Con era simplemente... aterradora —respondió ella. Alzando su rostro con mi nudillo, miré profundamente en sus ojos. —El mundo alrededor de nosotros, ya sea en el gimnasio o entre las cuerdas, lo tengo. Puedo controlarlo. Pero necesito saber que esto — dije, señalando entre ambos—, es sólido como roca. Sin ti, no puedo respirar. Cuando pienso en hacer esto sin ti, hay un dolor en mi pecho que no se va. Puedo luchar con quien sea que pongas frente a mí. Derrotaré a cualquier hombre que trata de hacerme frente, pero te necesito conmigo. —Siempre estaré contigo, Kier —me susurró—. Siempre. Envolviendo su mano alrededor de mi cuello, presionó sus labios contra los míos. Alcanzando su cintura, la jalé fuertemente contra mí, sin querer un soplo de aire entre nosotros. Me abrió la boca y perdí la capacidad de pensar. Uno de nosotros gimió, pero no tenía idea quién. No me importaba. Su lengua se deslizó contra la mía, y lo perdí. Quería ser amable, pero ella era una adicción que estaba desesperada por alimentar. Se estremeció cuando moví mi mano debajo de su chaqueta y suéter para acariciar la piel desnuda en la base de su columna vertebral. Su mano envolvió mi cabello y lo agarró con urgencia. Estaba tan consumida por el beso como yo, ajena a cualquier otra cosa. —¿Qué mierdas dije sobre marranadas en mi gimnasio? —gritó Danny, haciéndonos saltar con culpa. —Ah, déjalos —respondió Tommy—. No están dentro. Están en la puerta. Además disfrutábamos el espectáculo. Irish enterró su cara en mi pecho con vergüenza. Me habría preocupado, pero capté su tímida sonrisa antes de que se escondiera. Mirando por encima de mi hombro, pude ver a todos los cabrones alineados, mirándonos con diversión. Tommy incluso estaba sosteniendo una bolsa de patatas fritas mientras lo miraba. —Váyanse a la mierda —les dije jovialmente, envolviendo mi brazo protectoramente alrededor de mi chica. —Todos ustedes se van a la mierda —dijo Danny mientras cerraba la puerta del gimnasio—. ¡Él debe estar en el escenario en una hora, y ya estamos llegando tarde!

16 Traducido por Candy27

Marie Llegamos al pesaje de Kieran por los pelos. Siguiendo a Heath a través de la puerta trasera de la arena, atravesamos docenas de corpulentos guardias de seguridad con gorras y camisas negras, quienes saludaron con la cabeza a Con y a Kieran como si los conocieran. Finalmente, llegamos juntos a un vestuario. Era un básico con un espejo y un par de sillas, pero por la manera en la que los chicos estaban alrededor, no creía que fuéramos a estar allí por mucho tiempo. —Bueno, ¡esto es emocionante, a que sí! —exclamó Em. —Actúas como si nunca hubieras estado en una de estas antes. Debes haber hecho docenas —remarqué. —Nunca he estado en un pesaje —explicó—. En las peleas, me siento con Nikki si viene, pero todos los chicos están conmigo. Solo Kieran y Danny están en la esquina de O’Conell. Pero en los pesajes todos los chicos están en el escenario con él. No quiero estar en las fotos de la prensa, y O’Conell no quiere que esté desprotegida, así que usualmente me quedo en casa o en el gimnasio con una niñera —dice, poniendo los ojos en blanco ante la sobreprotección de Con. —No tengo que ir al escenario, ¿verdad? —pregunté horrorizada. —No si no quieres, amor —dijo Kieran, envolviendo sus manos alrededor de mi cintura y empujándome para quedarme entre sus piernas. —Estoy bien solo viéndote desde los laterales, ¿mientras eso esté bien contigo? —le dije.

—Mientras estés aquí conmigo, no me importa dónde te quedes — dijo. —Ven y quédate conmigo, niña. Cuidaré de ti —dijo Tommy, guiñándome un ojo. —He cambiado de opinión —dijo Kier, dándole a Tommy una mirada mortal—. Sí me importa dónde te quedes. —¿Dónde está Albie? —le pregunté a Liam. Respondió con una tímida y secreta sonrisa que siempre llevaba cuando estaba pensando en su novio. —Está cenando con su familia esta noche. Su madre y sus hermanas han estado comprando cosas para nosotros. Ya sabes, sábanas, toallas y mierdas. Querían que fuera también para que pudieran enseñárnoslo todo, pero tu viejo hombre me necesitaba más — dijo. —Deberías haberlo dicho, compañero. Hubiera entendido que quisieras ir ahí en su lugar —le dijo Kier. —Nah, está bien —respondió Liam—. La madre de Albie entiende cuán importante es esto. Además, tengo la sensación de que cenar con su familia va a ser bastante común desde ahora —respondió Liam. —¿Está contenta entonces con que estés follándote a su hijo y eso? —preguntó Tommy. Kieran saltó antes de que Liam se enfadara y le golpeara. —¿Sigues buscando a un chico, Tommy? Liam y Albie son sólidos, y sé que has tenido un flechazo por mí todos estos años, pero también estoy fuera del mercado. Aun así, en algún lugar hay un chico para ti. —¡Pero qué jodida mierda! —protestó Tommy, sonando molesto—. No estaba preguntando si iba a estar soltero pronto. Solo estaba preguntando si la familia de Albie está bien con ser amigo de Dorothy2. Además, por millonésima vez, ¡no soy jodidamente gay! —Lo que tú digas, Tommy —dijo Liam, uniéndose a la diversión—. Pero en cualquier momento que sientas la urgencia de experimentar, solo llama.

2

N.T: Es una jerga que significa que eres un hombre gay.

Tommy se inclinó lejos de Liam, mirándolo absolutamente horrorizado. —Sigues esa oferta tocándome cualquier parte de mi cuerpo, y te golpearé la mierda fuera —le advirtió Tommy. Si su lio no hubiera sido suficientemente divertido, ver a un tipo del tamaño de Tommy amenazar a Liam, quien era suficientemente grande para aplastarlo como un escarabajo, me hizo reír entre dientes. De repente, la puerta se abrió y uno de los organizadores, llevando una insignia identificadora en un cordel alrededor del cuello, le dijo a Heath: —Es la hora. Kier besó un lado de mi cuello, y después me dejó ir. —Heath va a dirigirte a tu asiento en la parte delantera después se juntará con nosotros en el escenario. Cuando terminemos, vendrá aquí y te traerá de vuelta aquí. —Bien, amor. Intentaré no saltarte encima cuando empieces a quitarte tu vestimenta —respondí. Enredando su mano en mi pelo, me besó duro antes de dejarme ir de nuevo. —Puedes saltar sobre mí en cualquier momento. Pero si lo haces frente a un par de cientos de personas y una audiencia televisiva, entonces prepárate para que tengan un espectáculo —susurró. —Entonces mejor mantener mi apreciación de tus abdominales como una tabla de lavar hasta después de la pelea, cuando pueda mostrarte mi admiración en privado —le susurré de vuelta, haciéndole gemir. —Mierda, ¿realmente quieres que salga con una erección? —Solo si es por mí. —Siempre. —Besó retorcerme y reír.

mi

cuello

juguetonamente,

haciéndome

—Por el amor de Dios, Earnshaw, separa a Romeo y Julieta de ahí y pongamos este espectáculo en camino —ladró Danny a Heath. Nos sonreímos mutuamente mientras yo seguía a Heath y Em fuera de la habitación, escuchando a Danny murmurar en voz baja: —Soy demasiado viejo para esta mierda.

—¿En serio? ¿De todos los nombres geniales que pudiste haber elegido cuando me registraste, «The Storm»3 fue lo mejor que se te ocurrió? —le dijo Kieran a Con. —¿Qué? ¿No lo entiendes? Una tormenta es un bebé huracán, ya sabes, como si fueras una versión más pequeño y menos poderosa de mí —respondió Con, riéndose de su propia inteligencia. —Muy jodidamente divertido, gilipollas —respondió Kieran. Pero sabía que no estaba enojado por eso. Kieran había pesado doscientas veinte libras. Aparentemente ese era el mismo peso exacto de Con cuando luchó por el mismo título. Los muchachos lo habían tomado como un buen presagio y habían estado de muy buen humor desde entonces. —¿A dónde demonios vamos ahora? —le pregunté, riéndome por la exuberancia de Kieran. Esperaba que nos fuéramos directamente a casa, pero para mi sorpresa, seguimos el convoy de muchachos y pasamos por delante de la casa de Kieran y seguimos conduciendo durante otros diez minutos. —Estamos siguiendo la tradición —respondió. Sus dedos se enredaron con los míos mientras subíamos las escaleras de una antigua iglesia. Era surrealista haber pasado del circo mediático del pesado, a la serenidad tranquila que era una iglesia católica en la noche, pero entonces nada de mi tiempo con Kieran había sido normal. Todos se veían cómodos cuando encontraron un asiento en los bancos de atrás, así que seguí la guía de Kieran y me acurruqué cerca cuando envolvió su brazo alrededor de mí. Sintiéndome un poco cansada, descansé mi cabeza en su hombro mientras escuchaba a los chicos analizar la noche, saltando cuando el sonido de una puerta cerrarse hizo un fuerte ruido. —Bueno, muchachos, ¿están listos para la gran noche, entonces? —dijo el sacerdote, frotándose las manos emocionado mientras caminaba hacia nosotros. —Lo estamos, Padre Pat —respondió Danny mientras se levantaba para estrecharle la mano.

3

N.T. Hace referencia al título del libro que puede significar “Huracán” o “Tormenta”.

—Esa es una gran noticia —respondió el Padre Pat—. ¿Y qué probabilidades hay que Ratray le dé, lo sabrías? —Veinte a uno, a causa de su clasificación —respondió Tommy. Miré de vuelta al Padre Pat en estado de conmoción. —Maldición, haremos un asesinato —soltó el Padre Pat. Quedó claro que el comentario se le había escapado, porque hizo el signo de la cruz y murmuró en voz baja justo después—: Bendíceme, Padre, porque he pecado. —Entonces, ¿cuánto voy a poner por usted? —le preguntó Tommy. —Digamos doscientas libras —respondió el Padre Pat—. Los cojines de los bancos necesitan ser reemplazados, y en veinte a uno, eso sería suficiente. La señora Gilbert, que hace las flores, ha preguntado si también puede poner veinte libras. Lo haría ella misma cuando hace la lotería irlandesa, pero su artritis se la ha estado jugando últimamente. —Está hecho —respondió Tommy, sacando lápiz y papel del bolsillo trasero para marcar las apuestas. —No hay irónicamente.

presión

para

ganar,

Padre

—comentó

Kieran

—Mi niño, tienes esto en el bote —respondió el Padre Pat—. Además, cuando hay bancos con cojines involucrados, Dios está siempre de tu lado. Ahora estás empezando a ponerte un poco nervioso. No dudo que parecen mejores tus posibilidades, pero doscientas libras, no estás haciendo nada por mis nervios, así que es mejor que te tengamos primero. Kieran apretó mi mano, luego se levantó para seguir al sacerdote hasta lo que supuse que era el confesionario. Segundos más tarde, Em se deslizó en su asiento vacío. —¿Tienes idea de lo que está pasando?, porque he sido católica toda mi vida y esto nunca me había pasado en la iglesia —le pregunté. —No te preocupes, me sorprendí igual cuando Con me trajo aquí antes de su primera gran pelea. Al Padre Pat le gusta apostar en todas las peleas de los chicos, pero no se le puede ver apostando cuando hay mucho dinero involucrado. Por otra parte, considera que cualquier cosa que supere las diez libras para apostar es grande —explicó. —¿No está mal de todas maneras? ¿No sienten la presión de decepcionarlo si no ganan?

—Creo que es lo contrario para ellos. Lo ven como una muestra de fe. Que crea en ellos lo suficiente para apostar por ellos el dinero de la iglesia. —¡Está apostando fondos de la iglesia! —exclamé. —No, es su salario el que apuesta, pero pone las ganancias de vuelta —me tranquilizó, lo que me pareció un poco menos escandaloso. Incluso noble. —¿Qué quiso decir Kieran cuando dijo que esto era una tradición? —La noche antes de que cualquiera de los chicos, jóvenes o viejos, tenga una gran pelea, todos los del club van a confesarse. Es la forma en la que Danny se asegura de que quien esté peleando tenga la cabeza clara. Todos los chicos se unen porque somos una familia. Solo uno de nosotros entra al cuadrilátero, pero con nosotros detrás de él, nunca está solo. Mi corazón se calentó con sus palabras, y me di cuenta de lo especial que era este momento. Kieran me estaba haciendo parte de su familia, y el vínculo entre ellos no podría haber sido más fuerte. Cuando finalmente salió, sus mejillas estaban enrojecidas. Lo que dijo, debió haber sido lo bastante escandaloso para hacerlo sonrojar, pero nunca pude averiguarlo porque el Padre Pat me llamó. Responsablemente, me puse de pie y lo seguí mientras me llevaba a una pequeña antecámara. Cuando la puerta se cerró detrás nosotros, se volvió para mirarme. —Entonces, ¿una taza de té? —preguntó. —Um, eso sería encantador. Gracias —le respondí cortésmente. Me quedé incómoda, insegura de mí misma y de qué hacer. Ya me había confesado muchas veces, pero el té y las apuestas nunca habían estado involucrados. —Toma asiento, querida. Creo que tengo algunas galletas de chocolate en algún lugar, pero no estoy seguro. Si no, definitivamente tengo algunas natillas de crema. Por lo general, tengo a Tommy en primer lugar, ya que su lista es la más larga, pero el pequeño y descarado glotón puede devorar un paquete de galletas en menos tiempo del que me toma decir un Ave María. Sonreí mientras me sentaba. Él tenía una forma de hacerlo que te hacía sentirle menos como un extraño y más como un amigo.

—Bingo —gritó y salió de detrás de la cortina de lo que asumí, por el sonido de una caldera hirviendo, era una pequeña cocinita. Lanzó un paquete de dedos de chocolate hacia mí. Pensando que sería grosero no hacerlo, después de todos sus esfuerzos por cazarlos, abrí el paquete y tomé uno. Cinco galletas más tarde, me entregó mi taza y empujé el paquete con aire de culpabilidad hacia él. —Esto está bien —dijo, mojando dos en su té y chupando el chocolate antes de sumergirlos nuevamente y terminarlos. No pude evitar reírme de sus travesuras infantiles—. La mejor manera de comerlos —me dijo—. Ahora, he oído que tienes un corazón débil. —Guau, eso es directo. Um, sí, tuve mucha cirugía cardíaca cuando era más joven. —Lo siento si te he ofendido con mi brusquedad. Me temo que la vejez y demasiados años con los chicos de Driscoll me han robado todo el tacto. Estoy acostumbrado a hablar de forma directa —respondió tímidamente. —No estoy ofendida, Padre. Supongo que no estoy acostumbrada a las personas que quieren discutirlo. —Eso es comprensible. Pero creo que es bueno hablar de las cosas que nos preocupan. Preocuparse no quita nuestros problemas. Simplemente nos roba la fuerza que necesitamos para lidiar con ellos. —¿Kieran ha estado compartiendo sus preocupaciones contigo? — le pregunté. Parecía estar a favor de la franqueza, así que no pensé que encontraría mi pregunta grosera. —Por supuesto. Es por lo que estoy aquí, especialmente esta noche de todas las noches. Mejor que se quite algo de lo que necesita del pecho, en lugar de llevarlo al cuadrilátero —explicó—. Por supuesto, lo que le aflige no es lo que te imaginas. Creo que es justo decir que evitó las relaciones a largo plazo porque experimentó el dolor de ver a su madre perder el amor de su vida. Creció creyendo que el amor es como un fuego que te quemará. Ahora que te ha encontrado, ve que el fuego puede no quemar, sino forjar. Hice una pausa, mi taza se quedó a medio camino hacia mi boca, y lo miré en conmoción por su profundidad. —Dios, eso fue muy profundo, ¿verdad? Debería escribir algo de esto. Tal vez menos gente se quedaría dormida en mis sermones si los escribiera de antemano. —Se rió.

—¿No prepara un sermón para la misa? —Por lo general, no, querida. Me he vuelto muy adepto a lanzarlo dependiendo de mi audiencia y de si he tenido la extraña pinta de Guinness la noche anterior. Aunque encuentro que mi congregación dona un poco más generosamente a la colección si la mantengo breve y dulce. Así que tal vez mis perlas de sabiduría se revelen mejor con una taza de té y unas bonitas galletas. Extendió el paquete de tentaciones de chocolate, y tomó toda mi fuerza de voluntad rechazarlo. —Entonces, si Kieran no está preocupado por mi corazón, entonces supongo que usted debe estarlo, o no estaríamos teniendo esta conversación. —Esperé su condena, para que me diera todas las razones que le di a Kieran de por qué no deberíamos estar juntos. —Mi niña, no podrías estar más lejos de la verdad. No importa cuánto tiempo o cuan breve sea el camino juntos, el amor no cambia el destino. Simplemente hace el viaje más dulce. Él estará contigo todo el camino a partir de ahora, no importa lo que pase. Una vez que toma una decisión, no es de los que se preocupa por los que pasa si o a lo mejor. Lo que le preocupa son tus miedos. No quiere que tu ansiedad te ciegue ante las grandes cosas que les esperan a los dos. —Por supuesto que me preocupo por estas cosas. ¿Cómo no hacerlo? Y si estuviera en mis zapatos, se preocuparía también. —Tal vez —respondió—. Pero un día, todos dejaremos este mundo atrás. Lo único importante es que vivas una vida que recordarás. —He escuchado eso antes. ¿Es esa una cita famosa? —Es Avicii. Gran canción. Ahora tengo un ordenador portátil gracias a Tommy, así que consigo todo tipo de música a través de ese YouTube. —Bueno, es una gran filosofía, pero he estado agonizando por estas cosas durante la mayor parte de mi vida. —Más razón para dejarlo ir, niña.

Cuando llegamos a casa, sentí una clase de paz que nunca antes había sentido. En la parte de atrás de la moto de Kieran no había nada

más en el mundo aparte de nosotros dos. No había nada más que un camino abierto por delante y un futuro hacia el que viajábamos juntos. Casi lo lamenté cuando nos detuvimos. —Cuando termine tu pelea, ¿podemos tomarnos un día libre y simplemente ir lo más lejos que podamos? —le pregunté con nostalgia. —Nena, podemos hacer lo que quieras. —Besó la punta de mi nariz mientras me ayudaba a quitarme el casco—. Como que me excita que te haya convertido en una chica motera. —Todo te pone cachondo. —Me reí de su estado de excitación casi permanente. —No te equivocas, amor. Inclinándose, me levantó por encima del hombro alzándome como un bombero. Con una mano sosteniendo nuestros cascos y la otra a medio camino de mi muslo vestido de mezclilla, abrió la puerta principal y subió las escaleras. —¡Kieran! ¡Bájame! Se supone que debes estar descansando. ¿Qué pasa si te da un tirón en el musculo o algo así? —le regañé. —Por favor, ¿te has pesado últimamente? Hago pesas con más de lo que pesas. —¿Qué es tan urgente que no puedes esperar a que suba las escaleras? —Mi voz tartamudeaba mientras subía de dos en dos. —En menos de veinticuatro horas, estarás montando en mi tren de amor hasta el paraíso, y necesito un regalo que me ayude a llegar hasta la estación. Me eché a reír cuando me bajó suavemente, luego me hizo pasar por la puerta tan pronto como se abrió. —¿Tren del amor? —pregunté, aun sonriendo. —¿Qué? Pensé que era más poético que pene.

17 Traducido por Candy27

Kieran —¿Qué estás haciendo? —preguntó ella sin aliento. Desvistiéndonos a los dos al mismo tiempo, no podía quitarle la ropa lo suficientemente rápido. Al sentir su cuerpo presionado contra el mío en el largo viaje en moto a casa había tenido a mis niveles de testosterona disparándose. Estaba amplificado. Estaba preparado. Estaba listo. Era una euforia que no podía comenzar a describir, sabiendo que mi cuerpo estaba en la mejor condición física. Estaba en mejor forma, era más rápido y feroz que nunca. Si Irish me pidiera que conquistara el mundo para ella mañana, podría hacerlo. Pero era más que eso. En este juego, el físico era solo la mitad de la pelea. La otra mitad era mental. Mis amigos. Mi familia. Mi chica. Todos ellos ayudaron a crear al hombre que subiría a ese cuadrilátero mañana. El hombre en el que me había convertido. El olor de su perfume, el toque de su piel, cada cosa de ella tenía a mi sinapsis disparada. Mi necesidad de reclamarla, de poseerla, era casi violenta. Era dueña de cada parte de mí, y esta noche iba a demostrárselo. Alcanzando detrás de mí, me quité la camisa y la tiré al suelo con el resto de nuestra ropa. Desesperado por moldear su cuerpo con el mío, la empujé suavemente contra la puerta y la besé profundamente. El sabor de sus dulces y gruesos labios era adictivo. Me di un festín.

Metiendo mi mano entre sus suaves rizos, la devoré. Nuestros labios se separaron por el menor tiempo posible. Nuestra necesidad mutua era más fuerte que nuestra necesidad de respirar. Sabía que esto no terminaría como quería, conmigo enterrado tan profundamente dentro de ella que no podía decir dónde terminaba ella y dónde comenzaba yo, pero cuando estaba a punto de alejarme, ella acarició con su lengua tentativamente la mía. Fue como agregarle combustible al fuego. Gimió en mi boca y el sonido vibró directamente a mi pene. No había manera de que pudiera estar más duro de lo que estaba entonces. Torturándome un poco más, deslicé mi mano por su muslo y la levanté para que me rodeara con las piernas. Apretando mis caderas contra las de ella, presioné la costura de sus pantalones vaqueros contra su centro, con cada empuje, pude ver por la dificultad de su respiración, que estaba cerca, y no estaba sola. Facilitando su bajada sobre el borde, le di a sus labios un último beso, luego dejé caer su pierna y la levanté estilo nupcial. Las farolas de fuera iluminaban la habitación lo suficiente como para no tener que perder el tiempo en encender las luces. El animal en mí quería tirarla sobre la cama y rasgarle el resto de la ropa. El hombre en mí quería venerarla y cuidarla. La mirada que me dio, tan llena de amor y ternura, satisfizo a ambos. Acostándola con suavidad, me cerní sobre ella, poniendo mi peso sobre los antebrazos, y no pude hacer nada más que mirarla. El contraste de su piel pálida y suave contra la mía me fascinaba. No tenía ni idea de por qué alguien tan puro y hermoso, por dentro y por fuera, me elegiría, pero nunca la tomaría por sentado. —Te amo —susurré, tan silenciosamente que me pregunté si me escuchó. Se quedó quieta debajo de mí, y después de un momento que duró toda la eternidad, inclinó mi barbilla para que mi mirada se encontrara con la suya. —Yo también te amo —respondió, y así, todo estaba bien con el mundo. Sonriendo con pura felicidad sin adulterar, la besé. Algo entre nosotros había cambiado. No solo había un conocimiento de mí mismo, de lo que había entrenado a mi cuerpo para hacer, ahora había un conocimiento de nosotros y de quién podíamos ser juntos. Desabroché el botón superior de sus jeans y los deslicé por sus piernas, con lo que había fantaseado. Regularmente.

Sus manos se movieron hacia la hebilla de mi cinturón, pero la detuve. —Aún no. Esta noche es sobre ti, y apenas me voy a mantener como estoy. Mañana por la noche puedes desnudarme antes de que salgamos del vestuario. Pero si mi polla toca cualquier parte de tu cuerpo esta noche, voy a venirme, y realmente no quiero que Danny haga picadillo con mis bolas. —Tal vez deberíamos parar entonces —sugirió—. No parece justo que sigas complaciéndome cuando no puedes sacar nada de eso. —Confía en mí, Irish, obtengo mucho de ello. Ahora, tengo algo de energía acumulada para quemar, así que relájate y disfruta del viaje. —Sí, señor —respondió, y joder, si eso no hizo que mi pene se contrajera. Su ropa interior de encaje se veía negra en la penumbra y tan delicada contra mis manos grandes y torpes, mientras deslizaba las correas de su sostén por sus hombros. Terminó lo que había empezado y lo sacó por completo. Cuando terminó, fue por sus bragas, pero detuve su mano. Casi con reverencia, las descolgué por sus piernas, sintiendo el temblor que desmentía su confianza. Nunca nada se había comparado con este momento. Hacer el amor con alguien a quien amaba me satisfacía tan completamente de una manera en la que nada más lo haría. Era posible que el temblor no fuera suyo, sino mío. Me moví para acostarme a su lado. Besándola suavemente, tracé círculos en la parte baja de su espalda hasta que se estremeció y se enterró en el calor de mi cuerpo. —Dímelo otra vez —le susurré. —Te amo, Kier —respondió, sabiendo al instante lo que quería decir. Era todo lo que quería escuchar, todo lo que necesitaba escuchar por el resto de mi vida. Separó sus piernas mientras mi toque se movía más cerca de su núcleo. Sus labios se abrieron cuando arqueó la espalda con deliciosa anticipación, y le di lo que ansiaba. Gimió mientras mis dedos trazaban suaves círculos a través de sus pliegues. Nunca había visto nada más hermoso que su cuerpo en medio del éxtasis. Incluso su cicatriz quirúrgica era impecable. Era la insignia de honor la que hizo de mi niña una guerrera. Inclinándome hacia adelante, pasé mi lengua por ella antes de salpicarla con besos.

Irish estaba tan cerca que me agarró el brazo con fuerza. El dolor de deshacerme de mis vaqueros y hundir mi cuerpo profundamente en el de ella era casi insoportable. Sabiendo que no duraría mucho más, deslicé dos dedos dentro de ella y golpeé mi pulgar contra su clítoris. Su agarre era casi doloroso cuando gritó. Su cuerpo se dobló con el orgasmo antes de que se derritiera contra mí. Todo el tiempo, me miró fijamente a los ojos, su mirada inquebrantable. Fue el momento más íntimo que jamás haya experimentado. Cuando puse su cuerpo exhausto contra el mío, me pregunté cómo dos pequeñas palabras podían ser suficientes para expresar cómo se sentía esto.

Cada luchador traía algo diferente al anillo de pelea. Algunos llevaban rabia y buscaban aprovecharla. Algunos llevaban el miedo y trataban de superarlo. Aun así, muy pocos, como Con, hacían magia. Cada hombre traía lo que necesitaba para darse esa ventaja para ganar. Yo llevaba el orgullo. Orgullo y dolor. Antes de cualquier pelea, miraba al otro lado del anillo, imaginando que mi Pa estaba parado en la parte de atrás, en alguna parte, con una pinta en la mano, hablando con sus compañeros sobre cómo era su hijo y cuán orgulloso estaba de mí. No importaba si ganaba o no. Sabía que le hubiera encantado verme pelear. Se había ido, lo había estado durante mucho tiempo, pero eso no me impedía imaginar su voz gritando mi nombre desde el otro lado de la habitación, animándome. Entraba en el cuadrilátero con orgullo, y me iba con éste. ¿Pero el dolor? Se lo daba al hombre que dejé atrás. La rabia por saber que mi Pa no estaba mirando desde la primera fila, justo donde debería haber estado, que reprimía todos y cada uno de los días. Cuando sonaba la campana, toda esa ira y frustración se metían en cada golpe. Dentro de esas cuerdas, me convertía en el hombre que necesitaba ser. Perder a un ser querido era un dolor que llevabas contigo, pero un día, si tienes suerte, te encuentras con alguien que te quita el dolor y lo hace suyo, que te hace sentir cosas tan abrumadoras y poderosas que te olvidas de estar triste. Así era cuando estaba con Irish. Después de lo que habíamos hecho juntos, después de las palabras que habíamos dicho, no quería nada más que abrazarla y amarla todo el tiempo que me dejara. Fue por eso por lo que tuve que irme.

Parecía tan tranquila, que no pude resistirme a inclinarme para besar sus suaves y gruesos labios. Se despertó sobresaltada y, mirándome, observó el hecho de que estaba vestido. —¿A dónde vas? —preguntó. —A poner mi cabeza en el juego, amor. Si paso una hora más en la cama contigo, olvidaré mi razón para pelear. Mañana a esta hora, seré todo tuyo, pero esta noche se la debo a los chicos. Tomando la parte delantera de mi suéter, me empujó un poco hacia adelante. —Te la debes a ti también. Ahora ve a hacer lo que tengas que hacer y hazme sentir orgullosa. Yo seré la que está de verde esperándote en la primera fila —respondió con una sonrisa perezosa. —¿Estarás vistiendo de verde? Nada más sexy que ver a mi chica sentada en primera fila y usando mis colores. Mierda, casi siempre me venía cada vez que caminaba con alguna de mis ropas. Tenía una preferencia particular por verla en nada más que en simples braguitas blancas y una de mis sudaderas. —Por supuesto que usaré tus colores. Así es como sabrán que soy tu chica. Además, puedes vestir una camiseta de Inglaterra el día de San Jorge y lo llamaremos parejo. Me estremecí al pensarlo. —Todos sabrán que eres mi chica por el guardia del cuadrilátero que tendré a tu alrededor —le dije, haciéndola poner los ojos en blanco. —Honestamente, ¿qué crees que me va a pasar? Es un combate de boxeo profesional. —¿Alguna vez has estado en un combate de boxeo, amor? —Bueno no. —Habrá hombres y cerveza, y tú con el culo más sexy que he visto nunca. Incluso si un cabrón intenta conversar contigo o comenzar algo mientras estoy arriba en el anillo de pelea, es probable que pierda mi licencia de boxeo de por vida. Me dio esa mirada sufrida que decía que estaba exagerando, pero ahuecó mi mandíbula mientras se inclinaba hacia delante para besarme suavemente.

—Entonces me quedaré en tu círculo de amigos hasta que te hayas ganado un título, porque hay un solo hombre con el que estoy empezando algo mañana —dijo, hablándole a mi lado posesivo. —Agárrate las bragas, Irish. Se avecina una tormenta. Con una sonrisa descarada, le di un último beso prolongado antes de recoger mi bolsa de entrenamiento y alejarme. —La línea más hortera que he oído nunca —gritó detrás de mí. —Pero eso te hizo mojar, ¿verdad? —dije y cerré la puerta ante el sonido perfecto de su risita.

Cuando salí del edificio, rodeé el auto de Con estacionado junto al bordillo con el motor en marcha. —¿Entonces eres un maldito psíquico? —le pregunté, saltando al asiento del pasajero. —No necesito serlo, idiota —respondió con una risita—. Sólo pienso exactamente de la misma manera en la que lo haces tú. Bajo ninguna circunstancia estaría la noche antes de una pelea con mi chica. No necesito estar en ningún sitio el día de la pelea, excepto tan lejos de ella como sea posible. No puedes poner tu cabeza en el lugar correcto para una pelea con una mujer que te suaviza. —¿Por qué el aventón entonces? —Me sentía generoso, imbécil. Estoy bastante seguro de que Em te apostará dinero. Lo último que necesito es que te caigas de la moto porque tu cabeza está en otra parte y perder un buen dinero. —¡Guau! Estoy sintiendo el amor de mierda aquí, hermano. Entonces, ¿a dónde vamos? —Donde siempre vamos —respondió mientras se alejaba de la acera—. A casa.

Resulta que en casa es exactamente donde necesitaba estar. Era sábado, por lo que muchos de los niños más pequeños estaban en el gimnasio de Driscoll, entrenando con Danny y Liam. Cuando Con estaba en el país, también participaba en el entrenamiento del sábado. Los niños

lo miraban con asombro, como si fuera algún tipo de estrella de rock. Supuse que para ellos lo era. Tal vez algún día me mirarían así. —Kier, ¿me ayudarás con el saco de nuevo? —me preguntó Pete. Tenía unos diez años y tenía los brazos y piernas más pequeños que habías visto, pero el niño era todo corazón. No importa quién estuviera aquí, siempre me pedía ayuda primero a mí. —Claro. Me acerqué para sostener el saco para él. En realidad, no necesitaba a nadie. Apenas se movió la cosa cuando la golpeó, pero nunca dañaría su orgullo al señalarlo. Después de una hora de entrenamiento, pude ver que se estaba cansando. —Eso es todo por hoy, pero lo estás haciendo muy bien. Has mejorado mucho en las últimas semanas. Solo recuerda seguir practicando esa combinación de jab. La velocidad es tan importante como la fuerza y la precisión. —¿De verdad crees que estoy bien? —preguntó con una sonrisa esperanzada. —Definitivamente. No creo que tengas que preocuparte por la división de peso pesado a corto plazo, pero eres un peso sólido de mosca. Sigue trabajando duro, y podría ser capaz de convencer a Danny de que te deje pelear el año que viene. —Gracias, Kieran. Parecía que estaba luchando con sus guantes, así que dándole palmaditas al asiento a mi lado, esperé a que se sentara antes de quitarle las lengüetas de velcro. —¿Puedo preguntarte algo? —dijo con curiosidad. —Mientras se trate de boxeo. No me apetece responder ninguna pregunta a la que tenga que darle explicaciones a tu Ma sobre la respuesta más tarde. —Suficientemente justo —dijo con una sonrisa—. ¿Tienes miedo? Ya sabes, sobre esta noche. Respiré hondo, luego me apoyé contra la pared y dejé que todo saliera. —No tengo miedo de con quién estoy luchando, y no tengo miedo de perder, y estoy seguro de que no tengo miedo de ser golpeado. ¿Estoy

nervioso? Por supuesto. Mi chica va a estar allí y preferiría no volverme loco y ser derribado en la televisión en directo. Pero no, no tengo miedo. Me llevo todo lo que necesito al cuadrilátero, y también volveré a salir con ello. Con título o sin título, eso no va a cambiar. —Tal vez yo también necesito una chica —dijo, haciéndome reír. —Solo enfócate en encontrar parejas sólidas, las que siempre cuidarán de ti antes de cuidarse a sí mismas. Si tienes suerte, la chica te encontrará. —Le revolví el pelo—. Ahora, lárgate —dije jovialmente—. Tu mamá probablemente está afuera esperándote. —Buena suerte. Agarró su botella de beber y salió corriendo por la puerta. Cuando era niño, debías tener dieciséis años para pelear aquí. Ahora, a partir de los diez años, puedes boxear en Driscoll's los sábados. Tal vez Danny había visto cómo había cambiado mi vida y de Con. O tal vez se estaba ablandando en su vejez. Sea lo que sea, su cambio de opinión fue algo bueno. Los niños disfrutan de los deportes por el amor del juego. Fueron los adultos quienes tomaron algo puro y hermoso y lo convirtieron en algo comercial. Tenerlos cerca nos enseñó una lección que fue bueno recordar.

