Brittainy C. Cherry - Eleanor & Grey

312 Pages • 93,145 Words • PDF • 2.2 MB
Uploaded at 2021-09-24 17:36

This document was submitted by our user and they confirm that they have the consent to share it. Assuming that you are writer or own the copyright of this document, report to us by using this DMCA report button.


Créditos Moderadora ♥

Traductoras

Correctora

Revisión final Diseño

Índice SINOPSIS

5

20

106

41

213

PRÓLOGO

7

21

109

42

224

1

11

22

112

43

227

2

25

23

122

44

235

3

31

24

125

45

238

4

38

25

130

46

243

5

43

26

133

47

247

6

49

27

139

48

250

7

53

28

142

49

262

8

59

29

148

50

267

9

65

30

155

51

270

10

70

31

157

52

280

11

73

32

162

53

283

12

79

33

168

54

286

13

84

34

174

55

289

14

88

35

181

56

292

15

91

36

186

57

299

16

95

37

189

58

301

17

97

38

194

59

304

18

98

39

200

60

307

19

103

40

208

SOBRE LA AUTORA

311

Sinopsis Greyson East dejó su marca en mí. Como la joven que se enamoró de él, no sabía mucho sobre la vida. Sin embargo, sí sabía acerca de sus sonrisas, sus risas y la extraña forma en que mi estómago se revolvía cuando estaba cerca. La vida era perfecta... hasta que no lo fue, y cuando nos vimos obligados a seguir caminos separados, me aferré a nuestros recuerdos, dejé de lado mi primer amor y deseé un día encontrarlo de nuevo. Cuando mi deseo se hizo realidad, no era nada como lo había imaginado. Cuando tomé la posición de niñera, no podría haber sabido que cuidaría de sus hijas, que mi nuevo jefe sería el chico que conocía, ese chico que ahora era un hombre, un hombre frío, solitario y distante. La sonrisa y la risa que tanto había amado se habían ido, ahora recuerdos lejanos. Cada parte de él estaba cubierta de un dolor fresco. Cuando se dio cuenta de quién era yo, me hizo prometer hacer mi trabajo y solo mi trabajo. Me hizo prometer que no intentaría conocerlo, que no rememoraría los recuerdos que había atesorado todo este tiempo. Pero, a veces, veía al chico que una vez conocí en sus ojos tormentosos. Veía al Greyson que sonreía y se reía, que había robado el corazón de una niña, y no tenía ninguna duda de que valía la pena luchar por este chico. Me dieron una segunda oportunidad con el que había dejado su marca en mí. Todo lo que esperaba era que de alguna manera también dejaría una marca en su alma.

PARTE I



Prólogo Eleanor

T

odo lo que mi madre sabía de la vida lo aprendió del señor Rogers.

Lo llamaba el mejor maestro de lecciones de la vida, y juró más de una vez que le había salvado la vida innumerables veces. Cada vez que estaba molesta, resolvía sus problemas con sus palabras. Cada vez que era feliz, lo abrazaba plenamente. Cada vez que sufría, estudiaba lo que le causaba el dolor. Nunca había conocido a una mujer que controlara tanto su propia energía. Su conocimiento de sí misma era algo que había que aplaudir. Nunca levantaba la voz, y tenía el comportamiento más tranquilo de todo el mundo. No podías estar cerca de mi madre y estar enfadado. Verdaderamente creía que era imposible. Era por ella que teníamos los martes con Rogers. Solo los martes por la noche no comíamos en la mesa del comedor y usábamos las bandejas para ver la televisión. Nunca pasaba un martes en el que ella, mi padre y yo no estuviéramos viendo un episodio de Mister Rogers’ Neighborhood. Era una tradición extraña, pero era algo que mamá había estado haciendo desde que era niña. Veía el programa todas las semanas con la abuela, y cuando conoció a papá, le hizo prometer que mantendría la tradición si alguna vez tenían hijos. También me encantaba. Probablemente no había muchos niños de dieciséis años que conocieran, y mucho menos que amaran, al señor Rogers, pero honestamente, se lo estaban perdiendo. Aunque se trataba de un programa viejo, sus lecciones de vida seguían siendo bastante relevantes. Ese martes por la tarde no fue diferente para mí. Comimos pastel de carne y puré de papas, hablamos de música, nos reímos de los chistes malos de papá y charlamos sobre la colección de chaquetas del señor Rogers que se parecía mucho a la mía, dado que mamá me hacía una nueva cada año para mi cumpleaños. Todo estaba bien hasta que dos palabras lo sacudieron todo. —Tengo cáncer.

Mi cuerpo reaccionó de una manera que no sabía que era posible. Me desplomé hacia atrás contra el cojín del sofá como si alguien me hubiera dado un puñetazo en el estómago, forzando a que todo el aire se evaporara de mi cuerpo. Me volví hacia mi madre, confundida, aturdida, adolorida. Mis palmas se pusieron húmedas, mi estómago se hizo nudos y sentí que iba a vomitar. —¿Qué? —susurré, la palabra apenas saliendo de mis labios. Dos palabras. Fueron solo dos palabras. Dos palabras que cambiaron mi estado de ánimo. Dos palabras que me rompieron el corazón. Dos palabras que nunca quise oír. Tengo cáncer. Mis ojos cayeron a los labios de mamá mientras me hablaba. Al menos creía que me había hablado. ¿Dijo algo en absoluto? ¿Lo inventé? ¿Estaba escuchando cosas? ¿Los ecos de mi pasado me perseguían? El abuelo tuvo cáncer. Luchó contra el cáncer. Murió de cáncer. No había nada bueno que surgiera de esa palabra. Negué, la confusión se arremolinaba mientras las lágrimas empezaban a caer lentamente por las mejillas de mamá. Miré a papá para verle a punto de llorar también. —No. Eso era todo lo que podía decir. Eso era todo lo que me vino a la mente. Negué. —No. No, eso no es verdad. Papá se pellizcó el puente de la nariz. —Es verdad. —No —repetí—. No lo es. No había forma de que mamá tuviera cáncer. La gente como ella no tenía cáncer. Era la mujer más sana del mundo. Quiero decir, diablos, su idea de un aperitivo loco era exprimir zanahorias, manzanas y un pepino. Si la cortaras, probablemente sangraría brócoli. La gente sana como mamá no se enfermaba. Solo se ponían más sanos. No había forma de que... Oh, no... Ahora papá también estaba llorando.

Mi padre no lloraba. Podía contar con una mano las veces que lo había visto derramar una lágrima. —Eleanor... —Me llamaba Eleanor cuando las cosas iban en serio, y mi padre casi nunca era un hombre serio. Sorbió y cerró los ojos—. Esto es difícil para todos. Quisimos decírtelo cuando lo supimos, pero no sabíamos cómo. Además, había más pruebas que hacer y... —¿Cómo de malo? —pregunté. Ambos respondieron con silencio. Eso no podía haber sido bueno. Mi corazón se sentía como si estuviera siendo arrancado pedazo a pedazo de mi pecho. La mano de mamá voló sobre su boca mientras las lágrimas seguían cayendo. Papá habló de nuevo. Diciendo mi nombre completo otra vez. —Eleanor... por favor, entiéndelo. Tendremos que estar todos juntos para superar esto. —Vamos a luchar —prometió mamá, su voz temblorosa y asustada, insegura y rota—. Vamos a luchar contra esto, Ellie, lo juro. Tu padre, tú y yo. Vamos a pelear. No podía respirar. Quería huir. Quería levantarme y salir corriendo de la habitación, de la casa, de esa realidad. Pero la forma en que los ojos de mamá miraban a los míos. La forma en que pude ver cómo estaba sufriendo. La forma en que cada centímetro de su cuerpo temblaba con miedo y dolor. No podía dejarla. No así. Me incliné hacia ella en el sofá y la envolví con mis brazos. Me hundí en ella, poniendo mi cabeza contra su pecho, escuchando su corazón latir salvajemente. —Lo siento —susurré mientras mis lágrimas escapaban y la tristeza se apoderaba de mí. No sabía qué más podía hacer, así que la abracé más fuerte y seguí repitiendo las palabras—. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Me apretó más fuerte y me aferró como si nunca me fuera a soltarme. Luego, los brazos de papá nos abrazaron a las dos y nos aferramos a la vida. Nuestras lágrimas cayeron en sincronía, y nos quedamos juntos como una sola unidad. Mientras el dolor seguía, mamá puso sus labios contra mi frente y dijo con palabras suaves que me hicieron llorar aún más: —Lo siento mucho, Ellie. Pero todo estaría bien, porque íbamos a luchar contra ello.

Íbamos a luchar juntos. E íbamos a ganar.

1 Eleanor

T

odo lo que sabía sobre la vida, lo aprendí de Harry Potter.

Lo llamaba el mejor maestro de lecciones de la vida, y juraba que me había salvado la vida incontables veces. Cuando estaba molesta, escribía hechizos para convertir a las personas en ratas, babosas o sapos. No hacía falta decir que mis habilidades con la gente eran escasas, lo cual estaba bien, porque era realmente genial evitando a los humanos, bueno, al menos hasta que me veía obligada a interactuar con ellos. —Estás castigada sin tu habitación —dijo mamá mientras se paraba en la puerta de mi habitación, frotándose el rostro con las palmas. Se había recogido el cabello castaño en un moño desordenado, y su delantal de pintura estaba atado alrededor de su cintura, ocultando su camiseta de Pink Floyd. Sus Chucks verde neón estaban cubiertas de pintura, y sus lentes de montura gruesa de color rosa se ubicaban sobre su cabeza mientras me daba la sonrisa más brillante. Había estado pintando todo el día en el garaje, porque los fines de semana era cuando podía soltarse y sumergirse en su amor por el arte. Durante la semana, era solo la niñera amigable usual, salvando a los niños de sus vidas monótonas. ¿Pero los fines de semana? Se soltaba el cabello. Habían pasado dos meses desde su diagnóstico de cáncer, y me encantaba cada vez que pintaba. Mientras pintara, sentiría que las cosas estaban bien. Mientras todavía fuera ella misma, cada día sería más fácil. Y en su mayor parte, era ella misma. A veces estaba cansada, pero aun así, era mamá. Solo tomaba siestas más de lo normal. Estreché mis ojos, levantando la vista de mi novela. —No se puede castigar a la gente sin su habitación. —Sí, en realidad, se puede. Tu padre y yo lo hablamos, y te estamos castigando a que salgas de estas cuatro paredes. ¡Son vacaciones de verano! Necesitas salir con tus amigos.

Mis ojos pasaron de ella al libro y luego a ella. —¿Qué crees que estoy haciendo exactamente? —Amaba a mi madre hasta la muerte. De todas las madres, era de primera línea, pero esa tarde estaba siendo completamente desconsiderada. No era un día cualquiera de verano, después de todo. Era el veintiuno de junio de 2003, el día que había tenido en cuenta regresiva por los últimos tres años. Tres. Largos. Dolorosos. Años. Realmente estaba actuando como si no recordara que Harry Potter y la Orden del Fénix había sido publicado ese día. El hecho de que incluso tuviera el descaro de hablar de algo más que Harry, Ron y Hermione era alucinante. —Eleanor, son tus vacaciones de verano y aún no has salido de tu habitación. —Eso es porque tuve que releer los cuatro primeros libros de Harry Potter para prepararme para este. —En serio, debería haberlo entendido. Era como si en su juventud hubiera salido un nuevo disco de Black Sabbath y, en lugar de dejarla escucharlo, la abuela le hubiera dicho que fuera por leche a la tienda de la esquina. Totalmente poco genial. Black Sabbath > leche. Harry Potter > vida social. —Shay dijo que hay una fiesta esta noche —comentó mamá, dejándose caer en mi cama—. Probablemente habrá marihuana y alcohol —bromeó, empujando mi brazo. —Oh, alegría —me burlé—. ¿Cómo podría dejar pasar un momento tan grandioso? —Está bien, sé que no eres la fiestera que yo fui de adolescente, pero siento que cada chica de dieciséis años debería ir a una fiesta sin supervisión al menos una vez en su vida. —¿Por qué querría hacer eso? ¿Por qué quieres que haga eso? —No hemos tenido sexo desde que comenzaron las vacaciones de verano —dijo papá con naturalidad, uniéndose a la conversación. —Papááááá —gemí, cubriendo mis orejas—. ¡Vamos! Entró en la habitación, se sentó en la cama detrás de mamá y la abrazó. —Ah, vamos, Ellie. Todos sabemos que el sexo es un acto hermoso y natural, uno que todos deberíamos celebrar cuando se realiza de manera consensuada y respetable. —Oh, Dios mío, por favor, deja de hablar. En serio. Detente. — Tapé mis oídos y se rieron.

—Solo te está tomando el pelo, pero esperábamos tener un maratón de películas de terror, y sé cómo odias las películas de terror — dijo mamá, y en realidad estaba agradecida por el aviso. Una vez, cuando era niña, los había encontrado viendo Chucky, y durante semanas estuve convencida que mis muñecas venían por mí. Me deshice de cada animal de peluche que poseía. Nunca te das cuenta de lo espeluznantes que son los muñecos Cabbage Patch Kids1 hasta que los visualizas con cuchillos de carnicero en sus manos. Ni siquiera me hagas empezar con la vez que papá pensó que tenía edad suficiente para ver The Shining2. Alerta de spoiler: no la tenía. Desde entonces, cuando tenían una noche de películas de terror, me aseguraba de ir a la casa de Shay. Me hubiese parecido bien, si no hubiera sido esa noche de todas las noches. —¿No pueden esperar unos días? —pregunté. —Lo haríamos, pero viendo que es nuestro aniversario... —Las palabras de mamá se fueron apagando, obviamente pensando que eso sería suficiente para convencerme. Alerta de spoiler: no lo era. —Oh, hombre, ¿es hoy? —inquirí—. ¿No sucedió el año pasado? Papá sonrió. —Es una locura, puedes recordar las fechas de lanzamiento de los libros, pero no el aniversario de tus propios padres. —Lo entenderías si alguna vez lees estos libros, papá. —Está en mi lista de tareas —bromeó. Lo había estado diciendo desde que salió el primer libro de Harry Potter. No estaba aguantando la respiración. —Solo digo, Ellie, que sería genial para tu padre y para mí tener la casa para nosotros esta noche. Además, sabes lo difícil que es para nosotros encontrar tiempo a solas para... bueno, ya sabes —comentó mamá. —Tener sexo —dijo papá, dejándolo claro como el día—. Honestamente, puedes quedarte aquí, pero sabes cuán finas son estas paredes. Entonces, si quieres pasar de oír el grito de los personajes de las películas de terror a oír los gritos de tu madre, por supuesto, quédate. —Por amor de... solo desearía que dejaras de hablar ahora.

1

Cabbage Patch Kids: eran muñecas originalmente producidas entre 1983 y 1988 por Coleco. Se caracterizaban por sus grandes cabezas de vinilo y sus cuerpos blandos. 2 The Shining: película de terror de los 80, dirigida por Stanley Kubrick y basada en la novela de Stephen King.

El pasatiempo favorito de mis padres era hacerme sentir lo más incómoda posible. Además eran ridículamente buenos. Siempre obtenían mucho placer de mi dolor. Papá no pudo evitar molestarme más. —Si quieres, puedes ponerte tapones para los oídos mientras estamos... Salté de mi cama y grité: —¡Bien! ¡De acuerdo! Ustedes ganan. Voy a la fiesta con Shay. Sonrieron, complacidos. —Aunque creo que es grosero que usen la charla sobre sexo para incomodarme lo suficiente para salirse con la suya. —Oh, cariño. —Mamá sonrió y apoyó la cabeza en el hombro de papá mientras él la abrazaba. Estaban muy enamorados—. La mejor parte de la paternidad es incomodar a tu hija adolescente. Recuérdalo. —Lo guardaré en mi bolsillo trasero. Regresaré a las diez, así que terminen para entonces. —Está bien, ¡pero haz tu toque de queda la medianoche por esta noche! ¡Eres joven! Ahora ve, ¡se libre! ¡Se salvaje! —exclamó papá—. Y vigila a Shay, ¿quieres? —Lo haré. —Oh, ¿y quieres condones? —preguntó mamá, haciéndome estremecer. Le encantaba cada segundo de eso. —No, querida madre. Estoy bien.

—¿Estás bien? —preguntó Shay, mirándose en el espejo de mano y aplicando su décima capa de brillo labial mientras estábamos paradas en el porche de la casa de un chico al azar. Mi prima Shay era hermosa. Era la clase de belleza que no parecía justa para una estudiante de secundaria, y había sido así toda su vida. Mi tía Camila era una hermosa mujer hispana, y Shay sacó más de ella que de mi tío Kurt, lo cual era una bendición, ya que Kurt era un imbécil. Mientras menos conexión tuviera Shay con su padre, mejor, de verdad. Pero, hombre, había heredado la apariencia de su madre. Estaba segura de que el día que Shay había nacido, había salido en una alfombra roja con paparazzi preguntándole qué llevaba puesto, y podía verla respondiendo: “Onesie de JC Penney”. Su cabello era negro como el de Blanca Nieves, y sus ojos eran de un chocolate intenso con pestañas que todas las chicas soñaban con tener. Tenía curvas en lugares donde yo tenía neumáticos pinchados, pero lo mejor de Shay era que no dependía de su belleza. Era una de las

personas más divertidas y sencillas que jamás hayas conocido. Además, era todo sobre el poder de las chicas gracias a su padre de mierda. Realmente no hablábamos mucho sobre Kurt desde que los padres de Shay se habían separado, y pensé que era mejor así. Cada vez que Shay solía mencionar a su padre, simplemente lo llamaba el imbécil de mierda que había jodido la vida de ella y de su madre. Papá seguía llamando a Kurt su hermano, aunque no estaba orgulloso de hacerlo. Era como Mufasa todavía reclamaba a Scar, a pesar de que Mufasa sabía que su hermano era un imbécil malvado. Sin embargo, tal vez las cosas habrían sido diferentes si Mufasa hubiera incluido en la lista negra a Scar. Hakuna matata, supongo. Shay no se consideraba una persona que odiaba a los hombres, sino que se etiquetaba como una amante de las mujeres. Me gustaba eso de ella, porque demasiadas chicas de nuestra edad se despreciaban entre sí para gustarles a los chicos. Qué desperdicio de energía. Realmente se sentía como si la escuela secundaria les hubiera hecho olvidar por completo todo su entrenamiento de Spice Girls de la escuela primaria. Shay se paró en sus tacones altos y, chico, podía llevar tacones altos. Me dolían las pantorrillas ante la sola idea de probármelos. —Sí, estoy bien —respondí, mirando mi chaqueta de punto amarilla con libélulas que mamá me había hecho. Debajo llevaba una camiseta de Metallica de la vieja escuela que le robé a mi padre porque no le había pasado del estómago desde 1988. Mis vaqueros rasgados favoritos y Chucks amarillas completaban el atuendo. Mi cabello color cacao estaba recogido en una cola de caballo, y lo más parecido al maquillaje en mi rostro eran restos microscópicos persistentes del jabón que había usado para lavarlo esa mañana. Al menos mi aparato era bonito y brillante. Debería haber usado un sostén push-up. No era que hubiera ayudado. Los sujetadores push-up solo funcionaban realmente si había algo para empujar hacia arriba. Mi bandolera tejida a mano, también hecha por mi madre, colgaba de mi hombro, y ya estaba contando las horas hasta que la fiesta terminara. —Se trata básicamente de chicos del equipo de baloncesto y sus amigos —comentó Shay, como si eso fuera a hacer una diferencia en mi mente sobre la fiesta que estaba a punto de odiar. —Está bien. —Sin embargo, hay algunas personas agradables —dijo—. No todos son imbéciles. —Eso suena prometedor.