Cuando el lugar se vació, pasé un par de horas con Con en la oficina, repasando una y otra vez las imágenes de las peleas de mi oponente. Lo había visto todo antes, pero volver a verlo me mantuvo alerta. Era un jodido tipo. Si lo dejaba acercarse demasiado, porque era lento para mis pies, estaría en un mundo de dolor. Mi trabajo de pie necesitaba ser instintivo. —¿Crees que puedo vencerlo? —le pregunté a Con. Se burló y volvió a adelantar la cinta. Después de unos segundos, se volvió para verme observándolo. —Lo siento, ¿esperabas una respuesta a la pregunta más estúpida que he escuchado? —preguntó con sarcasmo.—. No creo que puedas ganar. Sé que puedes ganar. ¿Sabes por qué? —No esperó a que respondiera—. Porque yo puedo vencerlo, y sé que tú puedes vencerme. Con algo de tiempo. Y muy ocasionalmente, cuando tengo un día malo — agregó, haciéndome poner los ojos en blanco—. Pero nada de eso cuenta si no lo sabes también —agregó.

Asentí, sabiendo que tenía razón. —Suficiente con las cintas de peleas —dijo y, extendiendo la mano sobre el escritorio, agarró mi iPod y me lo arrojó—. Ve y entra en la zona. Le di unas palmaditas en la espalda en agradecimiento, salí y encontré un banco al otro lado del gimnasio. Me puse los auriculares, cerré los ojos y me concentré en mi respiración, dejando que la música me inundara. El olor del trabajo duro y la victoria, que era lo único en este lugar, impregnó mis fosas nasales y me arraigó en el presente. Con cada golpe de la canción, vi la pelea en mi cabeza. Vi cómo iba a pisar, cómo iba a golpear, y cómo reaccionaría. Unas horas después, lo vi caer y abrí los ojos. Era la hora.

18 Traducido por Liliana

Marie Nunca había visto nada como el circo mediático que era un combate de boxeo profesional. Heath estaba ocupado con una red noticiarios de televisión y nuevos patrocinadores potenciales, así que Kier hizo que Tommy nos recogiera a Em y a mí para la pelea. —¿Me veo bien? —le pregunté nerviosamente mientras me alisaba la parte delantera del vestido color verde esmeralda. —Te ves hermosa —me aseguró. No había nadie en esta sala en este momento que supiera cómo me sentía mejor que ella. Ni siquiera tuve que pedirle que viniera y se preparara conmigo. Ella sabía que la necesitaba, y estaba allí. Maldije la estúpida medicación que no me dejaría tener un trago de algo para mis nervios. Dios sabía qué podría terminar con ellos. Una gran fila de personas se estaba filtrando pacientemente hacia la arena cuando llegamos, pero nos llevaron por la parte de atrás. Esperaba que los pasillos alrededor de los vestuarios estuvieran vacíos, pero el lugar estaba lleno. Tommy explicó que eran una mezcla de reporteros, promotores y personal. Muchos de ellos esperaban una rápida entrevista con los muchachos, pero dudaba que alguno de las dos facciones lo permitiera tan cerca de la pelea. —Ni siquiera sé con quién está peleando —les dije a ambos. —Konstantin Schmidt —respondió Tommy—. Es prometedor como Kieran. Su padre era un campeón de boxeo de peso pesado, y su hermano menor se está abriendo camino en el ranking de peso semipesado. Sin embargo, Schmidt tiene un gran resentimiento. Su padre preparó la pelea

y Schmidt no cree que nuestro Kier sea un oponente digno. Está enojado con Kier por aprovecharse del nombre de Con. —Simplemente asumí que Kieran tuvo muchas peleas antes de ponerlo en la competición —dije. —Funciona de manera diferente para diferentes luchadores. Con se abrió camino hasta las filas. Podría haber intentado privilegiarse por el antiguo título de Danny, pero eso fue hace tanto tiempo que no creo que hubiera funcionado. Mucho de esto se trata de las conexiones que tienes y de lo bueno que serías para el otro luchador. Si no tienes mucha experiencia en tu haber, puede hacer que las peleas sean más difíciles de armar y promocionar, porque la gente no va a comprar boletos para una pelea de mierda. Mucha gente vendrá porque la facción de Con lo está promoviendo, pero tu chico está a punto de convertirse en un luchador de peso pesado internacional por derecho propio. Depende de Schmidt cómo quiere llegar a un acuerdo con eso —dijo Tommy, encogiéndose de hombros con indiferencia. —Seguro que tiene mucho apoyo aquí —dijo Em con preocupación. —También Kier —respondió Tommy—. Confía en mí, el apoyo para ambos es algo bueno. Si esto se desarrolla como creo que va a suceder, a nuestro chico le ofrecerán grandes cosas después de esto. Va a ser un infierno de espectáculo. Abrió la siquiera sabía arrodillado en miraron hacia sonrisa.

puerta del vestuario y dejé escapar el aliento que ni que estaba conteniendo. Kieran estaba sentado con Con el suelo delante de él, vendándole los nudillos. Ambos nuestra entrada, y el rostro de Kier se iluminó con una

—Hola, amor. ¿cómo está nuestro chico? —le dijo Em a Con mientras le colocaba las manos sobre los hombros y se inclinaba para besarlo. —Está bien, Sol. Su mirada está en el premio —respondió Con. Kieran no me dijo nada, así que me paré torpemente en la puerta. Al segundo que Con terminó, golpeó el dorso de las manos de Kier para indicar que había terminado, y Kier se levantó de su asiento. Tomando mi mano, me llevó al baño. Me sorprendió tanto que ni siquiera tuve tiempo de preocuparme por lo que todos deberían haber pensado. Empujándome suavemente contra la puerta cerrada, me acarició con sus dedos callosos la mejilla.

—Eres tan jodidamente hermosa —susurró—. No puedo creer que estés aquí conmigo. —Siempre —le susurré de vuelta—. No importa qué. —¿Incluso si me patean el culo esta noche y me avergüence por completo? —Eso no sucederá, pero incluso si sucede, entonces sí, incluso entonces. Cerró los ojos brevemente y movió sus labios contra los míos. Su beso era tan increíblemente perfecto que el anhelo y la emoción corrieron a través de mí, ahuyentando todos mis nervios y dudas. La violenta vorágine de miedo y preocupación que siempre había existido entre nosotros, sobre mi salud y su pelea, todo había desaparecido. En su lugar, el aire estaba cargado eléctricamente de emoción, anhelo, confianza y amor. Cuando apoyó su frente contra la mía, lo sentí todo. No había otra palabra para eso que magia. —Voy a pedirte que te cases conmigo un día, lo sabes, ¿verdad? — me dijo. —Algún día podría decir que sí. —Un día... —susurró. Tres duros golpes sonaron en la puerta. —Basta de marranadas —gritó Danny—. Kier, saca tu trasero aquí. —Hora de ir a trabajar, nena —le dije. —Adelante. Sonrió con suficiencia antes de darme un rápido beso. Abrimos la puerta hacia una habitación llena de sonrientes amigos. —¡Deshonra, deshonra, es su nombre! —bromeó Tommy, moviendo su dedo hacia nosotros. Kier se echó a reír, y enterré el rostro en su costado con vergüenza. Caminé para sentarme junto a Em y ver a los chicos hacer lo suyo. Liam y Tommy hablaron en voz baja entre ellos, mientras Con ayudaba a Kieran con sus guantes antes de sostener algunas almohadillas. Me encantaba observarlo. Se movía con tanta gracia y fluidez, que era casi como si no tuviera peso.

—No estamos practicando ahora, niño. Esto es real —murmuró Danny a Kieran mientras disparaba contra las almohadillas—. Ahora, cuando salgas, sabes qué esperar. Las luces, las cámaras de televisión, todo esto no es nada más que un maldito circo. Tienes que ignorarlo, ¿me oyes? Céntrate en la maravilla castrada en el cuadrilátero. Este chico es malo. Es feroz, y no quiere nada más que dejarte en ese lienzo sangrando y roto mientras se aleja con tu chica. Así que dime, ¿vas a dejar que eso suceda? —¡Diablos no! —gritó Kieran. —No te puedo escuchar, niño. ¿Vas a dejar que eso suceda? — preguntó Danny de nuevo. —¡Diablos, no! —gritó Kier más fuerte. —Eso es realmente bueno, chico. Estoy orgulloso de ti. Ahora quiero que hagas que todos los demás se sientan orgullosos, y les muestres lo que todos sabemos que tienes —dijo Danny, dándole una palmada en la espalda a Kier. Kieran boxeó solo con su sombra por un momento hasta que Heath cruzó la puerta, justo antes de uno de los oficiales. —Señor Doherty, es hora —le dijo el oficial a Kieran antes de cerrar la puerta detrás de él. —¿Todo bien? —le preguntó Kier a Heath. —Todo bien —respondió Heath—. Solo céntrate en ganar. Tengo el resto ganado. Aparentemente satisfecho con su respuesta, Kier se volvió hacia Con, quien estaba sosteniendo su bata. —Santo Dios. Un poco elegante, ¿no? —comentó Kier. La bata era de seda, pero parecía que estaba hecha con la bandera irlandesa. —Cortesía de tu patrocinador para la pelea —explicó Heath. Kier me miró. Sus ojos depredadores se estrecharon, y supe que estaba pensando en lo que yo usaría más tarde. Intenté reprimir mi sonrisa, porque estaba pensando exactamente lo mismo. No podía esperar a ver su rostro cuando viera la ropa interior verde esmeralda que llevaba bajo mi vestido. Incluso reemplacé el pequeño arco en el medio del sujetador con un arco en los colores que combinaban con su bata. Iba a tener una coronaria cuando lo quitara más tarde.

Liam y Tommy le dieron un abrazo de hombre a Kier y luego tocaron sus cabezas con la suya, en lo que supuse que era un gesto de buena suerte. Em lo abrazó y lo besó en la mejilla, lo que le valió el ceño fruncido de Con. Después de decirle “Patéale el trasero”, caminó hacia los brazos de O'Connell para aliviar sus plumas alborotadas. —¿En qué estás pensando? —me preguntó él. Sus guantes se agarraron a cada lado de mi cintura mientras apoyaba su frente contra la mía. Puse mis manos sobre sus duros abdominales y suspiré. —Me pregunto cuánto tiempo te tomará noquearlo, así puedes hacerme cosas malas —le respondí, haciéndolo reír. —Bueno, ahora tengo un incentivo adicional para acelerar las cosas —me dijo con un rápido beso. Liam y Tommy nos acompañaron a Em y a mí a nuestros asientos, y yo estaba más que un poco abrumada. La arena estaba repleta, y el anillo de pelea estaba rodeado de cámaras, trajes, y mujeres del cuadrilátero y chicas de los patrocinadores con poca ropa. —¿Estás lista para esto? —me preguntó Em. —¿Hay alguna manera de estar lista para todo esto? —le pregunté. —Claro que la hay. Después de que te hayan despedido con un beso, ellos entran en la zona y se convierten en los mayores tipos duros del lugar. Lo único que puede meterse con eso somos nosotras. Si piensan que estamos heridas o preocupadas o molestas, se mete en sus cabezas. Así que entras en la zona, igual que ellos. Tomas todo tu miedo, ansiedad y la sensación de que vas a vomitar cada vez que reciben un golpe y lo ocultas detrás de una máscara. Lo único que le enseñas a los buitres de los medios es lo orgullosa y confiada que estás de que tu hombre va a besarte el culo completamente. Eso lo sabes tú, y pronto ellos lo sabrán también. —¿Y si realmente creo que voy a vomitar? —Entonces trágalo y piensa en cualquier otra cosa, pero no dejes tu asiento. Si ven tu asiento vacío, la pelea habrá terminado para ellos. Me imaginé a mi chico grande saltando sobre las cuerdas para venir a sujetarme el cabello cuando vomité, y supe que tenía razón. Kieran había prometido estar a mi lado, a pesar de toda mi mierda. Lo menos que podía hacer era mantener la cabeza en alto para él. Levantándome un poco más, empujé mis hombros hacia atrás y caminé con confianza

hacia mi asiento. Me sentí aliviada al ver a Albie y a la madre de Kieran en los asientos al lado del nuestro. —Te ves hermosa —me dijo. —Usted también —le devolví el cumplido. Y realmente se veía así. Su ajustado vestido negro, de manga larga, cabello peinado y sencillas joyas eran el epítome de la elegancia de Grace Kelly. Parecía una tragedia que se hubiera quedado viuda tan joven y nunca se hubiera vuelto a casar. Pero después de conocer a Kieran, entendí. A veces dos personas tienen un amor tan profundo, que cuando uno muere, el otro no tiene más remedio que esperarlos en la próxima vida. —Estoy practicando mi cara de “orgullosa y feliz” para que nadie se dé cuenta de que estoy tratando de no vomitar o llorar —le confesé. —Gracias a Dios. —Coloco la mano sobre el corazón—. ¡Pensé que era la única! Deslizó su mano en la mía y la apretó antes de unirnos con el aplauso mientras el maestro de ceremonias se dirigía al escenario. —Damas y caballeros, bienvenidos al evento principal de la noche. Me enorgullece presentar doce rondas de tres minutos de boxeo de peso pesado, patrocinadas por Red Bull y MB Promotions. Es el Campeonato de peso pesado de la FIB, que se transmite en todo el mundo por Sky Sports Pago-por-vista. Vamos a conocer a los luchadores. Llegando primero al escenario y luchando desde la esquina roja, con diez victorias, dos por nocaut y solo una derrota. Con el entrenador en jefe Danny Driscoll. Con un peso oficial de cien kilos. Desde Killarney, Irlanda, y entrenado aquí en su misma puerta, ¡Kieran ‘The Storm’ Doherty! — bramó el presentador a través del micrófono. La multitud estalló en vítores mientras Stronger de Kanye West escuchó a través de los altavoces. —¿Kieran escogió esto? —le pregunté a Em, levantándome y aplaudiendo con todos los demás. —Tommy lo escogió. Kieran le debía un favor por arreglar la calefacción de su madre, y Tommy lo aplicó para elegir su tema musical. Eso sí, Tommy tiene una cosa por las baladas poderosas, así que Kier pudo haber conseguido algo mucho peor —me respondió en un grito.

Los muchachos comenzaron a emerger a través de pasillo cubierto por Sky Sports y Red Bull. El poderoso rebote vibraba a través del piso, y pude ver totalmente por qué Tommy había elegido la canción para su entrada. Con se pavoneaba con confianza, su capucha de su sudadera le cubría la cabeza y su rostro una máscara de concentración. Sospechaba que era su cara de juego automático para sus propias peleas. Danny se veía igual de malvado y severo, con su habitual ceño fruncido, pero Heath era todo un profesional. El hombre que hacía que mi corazón latiera más rápido emergió y la multitud se volvió loca. A diferencia de Con, se veía totalmente relajado y en control mientras me buscaba. Mirándome a los ojos, me guiñó un ojo descaradamente, haciéndome reír. Dios, ese hombre me derretía solo con una sonrisa. Se pavoneó por los escalones y subió al anillo de pelea como si no le importara el mundo. Mi sonrisa se convirtió en un ceño fruncido cuando vi a la chica de Red Bull moverse hacia su lado. Con unos diminutos pantalones cortos, un cinturón de red bull de gran tamaño y una blusa corta que hacía que sus enormes tetas parecieran un volcán a punto de estallar, me sentí estrangulada por los zarcillos de celos que se envolvían a mí alrededor. De pie tan cerca de él como le fuera posible sin realmente tocarlo, puso su mano en la cadera que había soltado y puso mala cara a la multitud mientras empujaba su pecho hacia Kieran. Honestamente, no creí que él se diera cuenta hasta que siguió mi línea de visión. Sonriendo ante mi afrenta, se movió para poner a su patrocinador entre ellos mientras se ponían de pie para una foto. —Tampoco me gustaban las chicas del cuadrilátero —me dijo Em, sonriendo mientras veía la expresión en mi rostro—. Ellos también los tienen en las peleas, junto con las chicas alrededor. Pero luego me encontré con una de ellas en el corredor antes de una pelea. Sus pies la estaban matando, pero si se quitan esos tacones asesinos o dejan caer la sonrisa plástica de Barbie, entonces reciben mierda de los promotores. Su madre estaba enferma y ella estaba tratando de ayudar con las cuentas entre la escuela. El dinero no es muy bueno, pero es mejor que ser camarera, así podía seguir con la universidad. —Bueno, ahora me siento como una perra celosa —admití. —No te preocupes, hay muchas mujeres por ahí que te arrollarían felizmente para estar en el brazo de un luchador profesional, y tendrás

que hacer crecer una piel gruesa para lidiar con ellas. Pero mientras recuerdes que él solo tiene ojos para ti, estarás bien. —¿No te molesta ver a las mujeres lanzándose contra tu marido? —Realmente no estaba tratando de ser una perra, pero ella y Con eran la pareja más sólida que jamás había conocido. Debía haber algún secreto para que tomara todo esto con calma. —Por supuesto que sí, pero lo único que sé con más certeza que cuánto lo amo es cuánto me ama él a mí. Las personas que le importan son las que estaban allí para él cuando no tenía nada. Cualquiera que lo utilice ahora solo lo enoja, mujeres incluidas. Seguí su mirada hacia el escenario donde Con y Kieran estaban charlando mientras mantenían sus ojos fijos en nosotras. Finalmente, los dos se volvieron hacia Danny, y supe que los estaba regresando a la zona. —Y para su oponente, luchar desde la esquina azul, demos la bienvenida al escenario al campeón. Con veintisiete victorias, diez victorias por nocaut y cero derrotas. Con el entrenador en jefe, Kris Van Der Berg. Su pesaje oficial es de ciento cuatro kilos. Desde Düsseldorf, Alemania, el invicto ¡Konstantin ‘Rompe-Huesos' Schmidt! —gritó el presentador. Los partidarios de Schmidt estallaron cuando la música de una familiar canción de Red Hot Chilli Pepper resonó en la arena. Los vellos en la parte posterior de mi cuello se levantaron cuando el foco se enfocó en un titán que se materializó en la oscuridad. A diferencia de mi hombre, que puso a su familia primero, este hombre salió con un ejército detrás de él. Vestidos con chándales a juego, dos hombres sostenían un cinturón cada uno alto en el aire. No pensé que fuera posible hombres mucho más grandes que Kieran y Con, pero apostaría a que Schmidt incluso tenía una pulgada o dos y un par de libras más que Liam. Cuando llegó al cuadrilátero, Schmidt deliberadamente miró y llamó mi atención. Recordando las palabras de Em, encontré su mirada e incliné la barbilla en señal de desafío. Ese era mi hombre allí arriba, y si Schmidt pensaba que le permitiría a Kieran ver el miedo en mi rostro, estaba muy equivocado.

19 Traducido por Liliana

Kieran —Amigo, tu Marie tiene algunas bolas. ¿Viste esa mirada que le dio a Schmidt? —comentó Con. —Sí, ese cabrón va a pagar por mirar a mi chica —contesté. —¿Lo que está usando es un poncho? —Es la forma incorrecta —le contesté—. Se parece más a uno de esos tabardos que visten los tres mosqueteros. Ambos lo miramos de nuevo, tratando de averiguar si eso era lo que era. —O sus patrocinadores lo hicieron usarlo o perdió una apuesta — comenté. —Sea lo que sea, es una jodida y extraña elección de moda si me preguntas. —Probablemente no pudieron conseguir una bata que le quedara bien. Mira el tamaño del cabrón. —¿Sabes por qué Em no compra otra cosa que no sean los pequeños tomates bebé —me preguntó. —¿Por qué? —pregunté, confundido en cuanto a dónde iba con esto. —Es porque dice que los gigantes están genéticamente modificados y llenos de agua. Este cabrón no es diferente. Está lleno de agua, orina y viento lo más probable. Grande significa pesado. Pesado significa lento. Te lleva contra las cuerdas y vas a estar en un mundo de dolor. Así que mantente en movimiento. Permanece ligero, y esperas las rondas hasta

que lo agotes. Él va por los nocauts porque no puede durar las doce rondas. Haz lo que necesites hacer para llegar al final de la pelea, y luego vas a trabajar en él. Recuerda el plan y apégate a ello. —No te preocupes, compañero. Tengo esto. Pero si me atrapan y abofetean un poco, recuérdame el plan entre rondas. Ya sabes, en caso de que esté un poco conmocionado. —Dulce Jesús —dijo en un suspiro—. Eres un dulce asno a veces. Solo entra allí, golpéalo y vámonos de fiesta. Planeo echar un polvo esta noche, y si no te dejan fuera de combate, también podrías obtener algo de acción. —¿Es eso una oferta, chico grande? —bromeé. —En tus sueños, pendejo. —Me metió el protector de goma en la boca mientras yo sonreía. —Por el amor de Dios, ¿alguna vez se toman algo en serio, muchachos? Kier, escucha a Con ahora y apégate al plan. Tu chica y tu Ma están ahí abajo mirando. Haz que se sientan orgullosas —agregó Danny. Reboté hacia arriba y abajo y sacudí mis hombros mientras lo asimilaba todo. Todo el espectáculo y la mierda desaparecieron, y así como así, era un adolescente punk, juntándome con mi mejor amigo en un asador y un ring de aserrín. Sabía en mi corazón que podía derribar a este cabrón. No sería fácil para nada, pero no tenía miedo de la pelea y no tenía miedo de perder. Le iba a dar absolutamente todo lo que tenía, y si todavía estaba de pie al final, le estrecharía la mano. Después de que lo arrodillara en las bolas por faltarle el respeto a los irlandeses, por supuesto. No había ninguna vergüenza en perder si dabas todo lo que tenías. Probar y fracasar requiere coraje. La verdadera tragedia está en no intentarlo en absoluto. Schmidt estaba aterrado de perder. Podía verlo en el apretar de sus dientes cuando su padre gritaba instrucciones rápidas en alemán, acompañadas de enojados ademanes con las manos. Por la forma en que se mantenía mirando a sus promotores y la ridículamente enorme comitiva que había traído consigo, si perdía este título, él imaginaba que esta noche habría más que unas pocas palabras de enojo de parte de papá Schmidt. El réferi nos señaló a ambos, y nos trasladamos al centro del cuadrilátero. —Bien, muchachos, quiero una buena y limpia pelea esta noche y protéjanse en todo momento. Ahora, toque de guantes y regresen a sus

respectivas esquinas —dijo el réferi. Retrocedió, dejando a Schmidt mirándome. —Me gusta tu chica. Necesita romperse un poco, pero parece que lo disfrutaría —dijo con un fuerte acento alemán. —Bueno, me dijo que te dijera que le gusta tu capa. Dijo que va con tus bonitos ojos. Es diseñadora, así que quizás pueda presentarte cuando salgas del hospital y puedas intercambiar consejos de moda —le contesté, canalizando a Deadpool. Mierda, me encantaba esa película. —Eres un comediante. Crees que eres gracioso. Te veremos reír cuando termine la pelea. — Claramente, había tocado una fibra sensible. —Vamos grandulón, ponte esa capa de nuevo y te prometo que me reiré —le respondí, haciéndolo reír burlonamente. —¡Que te jodan, pendejo! —Golpeó los guantes sobre los míos antes de volver a su esquina. —Bueno, ahora estoy herido —repliqué mientras caminaba de regreso a la mía. Danny y Con ya habían salido del anillo de pelea, y en los segundos finales miré a mis chicas. Tanto Ma como Irish estaban sentadas muy erguidas y tan serias que parecían tener dolor. Me llamaron la atención y guiñé un ojo mientras sonreía. Ambas me devolvieron la sonrisa, aunque Ma puso los ojos en blanco. El pequeño espectáculo de valentía de Schmidt había cortado el cordón de tensión entre nosotros. Podría recibir una paliza, pero antes había recibido una paliza. Al menos ahora me estaba divirtiendo. Sonó la campana, e hice lo que mejor hago. Lo hice enojar. Llegó directamente a la puerta, probablemente con la esperanza de meterme en las cuerdas para un nocaut en el primer asalto. Como si lo haría tan fácil para él. Bailé y tejí alrededor del lienzo como si hubiera nacido para ello. Podría haber sido grande, pero también era jodidamente rápido. Tuve que crecer en el cuadrilátero con Con. Unos minutos de esto y la multitud también se estaba inquietando. Si había una cosa que quería la audiencia en una pelea internacional, o en cualquier combate de boxeo, era sangre. Apostaba a que Schmidt no pensaba que yo sería el primero en dárselas. Me atrapó en las costillas con un par de golpes de jab mientras estaba en movimiento, pero cometió el error de mirar más allá de mí para ver si los jueces habían cronometrado los golpes. Esquivándolo por la izquierda, dejé una clara línea de visión entre él y los jueces mientras arrojaba todo mi peso en un gancho de derecha a su

rostro. Dicen que la luz viaja más rápido que el sonido, que es probablemente la razón por la que noté la salpicadura de sangre antes de escuchar el crujido de su nariz. El réferi entró, justo cuando la campana marcaba el final de la primera ronda. —Bueno, ciertamente no esperaba eso —comentó Con, con una carcajada mientras limpiaba mi boca con abundante agua. Escupí el agua en el cubo y me pregunté cuánto tiempo se mantendría limpia. —¿Crees que esto significa que no querrá ser amigos? —le pregunté. —No te preocupes. Estoy seguro de que cuando reciba un poco más de esos golpes en las costillas, se sentirá mejor consigo mismo — respondió—. Es mejor que no haya ningún toque de costilla ¿me oyes? Él tiene cinco kilos sobre ti, y quiero que los arrastre alrededor de cada centímetro de ese lienzo. Pasaste la mayor parte de tu vida sacudiendo tu culo. No veo ninguna razón para que te detengas ahora. La campana sonó justo cuando Con metió la guarda en mi boca. Si pensaba que Schmidt se sentiría intimidado por el hecho de que le había roto la nariz, estaba equivocado. Su padre lo había dejado destrozado en el descanso, y yo estaba adivinando que Schmidt me culpaba por eso. Durante siete asaltos, lo desgasté, pero este cabrón sabía de qué iba. Aprendió su lección en la primera ronda, y no cometería el mismo error dos veces. Lanzándome a la derecha, lancé una combinación de izquierda-derecha-izquierda a su rostro, cometiendo el error fatal de dejar mi hígado sin vigilancia. El cabrón me tenía. Me golpeó tan fuerte que pensé que probablemente estaría orinando sangre por una semana. Estaba cayendo de rodillas cuando entró con un gancho al mentón y vi estrellas. Mi cabeza se echó hacia atrás hasta el punto de sentir que se me estaba rompiendo la espalda, pero con las rodillas ya dobladas, salté hacia adelante y caí de cara al lienzo. La multitud a mí alrededor estalló, y las luces se difuminaron juntas. El zumbido en mis oídos era tan fuerte. Al principio, todo lo que podía escuchar era la multitud, luego el conteo. A las tres, escuché la voz de Danny. —¡Levántate! ¡Abre los ojos y trepa por esas jodidas cuerdas! — gritó. Lo hice instintivamente. Ni siquiera estaba seguro de lo que estaba haciendo, pero Danny rara vez gritaba. Así que cuando lo hizo, fue el instinto de hacer lo que me dijeron. Agarrándome a las primeras cuerdas, me puse de rodillas. A la cuenta de siete, me puse de pie y me volví. Ese

cabrón me hizo ver estrellas, pero no me había dejado fuera de combate. Fue una llamada de atención, pero había llegado a mis pies antes de la cuenta. Pasé los últimos segundos convenciendo al réferi de que estaba bien. Cuando nos dejó ir, Schmidt voló hacia mí. Determinado a sacar provecho de mi error, lanzó combinación tras combinación. Hice bien en defenderme de ellos, pero literalmente me salvó la campana. —¿Cómo estás, niño? —preguntó Danny, mientras examinaba mi lado. Con me llenó la boca de agua, y me costó inclinarme hacia un lado para escupirla. Me sangraba mucho el rostro y me sorprendió un poco que el gancho en el mentón no hubiera aflojado unos dientes. —Seré honesto, Danny. He estado mejor. —Estaba sumamente sin aliento, y si él me atrapaba de esa manera otra vez, no sería simplemente noqueado, sería hospitalizado. —Si pudieras evitar ser derribado de nuevo, te lo agradecería. Tu Ma me ha dado miradas malvadas desde que sonó la campana, y no tendré elegantemente mis bolas golpeadas toda la noche. —Ah, Danny, es bueno saber que te preocupas —dije, jadeando y riendo, uno vaya a saber por qué. Me estaban pateando el culo. La campana sonó de nuevo, mucho antes de que estuviera listo. Durante el siguiente round, me cubrí tan bien que Schmidt no estaba conectando ningún golpe al cuerpo. Minuto a minuto, lo estaba agotando lentamente, pero esa última ronda definitivamente había mejorado mi velocidad. El plan de juego era una mierda si me eliminaban antes del duodécimo asalto. Volviéndome a caer en mi taburete cuando sonó la campana, tuve que enfrentar los hechos. Estaba perdiendo, y perdiendo mal. No había forma de que ganara esto por puntos. Era nocaut o nada, y Schmidt nunca había perdido, y mucho menos noqueado. —El ex de Marie está aquí —me dijo Con. —¡Qué carajo!—dije, mi mirada encontrándola entre la multitud. —Ella no tiene idea de lo que él está haciendo aquí, pero cree que ha venido a verte. Tommy pasó el mensaje —explicó. Busqué entre la multitud, pero fue inútil. No tenía ni idea de cómo se veía él. —Ahora no te estreses. Liam, Tommy y Albie no la están perdiendo de vista. Pero no puedes perder, Kier, no delante de Marie y tampoco delante de su maldito ex. Vuelves allí y haces lo que mejor haces conmigo. Buscas las señales de Schmidt. Busca su debilidad, y luego le sacas la

mierda. Le muéstrale al ex de Marie lo jodidamente rudo que eres, y asegúrate que sepa que no eres alguien con quien se quiera meter —dijo Con, animándome con cada palabra. La adrenalina corría por mis venas, y esto ya no era sobre Schmidt y yo. Se trataba de un hombre que se interponía entre la chica que amaba y yo. Si su ex estaba aquí, ella me necesitaba. Y si tuviera que pasar por Schmidt para llegar a ella, que así sea. La campana sonó y me puse de pie, vigorizado. Saltando arriba y abajo, rodé mi cabeza alrededor de mis hombros para aflojar los músculos y me puse a trabajar. Me agaché y lo esquivé mientras me perseguía por el cuadrilátero. Lanzar golpe tras golpe que no conectaba lo estaba cansando, y podía ver su frustración con cada golpe que pasaba por mi lado. Se convenció a sí mismo de que había ganado, pero esa debilidad estaba de vuelta. Él necesitaba confianza. De su entrenador, de su padre, y, en su perjuicio, de los jueces. Su mirada se movió rápidamente hacia ellos mientras yo esquivaba por poco un asesino gancho de derecha. Y ahí estaba. Mi apertura. Distrayéndolo con un sólido gancho de izquierda en su hígado, seguí con un golpe de derecha a las costillas. Cuando sus manos cayeron para proteger su cuerpo, entregué el mismo gancho de mentón que él me había dado. Cayó con fuerza contra las cuerdas. No lo había noqueado, pero en las cuerdas era exactamente donde lo quería. Usé su rostro como mi saco de boxeo personal. Intentó defenderse, pero desvié golpe tras golpe con facilidad. Con tenía razón. Este tipo no aguantaba doce rondas. Estaba agotado. Estaba a segundos de un golpe de gracia cuando sonó la puta campana. Se tambaleó de vuelta a su esquina cuando yo me desplomé con fuerza en mi taburete, cabreado y frustrado. —Eso me gusta más —dijo Danny, quitándome el sudor del rostro con una toalla, y luego sacando lo peor de mis cortes. —No lo dejé fuera de combate —dije, jadeando. —No le queda nada en el tanque, Kier —me dijo Con—. Mantente enfocado, sigue moviéndote, y cuando vuelva a bajar la guardia, haz que bese el lienzo. Asentí en acuerdo, y sabía que él tenía razón. Necesitaba el nocaut, y él lo sabía. Todo lo que necesitaba era mantenerse en pie durante dos rondas más. El undécimo round fue sangriento y brutal. Mi rostro era un desastre, pero también sus costillas. Él estaba agotado, ambos lo estábamos, pero él estaba contento de aguantar a que la ronda se detuviera y se mantuviera fuera de las cuerdas.

Danny me arregló el rostro cuando me senté de nuevo. —Esto es todo, niño. Una ronda más. Esta ronda va a definir el resto de tu vida. La ronda en la que tu Pa hubiera dado su corazón y alma para ver. Aleja todo ese cansancio y dolor y enfócate. Esta es tu pelea. Tu momento. Tú defines lo que sucede hoy, no él. Termina esto y vámonos a casa —me dijo Danny. Apretó la parte posterior de mi cuello en apoyo, luego se apartó para dejar a Con entrar y me hidratara. —¿Cómo está mi rostro? —le pregunté, sabiendo que era un desastre. —Todavía bonito, pero no tan bonito como el mío —respondió, haciéndome reír. —¿Mi chica está bien? —pregunté. —Oh sí. Tommy la está cuidando muy bien —respondió él, sonriendo con suficiencia. —Jodidamente lo está haciendo —dije, inclinándome para intentar verlos. —Tómalo con calma —respondió—. Esa chica está loca por ti. Noquea a este cabrón y ella estará aquí curándote con besos. Solo recuerda, tienes tres minutos, Kier. Eso es todo. Tres minutos. Así que pregúntate, ¿qué tanto quieres esto? No hay nada en este mundo más fuerte que nosotros. Agarró mi cuello mientras tocaba su cabeza con la mía en un gesto de solidaridad. —Golpéalo y mantente golpeándolo hasta que termine, ¿me escuchas? —susurró antes de dejarme ir. El doceavo round fue igual de feroz. Schmidt tenía esto ganado con puntos, pero eso no significaba que no me tuviera miedo. Durante dos minutos, nuestros roles se invirtieron mientras lo perseguía por el cuadrilátero. Cambiamos golpe tras golpe, pero él apenas podía levantar los brazos. Alcanzó las cuerdas y tomó un segundo para descansar antes de mover los pies, pero eso fue todo el tiempo que yo necesitaba. Manteniendo fuera del alcance los golpes al cuerpo, lo golpeé repetidamente en el rostro. Yo tenía un gran radio de alcance y era rápido, demasiado rápido para que él recibiera un golpe decente antes de volver a pulverizar lo que no era el rostro más bonito para empezar. Su nariz estaba bien y jodida de verdad, y apenas podía ver a través de los ojos negros que le di. Cuando cedió y levantó las manos para protegerse el

rostro, le golpeé las costillas con tanta fuerza y rapidez como pude. Horas y horas en la pera de velocidad habían quemado esto en mi memoria muscular. Cuando dejó caer sus manos a su cuerpo, fui a trabajar en su rostro otra vez. No tenía idea de cuánto tiempo faltaba hasta la campana, pero estaba decidido a hacerle sentir cada segundo. Apenas registré el tirón de mi brazo. No fue hasta que el réferi se movió entre los dos, y me apartó mientras gesticulaba con las manos a los jueces, que me di cuenta de que la pelea había terminado. Tropezando de regreso a mi esquina, apenas llegué antes de que Con se subiera entre las cuerdas y me levantara del suelo. —¡Lo hiciste! ¡Mierda, lo hiciste, loco bastardo! ¡Has ganado! —gritó Con. Juro, que nunca se veía tan feliz cuando ganaba sus propias peleas. Me bajó, pero mantuvo su brazo mí alrededor. Eso era prácticamente lo único que me mantenía despierto en este punto. Miré cuando la facción de Schmidt comenzó a derramarse en el cuadrilátero para ver que el réferi tenía a Schmidt en pie y le estaba diciendo la puntuación. Él parecía maltrecho y aturdido, y me atrevería a suponer que probablemente no me veía mucho mejor. Cuando Danny finalmente llegó a mi lado, sus ojos parecían sospechosamente húmedos. —Estoy tan jodidamente orgulloso de ti, chico. Tan jodidamente orgulloso. Lo hiciste, hijo —dijo. —Lo hicimos —le contesté y lo atraje para un abrazo. Traté de ver a Marie y los muchachos, pero los equipos de cámaras, los funcionarios y los patrocinadores habían invadido el lienzo. Finalmente, el réferi nos llamó a Schmidt y a mí al centro, donde sostuvo nuestras muñecas. —Damas y caballeros, después de dos minutos y cuarenta y seis segundos, en el duodécimo y último round, y por nocaut técnico, su ganador y nuevo campeón de peso pesado de la FIB, Kieran 'The Storm' Doherty —el presentador dijo mi nombre y levanté el brazo hacia la multitud que se volvió absolutamente loca. Cerré los ojos, sin creer que realmente lo había logrado, y cuando los abrí, juro que pude ver el orgulloso rostro de mi padre en la multitud.

20 Traducido por Yiany

Marie Mientras decían su nombre, no pude evitar que las lágrimas cayeran por mi cara. Ver la pelea fue una de las cosas más difíciles que había hecho. Ganara o perdiera, no podía soportar verlo recibir más golpes. Pero esta era su pelea, su momento, y no iba a ninguna parte. Los cañones emitieron confeti en el cuadrilátero cuando la canción «Hall of Fame» resonó a través de los altavoces. Cuando el réferi había señalado el final de la pelea, Kathleen y yo nos abrazamos tan fuerte que me sorprendió que no nos rompiéramos una costilla. —Estoy tan contenta que haya terminado —admití. —Yo también. No creo que pudiera tomar otros tres minutos — respondió. Tommy había desaparecido cuando sonó la campana, dejándonos con Liam y Albie. Emergió de regreso a través de la multitud con una gran sonrisa en su rostro. —El anillo de pelea está demasiado lleno. No podremos llegar a ellos, así que Con quiere que esperemos en el vestuario —explicó y nos acompañó a todos hacia la parte posterior de la arena. Cada pasillo estaba abarrotado de gente que vitoreaba y diseccionaba las rondas, así que nos tomó un tiempo. —Espero que estés lista para una buena fiesta. Los chicos estarán entusiasmados durante semanas por esto —dijo Em mientras la seguridad nos dejaba pasar. Estábamos todos juntos en un hotel en Londres esta noche, y los amigos de Con y Kier que no habían asistido a la pelea nos esperaban para tomar una copa.

—Bueno, me quedaré por un gin tonic o dos, por mis nervios, y luego me iré a la cama antes que los chicos se pongan demasiado ruidosos. Estoy absolutamente agotada después de eso. Estoy muy contenta de que haya ganado, pero, sinceramente, creo que voy a tener pesadillas durante semanas viendo cómo golpean a mi pequeño niño de esa manera —respondió Kathleen. —¿Está segura que llegará a la preocupación—. Se veía bastante golpeado.

fiesta?

—pregunté

con

—Es Kier, Marie. El infierno se congelará antes que esos muchachos no estén listos para la fiesta después de una pelea —dijo Em—. No importa lo borracho que esté esta noche, trata que tome un baño de hielo. Ayudará a aliviar la rigidez mañana. Si no coopera, dale un baño caliente mañana. Va a luchar para levantarse por la mañana. Las celebraciones ya estaban en pleno apogeo cuando Con, Kier y Danny llegaron un poco más tarde. Después de que su madre se preocupó por él y aceptó las felicitaciones de todos, me vio. Me quedé atrás para darle algo de tiempo a su madre y asimilarlo todo. Pero cuando su mirada encontró la mía, supe que esa mirada en sus ojos significaba problemas. Me apoyé contra la pared mientras caminaba hacia mí. Entrelazando sus dedos con los míos, las vendas de su mano rasparon mis palmas, cerró los ojos y apoyó la frente contra la mía. —Amo a mis hermanos, a todos y cada uno de ellos, pero no hay una cantidad de dinero en el mundo que no daría para que esta habitación esté vacía en este momento y que estés desnuda contra esta pared con las piernas envueltas alrededor mi cintura. O acostarme con ellas envueltas alrededor de mi cuello. Cualquiera funciona para mí —me susurró al oído. El ruido del jolgorio de los chicos se desvaneció, y con Kier rodeándome tan completamente, sentí como si estuviéramos en nuestro pequeño mundo. —Me siento como Caperucita Roja, pareces el gran lobo malo que ha venido a comerme —le dije. —Dame una hora y una puerta cerrada con llave, y tal vez pueda. —Enterró su nariz en el hueco de mi cuello e inhaló profundamente, haciéndome gemir—. Ahora quién es la mala, poniéndote completamente húmeda mientras estás en la misma habitación que mi madre —dijo, riéndose. —Oh, Dios mío, no es mi culpa en absoluto. Es como una alarma de proximidad en mis bragas que se dispara cada vez que estás cerca — gemí, haciéndolo estallar de risa.

La risa se convirtió en tos, seguida de un pequeño silbido. —Vamos a ver al doctor, nene. Realmente no me gusta el sonido de eso —dije. Sabía que era malo cuando no discutió conmigo, dejándome llevarlo de la mano de regreso hacia a los muchachos. Resultó que Kieran fue golpeado bastante bien, costillas magulladas, cortes severos e hinchazón en la cara. Parecía que también se había tensado o había tirado de un músculo en su hombro. El médico no pensaba que algo estuviera roto, pero ordenó reposo en cama hasta que disminuyeran los moretones en sus costillas. —El mejor consejo que he tenido todo el día —comentó Kieran con un guiño hacia mí. —¡Jesucristo, soy rico! —exclamó Tommy. —¿Qué quieres decir, Tom? —preguntó Kier. —¡Mierda! Yo también —dijo Liam, mirando su teléfono. —¿Qué están haciendo? —pregunté. —Estamos revisando en línea para ver cuáles son nuestras ganancias —explicó Tommy. —¿Apostaron por mí? —preguntó Kieran con incredulidad. —Diablos, sí —respondió Tommy—. Eras una cosa segura. Parecía estúpido no sacar provecho de ello. Kieran sonrió abiertamente, complacido de haber hecho algo de dinero para los chicos, pero probablemente más conmovido por el hecho de que hubieran creído en él lo suficiente como para apostar contra las probabilidades. —¿Cuánto ganaron? —les preguntó Kieran. —Albie y yo no teníamos mucho de sobra, porque acabamos de conseguir nuestra propia casa, pero obtuvimos una apuesta de cien libras. Hemos recuperado dos mil —dijo Liam. —Quinientas libras para mí —dijo Tommy. —Puede que también haya ganado un poco de dinero —dijo Kathleen, mientras tímidamente se daba palmaditas en el pelo. —¿Cuánto, Ma? —preguntó Kier.

—Igual que Liam —dijo Tommy—. Tu madre no pensaba que se viera bien para una dama entrar en las casas de apuestas, así que aposté por ella —dijo. —Bien por ti —respondió Kier, sonriéndole. —¿Cuánto hiciste, Con? —pregunté. Pensé que estaba acostumbrado a las apuestas, porque los chicos debieron haber puesto algo de dinero en sus peleas en el pasado. —No me preguntes —respondió, mordiendo una manzana—. "Pregúntale a mi banquera. Em cuida el dinero en nuestra casa. Em estaba manteniéndose ocupada en la habitación, haciendo todo lo posible para evitar mirar a la gente a los ojos. —Em, amor, ¿cuánto ganamos? —preguntó Con, con suspicacia— . Vi una boleta de apuestas en el tablón de anuncios y me di cuenta de que gastaría algo de dinero en Kier, pero no miré para ver cuánto. Ella murmuró algo que ninguno de nosotros pudo oír. —Vamos, Em, confiesa. ¿Cuántas de las cosas verdes te llevas a casa? —presionó Tommy. Todos sabíamos que Em era una matemática brillante. También era una de las personas más fiscalmente cautelosas que había conocido. Finalmente, se dio la vuelta y se puso las manos en las caderas como si esperara una confrontación. —Dije que hicimos veinte mil libras —admitió. Con se atragantó con su manzana, y Em se apresuró a darle una palmada en la espalda hasta que pudo respirar de nuevo. —Santa Mierda, nena. Pensé que habías soltado veinte libras. No... —dijo Con, deteniéndose para intentar calcular cuánto apostó de acuerdo a la ganancia. —Mil. Aposté lo último del dinero de camarera que me quedaba. He estado tratando de dártelo durante la mayor parte del año, pero como no lo tomabas, decidí invertirlo. ¿Estás enojado? —preguntó en voz baja. —No, Sol. Fue una buena apuesta —dijo. Se miraron mutuamente con ojos de cachorro mientras él compartía su manzana con ella. Juro que ella podría haber apostado los ahorros de su vida, y él no habría pestañeado. Estaba tan loco por ella.

—Bueno, parece que el Padre Pat no será el único que celebre entonces. Las bebidas van por Con y Em esta noche —anunció Kier mientras colgaba su brazo alrededor de mis hombros. Con puso los ojos en blanco, pero sonrió. El hombre no era más que generoso con sus amigos con su dinero, y sabía que probablemente habría pagado por la fiesta de esta noche con o sin su ganancia inesperada. —Voy a limpiarme. Ma, vamos a tomar un aventón con Con y Em, pero hay autos reservados afuera para llevar a todos al hotel, así que Liam y Tommy te llevarán a ti ya Danny si está bien —le dijo Kier a su madre. —¿Estás seguro que estás bien? ¿Qué pasa si te mareas y te caes en la ducha? —dijo. —No te preocupes, Marie viene conmigo por esa misma razón — respondió con una sonrisa sexy. —Demasiada información, Kieran. Bueno, no tardes demasiado, porque solo me quedo a tomar una bebida rápida —dijo Kathleen, poniéndose el abrigo—. Realmente estoy muy orgullosa de ti, hijo —dijo, ahuecando su rostro suavemente. —Gracias, Ma —respondió y la besó en la mejilla. En unos minutos, la habitación se vació y éramos solo los cuatro. Em y Con se acomodaron en el sofá, mientras Kier me llevó al baño. Me resigné a asistir a la fiesta con el cabello mojado y sin maquillaje, pero cuando consideré todas las cosas deliciosas que podíamos hacernos el uno al otro en esa ducha, todo valía la pena. Me sorprendió un poco más cuando me levantó hacia el mostrador del baño y... me dejó allí. —Si estás imaginando ahora mismo que no te quiero, estarías equivocada. Estoy tan caliente y duro por ti, Irish, que casi solo tendrías que estornudar a mi lado y me correría. Pero quiero que recordemos nuestra primera vez juntos por el resto de nuestras vidas, y no me conformo con una cogida rápida en el baño. Quiero largo y lento, luego profundo y duro, lo quiero de todas formas que pueda contigo, y luego lo quiero todo de nuevo. Así que considera esta noche los juegos previos. Vamos a relajarnos y divertirnos. Entonces el lunes tengo una sorpresa para ti —dijo crípticamente. Dejé escapar un gran suspiro de frustración, pero sabía que tenía razón. Habíamos estado construyendo esto durante mucho tiempo.

Media hora en la ducha no haría nada para calmarnos, necesitábamos tiempo y privacidad, y mañana los tendríamos. —La tienda está cerrada mañana, y tengo que ir a algún lugar el lunes por la mañana, pero después estaré libre todo el lunes también — le dije, preguntándome cómo podría encontrar tan sexy el acto de desenvolverse sus nudillos. —Lo sé. Tienes una cita en el hospital para un chequeo. Lo vi en tu calendario. También voy —me dijo. —No tienes que hacer eso —dije—. Em dijo que vas a estar en un mundo de dolor durante al menos un par de días. Lo último que quieres es estar arrastrándote fuera de la cama para sentarte conmigo en una desagradable silla de plástico de hospital. —Vas a estar allí, lo que significa que es exactamente donde quiero estar. El único lugar donde quiero estar. —Me gustaría eso, si estás seguro. Mamá cubre la tienda por mí, así que generalmente tengo que asistir a las citas sola, aunque Luca me lleva si está en casa —dije, divagando nerviosamente mientras la ducha comenzaba a llenar de vapor la habitación—. Odio los hospitales —le susurré mientras él caminaba hacia mí. —Lo sé —respondió—. Es por eso que también voy a ir. Besando el extremo de mi nariz, caminó hacia la ducha y, quitándose los pantalones cortos y todo lo que había debajo de una sola vez, se metió. Crucé las piernas y luego las descrucé. Esperando, infructuosamente, que la fricción ayudara al dolor. La vista de mi hombre desde atrás era tan buena que literalmente me estaba deslizando sobre el mostrador mientras se duchaba. Era como si tuviera alguna conexión magnética con mi vagina. A través de la bruma llena de vapor, el agua caliente se deslizaba por el cuerpo más hermoso que jamás había visto. Su manga tribal solo enfatizaba sus ridículamente enormes bíceps. Hombros fuertes y poderosos y una espalda ancha que disminuía gradualmente hasta las marcas en la parte superior de sus caderas. Tenía tantas ganas de tocar esas marcas. Rechaza eso, quería besarlas, luego pasar mi lengua sobre ellas. Acababa de abrirme camino hacia su fenomenal glúteo mayor cuando el agua se cerró bruscamente y tiró una toalla alrededor de sus caderas. Chasqueando con diversión, se rio entre dientes.

—Mantén esos pensamientos, Irish —dijo—. Planeo totalmente comerte con la mirada en la ducha mañana. ¿A menos que quieras librarte de mi familia y divertirte un poco? Suspiré mientras contemplaba si esa era realmente una opción, pero ya estaba vestido para cuando terminé las ramificaciones de ir directamente a la habitación del hotel. Kieran se veía bien en casi cualquier cosa, pero con unos pantalones a medida de color gris oscuro y una camisa negra ajustada, era impresionante. Me pregunté por qué no se había puesto el chándal y había ido al hotel para cambiarse, pero cuando llegamos, me di cuenta de por qué. La multitud en el bar del hotel era tan grande que se habían desbordado en el vestíbulo y Kieran fue abordado en cuanto entramos por la puerta. —Traeré las bebidas, Marie. ¿Qué te apetece? —preguntó Em. —Te daré una mano y dejaré que Kieran se ponga al día con todos —contesté. —No, no lo hagas —dijo Kier, envolviendo su brazo alrededor de mi cintura y tirándome hacia atrás cuando fui a alejarme—. Las próximas semanas son sobre ti y sobre mí, y eso comienza esta noche. Necesito hacer las rondas y dar las gracias a todos por su apoyo, pero esta noche no quiero estar separados por más tiempo del que necesitamos estar. Te he echado de menos las últimas semanas y ya no quiero extrañarte más. —Ouuu —dijo Em—, ustedes son tan lindos. Con y yo conseguiremos las bebidas y vendremos a buscarlos —dijo, caminando hacia Con que ya estaba en el bar. —No te importa, ¿verdad? Si te sientes cansada y quieres tomar asiento, lo entiendo —dijo, preocupado de estar siendo egoísta. —Si estás allí, entonces es donde quiero estar —le dije, haciendo eco de sus sentimientos anteriores. Me besó suavemente, luego tomó mi mano mientras hacíamos paso por la habitación.

Conseguir que tomara un baño de hielo antes de acostarse no fue un problema, porque en realidad nunca llegamos a la cama. La fiesta se

prolongó literalmente toda la noche. El hotel debió haber hecho una fortuna, y como Con tenía todas las bebidas cargadas en su habitación, estaban felices de mantener el bar abierto todo el tiempo que quisiéramos. A las 6.00 a.m., estaba acurrucada en el regazo de Kier sin mis zapatos, compartiendo una bolsa de papas fritas con Em que estaba sentada de la misma manera en el regazo de Con. Tommy se había desmayado por completo en un asiento bajo, y Liam se había deslizado discretamente escaleras arriba alrededor de las 3:00 a.m., mano a mano con Albie. —¿Cansada, Sol? —le preguntó Con a Em, mientras ella terminaba de comer y metía su cara bajo su barbilla. —Sip, pero en este momento estás suave y caliente, y estoy demasiado cansada para contemplar incluso caminar hacia el ascensor —respondió con sueño. —Duerme, amor. Yo me encargo —respondió, y estaba bastante segura de que ella se había dormido antes que él terminara su oración. Golpeó los nudillos con Kier y luego se inclinó para besar mi mejilla. —Buenas noches, muchachos —dijo y levantó a su esposa como si no pesara y la llevó al ascensor. —¿Lista para ir a la cama, Irish? —preguntó, y asentí con un bostezo mientras bajaba de su regazo y recogía mis zapatos. —¿Qué hacemos con Tommy? —pregunté a Kier, y él suspiró. Levantándose con un gemido, palmeó los bolsillos de los pantalones de Tommy hasta que encontró lo que estaba buscando y sacó una llave de la habitación. —¿Puedes sostener esto? —preguntó y me lo entregó. Tirando de Tommy por el brazo, logró subirlo sobre sus hombros como un bombero y seguimos a Con y Em. —Si me vomita, te juro que es lo último que hará —dijo Kier, mientras Tommy eructaba en su sueño. Lo acostamos de forma segura y pusimos un cubo de champán al lado de la cama como medida de precaución. A pesar de los fuertes ronquidos tan pronto como Kier lo tumbó, pensé que estaría fuera por al menos unas cuantas horas. Mientras caminábamos de regreso hacia los ascensores, Kier levantó nuestras manos unidas para besar la parte de atrás de la mía.

—¿Todavía estás en el séptimo cielo después de tu victoria? — pregunté. —No fue la victoria, Irish —respondió—. Era saber que estabas allí conmigo. El mejor sentimiento del mundo.

21 Traducido por Manati5b

Kieran Me desperté cálido y contento, entonces me di cuenta de que la razón estaba envuelta alrededor de mí. Su cuerpo estaba presionado contra mi costado, su mano descansaba sobre mi corazón y su pierna enredada con la mía. Cuidando de no despertarla, solo me extendí ahí, completamente satisfecho, e inhalé el olor que la caracterizaba. Una combinación de su sutil perfume y champú de manzana, olía a casa. Yaciendo ahí supe, sin sombra de duda, que quería despertar así, cada día por el resto de mi vida. Se retorció un poco mientras dormía, hundiéndose más en mi calor. Contuve la respiración mientras ella rozaba dolorosamente mi dura erección. Me pregunté cómo se sentiría cuando ya no tuviera que contenerme. Por meses, me había dedicado a entrenar. Ahora planeaba dedicarme a mí mismo, con el mismo enfoque decidido, a adorar su cuerpo. Era más que eso. Me gustó la idea de poder ser un novio normal, de invitarla a cenar y otras citas, sabiendo que este ángel, que podía tener a cualquier hombre que ella quisiera, me había elegido. Quería recogerla del trabajo y cocinar la cena para ella y cuidarla de mil maneras que el entrenamiento no había permitido. Más que nada, solo quería amarla. El mejor regalo de todos era que ella me dejaba. Incapaz de soportar esta bendita tortura, me agaché para acariciar la cremosa piel de su muslo. —Arghhh —grité, incapaz de contener el chillido de dolor casi patético. Cada músculo de mi cuerpo gritó en protesta. —¿Qué pasa? —dijo Marie, sentándose bruscamente. Su cabello estaba revuelto y un adorable pliegue de almohada corría por una mejilla. Desorientada y somnolienta, su rostro era una máscara de preocupación.

—Estoy muy seguro de que Schmidt rompió cada hueso de mi cuerpo anoche, luego me atropelló un par de veces después —gemí. —Iré y te daré un baño caliente —respondió—. Em me advirtió que esto pasaría y me dijo que si olvidabas tu baño de hielo, debería darte un baño caliente por la mañana. —No todavía —dije, acostándome y arrastrándola de nuevo a mis brazos—. Quiero cinco minutos más. Estaré bien siempre y cuando no me mueva. — Apoyó su cabeza en mi pecho, y todo estaba bien con el mundo. —Múdate conmigo —le susurré. —¿Quieres mudarte a mi casa? —preguntó, echándose hacia atrás para mirarme a los ojos. —No, quiero decir deja tu casa y vamos a encontrar algo juntos. No te ofendas, pero tu casa es un poco pequeña, y tengo un poco de dinero ahorrado, especialmente cuando agrego las ganancias de la noche anterior… —Me detuve, sin saber si le estaba vendiendo la idea. Nos conocíamos desde hacía años, pero solo habíamos estado juntos durante unos meses. Tal vez deberíamos esperar, pero cada minuto que pasaba alejado de ella, era un minuto demasiado largo. Ansiaba la intimidad de ver su cepillo de dientes junto al mío todas las mañanas y saber que estaba allí para quedarse. —¿Lo dices en serio? —Por supuesto que lo hago. Me reí cuando saltó encima de mí y colocó besos por todo mi rostro. Eso fue hasta que mi cuerpo protestó ante el contacto. —Jodido Schmidt. Espero que se sienta tan mal como yo —gemí. —Me imagino que se siente peor, dado que tú te fuiste con el cinturón y la chica —señaló, sonriendo. —Sí, lo hice —contesté con una sonrisa en mi rostro. Mi chica era malditamente hermosa, que hacía a mi corazón doliera de mirarla—. Así que, solo para estar seguro, ¿los besos significan qué si a lo de mudarnos juntos entonces? —le pregunté nerviosamente. —Eso es un jodido sí —contestó con una sonrisa mientras se arrastraba bajo la cama.

—¿Qué estás haciendo nena? —pregunté en confusión. —Besándolo, todo es mejor —dijo ella. Con cuidado, bajó mi bóxer por mis piernas y se inclinó hacia delante para besar la punta de mi pene. Cerré los ojos mientras me torturaba con cada golpe de su lengua. Cuando ya no pude aguantar más, me tomó entero en su boca y supe cómo se sentía el cielo.

Dos horas después, estaba sentado en una bañera llena de burbujas y aroma de mierda de chica, con los brazos alrededor de mi chica. No me había costado mucho convencerla de que se me uniera. El vapor del baño estaba rizando los mechones de su cabello que se habían deslizado del elástico de su cabello. Estaba jugando con uno cuando de repente recordé algo. —¿Qué estaba haciendo tu ex en la pelea? —le pregunté. Ella se puso rígida, y casi me arrepiento de haber arruinado el momento al mencionarlo, pero quería saberlo. —No tengo idea —contestó—. Incluso no puedes llamarlo mi ex. Solo salimos algunas veces. Le expliqué cuando me pidió salir en una cita que yo no quería una relación, así que estuvimos de acuerdo de solo ser amigos. Pero se volvió intenso muy rápidamente y pude ver que quería más, así que terminé con él completamente. Después de eso, solía parar por la tienda, o ir detrás de mí a lugares que yo frecuentaba regularmente, diciéndome que solo estaba de paso. Estaba empezando a ser poco incómodo, y cuando nos reunimos por última vez, le expliqué que era mejor que no nos viéramos más. No estaba feliz de que tuviera novio, considerando que le había dicho que no quería una relación, y para ser honesta, me sentí un poco culpable porque tenía razón. —Irish, soy una fuerza de la naturaleza. Estaba preparado para agacharme por el largo recorrido y agotarte hasta que te rindieras. Quisieras una relación o no, no te di mucha elección —dije, tratando de tranquilizarla. No había engañado a ese chico. Ella en verdad no quería una relación. Afortunadamente, el verdadero amor era sordo y ciego a la razón. —Enamorarme de ti fue lo más fácil y egoísta que he hecho —dijo. —No fue egoísta.

—Sí, lo fue, y sabes el porqué. —Estaremos de acuerdo en estar en desacuerdo amor —dije, besando su sien. Se apoyó en el beso para consolarse, y la sostuve más cerca. —Estaba a unas pocas filas del cuadrilátero, sentado con un montón de tipos con trajes. No lo noté hasta que Tommy preguntó quién era el tipo que me estaba mirando. Entonces Alastair saludó y volvió a hablar con el de los trajes. Tal vez estaba entreteniendo clientes. Muchas de las compañías llevan a sus clientes importantes a los eventos deportivos —dijo ella, como si estuviera tratando de pensar en una razón para que él estuviera allí que no fuera tan espeluznante. —Seguro. De todos los deportes, escogió boxeo, y de todos los eventos, eligió en el que estaba peleando tu novio. No me gusta Irish. Tal vez necesito tener una charla. —No lo hagas —imploró—. Realmente no ha hecho nada malo. Lo estoy haciendo sonar como un acosador, pero tal vez esté tan determinado como tú. Le he dicho honestamente cómo me siento, así que si aparece de nuevo al azar, entonces te lo diré, te lo prometo. —Se giró en el baño y se olvidó el tema de Alastair.

Con sus tetas al nivel de mis ojos, luché por recordar mi propio nombre. Ciertamente no recordé mis doloridas articulaciones ni cómo había planeado esperar hasta mi sorpresa para llevar las cosas más lejos entre nosotros. De hecho, no podía recordar ni una sola razón porque, capturando su pezón con mi boca y succionando, no era la mejor idea que había tenido, así que lo hice. Cuando sostuve su otro pecho en mi mano y froté mi calloso pulgar sobre su pezón, ella gritó en éxtasis. Antes de que ella pudiera registrar lo que estaba haciendo, levanté su pequeña complexión hasta que estuvo a horcajadas sobre mí. Cuando cambié los pechos para igualar el amor, ella se meció contra mí. Era un instinto tan viejo como el tiempo para llegar entre nosotros y establecernos en la posición correcta. Cuando se meció hacia atrás otra vez, la punta de mi pene se deslizó dentro de ella, haciéndola temblar. Cuando retrocedió para llevarme más profundo, el agua se derramó por el costado de la bañera. A ninguno de los dos podría importarnos una mierda. No había nada en este momento más que nosotros dos y fue tan perfecto como imaginé que seria.

—Móntame, nena, tan fuerte y tan profundo como puedas —gruñí. Estar dentro de ella era menos que el nirvana. Sus tetas estaban duras, y soplé sobre una gentilmente para endurecerlas aún más. El agua la hacía resbaladiza, pero mi agarre en sus caderas era firme mientras la levantaba arriba y abajo, alentándola a moverse más rápido. Para montarme más profundo. Su ritmo era absolutamente impecable, ya que nos movíamos juntos sin esfuerzo. Me empujé para encontrarme con su rebote, y cada vez que atrapaba ese punto mágico, ella me apretaba con fuerza. Sabía que no podía aguantar mucho más. Ningún hombre sano podría ante tal perfección. Cuando su espalda se inclinó en éxtasis, mojé un rastro de besos a lo largo de su cuello expuesto hasta el fondo, hasta que pude darme un festín con su pezón. —Dios, Kieran, por favor —gritó. Sus muslos se estremecieron cuando se acercaba a su orgasmo. Nunca había experimentado algo como eso. Teniendo sexo, incluso buen sexo, no se acercaba a la forma en que se sentía al hacer el amor. Saber que ella me daba su corazón, junto con su cuerpo, no era menos que humildad. Tener su amistad era un regalo, sostener su corazón era un milagro, y si tenía que pasar cada día del resto de mi vida haciéndolo, le probaría que era digno de ese milagro. —Hazme terminar —suplicó. Sabiendo que nunca podría negarle nada, le mordí suavemente el pezón mientras pasaba mi pulgar sobre su clítoris. Verla desmoronarse fue la cosa más hermosa que jamás había visto. Montó la ola de temblores mientras se apretaba y se apretaba a mí alrededor sin poder hacer nada. Envolviéndola con fuerza en mis brazos, enterré mi cara en su cuello y la sostuve mientras el orgasmo más feroz que alguna vez había tenido erra arrancado de mí. Se recostó en mi pecho mientras nuestros cuerpos deshuesados se fundían entre sí. —Te amo hermosa —le dije, y prácticamente podía sentir su sonrisa contra mí. —Yo también te amo, Kieran —respondió—. Sería imposible no hacerlo.

—¿A dónde vamos? —preguntó. —Es una sorpresa —contesté, sonriendo. Tenía semanas planeando esto. Semanas de correr millas tras sinfín de millas, decidiendo cómo pasaría mi tiempo cuando terminara la pelea. Unas soleadas vacaciones donde ella pasara todo su tiempo en una variedad de pequeños bikinis fue mi primera opción, pero sabía que nunca abandonaría la tienda por mucho tiempo. En cambio, la estaba llevando a mi segunda opción, y si tenía suerte, ella pasaría los siguientes tres días desnuda para compensar los bikinis. —Siento que me han quitado un peso —dijo ella, recostándose contra el reposacabezas cerrando sus ojos. Esta mañana la había llevado al hospital para un chequeo de su condición cardíaca. Después de todas las visitas a los hospitales que había hecho con Pa, los odiaba. Pero nunca lo hubieras sabido por mi rostro. El cuerpo de Marie había sido sacudido por la tensión mientras desayunábamos en el hotel y luego hacíamos nuestra salida. Todavía me sentía como si me hubieran atropellado, pero una buena noche de sueño con mi chica metida a mi lado definitivamente había ayudado. Todo el tiempo que estuvimos en el hospital, ella tenía un agarre mortal en mis dedos. La gente nos miraba mientras caminábamos de la mano por los pasillos. No se podía ocultar el hecho de que mi cara estaba jodida. Tomaría semanas antes de que incluso pareciera al hombre que era antes. A Irish no le importaba. Me amaba a pesar de todo. Me senté pacientemente durante horas mientras ella pasaba una prueba tras otra hasta que, finalmente, la llamaron al consultorio médico. —¿Puedo ir? —le pregunté. —¿Quieres ir? —contestó, y yo asentí. Si eran buenas noticias, quería ser el primero en escucharlas y, si eran malas, entonces ella me necesitaba. —Está bien —acordó fácilmente. Además, entrar sola significaba soltarme de la mano, y no estaba seguro de que ella pudiera hacer eso. —Dr. Austin, este es mi novio Kieran —dijo, presentándome. —Hola Kieran. Encantado de conocerte —dijo el doctor—. Por favor tomen asiento. Nos sentamos, todavía tomados de la mano, mientras él se dirigía directamente a los negocios.

—Mira, sé que has tenido algunas preocupaciones este último mes sobre los dolores de cabeza y la fatiga general, pero creo que eso se debe a que te has estado esforzando demasiado. Tienes que recordar que tu cuerpo es un motor. Si lo sobrecargas, te va a cobrar factura —explicó. Así que los dolores de cabeza y la fatiga eran noticas para mí, pero eso lo discutiríamos más adelante. —Por lo que puedo ver en las pruebas, todo se ve bien. La reparación de la válvula aortica todavía se mantiene bien. Siempre y cuando no pongas tu corazón bajo una presión innecesaria, no hay razón para que no se mantenga por mucho tiempo —agregó tranquilizadoramente. —¿Y a largo plazo? —preguntó en voz baja, apretando mi mano un poco más fuerte. —Un día la vez, Marie —respondió—. La cirugía cardiotorácica ha avanzado muchísimo en los últimos veinte años, y probablemente avanzará exponencialmente en los próximos veinte. Hay muchos factores que pueden determinar si un trasplante es absolutamente necesario, pero con el riesgo de rechazo de órganos, a menudo es nuestro último recurso. Me gustaría explorar otras cirugías si llegara a ese punto. Por ahora, descansa un poco más y sigue haciendo lo que estás haciendo. Si empiezas a tener algún problema o síntomas, no esperes la cita, contáctame inmediatamente. Aparte de eso planea tener una vida larga y feliz, y haré todo lo posible para que llegues allí. Mirándola entonces, con los ojos cerrados de alivio y felicidad, no podía creer lo feliz que yo estaba. Sabiendo que Irish era lo más saludable que podía ser era la mejor noticia. Fue el final perfecto para el fin de semana y el comienzo perfecto para la próxima semana. —¿Alguna vez vas a decirme a dónde vamos? —me preguntó, sonriendo. —Ya lo verás pronto —le contesté, con mi propia sonrisa. —¿No extrañará Liam su camioneta? —Nah, no creí que estuvieras preparada para manejar todo el camino en la moto, así que intercambiamos por un par de días. —Eso es lindo de él —dijo, acomodándose. —¿Estás cansada? —Miré su expresión adormecida.

—Un poco —admitió—. He estado tan ansiosa por la pelea y mi cita, que me siento agotada ahora que ya no hay nada de qué preocuparme. —¿Por qué no duermes un poco entonces?, te despertaré cuando lleguemos allí. —Eso está bien —contestó—. Apuesto a que estás tan cansado como yo. —Le sonreí por su terquedad, luego sonrió abiertamente, y estaba dormida cinco minutos después.

Horas más tarde, y ella todavía estaba fuera. La llave de la casa de campo que contraté estaba en la caja de seguridad numerada, exactamente donde se suponía que debía estar. Los propietarios incluso habían tenido la amabilidad de dejar una cesta de picnic con la comida, que supuse que sería útil. Acababa de tomar en nuestras bolsas cuando se despertó. —Lo siento mucho, me quedé dormida —dijo, mientras saltaba fuera de la camioneta y cerraba la puerta. Frotándose los brazos por la brisa fresca, después del calor del auto, miró a su alrededor—. Oh Kieran. ¿Es aquí donde nos quedaremos? Es hermoso —dijo con asombro. La cabaña de piedra de un dormitorio era pequeña, pero impresionante. Un camino sinuoso conducía a través de un jardín, que apostaría que estaría lleno de flores en plena floración el verano. El interior era bastante básico. La cocina y el baño eran pequeños, pero la cama con dosel de madera frente a una chimenea abierta me había vendido el lugar. —Sip, me temo que solo hay una cama y calefacción limitada en este lugar, por lo que ambos tendremos que acurrucarnos desnudos para tener calor mientras estamos aquí. —Envolví mis brazos alrededor de su cintura y apoyé mi barbilla en la parte superior de su cabeza. —Bueno, si es por nuestra supervivencia, realmente no tenemos otra opción —respondió. Mierda, amaba esta chica—. Espera, ¿qué voy a hacer con la tienda? —No te preocupes —le contesté—. Tuve una conversación con tu madre y te está cubriendo. Sin embargo, dijo que tienes una prueba reservada para el viernes, así que necesitamos estar de vuelta para entonces.