—Está bien, vamos a animar esto —dijo Shay, abriendo la puerta principal y entrando en una casa llena de gente que desearía no tener que ver. Ver a mis compañeros de clase fuera de la escuela me parecía una forma cruel de castigo. Los había visto lo suficiente durante el año escolar, y lo último que quería era estar encerrada con ellos. Mi idea de una fiesta era más ver repeticiones de Whose Line is it Anyway3 en pijama con mis padres mientras comía una estúpida cantidad de palomitas de maíz y hamburguesas con queso grasiento. Mamá tendría una hamburguesa vegana, obviamente. Había visto un documental sobre el tratamiento de animales años atrás y la había cambiado de por vida. Papá también lo había visto, pero aún comía su filete poco hecho. —Te encontraré una Coca-Cola —dijo Shay. —¿Vas a beber? Negó. —No desde lo que pasó con Landon. Prefiero estar sobria que besarme borracha con él otra vez. —Eso es muy inteligente, pero si terminaras borracha, me aseguraría de que no besaras al imbécil. —Por eso eres mi prima favorita. —Soy tu única prima. Mira si puedes encontrar algo de hielo para la Coca-Cola, ¿quieres? Estaré en... —Un rincón. —Sonrió—. Te apuesto cinco dólares a que te encontraré en una esquina con un libro en tus manos. —Es como si me conocieras de toda la vida o algo así. Se echó a reír y se alejó a toda prisa, sin embargo, no tranquilamente. Cada vez que Shay entraba a una habitación, todos reclamaban su atención, y era lo suficientemente amable como para dársela a todos. Yo simplemente hubiera seguido caminando. Pasaría un tiempo antes de que tomara mi bebida, pero tuve la suerte de hallar un buen rincón justo debajo de la escalera, un lugar muy Harry Potter para leer. Me puse los auriculares, no porque estuviera escuchando nada, sino porque la gente solía dejarte solo si tenías los auriculares puestos. Era un gran truco introvertido: parecer ocupado para evitar la interacción humana. Duplicado en dos actividades era aún mejor. Un libro solo no siempre es suficiente para que la gente te ignore, ¿pero un libro y auriculares? Bueno, bien podrías ser un fantasma. Era tan difícil ser introvertido en un mundo extrovertido, uno donde las normas sociales involucraban fiestas en casa, clubes 3

Whose Line is it Anyway: programa televisivo de comedia improvisada.

escolares, semana del espíritu y reunirse con personas que no querías ver solo para decir que estabas “viviendo la vida al máximo". La sociedad era lo peor para los introvertidos, pero estaba segura de que había un cambio de rumbo en camino. No podía esperar hasta el día en que los medios de comunicación propusieron la idea de que quedarse en casa era algo nuevo y que socializar con personas que odiabas era cosa del pasado. ¡Todos los introvertidos nos alegraríamos! En silencio... solos... con una buena taza de café, una lectura sólida y nuestros fieles gatos. Me acomodé en el suelo con las piernas cruzadas como un pretzel y apoyé la espalda contra la pared. Cuanto más escondida estuviera en mi esquina cerrada, menos personas me notarían. Continúen, muggles4. Ni siquiera estoy aquí. Soy solo una parte de la pared. Metiendo la mano en mi bolso, saqué mi novela y volví a caer en el mundo de la magia. Me tomó unos minutos desconectar el ruido que me rodeaba, pero J.K. Rowling me facilitó la inversión total en cada palabra que escribió. Sorprendentemente, la fiesta no era tan salvaje. Algunas personas estaban bebiendo, pero la mayoría parecía estar con las opciones de música y mal baile. Dos personas a unos metros de mí hablaban sobre estadísticas y entrenamientos de baloncesto. Creí que más personas estarían besuqueándose. Sin embargo, supongo que obtuve la mayoría de mis preconceptos de fiestas escolares de programas de televisión y comedias románticas exageradas. En realidad, no parecía tan fuera de lo común que una niña estuviera leyendo. Por extraño que pareciera, encajaba. No fue hasta que escuché a dos chicos tratando de susurrar mientras hablaban de Shay que levanté la vista de mi libro. Porque no solo hablaban de Shay, también hablaban de mí. De mí. Esa no era la norma. A lo largo de mis años en la escuela, pude mantener la cabeza gacha y quedarme sola la mayor parte del tiempo. Estaba casi segura de que nadie sabía quién era yo, aparte de ser la chica al azar y extrañamente vestida con la que Shay almorzaba todos los días. —Amigo, Dientes de Alambre está aquí —gritó una de las voces sobre la mala música. —No tienes que llamarla así —gruñó el otro. —Eh, ¿has visto su boca? Creo que sí. Es la prima de Shay, ¿verdad? —Sí, esa es. Eleanor —respondió el otro. 4

Muggle: en el universo de Harry Potter, ser humano que no tiene ninguna habilidad mágica.

Mmm… Había usado mi nombre real. La mayoría de la gente me llamaba Dientes de Alambre o la prima de Shay. Extraño. —Ve a endulzarle el oído y caerle bien. Entonces Shay verá que me llevo bien con su familia. Con seguridad nos juntará de nuevo. Eché un vistazo a los dos chicos, tratando de actuar indiferente, antes de volver a mirar mi libro. Por supuesto, era Landon Harrison tratando de encontrar el camino hacia el corazón de mi prima, o más exactamente, sus pantalones. Los dos habían sido los protagonistas de la obra escolar el año anterior. Se habían enredado durante la semana tecnológica mientras Shay estaba un poco embriagada. Después de eso, había cometido el error más cliché como actriz: se había enamorado del personaje ficticio que el actor retrataba. Error de principiante. Landon definitivamente no era el señor Darcy. Habían salido durante una semana antes de que la engañara la noche del estreno del espectáculo. Una vez había roto las cosas con él, había convertido en su misión recuperarla, presumible y principalmente porque luchaba con la idea de que una chica no lo quisiera, ni a sus infidelidades. Lástima que Shay fuera una mujer demasiado fuerte para soportar su mierda. Apenas miraba en su dirección, excepto cuando estaba involucrado el vodka. —¿No deberías estar hablando con ella para hacer un contacto? — preguntó el otro chico. Lo miré con discreción. Greyson East era uno de los mejores estudiantes de nuestra clase. Él, como Shay, era amado por todos. Greyson era molestamente guapo, bien vestido y el jugador estrella de baloncesto que podía tener cualquier chica en el mundo. Cuando pensaba en la popularidad de la escuela secundaria, Greyson era el que siempre venía a mi mente. Quiero decir, su rostro estaba en la página de inicio del sitio web de la escuela, después de todo. Era muy importante en nuestra escuela secundaria. —Amigo, no puedo hablar con esa cosa. Me asusta. Todo lo que hace es leer y usar esos suéteres extraños. Me habría ofendido que me llamara cosa, pero simplemente no me importaba. Era solo un muggle siendo un muggle. No sabían nada. A veces actuaban de manera idiota. —Qué desperdicio de vida —se burló Grey de su amigo, sonando aburrido. Casi sonreí por el nivel de descaro en su voz, pero mi odio alejó mi sonrisa.

—Solo hazme un favor —solicitó Landon. —No voy a hacerlo —argumentó Greyson—. Solo déjala en paz. —Vamos —insistió Landon—. Me debes por Stacey White. Greyson suspiró. Suspiró otra vez. Luego una exhalación más larga y prolongada. —Bien. Oh, no. No, no, no, no… Traté de absorber las palabras de mi libro, pero mi visión periférica observó sus zapatillas mientras se acercaba. Por supuesto, llevaba zapatillas Nike, porque todo sobre Greyson era un cliché. También podría haberlas modelado para un anuncio. Cuando esas zapatillas nuevas, ni siquiera desgastadas, se detuvieron frente a mí, de mala gana alcé la mirada. Ahora sus ojos me miraban. Esos ojos grises… Eran del tipo de gris que creías que solo existía en novelas románticas exageradas donde el héroe parecía demasiado perfecto. Nadie realmente tenía ojos grises. Llevaba dieciséis años viva y nunca me había encontrado con un chico con una mirada gris que no fuera Greyson. ¿Azul claro? Por supuesto. ¿Verde? Sí, a veces, pero los ojos de Greyson estaban muy lejos de cualquier otra cosa que hubiera visto. Entendí el atractivo. En el lado receptor de su mirada gris y esa sonrisa, entendí por qué la mayoría de las chicas se fundían en un charco de impotencia a su alrededor. Oh, Dios, haz que pare. Me saludó levemente cuando hicimos contacto visual, junto con una pequeña sonrisa ladeada, y me molestó. Esas sonrisas podrían haber funcionado con las Stacey White del mundo, pero no funcionarían conmigo. Miré mi libro, tratando de ignorarlo. Pero esas zapatillas se quedaron en su lugar. Luego, por el rabillo del ojo, lo vi bajando, bajando y bajando su cuerpo antes de arrodillarse frente a mí. Volvió a saludar con la misma sonrisa forzada. —Hola, Eleanor, ¿qué tal? —dijo, casi como si siempre hubiéramos hablado y solo preguntara para ponerse al día. Murmuré por lo bajo. Arqueó una ceja. —¿Dijiste algo? Por amor a todas las cosas del mundo, ¿no vio mis auriculares y mi libro? ¿No sabía que era veintiuno de junio de 2003? ¿Por qué nadie

parecía entender la importancia de leer una novela de forma compulsiva en el momento en que llegaba a tus manos? Odiaba este mundo a veces. —Dije que no. —Me quité los auriculares—. Simplemente no hagas esto. —¿Hacer qué? —Esto. —Hice un gesto entre nosotros—. Sé que Landon te dijo que vinieras a hablar conmigo para llegar a Shay, pero es una causa perdida. No estoy interesada, y tampoco Shay. —¿Cómo escuchaste lo que decíamos con los auriculares puestos? —Fácil, no estoy escuchando nada. —Entonces, ¿por qué usar los auriculares? ¿OHDIOSMIOPUEDESSOLOIRTE? No había nada peor que cuando un extrovertido intentaba comprender los rincones profundos de la mente de un introvertido. Solté un fuerte suspiro. —Mira, lo entiendo… estás tratando de ser un buen amigo y todo eso, pero honestamente, solo estoy tratando de leer mi libro en paz y que me dejen sola. Greyson se pasó las manos por el cabello como un maldito modelo de champú. Juro que lo hizo en cámara lenta cuando el viento inexistente lo sopló. —Está bien, ¿pero puedo, simplemente, pasar el rato aquí junto a ti por unos minutos? ¿Así Landon cree que le estoy haciendo un favor? —No me importa lo que hagas. Solo hazlo en silencio. Sonrió y, mierda, era una sonrisa fácil de gustar. Volví a leer mi libro mientras Greyson se sentaba a mi lado. De vez en cuando, decía: —Solo hablo para que Landon piense que somos amigos. Respondí con: —Solo respondo para que no te veas tan ridículo como lo eres en este momento. Sonrió nuevamente, noté esa sonrisa y volví a mi libro. Finalmente, Shay se acercó con mi Coca-Cola y tendió una taza de plástico con una paleta helada. —No pude encontrar hielo, pero pensé que una paleta podría mantener tu bebida fría por un tiempo. Además, es una paleta de cereza así que, ¡voilá! Es una Coca-Cola de cereza. —Desvió la mirada hacia Greyson y levantó una ceja—. Oh, Grey… hola, ¿qué pasa? —Oh, nada. Solo conociendo a Eleanor. —Esbozó esa sonrisa y Shay cayó por ella como una maldita gacela en la guarida de un león.

—¡Oh, qué bien! Es mi persona favorita en todo el mundo, por lo que te espera algo genial. Los dejaré seguir conversando. —Shay se despidió con la mano como si no viera el pánico en mis ojos que suplicaba “¡Abortar, abortar! Sálvame”. Se alejó para ser la mariposa social que era, y quedé atrapada en mi capullo con Greyson. —¿Cuánto tiempo tiene que continuar esto? —le pregunté. Se encogió de hombros. —No lo sé. Hasta que Landon deje de lanzarme la situación de Stacey White al rostro. —¿Qué le hiciste a Stacey White? Entrecerró los ojos y arqueó una ceja. —¿Qué quieres decir con qué le hice? —Parece que algo sucedió. Se movió en su asiento y rompió el contacto visual. —En realidad es lo contrario. Sin embargo, no pasó nada, realmente no es asunto de nadie. —Se siente como mi asunto, ya que te está haciendo mirarme. —Sí, entiendo eso. —Se quedó callado por un momento y luego separó los labios—. ¿Por qué Shay no le da otra oportunidad a Landon? —La engañó. Después de una semana. —Sí, lo sé, pero… Cierro mi libro Estaba claro que no iba a leer mucho más en el corto plazo. —No hay peros. Simplemente me sorprende que ustedes piensen que pueden tener una oportunidad con cualquiera y con todas por su aspecto. Sin embargo, Shay no es una idiota. Sabe lo que se merece. Greyson empujó su lengua contra su mejilla. —¿Me llamaste guapo de una manera indirecta? —No dejes que se te suba a la cabeza. —Confía en mí, ya lo hizo. —Comenzó a tamborilear con los dedos contra las piernas—. Entonces, ¿cuál es tu historia? —Pensé que solo estábamos fingiendo hablar. —Sí, pero me aburrí con eso. Entonces, ¿estás interesada en… leer? —Asintió con la cabeza hacia el libro. —Gran observación, capitán Obvio —comenté. Se rió. —Eres descarada. —Lo heredé de mi madre. —Me gusta.

Mi rostro se calentó y odié que sucediera. Mi cuerpo estaba reaccionando a su personalidad molestamente linda sin siquiera intentarlo, a pesar de que mi mente había sido enseñada a no gustarle. Pasé el año pasado observando a chicos como Greyson y la forma en que las chicas se derretían en sus manos sin ningún proceso de pensamiento involucrado. Mi cerebro nunca quiso ser esa chica, pero claramente a mi corazón no le importaba lo que la mente quisiera. Aparté la vista, porque mi corazón se aceleró cuando nos miramos a los ojos. —Nunca he leído Harry Potter —dijo, y por primera vez en mi vida, me sentí mal por Greyson East. Qué triste, triste vida vivió. —Probablemente sea algo bueno —comenté—. Porque si lo hubieras leído, probablemente tendría que formar un estúpido enamoramiento irreal por ti que va en contra de todo lo que defiendo. —Eres descarada y honesta. —La honestidad la heredé de mi padre. Sonrió. Me gustó. Lo que sea. —Entonces, ¿libros y libélulas? —me preguntó. Alcé una ceja. —¿Cómo supiste de las libélulas? —Bueno, tu suéter tiene libélulas y tus horquillas también son libélulas. Oh, claro. Hubiera apostado mucho dinero a que era la única chica en la fiesta que tenía horquillas de libélula en el cabello. —Es algo mío y de mi madre. —¿Las libélulas? —Sí. —Eso es algo extraño. —Soy una chica rara. Entrecerró los ojos como si me estuviera estudiando, tratando de escanear mi ADN con sus ojos. —¿Qué pasa? —pregunté mientras mi estómago se revolvía. —No es nada. Solo… juro que te conozco de alguna parte. —Bueno, vamos juntos a la escuela —comenté sarcásticamente. —No, sí, lo sé, pero solo… —Sus palabras se fueron apagando y negó—. No lo sé. Probablemente no estuviste en la fiesta de Claire Wade, ¿eh?

—Eso es un gran no. —¿La de Kent Fed? Mirada en blanco de mí. —Correcto. Es raro, porque juro… —Antes de que pudiera terminar su oración, fue interrumpido cuando Landon llegó corriendo. —Misión abortada, amigo. Shay es solo una perra —dijo con el ceño fruncido. Estaba claro que mi prima había herido su ego. —Llama a mi prima perra una vez más, y te mostraré una verdadera perra —espeté. Landon me miró y puso los ojos en blanco. —Sí, lo que sea, bicho raro. —No tienes que ser un imbécil, Landon —dijo Greyson, defendiéndome—. Y tiene razón: Shay no te hizo nada. Eres quien la engañó. No la hace una perra que no quiera regresar contigo. Espera, ¿qué? ¿Greyson East nos defendió a Shay y a mí? Bueno, está bien entonces. Creo que algún día tendré sus hijos. Esas estúpidas mariposas en mi estómago no se iban, así que puedes imaginar mi alivio cuando Greyson se levantó para irse. Mi piel era bastante pálida y cuando me sonrojaba, era obvio. Me convertía en el tomate más maduro conocido por la humanidad. No necesitaba que fuera testigo de eso. —Como sea, hombre. Vamos —dijo Landon, mirando más allá de mí como si ni siquiera existiera. Eso estaba bien, sin embargo. Lo miré exactamente de la misma manera. —Hablaremos luego, Eleanor. —Greyson se despidió mientras se alejaba—. Disfruta el libro. En voz baja, dije adiós antes de volver a mi novela. Sin embargo, de vez en cuando, Greyson flotaba en mi cabeza junto con Ron Weasley. No mucho después, Shay reapareció y comenzamos nuestro camino a casa. —Entonces, parecía que tú y Greyson estaban teniendo una buena conversación —comentó. Me encogí de hombros. —Estuvo bien. —Es un tipo muy agradable, Ellie. Nada como Landon. Greyson es genuino. Lo dijo como si estuviera tratando de convencerme de que permitiera que las mariposas en mis entrañas permanecieran, mientras yo intentaba de alguna manera arrancarles las alas.

Me encogí de hombros una vez. —Él está bien. —¿Está bien? —se burló, empujando mi brazo, probablemente viendo mis mejillas enrojecidas. —Síp. Solo bien. Shay iba a dormir en mi habitación esa noche, y cuando entramos en casa, la televisión de la sala brillaba intensamente. Se estaba reproduciendo una película de terror, así que me apresuré y agarré el control remoto, apagándolo rápidamente. Allí estaban, desmayados en el sofá. Papá estaba acostado y mamá estaba envuelta en sus brazos. —¿Deberíamos despertarlos? —inquirió Shay. Agarré una manta y los cubrí. —Nah. Siempre terminan en la cama por la mañana. Esta era una visión normal con mis padres: mamá envuelta en los brazos de papá después de haberse quedado dormidos viendo televisión. Cada vez que ella se movía en el sofá, papá sonreía, reajustaba sus brazos alrededor de ella y se ponía cómodo nuevamente. Nunca había visto a dos personas que se hubieran fusionado tan completamente como una. Si no hubiera sido por mis padres, habría pensado que las almas gemelas eran una mentira.

2 Greyson

—S

olo digo que no lo entiendo. ¡Soy muy guapo, es muy guapa! Simplemente no entiendo por qué no querría estar conmigo —dijo Landon, sacudiendo las manos como un loco mientras caminábamos a casa desde la fiesta—. Quiero decir, somos prácticamente los Nick Lachey y Jessica Simpson de Raine, Illinois. ¡Estamos destinados a estar juntos! Lo decía tan apasionadamente que apenas podía decir si estaba bromeando o no. Honestamente, le habría ido mucho mejor saliendo con Shay si hubiera estado tan obsesionado con ella mientras estaban saliendo. Prácticamente se pegó un tiro en el culo actuando como un imbécil. —Creo que deberías renunciar a la idea de Shay y de ti, hombre. No creo que esté interesada. —Todavía no sabe que está interesada. Ya verás. ¡Todos lo verán! Puse los ojos en blanco, pero dejé que siguiera hablando. No tenía sentido tratar de razonar con alguien tan borracho como él en este momento. —En fin, lamento haberte hecho hablar con su prima rara —dijo, pasándose la mano por el cabello. —No es tan rara. —Chaqueta de punto todos los días. Cabeza siempre en un libro. Rara. —El hecho de que alguien sea diferente no lo hace raro —dije, poniéndome un poco a la defensiva sobre Eleanor. Claro, tenía sus peculiaridades, pero también Landon. Masticaba en los tenedores y los sacaba de su boca, haciendo un sonido insoportable. No podía ver una película sin decir, "Espera, rebobina eso, me perdí algo". No podía superar su enamoramiento con Shay porque ella lastimó su enorme ego. Claro, tal vez Eleanor se ponía una chaqueta de punto a menudo, pero al menos no era una idiota. —Bien, bueno. Veo que hiciste una nueva amiga hoy —dijo, levantando las manos—. Todavía creo que es una solitaria rara, pero lo que sea.

Supongo que, en cierto sentido, Eleanor era una solitaria. Era una profesional en mantener la distancia, aparte de Shay. A veces deseaba poder ser más así. Parecía menos complicado. Landon vivía en la misma cuadra que yo, y cuando nos acercamos a mi casa, su personalidad exagerada y conversadora se desvaneció mientras oía los gritos que venían de mi casa. Mamá y papá estaban en casa. Siempre era un placer participar. Landon metió las manos en los bolsillos y me dio una sonrisa de lástima. —¿Quieres quedarte en mi casa esta noche? Negué. —Nah, está bien. Me apresuraré a mi habitación. Estoy seguro de que mi padre encontrará una razón para irse pronto. —¿Estás seguro? —Sí. Buenas noches. Se rascó la nuca, vacilante sobre mi elección, pero comenzó a alejarse. —Muy bien, buenas noches, Greyson. —Hizo una pausa, luego se volvió hacia mí—. Dejaré la ventana de la habitación de invitados del primer piso abierta esta noche si la necesitas, ¿de acuerdo? Aunque a veces era un humano horrible, era un malditamente buen mejor amigo. —Gracias, Landon. —Síp. Adiós. Una vez llegué a mi porche delantero, no entré. Sabía que nada bueno vendría de entrar a ese lugar. Mis padres estaban en otra competición de gritos. Eso no era nada nuevo. Cada vez que ambos estaban en casa, pelear era lo que mejor hacían. Mamá probablemente estaba borracha de vino, gritando a papá, y papá probablemente estaba borracho de whisky, diciéndole que cerrara su bocaza. Sin embargo, estaba bastante seguro de que lo que estaba sucediendo era culpa de papá. Era bastante bueno metiendo la pata y haciendo que pareciera que mamá hizo el desastre. Nunca había conocido a una persona que fuera tan buena para manipular a otra persona. El señor Handers nos enseñó esa palabra el año pasado en la clase de inglés: manipulador, y en el momento en que la escuché, supe que era mi padre por toneladas. Era un manipulador profesional. Tanto en el trabajo como en casa. Era muy bueno haciendo que mi madre pensara que estaba

completamente loca. Si olía a perfume en su ropa, él diría que era de ella. Si encontraba lápiz labial en sus camisas, él la convencería de que ella lo puso allí. Si le decía que el cielo era verde, ella dudaría de su propia vista. Una vez la obligó a ingresar en el hospital para probar su mente. Las pruebas mostraron que estaba cuerda. Se había casado con un imbécil. Papá también permanecía inquietantemente tranquilo durante las crisis de mamá. Lo cual era otro juego mental suyo: hacerla parecer como si estuviera enloquecida, a pesar de que era el que la volvía loca. A veces, pensaba que dejaba los números de otras mujeres en lugares solo para que ella los encontrara. No me extrañaría de él. Cuando era más joven, intentaba que me pusiera del lado de él, usarme para ponerme contra mi madre. Pero nunca lo hice. Siempre supe que lo único que mamá había hecho mal era enamorarse de un monstruo. Mi padre era un mentiroso, un tramposo y un hombre jodido. En realidad, había otra cosa que mamá había hecho mal. Se quedó. Nunca entendí eso. No sabía si era porque lo amaba o amaba la vida cómoda que él creó para nosotros. De cualquier manera, no era saludable. Supongo que por eso casi nunca estaba en casa. Tal vez se consolaba al ver el mundo con el dinero de papá. Tal vez gastar su dinero la hacía sentir como si de alguna manera estuviera ganando. —¡Sé que estás tonteando con ella, Greg! —gritó mamá mientras me sentaba en el escalón superior del porche. Puse mis manos sobre mis oídos, e hice mi mejor esfuerzo para ahogar los sonidos. Ojalá el abuelo todavía estuviera vivo. En su mayor parte, hacía todo lo posible para no pensar en que se había ido, porque realmente jodía mi cabeza, pero algunas noches, solo deseaba poder escabullirme a su casa y ver viejas películas de kung fu con él y comer cantidades increíbles de palomitas de maíz. Lo mejor de mi abuelo era el hecho de que no se parecía en nada a mi padre. Era un buen hombre de principio a fin, y el mundo apestaba mucho más ahora que se había ido. Habían pasado unas pocas semanas desde que lo había perdido, y honestamente, todavía no sabía cómo dejar de extrañarlo. El consejero de la escuela me dijo que con el tiempo sería más fácil lidiar con la pérdida, pero no lo encontré cierto. No era más fácil; solo se volvía más solitario.