—Pero eso es hasta dentro de tres días —contestó, girando en mis brazos y envolviendo el suyo alrededor de mi cuello—, y planeo aprovechar al máximo cada uno de ellos. Inclinándome, la encontré a medio camino y la besé, justo cuando se abrían los cielos.

22 Traducido por Manati5b

Marie Llovió todos los días durante tres días, pero fueron los mejores tres días de mi vida. A pesar del terrible clima, cada mañana explorábamos la costa, descubríamos pequeños restaurantes de mariscos y tabernas acogedoras. Pero esa tarde fue la última, y la quisimos para nosotros completamente. La cabaña estaba bastante aislada a lo largo de la costa, por lo que cuando una pequeña ventana con el clima lo permitía, caminamos hacia la playa y comimos una cena de pescado y papas fritas mientras veíamos la marea. —No me importa cuán ricos nos hayamos vuelto. Ningún restaurante de lujo podrá superar el sabor del buen pescado y papas junto al mar —le dije a Kieran. —Después de meses de claras de huevo y batidos de proteínas, creo que podría comer esto todos los días durante semanas y no tener suficiente. Lo siento nena, pero es posible que tengas que quedarte un poco más —dijo, dándose palmaditas en sus abdominales. No había una onza de grasa de repuesto en su cuerpo. No se quedaba quieto el tiempo suficiente para engordar. —No creo que tengas nada de qué preocuparte, pero igual te amaría, incluso si fueras un mono regordete. —Mucho sexo me mantendrá esbelto —me aseguró con seriedad. —Ah, bueno, definitivamente no tienes nada de qué preocuparte entonces —dije con una risita. —Nunca se puede ser demasiado cuidadoso. Creo que deberíamos hacer ejercicio al menos dos veces al día, todos los días. No puedes dar por sentado tu salud.

—¿Qué estás haciendo ahora? —le pregunté mientras empezaba con mi bolsa de papas a medio comer después de haber acabado las suyas. —Cuanto más como, más tengo que quemar —respondió con una sonrisa descarada. Tiró las bolsas vacías y tomó mi mano mientras caminábamos por la arena. —¿Suficientemente caliente? —preguntó mientras me estremecía. —Hay algo etéreo en caminar por una playa vacía en invierno, pero el viento es ártico hoy. Soltando mi mano, envolvió su brazo alrededor de mis hombros y me metió en su costado. Al instante, el calor se filtró de su cuerpo hacia el mío. —Realmente no quiero ir a casa hoy —le dije. —Yo sí —dijo, y me aparté un poco para mirarlo. Se rio de mi expresión y me jaló directamente a sus brazos—. Quiero que busquemos nuestro propio hogar. La próxima vez que vayamos a algún lugar, quiero que regresemos juntos a nuestra casa. Cuando antes volvamos, antes podremos hacer que eso suceda. —Me encanta la forma en que funciona tu mente. —Nena, déjame mostrarte cómo funciona algo más mío. Te prometo que te encantara igual —respondió, caminando de regreso a la cabaña un poco más rápido.

—¡Jesucristo! —grité. Él no había estado mintiendo, yo lo había amado. —¿Estás orando Irish? —¡No te detengas! —le supliqué, y se rio entre dientes mientras bajaba la cabeza y volvía a hacerme gritar. Cómo no estaba ronca en este punto, no lo sabía. Debería haber una ley que prohíba llevar a alguien al punto del orgasmo y no dejar que termine. Esta fue la tercera vez, y si Kieran no terminaba esta exquisita tortura pronto, iba a saltar sobre él y terminar el trabajo yo misma.

Salpicó el interior de mi muslo con besos suaves, luego se abrió camino a lo largo de mi vientre y costillas, deteniéndose para besar cada cicatriz quirúrgica en el camino. Estaba estremeciéndose cuando llegó a mis labios. —Te amo —susurró mientras se deslizaba dentro de mí. Estaba sin palabras. Demonios, estaba completamente sin aliento. Ni siquiera podía recordar cómo formular palabras. La sensación de abrazarlo profundamente dentro de mí, llenando cada centímetro de mí, solo para retirarme y deslizarse de nuevo. Era perfecto. —Te amo —contesté. No era suficiente. No era de cerca suficiente, no definir qué tan importante era ese momento o cómo me sentía por él. No era suficiente para explicar cómo conocerlo había cambiado el curso de mi vida para siempre. Esas pequeñas dos palabras no eran suficientes, pero eran todo lo que tenía. Su temblorosa mano se deslizó por mi muslo mientras se movía un poco más fuerte y más profundo. Apreté los muslos, desesperada por todo lo que él tenía que dar. Sus labios rozaron los míos, pero solo avivaron el fuego aún más. Nuestras lenguas chocaron mientras nos devorábamos mutuamente, acercándonos desesperadamente a esa dichosa liberación. Nos separamos, y él inclinó su cabeza para descansar en el hueco de mi cuello. —Tà grà agam duit —murmuró en mi oído. No entendía el gaélico, pero no importaba. Sentí su significado en Kieran. Su enorme mano envolvió mi pecho. Su mano era capaz de tanta violencia, pero me acariciaba con tanto cuidado y devoción. Mi cuerpo era líquido bajo su toque. Por mucho que me diera, solo ansiaba más. Si fuera posible, él se volvió más grueso y más duro dentro de mí, y arqueé la espalda, desesperada por lo que solo él podía darme. —Irish —gimió en mi boca. Se retiró, pasando su pulgar por mi pezón mientras se empalaba. Su aliento caliente se encontró con el mío mientras yo mordía su labio inferior. Sin previo aviso, me levantó, sacó un edredón del sofá y lo arrojó sobre la alfombra junto al fuego abierto que había encendido. Apresuradamente me dio la vuelta a cuatro patas. Simpatizando con su desesperación, agarré la tela con fuerza y puse mi cabeza abajo. Gimió al verme postrada y lista para él. Me estremecí mientras trazaba un camino

suave por mi espina dorsal con la punta de los dedos. Cuando llego a mi trasero, su toque se hizo más urgente. Tomando firmemente mis caderas, empujó dentro de mí hasta la empuñadura, y fue mi turno de gemir. Era tan profundo, tan completo, y el ritmo de Kieran era implacable. Mientras me golpeaba, le rogué por más. Envolviendo un brazo alrededor de mi cintura, me levantó y mi espalda se apoyó en su pecho. Su mano de oso tragó mi pecho, enfatizando la diferencia en nuestro tamaño. Mientras su otra mano viajaba por mi cuerpo, me estiré hacia atrás para agarrar su cuello, apretando un poco con emoción y anticipación. El placer se disparó hasta mi corazón mientras él frotaba y pellizcaba mi pezón. Rodeando mi cuerpo fuerte y duro, me consumió, y nunca me había sentido tan amada y protegida. Su pulgar jugó con confianza en mí núcleo, como si fuera el dueño. Y lo era. Era dueño de mi cuerpo como ningún hombre lo había hecho ni lo hubiera hecho nunca. No porque fuera virgen. No lo era. Sino porque le había dado mi cuerpo y corazón. Ambos eran de Kieran en igual medida. Lo hacía el sexo tan fenomenal era que él me atesoraba tanto como yo lo atesoraba a él. Nunca me había entregado a alguien como lo había hecho con él. —Kieran… —gemí. —¡Mierda! Amo la forma en que dices mi nombre —respondió mientras conducía más y más profundo. Sabía que yo no podía aguantar mucho más tiempo. Inclinó la cabeza para pellizcarme el hombro, inclinando ligeramente la pelvis. Sensores de placer por todo mi cuerpo gritaban simultáneamente, y el orgasmo más fuerte que jamás había tenido se desgarró de mí. Kieran se sacudió violentamente, cada músculo tenso y estirado. Nuestros estremecimientos finalmente se detuvieron y ambos nos derrumbamos en el suelo, su polla todavía enterrada profundamente dentro de mí, como si no pudiera soportar perder el contacto. —Creo que me follaste tan fuerte que me he quedado ciega —le dije, haciéndolo reír. —Eso fue más que épico —dijo, trazando patrones perezosos en mi abdomen.

El fuego hizo rebotar la luz y sombras sobre mi piel bronceada y me quedé hipnotizada. Floja y completamente saciada, me acurruqué más cerca, y dejé que me envolviera en sus brazos. —Voy a darte todo lo que alguna vez soñaste. ¿Lo sabes nena? —Kieran —suspiré somnolienta—, ya lo has hecho.

Volver al trabajo después de unas vacaciones apestaba. Era oficial. La mayoría de los días, especialmente desde que se presentaban con Kieran, amaba mi vida. Cada día era un regalo que nunca intenté dar por sentado. Sin embargo, esa mañana, fue lo peor. Después de quedar atrapada en la lluvia, habiendo olvidado el paraguas, una cita de treinta minutos para un arreglo, se había convertido en una dura prueba de dos horas con una noviecilla del infierno. No era particularmente conflictiva, pero era todo menos pusilánime. Después de ladrar todos los cambios que quería de mí, le expliqué con calma que lo que estaba buscando no era un arreglo, sino un vestido nuevo. Siguió una gran fila, durante la cual me mantuve firme hasta que la futura novia estalló en lágrimas. Tres vasos de prosecco después, y resultó que el vestido no era el problema en absoluto. Era el novio. —¿Por qué la gente insiste en casarse con alguien que sabe que no es adecuado? Ella tiene serias dudas sobre si él es el hombre para ella, y se va a casar con él de todos modos —le pregunté a mama sobre la noviecilla. Ella me entregó una taza de té, y luego añadió unas tres cucharadas de azúcar a la de ella. —Sucede más de lo que piensas. Algunas mujeres temen que terminen solas o que quieran tener hijos antes de que sean demasiado mayores y se conforman. Para algunas personas funciona, y tienen un matrimonio largo y feliz. Para otras, no se dan cuenta de su error hasta que es demasiado tarde. —Simplemente no puedo imaginarme casándome con alguien sin la certeza de saber que es la única persona con la que quiero pasar el resto de mi vida —le dije. —Ah, pero el matrimonio rara vez es cuestión de certeza. Se trata del amor, la esperanza y la fe. Cuando amas a alguien más de lo que

siempre has amado a alguien más, incluso a ti misma, esperas una larga vida juntos y tienes fe en que ambos se comprometen y se sacrifican cuando sea difícil hacer que esa vida sea feliz. Sonreí por su sabiduría, mientras recordaba todos los maravillosos recuerdos que tenia de mamá y papá juntos. —Y el sexo —añadió como una ocurrencia tardía—. Es importante tener un poco de química en la habitación. Está bien casarse con tu mejor amigo, siempre y cuando aviven su fuego. Por supuesto, un poco de la pasión se desvanece cuando te encuentras hasta las rodillas de pañales y platos sucios. Pero, Dios… tu padre podría hacer que mis bragas se levantaran con solo levantar una ceja, hasta el día en que murió. —Miró a la distancia con nostalgia mientras hacía algunas reminiscencias en la suya. —Te amo mamá, pero eso es demasiada información. No necesito pensar en ti y en papá haciendo cosas sucias. —No hay nada de sucio al respecto. Sin embargo, hubo una vez… —¡Maaaa! —protesté, retorciéndome. Ella se rio de mi expresión hasta que terminé riéndome con ella. —Es bueno verte tan feliz —me dijo en voz baja—. Sabes, como padres, eso es todo lo que realmente queremos para nuestros hijos. Salud y felicidad. Kieran es un buen chico, y te hace sonreír. Eso me hace feliz. —Umm, así que con el tema de que quieras verme feliz, ¿no te sentirías demasiado asustada si decidiéramos mudarnos juntos? — pregunté, mordiéndome el labio mientras esperaba su respuesta. Ella me miró fijamente, probablemente tratando de decidir si estaba hablando en serio o no, luego, finalmente se encogió de hombros. —Eres una chica sensata y sabes lo que estás haciendo. Si eso se siente bien para ti, si tienes fe, yo también. Abandonando mi taburete, me acerqué a darle un gran abrazo. —Gracias mamá —susurré a su oído. —De nada amor. Ahora bebe tu té antes de que se enfríe. La dama de honor de la noviecilla llega esta tarde, y si pensabas que la novia era una pieza para trabajar…

Las calles estaban oscuras para la hora en que había terminado mi día. Mamá se había marchado un poco más temprano de lo usual para arreglarse su cabello, y sabiendo que Kieran estaría aquí para recogerme pronto, apagué todas las luces y cerré la tienda. Dejando caer mis llaves en mi bolsa y girándome, salté cuando vi que algo se movía en las sombras. —Jesús —dije, colocando mi mano sobre mi corazón en conmoción. Alastair estaba allí con un largo abrigo de lana y guantes de cuero de aspecto caro. —¿Te mudarás con él? —Su expresión era una máscara de incredulidad. —¿Cómo es posible que sepas eso? —pregunté, demasiado furiosa como para asustarme. —Te vi. Has estado yendo a agentes de bienes raíces con él, obteniendo listados de lugares. Te vi —repitió. —¿Me has estado siguiendo? —Te vi —dijo, sin responder realmente a mi pregunta. Me quede allí completamente conmovida. Él actuaba como si tuviera derecho de estar molesto, como si estuviéramos en una relación, y yo, de alguna manera, lo había engañado. —Alastair, esto no tiene nada que ver contigo. Kieran es mi novio, y lo que hagamos juntos no es asunto tuyo. He tratado de ser amable y pedirte que mantengas tu distancia, pero ya es suficiente. Ahora te lo digo. Mantente alejado de mí y de mi vida u obtendré una orden de restricción. —¿Por qué harías eso? Somos amigos. Solo te estoy cuidando. Has conocido a este tipo por cinco minutos, y ahora, ¿quieres mudarte con él? Es demasiado pronto. ¡Ni siquiera te has dado la idea de un nosotros! —¡No hay nosotros! —grité en frustración—. Esperaba que pudiéramos ser amigos, pero eso no fue suficiente para ti. No quiero lastimarte, pero debes dejarlo pasar. Sea que me has estado siguiendo o no, sé que estar en la pelea de Kieran no fue accidental. Esto se está volviendo una obsesión y es venenosa. Haznos un favor a los dos y sigue adelante. Amo a Kieran, y sé que en alguna parte hay una chica que te hará feliz, pero esa no soy yo. Y nunca la vas a encontrar, no así.

—No puedo creer que pienses que estás enamorada de él. Yo puedo darte todo lo que siempre quisiste, ¿lo sabías? —No necesito el mundo Alastair. Solo lo necesito a él. —Piensas que lo necesitas, pero no es así. Te ha lavado el cerebro, pero sin él verías… —¡Suficiente!, —interrumpí—. Suficiente Alastair. Creo que necesitas sentarte y hablar con alguien. ¿Has hablado con tu familia sobre cómo te sientes? —¡Crees que estoy loco porque me preocupo por ti! ¡Increíble! No necesito sentarme con nadie para ver la verdad. No soy quien necesita ayuda Marie. Eres tú. Metiendo sus puños en los bolsillos, giró sobre sus talones y desapareció en las sombras. Los escalofríos se convirtieron en temblor total cuando la adrenalina de nuestra confrontación se desvaneció. Mis rodillas amenazaron con salir de debajo de mí, así que me recliné contra el edificio para apoyarme y respiré hondo. No tenía idea de cómo lidiar con esto. Decirle a Kieran solo lo enfurecería, determinado a limpiar las cosas con Alastair. No quería que se metiera en problemas, pero tenía la horrible sensación de que esta situación empeoraría mucho antes de que mejorara. Sin embargo, había una cosa que sabía con seguridad, no podía ocultarle secretos a Kieran. Como si lo hubiera convocado con mis pensamientos, dio la vuelta a la esquina y estacionó su moto contra el pavimento. Se quitó el casco y echó un vistazo a mi cara y vino corriendo. —¿Qué está mal? —Alastair estaba aquí. No escuchó nada de lo que le dije la última vez. Está convencido de que deberíamos estar juntos, y seriamente pienso que no tomará un no como respuesta. Es como si se hubiera obsesionado. —Jodidamente voy a matarlo —dijo, mirando alrededor. —Se ha ido. —Pero no se quedará fuera. Ese es el jodido problema. Hiciste lo mejor que pudiste para no hacerle daño amor. Pero lo has intentado, ahora dame la oportunidad de probar lo mío. —¿Qué vas a hacer? —pregunté con cautela.

—Voy a explicarle porqué acosar a mi chica es muy mala idea. — Estaba terriblemente tranquilo, y me recordó su expresión cuando golpeó a Con en su culo. —Kier, no es tan simple como asustarlo. Creo que está enfermo. Amenazarlo no funcionará, necesita conseguir ayuda. Caminó un poco, abriendo y apretando los puños como si estuviera tratando de dominar su temperamento. Cuando pareció tomar una decisión, caminó hacia mí, y tomó mi rostro suavemente. —Entonces haz un informe a la policía. Tiene que haber alguna ley contra el acoso. Sin nada más, al menos empezarán a llevar un registro de toda la basura que está tirando. Y hasta que pueda estar seguro de que está fuera de nuestras vidas para siempre, no quiero que vayas a ningún lado a solas. Él entra en la tienda y tú llamas a la policía. —Puedo hacer eso —estuve de acuerdo, dándole una pequeña y tensa sonrisa. Descansó su frente contra la mía, como si pudiera sentir mi fatiga. —Vamos a llevarte a casa. Pareces agotada. Acarició suavemente mi mejilla. Cerré los ojos y me incliné contra su toque mientras inhalaba las sutiles insinuaciones de su piel después de afeitar. Lanzó su pierna sobre su moto y luego me ayudó con mi casco para que pueda subirme detrás de él. Volviendo la cabeza para mirarme, levantó el visor para hablarme. —Por cierto, olvidé decirte. Tengo una sorpresa para ti cuando regresemos, pero trata de no asustarte, ¿está bien?

23 Traducido por Yiany & Candy27

Kieran —Sabes que vivimos en un apartamento de una habitación en el segundo piso, ¿no es así? —dijo Irish con diversión. —Vivimos aquí por ahora. Tenemos tres casas en fila para ver este fin de semana, y seguro nos gustará una de ellas. Esto será por un par de semanas a lo sumo —aseguré. —¿Y qué pasa cuando estemos en el trabajo? —Lo llevaré al gimnasio conmigo. Estoy seguro que a Danny no le importará. También correré hacia y desde el gimnasio, así que hará mucho ejercicio. Estaba tratando de ser práctica, pero le hice un farol para ver cómo se sentía realmente. —Si odias la idea, puedo llevarlo a la casa de Ma. Ha estado jugando con la idea de conseguir un perro durante años. Estoy seguro que lo tomaría —dije. Bueno, esa era una mentira descarada. Ma, en un millón de años, jamás tendría un perro masticando el lugar y arrojando pelos por todos los muebles. —No puedo simplemente dárselo a alguien, sin embargo. Tiene que ser alguien que lo cuide bien. Es un perro de rescate que había sido abandonado. —Lancé esa última parte por si acaso dudaba sobre la idea. —No me libraría de ti, ¿verdad, bebé? Ahora eres parte de la familia y eres tan hermoso. ¡Sí lo eres! Eres absolutamente hermoso —dijo Irish al cachorro Bullmastiff que estaba escarbando en sus brazos y cubriéndole la cara con baba. Me reí al verlos jugar juntos.

Siempre quise tener un perro, desde que era un niño, pero Ma no lo tendría. Sabía que Irish era demasiado práctica para tener uno. Cuando vi un anuncio en la página de redes sociales del centro de rescate, no pensé dos minutos. Fue amor a primera vista, y esperaba que ella sintiera lo mismo. Además, era más fácil pedir perdón que permiso. A veces, las decisiones poco prácticas que se sentían bien en tu corazón eran las mejores que tomabas. —¿Por qué alguien abandonaría a un cachorro tan hermoso? —me preguntó con enojo. —Me dijeron que parecía que los dueños se mudaron de casa. Por alguna jodida razón, las personas que maltratan a los animales lo hacen, no lo querían y no podían molestarse en llevarlo al centro de rescate, así que lo ataron en el garaje y lo dejaron para morir de hambre. El solo hecho de hablar sobre lo que hicieron esos malditos malvados hacía hervir mi sangre. Si alguna vez descubriera quiénes eran, no había ningún lugar al que pudieran ir que fuera lo suficientemente lejos como para alejarse de mí. —¿Cómo lo vamos a llamar? —preguntó. —Nena, eso depende de ti. Lo traje, así que puedes nombrarlo. Solo recuerda que es un hombre y que va a ser parte de nuestra familia por mucho tiempo, por lo que nada de nombres de chicas como brillo, destello o cualquier otra cosa así. —¿Qué hay de Driscoll? Calculo que es más probable que Danny te deje llevarlo al gimnasio si le pones su nombre. Miré al jodido bobo, que estaba tendido boca arriba, con las piernas en el aire, mientras Irish le frotaba el vientre. —Me gusta —le dije—. Podemos llamarlo Dris para abreviar. —Sabes lo grandes que se vuelven, ¿no? Y babean por todo. —Te encantan los perros grandes que son babosos, ¡admítelo! — dije, arrastrándome para acariciarle el cuello y mordisquearla como un perro lo haría. Se echó a reír mientras mis besos le hacían cosquillas, y Dris se volvió loco, tratando de subirse encima de mí para entrar en acción. Mirando a Irish, que se había acomodado para acurrucarse en mi regazo con Dris, no podía creer que alguna vez hubiera luchado contra la idea

de nosotros. Tenía todo lo que nunca supe que quería, y no podía imaginar que la vida fuera más perfecta que esto.

—¿Qué demonios es eso? ¿Y qué diablos está haciendo en mi gimnasio? —dijo Danny, con un cigarrillo colgando de su boca con incredulidad. —Adopté una mascota del refugio y lo llamé Driscoll. Lo entrenaré para que se coma al ex de Irish —le expliqué. —Repito. ¿Qué diablos está haciendo en mi gimnasio? —No puedo dejarlo en casa. Es muy pequeño. Pensé que estaría bien traerlo conmigo cuando esté entrenando. No será ningún problema. Se sentará en el rincón, bueno como el oro, lo prometo —dije con una especie de voz llorona y suplicante. Estaba jodido si Danny no me dejaba tenerlo aquí. No había forma de que el pequeño tenga la edad suficiente para quedarse solo en casa, y no conocía a nadie que pudiera vigilarlo todo el día. —No quiero un roedor en mi gimnasio, orinando por todo el piso. —Su rostro estaba completamente inexpresivo. —Lo estoy entrenando, y los muchachos y yo nos turnaremos para sacarlo a correr. Ni siquiera notarás que está aquí. Y nunca hace pis en el suelo, lo prometo. Dris hizo una especie de gemido y ambos lo miramos. El pequeño cabrón miró a Danny con nostalgia, inclinó la cabeza hacia un lado y luego orinó por todo el suelo. Cerré los ojos con incredulidad. No había manera de que se me permitiera tenerlo aquí ahora. Cuando Danny no me ladró para que me deshiciera de él, los miré para ver al anciano y al cachorro todavía mirándose el uno al otro. ֵ Limpia ese desastre y mantenlo fuera de mi vista —dijo — finalmente. Tomó una calada de su cigarrillo, y volvió a su oficina. —Tú afortunado bastardo —dijo Con con diversión. Me di la vuelta para ver a los chicos merodeando y escuchando a escondidas mi conversación, esperando que yo también recibiera una regañina, sin duda.

—Creo que el viejo se está ablandando con la edad —añadió Tommy—. De ninguna manera habrías tenido esa suerte hace un par de años. —Lamento interrumpir, muchachos. Olvidé mi pipa y mis zapatillas —dijo Danny, sobresaltándonos, pero en especial a Tommy, quien dio un pequeño giro y saltó una milla. —Lo siento, ¿te sobresalté? —preguntó Danny sarcásticamente—. Tenía la impresión de que aquí es donde los luchadores venían entrenar, pero corríjame si me equivoco. Nos giramos para mirar hacia la puerta de la oficina y me pregunté cómo se había ido sin que nadie lo notara. Ese hombre, de seguro, tenía algunas habilidades ninja cuando quería. —Bueno, entonces, ¡¿a qué están esperando?! Vuelvan al trabajo, cabrones perezosos —ladró cuando nadie se movió o respondió. Todos saltamos a ello, incluido Tommy. Me dirigí hacia el armario de limpieza para coger una fregona y suministros, pero me di cuenta de que Dris no estaba conmigo. Me di la vuelta justo a tiempo para verlo pasar a través de la puerta de la oficina pegado a los talones de Danny. Abrí la boca para decir algo, pero la puerta se cerró de golpe antes de que saliera ningún sonido. —Danny se va a comer esa cosa jodidamente para desayunar si no la rescatas antes de que se dé cuenta de que está ahí —advirtió Tommy. —Es más probable que lo moleste yo al llamar a la puerta que Dris —le contesté. —Un jodido genio nombrar al perro por de él —dijo Con. —Fue idea de Irish, pero me va a matar si Danny se come a su nuevo cachorro —le dije, haciéndole reír. Limpié la orina, algo que tenía la sensación de que de ahora en adelante se convertiría en una parte bastante regular de mi día. Un par de veces, Danny abrió la puerta y Dris salió, así que aproveché la oportunidad para llevarlo afuera a hacer sus necesidades, antes de que regresara por el camino por el que había venido. Cuando Heath nos llamó a la oficina a las cuatro para una reunión, finalmente pude ver cómo estaba. Danny había sacado una vieja manta de algún lugar. Doblada en el suelo, servía como una cama improvisada. En frente del escritorio de Danny y cerca del calor del radiador, Dris estaba profundamente dormido.

—Afortunado pequeño bastardo —murmuró Tommy. Con y yo nos miramos y nos echamos a reír. Tal vez el viejo se estaba ablandando después de todo. —Entonces, muchachos, puede que no se hayan dado cuenta de toda la maldita holgazanería que ha estado ocurriendo últimamente, pero tenemos peleas que organizar y títulos para defender. Empezando por Kieran —ladró Danny. Mi cara todavía estaba negra y azul de mi última pelea, y mis costillas seguían causando problemas, así que sabía que no había forma de que me programara otra pelea todavía. El hecho de que lo estuviera mencionando me hizo preguntarme si sabía lo que venía. —No voy a pelear de nuevo —solté—. Quiero decir, siempre estaré agradecido por el tiempo y el esfuerzo que todos ustedes pusieron para capacitarme y en la fe que me mostraron, poniéndome en primera línea. Pero supe, en el momento en que sostuve el cinturón, que esta vida no era para mí. Pertenezco detrás de las cuerdas. Y en caso de que alguno de ustedes lo esté pensando, no tiene nada que ver con Marie. Luché por mí, para que nunca fuera un anciano acostado en mi cama preguntándome qué pasaría si. Pero ahora también lo estoy terminando por mí. Mi respuesta fue recibida con silencio. Mirando alrededor de la pequeña habitación, podía ver la mirada de todos enfocada en mí. Algunos tenían entendimiento en sus ojos; otros veían con incredulidad que hubiera ganado un título mundial, y luego me echara atrás de nuevo sin volver a por más. Si ser un gran luchador era la llamada de Con, entrenar a un gran luchador era la mía. El tiempo y la experiencia habían dado perspectiva, y me di cuenta de lo diferente que podría haber sido mi vida después de que Pa muriera sin estos tipos y este lugar. Sabía que tenía la capacidad de ser un luchador de clase mundial, pero cuando recordé mi vida y lo que había hecho con ella, quería saber que había marcado la diferencia. Lo supiera o no, Danny no solo había cambiado mi carrera; me había cambiado la vida. Me miró y no vio lo que era, sino lo que podía ser. Un día quería saber que había hecho la misma diferencia en la vida de otra persona. Mi corazón estaba en entrenar a Con y a la siguiente generación de muchachos que nos siguieran. Tal vez no era la decisión más sensata. Mierda, nunca ganaría el dinero que Con estaba ganando, pero en mi corazón sabía que era la decisión correcta para mí y eso era suficiente.

—Suficientemente justo, chico. Suficientemente justo. Diste todo lo que tenías en esa pelea. Lo vi, y también el resto del mundo, y nadie te lo quitará jamás. Si has entendido que detrás de las cuerdas es donde eliges estar, en vez de en el lugar en donde te encuentras, entonces es suficiente para mí. Habiendo dicho eso, tú y ese chuco mugriento mejor que no se pongan demasiado cómodos. Heath le ha preparado a Con otra pelea. Quiero que le ayudes a entrenarlo —dijo Danny. —¿Quién está en contra y cuándo? —preguntó Con, siempre cortando las tonterías y directo al grano. —Roman Malachi Reid, en diez semanas. Aunque es en América otra vez. Más dinero, más cobertura televisiva, más fanfarroneo. Preferiría una pelea de este lado del estanque, pero los yanquis insisten, así que ahí está —explicó Danny. Con miró a Em para evaluar su reacción. Hablar con ella después de que Irish perdiera los papeles había sido una revelación. Cómo aprendió a evaluar su reacción a este tipo de noticias, nunca lo sabría. Nunca le diría que no, Con lo sabía, pero si él tenía una idea de cómo se sentía cuando se subía al cuadrilátero, lo dejaría en un abrir y cerrar de ojos, y no estaba listo para eso. —¿Qué piensas? —le preguntó. —¿Puedes vencerlo? —preguntó de vuelta. No se burló ni puso los ojos en blanco ni nada de esa mierda. Simplemente la miró directamente a los ojos y asintió. —Entonces la pregunta no es que pienso, sino, ¿qué piensas tú? — respondió ella. Nunca lo juzgaría ni lo presionaría. Solo se aseguraría de que lo pensara para que pudiera llegar a su propia decisión. —Nosotros tomaremos la lucha —respondió. Nosotros tomaremos la lucha, no yo. Tan pronto como dijo las palabras, un escalofrío de emoción me recorrió la espalda. Reid era el peso pesado más reciente salido de los Estados Unidos. Dos años más joven que Con, era afilado, hambriento y peligroso. Sería un infierno de pelea. Em asintió y se acercó a Con. Deslizó un brazo alrededor de su cintura, y sus ojos se pusieron vidriosos. —El entrenamiento comienza mañana —exigió Con, antes de que Danny pudiera decir algo diferente.

Danny puso los ojos en blanco, mientras que el resto de nosotros nos reíamos. Cuando el entrenamiento comenzaba, el sexo se acababa, por lo que Con aprovecharía al máximo su última noche. Me sorprendería que Em pudiera caminar mañana. —Obviamente, Con estará indispuesto el resto de la tarde, pero si el resto de ustedes no están ocupados, tengo un favor que pedir —les dije.

Después de nuestro fin de semana en la playa, insistí en conseguir una casa con fuego. Encontrar una propiedad de alquiler con un fuego de gas no fue una tarea fácil, pero finalmente nos acomodamos en una casa de dos habitaciones con una estufa de leña. La firma de los papeles y la realización de las comprobaciones financieras se demoraron una semana. Por supuesto, cincuenta libras para el lado del agente probablemente ayudaron a acelerarlo. —Jesucristo. ¿Cuántas cosas tienes? —dijo Tommy, colocando otro par de bolsas sobre su hombro para llevar a la casa. Con la ayuda de los chicos, casi había terminado de mudar nuestras cosas. La antigua casa de alquiler de Irish estaba amueblada, así que tuvimos que comprar de nuevas la mayoría de las cosas. Ya habíamos escogido un montón de cosas de Ikea, así que lo recogimos todo esa tarde y Liam lo juntó todo. Los dos teníamos experiencia en la construcción, por lo que pensarías que lo estaría terminando con él, pero no podría hacer el ensamblado de muebles de mierda. Casi había terminado de arreglar todo cuando sonó mi teléfono. —¿Dónde están todas mis cosas, Kier? —preguntó Irish cuando respondí. —En nuestro nuevo hogar —le contesté—. Quería sorprenderte, Irish. Pensé que podríamos pasar nuestra primera noche aquí, con una botella clásica de vino frente al fuego. ¿Qué dices? —pregunté seductoramente. —Suena muy romántico —acordó—. Voy a ver qué vino se ofrece en el supermercado, y tú arrancarás el quemador de leña. —Trato. Tengo un par de cosas que terminar aquí, así que voy a enviar a Tommy para que vaya a recogerte.

—Está bien, Kier. Quiero despedirme de algunos de mis vecinos de todos modos. Te veré pronto. Te amo. —Yo también te quiero. Adiós, amor —respondí y colgué. —¡Tommy! ¿Puedes recoger a Marie en su casa para que pueda terminar aquí? —llamé por las escaleras. —¡Genial! Así que, además de hacer todo tu trabajo, ahora soy un puto taxista —se quejó mientras caminaba por las escaleras—. Lo haré si puedo coger tu moto —dijo él. A Tommy le encantaba andar en mi moto, aunque era muy cuidadoso al respecto, por lo que no lo dejaba con mucha frecuencia. Estaba desesperado por conseguir una propia, pero ambos sabíamos que su madre lanzaría una cabeza de pesa si lo hacía, y la madre de Tommy no era alguien con quien quisieras meterte. Odiaba la idea de que Irish se presionara tan cerca de él en la parte trasera de la moto, pero realmente quería que este lugar estuviera listo para cuando volviera a casa. —¡Bien! —estuve de acuerdo a regañadientes. Sonrió, feliz ahora que tenía un incentivo. —Hombre, espero que tu chica lleve una falda. Si lo hace, estoy sintiendo la sensación todo el camino hasta casa —se burló. —Si incluso piensas en Marie de esa manera, y mucho menos en hacerte una idea, estarás orinando sangre durante una semana para cuando termine contigo. Sale con una falda, la envías de vuelta para cambiase. A la primera oportunidad que tenga le conseguiré algo de ropa de cuero adecuada. Fue gracioso ver a Tommy volviendo loco a Con mientras coqueteaba con Em. Simpaticé un poco más ahora que estaba siendo dirigido hacia mí. De repente, el hecho de que recogiera a Irish no parecía una buena idea, pero tenía muchas ganas de sorprenderla cuando volviera. Tommy agarró mi chaqueta de cuero del gancho y, sonriendo, me dio un dedo al salir por la puerta. No lo detuve. Solo llevaba una sudadera con capucha y necesitaba algún tipo de protección en la moto. Treinta minutos más tarde, Liam fue a reunirse con Albie para cenar, pero de todos modos ya había terminado. Una hora después, todavía no habían regresado y ambos teléfonos estaban mandándome al

buzón de voz. Frustrado y preocupado, agarré las llaves de Tommy y estaba a punto de conducir hasta allí cuando sonó mi teléfono. —Hola Ma —le dije—. Estoy saliendo. ¿Puedo devolverte la llamada luego? —Oh, gracias a Dios —dijo y estalló en lágrimas—. Kieran, no sé quién estaba montado en tu moto, pero la policía acaba de llegar. Ha habido un accidente. Y así, mi mundo se vino abajo.

24 Traducido por Mais

Marie ¿Conoces ese sentimiento cuando estás en un sueño realmente profundo y tienes dificultad en despertar? Y cuando lo haces, durante ese segundo de desorientación, ¿no puedes totalmente recordar dónde estás o qué día de la semana es? Así es como se sintió cuando abrí mis ojos al otro lado del camino. No tenía recuerdos de dónde estaba o qué había sucedido, pero en el segundo en que ello se registró, también lo hizo el dolor. Agonía no imaginable estaba por todos lados. Después de eso, no me importó cuál era mi nombre o nada más. Solo quería que el dolor se vaya. Giré mi cabeza a un lado, y dolor fresco explotó dentro de mi cráneo. Un torso destrozado yacía inmóvil a unos pasos de distancia. —Tommy —susurré, mientras la piscina de sangre debajo de su cabeza lentamente se asomaba hacia mí. Estaba llena de pena, pero también de una clase enferma de alivio de que no haya sido Kieran. Kieran. Lo imaginé en mi mente como la última vez que lo vi, su sonrisa traviesa mientras me besaba un adiós. Fue el último pensamiento que tuve antes que todo se vuelva negro.

25 Traducido por Rimed

Kieran —¡Mire! Por millonésima jodida vez, soy su novio. Vivimos juntos. ¿Por qué nadie me dice qué demonios está ocurriendo? —grité. Ella era solo una recepcionista. Lo sabía. Racionalmente, sabía que gritarle era una gilipollada. Pero esa era la cuestión, yo no era racional. Estaba tan jodidamente lejos de lo racional que iba a necesitar ser restringido prontamente si alguien no venía y me explicaba qué mierda estaba ocurriendo. —¡Señor! —dijo la recepcionista autoritariamente—. Entiendo que esté molesto y preocupado, realmente lo entiendo, pero no puedo averiguar lo que está ocurriendo con usted gritándome en la cara. Ahora por favor, tome asiento, y encontraré a alguien que venga y hable con usted. Pero si no se sienta, tendré que pedirle a seguridad que venga. —¡Cinco minutos! —le dije y me precipité a sentarme en una de las sillas plásticas. Descansé mis codos en mis rodillas y pasé mi mano de adelante hacia atrás de mi cabello. Fueron los más largos y solitarios minutos de mi vida. Había tantas personas que necesitaba llamar, pero hasta que no hablara con un doctor o alguien, no sabía qué decir. Una y otra vez seguí diciéndome que era mi culpa. Hice que nos mudáramos del apartamento, le pedí a Tommy que la recogiera. Permití que Irish anduviera en la moto sin la vestimenta apropiada. Cualquier cosa que les hubiese ocurrido caía directamente sobre mí, y no importaba si alguna vez me perdonaban. Si alguno de ellos estaba herido, jamás me perdonaría a mí mismo. —Sr. Doherty. Mi nombre es Alice. Soy una enfermera de urgencias. ¿Podría venir conmigo por favor? —me dijo una señora.

Llevaba su cabello castaño en una cola de caballo y vestía un uniforme azul, no se veía mucho mayor que yo. —¿Puede decirme que está ocurriendo? ¿Cómo están? —pregunté. —Por aquí, Sr. Doherty —dijo y me llevó a sentar a una pequeña antesala. —La señorita Kelly y un hombre no identificado fueron traídos a la urgencia cuando la moto en la que andaban colisionó con otro auto. La señorita Kelly fue arrojada a cierta distancia durante el accidente, pero el desconocido fue derribado de su moto y lanzado bajo las ruedas de otro vehículo. Hasta este momento, solo podemos revelar detalles específicos respecto a la condición médica de los pacientes a sus parientes y familia cercana, pero puedo decirle que la señorita Kelly está en una condición seria pero estable. Por el momento, el desconocido se encuentra en condición crítica. Eso es todo lo que puedo decirle de momento, pero si puede hacer venir a sus familiares, podré decirles tanto como sepa — explicó. Estaba en shock. Me había aferrado a la palabra estable hasta que ella mencionó crítico y entonces me jodí. No podía perder a ninguno de ellos. No podía. —Mi novia. Ella tiene una seria condición cardíaca. Necesita atención médica por ello —le dije. —No se preocupe, lo sabemos —respondió—. Encontramos una tarjeta de advertencia médica en su cartera y sus registros médicos están en el sistema. —El chico, el que la policía pensó que era yo —expliqué—, su nombre es Tommy Riordon —le dije mientras ella lo escribía en su portapapeles, junto con el número de su Ma. —Llamaremos a los padres de Tommy ahora, pero si puede pídale a algunos familiares que vengan, volveré tan pronto tenga más noticias —dijo y con una tensa sonrisa que apenas si ofrecía tranquilidad, me dejó solo nuevamente. Apenas se fue, saqué mi teléfono y llamé a Con con el marcado rápido. —Oye, ¿qué ocurre? —preguntó cuándo respondió. Tan rápidamente como pude, le expliqué lo que había pasado.

—Em —le gritó a su esposa antes de volver conmigo—. ¿Cómo están ambos? —No me dirán ni mierda hasta que lleguen aquí sus familiares. Marie está en condición seria pero estable, pero Tommy está en condición crítica. Les he dado los números de todos y el hospital los está llamando ahora. Mira, sé que quieres estar aquí para Tommy, ¿pero puedes recoger a la Ma de Marie?, te enviaré su dirección ahora. Solo dile que eres un amigo mío. —No te preocupes, hermano. Em conoce a su madre, así que la llevaré conmigo. Estaremos allí apenas podamos. ¿Qué hay de tu madre? —preguntó. —Recogerá a Dris por mí. No sé cuándo volveré a casa y no quiero que esté solo, así que lo llevará a su casa y le mantendré informada cuando sepa algo —expliqué. —Está bien Kier, vamos en camino. Solo resiste —ordenó y colgó. Tan rápido como pude, seleccioné la dirección y se la envié. Entonces marqué otro número, manteniendo una promesa que había hecho, pero que jamás pensé que tendría que cumplir. —¿Hola? —respondió Luca con sorpresa. —Soy Kieran. Sé que estás en la plataforma, pero pensé que debías saber… —¿Qué ocurrió? —dijo, todo negocios, y le conté—. ¡Mierda! — maldijo en el teléfono. —He enviado a un amigo a recoger a tu Ma, pero no sé su número. ¿Puedes llamarla e informarle que alguien va a recogerla? No quiero que entre en pánico sobre cómo llegar al hospital. —La llamaré ahora. Estamos calendarizados para el helicóptero de mañana para el cambio de turno, así que es lo más temprano que podremos irnos, pero estaremos por allá mañana en la noche. Mantenme informado al minuto que escuches algo, ¿De acuerdo? —Por supuesto —dije, casi preguntándome por qué no estaba gritándome por destruir la vida de su hermana. Si ella no me hubiese conocido, jamás habría estado en la parte trasera de esa moto. Toda su vida había batallado con un corazón débil. ¿Quién habría pensado que sería yo el que casi la matara?

—Y gracias, Kieran. Agradezco que llamaras y nos mantuvieras informados —dijo. —No hay problema. Te veo mañana. —Adiós —respondió y colgó. Dos segundos después, estaba vomitando en el basurero junto a mí.

Había pensado que lo peor había sido recibir la llamada. No lo fue. Era tener que ver el rostro de la Ma de Irish mientras le explicaba lo que había ocurrido. Con había llamado a John y Mary, los padres de Tommy, quienes ya habían hablado con la policía y venían en camino cuando los llamó. No creía que pudiera soportar llamar a otra persona. A pesar de haberse detenido por Stella, Con atravesó primero la puerta. Me quedé de pie mientras me abrazaba. Luché por mantenerme entero. No necesitaba hablar una mierda con él. Él sabía cómo me sentía. Había sido su chica la que estuvo en este lugar no hace tanto, luchando por su vida, y Tommy significaba tanto para él como para mí. Era nuestro hermano. No había palabras para describir lo que la idea de perderlo significaba. Em siguió después de él, sus ojos rojos de llorar. —¿Dónde está Stella? —pregunté, finalmente. —Esta con los médicos, viendo si le dan alguna noticia. —Con me miró a los ojos—. Él va a salir de esto. Lo sabes, ¿No? Podrías tirar al cabrón debajo de un bus y aun así volvería peleando. Es así de duro. Así que deja de preocuparte hasta que sepamos qué es qué. Asentí, tranquilizándome. Justo entonces, Mary y John llegaron de golpe, viéndose devastados. —Lo siento tanto —le susurré a Mary. Lágrimas amenazaban con caer mientras otra ola de culpa me golpeaba. Tommy era su único hijo y el centro absoluto de su universo. Los destruiría a ambos si él no lo lograba. —Le haré saber a la enfermera que están aquí —dijo Con, luego de darles a ambos un abrazo.

Minutos después, volvió al cuarto seguido por un médico con apariencia seria. —Señor y señora Riordon. Mi nombre es Doctor Owens. Soy un médico de planta de la urgencia. Podrían salir un segundo para que podamos hablar sobre la condición de su hijo —dijo gentilmente. —Está bien, doctor. Aquí todos somos familia. No necesitamos salir —dijo Mary. John, el callado y estoico marido de Mary, quien era el polo completamente opuesto de su esposa e hijo, envolvió su brazo sobre los hombros de Mary y apretó, como si se preparara para recibir malas noticias. —La policía nos informó que su hijo estaba manejando una motocicleta que chocó con un auto en un cruce. Sospechan que pudo haber sido un conductor ebrio o un auto robado, porque el vehículo no se detuvo. Mientras el pasajero de su hijo fue lanzado del vehículo, el choque dejó a su hijo bajo las ruedas de otro vehículo. Hasta donde sabemos, tiene varios huesos fracturados y tiene una hemorragia interna que deberemos operar rápidamente. Su corazón se ha detenido dos veces, y hemos tenido que desfibrarlo para traerlo de vuelta. Tan pronto como esté lo suficientemente estable, lo llevaremos a cirugía. Su casco estaba bastante golpeado y roto en varias partes. En este momento, creemos que tiene algo de inflamación en el cerebro, pero no podremos saber qué tan serio es por un par de días, hasta que la inflamación ceda. Haremos todo lo que podamos por él, pero las siguientes veinticuatro horas serán críticas —nos informó el doctor gravemente. —¿Podemos verlo? —preguntó Mary. —No hasta después de la cirugía, me temo. Realmente es absolutamente crítico que lo llevemos a la sala de operaciones tan pronto como sea posible. Si quieren esperar aquí, una de nuestras enfermeras les informará tan pronto como sea llevado al quirófano —dijo el Dr. Owens. Se fue del cuarto y Mary colapsó sobre John, sollozos desgarradores sacudían su cuerpo. No podía soportar verla así, así que lancé mis grandes brazos alrededor de ambos. El día que perdí a mi Pa, Mary había sido la que me había consolado. Había envuelto sus brazos a mí alrededor y el aroma de flores hizo todo un poco más soportable. —Es mi culpa —admití dolorosamente—. Él conducía mi moto porque le pedí que la recogiera. Quería terminar de mudar todo a nuestro nuevo piso. Debí haber sido yo.

Su llanto se convirtió en sollozos cuando mis palabras la alcanzaron. John me liberó y sacó un blanco y limpio pañuelo de su bolsillo y se lo ofreció a su esposa. Limpiando sus lágrimas, ella inhaló fuertemente, entonces levantó su mirada hacia mí, su rostro una imagen de determinación. —Ahora escucha, Kieran Patrick Doherty. Explicaré esto una vez, y sería bueno que penetre ese grueso y ensangrentado cráneo tuyo, porque no lo explicaré de nuevo —dijo afiladamente—. Lo que le pasó a mi niño no tuvo absolutamente nada que ver contigo. La culpa fuera de lugar es una emoción desperdiciada que se burla de la vida. Si hubieras sido tú en el lugar de Tommy, ¿entonces qué? Tu madre ya ha perdido a tu padre. ¿Crees que sobreviviría a perderte a ti? Vive la vida que estás destinado a vivir, haz las cosas que naciste para hacer, y cuida de la gente que te necesita. Mi Tommy necesita de tu fuerza más de lo que necesita tu culpa, ¿Me oyes? —Es la mujer más fuerte que conozco, Mary Riordon —le dije sinceramente y envolví mis brazos a su alrededor. Ella explotó en una nueva ronda de lágrimas y la sostuve fuertemente mientras John sobaba su espalda. Se alejó cuando Stella entró por la puerta, y las dos mujeres se consolaron mutuamente. —¿Te han dicho qué está ocurriendo? —le pregunté a Stella seriamente. No sabía nada más aparte de que ella estaba estable. —Ella está bien, amor —me tranquilizó Stella—. Estuvo inconsciente por un tiempo y está bastante golpeada, pero hasta donde los doctores pueden decir, no tiene nada fracturado. Están un poco preocupados por el hecho de que estuvo tanto tiempo inconsciente y la tensión en su corazón, así que harán algunas pruebas dentro de poco para asegurarse de que todo esté bien. Su frecuencia cardíaca es elevada y tiene algo de dificultad para respirar, pero teniendo en cuenta todo es muy afortunado. Pudo haber sido mucho peor. —Se detuvo en seco en cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Era peor. Mucho peor para Tommy. —¿La has visto? —le pregunté. Necesitaba desesperadamente verla con mis propios ojos, para oír su corazón latiendo y saber que seguía conmigo. —Lo hice, pero solo por un momento —dijo—. Está en cuidados intensivos ahora, pero estoy bastante segura de que la transferirán a una sala una vez que su cardiólogo la haya visto. Serás capaz de verla entonces.

—Lo siento tanto, Stella —dije. Sentí a Mary observándome, dado su discurso sobre la culpa fuera de lugar, pero le debía a Stella una disculpa. —¿Estabas en el auto que los chocó y huyó? —preguntó, pero no espero por mi respuesta—. ¡Por supuesto que no! Así que no tienes nada por qué disculparte. He estado entrando y saliendo de hospitales muchas veces en mi vida, Kieran, muchas más veces de las que ninguna madre debería. Lo que he aprendido en todo ese tiempo es que la fe ayudará a superar cualquier cosa. Fe en Dios, fe en la vida, fe en el poder del bien. A veces, la fe es la única cosa que tiene sentido cuando nada más lo tiene. Es más poderosa que cualquier otra cosa, incluso la culpa. Así que úsala. Frotó suavemente mi mejilla, como mi propia Ma lo haría para consolarme, y volvió a hablar con Mary. Marie había conocido a Mary por sus respectivos negocios, floristería y vestidos de novia de cierta forma iban de la mano, así que supuse que Stella y Mary se conocían del mismo modo. Había sido Mary Riordon quién había enviado a Em, Tommy y yo a la tienda de Marie para ayudar a Em a encontrar un vestido de novia, donde conocí a mi chica por primera vez. Era solo otra cosa por la que debía agradecer a Mary. Sin nada más que hacer aparte de esperar, Con, Em y yo caminamos millas de y hacia la máquina expendedora, manteniendo a todos abastecidos con té basura y café. Por el siguiente par de horas, el pequeño cuarto se llenó rápidamente. Liam, Albie, Danny, Heath, Ma, e incluso el Padre Pat apareció. Éramos una familia y no importaba que no fuéramos todos de la misma sangre. La familia te mantenía entero cuando ni siquiera te dabas cuenta de que te estabas haciendo pedazos. La puerta se abrió poco después, y todos contuvimos la respiración, esperando que fuera un doctor con algunas buenas noticias. Estuvimos más que un poco decepcionados cuando vimos a la policía. —Soy el oficial Harding. ¿Quién de ustedes es Kieran Doherty? — preguntó uno de los policías. —Yo —respondí—. ¿Están aquí por el accidente? —Sí. Me gustaría hacerle algunas preguntas. ¿Preferiría salir? — preguntó. —No, todos somos familia. Creo que a todos les gustaría saber lo que pasó de todos modos —le dije, y él asintió—. Tome asiento —le ofrecí, levantándome para liberar el mío.

Él había sacado su cuaderno de notas y podía ver que estaba luchando por escribir estando de pie. Si estaba intimidado sentado entre Liam y el campeón mundial de peso pesado, no lo mostró. Respondí todas sus preguntas lo mejor que pude. Estábamos todos asegurados para conducir los vehículos de los otros porque intercambiábamos mucho de vehículos, la moto estaba en perfecto funcionamiento hasta donde sabía y sí, Tommy era un conductor cuidadoso. Con Marie en la parte trasera de la moto, él habría sido un chico del coro. Tommy no tomaba muchas cosas en serio, pero la seguridad de nuestras chicas era una de ellas. —Creo que tengo todo lo que necesito por ahora. Mientras más sepamos sobre las condiciones de la moto y los conductores, mejor podremos entender lo que ocurrió. Aunque agregaré esto. El camino estaba mojado, y la señorita Kelly y el Sr. Riordon se deslizaron cuando cayeron de la moto. Los testigos reportaron que la señorita Kelly llevaba una chaqueta de cuero de motociclista y guantes y que el Sr. Riordon la sujetó cuando se resbalaron y se las arregló para empujarla a un lado del camino lejos del tráfico. La soltó y continuó deslizándose bajo las ruedas de otro vehículo. Él probablemente le salvó la vida. Dejó el cuarto en un aturdido silencio mientras contemplábamos lo que había dicho. Pellizqué el puente de mi nariz para esconder las lágrimas que se deslizaban por mi rostro. Mi hermano, el que me daba más mierda que nadie que jamás hubiera conocido, podría haber recién dado su vida para salvar la de mi chica. Era una deuda que jamás podría esperar pagar, y si él no lo lograba, podría jamás tener la oportunidad de agradecerle. Con envolvió a Em junto a su pecho mientras sus suaves lágrimas penetraban en el silencio. Nadie dijo una palabra, hasta que Mary Kelly susurró: —Ese es mi chico.

26 Traducido por YoshiB

Marie Tan pronto me desperté, supe que estaba en un hospital. El olor, el sonido constante del lugar, incluso las camas, eran tan familiares que no me asusté. Se sentía tan normal como despertarme en mi propia cama en casa. Lo que no podía recordar era cómo había llegado allí. Luego estaba el dolor. Me retorcí experimentalmente, pero cada pequeño movimiento era una agonía. Finalmente, me apoyé contra las almohadas y el dolor se convirtió en un dolor sordo. Quería ver tanto a Kieran, pero no tenía la energía de alcanzar incluso un timbre para llamar a la enfermera. Tan pronto como pensé en Kieran y en cómo sus amigos nos estaban ayudando a mudarnos, todo volvió a mi memoria. Sabía que habíamos estado en un accidente, pero los detalles eran más que un poco confusos. Todo había sucedido tan rápido, y estaba bastante segura de que me desmayé tan pronto como la moto se cayó. Me preocupé por Tommy. Cuando llegó a mi casa, insistió en que me pusiera los jeans y que me pusiera la chaqueta de cuero y los guantes de Kieran. No había querido hacerlo. Eran pesados y engorrosos, pero Tommy se negó a llevarme a ninguna parte sin ellos. Antes solo había visto el lado cómico y despreocupado de Tommy. Fue un poco dulce ver que tenía una vena obstinada y protectora. Poco después, una enfermera entró para controlar mi presión sanguínea y sonrió cuando vio mis ojos abiertos. —Bueno, tengo una sala de espera repleta de chicos calientes que estarán muy felices de ver que estás despierta — dijo, haciéndome sonreír.

—¿Puedes decirme cómo esta Tommy? Estuvo en el accidente conmigo —le dije con voz ronca, dándome cuenta de lo seca que estaba mi garganta mientras hablaba. Ella se acercó y se sirvió un vaso de agua de una jarra junto a mi cama y me dio un pequeño sorbo. —Ahora, solo relájate y veré lo que puedo averiguar. Primero lo primero, el médico querrá echarte un vistazo y debo informar a tu familia sobre lo que está sucediendo. Ese caliente novio tuyo hará un hoyo en el piso de la sala de espera si no le doy algunas noticias pronto. Sonreí al imaginar cuánta mierda probablemente Kieran le estaba dando al personal del hospital. La enfermera volvió unos minutos después con un médico. Me miró, comprobó mi ritmo cardíaco y mi presión arterial, luego me hizo algunas preguntas. —Tu temperatura está un poco alta y tu ritmo cardíaco es demasiado acelerado para mi gusto, por lo que te recomiendo que permanezcas unos días en observación. Recibiste un golpe desagradable en la cabeza, pero es realmente cómo el trauma del accidente ha afectado tu corazón por lo que estamos preocupados en este momento. Debería tener los resultados de tus análisis de sangre al final de la tarde, y si todo se ve bien en los próximos días, pensaremos en dejarte ir a casa —me dijo. Fue un gran alivio. Sabía por experiencia cómo los médicos hablaban entre líneas cuando sospechaban un problema. El hecho de que estuviéramos hablando de mi regreso a casa significaba que solo estaban siendo cautelosos a este punto. —Hola, pequeña —dijo mamá desde la puerta. A estas alturas, mamá había perfeccionado el arte de no llorar junto a mi cama, sin importar en qué estado me encontraba. Honestamente, no sabía cuánto valor tomaba lograr eso, porque ya estaba llorando tan pronto como apareció su cabeza a la vuelta de la esquina. —Mamá —dije en mi voz de niña asustada. Se sentó a un lado de mi cama y me acercó a sus brazos. A veces, cuando no tienes idea de qué decir, un abrazo lo dice todo para ti. La enfermera me había dado un par de analgésicos, pero no me importaba la incomodidad. Sostenerme era la forma en que mamá comprobaba que estaba bien, así que me contenté con dejarla.

—Ciertamente tienes una manera de hacer que tu ángel guardián trabaje por su dinero —dijo con una risita mientras metía mi cabello detrás de la oreja. —Ha pasado un tiempo desde mi última visita, así que pensé que el personal del hospital podría extrañarme —bromeé. —Sí, bien, hazle un favor a tu madre y ve si puedes postergarlo un poco más antes de volver a visitarlo. Me vas a dar problemas cardíacos al ritmo en que vas —replicó ella. —¿Cómo está Kieran? —Ah, ese chico la está pasando mal por ti. Por supuesto, se ha estado golpeando a sí mismo porque el accidente es culpa suya. Espero que verte lo calme un poco —respondió. Estaba enojada, pero no me sorprendió que intentara asumir la culpa donde no había ninguna. Sabía lo protector que era conmigo, pero a las buenas personas les sucedían cosas malas todo el tiempo. Una persona podría volverse loca buscando los porqués. —Lo amo, mamá —admití—. Él es para mí. —Tu padre también lo habría amado. —¿Eso crees? —le pregunté, las lágrimas de nuevo amenazando. —¿Un buen chico irlandés como ese? Por supuesto que lo haría. Además, Kieran adora el suelo por el que caminas. ¿Qué hombre no querría eso para su hija? —respondió, dando un pequeño suspiro—. Ahora, dejémoslo entrar antes de que empiece a acosar a alguien más por una actualización —dijo, negándose a dejar que sus resoplidos se conviertan en llanto. Se inclinó para besar mi mejilla antes de salir de la habitación. Unos minutos más tarde, mi novio inusualmente pálido y alterado entró por la puerta. Se puso nervioso al pie de mi cama mientras catalogaba cada rasguño y moretón. —Estoy bien —le aseguré—. Un poco golpeada, pero estoy bien. Aun así no dijo nada, y pude ver que estaba luchando por mantenerse en calma. Abrí mis brazos, y él corrió alrededor de la cama, cayendo encima de mí.

—Oof, pesas una tonelada —gemí mientras él empujaba todo lo que aún dolía. Retirándose de inmediato, me tocó la cara con suavidad, como si estuviera hecha de porcelana. —Pensé que te había perdido —susurró. —Puede que sea pequeña, pero estoy hecho de cosas fuertes. Tomará más que eso para derribarme. —Estudié su rostro cuidadosamente. Parecía demasiado dolorido para que esto solo fuera por mí—. ¿Cómo está Tommy? Sacudió la cabeza brevemente mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Mi corazón se hizo pesado ante su expresión y mis propias lágrimas comenzaron a caer. —Se estrelló dos veces, pero lo estabilizaron el tiempo suficiente para llevarlo a cirugía. Están tratando de detener la hemorragia interna, pero sus posibilidades no se ven bien —respondió con voz ronca. Bajé su mano para poder sostenerlo, y ambos lloramos juntos. Sabía que Kieran nunca dejaría que nadie más lo viera así. Pero en este momento privado, compartimos nuestro miedo y nuestro dolor y nos afligimos por la vida despreocupada que había llevado nuestro amigo hace solo unas horas. Cuando se me secaron las lágrimas, me explicó lo que Tommy había hecho y cómo es probable que haya salvado mi vida. Mamá entró una hora más tarde, y Kieran se fue para darnos un tiempo juntas. Posiblemente el hombre más dulce que jamás había conocido, regresó con una taza de té para mamá y un envase de cartón de un encantador café italiano a una milla de distancia. —No me dejaron conseguir nada para Marie, pero la comida del hospital es basura, así que te conseguí un poco de lasaña caliente con pan de ajo. Debería haber un pequeño pote de queso parmesano rallado en el suyo también —dijo, entregándole a mamá la bolsa de papel deli. —Kieran, no debiste haber caminado todo el trayecto por mí. Un sándwich hubiera estado bien. Pero gracias. No diré que no disfrutaré esto. La comida de hospital es basura —acordó ella—. Marie, amor, no te molestaré con el olor de esto cuando el médico te ha dicho que no puedes tener ninguno, así que voy a molestar a todos en la sala de espera y les dejaré pasar un tiempo juntos —dijo, poniéndose de pie.

—Compré comida para todos, por lo que tendrá mucha compañía. No pude encontrar a Mary y John para preguntarles si querían algo, pero siempre puedo volver a buscarlos —dijo Kier con tristeza. —Supongo que ninguno de los dos tendrá hambre de nada hasta que Tommy esté fuera de la cirugía. Es mejor que nos cuidemos ahora, para que podamos cuidarlos cuando nos necesiten —respondió mamá de manera pragmática. Kieran asintió, y ella le dio una palmadita en la espalda antes de irse. —¿Qué tienes ahí? —pregunté, señalando con la cabeza hacia la otra bolsa que había estado llevando. —Cosas de hospital —respondió y desempaquetó cuidadosamente la bolsa. Sosteniendo cada artículo mientras los desempacaba, explicó— . Cada revista de moda que pude encontrar. Un cuaderno y unos bolígrafos punta fina, porque siempre los llevas en tu bolsa en caso de que te llegue la inspiración. Donas frescas, tu favorita con la manzana en el interior, en caso de que tengas hambre más tarde y el doctor me dijo que está bien. Un emparedado empacado, un refresco y algunas barras de chocolate por la misma razón. Cepillo de dientes, pasta de dientes, jabón, desodorante, pantuflas y pijamas limpias. Más tarde te traeré tus cosas de casa, pero al menos puedes lavarte ahora si quieres —dijo, dejando el último de los artículos. —Kier —suspiré suavemente—. No tenías que hacer todo esto. Muchas gracias. Esto es muy considerado. Cogí el pijama suave y lindo, hecho de algodón blanco con lunares rosados, y lo imaginé yendo de tienda en tienda buscando todas estas cosas y comida que a mi madre le gustaría solo para hacernos a ambas felices. —Te amo, ¿lo sabías? —le pregunté. —Dilo de nuevo —suplicó, apoyando su frente contra la mía. —Te amo. —Sabes, las últimas dieciocho horas han sido las peores de mi vida. Cuando recibí esa llamada, pensé que nunca volvería a escucharte decir esas palabras otra vez. Y, mientras Tommy esté luchando por su vida, no siento que los merezca, pero necesitaba escucharlas tan jodidamente mal. Cuando estoy solo, siento que el mundo se está desmoronando, pero mientras pueda olerte y tocarte y sentir que estás a salvo aquí conmigo, es más fácil convencerme de que todo va a estar bien.

—Todo estará bien —le aseguré—. Ten fe. —Lo estoy intentando, Irish. Lo prometo. Lo estoy intentando.

Aunque estaba fuera de cuidados intensivos, el hospital me había colocado en una pequeña habitación privada de la sala. Alrededor de las ocho de la noche, cuando terminó la visita, llegó una horrible enfermera que echó a mama y a Kieran. Mamá, muy acostumbrada a la práctica hospitalaria, se fue tranquilamente después de darme un suave beso en la frente. —Estaré en la sala de espera si me necesitas —susurró ella. —¡Mamá, no! —protesté—. Solo voy a dormir por el resto de la noche. Has estado aquí desde anoche. Ve a casa y descansa un poco. Tendrán visitas de nuevo por la mañana. —Ella estuvo a punto de morir ayer. ¡Jodidamente no me voy ir! — Kier discutió con la enfermera. —He tratado de ser amable... —la enfermera balbuceó con frialdad. —¿Cuándo? —preguntó Kier. —¿Cuándo, qué? —contestó la enfermera, confundida. —¿Cuándo intentaste ser amable? Porque me lo he perdido. Sé que solo estás haciendo tu trabajo, pero no puedes vigilarla todo el tiempo, pero yo puedo. Está en una habitación privada, así que no molestaré a nadie —argumentó. —¡Me está molestando! —dijo la enfermera—. Y está molestando a mis otros pacientes, y si no se va ahora, llamaré a seguridad y se le prohibirá regresar a este hospital debido a su comportamiento abusivo. —Kieran —dije gentilmente, llamando a mi novio enojado. Se sentó a mi lado y susurré para que solo él pudiera oírme—. Llévate a mamá a casa, por favor —le supliqué—. Está absolutamente agotada y necesita descansar. No quiero que viaje por la noche en Londres sola. Estaré bien aquí, lo prometo, pero me sentiría mejor si te aseguraras de que vuelva a salvo. Después de eso, quiero que descanses un poco. Todo estará mejor por la mañana. Agarró mi mano mientras acariciaba su cara, y besó mi palma.

—Está bien, Irish. Puedo asegurarme de que llegue a casa a salvo — accedió—. Intenta descansar un poco. Me besó suavemente en la frente. Luego, dándole a la enfermera una mirada desagradable, le dio a mamá el brazo para que lo tomara. Ella contuvo una sonrisa ante su comportamiento excesivamente protector, pero me envió un guiño de conspiración al salir. Poco después, las luces de la sala se apagaron y todo quedó en silencio. Hojeé una o dos revistas, pero estaba agotada. Finalmente, una enfermera me ayudó a ir al baño donde tuve una dolorosa y rápida ducha y me lavé los dientes. Ponerme mis pijamas nuevos agotó lo último de mi energía, pero valió la pena. Después de la última ronda de exámenes del día, me caí contra mis almohadas y me dormí casi al instante. La sala estaba oscura cuando me moví. Un delicioso calor se presionó contra mi cuerpo frío, y el sutil aroma de jabón y crema para afeitar, que tan bien conocía, llenó mi nariz con cada respiración. —Vas a meterte en muchos problemas —le susurré, acurrucándome más cerca de su cuerpo, que descansaba sobre mi manta. —La vieja trucha tiene que atraparme primero —respondió. Fue lo último que escuché antes de volver a caer en un sueño tranquilo.

A la mañana siguiente, estábamos tomando té y tostadas para el desayuno cuando llegó el texto de Con. Una enfermera mucho más alegre de lo que habíamos conocido la noche anterior puso los ojos en blanco cuando se acercó a la observación matutina para encontrar a Kieran sentado en una silla junto a mi cama, y sospeché que su sigilosa visita a la medianoche no había sido tan sigilosa como él pensaba. Aunque lo amaba aún más por no decir nada. Era demasiado para lidiar con eso, y tener a Kieran abrazándome toda la noche me consiguió un castigo. —Gracias por eso —murmuró para sí mismo mientras leía un texto. —¿Tommy? —pregunté esperanzada. —Sobrevivió a la cirugía. Su corazón se detuvo nuevamente en la sala de operaciones, pero lo trajeron de vuelta y la cirugía fue exitosa.

Tiene que volver al quirófano para restablecer y fijar los huesos rotos, pero han detenido toda la hemorragia interna, por lo que está estable. Kieran todavía estaba preocupado, los dos lo estábamos, pero podía sentir un poco de peso cayendo de sus hombros. La esperanza, que anoche no era más que un pequeño resbalón en la oscuridad, se había convertido en una grieta completa esta mañana. —Es un pequeño bastardo duro —comentó Kieran. —No puedo creer que su corazón se detuvo tres veces, y todavía está aquí. —Tiene un corazón fuerte —respondió Kier—. Ha estado entrenando en Driscoll casi todos los días desde que éramos niños. No fuma, nunca ha consumido drogas y es la persona más obstinada que he conocido. Si alguien tiene la oportunidad de superar esto, es él. —Debería decirle a mamá. —La llamaré ahora, a ver si alguno de los chicos puede recogerla. Probablemente debería consultar con ellos de todos modos. ¿Estarás bien sola por un momento? Quiero ver si Mary y John necesitan algo también —dijo. Pude ver que estaba desgarrado por dejarme. —Ve. Honestamente, estoy bien. Menos de una hora después, estaba de vuelta. Con finalmente había convencido a Mary y John de ir a casa y descansar un poco, prometiendo cuidar de Tommy y llamar si había algún cambio. Liam había tomado el número de mama ayer en la sala de espera y ya había llamado para ver si podía traerla. Estaban en camino. —También necesitas descansar un poco hoy —le advertí a Kieran. —Puedo descansar mucho junto a tu cama, Irish. Traje mi computadora portátil anoche para que podamos ver una película o algo después de que tu Ma te visite. También quiero volver a ver a Tommy. Todavía no dejan entrar a nadie para verlo, por lo que los muchachos se turnan en el área de espera en caso de que haya alguna noticia. Quería hacerme cargo para que pudieran irse a casa por un tiempo, pero me dijeron que lo tenían cubierto y me enviaron de vuelta a cuidar de ti. —Tus amigos realmente valen su peso en oro. —Nuestros amigos, nena —corrigió.