Miré hacia atrás y por la ventana. Algo se hizo añicos en la sala de estar. Mamá había arrojado una botella de vino a la cabeza de papá, pero había fallado… siempre fallaba. El servicio de limpieza iba a tener el mejor momento de sus vidas sacando ese vino tinto de la alfombra nuevamente. —¡Solo vete, Greg! ¡Vete! —gritó—. ¡Ve a estar con esa puta! Como siempre, papá salió furioso de la casa. Creo que funcionaba mejor para él cuando ella le decía que se fuera. Entonces era libre de ir con quienquiera que estuviera durmiendo a espaldas de mamá. Se detuvo cuando me vio sentado en el porche delantero. —Greyson. ¿Qué haces aquí? —Sacó un cigarrillo y lo encendió. Evitándote. —Acabo de llegar a casa de pasar el rato con Landon. —Tu madre está actuando como una loca otra vez. Me pregunto si ha estado tomando sus pastillas. No hice ningún comentario, porque cada vez que la llamaba loca, quería golpearlo en el rostro. Papá entrecerró los ojos y asintió en mi dirección. —Escuché que Landon comenzó una pasantía en el bufete de abogados de su padre. —Sí. —Sabía a dónde se dirigía esta conversación. —¿Cuándo vas a venir a EastHouse y aprender algo, eh? No puedo dirigir ese lugar para siempre, y ya es hora de que descubras lo básico. Cuanto antes aprendas, antes estarás listo para asumir el control un día. Aquí vamos de nuevo. Mi padre estaba decidido a hacerme trabajar en la sede de EastHouse Whisky, porque estaba seguro de que algún día me haría cargo de la compañía. Mi abuelo había comenzado EastHouse, y lo había dirigido con todo su corazón y alma durante años hasta su retiro. Mi padre había seguido sus pasos. Era un negocio familiar, y tenía la intención de tomar el control algún día para honrar al abuelo. Simplemente no quería hacerlo pronto. —¿Estás sordo, muchacho? ¿No estoy hablando en inglés? —gritó. Me puse de pie y metí las manos en los bolsillos. —Simplemente no creo que esté listo para eso todavía. —¿No estás listo? Tienes dieciséis años y no tienes tiempo que perder. Si crees que esta cosa del baloncesto será tu boleto de ida, te estás engañando. No tienes lo necesario para triunfar en el baloncesto.

Había tres cosas a tener en cuenta sobre su comentario: 1. Tenía diecisiete, no dieciséis. 2. No quería ser una estrella del baloncesto. 3. Vete a la mierda, papá. Me pellizqué el puente de la nariz, pasé junto a él y me dirigí directamente a la casa. Gritó que no habíamos terminado de hablar sobre la pasantía, y que lo reanudaríamos en un momento diferente, pero no estaba demasiado preocupado por eso. Nunca se quedaba en casa el tiempo suficiente para realmente insistir. Cuando entré, vi a mamá recogiendo los pedazos de vidrio rotos de la botella. —Mamá, deja que me encargue de eso antes de que te cortes — dije, viéndola balancearse borracha de un lado a otro. —Retrocede —dijo, alejándome con el brazo. Me miró, con el rímel bajando por sus mejillas, y frunció el ceño. Puso su mano empapada de vino contra mi mejilla y separó sus labios para hablar—. Te pareces a tu padre. ¿Sabes lo enojada que me pone? Me hace odiarte casi tanto como lo odio a él. —Estás borracha —repliqué. Estaba en ese estado de borrachera en el que ni siquiera parecía ella. Sus ojos eran salvajes y su cabello estaba enredado—. Vamos a llevarte a la cama. —¡No! —Retiró su mano y me abofeteó en el rostro, murmurando— : Jódete, Greg. Mis ojos se cerraron mientras mi mejilla escocía. Se le llenaron los ojos de lágrimas y se colocó las manos sobre la boca. —Oh, Dios mío. Lo siento mucho, Greyson. Lo siento mucho. — Comenzó a sollozar en sus manos, temblando—. Ya no puedo hacer esto. Simplemente no puedo hacer esto. La rodeé con un brazo y la apreté ligeramente, porque estaba bastante seguro de que si yo no la abrazaba, no recibiría ningún abrazo en absoluto. —Sí, está bien, mamá. Estás cansada. Solo vete a la cama. ¿De acuerdo? Todo está bien. Recogí los grandes pedazos de vidrio y los tiré a la basura mientras ella se iba a la cama. Probablemente se habría ido antes de que yo despertara a la mañana siguiente, para tomar un vuelo hacia su próxima aventura. Pero volveríamos a cruzarnos cuando necesitara su pelea mensual con papá y una botella de vino para tirar. Me dirigí al baño para lavarme el vino de las manos y el rostro, y cuando me miré en el espejo, odié lo que vi. Porque me parecía a mi padre, y también me odiaba por eso. Cuando me fui a la cama, traté de sacar a mis padres de mi mente, pero cuando lo logré, el abuelo entró en mi cabeza, y eso me puso más triste.

Entonces pensé en Eleanor Gable. La chica que leía libros en fiestas y a la que le gustaban mucho las libélulas. Esos pensamientos no eran tan pesados como todos los otros. Así que los dejé quedarse.

3 Eleanor

H

abían pasado dos días desde la fiesta, y ni siquiera había terminado de leer Harry Potter y la Orden del Fénix. Mi concentración estaba arruinada, y no podía sacarme a Greyson de la cabeza.

Ni siquiera era la forma en la que se veía o las cosas que dijo. Eran solo pequeñas cosas sobre él. No hablaba con muchas personas, pero las notaba lo suficiente. Noté la forma en que se puso incómodo con ciertas cosas, la forma en que dio golpecitos con los dedos contra sus piernas y nunca se quedó quieto. Noté la forma en que olía a regaliz rojo. Pensar en él era como un mal sueño del que no podía despertar. Una parte de mí se preguntaba si también pensaba en mí. Este era un concepto completamente nuevo para mí. No tenía enamoramientos, a menos que estuviéramos hablando de personajes de ficción. Siempre encontré que los chicos de mi edad eran idiotas y superficiales. Todo lo relacionado con la escuela secundaria era el peor cliché. Para mí, todo parecía tan artificial y falso. Todo se basaba en cosas superficiales como el aspecto, la popularidad y la cantidad de dinero que ganaban tus padres. Simplemente no quería ninguna parte de ello. Hasta que aparecieron Greyson y esa estúpida sonrisa. Ahora era una de esas chicas, preguntándome por él cuando no debería haberlo hecho, y leyendo demasiados artículos sobre tener un flechazo. —Hola, Snickers —dijo papá, apareciendo en mi habitación mientras giraba un lápiz entre sus dedos. —¡¿Qué?! Nada. Basta. ¿Eh? —resoplé rápidamente, apresurándome a cerrar el navegador de internet en el ordenador de escritorio. Mis respiraciones entraban y salían mientras trataba de ocultar mis nervios—. Hola, papá —dije con una exhalación, dándole una amplia sonrisa que mostraba mis dientes. Levantó una ceja. —¿Qué estás escondiendo?

—Nada. ¿Qué necesitas? ¿Qué pasa? Se frotó la mano contra el estómago y entrecerró la mirada. Mi padre tenía un buen instinto y lo llamaba Doritos, debido a la causa de la creación de dicho instinto. Mamá era vegana y siempre intentaba que él siguiera esa línea con ella, pero él estaba completamente en contra de abandonar el tocino, lo cual entendía. En su mayor parte, mamá era buena para controlar la dieta de papá. Había sido pre-diabético antes de que ella lograra que siguiera un poco su plan de alimentación. Le decía que la haría feliz si comiera una ensalada con la cena, así que él la comería, porque hacerla feliz era su actividad favorita. Siempre me reía un poco cuando frotaba a Doritos mientras trataba de descifrar algo, como si su barriga fuera una lámpara mágica con todas las respuestas. —Solo quería decirte que solo seremos tú y yo en la cena. Tu mamá no se está sintiendo bien. Mis entrañas se apretaron mientras la preocupación me llenaba. —¿Oh? ¿Está bien? —Solo un poco cansada. —Sonrío—. Está bien, Ellie. Lo prometo. Me llamó Ellie y no Eleanor, así que le creí. Se rascó la mandíbula. —Así que, ¿cena? —No puedo esta noche. Soy niñera de Molly. —Había sido la niñera de Molly Lane dos veces por semana, lunes y viernes, desde hace algunos meses después de la escuela. Era una niña vivaz de cinco años que vivía a unas pocas cuadras, y me mantenía alerta—. En realidad, debería irme pronto. —Oh, es lunes ¿verdad? —Arrugó la nariz—. Bueno, creo que solo soy yo, Fraiser y Mickey D´s para la cena de esta noche. —¿Mamá sabe sobre el McDonalds? —pregunté, sabiendo sobre el último plan de dieta de papá. Sacó su billetera y me extendió veinte dólares. —¿Tiene que saberlo? —¿Me estás sobornando? —No lo sé, ¿está funcionando? Me acerqué y tomé el dinero. —Síp, con seguridad. Envolvió sus manos alrededor de mi cabeza y besó mi frente. —Siempre supe que eras mi hija favorita. —Soy tu única hija.

—Que sepamos. Hubo muchos conciertos de rock a principio de los ochenta. Puse los ojos en blanco, una pequeña carcajada saliendo de mis labios. —Sabes que mamá olerá las patatas fritas en ti. Siempre lo hace. —Algunas cosas valen la pena el riesgo. —Besó mi frente una vez más—. Te veré después. Dile a Molly y sus padres que dije hola. —Lo haré. —Te quiero, Snickers. —Me había apodado así por su dulce favorito, un término de cariño. —También te quiero, papá. Después de irse, comencé a prepararme para ir a casa de Molly. Siempre llevaba algunos de los viejos libros infantiles que me encantaban de niña para leerle antes de irse a la cama. A Molly le encantaban los libros casi tanto como a mí, y secretamente sentía un poco de celos de que algún día pudiera leer la serie de Harry Potter por primera vez. Lo que no hubiera dado para experimentar una vez más la sensación de leer esos libros por primera vez.

Raine, Illinois, se separaba en dos partes, divididas por un puente, el lado este y el lado oeste. Yo vivía en el lado oeste, pero Molly estaba en el este, en la calle Brent. Aunque vivía a solo unas cuadras de distancia, una vez cruzabas el pequeño puente podías notar la diferencia en el nivel de ingresos. Mi familia era acomodada, pero no estábamos tan bien como los del este del puente. Todas las casas en la cuadra de Molly valían una cantidad de dinero increíble. Eran mansiones, mansiones realmente grandes. Raine era una bonita ciudad de clase media, excepto cuando caminabas por el lado este. Era donde vivían todas las personas adineradas que trabajaban en Chicago, pero que querían un estilo de vida un poco suburbano. Mamá era niñera de las familias en ese lado del puente, y obtenía un gran ingreso. Juraba que incluso el aire olía a billetes de cien dólares. Si no hubiera sido por Molly, no habría habido razón para que alguna vez me atraparan en ese lado de la ciudad. —¡Eres la niñera de Molly Lane! —gritó una voz cuando mi zapatilla aterrizó en el primer escalón del porche de Molly. Rápidamente me di la vuelta para ver de dónde venía. Al otro lado de la calle, tres casas a la izquierda, había un chico con una gran sonrisa estúpida. Greyson saludó con la mano.

Miré por encima del hombro para asegurarme de que me estaba saludando, y por amor de Dios, lo estaba haciendo. Me pasé la mano por la nuca y dije: —Oh, sí. Esas fueron las únicas palabras que se me ocurrió decir. Cuando comenzó a bajar de su porche y dirigirse hacia mí, mi corazón comenzó a hacer volteretas en mi pecho, y latió cada vez más rápido a medida que se acercaba. Hizo ese movimiento lento de pasarse la mano por el cabello otra vez y mi corazón de alguna manera se detuvo y aceleró al mismo tiempo. —¿La has estado cuidando por un tiempo? —cuestionó. —Sí, unos meses. —Mis manos estaban húmedas. ¿Por qué mis manos están húmedas? ¿Puede ver la culpa sobre mí? ¿Puede saber que he estado pensando en él? ¡¿Huele mi miedo?! Oh, Dios, ¿están sudando mis codos? ¡Ni siquiera sabía que los codos podían sudar! —Solía ir a la iglesia con ella cuando era más joven. Era la mejor parte porque todo estaba muy estructurado, y cuando estaba silencioso, solo gritaba, "¡Una pista, una pista!", citando Las Pistas de Blu, luego corría al frente de la iglesia y simplemente bailaba. Me reí por lo bajo. Sonaba como la Molly que conocía y amaba. Metió las manos en los bolsillos de sus pantalones deportivos y se balanceó hacia adelante y hacia atrás en sus Nike. —Pero no es de donde te conozco. Lo descifré el otro día. —¿Oh? ¿Y de dónde es? —La clínica de cáncer Sherman. —Su sonrisa se evaporó mientras mi corazón lloraba—. Te he visto allí varias veces, yendo y viniendo. Oh. Bueno, eso fue incómodo. Iba a la clínica de cáncer Sherman con mis padres cada vez que mamá tenía citas de quimioterapia. Durante mucho tiempo, mi madre no quería que fuera porque pensaba que me molestaría, pero, sinceramente, me sentí más molesta por no estar allí. No dije una palabra. —¿Estás enferma? —preguntó. —No. No lo estoy. Arrugó la nariz. —¿Alguien que conoces está enfermo? —Eh, mi madre. Tiene cáncer de pecho. —Exhalé, y en el momento en que la palabra cáncer salió de mis labios, traté de absorberla nuevamente. Cada vez que lo decía, mis ojos tenían una forma de llenarse de agua.

—Lo siento mucho, Eleanor —dijo, y me di cuenta de que lo decía en serio porque sus ojos eran muy sinceros. —Gracias. —Seguía mirándome mientras mi estómago se revolvía una y otra vez—. ¿Alguien que conoces está enfermo? Esta vez, se sintió incómodo. —Lo estuvo. Mi abuelo. Falleció hace unas semanas. —Sus ojos hicieron algo que no sabía que los ojos de Greyson East podían hacer, se pusieron más tristes. —Lo siento mucho, Greyson —dije, y esperaba que supiera que lo decía en serio mirando lo sinceros que eran mis ojos. —Sí, gracias. Todos siguen diciendo que ya no sufre, pero no lo sé. Siento que dejó algo de dolor atrás para que yo lo tome. —Rozó su pulgar contra la base de su mandíbula, y me quedé atónita. Greyson estaba triste. Muy triste. Eso fue impactante para mí porque nunca antes noté su tristeza cuando lo miraba. Para mí, siempre parecía el chico popular de espíritu libre que todos amaban. Resultó que los chicos populares también podían estar tristes. Greyson eliminó la mueca y sonrió. —Entonces, he estado pensando... deberíamos pasar el rato. Lo dijo tan casualmente, como si la idea de que estuviéramos pasando el rato no fuera locamente absurda. Me reí sarcásticamente para cubrir mis nervios. —Sí, está bien, Greyson. —No, lo digo en serio. Deberíamos salir juntos. Eché un vistazo por la cuadra, solo para asegurarme de que me estaba hablando. —No quieres pasar el rato conmigo. —Sí. Tiré de la parte inferior de mi chaqueta de punto morada. —No, no lo haces. —Sí —insistió. —¿Para llegar a Shay? Levantó una ceja y se acercó a mí. —No todo es sobre tu prima. Algunas cosas son sobre ti. —Quiero decir, simplemente no tiene sentido. ¿Por qué querrías pasar el rato conmigo? —¿Por qué no lo haría? Fuiste interesante en la fiesta y me gustaría conocerte mejor.

—Estaba leyendo un libro y usando audífonos en una fiesta de secundaria. Eso no es interesante. Eso es raro. —Me gusta lo raro. Me reí. —No, no lo hace. No te gusta lo raro. —¿Cómo sabes lo que me gusta? Miré a mi alrededor y me encogí de hombros. —Solo estoy asumiendo. —Bueno, no deberías. Si quieres, puedes pasar el rato conmigo y realmente conocerme —ofreció. —Realmente no venimos del mismo tipo de mundo, Greyson. Tú eres tú y yo soy yo. Quiero decir, mira el tamaño de tu casa y tu popularidad, y... —Escucha, si no quieres pasar el rato, solo dilo. No hay necesidad de excusas —interrumpió, haciéndome ponerme derecha. —No, no es eso. Solo digo... no tenemos mucho en común, no lo creo. —Bueno, podemos averiguarlo e ir desde allí. Estreché mis ojos. —Está bien, bueno, una vez que descubras algo que tengamos en común, pasaré el rato contigo. Entrecerró los ojos, casi como si no me creyera. —¿Promesa meñique.

de

meñique?

—preguntó,

extendiendo

su

dedo

—¿Estás bromeando? —No. Lo digo en serio. Necesito tu palabra. Si encuentro algo que tenemos en común, pasarás el rato conmigo. Promesa de meñique. —Biennn —gemí mientras envolvía mi dedo meñique con el suyo. Traté de ignorar la sensación que su toque me provocó—. Lo prometo. Tengo que ir con Molly. Sonrió complacido. —Está bien, hablaré contigo más tarde. —Le devolví la sonrisa antes de poder detenerme y lo notó—. Más de eso, Eleanor. —Lo que sea. Adiós, Greyson. —Me alejé de él y sentí que mis mejillas se calentaban mientras subía apresuradamente los escalones, todavía sonriendo de oreja a oreja. Cuando llegué al porche, me detuve y me volví hacia él—. La gente me llama Ellie. También puedes, si quieres. —Está bien, Ellie. —La forma en que el nombre cayó de sus labios me hizo sonrojar aún más—. Y puedes llamarme Grey. —¿Solo Grey?

—Sí, solo Grey. —Se dio la vuelta y levantó una mano en el aire—. Adiós, Ellie. Las comisuras de mi boca se elevaron cuando lo vi alejarse y hablé para mí en voz baja, sin saber qué estaba sucediendo exactamente en mi vida últimamente. —Adiós, Grey. —¿Es ese tu novio? —cuestionó una pequeña voz. Levanté la vista para ver a una descarada Molly parada en su puerta con las manos en las caderas. Su cabello rojo y rizado le caía sobre los hombros y daba golpecitos con su pie repetidamente. —¿Qué? No. No es mi novio. —Entonces, ¿por qué tu rostro se puso rojo? —Mi rostro no está rojo. —Ajá. Pareces una manzana. —Algunas manzanas son verdes —discutí, caminando hacia ella. —Pero eres la manzana roja, por tu novio —se burló. De repente, comenzó a bailar en el porche delantero y a cantar en voz alta—. ¡Ellie tiene novio! ¡Ellie tiene novio! —¡Molly, déjalo ya! —grité en voz baja, mirando por encima del hombro y viendo a Greyson mirándonos. Dios mío, estaba horrorizada. —¿Por qué no vas a besarlo? ¡Ve a besar a tu novio! —Siguió insistiendo con lo del novio, haciéndome gemir mientras me frotaba el rostro con las manos. —¡No es mi novio! —discutí una vez más. —Si no es tu novio, ¿quién es? —inquirió, con las manos todavía en las caderas en esa pose atrevida. —Es Grey. —Suspiré, alzando mis manos antes de caminar hacia ella y levantar su entrometido ser en mis brazos. —Es solo Grey. —No se ve gris5 —comentó Molly—. Se ve bronceado. Me reí. —No, no es gris, sino Grey. Como... su nombre es Grey. —¿Los nombres de las personas pueden ser colores? —Bueno, sí, supongo. —¿Puedo ser rosa? Me encogí de hombros. —Está bien, Rosa. —¡Y tú eres Roja! Como tu rostro ahora mismo. Bueno, eso se sentía apropiado.

5

Grey es gris en inglés.