—Hola, señorita Kelly. ¿Cómo se siente hoy? —dijo el doctor mientras entraba en la habitación. Lo reconocí como el cardiólogo con el que había hablado ayer, aunque no podía recordar su nombre. —Estoy un poco adolorida, pero me siento mucho mejor, gracias. —Esas son buenas noticias. Y Señor Doherty, ¿verdad? —preguntó el doctor, estrechando la mano de Kieran. —Kieran —corrigió, antes de volver a sentarse, y el doctor asintió en reconocimiento. —¿Le importaría si tuviera unos minutos a solas con la señorita Kelly? —le preguntó a Kieran cortésmente. —Kieran es mi novio —le expliqué al doctor—. Si es lo mismo, preferiría que se quedara. Voy a decirle todo lo que diga de todos modos. —Por supuesto —respondió el doctor. Kieran entrelazó sus dedos por los míos y los apretó. Podía sentir la tensión en él mientras esperaba a escuchar lo que el doctor tenía que decir. —Entonces, ¿cuál es el veredicto, Doc? —preguntó Kier. —En lo que respecta al accidente, tuvo mucha suerte. Tiene una serie de cortes y magulladuras por el deslizamiento, aunque tener la chaqueta y los guantes pesados de la moto sin duda ayudó a minimizar cualquier daño. La grieta en su cabeza causó una conmoción cerebral leve, pero su observación durante la noche ha mejorado. Su ritmo cardíaco y presión arterial se han calmado y todo se ve bien. La reparación de su aorta parece mantenerse bien, y aunque el accidente ciertamente ha puesto una tensión indebida en su cuerpo, no veo que cause ningún daño duradero —respondió. Kieran dejó escapar un gran suspiro y me dio una amplia sonrisa de alivio. Eso fue hasta que volvió a mirar el rostro del doctor. —Si todo está dorado, ¿por qué la cara larga, Doc? —preguntó Kieran. —Como dije, el accidente en sí no pareció causar ningún daño duradero. Sin embargo, sus análisis de sangre han revelado algo que suscita preocupación con respecto a su salud a largo plazo —respondió.

Mi estómago se revolvió, mientras mi mente corría a través de todas las cosas que podrían haber descubierto. Nunca en un millón de años habría adivinado la respuesta. —Señorita Kelly, el análisis de sangre reveló que está embarazada.

27 Traducido por Gerald & Vale

Kieran —¿Qué demonios? —Fueron las primeras palabras que salieron de mi boca. Probablemente no el mejor sentimiento a expresar cuando descubres que tu novia está embarazada con tu hijo, pero, ¿qué demonios? —¿Cómo podría haber sucedido esto? —preguntó Marie, luciendo tan sorprendida como yo. —¿Estás bajo algún tipo de control de natalidad de largo plazo? — preguntó el doctor, pasando a través de las notas médicas de Irish. —No —respondió ella—. No he encontrado nada que no haya ocasionado efectos secundarios cuando es tomado junto con mi otra medicación —respondió. —Y, ¿han tenido alguna vez sexo sin protección? —le preguntó el doctor. —No —respondió rápidamente—. Utilizamos condones. —La bañera después de la pelea —la corregí—. Y frente a la fogata en la cabaña. —Su rostro de sonrojó con vergüenza y me di cuenta que probablemente le había dado al doctor más información de la que necesitaba saber. —Pero esas solo fueron dos veces. ¡Dos! De todas las miles de veces que lo hemos hecho —protestó. —Estoy seguro que todavía cuenta si es en el agua —dije con una risa.

—El señor Doherty tiene razón. No hay anticonceptivos que sean cien por ciento efectivos y el sexo sin protección, incluso una vez, puede terminar en embarazo —explicó el doctor. Irish me miró, probablemente intentando evaluar mi reacción, mientras ella evaluaba esto en su cabeza. Éramos jóvenes y acabábamos de empezar nuestra vida juntos. Demonios, ni siquiera nos habíamos mudado juntos apropiadamente, pero sabía que Irish era la indicada para mí. Añadir a un pequeño a nuestra familia sería caótico, pero lo sacaríamos adelante. Y en secreto, la idea de ella redonda y embarazada con mi hijo hacia algo chistoso con mi corazón. —Creo que ambos sabemos que la razón es que tengo súper esperma —le dije a Irish, con mi expresión más seria. —¿No estás enojado? —me preguntó. —Estoy bastante seguro de que se necesitan dos personas para hacer un bebé, amor. Además, con la mitad de tus genes y la mitad de los míos, ese va a ser un niño bastante maravilloso —le aseguré. Apretó mi mano mientras sonreía. El alivio en su rostro era palpable. —Estimaría que por tus niveles de GCH4 que tienes alrededor de ocho semanas de embarazo. Así que, si eliges quedarte con el embrión, entonces necesitaríamos hacer un ultrasonido temprano para revisar que todo esté progresando como debería —dijo el doctor. —¿Si? —pregunté incrédulamente. —Señor Doherty, estoy seguro que ha sido explicado a la señorita Kelly con anterioridad, pero con la condición cardiaca que tiene, cualquier embarazo es extremadamente de alto riesgo. Aun cuando continuemos monitoreando su condición, siempre hay la posibilidad de regresar a cirugía si fuera necesario. Tener un bebé pone un estrés anormal en su cuerpo. Pero el embarazo es altamente improbable que sobreviva a una cirugía de corazón abierto si más reparaciones de válvula fueran necesarias. Necesitan considerar muy cuidadosamente si por continuar con el embarazo vale la pena arriesgar la salud de la señorita Kelly —dijo el doctor seriamente.

N.T. Gonadotropina Coriónica Humana (GCH) se produce durante el embarazo y es una hormona que produce el embrión después de la fecundación. 4

Si fuera posible señalar el momento en que el fondo de mi mundo se desprendió, ese sería. —Este bebé es una parte de nosotros y no voy a terminarlo. Descansaré tanto como sea posible durante el embarazo y seré tan cuidadosa como pueda, pero voy a conservar a nuestro bebé —dijo firmemente, sus manos apoyándose protectoramente sobre su estómago. —¡Como la mierda que lo harás! —gritó Luca desde la puerta. —Discúlpeme —dijo el doctor con indignación—. Esta es una discusión privada. Ahora, por favor, espere afuera hasta que haya terminado con mi paciente o llamaré a seguridad. Luca lo ignoró por completo y me paré entre él e Irish mientras caminaba hacia mí enojadamente. —Confié en ti para cuidar de ella. Todos lo hicimos. Sabes cuán frágil es y sabes que podría morir si intenta llevar a un bebé a término. Primero fuiste lo suficientemente estúpido para embarazarla. ¡Ahora vas a apoyar la ridícula idea de que pueda conservarlo! —me gritó. A pesar de mi profesión, no era un hombre violento por naturaleza, pero tomó todo de mí para detenerme de molerlo a golpes. —Retrocede, maldita sea —le advertí—. Marie ha tenido suficiente mierda con qué lidiar en el último par de días sin que te enfrentes a ella. —¿Y de quién es culpa? —preguntó—. ¡No hubiera estado en esa maldita moto si no fuera por ti! Fruncí el ceño. Era responsable de que tanto ella como Tommy estuvieran involucrados en el accidente; de hecho todavía era un doloroso retorcimiento en mi vientre. —Sí, fue mi culpa que estuviera en la parte trasera de mi moto. Sí, es mi culpa que esté embarazada y si quieres golpearme incansablemente para hacerte sentir mejor, entonces bien, pero no frente a Marie. Lo que sucede con el bebé es nuestra decisión, no tuya, ni de nadie más. Lo único de lo que puedo ocuparme en este momento es de ella. Que le grites o le digas lo que tiene que hacer, no es bueno para ella o el bebé, así que te tranquilizas o te vas a la mierda, porque si su presión arterial sube siquiera una fracción, voy a patear tu trasero. Pareció tranquilizarse ligeramente con eso. Cuando tuvo su temperamento un poco más bajo control, miró más allá de mí hacia Marie. Seguí su mirada para encontrarla frunciendo el ceño hacia su hermano.

—¿Quieres que llame a seguridad? —le preguntó el doctor. —Está bien, gracias. Puedo encargarme de mi pequeño hermano. Aunque, ¿estaría bien si Kieran y yo tuviéramos algo de tiempo para hablar sobre las cosas? —le preguntó. —Por supuesto —respondió el doctor—. Le voy a mantener ingresada unos cuantos días más para observación, así que podemos hablar de nuevo cuando haga mis rondas de mañana. Si todo está bien, sería capaz de darle de alta en el próximo par de días y luego le derivaré de regreso con su cardiólogo de siempre. Escucho una voz levanta de nuevo del interior de esta habitación y será removido de este hospital — le advirtió el doctor a Luca mientras salía. Matt y Tristan entraron detrás del doctor y gruñí. La mierda girando en mi cabeza era más de lo que podía manejar y lo único que quería era hablar de ello con Irish. Los gemelos se detuvieron cuando sintieron la tensión entre Luca y yo. —¿Qué está cautelosamente.

pasando,

hermanita?

—preguntó

Tristan

—Estoy embarazada y voy a conservar al bebé —explicó, cruzando sus brazos sobre su pecho con indignación. —¡Como la mierda que lo harás! —respondió Matt—. Tu corazón apenas puede mantener a uno de ustedes con vida, mucho menos podrá con dos. —¡Oye! —dije, listo para derribar a otra persona. Familia o no, nadie le habla así a mi chica. —Jesus, eso fue severo —dijo Marie, luciendo realmente dolida. —¿Qué hay de preguntarle a tu hermana cómo está, cómo se siente y si necesita algo de ti además de tu actitud de mierda? —le pregunté. —¿Como si necesitáramos que nos dijeras lo que jodidamente necesita nuestra hermana? —discutió Luca con enojo. —Lo que necesita es no estar en una habitación donde todos estén gritando. ¡Lo que coincidentemente, es exactamente lo que yo necesito! —dijo Stella Kelly, cerrando la puerta detrás de ella con un suave clic—. ¿Cómo estás, cariño? —dijo, agachándose para besar y abrazar a su hija. —He estado mejor, mamá —respondió tristemente.

—Así que, ¿deduzco por todo los gritos que entonces voy a tener un nieto? —le preguntó Stella. —Tengo que hacerme un ultrasonido, pero el doctor piensa que tengo alrededor de ocho semanas —respondió. —¿Y cómo te sientes al respecto, Kieran? —me preguntó Stella. —No hemos tenido tiempo de discutirlo antes que los chicos irrumpieran en la habitación, gritando las posibilidades —comentó Marie. —Estoy absolutamente aterrorizado —admití y la habitación se quedó en una especie de sorprendido silencio—. Mis padres tuvieron ese tipo de amor épico que ves en las películas. Pero cuando Pa murió, casi rompió a mi Ma. Así que evitaba cualquier tipo de relación, porque no creo que pueda haber cosas peores que perder a tu alma gemela. Solo que hoy encontré una. Amo a Marie más de lo que pensaba que era posible amar a alguien. Perderla me mataría. Pero, ¿perderla sabiendo que murió porque permití que llevara a nuestro bebé? ¿Creen que hay algo peor en el mundo que una persona pueda experimentar? Pero para darle una mejor esperanza de vida, quieren que le pida que mate a nuestro hijo. Y, tal vez en este momento, es un pequeño frijol y tal vez, no esperaba ser un padre cuando desperté este mañana. Pero desde este momento, un padre es exactamente lo que soy. Y el trabajo de un padre es proteger y amar a sus hijos. Y, ¿saben qué? Puede que joda las cosas la mayor parte del tiempo, pero creo que haría un bastante buen papá. Tuve el mejor Pa en el mundo y no era mucho más grande que yo cuando me tuvo. Así que si soy la mitad de buen padre de lo que lo fue él, entonces nuestro hijo estará bien. »Ahora, si Marie quisiera terminar el embarazo, entendería su decisión y la apoyaría a través de ella. En el interior, creo que sangraría lentamente por siempre, pero no la amaría menos por eso. Sangraría porque la puse en una posición donde tiene que tomar esa decisión. Pero creo que quiere a nuestro pequeño frijol tanto como yo. Así que díganme qué hacer aquí. Díganme qué decisión no convierte nuestro felices para siempre en una farsa absolutamente devastadora y jodida. Por primera vez desde que los hermanos Kelly entraron al hospital, pensé que se imaginaron en mis zapatos. Lágrimas bajaban por el rostro de mi chica, pero lucía extrañamente orgullosa de mí. Limpiando esas lágrimas y resoplando ruidosamente, cuadró sus hombros y lució lista para la batalla.

—Kieran, no has dejado este hospital en días y nuestro pobre perro va a olvidar cómo luces. Mamá y mis hermanos se quedarán conmigo hoy. Quiero que vayas a casa de tu mamá y descanses un rato. Luego ve y vista a Tommy por unas horas. Vamos a ver al doctor de nuevo mañana en la mañana y podemos hablar después de eso. ¿Eso estaría bien? Miré a sus hermanos, intentando juzgar si le harían pasar un mal rato o no, si los dejaba a solas con ella. Aunque los tres parecían haberse quedado sin vapor después de mi discurso. Cuando capté la mirada de Stella, me guiñó un ojo. —Ve y consigue dormir un poco. Estaré aquí —me aseguró. Finalmente asintiendo en acuerdo, me incliné para besar a mi chica. —Llámame si me necesitas y vendré de inmediato —le aseguré. —¿Harías algo por mí? —preguntó. —Lo que sea. —Toma una ducha —susurró. —Cállate. Amas mi olor masculino, mujer —contesté, sonriendo. Le di un beso de despedida y luego miré a Luca mientras salía. Me hizo enojar, pero la verdad es que él tenía razón. Fui quien nos puso en esta posición, y ahora tenía que encontrar una manera de vivir con eso. Bajé todo el camino hasta el estacionamiento del hospital antes de que volviera a perder la cabeza. Ya que mi moto estaba destrozada, había estado usando la camioneta de Tommy. Esperando a un lado estaba el acosador imbécil de Marie. —Mi nombre es Alastair... —Sé quién eres —le interrumpí—. ¿Qué quieres? —Quiero que te alejes de Marie y nunca mires atrás. —En serio que no estoy de humor para esta mierda —le contesté con cansancio. —Todo estaba genial antes de que aparecieras. Nuestra relación estaba despegando cuando apareciste y me la robaste. No soy lo suficientemente ingenuo como para pensar que no sientes nada por ella, pero lo que sea que sientas no es suficiente. Todo lo que has hecho desde

que has venido es joder todo. He terminado con pedirle a Marie que te deje. Ahora te estoy diciendo a ti que salgas de su vida para siempre. —No tienes ninguna relación, maldito psicótico. Entiendo por qué te enamorarías de ella, realmente lo hago, pero esta mierda se termina ahora. Marie es mi chica. La madre de mi hijo, y no voy a ir a ninguna parte. Así que te estoy dando una última advertencia. Mantente alejado de mi familia, o te destrozaré. —¿Está embarazada? —dijo en conmoción absoluta. No tuve la oportunidad de responder antes de que se paseara hacia atrás y hacia adelante y se frotase el pelo con las manos como una persona loca—. No, no, no, no, no, no, no... lo estás jodiendo todo. Todo iba a ser tan perfecto. Ella iba a tener mis hijos. Iba a casarse conmigo, y estás arruinando todo —divagó, pero era casi como si estuviera hablando consigo mismo. —¿Qué demonios dices? —respondí, preocupándome seriamente de que este tipo no fuera tanto un raro sino que le faltaran algunos tornillos. —No importa. Sigue siendo mía. El bebé seguirá siendo mío. No eres más que un matón mezquino. Marie podría hacerlo mucho mejor, y lo hará, tan pronto como vea qué tipo de escoria de fondo de estanque realmente eres. Le voy a dar todo lo que alguna vez soñó. Mi paciencia con este cabrón casi había llegado a su fin. Pero a pesar de eso, tenía la sensación de que Marie tenía razón. Este chico necesitaba ayuda profesional. Parecía medio enloquecido, y lo que estaba diciendo era completamente loco. —Mira, —dije con cansancio—, ¿por qué no entras conmigo? Podemos hablar con uno de los médicos juntos. Tal vez averiguar qué hacer. ¿A quién estaba engañando? No tenía ni puta idea de qué hacer. Pero la idea de entrar y tratar de encontrar a alguien que pudiera diagnosticar su problema era mucho más atrayente que alejarse e imaginármelo sentado en su casa haciendo libros de recortes acosadores obsesivos de todas sus fantasías con mi chica. —¿Por qué no pudiste simplemente morir como se suponía que lo hicieras? —me gritó—. ¡Eso es todo lo que tenías que hacer! Nadie te extrañaría. De hecho, le estaría haciendo un favor al mundo, así que, ¿por qué no puedes simplemente hacer lo que se supone que debes hacer? Marie podría llorarte por un tiempo, pero me tendría allí para apoyarla. Con un bebé, tendría que abandonar esa estúpida tienda, y

podríamos criarlo juntos —dijo, pintando su jodida imagen rosa de su mundo sin mí. —¿Qué dijiste? —le pregunté, preguntándome si podría haber oído mal—. ¿Tú causaste el accidente? —Nadie más debería haberse lastimado. Tú montas esa moto por todos lados. Todo lo que tenía que hacer era golpear la rueda trasera con el coche. Deberías haber muerto. En su lugar, enviaste a tu amigo en un día húmedo para recogerla en esa trampa mortal —me gritó. —¿Cómo pudiste hacer eso? Marie estaba en la parte trasera. ¡Deberías haberla visto! —Pensé que era uno de tus amigos. Llevaba jeans, botas y una chaqueta de hombre. No supe que era ella hasta que fue demasiado tarde. ¡No habría sido ella si no la hubieras dejado andar en esa moto! El único responsable de sus heridas, eres tú —argumentó. Lo perdí. Me había estado ahogando en la culpa por este accidente y él había sido el conductor del golpe y fuga todo este tiempo, todo el dolor y el sufrimiento que había experimentado en los últimos días estaban detrás de cada golpe mientras lo atacaba. Un buen golpe en la cara lo llevó al suelo, pero seguí adelante. —¡Estúpido cabrón! ¿Sabes lo que has hecho? ¡Tommy podría tener el cerebro dañado y Marie podría haber sido asesinada! La pusiste en el hospital porque no pudiste aceptar un no por respuesta —grité. —¡No, tú la pusiste ahí! En el momento en que pusiste tus manos sucias en lo que es mío. Lo que siempre ha sido mío —jadeó. No hubo más charla después de eso. Se acurrucó en una bola mientras lo golpeaba una y otra vez. Para cuando un fuerte par de brazos me levantó del suelo, el rostro de Alastair era un desastre sangriento. —Suéltame —grité, sabiendo que era Con quien me contenía. —Suficiente, Kier, está terminado —respondió Con. —¡No sabes lo que hizo! —protesté. —Escuché lo suficiente. Ahora salgamos de aquí —me dijo. Me arrastró a su auto y me empujó hacia el lado del pasajero. Los neumáticos chillaron cuando salimos del aparcamiento, dejando ese pedazo de mierda donde lo dejé. No noté a dónde íbamos hasta que se

detuvo afuera de Driscoll. Los pocos peleadores que estaban entrenando se giraron para mirar cuando entramos por las puertas. —Todo el mundo fuera —ordenó Con. Era un testimonio del respeto que ellos le tenían que nadie cuestionó sus órdenes. El gimnasio estaba abierto a todos los miembros, incluso cuando se entrenaba para una pelea por el título. Si quería que despejaran el lugar, los muchachos sabían que era serio. Envió un mensaje de texto rápido desde su teléfono y luego lo metió en su bolsa de entrenamiento mientras sacaba un par de vendas y me las arrojaba. —Póntelas —ordenó. No dije nada mientras me sacaba la sudadera con capucha y la camiseta sobre la cabeza y las tiraba en su bolso. Por un momento reluciente y brillante tuve todo lo que siempre quise, y ahora estaba viendo cómo todo se convertía en polvo. No había nada más que decir. Envolver mis manos parecía inútil, dado que mis nudillos estaban partidos y cubiertos por la sangre de Alastair, pero hice lo que me había dicho, sin la voluntad de discutir con él. —En el anillo de pelea —ordenó. Mirando alrededor, pude ver que el lugar ya estaba vacío. Me subí a las cuerdas y me enfrenté a Con. Con el pecho descubierto y con unos vaqueros bajos como yo, también se había tomado el tiempo para ponerse las vendas. —Vamos —dijo. Le había dicho todo en el camino, y el viaje me había permitido forzar todo nuevamente dentro de la botella. Ahora, Con estaba tratando de empujarme, no solo para abrir la botella y dejar salir esos sentimientos, sino para destruir todo el maldito asunto. —No seas un maldito marica. O me pegas o empiezas a caminar — incitó. —Vete a la mierda. ¿No crees que he tenido un día lo suficientemente duro sin recibir mierda de ti? —pregunté, sintiéndome cada vez más enojado con cada minuto que pasaba. —Entonces, ¿vas a quedarte allí lloriqueando como una perra toda la noche, o vas a hacer algo al respecto? —preguntó, golpeándome en la cara. Bloqueé y bloqueé una y otra vez hasta que finalmente se burló y murmuró—: No la mereces.

Como alguien que libera presión de una válvula de seguridad, dejo que la rabia pura y sin adulterar salga de mí. No había ninguna habilidad en la forma en que lo golpeaba. Lo que a cada golpe le faltaba en técnica, lo compensaba con poder. Recibió algunos golpes, pero Con nunca fue uno de tumbarse allí y recibir una paliza, ni siquiera por mí. Simplemente no estaba en su naturaleza permitirse ser subyugado. En su lugar, bloqueó y golpeó. No buscó aberturas para golpearme, y Dios sabe que le había dejado muchas. Pero tampoco me lo puso fácil. Con cada golpe, pensaba cómo se sentiría si Marie o el bebé murieran, o si Alastair la alejaba de mí. El punto de inflexión fue imaginar la agonía de ver a otro hombre casándose con mi chica y criando a mi hijo. Cuando ya no me quedaba nada para dar, eché la cabeza hacia atrás con dolor y caí de rodillas, sollozando como una puta niña. Inclinándose a mi lado, Con agarró mi cuello y presionó su frente contra la mía. —¿Qué diablos voy a hacer? Lo tenía todo, todo el jodido mundo en mis manos. ¿Cómo se convirtió todo en mierda tan rápido? No puedo perder a ninguno de ellos. Y si Tommy no se despierta, ¿cómo puedo vivir con eso por el resto de mi vida? —¡Entonces, haz algo al respecto carajo! —ordenó. —¿Hacer qué? —Te recompones y luchas por lo que quieres, Kier. Es lo que hacemos.

28 Traducido por YoshiB

Marie Era una verdad universal que las camas de hospital eran los lugares más solitarios del mundo. El segundo lugar más solitario era la silla al lado de la cama. Sin tener dónde ir para escapar de mis preocupaciones, me quedé mirando las paredes, mis manos cubriendo mi pequeña barriga, y oré por la vida de mi hijo por nacer. Sospeché que esas mismas paredes habían escuchado más oraciones que las paredes de una iglesia. Me entristeció que más personas parecieran querer que abortara mi pequeño frijol que quererlo vivo. Racionalmente, sabía que era porque las personas que se preocupaban por mí realmente creían que mi cuerpo no podía soportar llevar a un bebé. La burla de Matt de que apenas podía mantener con vida a una persona, y mucho menos a dos, me había dolido. Pero ninguno de ellos tenía idea. Realmente no. Porque no había fuerza en la tierra más poderosa que el amor de una madre. No necesitaba sostener a nuestro bebé en mis brazos para entender eso. Sentí la verdad en cada parte de mi cuerpo. Y sería lo que fuera, haría cualquier cosa que tuviera que hacer, para mantener a mi bebé a salvo. Si tomaba cada latido de mi corazón y cada aliento en mi cuerpo, que así fuera. Pero lo importante era que no me sentía débil ni llorosa. Tal vez eso eventualmente vendría cuando las hormonas patearan. Pero cuanto más oraba, más poder sentía. Con cada fibra de mi ser, lo sabía. Podía hacer esto. —Hola amor. Sabes, deberías intentar descansar un poco —dijo mamá mientras se deslizaba silenciosamente en mi habitación.

—Sabes que nunca duermo bien en los hospitales. Cinco minutos en mi propia cama, y estaré totalmente agotada —respondí con una risita. —Volverás a casa en un par de días. —Mi nuevo hogar —le recordé—. Kieran movió todas nuestras cosas a la nueva casa antes de que terminara aquí. —¿Han decidido los dos lo que van a hacer? —me preguntó. Su tono era completamente partidista, y la amaba por eso. —Quise darle a Kieran algo de espacio para realmente pensar las cosas. Pero, mamá, realmente quiero a este bebé. Sé que no es lógico o racional querer poner mi cuerpo a través de esto. Nunca hubiera planeado un embarazo, pero ahora que sucedió, voy a hacerlo, y creo que Kieran también. Es mi cuerpo, mi riesgo a tomar. Y sé que mis hermanos no apoyarán mi decisión, pero si se vuelven a desquitar con Kieran, vamos a tener una pelea grave. —Tus hermanos están asustados. Puedes ser su hermana mayor, pero te han estado cuidando toda la vida. No tienen control sobre esto, y los asusta. Solo necesitas hacer lo que siempre haces. —¿Qué es eso? —Desafía las probabilidades —explicó—. Incluso si eso significa quedarse en cama durante el resto de tu embarazo. Haz lo que sea necesario para darle a este bebé el mejor comienzo y a tu propio cuerpo la mejor oportunidad. —¿No vas a pelear conmigo por mantenerlo? Suspiró pesadamente en respuesta. —Te he cuidado todos los días desde que naciste, y no pasó un día sin que me preocupara por ti. Es la naturaleza de ser madre. Pero te has convertido en una mujer fuerte e independiente y haces cosas que la mayoría de las personas en tu situación no habrían soñado. También eres la más terca de todos mis hijos. Nunca hubo nadie que te convenciera de algo cuando te lo propusiste. Así que no. No voy a tratar de convencerte de que no lo hagas. Eres una mujer adulta y es tu cuerpo. Sin embargo, me reservo el derecho de regañarte por cuidarte a ti misma si creo que estás exagerando. —Gracias mamá. Sabía que lo entenderías.

—Sé que han pasado muchas cosas en los últimos días, pero, ¿has pensado en lo que vas a hacer con la tienda si te quedas con el bebé? —Supongo que tendré que buscar a alguien que se encargue a tiempo completo. No quiero venderlo, pero si me ponen reposo en cama permanente, no quiero preocuparme por faltar o reorganizar citas todo el tiempo. —Bueno, tuve una idea que me gustaría consultarte. Verás, me ha encantado trabajar en la tienda estos últimos años, y aunque podría estar sonando presumida, creo que soy bastante buena en ventas. —Vendes más vestidos que yo. —Exactamente. Hubo ocasiones en las que pensé que me gustaría experimentar con diferentes escaparates o exhibir noches de pasarela abiertas, pero era tu negocio, y nunca quise pisarte los pies. Usamos a Moira para las modificaciones durante el período ocupado, pero ahora que sus hijos están en la escuela, sé que le gustaría buscar un puesto de tiempo completo. Si te gusta la idea, me gustaría hacerme cargo del funcionamiento de la tienda, con Moira haciendo las modificaciones a tiempo completo en tu lugar. Ahora, tus diseños se venden más que todo en la tienda y lo han hecho por un tiempo. Me gustaría que pensaras en diseñar a tiempo completo, para que podamos con el tiempo desvanecer todo lo demás y que la tienda pueda almacenar tu trabajo exclusivamente. Es lo que siempre has querido hacer de todos modos, y de esta manera podrías hacerlo desde casa sin la presión de dirigir tu propio negocio. ¿Qué piensas? —¿Estás bromeando? ¡Creo que es una idea genial! Pero, mamá, eso te pone una gran responsabilidad. ¿Estás segura de que quieres aprovechar tanto? —le pregunté, preocupada de que iba a exagerar las cosas solo para intentar ayudarme. —Honestamente, he pasado la mayor parte de mi vida cuidando nuestro hogar y criando una familia. Con la tienda, siento que he encontrado algo en lo que soy muy buena y que tengo un don para ello. Me gusta pasar todo mi tiempo allí. Pero lo prometo, si llega un momento en el que lo encuentre demasiado para mí, te lo diré y podemos buscar un nuevo gerente. —Oye, hermana —dijo tímidamente Tristan desde la puerta. —Hola —le contesté con rigidez.

—Ah, no te enfades — agregó Matt mientras él y Luca seguían detrás de Tristan. —¿Qué quieres decir con que no te enfades? Regañaste a mi novio y me avergonzaste frente a mi doctor. Tienes suerte que no dejé que la seguridad te echara sobre el culo. —¿Nos culpas? —Luca respondió—. Quiero decir, nos fuimos de la plataforma y todo estaba bien. Unas pocas semanas con Kieran y estás embarazada y llevada al hospital. —Nada de eso es su culpa. Soy tan culpable de descuidarme con la anticoncepción como lo es él. Y no es como si me abandonara para criar a este bebé sola. Ninguno de ustedes está siendo justo con él o actuando en lo más mínimo como adultos. Los quiero a todos, realmente los quiero, pero si quieren ser parte de nuestra vida y la del bebé, necesitan crecer y dejar de tratarme como a una niña pequeña. Necesitamos ayuda y apoyo, no comentarios sarcásticos y la espalda de sus temperamentos de mierda. Ahora, o están con nosotros en esto, o pueden volver a la plataforma, porque no hay compromiso —les dije con firmeza. Luego, cuando pensé en lo que dije, me dirigí a mamá—. Lamento la grosería, mamá. Ella me indicó con la mano que no importaba y parecía que estaba tratando de no sonreír. —Lo consiguió de Ma —dijo Tristan a los chicos. —Sí, no recuerdo que papá haya sido tan malo —agregó Tom. —¿Y bien? —pregunté, mirando a Luca. —No estoy feliz con esto. Tener un bebé con tus problemas médicos es una muy mala idea. Pero ahora que he tenido algo de tiempo para calmarme y pensar, sé que no te desharás de eso. Te daremos toda la ayuda y el apoyo que podamos —dijo. Crucé los brazos, levanté una ceja y esperé. Luca puso los ojos en blanco hacia mí. —Bien. Prometemos no golpear la mierda fuera de tu novio también —agregó. —Podrías intentarlo —me burlé. —Oye, ¿no crees que los tres podríamos derribarlo? —preguntó Tristan.

—Tengo mis dudas —le contesté con una sonrisa irónica. Los chicos se lanzaron a un gran debate sobre por qué y cómo podían llevarse a Kieran y a cualquiera de los chicos de Driscoll, y yo me recosté en mis almohadas, aliviada de que mi familia parecía estar en paz nuevamente.

Kieran me envió mensajes de texto durante todo el día para inspeccionarme, pero rara vez estaba sola. Mis hermanos rotaron sus visitas entre mi habitación, la estación de enfermeras y la cafetería, y me pregunté si el hospital debía atenerse a las horas de visita asignadas. Si lo fueran, mis hermanos lo ignoraron. No lo sabía, ya sea porque estaba en una habitación privada o porque habían estado utilizando sus considerables encantos con el personal de enfermería en cualquier oportunidad disponible. Aun así, no me quejaba. Ahora que parecían venir un poco, en realidad eran muy divertidos pasar el tiempo. Después de todo, tenían mucha práctica en mantenerme entretenida en el hospital. Em se acercó rápidamente para saludarme y traerme unos chocolates y una tarjeta de que-te-recuperara-pronto, pero no quería dejar a Tommy por mucho tiempo. Nat entró cuando ella se iba. —Así que vi a Tristan antes en el vestíbulo, ¡y me dice que tienes un bollo en el horno! —dijo, abrazándome y dándome un gran apretón. Llevaba consigo una bolsa de transporte enorme y comenzó a desempacar el peso de mi cuerpo en frutas en mi cama. —Tiene un don tan hermoso con las palabras —le dije. —¡No puedo creer que estés teniendo un bebé! —dijo emocionada. Sabía que Nat realmente no entendería las implicaciones de estar embarazada con mi afección cardíaca, pero no estaba dispuesta a disuadirla de su felicidad. Fue algo refrescante estar cerca de alguien tan entusiasta. —¡Lo sé! No estoy segura de qué tipo de madre voy a ser, pero estoy ansiosa por tratar. —Harás una madre brillante. ¡Aunque no puedo creer que estés teniendo un bebé antes que yo!

—Sí, bueno, no fue planeado exactamente. Kieran culpa a su súper esperma —le dije en tono de broma. —Sé que fue una sorpresa —dijo—, pero, ¿te arrepientes? —No sobre nosotros o el bebé. Lamento no tomar un taxi a nuestro nuevo piso. Daría cualquier cosa para que Tommy no hubiera salido herido. Está matando a Kieran saber que uno de sus mejores amigos está luchando por su vida y que no hay nada que pueda hacer al respecto, especialmente porque fue la moto de Kieran la que se cayó. No importa lo que digan los demás, creo que se culpa por el accidente. —Eso es una locura —respondió ella—. Las cosas malas les pasan a las personas buenas todo el tiempo. No es su culpa. —Trata de decirle eso. No creo que sea completamente él mismo hasta que Tommy se recupere. —¿Está emocionado por el bebé? —preguntó, sonriendo. —Creo que sí, pero aún es pronto. Así que no salgas a comprar nada, ¿de acuerdo? No quiero arruinarlo —le advertí, sabiendo que mentalmente probablemente ella ya había elegido el primer vestuario del pequeño frijol. —¡Bien! —resopló, de buen humor—. De todos modos, no puedo comprar nada hasta que sepa cuán grande será el bebé. Y no te envidio allí. —¿Por qué? —pregunté con curiosidad. —Bueno, tu chico es un peleador de peso pesado y tus hermanos son enormes. ¡Con genes así, este bebé está destinado a ser masivo! Me quedé inmóvil mientras contemplaba alarmada la idea de mi pequeño cuerpo tratando de dar a luz a un bebé de doce libras. —Ah, no te preocupes por eso —dijo ella, viendo la expresión lamentable de horror en mi cara—. Por lo que me contaste sobre el tamaño de su "sabes qué" y la cantidad de veces que lo han estado haciendo, este bebé probablemente saldrá. Mi mandíbula cayó en conmoción, y cuando ella se echó a reír ante mi expresión, le lancé una uva para que se callara.

Cuando Nat se fue, estaba agotada. Sin embargo, no mentía cuando dije que no podía dormir en el hospital. Tal vez era algo sobre dormir en un lugar tan público que me hizo sentir vulnerable. Pero sea lo que sea, el descanso que necesitaba desesperadamente era difícil de alcanzar. Al escuchar el chirrido de mi puerta y ver el brillo de la luz deslizarse sobre mi cama, sonreí, sabiendo que no esperaría hasta la mañana para verme. —Oye, Irish. ¿Cómo está mi niña? Solo habíamos estado separados por una cuestión de horas, pero ese profundo y delicioso acento que era tan familiar todavía me hacía sentir un hormigueo. Le oí quitarse las botas y quitarse la sudadera con capucha antes de que levantara la sábana y se deslizara en la cama detrás de mí. —¿Ahora estás hablando conmigo o con el bebé? —le contesté. —¿Es una niña? —preguntó, su cuerpo completamente congelado. —Estaba bromeando, lunático. No tengo idea. No creo que puedas decirlo hasta alrededor de cuatro meses. ¿Por qué? ¿Sería malo tener una niña? —Depende. —¿En qué? —Sobre si alguno de los otros muchachos termina teniendo hijos. No me gusta la idea de tener que ahuyentar a cualquiera de sus lujuriosos hijos lejos de mi hija —respondió, haciéndome reír. —¿Y si tu chico se convierte en un lujurioso hijo? —pregunté, todavía riendo. —No hay problema. Solo le enseñaré a usar la anticoncepción mejor que su padre. Su brazo se envolvió alrededor de mi cintura y me jaló de nuevo al calor de su cuerpo. Su muslo se acomodó entre los míos, y toda la vulnerabilidad y la ansiedad que sentí antes de quedarme sola se me escaparon. —Duerme ahora, amor. Te tengo —me susurró al oído. —Te amo —le dije mientras me quedaba dormida. —No tanto como yo —susurró de vuelta.

A la mañana siguiente, me desperté y encontré a Kieran sentado en la silla junto a mi cama, mirándome atentamente. —¿Cómo es que te ves tan perfecto a primera hora de la mañana, y probablemente yo parezco y huelo a asaltante? —le pregunté, haciéndolo reír. —Te ves adorable, y hueles como a casa —me dijo, y me derretí. —Me encanta cuando te pones sentimental conmigo. Me dio una sonrisa de dolor. —¿Qué es? —le pregunté seriamente. —No quería decírtelo anoche, porque sabía que no dormirías, pero Alastair me detuvo en el estacionamiento del hospital ayer. Me molestó diciéndome que me mantuviera alejado de ti, pero comenzó a actuar como un loco cuando le dije que estabas embarazada. Irish, admitió que era el conductor del auto que te golpeó. Asumió que era yo con uno de los chicos en la espalda, y que conmigo fuera de la foto, caerías en sus brazos y vivirían felices para siempre. —Oh Dios mío. ¿Me estás tomando el pelo? Pensé que no estaba bien, pero nunca imaginé que podría ser capaz de algo como esto. ¿Cómo pudo hacerlo? —Mira, se pone peor. Después de todo lo que pasó con tus hermanos, y después de descubrir que te metió a ti y a Tommy en el hospital, lo perdí. Le saqué la mierda de encima. Yo también habría seguido, pero Con me sacó. —¿Estás bien? —le pregunté, solo notando sus nudillos golpeados y magullados. —Sí, estoy mejor por acostarme en tus brazos toda la noche. Me anclas cuando me siento perdido, ¿sabes? Asentí en respuesta. Lo sabía, porque hizo lo mismo por mí. —No sé en qué tipo de forma está, pero francamente, no me importaría un carajo. Estaría muerto ahora mismo si él se saliera con la suya. Y si Tommy muere, será mejor que se esconda, porque si lo encuentro, terminaré lo que empecé.

—¿Qué vamos a hacer? —le pregunté. Me aterrorizó que nunca me hubiera dado cuenta de que Alastair era capaz de algo como esto. —No vamos a hacer nada, amor. Tu trabajo es descansar y cuidarte. Voy a ir a la estación de policía con Con más tarde hoy, y voy a dar una declaración sobre lo que ocurrió. Con suerte, encontrarán algo en el accidente que lo vincule con Alastair. Si no, la policía al menos lo entrevistará y tal vez descubran cuán jodidamente loco está realmente. —¿No debería ir contigo? Ellos también querrán entrevistarme, ¿verdad? —Si lo hacen, vendrán aquí y yo estaré contigo. Mientras tanto, creo que le di suficiente paliza para asustarlo, pero quiero que tus hermanos sepan lo que pasó para que puedan asegurarse de que no te quedes sola hasta que regrese. —Sin embargo, no intentaría nada aquí, ¿verdad? Quiero decir, estamos en un hospital. Hay cámaras por todas partes. —No, tampoco creo que lo haría, pero preferiría estar seguro que lamentarme. Cuando se trata de ti y del bebé, no me arriesgo con tu seguridad. Además, sé que te preocuparás todo el tiempo que me vaya. Al menos ahora tendrás a tus hermanos para distraerte —dijo sonriendo. Se inclinó para tomar mi mano y besó mi palma antes de envolver su mano grande alrededor de la mía. La forma en que me miraba a los ojos era tan intensa. Ninguno de los dos miró hacia otro lado hasta que el doctor entró en sus rondas. —Buenos días, señorita Kelly, ¿cómo se siente hoy? —preguntó. —Listo para ir a casa —le dije con sinceridad. —Mirando sus observaciones, creo que podremos conceder ese deseo hoy. ¿Ha pensado algo más sobre lo que hablamos ayer? Miré a Kieran en busca de confirmación, y él asintió con una sonrisa. —Entendemos los riesgos y hay planes para que renuncie a mi trabajo para poder relajarme y tomarlo con calma durante el embarazo. Hemos decidido quedarnos con el bebé —le dije. Cuando él pidió mi decisión, no hubo vacilación. Con la mano de Kieran en la mía, nunca me había sentido tan amada, tan protegida y tan segura del futuro.

29 Traducido por Rose_Poison1324 & 3lik@

Kieran —Entiendo. Todavía le voy a referir con su propio cardiólogo, quien se pondrá en contacto con usted en breve. Imagino que él querrá verle para una consulta adicional y para programar citas regularmente a lo largo de su embarazo. Mientras tanto, me gustaría hacer un ultrasonido antes de darle de alta, si le parece bien —dijo el doctor. —Eso sería genial, gracias —respondió Irish. Se veía tan jodidamente bonita. Claro, estaba rayada y magullada, pero sin siquiera una puntada de maquillaje, seguía siendo la mujer más hermosa que había visto. Unas horas más tarde, esperábamos pacientemente fuera del departamento de ultrasonido cuando Irish me atrapó mirando. —¿Qué? —preguntó. —Has estado sacudiendo esta vibra "Sarah Connor " desde que te levantaste esta mañana, como si estuvieras lista para apuntar con un arma a la siguiente persona que amenazara a nuestro hijo. Es bastante malditamente sexy. —Realmente te gusta Sarah Connor, ¿eh? —No, pero te estoy imaginando con todo el equipo táctico en este momento, y eso realmente me gusta. —Siempre sabes cómo hacerme sonreír. —No importa lo difícil que se pongan las cosas, te prometo que siempre estaré allí para hacerte sonreír —le prometí.

Inclinándose hacia adelante, me besó suavemente en los labios y, deslizando su brazo por el mío, tendió su cabeza en mi hombro A mí alrededor, el mundo se detuvo, y el sutil aroma de las manzanas llenó mis pulmones. A través del dolor y el ruido, la angustia y el caos, ella era mi paz. Su fuerza y optimismo me dieron la esperanza de que de alguna manera, a pesar de todo la mierda que el mundo estaba tirando en mi camino, todo iba a estar bien. —¿Marie Kelly? —gritó una enfermera, rompiendo el hechizo. De la mano, la seguimos hasta una pequeña sala donde esperaba otro técnico—. Hola. Me llamo Miranda y hoy le haré la ecografía. ¿Puede acostarse en la cama para mí y levantar su camiseta hasta que quede justo debajo de su sostén? —preguntó a Irish. Cayendo un poco como un tronco inútil, me senté en la silla de ‘Papá’ al lado de la cama y alcancé la mano de Irish. Más temprano esta mañana, había descargado una aplicación para el embarazo en mi teléfono que me mostraría día a día cómo crecía el bebé y qué sentiría Irish. A Tommy le hubiera encantado darme mierda sobre eso. Mierda, lo extrañaba. Era gracioso cómo no te das cuenta de cómo alguien es profundamente parte de tu vida hasta que se van. Todavía podría estar vivo, pero sentí que estaba perdido. Un poco de investigación me dijo que el frijol realmente era del tamaño de un frijol. Dicho esto, no estaba esperando mucho del estudio. Estaba tan equivocado. Cuando ese sonido, tan rápido y fuerte, hizo eco en la habitación, me enamoré de nuevo. Me imaginé abrazando a mi padre por última vez, y sentí que él estaba allí conmigo en el latido del corazón de mi bebé. Fue la música más hermosa que jamás había escuchado. Irish alzó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas, y por primera vez desde que había perdido a mi padre, lo supe. Había encontrado el milagro que hizo mi vida completa. —Bueno, felicidades, mamá y papá. El bebé tiene un latido del corazón bueno y fuerte, y con las medidas que he tomado, estimaría que esta de unas nueve semanas. Así que, si todo va bien, están mirando a un bebé de primavera —dijo la técnico. Me entregó fotos que había impreso para que las guardáramos nosotros. Mirando la imagen borrosa, me pregunté cómo alguien tan

pequeño tenía el poder de poner a un hombre como yo de rodillas. Porque a partir de este momento, mi vida nunca sería la misma.

—¿Está bien que tú y los chicos se queden con ella hoy? No quiero dejarla sola con Alastair todavía corriendo por ahí —le dije a Luca. —Sabías que la estábamos cuidando mucho antes de que vinieras, ¿verdad? —respondió sarcásticamente. —Sí, bueno, yo soy responsable de ver por ella desde ahora y no la quiero sola. —Entiendo que te preocupes por ella, pero creo que podemos manejar a Alastair —se burló. —Condujo deliberadamente un auto a la parte trasera de mi moto y puso a Tommy y tu hermana en el hospital. ¿Estás realmente dispuesto a correr el riesgo de que no intente algo más ahora que sabe que ella está embarazada? Porque jodidamente yo no —dije con enojo. Me gustaban los hermanos de Irish, pero me estaba jodiendo seriamente esta mierda. Si Tommy o cualquiera de los chicos estaban aquí y les pedía que cuidaran de mi chica, la habrían cuidado con sus vidas. —¿Él hizo qué? Sabía que estaba haciendo una mierda de acosador espeluznante, pero nada como esto —respondió Luca, su expresión se volvió tormentosa. —Es una larga historia y lo explicaré más tarde. Simplemente no la dejes —le dije. —No vamos a ninguna parte. Uno de nosotros estará con ella todo el día —me tranquilizó. Asentí, esperando que estuviera haciendo lo correcto. Odiaba irme, pero Irish tenía suficiente de qué preocuparse sin la constante amenaza de Alastair colgando sobre nuestras cabezas. Lo que quería hacer era encontrarlo y volver a sacarle la mierda. Pero el padre de mi hijo necesitaba ser un hombre mejor que eso. Ya era hora de que comenzara a pensar con mi cabeza, en lugar de mi puño. Entramos en la habitación de Irish, la vimos vestida y nos sentamos en la cama.

—¿Has sido dado de alta? —le pregunté. —La enfermera está haciendo el papeleo ahora —respondió ella. Su bolso empacado esperaba al pie de la cama, y podría decir que estaba ansiosa por irse—. ¿No me dejarás ir contigo? —me suplicó. —No, amor, necesitas estar descansando. No te quiero ni a ti ni al bebé en ese sucio y maldito edificio lleno de criminales. Ella puso los ojos en blanco. —Está lleno de policías, como bien sabes. —Sí, perdóname si no quiero a mi novia sexy y embarazada alrededor de un grupo de chicos en uniforme tampoco —respondí, moviéndome para pararme entre sus piernas. Agarró el cuello de mi chaqueta y me empujó hacia adelante hasta que nuestras narices se tocaron. Luca tosió en voz alta, haciéndonos saber que todavía estaba allí. —Sí, solo voy a llevar el bolso de Marie al coche. Intenta y recuerda cuando me vaya que ella es mi hermana. Hay alguna mierda que los hermanos realmente no necesitan ver —Luca murmuró lo último para él mismo mientras agarraba la bolsa de Marie. Ella parecía ansiosa mientras deslizaba una mano dentro de mi chaqueta, corriendo por mi pecho hasta que descansó sobre mi corazón. —Es tan fuerte —susurró. —Eso es porque late por ti. Su sonrisa era un puñetazo en el estómago cada vez. Tracé mi pulgar calloso suavemente sobre su labio inferior, hipnotizado por su suavidad. —Siento que debo ir contigo, como si fuera lo correcto —dijo. —¿Sabes lo que he estado soñando estos últimos días? —Le pasé el pelo por encima de su hombro, para que pudiera inclinarme para besar y acariciar la parte inferior de su mandíbula. —¿Qué? —preguntó sin aliento. —Tú y yo. En nuestra propia cama. En nuestra propia casa. Quiero desnudarte para que seamos piel con piel y olerte mientras duermo. Incluso si el médico dice que no podemos tener sexo por un tiempo, igual

te quiero de esa manera. Quiero besar cada centímetro de tu cuerpo, para que cuando cierres los ojos, sueñes conmigo —dije entre besos. —Siempre eres tú. Un sentimiento de feroz posesividad, como nada que hubiera sentido antes, me envolvió. Quería envolverla en algodón y mantenerla a salvo del resto del mundo hasta que llegara el bebé. Sabía que ella nunca lo había aceptado. Era demasiado independiente para dejarme encerrarla. Pero esta agresiva necesidad de proteger y defender lo que era más sagrado para mí que cualquier otra cosa en el mundo me estaba consumiendo. La muerte puso su mano sobre ella una vez, sobre la única persona que personificaba la vida misma. Si tuviera que vender mi alma para mantenerla, no la volvería a tocar. Juré que cuando ella cerrara los ojos por última vez, sería como una anciana, cálida en su cama. —Un día más —le prometí—, y haré que suceda. —Un día más —acordó, girando su cabeza hacia un lado para hacer espacio para mí. Deslice mi mano en su cabello al reanudar mi camino de besos. Era pura y dichosa tortura estar tan cerca de ella, sabiendo que me tenía que ir. Sus toques eran ligeros, las puntas de sus dedos acariciaban la piel, labios rozando labios. Cada toque la marcó aún más profundamente en mi alma. Un día más. Eso fue todo, pero sentí una terrible sensación de presentimiento en nuestra despedida, y de repente, un día más parecía como una eternidad de distancia. —Jesucristo, ¿están todavía en eso? —Luca dijo desde la puerta. —Te veré esta noche, pero te llamaré más tarde, ¿de acuerdo? —le dije—. Con mandó un mensaje de texto para decir que le permiten visitas a Tommy, así que quiero verlo antes de que regrese a casa. —¿Crees que a su familia le importaría si lo visito? —preguntó ella. —Por supuesto que no. Si te apetece, te llevaré mañana —le dije. —Me gustaría eso. Te veré esta noche. Me dio un beso de despedida, y Luca volvió a toser, haciéndola reír. Fue ese hermoso sonido que me siguió. El sonido que quería escuchar por el resto de mi vida.

La mañana en la estación de policía lo sentí como una total jodida pérdida de tiempo. Los oficiales con los que hablé parecían ser hombres decentes, pero no eran exactamente optimistas acerca de mis posibilidades de que Tommy e Irish tuvieran la justicia que merecían. Irish no había presentado una sola queja a la policía sobre el acoso de Alastair, por lo que realmente sería su palabra contra la suya. Después de una larga discusión, acordaron investigar, pero a menos que pudieran encontrar el auto, no había nada que relacionara al manipulador pedazo de mierda con el accidente. Incluso entonces advirtieron que un abogado decente podría argumentar que alguien más había estado conduciendo. Fue solo anoche, cuando me preguntaba qué pensaría Danny de todo esto, cuando se me ocurrió que podría haber otra fiesta con un interés adquirido en solucionar este problema. Con la necesidad de cubrir los tatuajes y ponerme medio presentable, corrí a casa para cambiarme a mi traje universal. El único traje que tenía era el que usaba para bodas bautizos y funerales. Liam había llevado a Dris a casa de Ma, y me di cuenta de algo. Nuestra casa que tanto amaba era solo una carcasa. Le tomó algo a Irish y Dris convertirlo en un hogar. Levanté la miraba hacia el imponente edificio de ladrillo rojo. Olía a dinero viejo, si eso fuera posible. Alisé mi mano nerviosamente por mi corbata negra de seda. Respirando profundamente, alcancé la manija cromada de la monstruosa puerta de vidrio mientras me armaba de valor para parecerme a un hombre que sostenía la mano ganadora. Cuatro horas más tarde, caminé por el pasillo estéril del hospital bordeado por hileras de obras de arte mundanas diseñadas para hacer que cada uno de los pasillos fuera completamente diferente de cualquier otro. Al final de la caminata, estaba John, el padre de Tommy. Con la cabeza apoyada contra la pared y los ojos cerrados, parecía que estaba rezando. Los últimos días lo habían envejecido enormemente. Sus manos descansaban sobre sus rodillas. Esas manos, que parecían tan fuertes y capaces cuando era niño, ahora estaban tan desgastadas y frágiles. Abrió los ojos al escuchar mis pasos caminando hacia él, y me dio una sonrisa triste. —Kieran, mi chico. ¿Cómo estás?

Su esposa era tan vibrante y llena de vida, pero John no podía ser más diferente. Su naturaleza tranquila y firme significaba que eran el equilibrio perfecto entre sí. Él era su roca y el centro de su mundo. Solo necesitabas estar en la misma habitación que ellos para ver el amor que tenían el uno por el otro era algo palpable. —¿Debería hacerte yo esa pregunta? —le dije, tomando asiento junto a él. —Estoy tan bien como se puede esperar, hijo. —¿Dónde está Mary? —Quería ir a misa, así que tu Ma la ha llevado a ver al Padre Pat. —¿No querías ir también? —La enfermera está con él en este momento, y me gusta ser el último en decirle buenas noches a mi hijo. Además, no necesito que la iglesia sepa que Dios está aquí conmigo. Tragué saliva contra el doloroso nudo en mi garganta. Apoyando mis codos en mis rodillas, presioné los talones de mis manos contra mis ojos, deseando alejar las lágrimas que no merecían caer. Tommy era el único hijo de John, un hijo que estaba completamente dedicado a sus padres. Habían criado a un gran hombre, un hombre fuerte y poderoso con un corazón de oro. Sentarse aquí ahora, noche tras noche, sin saber cuándo se despertará, era una farsa que ningún padre debería soportar. Pero lo habían soportado. Lo estaban soportando con una fuerza de carácter que me dejaba sin aliento. —Lo siento mucho, John. Por todo. Lamento que fuera de mi moto que se cayera. Lo siento, le pedí que la montara. Lamento no haber estado aquí más desde el accidente. Que he dejado que los chicos estén aquí para ti y Mary cuando debería haber sido yo —me disculpé. —¿Recuerdas que después de que tu Pa murió, viniste a quedarte con nosotros un par de semanas? —me preguntó. Negué con la cabeza para responder que no, no confiaba en que mi voz no se rompiera. —Bueno, lo hiciste. Y cada noche solías llorar mientras dormías. Realmente no te despertabas, por lo que Mary y yo no sabíamos qué hacer. Con el tiempo, Tommy te escuchó. Él nunca vino a buscarnos, o nos preguntó qué hacer. Simplemente se subió a tu cama y te dio un abrazo hasta que dejaste de llorar. No hay muchos niños a la edad que

tú tenías que hubieran hecho eso. Pero mi Tommy, ni siquiera lo pensó. Ahora, supongo que nunca te lo contó, ¿verdad? Negué de nuevo con la cabeza, sorprendido de no haber escuchado esta historia antes. —Bueno, ese es Tommy para ti. Siempre cuidando a las personas que ama, ya sea que lo sepan o no. Y si estuviera despierto, eso es lo que esperaría que hicieras. No lloriqueando por preocuparme por él. Te estaría diciendo que cuides a esa chica tuya. Por supuesto, entonces te estaría advirtiendo acerca de cómo la va a robar tan pronto como se recupere, pero ese es Tommy —dijo con una risita irónica—. Ahora, creo que voy a estirar un poco las piernas y tomar una taza de café. Tal vez incluso fume un cigarrillo furtivo, ya que Mary no está aquí para molestarme por eso. ¿Quieres algo mientras me voy? —No gracias, John. Solo voy a visitarlo un rato, si eso ¿está bien? —Adelante —respondió—. Dile que su viejo no tarda. Entré en la habitación con poca luz para ver a una enfermera escribiendo en sus notas. —¿Cómo está él? —le pregunté. —Está aguantando —respondió con una sonrisa genuina. —¿Cuándo se despertará? —¿Honestamente? No lo sabemos Ha estado en un estado de coma inducido desde su cirugía para permitir que la hinchazón en su cerebro disminuya. Lo sacamos de la medicación que lo mantiene en coma esta tarde, pero no hay una regla firme y rápida sobre cuánto tardará en despertarse. —Pero estará bien aunque cuando se despierte, ¿no es así? —le pregunté, mi voz se quebró un poco. —Me temo que tampoco lo sabemos. Sufrió importantes lesiones en la cabeza. Solo el tiempo dirá si alguna de esas lesiones resultó en daño cerebral permanente —explicó con simpatía. Tragué saliva y asentí, como si entendiera exactamente de qué estaba hablando. Pero no entendí. De ningún modo. —Los dejaré a ustedes para que se pongan al corriente. —Puso sus notas en su sitio y nos dejó solos.

Solo, pero por el silencioso pitido de su máquina del corazón, me senté en la silla gastada y acolchada, y solo lloré. El cuerpo de Tommy era un jodido desastre. Su cara, sus brazos, incluso sus manos estaban completamente golpeadas. Por todas partes que miraba, tubos y cables sobresalían de él, pero lo peor de todo era el silencio. Tommy nunca había estado callado en todo el tiempo que lo había conocido. Pasé la mayor parte de nuestras vidas tratando de callarlo. Ahora, daría cualquier cosa por escucharlo hablar. Cuando terminé, me limpié los ojos y me reí entre dientes. —Lo sé, lo sé, soy un maldito coño. Es lo que estás pensando, ¿no es así? —le dije—. Bueno, puedes pasar el resto de nuestras vidas jodiéndome por llorar sobre ti, pero primero tienes que despertarte, amigo. Esta jodida familia disfuncional solo trabaja contigo en ella. Sabes, desde que has estado acostado aquí, he estado repasando una y otra vez todas las cosas que debería haberte dicho, como por ejemplo, tú eres el corazón de todos nosotros. El que nos hace reír, el que protege y cuida a las personas que nos importan. El que siempre ha estado ahí para nosotros. Entonces me di cuenta de que no necesitas que te diga eso, porque en el fondo, creo que ya lo sabes. Lo que probablemente no te hayas dado cuenta es cuánto necesitamos que vuelvas. No importa qué, los cuatro nunca estuvimos solos, porque siempre nos tuvimos el uno al otro. Sin ti, todos estamos a la deriva. Sin ti, estamos sin anclas. »Por lo tanto, no puedes elegir quedarte dormido. No puedes decidir que estás demasiado cansado para abrir los ojos y despertarte. Sea lo que sea, que necesites hacer, vamos a casa. Porque de lo contrario, ¿cuál es el objetivo? ¿Dónde está el feliz para siempre de todas las cosas que hemos soportado si te perdemos? No acepto que eso pueda suceder. Te necesitamos de vuelta. Te necesito de vuelta. Y he visto suficientes hospitales para toda la vida. Así que deja de joder con esta mierda del coma. Ya es hora de volver a casa. Cerrando los ojos, crucé los brazos sobre la cama, agotado, apoyé mi cabeza y aguardé.

30 Traducido por Vale

Alastair Nunca me gustaron los hermanos de Marie. No era como si hubiéramos sido presentados correctamente, pero no me gustaba cómo se comportaban el uno con el otro y cómo eran tan "familiares". Por no tener hermanos, no tenía un punto de referencia para su comportamiento, por supuesto, pero pensaba que era apropiado tener un poco más de decoro en las relaciones familiares. Por supuesto, su familia siempre sería parte de su vida, pero insistiría en esa distancia una vez que nos casáramos. Después de todo, era lo apropiado para hacer. Y nos casaríamos. De eso no tenía dudas. Una vez que viera lo que me había hecho ese animal del que estaba enamorada, el velo caería de sus ojos y me vería por lo que realmente era: un hombre digno de ser su marido. La primera vez que la vi, estaba sentada en una parada de autobús. Me estremecí al pensar en ella en el transporte público, pero se acostumbraría a ser conducida por un chofer lo suficientemente pronto. Sus mejillas rosadas estaban enrojecidas por el frío, y sonrió al haber dejado su asiento para una anciana. Algo en sus ojos me habló, y luego, allí, descolgué el teléfono, cancelé todas las reuniones que tenía ese día y la seguí. Al trabajo, al supermercado, incluso a su casa, y para el final de ese día, sabía que era la única para mí. La que me haría la esposa perfecta. La que nunca me dejaría, no como la perra de mi madre y cada una de las niñeras que siguieron después. Me había dicho que no quería verme otra vez, pero sabía que no lo decía en serio. Estaba equivocado acerca de las otras chicas, pero tenía razón sobre ella. Estaba seguro de ello. Solo necesitaba hacerla ver lo que yo podía ver. Tal vez me estaba desesperando un poco y estaba haciendo cosas de las que no estaba orgulloso, pero al final me perdonaría; sabía que lo haría.

Esperé mucho tiempo para hacer mi movimiento. Rara vez estaba sola, pero sabía que esta era una conversación que debía ser privada. El hermano mayor abandonó su habitación y parecía que estaba hablando de una situación con su empleador. Levantó la mano en la puerta para indicar que tardaría cinco minutos, luego entró en la sala de espera para terminar la llamada. Cinco minutos era todo lo que necesitaba de todos modos. Me deslicé en su habitación antes de que la puerta se cerrara con un clic y solo miré. Parecía cansada, pero igual de exquisita. —Sal —ordenó, señalando a la puerta. —Ahora, sólo escúchame. Me debes eso —le dije. —No te debo nada. Sé lo que me hiciste a mí y a Tommy. ¡Podrías habernos matado! —dijo acusadora. —Debes saber que no era mi intención que eso sucediera. Estaba desesperado. No podías ver el verdadero yo con él alrededor. Ni siquiera nos darías una oportunidad. —No tengo nada más que decirte, Alastair. Por favor, vete. — Sonaba triste. —No hasta que prometas que lo dejarás. —Tienes que estar bromeando. —Él no es bueno para ti. Tienes que ver eso. Solo mira lo que me hizo. —Señalé hacia mi cara—. Es este el tipo de animal con el que preferirías estar, alguien tan feo, común y violento. Te adoraría si solo nos dieras una oportunidad. —Y poner a dos personas en el hospital, casi matando a una de ellas, ¿no es violento? —se burló—. A pesar de lo que crees, Kieran es el hombre más gentil que he conocido. Casi mataste a su novia y su mejor amigo con esta obsesión. Me sorprende que no te haya golpeado más fuerte. —No importa qué, nunca lo verás por lo que realmente es, ¿verdad? —¿Por qué no podía ver lo perfecto que podía ser todo? ¿Cómo podía tener un control tan venenoso sobre ella?—. Bueno, no voy a pedir más. Por tu propio bien, te lo digo. Mantente alejada de él. —¿O qué? —preguntó calmadamente.

Metiendo una mano en el bolsillo interior de mi traje a medida de Saville Row, saqué una memoria USB y la arrojé sobre su cama. —¿Qué es? —preguntó. —Es la grabación en la cámara de seguridad de Kieran golpeándome en el estacionamiento del hospital. Una versión editada de ese violento matón casi golpeando a muerte a un miembro muy respetado de la comunidad legal. —Cualquier jurado en el mundo entendería su reacción después de lo que hiciste —respondió, todavía mirando la memoria USB. —¿Qué he hecho? No hay un fragmento de evidencia que me vincule con el accidente. Yo era un viejo amigo que venía a visitarte al hospital cuando fui atrapado por tu novio celoso y violento —le contesté, tal vez un poco petulante. —No puedes hacer esto —susurró. —Bueno, eso depende de ti, ¿no? Puedo decirte por experiencia que será condenado y que probablemente enfrentará una sentencia de prisión. Perderá su licencia de boxeo, su título y su sustento. Destruirá su vida. Pero si lo dejas, entonces puede mantener su carrera. Todo lo que quiero es a ti. —Estoy embarazada —protestó—. No puedes obligarme a hacer esto. No cuando tendremos un hijo. —No mentiré. Estaba devastado cuando me enteré. Ese bebé se suponía que fuera mío. Pero lo criaré como propio. Nunca asumirá el control del negocio familiar, pero no te obligaré a deshacerte de él. Con el tiempo, tendremos nuestros propios hijos y todo este desagrado será un recuerdo lejano —dije magnánimamente. —Por favor, no me obligues a hacer esto —suplicó, una última vez. —Está hecho, Marie. Tienes esta noche para terminar las cosas con él. Mañana te quiero en mi oficina a las doce en punto. Trae un bolso, porque estarás viviendo conmigo de ahora en adelante hasta que nuestro compromiso se anuncie formalmente y podamos estar casados. También debes despedirte de tu familia por un tiempo. Después de su participación en esta relación sin sentido tuya, creo que se necesita un poco de desapego. —Eres un monstruo.

—No, cariño, soy tu ángel guardián. Simplemente no puedes verme por el diablo que te ciega —le contesté antes de salir. Hundiendo mis manos en los bolsillos de mis pantalones a medida, tomé el ascensor hasta el sótano y silbé una pequeña melodía mientras regresaba a mi Aston Martin. Ahora que todo iba color de rosa, me sentía más ligero que el aire.

31 Traducido por Candy27

Marie La luz fluía a través de las cortinas parcialmente cerradas, pero luché para abrir los ojos. No podía recordar llorar tanto como lo había hecho la noche anterior, y mis ojos estaban hinchados y enrojecidos. Lo contuve todo el tiempo que pude con Luca allí, pero tan pronto como pude alegar cansancio y escapar a la cama, sollocé contra mi almohada hasta que el sueño finalmente me reclamó. El cuerpo de Kieran me cuchareaba por detrás. Su enorme mano bronceada se extendía protectoramente sobre mi vientre. Nunca habría un niño que fuera más amado que este. Aunque protegerlo sea lo último que haga, Alastair nunca pondrá un dedo sobre nuestro bebé. Solo necesitaba encontrar una manera de proteger al hombre que amaba mientras estaba en ello. La noche anterior había sido mi momento de debilidad. Con el alba llegó la fuerza y resolución. Este hombre gigante, con el corazón más grande que haya conocido, me había elegido. Me defendería y cuidaría del bebé y de mí con su vida. No le ofrecería nada menos. —¿En qué piensas tanto, Irish? —me preguntó adormilado. —Alastair vino a verme ayer —admití suavemente. —¡La mierda que lo hizo! —respondió Kieran, ahora completamente despierto—. Le dije jodidamente a Luca que lo quería a tu lado desde el momento en que me fui hasta el momento en que regresé. —No es culpa suya. Fue a la puerta de al lado para recibir una llamada de trabajo, y Alastair se deslizó dentro. Kier, tiene imágenes de ti golpeándole. A menos que te deje y acepte mudarme con él y criar al bebé como suyo, presentará cargos por asalto y lo entregará a la policía.

Kieran reaccionó de la última forma que esperaba. Echó la cabeza hacia atrás y rió. —Ese hombre está jodidamente delirando si cree que eso va a suceder —dijo. —¡Kieran, esto es serio! Podría terminar con tu carrera. ¡Podrías ir a la cárcel por esto! —Estaba horrorizada de que no estuviera tomando esto en serio. —¿Confías en mí? —preguntó, frotando círculos lentos sobre mi abdomen. —Por supuesto que confío en ti. —Entonces deja de preocuparte y déjame esto a mí. —Kieran, lo que sea que estés planeando, no quiero que vayas a la cárcel. No vale la pena. Tal vez si me alejo un poco y le muestro que estamos separados el uno del otro, sin ir con él, eso será suficiente. —Sí, eso no está pasando, nena. Jamás. Un par de años en prisión para saber que mi familia está protegida es un sacrificio que haría, pero confía en mí cuando digo que no llegará a eso. —Parecía tan decidido y poderoso que era difícil no confiar en ello. Sabía lo que estaba haciendo. Un golpeteo en la puerta me llamó la atención. —¿Qué es eso? —pregunté, levantando la sábana más arriba por mi cuerpo. —Un miembro desatendido de nuestra familia que quiere un poco de atención, supongo. —Saltó de la cama para abrir la puerta. En el momento en el que lo hizo, Dris entró de un salto e hizo un patético intento de saltar sobre la cama. Kieran lo levantó con sus grandes manos y lo dejó en mi regazo. —Solo he estado fuera unos días. ¿Cómo te hiciste tan grande? ¿Eh, bebé, cómo te hiciste tan grande? —Arrullé, haciendo cosquillas a mi hermoso cachorro mientras cubría mi cara con besos descuidados y húmedos. —Es probable que Ma lo haya estado alimentando como solía alimentarme a mí —dijo, frotando el vientre de Driscoll. —Bueno, me temo que quemo el agua, por lo que podrías estar corriendo de vuelta con tu madre por unas cuantas comidas más todavía —le advertí.

—Si mi hijo es la mitad de grande que yo, va a necesitar una buena nutrición y una tonelada de comida —respondió—. Por suerte para ti, Ma me crió bien y soy un dios en la cocina, así que espera ser agradable y gorda para cuando llegue el bebé. —Se inclinó para besar donde habían estado sus manos. —Estoy segura de que todavía me encontrarás atractiva si me pongo como una bola. Ni siquiera se supone que un chico vea a su chica sin maquillaje durante al menos un año —le contesté. —Créeme, Irish, cuando te digo que no hay nada más sexy en el mundo que verte comer lo que cocino y saber que no solo te estoy cuidando a ti, sino que a mi manera, estoy alimentando a nuestro hijo — dijo roncamente, y me fundí con él solo un poco más. —Dios, espero que ella tenga tu acento —dije con un suspiro. Podía escuchar ese profundo y delicioso acento irlandés suyo durante horas. —Él, bebé —corrigió. —¿Por qué estás tan seguro de que vamos a tener un niño? —Me giré para ver su cara. —¿Has visto mi tamaño? —preguntó—. No hay manera de que pueda engendrar algo femenino y delicado. Te lo digo, es un niño. —No tiene sentido discutir contigo acerca de cómo tu tamaño tiene absolutamente algo que ver con el sexo del bebé, ¿no es así? —Cerré los ojos mientras besaba lentamente un camino desde mi clavícula hasta mi mandíbula. —Confía en mí, Irish —respondió—. Tengo esto.