4 Eleanor

¿S

abes esos primeros minutos después de terminar un libro increíble? ¿Esos momentos en los que no estás seguro de qué hacer contigo mismo?

Simplemente te sientas allí, mirando las últimas palabras, sin saber cómo seguir adelante con tu vida. ¿Cómo se puede terminar? ¿Cómo pueden esos personajes desvanecerse en negro? Para ti, los personajes todavía están impresos en tu alma. Sus acciones, sus diálogos aún vivos y fuertes en tu mente. Tus lágrimas ni siquiera se han secado, y anhelas otra solución. Me encantaba ese sentimiento: la agridulce historia de amor entre una persona y una novela llegando a su fin. Eso es lo que me pasó después de terminar Harry Potter. Realmente no sabía qué hacer conmigo misma. Mamá todavía se estaba recuperando de su resfriado y papá viendo la televisión, así que hice lo único que me pareció natural: pensé en Greyson. Era oficialmente un cliché adolescente. Cada vez que me dirigía a cuidar a Molly, me ponía cada vez más nerviosa por la idea de que Greyson podría haber estado sentado en el porche de enfrente, tres casas más abajo. Sabía que era estúpido, pero en esos días, podría haber comenzado a peinarme un poco más y podría haberle pedido a Shay consejos de maquillaje. También podría haberme depilado las cejas. Cada vez que Greyson no estaba allí, soltaba un suspiro de alivio, pero luego me sentía un poco triste. Cuando llegó el viernes tres semanas después de nuestra primera interacción en casa de Molly, mi corazón se aceleró cuando cruzó corriendo la calle hacia mí. —Soy un Gryffindor —declaró, agitando el libro que tenía en la mano. Alcé una ceja y tiré del dobladillo de mi chaqueta de punto.

—¿Qué? —Dije que soy un Gryffindor. Estoy bastante seguro, al menos. Fue un cincuenta-cincuenta entre eso y Ravenclaw, pero luego leí algunos artículos en línea y estoy bastante seguro de que soy Gryffindor. —¿Leíste Harry Potter? Asintió. —Síp. Lamento que me tomara tanto volver a verte, pero son largos. —Tú… —Mi corazón latía con fuerza contra mi caja torácica—. ¿Leíste todos los libros? —Los cinco, y ahora estoy contando los días hasta que salga el próximo. Lo mismo, Grey, lo mismo. —¿Por qué los leíste todos? —Entonces tendríamos algo en común. Además, quería que tuvieras un enamoramiento estúpido y poco realista conmigo que va en contra de todo lo que representas. —Comenzó a hojear el libro, señalando algunas de sus citas favoritas, que había resaltado. Habló rápidamente, repasando sus gustos y disgustos por cada uno de los libros. Me contó sus personajes favoritos, me contó sus aversiones y habló como si realmente entendiera de lo que estaba hablando. Todavía estaba atrapada en el hecho que había leído los cinco libros simplemente para que tuviéramos algo en común. Si fuera un personaje de libro, sería el héroe. Después de mostrarme su última cita destacada, cerró el libro y se encogió ligeramente de hombros. —Entonces, ¿qué eres? —¿Mmm? —¿Cuál es tu casa de Hogwarts? —Oh. —Tracé la acera con la punta de mi zapato—. Soy un Hufflepuff. —Es lo que pensé. —Sí, la mayoría de la gente piensa que es la peor casa. —Los Hufflepuff parecían silenciosamente fuertes y leales. No hay nada malo con personas leales y pacientes. Creo que debería haber más de eso. Sonreí. Me devolvió la sonrisa y dijo: —Más de eso, Ellie. —Golpeó con los dedos el lomo de su novela—. Entonces, ahora que tenemos algo en común, ¿eso significa que podemos pasar el rato?

—Bueno, hice esa promesa, y como Hufflepuff, tengo que cumplir mi palabra. —Perfecto. Entonces, ¿qué vas a hacer el próximo martes? —¿Mmm, nada? —Está bien, increíble. ¿Quieres venir a mi casa? Planificaré algo para que hagamos. Me encogí de hombros, tratando de parecer relajada. —Está bien. —Nota para mí: las rodillas también pueden sudar—. Bueno, tengo que ir con Molly. —De acuerdo. ¡Nos vemos el martes! Se marchó y, durante unos segundos, me pregunté si estaba atrapada en un sueño. Sin embargo, tenía demasiado miedo a pellizcarme porque me preocupaba despertarme. Si esto era un sueño, quería vivir un poco más en él.

—Me gusta un chico —espeté el domingo por la tarde cuando mamá y yo nos sentamos en nuestro lugar escondido en Laurie Lake. Llevábamos yendo allí desde que podía recordar, incluso a veces todas vestidas con nuestra ropa invierno para estar cerca del agua. Si a mamá le encantaba algo, era el agua. Decía que era porque el agua la curaba. Su sueño era algún día colocar sus pies en el océano y pararse con los brazos abiertos, pero como estábamos en Illinois y no había ningún océano cerca, ese sueño tendría que esperar un poco más. Por el momento, pequeños lagos y estanques nos funcionaban bien. Siempre hacíamos de nuestra misión ir a sentarnos junto a nuestro estanque escondido y ver a las libélulas pasar a nuestro alrededor. Laurie Lake normalmente estaba lleno de gente durante el verano, pero, un día durante nuestra exploración, encontramos un cuerpo de agua más pequeño escondido entre los árboles, y siempre íbamos allí para sentarnos y conversar. Después de sentirse un poco mal, finalmente estaba lo suficientemente bien para salir de casa, y estaba feliz de volver a nuestras citas regulares de madre e hija. Todavía parecía cansada, pero no cansada por la enfermedad. Parecía el tipo de cansada de cuando la gente dormía demasiado. Aun así, en el fondo de mi mente, me preocupaba. No podía evitarlo. Esa preocupación probablemente siempre perduraría. Mamá inclinó la cabeza hacia mí y sus ojos azules se iluminaron de alegría ante mis palabras. Había dos cosas de las que nunca hablamos entre nosotras: deportes y chicos. Nunca había tenido ningún interés en ninguno de los dos, pero esa tarde supe que tenía que

decírselo, porque era mi persona. Le contaba todo a mi madre. Éramos unas Lorelai y Rory Gilmore regulares. —Oh, Dios mío, ¿quién? ¿Cómo? ¡¿De dónde?! —Se llama Greyson East. Hablamos en la fiesta a la que papá y tú me obligaron a ir hace unas semanas. Levantó las manos en el aire con entusiasmo. —¡Sabía que estaba siendo una buena madre obligándote a ir a una fiesta con drogas y alcohol! Me reí por lo bajo. —Algo como eso. —Entonces, dime todo. ¿Qué le gusta? ¿Cómo se ve? Si fuera un animal, ¿qué animal sería? —Colocó su barbilla en sus manos y me miró con los ojos muy abiertos y maravillados. Le conté todo, todo lo que sabía, al menos. Levantó una ceja. —¿Es por eso que has estado usando mi maquillaje últimamente? —¿Lo notaste? —Cariño, estoy enferma, no muerta. Además, realmente necesitamos una clase de maquillaje porque la forma en que te rizaste las pestañas fue un poco salvaje. Me reí. —Solo quería, no sé, ponerme un poco femenina. —Usar maquillaje no te hace una chica. ¿Llevabas maquillaje cuando lo conociste? —No… —Entonces no hay necesidad de usarlo ahora, a menos que quieras. Haz cosas por ti, Ellie, nunca por los demás. Obviamente le agradaste tal como eras. Mi estómago se revolvió mientras jugueteaba con mis pulgares. —Es todo lo contrario de lo que pensé que sería mi primer enamoramiento. —¿Cómo es eso? —No lo sé. Pensé que iría por un tipo nerd, o un artista, o un músico. Greyson es popular. —Lo dices como si tuviera una ETS —bromeó mamá—. A la gente le gusta, ¿y qué? Eso no es algo malo. —Sí, pero no se trata solo de personas, sino de todos. Podría tener a cualquier chica que quisiera, por lo que es difícil pensar que quiera… —No. —Mamá puso su mano sobre mi rodilla—. No hacemos eso. No nos humillamos. —Colocó mi cabello detrás de mi oreja y me puso las manos en las mejillas—. No solo eres hermosa por fuera, Eleanor

Rose, eres impresionante por dentro. Eres creativa. Tienes la mejor risa que he escuchado. Eres amable, generosa y valiente. Nunca pienses que no eres lo suficientemente buena según lo que las revistas definen como belleza. Eres. Hermosa. Mamá siempre hacía esto cada vez que me metía en mis dudas adolescentes al azar. Era fácil para mí no sentirme hermosa en un mundo de reinas de graduación, pero mi madre siempre me recordaba lo valiosa que era. Era una hija afortunada. —Además, parece que captaste su atención con tu aspecto y tu mente —comentó—. Esa es la parte más importante. —¿Podemos simplemente no decirle a papá? Es un poco dramático con cosas como esta. —Tu padre nunca ha disparado un arma en su vida, pero siento que tener tu primer flechazo sería suficiente para llevarlo al límite, así que lo mantendré entre tú y yo. —Gracias. Comenzó a responder, pero estalló en un ataque de tos. No pudo recuperar el aliento por un tiempo y mis entrañas se llenaron de preocupación. Cuando se detuvo, negó. —Estoy bien, Ellie. Escuché sus palabras, pero a veces sentía que eran mentiras solo para evitarme sufrimiento. Tenía la sensación de que las madres harían cualquier cosa para evitar que sus hijos sintieran cualquier forma de dolor. Descansé mi cabeza sobre su hombro mientras contemplábamos el agua y veíamos cómo pasaban tres libélulas. —Leyó Harry Potter, los cinco libros, porque le dije que no teníamos nada en común y quería asegurarse de que lo hiciéramos. Los ojos de mamá se ensancharon y su boca se abrió. —¿Leyó tu serie favorita? —Síp. —¿Eleanor? —¿Sí? —Cásate con este chico.

5 Eleanor

M

e puse mi chaqueta de punto de libélulas cuando me dirigí a casa de Greyson el martes. Era lo que llevaba puesto la primera vez que hablamos, y pensé que tal vez era un amuleto de buena suerte. Fui sin maquillaje, porque eso no importaba, y también estaba cansada de pincharme en el ojo con la varita del rímel. Mientras caminaba por la calle Weston, hice todo lo que pude para domar mis nervios. Solo éramos nosotros pasando el rato de todos modos, no una boda. No había necesidad de pensar demasiado las cosas. Subí al porche de Greyson y toqué su timbre. Jugueteando con mis dedos y dando golpecitos con mis zapatos, esperé unos segundos a que llegara a la puerta. Fue el tiempo más largo que le había tomado a alguien abrir la puerta, pero de nuevo, con el tamaño de la casa de Greyson, tenía sentido. Cuando la abrió, tenía en sus brazos un gran y esponjoso gato negro. Mis ojos se abrieron de par en par con emoción. —Oh, Dios mío, ¿quién es este? —Este es Meow, mi mejor amigo —explicó Greyson, permitiéndome acariciarlo—. Es viejo, pero es el mejor de todos. Le sonreí al felino. —Hola, Meow. Soy Ellie. Meow maulló antes de saltar de los brazos de Greyson y volver a entrar en la casa, completamente desinteresado en mí. No pude evitar reírme. —Es dulce —comenté. —Sí, lo es. Entonces, ¿estás lista para irte? —preguntó Greyson, tomando una sudadera de su vestíbulo. —Sí, pero, ¿a dónde vamos exactamente? —Pensé que aprendí algo que te gusta leyendo esos libros, así que quería mostrarte algo que me gusta. Vamos al cine.

—¿Oh? ¿Cuál? —cuestioné mientras bajábamos por los escalones del porche. —Bueno, los martes ponen viejas películas de kung fu en el cine Cameron. Esta semana están poniendo King Boxer. —¿Vas a ver viejas películas de kung fu? —Sí. Solía verlas con mi abuelo antes de que muriera. Luego, simplemente seguí. —Se removió e hizo su cosa de Me siento incómodo así que juego con mis dedos—. Si odias la idea de ir al cine, podemos hacer otra cosa, como ir a comprar helado o algo. Solo pensé… Mi corazón… Sonreí y negué suavemente, frotando mi mano izquierda hacia arriba y hacia abajo en mi brazo derecho. —Creo que eso es perfecto. Me devolvió la sonrisa. —Más de eso, Grey —dije con una sonrisa mientras usaba sus palabras. Fuimos al cine y pidió palomitas de maíz y caramelos. No podía comer nada de eso debido a mis frenillos, pero estaba bien. Tenía suficientes mariposas en el estómago para mantenerme llena. Su golosina favorita era el regaliz rojo, y dijo que había aprendido a amarlo de su abuelo. Las mariposas de mi estómago no se desvanecieron mientras estábamos sentados en el teatro. En todo caso, solo crecieron en tamaño. Juro que su brazo se acercó al mío, y el mío se acercó al suyo durante toda la película. Mi corazón dejó de latir completamente cuando su meñique rozó el mío. Cuando los nervios se volvieron demasiado, puse mis manos en mi regazo y traté de no pensar demasiado en el pequeño toque. Sin embargo, me pateé por mover la mano porque, ¿y si la hubiera dejado? ¿Habría unido nuestros meñiques? ¿Nos habríamos tomado de la mano? ¿Habría sentido que mi pulso se aceleraba por todo mi cuerpo? Cada vez que Greyson se reía de la película, yo también, porque tenía el tipo de risa que te hacía pensar que acababas de conocer a la persona más feliz del mundo. La película fue genial, pero lo mejor fue ver lo mucho que Greyson la disfrutó. Sus ojos permanecían fijos en la pantalla, y echaba la cabeza hacia atrás en las partes que le hacían gracia mientras se metía puñados de palomitas de maíz en la boca. Para mí era una locura haber pensado que sabía quién era el chico popular de los pasillos cada vez que nos veíamos en la escuela, pero claramente me equivoqué. En Greyson había más que sus habilidades en baloncesto, y sus zapatillas Nike, y su buen aspecto. Tenía una personalidad que no se veía en la escuela, desde su amor por su gato hasta su amor por las películas de kung fu, desde la

forma en que extrañaba a su abuelo hasta la forma en que sus ojos a veces se veían tan solitarios. Me sentí tonta por haberle juzgado antes de saber nada de él. Todo lo que aprendía hacía que mi enamoramiento creciera más y más. Greyson tenía tantas capas, y cada vez que me revelaba una, sentía como si me estuvieran revelando un gran secreto. —¿Te gustó? —me preguntó, sonando incierto. —¡Fue increíble! Nunca había visto una película de kung fu antes. Suspiró, aliviado mientras apoyaba una mano sobre su pecho. —Bien. Estaba muy preocupado. La mayoría de las chicas piensan que es raro que las vea, pero me encanta. —Me encanta que te guste. —¿Y ahora qué? ¿Quieres ir a buscar algo de comer o algo? —Siempre puedo comer —accedí. Nos dirigimos a una heladería, donde encontré otra cosa que ambos teníamos en común: helado de vainilla con dulce de chocolate. Tampoco éramos tímidos a la hora de llenarnos la boca. Mientras comíamos, no pude evitar preguntarme algo. —¿Qué te hizo querer salir conmigo? —solté, sintiendo que se me calentaba el rostro un poco después de que las palabras salieran de mis labios. Sostuvo su cuchara llena de helado en el aire y levantó una ceja. —¿Qué quieres decir? —Pareció un poco al azar, eso es todo. —Oh. —Se comió la cucharada que había recogido y luego habló con la boca llena—. No parecías impresionada conmigo en la fiesta. —¿Y eso te hizo querer salir conmigo? —Sí. —¿Pero por qué? —Porque la mayoría de las chicas actúan como si todo lo que hago y digo fuera magia cuando en realidad digo muchas cosas estúpidas. Yo diría que un buen noventa por ciento de lo que digo es pura mierda. —Lo redondearía a cien —bromeé. Se rió. —¿Ves? Cosas así. Otras chicas nunca dirían eso. Es como si les gustara este tipo que inventaron en su cabeza, y no tienen ni idea de quién soy en realidad. No te interesaste por mí en absoluto. —¿Quieres pasar el rato conmigo porque no me importas? —Sí, exactamente. Me reí.

—Eso parece jodido. —Tal vez, pero es verdad. Además… con tu madre enferma… —Sus palabras se desvanecieron y sentí un extraño tirón en mi vientre. —No quiero que pases el rato conmigo porque te sientes mal por mí —dije. No necesitaba su compasión. —No, no es eso. Quiero decir, me siento mal, pero no sé cómo explicarlo. —Se pasó los dedos sobre la frente—. Supongo que cuando mi abuelo estaba enfermo, era en lo único en lo que podía pensar, y recuerdo que deseaba tener a alguien que me quitara de la cabeza que estaba enfermo por un tiempo. Quería hacer eso por ti. Quería darte algo más en lo que pensar, y no quería que te sintieras sola. No estaba segura de que este chico fuera real. Incluso en mis novelas los héroes no eran tan dulces. Me mordí el labio inferior mientras comía mi helado. —Oh. Eso fue todo lo que pude decir, porque mis emociones me estaban ahogando. —Lo que me lleva al siguiente tema. —Unió sus dedos y estiró los brazos antes de ponerlos sobre la mesa—. Tengo una propuesta para ti. —¿Oh? ¿De qué se trata? —Tenemos que seguir viéndonos, al menos una vez a la semana, para evitar que te vuelvas loca. —¿Qué quieres decir? —Te vas a volver loca preocupándote por tu madre los siete días de la semana. Confía en mí, lo sé. He vivido esa vida. —Estoy bien —argumenté. Levantó una ceja. —¿Con qué frecuencia haces búsquedas en internet sobre el cáncer? Hmm… Uno, dos, salto unos cuantos… —Solo un par de veces —mentí. Sonrió. —Todos los días, ¿eh? Apuesto a que te hace sentir peor también. Por lo tanto, una vez a la semana, tienes que dejar de pensar en el cáncer. Por eso mi abuelo me hizo ir con él al cine los martes para despejar mi mente. Ayudó mucho. —¿Quieres que vaya al cine todos los martes contigo? —No, haremos cosas diferentes. El punto principal es hacer que dejes de pensar en cosas tristes por lo menos durante unas horas.

Después de eso, puedes volver a tus tristes búsquedas en internet — dijo en broma. Entrecerré los ojos. —¿Solo una vez a la semana? —Sí, solo necesito tres o cuatro horas de tu tiempo. Es un acuerdo en el que todos ganamos. —¿Cómo es para ti un trato en el que todos ganan? Quiero decir, entiendo por qué lo es para mí, tengo un descanso de la realidad, pero tú no obtienes nada de ello. —Puedo salir contigo, lo que significa que no tengo que estar tan solo. Me reí. —Siempre estás rodeado de gente. Dudo que ni siquiera sepas cómo se siente la soledad. Bajó las cejas y rozó su pulgar contra su nariz. Su mirada se dirigió a su tazón de helado casi vacío. —¿Alguna vez has estado en un espacio lleno de gente y sientes que nadie sabe nada de ti? —preguntó—. Todo el mundo habla de ti de una manera que parece tan falsa. Todo lo que saben de ti son mentiras que inventaron en sus propias cabezas, pero en realidad no te conocen. Solo conocen el personaje ficticio que crearon. Eso es la soledad: vivir en un mundo donde nadie te ve. Vaya. Acaba de describir toda mi experiencia en el instituto. —Bueno, tal vez sí sepas lo que se siente —repliqué. —Entonces, ¿qué dices? ¿Te apuntas? —inquirió, uniendo sus manos. —Sí —respondí rápidamente, y no me importó lo rápido que la palabra salió de mi boca, no me importó lo ansiosa que soné—. Sí, me apunto. Sonrió. Me gustó. Lo que sea. —Muy bien. ¡Se me ocurrirá una lista de cosas que podemos hacer! Creo que será muy divertido. —Parecía realmente entusiasmado, lo que me emocionó también. Terminamos nuestro helado, y luego me acompañó a casa. Me alegré de que Greyson tuviera una personalidad parlanchina, porque muchas veces me quedé sin cosas que decir. Era muy bueno en mantener la conversación fluyendo. —Gracias por venir hoy, Ellie. Lo pasé muy bien removiéndose en sus Nike.

—dijo,

—Sí, yo también. —¿Qué tal si nos vemos el próximo miércoles? —Es una cita —dije, luego sentí que mis mejillas se calentaban—. Quiero decir, no como una cita, pero como, ya sabes… solo dos personas pasando el rato… no quise decir como… —Es una cita. —Greyson sonrió con suficiencia, tan suave como siempre—. Hablaré contigo más tarde. También mantente fuera de internet, ¿quieres? Se dio la vuelta para alejarse, pero lo llamé. —¿Sí? —preguntó. —Solo quería que supieras que te veo, ya sabes, el tú que el resto del mundo no ve. Arrugó la nariz y se frotó la nuca. —Bien, porque yo también te veo. Había pasado tanto tiempo escondida en las sombras. Evitaba a la gente, porque me sentía segura siendo invisible. Si era invisible, la gente no podría juzgarme. Si era invisible, la gente no podría reírse en mi rostro. Siempre pensé que era la opción correcta, permanecer escondida. Esa tarde, mis pensamientos cambiaron lentamente en una nueva dirección, porque Greyson se tomó el tiempo de mirar en mi dirección. ¿Quién iba a decir que ser visto se sentiría tan bien?