A cinco minutos del mediodía, me encontraba frente a las imponentes puertas de la correduría legal de Alastair. —Creo que voy a enfermar —admití—. ¿Y si llama a la policía? Si te arrestan por causar problemas en la oficina, además de los cargos por asalto, seguro que te enviarán a la cárcel. —No voy a causar ningún problema. Y si llama a la policía, nos ocuparemos de ello. Ahora terminemos con esto para que podamos ir a casa. Cuanto antes consiga que vuelvas a la cama, mejor —me dijo Kieran.

Parecía que no tenía una preocupación en el mundo. O bien sabía algo que yo no sabía o daba un acto convincente. Dejé que me acompañara a la recepción, lamentando ya, no haber escuchado a mi instinto y venido sola. —Hola. Mi nombre es Marie Kelly. Estoy aquí para ver a Alastair Baxter-Hall —le dije a la recepcionista con toda la calma que pude reunir. —Por supuesto, señorita Kelly. El señor Baxter-Hall la está esperando. Por favor, déjeme llevarle a su oficina —respondió cortésmente. Todo en este lugar gritaba poder y prestigio, y sentí que me estaba asfixiando con cada paso que me acercaba a él. Si la recepcionista se sorprendió de que estuviera acompañada, no lo demostró. Golpeó una puerta de caoba al final de un largo pasillo y esperó. —Entre —sonó la voz de Alastair. —La señorita Kelly está aquí, señor —dijo. —Envíenla —respondió él, y ella mantuvo la puerta abierta para que pasáramos antes de cerrarla suavemente detrás de ella. —¿Qué demonios está haciendo él aquí? ¿Y dónde está tu bolso? —ladró Alastair al segundo que se cerró la puerta —Veo que mi advertencia de que te alejaras de mi chica no tuvo mucho impacto —le dijo Kieran, pero Alastair no apartó sus ojos de mí. Negó con la cabeza, como si estuviera amargamente decepcionado. —Debería haber sabido que no debía darte la oportunidad de venir por tu propia voluntad. Sabía el control que tenía sobre ti —me dijo. —Deberías haberlo hecho correctamente la primera vez —le dijo Kieran—. Porque sobre mi cadáver es la única forma de llegar a mi chica. —Esperaba no llegar a esto, pero voy a presentar cargos. Necesitarás un padre para ese bebé cuando esté en la cárcel, y tengo la intención de serlo —dijo Alastair. Lo miré con la boca abierta en conmoción. ¿Cómo podía ser tan delirante? Si arrestara a Kieran, lo odiaría hasta el día en que muriera. —Puedo ver por qué te enamoraste de ella —le dijo Kieran—. Es tan fácil de amar. Su elección por mí no fue solo un acto de fe. Fue un jodido milagro. Su amor es un regalo, pero no significa nada si no se da libremente. No importa cuánto lo desees, no puedes obligarla a que se

enamore de ti. Cuento mis bendiciones todos los días, me despierto sabiendo que ella me eligió. Y sé, siempre lo he sabido, que no soy lo suficientemente bueno para ella. No le puedo dar la mierda elegante que podrías darle tú, y nunca voy a tener un gran bufete de abogados o algún título de fantasía de alguna escuela de derecho de lujo. Pero yo la amo. La amaré hasta el día de mi muerte, y siempre pondré su felicidad antes que la mía y nunca, nunca, la pondré en peligro. ¿Puedes decir lo mismo? —Habla bien, señor Doherty, pero la verdad es que si estuviera poniendo su felicidad antes que la suya, se habría alejado hace mucho tiempo y le hubiera dejado tener una vida que no podría soñar darle — dijo Alastair refutado. —¿Puedes decir lo mismo? —insistió Kieran. —Por supuesto que puedo —respondió Alastair enojado. —Entonces, explica cómo pudiste conducir un coche hasta golpear la parte trasera de mi moto, sabiendo que había posibilidades de que estuviera montada conmigo —preguntó Kieran, y todos nos quedamos en silencio. —No me dejaste otra opción —me dijo Alastair—. No importaba lo que hiciera, nunca ibas a ser mía mientras él estuviera cerca. No tuve otra opción... —dijo, apagándose mientras contemplaba lo lejos que había ido. —Tienes que dejarme ir ahora, Alastair. He hecho mi elección. Se acabó —dije, deseando que pusiera fin a esta locura para que pudiéramos seguir con nuestras vidas. —No se ha acabado, Marie. Verás. Una vez que esto se haga público —dijo, sacando otro USB y agitándolo—. Tú y todos los demás entenderán cómo es realmente. Cuando se haya ido, podemos empezar de nuevo. Nunca llegaste a conocerme realmente la primera vez, pero ahora que viene el bebé, podrías abandonar el trabajo y pasaremos juntos algún tiempo. Tal vez ir de vacaciones a algún lugar cálido. Se estaba volviendo cada vez más frenético a medida que ilustraba todas las formas en que la vida sería mejor, y mi sangre se enfrió a medida que la realidad se asentaba. Nunca habría ninguna posibilidad de escapar de esto. Nunca iba a parar. La puerta se abrió bruscamente y entró un caballero mayor, que sostenía un teléfono móvil.

—He escuchado suficiente, señor Doherty. Estoy de acuerdo con sus términos —le dijo a Kieran. —Papá, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Alastair al caballero—. Llegas justo a tiempo para conocer a Marie. Se movió hacia mí con el brazo extendido, como si realmente me presentara a su padre. Retrocedí un paso y envolví mi brazo alrededor de mi estómago protectoramente. —Espera... ¿qué quieres decir con que estás de acuerdo con sus términos? —dijo Alastair cuando las palabras de su padre se hundieron. —El señor Doherty vino ayer a mí con una historia bastante extravagante. Había elementos que sonaban ciertos: tu comportamiento hacia su novia y la sugerencia de acoso. Por si solos, tal vez hubiera creado que la historia se estaba repitiendo. Pero luego te acusó de haber orquestado un accidente de moto, cuyo resultado fue la hospitalización de dos personas. En ese momento, le sugerí que se fuera de mi oficina. Pero insistió en exponer su propuesta, si lograba que admitieras el accidente, me encargaría de que estuvieras internado, para que pudieras obtener la ayuda adecuada —explicó el padre de Alastair. —Está mintiendo, papá. Todo lo que dijo es mentira —protestó Alastair. Estaba tirando maníacamente de su cabello mientras caminaba hacia atrás y hacia adelante. —Te escuché, hijo. El señor Doherty me llamó por teléfono antes de entrar aquí. Escuché todo —respondió con tristeza—. Me culpo por permitir que llegara tan lejos. Cuando pienso en todas las familias que pagué, las personas que soborné para hacer desaparecer tus pequeñas indiscreciones, estoy horrorizado. Siempre supe que eras muy nervioso, dejabas que tus enamoramientos se convirtieran en obsesiones. Pero eres un maldito buen abogado. Estás en la línea para asumir el negocio cuando me haya ido. Yo... nunca pensé que estaba ayudando a encubrir una enfermedad mental. Que podrías volverte violento. —No estoy enfermo, papá. ¿Por qué crees que estoy enfermo? Las cosas nunca han estado más claras. Esas otras chicas no eran reales. Como dijiste, solo eran obsesiones. Estoy enamorado de Marie. Ella va a ser la esposa perfecta para mí. Al igual que mamá lo fue para ti —protestó Alastair. —¿Es eso lo que piensas? —dijo su padre.

Era como si hubiera envejecido en los pocos minutos que había estado en la habitación. Supongo que la conmoción le hace eso a la gente, pero no me atreví a sentir pena por él. Alastair estaba enfermo. Por lo que había oído, los signos de su enfermedad mental habían sido evidentes por un tiempo. Y, en lugar de apoyar a su hijo y conseguirle la ayuda que necesitaba, barrió todo bajo la alfombra y lo cubrió para evitar cualquier vergüenza. —Alastair, mi matrimonio con tu madre fue un acuerdo. Me estaba haciendo mayor y necesitaba un heredero. Era una hermosa joven que quería casarse con un hombre con dinero. Mantuvo su parte del trato y, cuando ya había tenido suficiente maternidad, llegamos a un acuerdo financiero amistoso, y contraté niñeras adecuadas para criarte hasta que pudieras acompañarme aquí. Miré el rostro roto de Alastair, y sentí una gran oleada de lástima. Toda su vida, nunca había sido amado, nunca había sido querido, excepto como un peón en la dinastía familiar. —Pensé que murió —susurró. —¿Por qué pensarías eso? —preguntó su padre. —No la recuerdo y nunca hablas de ella. Pensé que la querías y que murió, y por eso nunca hablas de ella y no hay fotografías, porque los recuerdos son demasiado dolorosos —respondió. —Oh, hijo, ¿qué he hecho? —se dijo a sí mismo. Caminando hacia Alastair, lo abrazó y Alastair se hundió en su abrazo. Su padre se veía forzado y torpe, y lloré por dentro por el niño perdido que necesitaba más abrazos de los que su inútil padre podría esperar recuperar por ahora. Después de unos pocos segundos incómodos, su padre le dio una palmada en la espalda, viéndose avergonzado e inseguro de sí mismo. —Es hora de irse, hijo. Compartiré tus casos con los otros asociados hasta que estés lo suficientemente bien como para regresar. Alastair simplemente asintió. Todo lo que había hecho era por la aprobación de su padre. Para vivir la vida pensaba que su padre tenía. Darse cuenta de que todo lo que pensaba que quería era una mentira, lo había destrozado. Alastair necesitaba desesperadamente ayuda. Aunque fuera la única cosa decente que hiciera su padre, oré para que lo consiguiera.

Cuando salieron de la oficina, su padre se volvió hacia Kieran. —¿Supongo que no pondrá la denuncia en la policía sobre la participación de mi hijo en el accidente, ahora que me aseguraré de que reciba la ayuda que necesita? Si los medios se enteran de esto, el daño que causará a la reputación de esta empresa será inconmensurable. —Asume mal —respondió Kieran—. No iré a la prensa con esto, como acordamos, pero haré todo lo que esté a mi alcance para hacer que la policía presente cargos. Se lo debo a Tommy y a su familia. Se lo debo a mi chica. La rotundidad en su voz dejó en claro que no había discusión con él. Froté a mi bebé, esta vez por comodidad. Yo había confiado en él, y no me había decepcionado. Había hecho lo correcto, lo honorable, este hombre que sería el padre de mi hijo. El padre de Alastair asintió con tristeza, entendiendo la resolución de Kieran, antes de irse con su hijo. Kieran extendió su mano hacia mí, su mano fuerte y capaz. La tomé, y todo estuvo bien con el mundo. —Vamos, Irish —dijo, levantando nuestras manos unidas para besar la parte de atrás de la mía—. Vamos a casa.

32 Traducido por Candy27

Kieran Recordaré el diez de enero por el resto de mi vida. Fue el día que Tommy despertó. Durante diez días, cada uno de nosotros se turnó para permanecer a su lado mientras soportaba prueba tras prueba, todos diseñadas para descubrir qué funcionó y qué no. Teniendo en cuenta que Tommy solo era un bombero en período de prueba de momento, me sorprendió ver a tantos bomberos deteniéndose para ver cómo estaba. En el último día de valoraciones, todos nos encontrábamos fuera, esperando a Mary y John para darles la noticia, fuera la que fuera. A pesar de sus protestas, persuadí a Irish para que se quedara en casa con Dris. Las horas de espera en una silla de hospital dura y de plástico no eran buenas para ella ni para el bebé. Em ni siquiera tuvo la oportunidad de probar una. Tan pronto como se sentó, Con la llevó a su regazo, colocó su cuerpo cerca y extendió una enorme mano posesivamente sobre su abdomen. Entre besos, la acribilló con docenas de preguntas. ¿Tenía hambre, tenía sed, estaba cómoda, tenía frio? Em respondió a cada pregunta con diferentes variaciones de "Estoy bien" y con una sonrisa amable. —¿Para cuándo es el bebé? —le pregunté. —¿Qué? ¿Err…? ¿Qué quieres decir? ¿Cuál fue la pregunta? —dijo Em nerviosamente. —Tres semanas después del tuyo —respondió Con, con una gran sonrisa. —¡Con! —protestó Em, golpeándolo en el pecho.

—Lo siento, Sol, ¡pero lo adivinó! —contestó Con, sin parecer arrepentido en lo más mínimo —Admítelo, juguetonamente.

no

podías

esperar

para

decírselo

—le

acusó

—Bebé, lo diría en la televisión nacional si pudiera —estuvo de acuerdo Con. —Sabiendo que estás en la televisión nacional cada vez que peleas, no pondré la mano en el fuego que no vayas a hacer justo eso — respondió Em, riendo. Con la miró con adoración antes de tirar de ella para besarla. —¿Cómo lo sabías de todos modos? —Con me preguntó y finalmente apartó los labios de su esposa. —¿Me estás tomando el pelo? En el caso de que no estuvieras enterado, eres un poco sobreprotector últimamente —señalé. Con frunció el ceño, viéndose confundido, lo que me pareció jodidamente muy cómico. —Con, mi chica tiene una enfermedad cardíaca grave, así que tengo motivos para preocuparme, y si actuara la mitad loco con Irish que tú con Em, ya me habría dado un puñetazo en las pelotas para entonces — le dije sinceramente, haciéndole fruncir el ceño aún más fuerte. —Honestamente, está bien, amor —le dijo Em con una sonrisa—. Me gusta que quieras cuidarnos. Tan pronto como ella dijo la palabra "nosotros", fue como si recibiera un golpe de testosterona. Le acarició el cuello, haciéndola reír y le frotó el vientre suavemente. Puse los ojos en blanco ante sus travesuras y comencé a lamentar no haber traído a Irish conmigo. No había mañana en la que me despertara y no me preguntara cómo tenía la jodida suerte de que me hubiera elegido a mí. Ya lucía una pequeña protuberancia. Ma me dijo que las plantas crecen fuertes cuando las alimentas y hablas con ellas. Pensé que probablemente también era cierto para los bebés, así que hablaba con el pequeño frijol cada mañana antes de salir de la cama y alimentaba a mi chica cada vez que tenía oportunidad. Ya estaba planeando qué cocinarle esa noche, ahora sabía que Em también estaba esperando. De ninguna manera el chico de Con sería más grande que el mío.

—Me gustaría que pudieras ver tu cara en este momento —me dijo Em, sonriendo—. Te ríes de Con, pero tu rostro se vuelve totalmente soñador cuando estás pensando en Marie. Con rió, y le saqué el dedo. Estaba a punto de lanzarle alguna mierda cuando se abrió la puerta de Tommy y salieron tres médicos. Tomando eso como nuestra señal, corrimos a la habitación. Cuando vi a Mary sollozando en el hombro de John, mi corazón se hundió. —¿Qué hay de nuevo, señoritas? —Vino de una voz ronca y frágil desde el otro lado de la habitación. —Ya era hora de que te despertaras, bastardo perezoso —dije, sonriendo. Me acerqué a abrazarlo lo mejor que pude, considerando todas las máquinas y las mierdas alrededor de su cama. Quitándome de en medio para que cada uno de los muchachos pudiera obtener su turno, me dirigí hacia Mary. John la dejó ir para pasarle un pañuelo de su bolsillo. Se sonó la nariz con fuerza, luego me abrazó. Solo en ese momento pude ver su sonrisa y que habían sido lágrimas felices. —Oh, Kieran, los médicos dicen que va a estar bien. Necesitará fisioterapia intensiva para su pierna y mucho descanso, pero ahora que ha bajado la hinchazón, dijeron que parece que no hay un daño duradero —explicó, las palabras saliendo con alivio. —Al menos, no más de lo que ya había antes —dijo Con, sonriendo. —¡Estaba tan preocupada por ti! —exclamó Em, dándole un gran beso a Tommy. —¡Oye, ahora no nos dejemos llevar! —protestó Con, frunciendo el ceño. Envolví mis grandes brazos alrededor de Mary y sonreí hacia mis amigos. Todo el nerviosismo y la irritabilidad ahora se sentía extrañamente normal, y todos habíamos extrañado la normalidad muchísimo. —¿El servicio de bomberos ha sido contactado ya? —preguntó Con. —Sí, los muchachos se han enterado, pero todavía no he visto a nadie. No tiene mucho sentido hasta que sepan si alguna vez volveré a estar en forma para el servicio activo —respondió Tommy. —Lo estarás —le tranquilicé—. Aunque tome que todos nosotros nos unamos a ti en el gimnasio cada día durante un mes, te volveremos a montar en el camión.

—Bueno, hay algo a lo que esperar —bromeó—. Aunque puede que tome tu oferta. Mi pierna está bastante jodida, así que va a tomar un maldito milagro que vuelva a ser como era. De todas maneras, suficiente de preocuparse de esa mierda. ¿Qué ha estado pasando mientras estaba fuera? —Bueno, Marie está embarazada y dará a luz en verano. Y Con dejó embarazada a Em, y dará a luz tres semanas después de Irish —le dije. —Encantadora manera de anunciar que estoy en cinta —reprendió Em. —¡Jódeme! ¿Cuánto tiempo estuve fuera? —bromeó Tommy sorprendido. —El súper esperma trabaja rápido —le informé, haciendo que Em se riera. —¡Estás embarazada! —chilló Mary. Dejándome ir, se tiró contra un Con con mirada aterrorizada, después envolvió a Em en un gran abrazo. —Bueno, no los culpo por aprovecharse de mi estado de incapacidad e impregnarlas antes de que tuviera la oportunidad de llevarlas lejos de ustedes, seguramente es lo más inteligentes que han hecho nunca, bastardos. —Te quiero, Tom —dije con sinceridad. —Sigo sin ser malditamente gay —dijo mostrándome el dedo. Entonces todo fue como debía ser.

Cuando me encontré de nuevo sentado en la silla de plástico de mierda, mirando una mierda de arte, me di cuenta de que por cada cosa buena que asaba en el universo, había una reacción igual y opuesta de mierda. Tommy fue mejor, mientras Irish se ponía peor. A pesar dejar de trabajar en la tienda y ser confinada a una cama para descansar, su pequeño cuerpo no podía tomar el esfuerzo de manejar mi demandante descendencia. Para las treinta y dos semanas, el doctor insistió en que no podía esperar más. Estaban seguros de que si dejaban a Marie llegar a término, moriría, y si no podían dar a luz a tiempo, el bebé lo haría también.

Sabía sin sombra de duda que Irish daría su último aliento para darle al bebé tantos días a salvo dentro de la protección de su cuerpo como pudiera. Pero si había una gran probabilidad de salvarlos a ambos, la tomaría. Cuando discutió conmigo, le expliqué que el mayor regalo que podía darle a mi hijo era una madre. Lloró durante horas y agonizó sin fin por la decisión, pero al final, no tuve que convencerla. Sabía que tenía razón. Esta vez, fue el turno de Em de quedarse en casa. Toda nuestra familia, Ma, Tommy, Albie, Heath, Danny y Padre Pat incluidos, estaban sentados conmigo. Nadie ofreció estúpidos tópicos acerca de cómo todo iba a estar bien. Ninguna palabra ayuda cuando tu chica y tu hijo estaban tumbados en una mesa de operaciones contigo ahí, preparado para caer sobre el cuchillo. Tampoco habría una cirugía rutinaria. Estarían sacando al bebé por cesárea e irían directos a reparar su válvula aortica. —¿Me haría un favor? —le pedí a la enfermera mientras se giraba para alejarse—. No me diga el sexo del bebé. Solo dígame si está bien. Quiero que lo sepamos juntos. —Por supuesto —respondió. La misma enfermera volvió una hora más tarde. —Tiene un hermoso y sano bebé —me dijo, y la sala de espera zumbó con felicitaciones—. Tenemos que mantener al bebé Doherty en la Unidad de Cuidados Intensivos pediátrica durante tres o cuatro semanas para asegurarnos que los pulmones se desarrollen como deben, pero las inyecciones de esteroides parecen estar ayudando y el bebé está respirando por su cuenta. —¿Y Marie? —pregunté con seriedad. —Estará en quirófano por un tiempo todavía, pero no ha habido complicaciones con la cesárea —me aseguró. —Esas son grandes noticias, gracias —le dije. Sonrió y se dirigió de vuelta hacia las puertas—. ¡Espere! —la llamé de vuelta—. ¿Por qué lo llamaste bebé Doherty, y no Kelly? —Porque esas fueron las instrucciones de la señorita Kelly antes de entrar a quirófano —respondió y continuó andando. Fue lo más cercano que estuve a romperme desde que llegué aquí.

Diez horas y ocho cafés después, el cirujano de Marie vino a buscarnos. Luca, Matt y Tristan estaban de pie detrás de su madre, preparándose para las malas noticias, pero ella se estiró hacia mí y me dio un apretón mientras contenía la respiración. —Marie está fuera de quirófano y se ve bien. Como comentamos anteriormente, ha habido enormes avances en la cirugía cardíaca desde la última operación de Marie, por lo que estamos seguros de que esta reparación proporcionará una solución a largo plazo. No hay duda de que tener otro bebé está fuera de discusión, pero no hay razón para que Marie no pueda seguir viviendo una vida normal y relativamente saludable — dijo. Ma se echó a llorar de alivio, pero Stella estaba tan estoica como siempre. —Gracias, doctor —dijo—. Es una noticia maravillosa. —¿Cuándo podremos verla? —pregunté, sin atreverme a creer sus palabras hasta que pudiera verla por mí mismo. —Una enfermera vendrá a por ustedes en un par de horas. Cuando se despierte y esté ahí un poco, la trasladaremos del vuelta al pabellón y podrán verla entonces —respondió. El tiempo se arrastró ridículamente lento, pero no fue el purgatorio al que había sido encadenado durante la cirugía. Cuando la enfermera finalmente llegó, miré a la madre de Marie. Era su pariente más cercana y tenía derecho a verla antes que yo. —Está bien, Kieran. Ve y conoce a tu hijo. Te daré una ventaja de veinte minutos antes de ir para un abrazo con mi nieto —me dijo. No necesité que me lo dijera dos veces. La agarré por los hombros, le di un enorme beso en la mejilla y fui a buscar mi futuro. —Hola, amor. ¿Me has echado de menos? —preguntó adormilada. —Siempre —le contesté. Llevando una silla a su lado, levanté su pequeña y hermosa mano y besé el dorso de la misma. —¿Está bien el bebé? —preguntó, su primera preocupación siempre para nuestro hijo. —Por supuesto —le contesté—. Nuestro bebé tiene tu corazón.

Las puertas se abrieron y una enfermera entró con una pequeña incubadora. —¿Te gustaría conocer a tu hijo? —preguntó con una gran sonrisa. —¿Tenemos un hombre? —le pregunté con incredulidad. Las lágrimas brotaban de los ojos de Marie cuando la enfermera le entregó cuidadosamente a nuestro niño. —Claro que sí, y prematuro o no, todavía tiene un par de pulmones —respondió ella. —¿Cómo lo vamos a llamar? —le pregunté a Irish. —¿Qué te parece nombrarlo en memoria de tu padre y el mío? — sugirió ella. —¿Harías eso? —le pregunté, asombrado de que me dejara honrarlo de esa manera. —Creo que Jack Michael Doherty sería un buen nombre — respondió—. ¿Estás listo para sostener a tu niño? —Lo puso en mis brazos, y después de envolverle en su manta, lo acurruqué contra mi pecho. No había palabras para describir cómo me sentía al contemplar su hermoso rostro. Tenía solo unas pocas horas de vida, y aun así, no podía recordar un momento en que no lo amara. Muy a menudo en la vida, me preguntaba si podría hacerlo como luchador, si podría mantenerme unido delante de alguien que ya estaba pasando por mucho. Pero no había dudas en este momento. Porque sabía con absoluta certeza que había nacido para ser padre. Durante mucho tiempo, estuve seguro de que el dolor de la despedida de Pa había congelado mi corazón para siempre. Estaba equivocado. Mi corazón descongelado estaba desbordado. Porque si había una cosa más preciosa para mí que mi último abrazo con mi padre, fue mi primer abrazo con mi hijo.

Epílogo Traducido por Mais

Kieran Doherty —Vamos Pete, mantén la guardia en alto —ladré, rebotando un poco de lado a lado mientras daba instrucciones. Estaba asombrado de que la música había estado sonando desde los altavoces todo el día y los chicos habían estado haciendo bastante ruido mientras entrenaban, pero nunca la bulla despertó a mi niño. Pero si me quedaba quieto por más de treinta segundos, todo el infierno se desataba. Bajé la mirada a mi pequeño. Envuelto contra mi pecho en un portador de bebé, felizmente dormía durante horas mientras yo me seguía moviendo. Lo traía al gimnasio durante unas horas casi todos los días. Marie odiaba apartarse de él, pero yo le recordaba frecuentemente que recuperarse de una cirugía mayor del corazón significa descansar. —Tu perro está por ensuciar el piso de nuevo —apuntó Pete. —¡Perro malo! —le grité. Giró su cabeza a un lado y me miró inocentemente. No fui engañado. Era la mirada que me daba cada vez que cagaba en el suelo. —¡Afuera! —ordené, apuntando hacia la entrada. Habíamos instalado una solapa en la puerta de abajo así él podía ir y venir como plazca, pero el pequeño cabrón era flojo. ¿Por qué caminar todo el camino hacia abajo cuando podías cagar donde estás sentado? El perro completamente me ignoró como siempre. Yo tenía el conocimiento de ser padre, pero el arte de entrenador de caninos estaba más allá de mí. —¡Driscoll, abajo ahora! —ordenó Danny.

Inmediatamente, el estúpido perro se levantó e hizo lo que le dijeron. —¿Cómo haces eso? —pregunté. —Uso el mismo tono de voz que uso con el resto de ustedes — explicó, mirándome como si fuera obvio. Justo entonces, un llanto estridente erosionó desde mi pecho. —Mierda. Dejé de moverme —me dije a mí mismo. —No es eso. Está hambriento. Mira, pásamelo —me dijo Danny. Sacándolo fuera del portador, lo levantó sobre su hombro y se dirigió hacia la oficina para preparar el biberón de Jack. Danny se quejaba de todo. Todo excepto de Jack. Le daba de comer, le cambiaba los pañales, y lo tenía sobre su hombro mientras ladraba órdenes a los chicos, más tiempo del que yo lo tenía en su portador. Él era el mismo viejo gruñón, pero mostraba con Jack un lado que usualmente reservaba para Em. Descubrimos lo mucho que Danny gustaba de tener niños alrededor cuando una nueva marca de cuna de viaje apareció en su oficina. No había espacio para poner un gato si queríamos, pero él lo hizo encajar. Jack lo amó y Em lloró. Había aprendido que las mujeres embarazadas lloran. Un montón. Si dejas tus calcetines en el suelo de la habitación, lloran. Si les compras flores en tu camino a casa del trabajo, lloran. Danny lidió con sus abrazos y lágrimas de felicidad al gruñir por ello sobre el dolor en el culo que eran las mujeres hormonales. Pero la cuna se quedó. A pesar de su embarazo, Em pasaba la mayor parte del día en que no estaba trabajando, en el gimnasio. Era la única manera que podíamos lograr que Con entrene. Tenía un título mundial de defensa en dos semanas, y su bebé era para tres semanas, lo que significaba que sus genes de protección habían ido a sobre-marcha. Em casi había llegado a término completo, pero cómo lo había hecho sin matar a Con, nunca lo sabría. Entre cuidar de Jack, entrenar a Con, y el floreciente negocio de diseño de Irish, mi chica y yo teníamos poco tiempo para pensar en el pasado. Y el pasado era exactamente dónde Alastair había sido relegado. La policía nos informó que un auto reportado robado por Alastair había

sido encontrado, quemado y deshecho. Pruebas forenses encajaron la pintura que quedó en la parte de atrás de mi moto después del impacto con el auto. Él estaba actualmente en una facilidad psiquiátrica, esperando sentencia. Sorprendentemente, se había declarado culpable, aclamando responsabilidad disminuida. Supongo que la compañía de su padre pensaba que era más fácil lidiar con la cuestión rápidamente que arriesgar toda la mala publicidad que venía con un juicio. Al final, sentía pena por el tipo. Era difícil no hacerlo cuando había tenido todo, excepto la única cosa que su dinero no podía comprar. ¿Y en cuánto a mí? Sabía que tan pronto tuviera a Jack, mi decisión de terminar mi carrera profesional de boxeo había sido la correcta. Casi perderlo a él y a Irish me habían enseñado atesorar cada segundo que tenía con mi familia. Pelear había vuelto mi corazón más fuerte. Ellos lo habían hecho completo. Amaba a Irish más de lo que sabía que era posible amar a otra persona. Como Pa dijo, fue un tren de carga que me golpeó cuando menos lo esperaba. Y no lo cambiaría por nada del mundo. La única cosa que planeaba cambiar era el apellido de Irish. Salté a un lado del cuadrilátero y me incliné contra las cuerdas mientras señalaba punteros a Peter, quién estaba peleando con uno de los chicos más grandes. Con estaba haciendo abdominales, pero cuando la puerta de la oficina se abrió y Em dijo “O’Connell, creo que mi fuente acaba de romperse”, pensé que él iba a caerse fuera de la barra. Atrapó mi mirada de sorpresa y se vio absolutamente aterrado. No sabía lo que el futuro tenía para ninguno de nosotros, pero sí sabía que la vida en esta loca familia estaba por ponerse mucho más interesante.

Agradecimientos de la autora A mi esposo y mejor amigo, Lee. La razón por la que puedo escribir las historias que hago, es por ti. Sin importar qué, nunca me dejas perder la fe en mí misma. Incluso en mis peores días, me cargas. No hay suficientes palabras para describir lo mucho que te amo. A mis amados chicos, Jack y Gabriel. Ambos eran tan pequeños cuando comencé a escribir y con cada libro me hacen más y más orgullosa. Amo llamarme a mí misma una autora. Lo amo aún más cuando puedo llamarme Mamá. Gracias Mamá y Papá por todo lo que hacen por mí. Todo lo que he logrado es porque tengo su amor y apoyo. Lauren-Marie, eres una leyenda. No puedo decirte lo mucho que tu apoyo y amistad significan para mí. Me levantas cuando estoy desanimada, y me mantienes escribiendo cuando me he quedo sin palabras. Espero muchos más libros, firmas y recuerdos junto a ti por los años venideros. También estás a cargo de mi pasaporte para siempre ya que yo no soy del todo confiable en recordar todo. Nunca. Mi amiga hermosa Maria. Tienes una loca habilidad de lectura profunda y literalmente podrías dirigir el país con tu celular y agenda. Mi único arrepentimiento sobre nuestra amistad es que no te conocí antes. Eres una de las personas más buenas, generosas y preocupadas que he conocido. Vin es un hombre con suerte, y prometo regularmente recordarle de tu genialidad. A la mejor familia del mundo, Gerry, Faye, Ben, Boo, Dave, Gareth, Laura, Dan, Sarah, David y Tiffany. Todos me hacen sentir que no hay nada que no pueda alcanzar, y sin importar qué, siempre me aman y apoyan. Me siento con tanta suerte de llamarlos mi familia. Marie. Tu amistad y la de Tony significa tanto para Lee y para mí. Siempre amé leer, pero tú me abriste a todo un mundo completo de romance y nuevos autores, y luego me hiciste creer que podía ser uno de ellos. Hemos estado juntas desde el inicio de este loco viaje, y no podría imaginarlo sin ti. Gracias por siempre hacerme creer en mí misma.

Rachel y Lune. Sus libros patean culos y estoy tan agradecida de tenerlos en mi vida. Me motivan y me mantienen sonriendo, incluso en el séptimo círculo del infierno. Espero que aún me recuerden cuando tengan los libros más vendidos en el New York Times. Solo es cuestión de tiempo. Louisa Maggio. No puedo llamarte mi diseñadora de portada porque eres mucho más que eso. Eres, y siempre serás, mi amiga. Tu talento me abruma, pero más importante, eres buena, generosa y tienes más integridad que nadie más que haya conocido. Traes libros a mi casa y siempre me sentiré agradecida de tenerte en mi vida. A mi editora Veronica, muchas gracias por tanto. Amé tu motivación y buen humor y espero a tener más libros juntas en el futuro. Cassy Roop, muchas gracias por tus increíbles habilidades de formato. Me dejaste romper los límites de tiempo y aun así, hiciste milagros para lograr que mi libro se vea hermoso a tiempo para la venta. ¡Estoy tan agradecida de ser capaz de trabajar contigo! A Lynsey y Nicola. Chicas, no sé si un par de oraciones son suficientes para lo que necesito decir. Conocerlas literalmente ha cambiado mi vida. Nicola, me has apoyado desde el principio y siempre sabes cuándo te necesito, incluso antes que yo. Lynsey, amo tu fuerza y tu apoyo incondicional. Cuando perdí mi voz literaria, ustedes me hicieron creer que la gente me esperaría a encontrarla. Algunas personas tienen una forma de encontrarte cuando realmente las necesitas, y yo las necesitaba tanto cuando nos conocimos. Es por ustedes que Hurricane existe, y nunca seré capaz de agradecerles lo suficiente por todo lo que han hecho por mí. Prescott’s Hurricanes, ustedes me sorprenden a diario. Son buenos, generosos y brindan apoyo, y gracias a este increíble grupo, he forjado tantas amistades. Cuando perdí mi voz, ustedes me ayudaron a encontrarla. Les debo todo este libro a ustedes. Sin sus publicaciones, sus mensajes y su apoyo, este libro nunca hubiera sido escrito. Han hecho este último año tan divertido, y desde el fondo de mi corazón, les agradezco. Al encantador Sr. Attree. ¡Gracias por ser mi guía a todas las cosas irlandesas y por darme el mejor nombre de banda! Muchas gracias a todos mis amigos en Bristol, Cardiff, y alrededor del mundo. Christine, Jodie, Kerrie, Cynth, Amanda, Ruth,

Ceri-Anne, Adele, Paul, Bronwen, y todos mis amigos. Su apoyo y entusiasmo significa el mundo para mí. A la encantadora Sue Roberts, gracias por tu increíble habilidad de lectura beta. Me diste una desesperada necesitada perspectiva y tus comentarios siempre me ayudan a mejorar mi escritura. A cada blogger, autor y lector que me ha ofrecido la mano de amistad y apoyado mis libros, muchísimas gracias. Ser parte de una comunidad de espíritus buenos, que entienden completamente lo que es perderte en un libro, y emerger profundamente cambiado por la experiencia, es un privilegio que nunca tomaré por sentado. Finalmente, para ti lector. Gracias por tomar la oportunidad de leerme. Yo puedo haber creado a los chicos Driscoll pero en cada sentido que cuenta, ellos pertenecen a ti.
The Storm - R. J Prescott

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