6 Greyson

M

amá y papá estaban peleando de nuevo. Era tarde en la noche y no tenía ningún lugar al que escaparme, así que me encerré en mi habitación y me puse los auriculares, poniendo la música muy alta. Era casi imposible ahogar el ruido, pero me esforcé en hacerlo. Mientras me sentaba en la cama, mirando al techo, pensé en ideas sobre cosas que Eleanor y yo podíamos hacer cuando volviésemos a salir. Pensé en lugares que podían gustarle ver, y cosas que podía querer hacer. Intenté averiguar comidas que podía tomar con aparato, así no se molestaría cuando yo devorase la pizza. Pensé en si tal vez debería llevarle flores para hacer su día un poco mejor, pero luego pensé que tal vez no le gustaban las flores. No a todas las chicas les gustaban las flores, aunque sí a la mayoría. Luego pensé en su sonrisa. Siempre tenía una sonrisa tensa, y difícilmente mostraba sus dientes. Tal vez porque tenía aparato y era insegura. Pero no tenía nada por lo que sentirse insegura. Cuando Eleanor esbozaba una sonrisa de verdad, era lo más hermoso que hubiese visto jamás. Mamá llamó imbécil a papá, y escuché romperse algo. Subí más la música y me centré más en mis pensamientos. Patinar. Me preguntaba si a Eleanor le gustaba el patinaje sobre ruedas. Realmente me encantaría llevarla a patinar. Incluso aunque probablemente me caería de culo. Esa noche solo seguí pensando en Eleanor. Últimamente los pensamientos sobre ella parecían ser lo único que evitaba que le diese vueltas a la cabeza. Sabía que le dije que quería ser su amigo para evitar que estuviese sola, pero tal vez necesitaba un amigo tanto como ella. Tal vez la necesitaba incluso más que ella a mí.

—De acuerdo, elije todos los libros que quieras, luego nos dirigiremos a la segunda parte de nuestra aventura de hoy —indiqué a Eleanor mientras caminábamos por el pasillo de fantasía de una librería de segunda mano. Solo había pasado una semana desde la última vez que la vi, pero juraría que se sentía mucho más. —Oh, Grey, nunca deberías decirle eso a un ratón de biblioteca. Necesitaremos un camión de mudanza para llevarnos los libros de aquí —bromeó a medias. —Está bien, entonces solo elige dos por ahora y luego nos iremos a la siguiente parada. Aunque no hay prisa. Tómate tu tiempo. Se alejó para encontrar dos libros mientras yo hacía todo lo posible en limitarlo a cinco. Me decidí por uno de fantasía y otro de horror, ella eligió uno histórico y una comedia. Definitivamente iba a tomar prestadas sus novelas una vez terminase de leerlas. —Bien, ¿a dónde ahora? —preguntó, sujetando los libros contra su pecho. —Vamos a ir a una cafetería y leer nuestros libros. Imaginé que es lo que hace la gente, beber café y leer. Se sonrojó, pero intentó evitar que notase sus mejillas enrojecidas. Se giró un poco alejándose de mí, y fue malditamente adorable. —Oh, genial —contestó—. Aunque realmente nunca he tomado café. —¡¿Qué?! ¿Y te denominas ratón de biblioteca? —Me reí—. En realidad tampoco he probado el café, pero podemos aprender cuáles son nuestros favoritos. Sonrió, y eso también fue malditamente adorable. Me encantaba cuando sonreía, y quiero decir realmente sonreía, mostrándome todo su aparato dental. Sus sonrisas de verdad significaban que no estaba triste por un momento y eso era bueno. Era muy importante en la vida tener unos pocos momentos donde no estabas realmente triste. Nos dirigimos a la cafetería a unas pocas cuadras. Después de entrar, probamos casi todas sus bebidas especiadas. Me pregunté si Eleanor notó el tic en mi ojo por el subidón de cafeína que estaba experimentando. Aunque probablemente se lo perdió, porque estaba ocupada siendo realmente habladora. Tal vez era lo que le sucedía cuando tomaba cafeína; se volvía menos tímida. Aprendí que me gustaba el moca. Aunque Eleanor fue más específica sobre sus gustos: dos de azúcar, un chorro de vainilla y extra de crema.

Después de que encontrásemos nuestros brebajes, dejamos de hablar tanto porque estábamos demasiado ocupados bebiendo café y leyendo libros. De vez en cuando, miraría en mi dirección y sonreiría, haciendo que le devolviese la sonrisa. Su sonrisa realmente estaba comenzando a gustarme. Podía acostumbrarme a verla una vez a la semana. Después de unas horas, hicimos el paseo de vuelta a su casa. Me encantaba cómo abrazaba los libros contra su pecho, como si estuviese acunando bebés. —¿Sabes en qué no pensé las últimas horas? —preguntó mientras alcanzábamos el porche de entrada. —¿Qué? —Cáncer. Sonreí. Bien.

Comenzamos a vernos más y más, y si no nos veíamos, hablábamos en AOL Messenger. Le decía mis películas de kung fu favoritas y me contestaba con sus novelas favoritas. Luego, hacíamos los deberes de ver las películas o leer los libros y compartíamos nuestros pensamientos. Cuando tenía que hacer de niñera de Molly, primero venía a mi casa, donde estaba sentado en el porche de la entrada, esperando su llegada. Luego, la acompañaba tres casas más abajo, cruzaba la calle con ella y la llevaba a casa de Molly. Entonces, mientras volvía a mi casa, pensaría en su sonrisa. Pensaría en su risa y sus chaquetas de punto favoritas, y cómo se iluminaba cuando hablaba sobre un buen libro. Pensaría en que su sonrisa parecía más como un ceño cuando pedía que me pusiese al día sobre su madre. Pensaría en las cosas que la hacían más feliz. Pensaría en las cosas que la ponían triste. Todo. Pensaría en todo. Seguía haciendo listas de diferentes cosas que podíamos hacer juntos. Diferentes formas de mantener su mente ocupada. Diferentes formas de tenerla a mi alrededor. Eleanor estaba empezando a ser mi primer pensamiento por la mañana y el último pensamiento antes de que mi cabeza golpease la almohada por la noche. No sabía que era posible…

No sabía lo rápido que nuestro corazón podía comenzar a latir por alguien que no había sido más que un extraño hace unas semanas.

7 Eleanor

F

inalmente decidí mostrarle a Greyson las libélulas. Nos encontramos en el estacionamiento de Laurie Lake, y cuando llegó, juro que estaba más guapo que nunca. Solo llevaba una camiseta blanca y vaqueros oscuros, pero para mí, se veía increíble. —Hola. —Sonreí. —Hola —respondió, y luego me abrazó. Caminó hacia mí y me envolvió con sus brazos, abrazándome. Síp. Me abrazó. Nuestro primer abrazo. También lo hizo sin esfuerzo, como si abrazarnos fuera nuestra forma normal de saludo. Le devolví el abrazo y probablemente lo sostuve más de lo que debería, pero no me importó. Parecía que tampoco le importó, porque me abrazó con fuerza hasta que lo solté. Cuando me retiré, me aclaré la garganta y ni siquiera lo miré porque estaba muy nerviosa. ¿Qué significaba el abrazo? ¿Los segundos que nos habíamos sostenido significaban más que un abrazo de amistad normal? ¿También se puso nervioso? ¿Estaba pensando demasiado cada segundo de cada día desde que Greyson East se había metido en mi vida? —Entonces, ¿dónde están las libélulas? —preguntó, separándome de mis pensamientos dramáticos. Carraspeé y froté mi brazo derecho con mi mano izquierda. —Oh, por aquí. Ven. Caminamos por las áreas más populares del parque donde la gente estaba haciendo comidas al aire libre y jugando voleibol. El lago siempre estaba lleno durante los días de verano. Raine no tenía muchos días cálidos, y nuestra misión era tomar el sol lo máximo posible. Cuando Greyson y yo llegamos a la ruta de senderismo, estaba decidido a acariciar a cada perro que se cruzara en nuestro camino. Cada vez que descubría un nuevo cachorro, sus ojos se iluminaban como si fuera el único perro en todo el planeta, y se volvía hacia mí y decía:

—¡Mira su nariz, Ellie! ¡Oh, Dios mío! Está sonriendo. —Era como si acabara de descubrir a su nuevo mejor amigo, hasta que aparecía el siguiente. La forma en que amaba a los animales me dificultaba aún más controlar mis sentimientos cada vez mayores por el chico. ¿Puedes no ser tan perfecto, Greyson? Eso sería genial, gracias. Cuando estábamos a mitad de camino, asentí a mi izquierda. —Está bien, ahora tenemos que cruzar por los árboles. Levantó una ceja. —No estás tratando de llevarme al bosque para matarme, ¿verdad? Me reí. —No seas tonto, Grey. Si quisiera matarte, lo habría hecho hace mucho tiempo. —Bueno, eso es reconfortante. Caminamos entre los árboles y las ramas nos golpearon repetidamente. Nos llevó unos tres minutos salir del follaje áspero antes de acercarnos al claro, y cuando lo hicimos, Greyson sonrió de oreja a oreja. —Vaya —dijo, mirando la extensión de agua. En comparación con el lago real, era pequeño, pero verlo aislado lo hacía parecer enorme, especialmente cuando solo había dos personas a su alrededor. Había algunos troncos grandes, que era donde mamá y yo siempre nos sentábamos y conversábamos. Las flores silvestres estaban completamente florecidas, y la hierba era la más verde de todo el año. —Lo sé, ¿verdad? Lo conduje hasta un tronco y nos sentamos uno al lado del otro. Por un tiempo, estuvimos en silencio, mirando la belleza natural que nos rodeaba. Greyson no dijo mucho, pero su sonrisa habló lo bastante alto para que supiera que no lo odiaba. Entonces, una libélula voló junto a nosotros. —Ya veo por qué te encanta este sitio. Es pacífico —comentó Greyson. —Sí, además que estar cerca del agua ayuda a mi madre con la inspiración para su obra de arte. Levantó una ceja, intrigado. —¿Tu madre es artista? —Sí. Lo ha estado haciendo toda su vida por diversión. Es asombrosa. —¿Y ese es su trabajo? —Bueno, es niñera de día, artista de noche. Podría hacerlo a tiempo completo si quisiera, pero está muy enamorada de ser niñera.

—Eso es bastante bueno. Fruncí el ceño. —Sí, supongo. —¿Qué es? —Es solo que recientemente dejó de cuidar a su última familia. Y no ha estado pintando tanto como lo normal —expliqué, removiéndome en mi asiento—. Creo que está demasiado agotada por la quimioterapia para hacerlo. La sonrisa de Greyson se desvaneció lentamente. —Lo siento, Ellie. —Sí, yo también. —Cuanto menos pintaba, más real se volvía su enfermedad en mi mente. Pero hice todo lo posible para alejar esos pensamientos. Si resbalaba por esa madriguera de tristeza, no saldría de ella—. ¿Qué hay de tus padres? ¿Qué hacen? —pregunté, cambiando de tema. Se encogió de hombros. —Mi padre es el director ejecutivo de una compañía de whisky, y mi madre siempre viaja por diversión. No están mucho por aquí. No he visto a mi madre en unas pocas semanas, y papá a veces llega a casa y duerme. Sin embargo, la mayoría de las veces se queda en el apartamento que tiene en Chicago, en lugar de venir a casa. —Entonces, ¿estás solo la mayor parte del tiempo? —Síp. Quiero decir, antes tenía al abuelo, pero desde que falleció... soy solo yo. —¿Los extrañas? —cuestioné—. ¿Echas de menos a tus padres? —No importa. Echarlos de menos no los hará quedarse. Siempre me prometo que seré diferente, ¿sabes? Quiero ser diferente cuando tenga hijos algún día. Nunca los abandonaría. Se supone que debo hacerme cargo de la compañía de whisky cuando sea mayor, pero lo haría diferente a papá. Haría tiempo para mi familia. Estaría presente. Mi abuelo pudo hacer ambas cosas, ser padre y dirigir un negocio. Aparecía todo el tiempo. —Creo que la gente subestima lo importante que es simplemente estar presente. —Es todo —coincidió. —Entonces, ¿te harás cargo de la compañía de tu padre? —Sí. Mi abuelo lo comenzó. Es una tradición familiar, supongo. —¿Es eso lo que quieres hacer? ¿Qué quieres ser cuando seas mayor? —inquirí. Respondió sin esfuerzo: —Feliz. —¿Feliz?

—Sí. Eso es todo. Es lo que mi abuelo siempre me decía. Diría: "Greyson, escucha atentamente. Puedes ser cualquier cosa en el mundo, y sería lo suficientemente bueno. El título del trabajo no importa mientras tengas comida en la mesa y calor en la estufa. Lo que más importa es ser feliz. Así que, cuando crezcas, asegúrate de ser feliz. Todo lo demás sucederá". Así, sí, solo quiero ser feliz. No me importa lo que esté haciendo siempre y cuando sea feliz mientras lo hago. Me gustó su respuesta más de lo que podía decir. —¿Y tú, Ellie? ¿Qué quieres ser? —Feliz —repliqué, robando su respuesta—. Creo que también quiero ser feliz. Me sonrió y gentilmente empujó mi hombro con el suyo. Luego levantó la cabeza y miró al cielo. —Me gusta mucho este lugar. —Sí. Es un buen escape del mundo muggle —comenté. Sonrió de lado. —Realmente te gustan las cosas de Harry Potter, ¿eh? —Es solo el aire que respiro —dije con naturalidad. Realmente no podía imaginar lo que me hubiera pasado si no hubiera tenido a Harry Potter para ayudarme en los últimos años. Si no lo hubiera hecho, podría haber creído las mentiras que la gente decía sobre mí. Habría pensado que no era mágica, y eso habría sido una pena. Era triste que tantas personas pasaran por la vida sin saber que estaban llenas de magia. —Creo que es genial que te guste tanto —dijo—. Y estoy deseando que salga el próximo. —Yo también —afirmé—. No puedo esperar. Nos sentamos allí mirando a las libélulas zumbar, y respiré hondo y luego exhalé lentamente. —¿Puedo hacerte una pregunta? No tienes que responder si no quieres. —Cualquier cosa. —¿Cuál es la historia de Stacey White? De nuevo, no tienes que responder, pero siento que fue la que nos unió... Se pasó el dedo por la nariz. —Es vergonzoso. —No tienes que decirlo, de verdad. Solo tengo curiosidad. Juntó los dedos, rodó los hombros hacia atrás y crujió el cuello. —Bueno, sí, yo también sentiría curiosidad, supongo. Sin embargo, es realmente vergonzoso.

—Me pongo chaquetas de punto tejidas con libélulas, Greyson. Vergonzoso es mi segundo nombre. Suspiró y asintió, volviéndose para mirarme. Aplaudió una vez. —Está bien. Así que, Stacey y yo estuvimos saliendo por un período corto, no largo, y ni siquiera estaba seguro si era alguien con quien debería haber salido, porque, bueno, no es realmente mi tipo. Está un poco absorta en sí misma, pero como sea. Todo iba bien con ella, hasta que estuvo lista para, bueno, ya sabes... —Sus mejillas se enrojecieron y, por primera vez, vi a Grey ponerse nervioso. Finalmente, estábamos en las mismas condiciones. —Sí, lo sé. —Asentí, haciendo todo lo posible por calmar sus nervios. —Cuando le dije que nunca lo había hecho, se echó a reír, pensando que estaba bromeando, así que también me reí, tratando de disimularlo. Pero luego, cuando fuimos a hacer el acto, no pude... — Bajó la mirada—. Bueno, quiero decir, mis nervios... no pude… levantarlo. —Las últimas palabras fueron susurradas, y juro que nunca me había gustado más—. Estaba nervioso y pensando demasiado, y sé que es vergonzoso que tenga diecisiete años y no haya... —Yo tampoco —interrumpí. Me miró sorprendido, lo que me sorprendió. ¿La que usaba chaquetas de punto y le encantaba Harry Potter era virgen? ¡De ninguna manera! —¿En serio? —cuestionó, claramente sintiendo la esperanza de no ser el único de nosotros que quedaba en el planeta. —En serio, en serio. No es impactante. Nunca siquiera me han besado. —Estás equivocada —discutió—. Eso es impactante. Me encogí de hombros. —Creo que las personas de nuestra edad hacen que sea más importante de lo que es. —Que es exactamente lo que hizo Stacey. Se rió en mi rostro y se burló de mí, diciendo que el chico más popular en la escuela ni siquiera podía darle un orgasmo. Entonces, rompí con ella. No se lo tomó muy bien y amenazó con contarles a todos sobre mis... problemas de rendimiento. Le dije a Landon, y se encargó de ello. Sabía algo sucio sobre Stacey que ella no quería que saliera a la luz, así que se calló al respecto, lo que me llevó a deberle Landon. —Ya veo. —Sí. Es un imbécil, pero es mi mejor amigo, así que al menos es un imbécil leal.

—Vaya. Eso es realmente muy amable de su parte... ya sabes, hasta que te obligó a hablar con una chica rara en una fiesta chantajeándote. —No me arrepiento de eso —dijo con naturalidad. Suspiro. —Yo tampoco. —Te debo las gracias, Ellie. —¿Por qué? Se aclaró la garganta y se rascó la nuca. —Las últimas semanas desde que falleció mi abuelo, he estado realmente solo y triste, incluso cuando estoy con otras personas en fiestas y otras cosas, ha sido difícil. Pero cuando estoy contigo, ya no estoy solo. Cuando estoy contigo, siento que pertenezco. Así que te debo por eso. Casi olvidé lo que se siente. —¿Casi olvidaste lo que se siente qué? Se encogió de hombros. —Ser feliz.

8 Eleanor

—¿C

uál es nuestra gran aventura hoy? —le pregunté a Greyson mientras se acercaba a mi casa un sábado por la tarde. Realmente necesitaba un descanso de la realidad, porque mi madre tuvo una noche difícil. Actualmente estaba descansando mientras papá la cuidaba. Le pregunté si quería que me quedara en casa, pero me dijo que me fuera con Greyson y me divirtiera. Prefería que me lo pasara bien en lugar de preocuparme demasiado. Greyson sonrió mientras metía las manos en los bolsillos de sus vaqueros. —Estaba pensando en ganarte un animal de peluche en la feria del condado. Me pareció lo bastante bueno. Había tantas cosas que me encantaban de estar cerca de Greyson. Me encantaba que cuando hablaba de cosas, se expresaba con gestos masivos con las manos. Me encantaba cómo tarareaba canciones cada vez que era feliz. A veces simplemente caminábamos por la calle y comenzaba a dar golpecitos con su pie mientras tarareaba una canción al azar. Me encantaba que cuando me miraba, realmente me miraba, como si yo fuera la única chica a la que volvería a mirar. Me encantaba que cuando le hablaba, escuchaba y respondía con preguntas para profundizar la conversación. Me encantaba cómo tenía un pequeño hoyuelo en la mejilla izquierda que aparecía cada vez que sonreía. Me encantaba cómo su mano se deslizaba accidentalmente sobre la mía mientras sosteníamos la barra en el Tilt-A-Whirl6 en la feria. Me encantaba que pudiera comer tres perritos calientes de maíz y luego anhelar algodón de azúcar. Me encantaba su risa. Dios, amaba su risa. También me encantaba su determinación a ganarme un maldito animal de peluche. 6

Tilt-A-Whirl: es una atracción de feria que da vueltas sobre una plataforma que rota y va subiendo y bajando en ciertas partes de dicha plataforma.

—De verdad que no pasa nada, Grey. —Me reí mientras nos parábamos frente a una cabina de carnaval donde había estado haciendo todo lo posible para golpear una diana con una pelota de béisbol para ganarme un animal de peluche. —¡No! Puedo hacer esto. —Resopló, aparentemente más resuelto que nunca, a pesar de que ya había fallado el objetivo catorce veces. Levantó la pelota de béisbol, dio un paso hacia atrás, rodó su brazo y la lanzó con todas sus fuerzas. Falló por unos centímetros. —Maldición —murmuró. —Cinco dólares más por cinco bolas más —mencionó el tipo de la cabina. —No vale la pena —dije, tocando ligeramente el brazo de Greyson— . Estas cosas están hechas para perder. Greyson entrecerró los ojos y buscó en su billetera, sacando cinco dólares más. Con la forma en que iban las cosas, el pobre chico iba a tener que gastar su fondo universitario para ganarme ese oso panda de peluche. Comenzó a lanzar las bolas una vez más, y, por supuesto, siguió perdiendo. En un momento, el tipo de la cabina incluso frunció el ceño ante los intentos de Greyson. —Este es el indicado —dijo Greyson mientras sostenía la vigésima pelota en su agarre—. Este es el que será diferente a todos los anteriores —prometió. En cierto sentido, tenía razón. Echó el brazo hacia atrás y lo balanceó hacia adelante, y en un extraño accidente, la bola de béisbol golpeó la esquina de la diana y rebotó, lanzando la pelota directamente hacia él, golpeándolo directamente en el rostro. —¡Oh, Dios mío! —grité cuando Grey salió volando hacia atrás y se estrelló contra el suelo. Me apresuré a su lado y me incliné—. Grey, ¿estás bien? —¿Gané? —preguntó con el ojo izquierdo bien cerrado. El enrojecimiento por el impacto de la pelota ya había aparecido cuando lo ayudé a ponerse de pie. —No, en absoluto. —Maldición, pensé que lo tenía esta vez. —Toma, hombre. Solo toma el panda —dijo el feriante mientras nos tendía el animal de peluche—. Cualquiera que se esfuerce tanto por impresionar a una chica merece darle un animal de peluche. Greyson sonrió con su ojo rápidamente amoratándose. Tomó el oso panda y me lo entregó. —¿Ves? ¡Sabía que el momento era afortunado! —exclamó.

Me reí. —Sí, bueno, vamos a buscar un lugar para sentarnos y así poder encontrar hielo para tu ojo. Me entregó el animal de peluche, lo tomé y lo abracé con fuerza. Gracias, Grey. Lo llevé a un banco y lo forcé a sentarse mientras me alejaba para buscar hielo para su ojo. Cuando regresé, el chico estaba sentado allí con un ojo negro y azul y un bastón de algodón de azúcar, sonriendo como un tonto. Me gustó tanto en ese momento… tanto, tanto. Siguió metiendo algodón de azúcar en su boca mientras me sentaba a su lado. —Quédate quieto —ordené mientras colocaba la tela llena de hielo contra su ojo. Se encogió un poco cuando tocó su piel—. Lo siento — dije, alejando la tela de él. Mis dedos tocaron suavemente el área hinchada de su ojo—. Solo quiero ponerle hielo antes de que empeore. —Puse el hielo contra su piel y sonrió. —Me gusta eso —comentó. —¿El hielo en tu rostro? —No. Me gusta cuando me tocas. Mi corazón dejó de latir, dejé de respirar, y Greyson siguió sonriendo. No respondí, porque había olvidado por completo cómo formar palabras, pero estaba segura de que mi rostro enrojecido le decía exactamente cómo me habían hecho sentir sus palabras. —Así que, sé que hoy ha estado lleno de acontecimientos, pero, si estás preparada, tengo una de las películas de kung fu favoritas de mi abuelo en DVD. Pensé que tal vez podríamos verla en mi casa —ofreció Greyson. —Claro, eso suena divertido. Nos dirigimos a su casa, y aunque seguí mirando hacia el ojo magullado de Greyson, parecía que no le molestaba. Simplemente comenzó a tararear una melodía, así que comencé a tararear con él. Tarareamos durante todo el camino, hasta que nos acercamos a casa de Greyson y su sonrisa se desvaneció. Se oían gritos provenientes del interior de la casa, y pude ver a sus padres chillándose a través de las ventanas delanteras. El comportamiento de Greyson cambió cuando la vergüenza se apoderó de él. Se volvió hacia mí y se frotó la nuca. —Uh, tal vez deberíamos pasar el rato en otro momento. —Sí, está bien, no pasa nada. —¿Hablo contigo más tarde?

—Sí, por supuesto. Me di la vuelta para alejarme, pero luego miré por encima del hombro para verlo mirando a su casa con derrota. Estaba claro que no quería entrar a la casa con los gritos. —Oye, todavía no estoy lista para ir a casa —dije—. ¿Quieres ir a Laurie Lake para pasar un rato más? —Necesitaba un descanso. Necesitaba algo para apartar su mente de su propia tristeza. Tal vez me necesitaba tanto como yo lo necesitaba para no estar tan roto. Me miró y vi un destello de alivio en su rostro. —Sí, de acuerdo. Vámonos.

—¿Tus padres siempre son así? —pregunté sentábamos en nuestro tronco en Laurie Lake.

mientras

nos

—Aún más últimamente. Simplemente no lo entiendo. Si se odian tanto, ¿por qué molestarse en estar juntos? Ni siquiera puedo pensar en una época en la que realmente se quisieran. —Lo siento mucho, Grey. Eso tiene que ser difícil para ti. —Es más fácil cuando no están en casa, y afortunadamente casi nunca están en casa. Además, el año que viene iré a la universidad y no me importará mucho. —Aun así, lo siento. No podía imaginar vivir en una casa sin un tipo fuerte de amor. Mis padres nadaban en el amor del otro como si sus corazones fueran océanos. Se sostenían el uno al otro cada vez que los tiempos eran difíciles. Su tipo de amor hacía del mundo un lugar mejor para estar. No podía imaginarlos no estando completamente enamorados el uno del otro. Eran la mejor historia de amor que había presenciado, y era tan difícil incluso imaginárselos separados. Juro que sus corazones latían juntos como uno. Si había una cosa que sabía con certeza, era el hecho de que no había Kevin sin una Paige. —Simplemente nunca quiero ser así —confesó—. Cuando me enamore, será real. No va a ser un amor por conveniencia, será un amor para siempre. De lo contrario, ¿cuál es el punto? —Estoy de acuerdo.

—Pero tengo que agradecer a mis padres. En todo caso, me enseñaron lo que no es el amor, por lo tanto, sabré lo que es cuando llegue. Siguió haciendo sus cosas nerviosas con sus manos, y juro que mis latidos se dirigían directamente a él. —Lo siento. Podemos hablar de otra cosa —ofreció—. Tal vez podamos hablar de nosotros. Corazón salta y da vueltas. —¿Sí? ¿Qué pasa con nosotros? —He estado pensando mucho en eso últimamente, sabes. —La cabeza de Greyson se inclinó hacia mí y nos miramos a los ojos—. Acerca de cómo sería besarte. Juro que controlaba los latidos de mi corazón con esas palabras. Realmente no habíamos hablado mucho sobre cosas así, sobre nosotros y si había algún sentimiento involucrado además de la amistad. Lo máximo que habíamos hecho era un abrazo, por amor de Dios, y un abrazo de él era suficiente para incendiar mi mundo. Por un tiempo, pensé que mi enamoramiento por Greyson era unilateral, por lo que escuchar esas palabras salir de su boca se sentía como un sueño. —¿Alguna vez pensaste en eso, Ellie? —preguntó. Inhalé lentamente. —Solo siempre. Se acercó un poco más a mí y dejé que sucediera. Me puso el cabello detrás de las orejas y dejé que sucediera. Su sonrisa derritió cada parte de mí, y dejé que sucediera. —Lo pienso mucho. Después de pasar el rato a veces, me castigo por solo no hacerlo. Lo pienso demasiado. Que debería haber sucedido cuando comimos helado, o cuando me trajiste aquí. O en los escalones de Molly. —Arrugó el rostro—. Probablemente no en los escalones de Molly, pero aun así, pienso en ello. —Yo también. Todo el tiempo. —Hice una pausa—. Bueno, no todo el tiempo, pero sí... todo el tiempo. Puso su mano en la mía y la apretó ligeramente. —Solo quiero que sea perfecto, ¿sabes? Especialmente ahora que sé que es tu primer beso. Eso es importante. En las novelas que me has hecho leer, siempre sucede de forma natural —dijo suavemente—. Tomo notas cuando leo sobre cómo lo hace el héroe, dónde sucede, cuán cómodos o incómodos parecen ambos personajes. Sentí sus manos temblar levemente, ¿o eran mis manos las que temblaban? Se estaba volviendo difícil saber cuáles eran sus sentimientos y los míos. Eso estaba bien, sin embargo.

Me gustaba la confusión. —Lo sé —comenté—. Siempre hay un momento... —Cuando el momento es solo... —Correcto. —Terminé su oración, conociendo sus pensamientos de la misma manera que él conocía los míos. —¿Ellie? —¿Sí, Grey? —¿Sería un cliché de mi parte preguntar si puedo besarte? —Sí. —Me acerqué, tan cerca que sus labios estaban a milímetros de los míos, tan cerca que sus exhalaciones se convirtieron en mis inhalaciones, tan cerca que mi mente ya había decidido que sería el mejor primer beso de mi vida—. Pero hazlo de todos modos. Y entonces lo hizo.

9 Eleanor

—¡E

s tan tonto! —exclamé mientras mamá y yo íbamos a comprar víveres. Deambulé frente a ella mientras empujaba el carrito—. Siguió intentando ganarme el animal de peluche y terminó con un ojo negro. Aunque, incluso con el ojo negro, parecía estar orgulloso de ello. —Eso es tan dulce, cariño. —Fue dulce, en una forma muy estúpida. —Caminé hacia la fruta fresca, moviéndome de puntillas mientras pensaba en Greyson. De vez en cuando comenzaba a tararear—. Se supone que salgamos por comida mexicana la próxima semana y estoy realmente emocionada por eso. —Mis manos se movieron por las naranjas. ¿A Greyson le gustaban las naranjas? Tendría que preguntarle. Quería conocerlo todo sobre Greyson East. Lo bueno, lo malo y sus opiniones acerca de la fruta. —Oh y olvidé contarte que... Pum. Me di la vuelta rápidamente ante el fuerte sonido que me sacó de mi actual estado soñador. —¡Mamá! —chillé, apresurándome a ir junto a ella. Estaba acostada en el suelo y sus ojos se estaban cruzando antes de cerrarse. Sacudí su cuerpo, pero no estaba respondiendo—. ¡Mamá, mamá! ¡Alguien, ayuda! —grité. Estaba completamente inconsciente y mi corazón se rompió en un millón de pedazos. Una ambulancia fue llamada hacia la escena y lloré más fuerte de lo que había llorado alguna vez mientras me sentaba junto a ella e intentaba despertarla. Cuando volvió en sí, estaba aturdida y confundida. Intentó hablar, pero estaba demasiado temblorosa. Simplemente me quedé mirándola fijamente, con ojos muy abiertos y aterrorizados. Observé mis lágrimas salpicar sus pómulos muy prominentes debajo de su fina piel. No podía parar. No podía parar de sollozar. No podía dejar de temblar. No podía deshacerme de la desesperanza que sentía.

Fuimos llevadas rápidamente hacia el hospital y papá nos encontró allí. Me obligó a sentarme en la sala de espera mientras buscaba respuestas. Me senté, esperé y lloré. Me senté, esperé y lloré un poco más. Mamá fue dada de alta unas horas más tarde y todo el trayecto a casa estuvo fue en completo silencio. Ese fue el día en que se volvió real para mí. Esa fue la primera vez desde que nos enteramos de su cáncer en la que realmente tuve miedo. Durante un tiempo, había sido lo suficientemente ingenua para pensar que estaba mejorando en lugar de empeorando, entonces una llamada de atención me golpeó en el pasillo de los productos frescos.

A la mañana siguiente, mamá entró en mi habitación y me mostró una pequeña sonrisa. Llevaba puesta una camiseta de Janet Jackson con overoles y su cabello estaba envuelto en un pañuelo. En su mayoría, lucía como regularmente lo hacía. Difícilmente podrías decir que algo estaba mal simplemente al mirarla. Por las apariencias, no parecía una mujer que se hubiera desmayado el día antes. Pensé que esa era la parte más difícil de asimilar: ¿cómo podía parecer que estaba bien, pero no estarlo? —Hola, hermosa —dijo. —Hola, mamá. —Así que... ayer fue un día difícil. —Deberías estar en la cama —dije—. Necesitas descansar. Me enderecé un poco. —Lamento eso. Yo… Negó. —Está bien, en serio. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien. Lamento si te asusté. —No deberías estar preocupada por mí. —Soy madre, cariño. Preocuparme por mis hijos es todo lo que hago. Bajé mi cabeza. —Estoy asustada, mamá.

—Lo sé. —Entró en la habitación y se sentó en el borde de la cama junto a mí. Envolvió un brazo a mi alrededor y apoyé mi cabeza contra su hombro. —Solamente necesito que estés bien, ¿de acuerdo? ¿Puedes hacer eso? Pasó sus dedos a través de mi cabello pero no respondió. Mi madre no era alguien que hiciera promesas que no podía cumplir. —Tu padre salió para aclarar su cabeza y probablemente estará fuera durante un rato. ¿Quieres conducir hacia Laurie Lake? —¿Estás lo bastante bien para viajar? —pregunté cautelosamente. —Lo prometo, Ellie. Estoy bien. —De acuerdo. Nos dirigimos hacia el lago y fuimos hacia nuestra área apartada. Hacía calor esa mañana. Lo máximo se suponía que fueran treinta y cinco grados, pero ya se sentía como si fueran más. Nos sentamos bajo el sol, derritiéndonos y bebiendo de las botellas de agua que habíamos traído. Hubo silencio por un tiempo. Me pregunté si estábamos calladas porque no teníamos nada que decir o porque no sabíamos cómo decirlo. Mamá levantó su cabeza hacia el cielo con sus ojos cerrados y sintió el sol empapando su piel. —Tenía treinta y tres la primera vez que descubrí que tenía cáncer. Tú tenías dos años. Me giré para mirarla, aturdida. —¿Has tenido cáncer antes? —Sí. Eras tan joven y recuerdo llorar contigo en mis brazos, porque la idea de dejar este mundo era demasiado difícil de enfrentar. Eras tan nueva para mí y tu padre y yo habíamos peleado tanto para tenerte en nuestras vidas. Apenas te estabas convirtiendo en tu propia persona. Te estaba observando crecer para convertirte en esta hermosa niña con su propia personalidad. Pensé en todas las cosas que me perdería, todas las primeras veces que ni siquiera habías descubierto. Tu primer día de escuela, tu primer baile... tu primer novio, tu primer beso. Tu primer corazón roto. Recuerdo enojarme tanto con el mundo, con mi propio cuerpo por traerte a mí solo para alejarme de ti. Se sentía injusto. Sentía como si me hubiera traicionado a mí misma. Un día, cuando mis preocupaciones eran muy fuertes y mi corazón estaba rompiéndose, ¿sabes lo que me dijo tu padre? —¿Qué? —“Todavía estás aquí, Paige. Todavía estás aquí”. Eso lo cambió todo para mí. Solo necesito que también sepas eso, ¿está bien? —Tomó mi mano con las suyas y la palmeó gentilmente—. Todavía estoy aquí, Ellie.

—Sin embargo, no puedo dejar de pensar en si no lo estuvieras. Pensé que ayer era... —Cerré mis ojos e inhalé fuertemente—. Pensé que te habías ido... —Lo sé, pero incluso si llega el día en el que no puedas verme físicamente, todavía estaré aquí. Siempre. Tomé aliento. Ese era un concepto difícil. —Estoy muy asustada, mamá —confesé. —Tener miedo está bien, mientras no dejes que te asfixie. —Miró hacia sus manos—. ¿Conoces la historia detrás de las libélulas? — inquirió—. ¿Sabes lo que representan? —No. Nunca me lo has contado. —En casi todas las partes del mundo, la libélula representa el cambio y la transformación. Vive la mayor parte de su vida como una ninfa. ¿Sabes lo que eso significa? —¿Como un hada? Sonrió. —Bueno, ese es uno de los significados, pero en este caso significa que es un insecto con una metamorfosis incompleta. Es la etapa antes de que obtenga sus alas. En realidad, las libélulas solo vuelan durante una pequeña fracción de sus vidas. —No sabía eso. —Loco, ¿cierto? Cuando ves libélulas, pensarías que vuelan durante toda su vida, pero no tomas en cuenta el número de días sin volar que vinieron antes de eso. Sin embargo, la libélula nunca se reprime por no tener alas. Nunca piensa demasiado sobre cuándo vendrán. Simplemente vive por completo en el momento. Eso es lo que significan para mí: vivir en el momento. Viven todos los días momento a momento, sin pensar demasiado en el futuro. Sabía hacia dónde se estaba dirigiendo. —No soy una libélula, mamá. No puedo evitar pensar demasiado en todo. —Lo sé. También he estado pensando demasiado las cosas, pero también quiero encontrar los momentos buenos. No quiero que los próximos días, cuantos sean, estén llenos de momentos tristes, Ellie. Quiero conocer las cosas buenas. Quiero pensar que puedes encontrar una razón para sonreír todos los días, si buscas lo suficiente. Entonces, ¿puedes hacer eso por mí? ¿Por nosotros? ¿Puedes encontrar una razón para sonreír todos los días? —Sí —prometí, aun cuando no sabía si era cierto. Por ella, lo intentaría. Jugueteé con mis dedos mientras las libélulas zumbaban alrededor, en la distancia—. No te perdiste una de mis primeras veces —dije—. Greyson me besó hace dos noches.

Los ojos de mamá se iluminaron y, por primera vez en las últimas veinticuatro horas, sonrió, una sonrisa auténtica llena de felicidad. —Oh, Dios mío. —Puso sus manos sobre las mías—. Cuéntamelo todo. Mientras se lo contaba, seguía sonriendo de oreja a oreja, y me di cuenta de que yo también estaba sonriendo, no porque Greyson me hubiera besado, sino porque ella estuvo para mí ese día. Ver su brillo se sentía tan maravilloso. Ver que no lloraba fue lo que hizo que mis labios se curvaran hacia arriba. Ella era mi razón para sonreír.

10 Eleanor

D

espués de que mamá se desmayara, las cosas se volvieron más difíciles.

Me hizo dejar de ir a los tratamientos de quimioterapia con ella, a pesar de que luché con uñas y dientes por ello. Al principio, todos estábamos bien. Encontramos nuestras razones diarias para sonreír. Entonces, las cosas avanzaron. Dejó de pintar en el garaje. Su cabello disminuyó. Sus movimientos eran cada vez más lentos. Una noche después de la quimioterapia, se puso muy enferma. Me despertó en medio de la noche, y no hubo manera de que me volviera a dormir. Mientras papá la ayudaba en el baño de abajo, me senté en la parte superior de la escalera, escuchando. Estaba llorando, diciéndole que estaba cansada. No sabía si se refería a física o mentalmente. Tal vez un poco de ambos. Abracé la barandilla mientras papá ayudaba a mamá a regresar a su dormitorio. Después, volvió y se quedó quieto en medio de la sala de estar. Miró hacia adelante, hacia la pantalla de televisión en blanco, y luego se tapó la boca y comenzó a sollozar incontrolablemente. Amortiguó sus lágrimas con sus manos, haciendo todo lo posible por mantener su dolor contenido para no preocuparnos ni a mamá ni a mí. Mi padre era el experto en poner una expresión valiente. Siempre cuidaba de mamá y luego venía a verme para asegurarse de que estaba bien. Sin embargo, si le preguntaba cómo estaba, siempre me respondía, "Genial", aunque sabía que era mentira. Mi padre tenía el corazón roto. Se negaba a admitirlo ante nadie, pero pude verlo incluso antes de que empezara a llorar. Al día siguiente, apenas pudimos encontrar una razón para sonreír. Y al siguiente, se volvió aún más difícil. Nuestras razones para la alegría disminuían día tras día. Todos lo sabíamos, pero tratábamos de ocultarnos el hecho de que cada día nos estábamos rompiendo más.

Nuestras razones para sonreír eran muy pocas, pero todos estábamos demasiado cansados y éramos demasiado testarudos para admitirlo.

—Hola, Ellie —dijo Greyson mientras se paraba en mi porche un sábado por la tarde. Sostenía un lienzo en sus manos y sonreía alegremente. Estaba confundida sobre por qué estaba allí. La verdad era que desde que todo lo de mamá empeoró, había sido un poco antisocial. No tenía ni idea de por qué seguiría queriendo ser mi amigo, o lo que fuera que fuéramos. Ni siquiera habíamos tenido la oportunidad de hablar de algo entre nosotros después de nuestro primer beso. Nunca lo mencionó, y yo tampoco. Si pasábamos el rato, estaba tranquila por fuera mientras mis entrañas gritaban. No se había inscrito para tener una amiga triste, pero aun así, seguía apareciendo. Algo debería ser dicho sobre las personas que aparecen para las almas deprimidas. Nunca reciben suficiente crédito por ser lo bastante valientes para quedarse. —Hola. ¿Qué haces aquí? —pregunté. —Pensé que podría pasar a conocer oficialmente a tu madre. Quería ver si le gustaría enseñarme algunas de sus habilidades artísticas. —Eso es genial, pero no se siente muy bien hoy. —Oh. Bueno, tal vez... —Me siento lo bastante bien para eso —interrumpió mamá. Me di la vuelta para verla en el vestíbulo, más delgada de lo que me gustaría. —¿Estás segura? —le pregunté. Tenía bolsas bajo los ojos, el cabello envuelto en un pañuelo y no se parecía en nada a ella misma. —Por supuesto. Adelante, Greyson. Pasó junto a mí y siguió a mamá hasta la sala de estar. Puso sus materiales sobre la mesa y luego se sentó junto a mamá en el sofá. —Siento que no nos hayamos conocido oficialmente, señora Gable, pero soy Greyson. Solo quería pasar a ver si puede darme algunos consejos de arte. No soy un artista en absoluto, pero Ellie me ha dicho que es la mejor artista del mundo, y me encantaría preguntarle sobre técnicas y cosas así. Entonces, por primera vez en días, mamá sonrió.

Más de eso. Por un momento, Greyson la hizo olvidar su enfermedad y la acompañó de vuelta al mundo que amaba más que nada. Habló de curvas y líneas, pasteles y tizas, dibujos en papel versus lienzo. Le hizo pintar y luego criticó su trabajo, pero con una dulzura que mamá siempre poseía. No hacía críticas sin ofrecer soluciones. Sus ojos se iluminaban cuando hablaba de arte. Después de un rato, se dirigieron al estudio de mamá en el garaje y se quedaron allí durante horas. No me uní a ellos, porque todo de lo que hablaban me era ajeno. Mamá lo necesitaba, necesitaba sentirse inspirada. Cuando terminaron, ambos regresaron a la casa cubiertos de pintura. Mamá llevaba un delantal, y un pincel estaba equilibrado detrás de su oreja. Se parecía un poco a ella misma. —Gracias, Grey —le dije mientras se preparaba para irse. —¿Por qué? —Por ser tú. No sabía por qué había entrado en mi vida todas esas semanas antes. No sabía por qué decidió quedarse. No merecía un amigo como él. Honestamente, no estaba segura de que alguien mereciera a Greyson East en su vida, pero estaba muy agradecida de que estuviera en la mía. Mamá se acercó a mí después de que Greyson se fuera y me pasó el brazo por el hombro. —¿Sabes lo que me gusta de ese chico? —cuestionó. —¿Qué? —Todo.

11 Eleanor

C

uando llegó la sexta cita de quimioterapia de mamá, las clases habían empezado. Nunca pensé que lo diría, pero volver a la escuela era el tipo de actividad normal que necesitaba en mi vida. Me distraía de preocuparme y necesitaba un descanso de la preocupación. Shay y Greyson también se aseguraban de mantener mi mente ocupada. Venían a mi casa y leían libros conmigo, y se sentaban conmigo durante el almuerzo. Hablaban de cualquier cosa y de todo para hacerme reír. Resultó que Greyson era el maestro de contar chistes realmente malos que no tenían sentido pero, de alguna manera, aún eran divertidos. Incluso en los días en los que no me sentía feliz, reía un poco. Si Shay no me estaba controlando, Greyson estaba buscando una actualización. Necesitaba eso. Necesitaba sus controles para recordarme que no estaba sola. Un sábado por la tarde, me senté ante mi ordenador investigando el cáncer. Mis padres me dijeron que ya no buscara nada en internet, pero no pude evitarlo. Era como una extraña adicción de la que no podía deshacerme. Aunque me entristecía, seguía presionando entrar en el motor de búsqueda. Cuando sonó el timbre, me enderecé cuando mamá me llamó. Me apresuré a la sala de estar, y retrocedí un poco cuando vi a Greyson parado allí con un traje y una corbata con un ramillete en las manos. —Hola, Ellie —dijo con esa sonrisa de Greyson. Alcé una ceja. —¿Hola...? —Bajé la ceja—. ¿Qué estás haciendo? —Oh, estaba en el vecindario y quería ver si querías ser mi cita para el baile. —Uh, el baile es esta noche —repliqué, confundida. —Sí. Compré las entradas hace unas semanas, pero no quiso decírtelo porque estaba bastante seguro de que encontrarías una manera de evitarlo. Por lo que ahora es demasiado tarde para decir que no, y viendo que ya estoy en traje, tienes que venir.

Mamá se rió un poco mientras me removía en el piso alfombrado. —No puedo ir al baile contigo. —¿Por qué no? —No lo sé, simplemente no puedo. En realidad, estoy ocupada investigando un poco. —¿Qué? —preguntó mamá con una ceja arqueada. —Nada —respondí bruscamente, sabiendo que me mataría si se enterara—. Además, ni siquiera tengo un vestido. —Puedes tomar uno mío —dijo mamá, dándome una sonrisa—. Incluso te ayudaré a prepararte. —Pero, ¿y si necesitas algo? ¿Y si tú y papá necesitan mi ayuda? — Ese era mi mayor temor, que algo malo pasara mientras no estaba cerca. —Estoy bien, Ellie. Todavía aquí —dijo mientras caminaba hacia mí—. Ahora, creo que tienes que darle una respuesta a este buen chico. ¿Vas a ir al baile con él? Me mordí el labio inferior mientras mi estómago se revolvía con mariposas y preocupaba al mismo tiempo. Miré a mamá y luego a Greyson. Luego otra vez a mamá. —¿Estás segura de que estás bien? —Cien por ciento. —¿Y si necesitas algo, llamarás? —Cien por ciento. Suspiré y dejé que la preocupación desapareciera a medida que entraban más mariposas. Me volví hacia Greyson y sonreí. —Necesito unos minutos para prepararme. —Tómate tu tiempo. —Se acercó al sofá y se sentó—. Esperaré. Mamá me llevó a su habitación y comenzó a hurgar en su armario buscando opciones para que me pusiera. Nunca había estado en un baile. Ni siquiera sabía si sabía bailar, sinceramente. Si sabía algo sobre mí, era el hecho de que no era la mejor en las reuniones sociales. Pídeme que lea un capítulo en voz alta en clase, y lo haría perfecto. Pídeme que sea sociable y me derretiría en un charco de ansiedad. Pero era con Greyson. ¿Cómo podría decir que no a esos ojos y esa sonrisa? —¿Qué tal este? —preguntó mamá, sosteniendo un vestido negro con una baja caída en la espalda—. Incluso puedes usar tus Chucks con él, porque eres tú, y eso es increíble. —Es hermoso —contesté—. Creo que es perfecto.

—Bien. Ahora esperándote.

ve

a

cambiarte.

Hay

un

chico

muy

dulce

Me apresuré a mi habitación y me puse el vestido. Me quedaba bastante bien, pero mamá era una reina de los alfileres y lo ajustó más donde tenía que estar ajustado, y dobló la parte inferior para que no me tropezara con el vestido durante toda la noche. Luego, me ayudó con mi cabello y me dio un toque de maquillaje. Incluso me roció con su perfume favorito. —Te ves como una diosa —dijo mamá, llorando—. Te ves como una hermosa diosa, Ellie. —Gracias, mamá. Me abrazó con fuerza y luego me acompañó a la sala de estar, donde papá y Greyson estaban sentados esperando. Ambos se pusieron de pie al instante cuando aparecimos y sus dos mandíbulas cayeron. —Vaya —dijeron al unísono. —Ellie, te ves… —comenzó papá. —Hermosa —terminó Greyson. Sentí mis mejillas calentarse mientras miraba hacia otro lado, sintiéndome tímida. Entonces, Greyson se acercó a mí con el ramillete y me pidió mi muñeca. —¡Espera! ¡Pausa! ¡Necesito tomar la cámara! —exclamó mamá, agitando sus manos. Era divertido ver lo emocionada que estaba por todo esto. Últimamente, cada vez que sonreía, se sentía como una bendición. Se apresuró a regresar, sosteniendo una cámara, y comenzó a tomar fotografías de Greyson y yo. —Cuidado con la colocación de la mano, Greyson —advirtió papá. —Sí, señor —respondió Greyson, moviendo sus manos un poco más alto, apenas tocando mi espalda. Creo que papá lo ponía nervioso, lo cual era divertido, ya que mi padre no era más que un gran oso de peluche. —Si quieren, podemos llevarlos al baile de la escuela y recogerlos más tarde —ofreció papá, y le tomamos la palabra. Mientras conducíamos, mamá seguía mirando hacia atrás y sonriéndonos a los dos. —Ustedes dos se ven adorables —repetía, sacudiendo la cabeza con asombro—. Simplemente adorables. —Gracias, señora Gable —dijo Greyson, y juro que su rostro estaba incluso un poco rojo por la vergüenza. Al menos no era solo yo. Nos detuvimos en la escuela y nos dejaron. —Muy bien, ustedes dos, ¡diviértanse mucho! —exclamó mamá.

—Pero no demasiada diversión —agregó papá, señalando a Greyson. Greyson tragó saliva y salió del auto. Cuando salí y comencé a alejarme, mamá me llamó y bajó la ventanilla. —¿Y Ellie? —¿Sí? Extendió sus manos hacia mí y caminé hacia ella, tomándolas en las mías. Me incliné y me apretó ligeramente las manos. —Vive este momento, mi libélula. Vive plenamente este momento. —Te quiero, mamá. Me acercó y besó mi mejilla. —También te quiero. Ahora ve. Pasa el mejor momento de tu vida. Me acerqué a Greyson, que se veía muy guapo con su traje. Había un montón de personas alrededor de la entrada de la escuela, arregladas y riendo. —¿Nerviosa? —inquirió. —Aterrorizada —respondí. Esta era nuestra primera salida en público. Nuestra revelación, de algún tipo. Claro, almorzábamos juntos, pero Shay siempre estaba allí. Nunca parecíamos ser una cosa, pero entrar juntos a ese edificio definitivamente lo haría parecer así. Ni siquiera sabía realmente lo que éramos, pero tampoco veía la necesidad de averiguarlo. Era bastante simple, en realidad. Él era él, yo era yo y nosotros éramos nosotros. Esta era nuestra historia. —No te preocupes, Ellie. Te tengo. Y además —tomó mi mano entre las suyas, uniéndonos—, te ves hermosa esta noche. Escalofríos. Escalofríos por todo mi cuerpo. —¿Lista? —preguntó. —Lista —contesté. Cuando entramos en el gimnasio, algunas personas susurraron sobre nosotros dos juntos, pero Greyson no pareció prestarle mucha atención. Yo tampoco, porque si no le importaba, no importaba. Me miraba de vez en cuando como si yo fuera la única chica en la habitación, y eso significaba todo para mí. En una habitación llena de Stacey White, sus ojos estaban puestos en Eleanor Gable. —¿Quieres bailar? —preguntó al inicio de una canción alegre.

Mi corazón comenzó a latir contra mi caja torácica. Removí mis pies. —Oh, no. No sé bailar. —No tienes que saber bailar para bailar. —Se paró frente a mí y comenzó a sacudir sus brazos y piernas como un hombre salvaje—. Solo hazlo. Me reí. —¡Te ves como un loco! —¿Y? —dijo, todavía pateando, todavía saltando. Luego extendió su mano hacia mí—. ¿Quieres parecer una loca conmigo? —cuestionó con la sonrisa más tonta del mundo, y juro que solo pensé en besarlo en ese mismo momento. Tomé su mano en la mía y me puse de pie. De acuerdo, Greyson. Volvámonos locos.

La noche fue perfecta en todos los sentidos y formas. Cuando llegó el momento del último baile lento, caminamos hacia la pista de baile y Greyson colocó sus manos en mi espalda baja. Nos balanceamos de un lado a otro como cualquier otra pareja que nos rodeaba, sin hacer realmente nada, pero sintiendo que estábamos haciendo todo. —¿Por qué querías que viniera al baile contigo? —pregunté. —Porque no hay nadie más con quien quisiera venir. Además, bueno, tu madre me dio la idea. —¿Mi madre? Asintió. —Cuando estábamos pintando, le pregunté qué tenía muchas ganas de hacer contigo. Ya sabes, como tu boda algún día, o tu graduación universitaria, o cosas así. Y mencionó los bailes escolares. Así que quería que tuviera esa experiencia. Mis ojos se llenaron de lágrimas cuando dejé de balancearme. —¿Hiciste esto por mi mamá? —Sí, quiero decir, parecía realmente importante para ella. —Hizo una pausa y se encogió un poco—. Pero quiero decir, para ser claros, que también lo hice por mí. Tenía muchas ganas de bailar contigo, Ellie. Mi boca se separó y un suspiro cayó de entre mis labios cuando volví a balancearme con él. Descansé mi cabeza sobre su hombro y lo inhalé.

—¿Grey? —¿Sí? —¿Estaría bien si me quedara contigo para siempre?

Cuando mis padres nos recogieron, dejamos a Greyson primero, y cuando salió del auto, mamá se dio la vuelta y me dio una gran sonrisa. —Entonces, ¿cómo estuvo? —preguntó. Suspiré, y estuve segura de que podía ver las estrellas en mis ojos y la alegría en mi sonrisa. Su sonrisa se ensanchó como si ese momento fuera el más feliz que jamás hubiera vivido. —¿Sí? —preguntó. Suspiré, sonriendo con el tipo de delirio que solo podía describirse como felicidad. Sí.

12 Eleanor

U

n día, durante la primera semana de noviembre, caminé a casa desde la escuela, y cuando entré, me sorprendió ver a mamá y papá sentados en la cocina. —Hola, pensé que tenías una cita con el médico.

Mamá se frotó los ojos cansados. —Decidimos faltar. —¿Faltar? No puedes faltar a un tratamiento así, ¿verdad? Papá frunció el ceño. —De hecho, tomamos la decisión de suspender el tratamiento, Eleanor. Después de obtener algunos resultados, nos dimos cuenta de que esta era la mejor opción. —Bueno, ¿qué intentamos ahora? ¿Qué hacemos? —Cariño, estoy cansada —confesó mamá—. Estoy tan cansada y nada de lo que intentamos funciona. Solo estoy empeorando, y no quiero pasar estos días sintiéndome así. Solo quiero estar contigo y con tu padre. —¿Te estás rindiendo? —No. Estoy aceptándolo. Hemos agotado todas nuestras opciones. Me quedé callada. No sabía lo que querían que dijera. Ni siquiera sabía qué pensar. Papá rodó los hombros hacia atrás y se aclaró la garganta. —Le pregunté a Paige qué quería, y dijo que agua. Encontramos un buen lugar en la playa en Florida. Es hermoso, Ellie. —¿Quieren que vayamos a Florida? ¿Por cuánto tiempo? Mamá sonrió. —Por el tiempo que podamos estar allí. Sé que eso cambia las cosas para ti. Tendrías que cambiar de escuela durante tu último año, y las cosas con Greyson… —Lo que quieras —solté. Mamá tenía preocupación en sus ojos por lastimarme, y no podía dejar que ese fuera su miedo. Mi mayor preocupación era ella—. Lo que quieras, mamá. Donde fuera que quisiera estar, yo también quería estar allí.

—¿Unas vacaciones del cáncer? —preguntó Greyson mientras nos sentábamos en el escalón superior de su porche. —Sí, así lo llamó mi padre. Sería un viaje familiar a Florida por unos meses porque el tratamiento de mamá terminó. Sus ojos se abrieron con esperanza. —¿Porque funcionó? Fruncí el ceño. Bajó la cabeza. —Lo siento, Ellie. —Sí, yo también. Su sueño siempre ha sido hacer un viaje al océano, y, bueno, parece que ahora es el único momento posible. Estuvo callado por un rato. Luego dijo: —Eso es bueno para ella. Se lo merece. —Sí. Estuve callada entonces. —Probablemente tendré que terminar el último año allí. —Oh. Sí. —Hizo una mueca y se frotó las manos contra las piernas—. ¿Es egoísta de mi parte preguntar por nosotros? No, no lo era. Me había estado preguntando lo mismo. La verdad era que, después de todo con mamá, Greyson había sido lo siguiente que se me pasó por la cabeza. —Nunca hemos hablado realmente de nosotros desde que mi madre se enfermó. —Sí, pero se sintió como si fuéramos… no lo sé, solo nosotros, ¿sabes? Sabía exactamente lo que quería decir. Era como si no necesitáramos etiquetas para describir lo que teníamos entre nosotros. Solo éramos. Era así de simple. —He estado pensando en pedirte que seas mi novia —dijo—. Y quiero decir, solo porque vivas en Florida por un tiempo no significa que no pueda seguir siendo así hasta que vuelvas a casa. Quería ser egoísta al respecto. Quería pedirle que me esperara, quería mantener las cosas a larga distancia por un tiempo, pero también sabía que eso estaba mal. Greyson acababa de comenzar su

último año. Iba a jugar su última temporada de baloncesto en la escuela secundaria. Iba a querer ir a los bailes escolares y participar en diferentes actividades e ir a su último baile de graduación, y no podía ser parte de nada de eso con él. No quería interponerme en nada de eso. No quería evitar que viviera su último año de secundaria al máximo porque sentía que no podía por mi culpa. —Realmente me gustas, Grey. Mantuvo la cabeza baja. —¿Pero? —Yo… —Tragué saliva, algo sorprendida de que realmente fuera a decir las palabras que tanto había temido—. Simplemente no creo que sea inteligente tratar de estar en una relación en este momento. Tienes un gran año por venir, y no quiero evitar que lo vivas al máximo. Te mereces ser feliz. —Me haces feliz. Quería llorar. Quería arrastrarme a sus brazos y solo llorar. Quería ser infantil al respecto. Quería quedarme en Illinois con él para que pudiéramos ser nosotros, fuera lo que fuese. Quería risas ridículas y películas de kung fu y referencias de Harry Potter y a Greyson. Quería tanto de Greyson. Pero a veces un niño se ve obligado a crecer más rápido de lo que quiere. —No voy a estar bien, Greyson. Los próximos meses de mi vida van a apestar, y voy a llorar, y no voy a ser la chica rara que lee libros en las fiestas. Solo voy a estar triste. —No deberías tener que estar triste sola. Desearía que no fuera un buen tipo. Parecía mucho más difícil alejarse de un buen tipo. —Te mereces más que esto —dije. —Entonces, estás rompiendo conmigo antes de que incluso nos des una oportunidad —susurró, su voz tensa—. Solo dilo y termina de una vez. Lo miré fijamente. Sus manos estaban unidas con fuerza y golpeteaba su pie repetidamente en el escalón. Cuanto más esperara, peor sería para los dos, así que separé los labios y hablé muy suavemente, esperando que realmente me escuchara. —No puedo ser tu novia, Grey. Se puso de pie rápidamente y asintió. —Bien.

—Greyson. —Me puse de pie de un salto, sintiendo mi corazón latir contra mi pecho—. Espera… —No, está bien. De verdad, Ellie. Fue estúpido por mi parte pensar algo más que esto. Espero que la mudanza salga bien. —Y con eso, se fue a su casa. Sin despedidas verdaderas. Sin cierre verdadero. Solo un portazo. Quería morir. Todo el camino a casa, caminé con pesar, pero sabía que había sido la elección correcta. Si hubiera sido la equivocada, no habría dolido tanto. Entré en la casa y mamá estaba acostada en el sofá. Se sentó un poco y odié cuánto tiempo tardó en ponerse cómoda. No quería que se levantara por mi culpa, pero siempre se levantaba. —Hola, Ellie. ¿Cómo fue la conversación con Greyson? Sonreí. Era forzado y falso, y ella lo sabía. —Estuvo bien. Me voy a acostar un poco. Entrecerró los ojos y parecía preocupada, pero me di la vuelta y corrí a mi habitación. Cerré la puerta detrás de mí y me desplomé sobre mi cama. Mis brazos se envolvieron alrededor de mi almohada, y enterré mi rostro en ella. Silencié mis gritos, porque no quería que mis padres se sintieran mal. Ya estaban pasando por bastante; lo último que necesitaban era sentir que estaba rota porque nos estábamos mudando. Sin embargo, lo estaba. Mientras lloraba, una mano tocó mi hombro. Miré a mi derecha y vi a mamá parada allí. Estaba flaca, fatigada y enferma, pero todavía estaba allí. Todavía está aquí. Secó mis lágrimas con un dedo y suspiró. —Oh, cariño… —Lo siento, mamá. Estoy bien. —Intenté prometerle que estaba bien, secándome los ojos—. Ve a descansar. Sin embargo, no escuchó. Se metió en la cama conmigo y me abrazó. Eso me hizo llorar aún más porque ella estaba sufriendo y dolorida, pero todavía quería consolarme. Me sorprendió cómo una madre podía ser la persona más fuerte en una habitación, incluso en su momento más débil.

Nos mudamos la tercera semana de noviembre, después de que mis padres resolvieran todos los detalles para que me transfiriera a una nueva escuela. Papá reservó billetes de primera clase para Florida, aunque mamá dijo que no valía la pena. Era como si papá se sintiera impotente, así que estaba haciendo todo lo posible para tratar de hacer que mamá se sintiera un poco más cómoda. Pude sentarme a su lado en el vuelo, y todo el tiempo la tomé de la mano. Se quedó dormida con bastante facilidad, y eso me hizo feliz. Cada vez que se despertaba, buscaba mi mano, y todavía estaba en la suya. —Sigo aquí, mamá —le había susurrado mientras volvía a dormir. Todavía estoy aquí.

13 Greyson DE: [email protected] PARA: [email protected]

FECHA: 23 de noviembre, 4:54 PM ASUNTO: Momento oportuno. Ellie, Hace una semana que te has ido, y se siente tan raro aquí sin ti. Soy un idiota, y manejé las cosas realmente mal. Lo siento. En mi cabeza, pensé que podíamos al menos intentar hacerlo funcionar. No he sentido nada como esto con nadie antes, y simplemente odio que te hayas ido. No sabía que preocuparme por alguien podía pasar tan rápido, y no estoy seguro de saber cómo apagar la preocupación. Mi vida ha sido solitaria por un tiempo. Pensé que estar solo era la opción predeterminada, pensé que estar solo era lo normal. Aunque siempre he estado rodado de personas, es como si nadie me conociera. Y entonces llegaste tú. No quise marcharme enojado y dar un portazo. Algunas veces mi cabeza solo hace tanto ruido que no estoy seguro de cómo manejar mis propios pensamientos. Voy a extrañarte mucho, y no suelo sentirme de esta manera. Sé que eso es egoísta, y sé que vas a pensar lo peor, y sé que es estúpido de mi parte incluso estar así de triste sobre esto cuando tu vida se puso del revés, pero duele. Espero que puedas perdonarme y podamos ser amigos. —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 24 de noviembre, 8:00 AM

ASUNTO: Re: Momento oportuno. Grey, Tendrías que estar loco para pensar que no querría seguir siendo tu amiga. —Ellie.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 2 de diciembre, 8:54 PM ASUNTO: Figuras paternas. Mi padre es tan jodidamente imbécil. Está agobiándome para que empiece con la pasantía en su compañía, pero solo quiero terminar mi último año escolar sin ese estrés adicional. Me llamó maricón por no tener ninguna motivación. Nunca quiero ser como él. Nunca quiero ser así de frío. Lo odio… al menos, eso es lo que me digo, porque lo hace más fácil. La verdad es que sigo queriendo algo así como su aprobación. No tiene sentido, ¿cierto? Nunca está alrededor, y cuando lo está, es un idiota. Prácticamente no me conoce, y no aprueba lo que sabe de mí. Aun así, tengo esta necesidad profunda y fundamental de hacerlo sentir orgulloso. Ser humano es raro. Preferiría ser un extraterrestre. ¿Cómo van las cosas en Florida? —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 2 de diciembre, 9:30 PM

ASUNTO: Re: Figuras paternas. Siento mucho lo de tu padre, es difícil, pero vas a hacer lo que sea que te haga feliz en este momento, eso es lo que tu abuelo habría dicho, ¿cierto? Las cosas están bien por aquí. Ha estado tranquilo, pero aun así se siente agitado. Mamá lo está haciendo bien, pero papá está en apuros. Es como si estuviera gritando en silencio, y su eco está rebotando contra las paredes. Odio esto. Solo puedo soportar un poco, lo cual me lleva a mi siguiente elección de vida: voy a elegir algunas aficiones nuevas, solo para estar fuera de casa. Odio estar en casa ahora, lo que es raro porque solía ser mi lugar favorito en todo el mundo. Es solo demasiado triste. Estoy pensando en tomar una clase de crochet en el centro con mi mamá, si se siente lo suficientemente fuerte para hacerlo. Pensé que podría ser bueno hacer algo que la involucre. ¿Sabías que aprendió a hacer chaquetas de punto con mi abuela? De ahí es de donde vienen todas las mías. La de las libélulas fue la última que me dio. Es mi favorita. También pienso en aprender karate, porque acabo ver Operación Dragón, y ahora estoy muy segura de que tengo que aprender a romper láminas de madera con mi pie. ¿Crees que los extraterrestres adolecentes se molestan con sus padres y madres extraterrestres? De verdad quiero imaginar a adolescentes extraterrestres llenos de angustia mirando a sus sobreprotectores padres. ¿Puedes imaginar las peleas? Limpia tu cuarto. Cepilla tu cabello. Deja de llevarte la nave espacial a las fiestas por la noche a Marte. De cualquier forma. Ve Operación Dragón. No lo lamentarás. —Ellie.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 3 de diciembre, 7:13 AM ASUNTO: Operación Libélula.

Ellie, Estoy casi lastimado de que pienses que no he visto Operación Dragón. ¡Yo! ¡De todas las personas! Ellie, he visto esa película casi cincuenta veces, y nunca me canso de verla. Es un clásico. Si te gusta, ve después La 36ª cámara de Shaolin. ¡Es muy buena! Además, también estoy feliz de que elijas algunas aficiones. Voy a sentirme realmente perdido cuando la temporada de baloncesto termine. ¿Qué haré con todo mi tiempo libre? Quizás elija una afición también. O, maldición, quizás tomaré la pasantía. ¿Quién sabe? Además, la idea de verte pateando culos mientras tejes suéteres es bastante ruda. Mi tipo de mujer. —Grey. P.D. Vi una libélula la noche pasada. Me recordó a ti.

14 Eleanor

D

esearía poder decir que las cosas cambiaron mágicamente una vez llevamos a mamá cerca del agua, pero no sería cierto. Su salud solo disminuía más cada día. Durante meses, se sintió como una batalla cuesta arriba que estábamos perdiendo una y otra vez. Después de un tiempo, tuvimos que empujarla en una silla de ruedas. Algunos días, ni siquiera podía levantarse de la cama, y otros teníamos que llevarla rápidamente al hospital porque no podía respirar. Después de su último viaje a la sala de emergencias a finales de abril, todos sabíamos que el tiempo se estaba acabando. Sin embargo, nunca hablábamos sobre eso, porque hablar lo hacía más real de lo que ninguno de nosotros estaba listo para enfrentar. Ring, ring. Finalmente entré en línea tarde una noche de abril. Había evitado hacerlo por un tiempo, porque cada vez que me conectaba, Greyson estaba allí esperando actualizaciones, y odiaba que últimamente las noticias se volvieran más y más tristes. Esa noche, lo necesitaba. Solo necesitaba hablar con él, y como el chico leal que siempre era, cuando me conecté a las diez de la noche estaba allí. GreyHoops87: ¡Hola, Ellie! Solo quiero saber de ti. No has estado en línea mucho, así que solo un aviso, tendrás una gran cantidad de correos electrónicos llenos de mis pensamientos al azar sin sentido. EGHogwarts: Hola, lo siento. Las cosas han estado un poco locas. GreyHoops87: Está bien. Lo entiendo. ¿Alguna noticia? EGHogwarts: Solo tristes. GreyHoops87: También escucharé las tristes. Suspiré, pasándome la mano por el rostro. EGHogwarts: Voy a poner un temporizador de cinco minutos, y eso es todo el tiempo que vamos a dedicar a las cosas tristes, ¿de acuerdo? De lo contrario, me ahogaré en ello. Entonces, voy a vomitar y sacar todo de una vez. Ni siquiera tienes que responder. Yo solo... si te lo cuento, me sentiré como si no solo estuviera esperando a explotar en mi interior.

GreyHoops87: Cinco minutos en el reloj. ¡Yyyy comienza! EGHogwarts: Creo que hoy es el primer día que me he dado cuenta de que mi madre se está muriendo. Antes había una creencia poco realista de que iba a mejorar, la creencia de que llegaría un día en que ya no necesitaría la silla de ruedas, o que se levantaría y podría volver a bailar o pintar. Pero hoy nos sentamos junto al agua, y lo sentí. Sentí que el final se acerca. Sentí que nuestras despedidas están mucho más cerca que nuestras buenas mañanas. Nunca he tenido tanto miedo en toda mi vida, y tengo estos terribles pensamientos que me hacen sentir como la peor hija de la historia. Si se fuera, ya no tendría que luchar más. Si muriera, estaría libre del dolor. ¿En qué tipo de monstruo me convierte eso? ¿Cómo pueden esos pensamientos cruzar mi mente? En fin, supongo que ahí es donde estoy ahora, y entiendo completamente si eso te hace querer alejarte un poco de hablar conmigo. Porque ahora mismo así estoy… triste. Me duele. Estoy tan triste que a veces solo quiero quedarme en la cama. Estoy tan triste que a veces tengo pensamientos muy oscuros y realmente no sé cómo controlarlos, y eso puede ser mucho. Puedo ser mucho. Mi tristeza es muy grande en este momento, y ni siquiera sé cómo manejarla, así que tampoco espero que lo sepas. Apreté enviar y esperé una respuesta. Y esperé. Y esperé. GreyHoops87: ¿Qué más? EGHogwarts: ¿Qué quieres decir con qué más? GreyHoops87: Eso fue solo dos minutos de nuestros cinco. Tienes tres minutos más para derramar tu corazón en este lienzo abierto. No voy a ninguna parte, Ellie. Estoy aquí. Las lágrimas rodaron por mis mejillas y respiré hondo. Me habían dado permiso para expresarme de todo corazón. Qué cosa tan liberadora fue tener eso. EGHogwarts: Creo que eso es todo. Eso es todo lo que siento. GreyHoops87: ¿Quieres mi respuesta? EGHogwarts: No, no ahora. Aún no. Solo necesitaba sacarlo todo, creo. Así que, si pudiéramos hacer algo más que hablar de cosas tristes, eso me haría sentir mejor. GreyHoops87: De acuerdo. GreyHoops87: Entonces, ¿qué dijo el pez cuando nadó contra una pared? EGHogwarts: ¿Qué? GreyHoops87: Presa. Sonreí. Gracias, Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 29 de abril, 10:54 p.m. ASUNTO: Sé que dijiste. Ellie, Sé que dijiste que no necesitabas mi respuesta, pero como soy un chico terco, quería enviarte un correo electrónico después de nuestra charla de esta noche. Solo quería que supieras que no estás demasiado triste para mí. En todo caso, eres la cantidad perfecta de tristeza, porque estás pasando por algo realmente horrible. Honestamente, me sentiría un poco asustado si fueras feliz. Puedes estar triste. La felicidad puede venir después. Y no tienes que alejarme. No eres demasiado para mí. Quiero estar ahí para ti, y no voy a parar solo porque me lo pidas. Esto es lo que significa ser mi amiga. Significa que soy demasiado a veces, que te cuido y quiero saber sobre los malos días. Significa que cuando te estás ahogando, yo también me ahogo. Está bien que te apoyes en mí, incluso si estoy a miles de kilómetros de distancia. Además, y no puedo dejar esto lo suficientemente claro, no querer que tu madre sufra no significa que seas mala de ninguna manera o forma. En todo caso, te hace una buena persona porque ya no quieres que tu ser querido sufra. Eso no es ser un monstruo, es ser un santo. No dejes que esos pensamientos te consuman de noche. Eres una buena persona, Eleanor Gable. Y si alguna vez lo olvidas, solo revisa mis correos electrónicos. Estaré allí para recordártelo. —Grey.

15 Eleanor

U

na tarde tranquila, después de regresar a casa de la escuela, mamá y papá estaban sentados afuera cerca del océano, mirando hacia las olas rompiendo contra la orilla.

Caminé hacia ellos y sonreí. Papá me miró, sus ojos llenos de lágrimas, y mi sonrisa rápidamente desapareció. —¿Qué pasa? —pregunté. Papá ni siquiera podía hablar. Simplemente negó y cubrió su boca con su mano. —¿Mamá? —Me moví hacia ella. Apoyaba su cabeza contra el respaldo de la silla de ruedas y sus ojos estaban cerrados. Tomé su mano en la mía—. Mamá. Muy ligeramente, apretó mi mano. —Todavía aquí, Eleanor Rose —dijo. Exhalé con alivio. —Me puse nerviosa. —Está bien. —Lentamente abrió sus ojos y levantó una mano hacia mi mejilla—. ¿Puedo tener un minuto a solas con Ellie, Kevin? Aclaró su garganta y sollozó. —Sí, por supuesto. Papá se alejó y me senté junto a la silla de ruedas de mamá. La ligera brisa acarició nuestra piel. Era tan pequeña, nada más que piel y huesos. Algunas veces me preocupaba que si la tocaba incluso suavemente, simplemente se rompería en millones de pedazos. —¿Necesitas otra manta? —pregunté. —Estoy bien. —¿Tal vez tienes sed? Puedo ir por agua. —Estoy bien. —¿O tal vez...? —Ellie, está bien. Estoy bien. Pero no lo estás.

Nos sentamos ahí, mirando hacia el cielo de la tarde en completo silencio. Las horas pasaron y el sol comenzó a ocultarse. El cielo estaba pintado en vibrantes colores y era hermoso observar cómo se mezclaban con el océano. —Tu padre va a necesitarte —dijo—. Más de lo que cree, va a necesitar tu luz, Ellie. —Estaré ahí para él. —Sé que lo harás. —Inhaló profundamente y exhaló lentamente—. Una vez leí un cuento sobre libélulas, la vida y la muerte. ¿Puedo compartirlo contigo? —Sí. Cerró sus ojos y observé cada respiración que tomaba. —Habla sobre cómo la libélula nace siendo una larva, pero cuando está lista, muda su capullo y se convierte en la belleza que vemos volando por todos lados. En muchas historias, esto es visto como el proceso tanto de vida como de muerte. La libélula emergiendo de su capullo es justo como cuando el alma deja el cuerpo. Hay dos etapas para la libélula. La primera etapa es cuando es un insecto que vive debajo del agua. Esta es su vida en la tierra. La siguiente es cuando emerge y emprende su vuelo. Despega hacia el aire y encuentra una nueva libertad. Ahí es cuando su alma es liberada de las restricciones de su cuerpo. ¿No es eso hermoso, Ellie? ¿No es un increíble pensamiento? ¿Que incluso después de la muerte nuestros espíritus continúen viviendo? Lágrimas caían por mis mejillas, pero me quedé en silencio. No podía responder. Dolía demasiado. —No sufriré —prometió—. Ya no dolerá. Seré más libre que nunca, ¿y sabes qué? Todavía estaré aquí. Cada que veas a una libélula, necesito que sepas que soy yo. —Mamá... —Seguí sosteniendo su mano y las lágrimas siguieron cayendo—. Es demasiado pronto. —Siempre será demasiado pronto, nena, pero quiero que sepas... —Inclinó su cabeza en mi dirección y abrió sus ojos—. Eres los latidos de mi corazón. Eres mi obra maestra. De alguna manera, siento como si hubiera engañado a la muerte, porque logro vivir dentro de ti, en tu sonrisa, en tu risa, en tu corazón. Estoy ahí en todo eso, Eleanor. Soy eterna debido a ti. Así que, por favor, haz todas esas cosas. Toma riesgos. Encuentra aventuras. Sigue viviendo por mí, y quiero que sepas que ha sido el honor más grande ser tu madre. Soy tan afortunada por haberte querido. —Te quiero, mamá. Más de lo que puedo expresar, te quiero. —Te quiero, mi niña. Ahora, ¿puedes hacerme un favor? —Lo que sea.

—¿Puedes acercarme al agua? —Vacilé por un minuto y miré hacia la casa donde papá se había dirigido. Estaba bastante segura de que no estaba lo suficientemente fuerte para llegar hasta la orilla por sí misma. Había estado tan débil últimamente, aun así, colocó una mano en mi antebrazo—. Está bien. Sé que me tienes cubierta. Así que me agaché y le quité sus pantuflas y calcetines y luego también me quité mis zapatos y calcetines. Tomé sus manos con las mías y, lenta pero de manera segura, la llevé hasta la orilla del agua. Estaba helando esa tarde. El agua estaba fría más allá de las palabras y ambas gritamos cuando tocó nuestros dedos y alcanzó nuestros tobillos. También nos reímos. Nunca olvidaría eso, escuchar la risa de mamá. En un punto, encontraban con levantadas en el derramándose por rostro.

me pidió que la soltara y se paró donde sus pies se el océano. Con sus ojos cerrados y sus manos aire, sus brazos formando una V y lágrimas sus mejillas mientras el sol ocultándose besaba su

—Sí, sí, sí. —Lloró, sintiendo cada parte del mundo a su alrededor, pareciendo sentirse más viva de lo que lo había hecho en algún tiempo. Luego se estiró hacia mí y tomé su mano con la mía. Se apoyó en mí y fui lo suficientemente fuerte para sostenerla yo sola. Miramos a la noche, encontrando un nuevo tipo de confort. Estaba bien en ese momento. Era feliz. Y juro que, por un corto periodo de tiempo, el agua sanó a su alma.

Dos días después, mamá tomó su último aliento. Papá sostenía su mano derecha y yo sostenía la izquierda. El reloj en la habitación marcaba los segundos, pero el tiempo se quedó inmóvil. Pensé que habría algún tipo de consuelo que vendría de saber que ya no sufría. Pensé que dado que lo habíamos visto venir, no dolería tanto. Pensé que de alguna manera me sentiría bien. Pero no lo estaba. Cada parte de mí dolía. Nada puede preparar a una persona para la muerte. No puedes acelerar para superar el dolor y llegar al cierre.

Simplemente eres superado por la tristeza. El duelo muestra su rostro y te ahoga sin piedad, y durante un rato, te preguntas si quedarte bajo el agua sería mejor que alguna vez volver a respirar. Cuando mi madre tomó su último aliento, quise tomar el último mío justo ahí junto a ella, pero sabía que eso no era lo que ella quería. Quería que emergiera de entre la oscuridad, que nadara de nuevo. Y lo haría. Solo que no esa noche. Esa noche, el sufrimiento desmoronaba sin tregua alguna.

ganó

la

batalla

mientras

me

16 Greyson DE: [email protected] A: [email protected]

FECHA: 1 de mayo, 4:33 PM ASUNTO: Lo siento. Hoy me encontré con Shay en la escuela y me habló de tu madre. Dijo que ella y su madre se dirigían a Florida para ayudar a tu padre y a ti. Lo siento, Ellie. Lo siento mucho y sé que eso no hace ni cambia nada, pero solo quería que lo supieras. No pasa un día sin que piense en ustedes, en ti. Ojalá hubiera algo más que pudiera hacer. Recuerdo que cuando mi abuelo murió, me quedé sentado, sin saber qué hacer. Nunca había perdido a nadie antes, y me jodió por un buen minuto. La gente me dijo que me recompusiera y fuera un hombre. "La muerte sucede, chico. Mejor que te acostumbres", había dicho mi tío Tommy. "Los hombres de verdad no lloran", había dicho mi padre. Creo que eso es mentira, sin embargo. Puedes estar jodido por un buen minuto. No te presiones para sentirte mejor hasta que estés lista. Solo quería que supieras que lo siento. Ella era lo que todo niño soñaba con tener como madre. Sé que lo hice un millón de veces. Lo siento jodidamente mucho. —Grey.

DE: [email protected] A: [email protected] FECHA: 2 de mayo, 2:02 AM

ASUNTO: Re: Lo siento. Grey, Son las dos de la mañana y todo duele. Por todo, me refiero a cada cosa. Me duelen las piernas. Me duele la espalda. Tengo la garganta seca. Me arden los ojos. No puedo respirar. Cada vez que pienso en ello, me desmorono, y no puedo dejar de pensarlo. Es solo un ciclo ininterrumpido de desmoronamiento una y otra vez. Solo quiero que vuelva. Voy a estar jodida por un buen minuto... tal vez incluso por unos cuantos. —Ellie.

17 Eleanor

—¿H

ola? —Mi voz se quebró cuando pronuncié las palabras. Eran las tres de la mañana cuando respondí mi teléfono, y después de un día de llanto, mis cuerdas vocales estaban agotadas.

—Hola, Ellie. —La voz de Greyson era baja y cansada. Por un minuto, pensé que estaba soñando—. ¿Estabas durmiendo? —No. —Me senté en la cama—. No puedo. —Sí. Eso tiene sentido. —¿Qué estás haciendo despierto tan tarde? —No podía dormir. Entonces, revisé mi correo electrónico y pensé que llamaría. Solo quería asegurarme de que estabas respirando. Las lágrimas comenzaron a rodar por mi rostro mientras apretaba el teléfono contra mi oreja. —No puedo hablar, Grey. Duele demasiado hablar. —Está bien. No tenemos que hablar. Podemos mantener nuestros teléfonos presionados contra nuestras orejas. ¿De acuerdo? Asentí como si pudiera verme. —De acuerdo. Me recosté y mantuve el teléfono pegado a mi oreja. Sus respiraciones eran ligeras a través del receptor, pero estaba agradecida por ellas. En algún momento, me quedé dormida, y cuando me desperté de nuevo, sus ronquidos seguían llegando a través del altavoz. Estaba tranquilo, y él estaba roncando, y las lágrimas caían por mis mejillas mientras escuchaba. Ese fue el momento en que supe que lo amaba… cuando estaba desolada a las cuatro de la mañana y él todavía apareció para mí. Aunque no lo había dicho, estaba segura de que él también me amaba. La gente no tenía que hablar sobre el amor para saber que existía. El amor no solo era real porque alguien lo dijera en voz alta. No, el amor simplemente se sentaba en silencio, en las sombras de la noche, curando las grietas que vivían en nuestros corazones.

18 Eleanor

P

apá no había salido de su habitación en días.

Había perdido la cuenta de las veces que lo había revisado solo para asegurarme de que recordaba respirar. Camila y Shay vinieron a ayudar con el servicio funerario, y estaba agradecida por eso. Sin mi tía, no se hubiera hecho nada. Shay se quedó a mi lado día y noche. Se aseguró de que comiera, a pesar de que no quería, y revisaba a papá cuando era demasiado difícil para mí verlo así. Había una botella de whisky en su mesita de noche, y cada vez que miraba, estaba más vacía. Se estaba autodestruyendo y no sabía cómo ayudarlo a volver a la vida. La verdad era que la única persona capaz de mantener a mi padre anclado ya no estaba. El amor de su vida había dejado su lado, y no tenía ni idea de cómo vivir en un mundo donde ella ya no residía. No había Kevin sin una Paige. Había una inquietante quietud que llenaba nuestra casa, una sensación de intranquilidad sobre todo. Así que, por la noche, me paraba junto al agua y escuchaba las olas chocar contra la orilla. Allí era donde más la sentía, cerca del agua. Era como si de alguna manera hubiera engañado a la muerte y aterrizado entre las olas. El día del funeral, pasé para ver a Camila obligar a papá a levantarse de la cama. —Va a haber muchos días en los que estés deprimido, Kevin —le aseguró—, pero no hoy. Hoy tienes que levantarte. De alguna manera, lo convenció de salir de la cama y vestirse. Estaba agradecida por eso. No fue un gran funeral, solo nosotros cuatro. El servicio se llevó a cabo allí mismo, en la playa cerca del agua. Era lo que mamá había querido, una celebración cerca de las olas. Mientras me paraba en la arena, mi pecho se apretó cuando vi a cierto chico caminando en mi dirección. Cuanto más se acercaba Greyson, más confundida me sentía.

—Hola, Ellie —dijo con los ojos más tristes. —¿Qué estás...? —Miré por encima del hombro a Shay y me dio una sonrisa que estaba destinada a tranquilizar. Volví a mirar a Greyson—. ¿Qué estás haciendo aquí? Me dio esa pequeña sonrisa que tanto había extrañado y se encogió de hombros. —Te sorprendería lo fácil que es reservar un billete de avión con la tarjeta de crédito de tus padres. Lo siento, llego tarde. Mi taxista se perdió. Salté a sus brazos sin pensarlo. Sin dudarlo. Sin palabras. Afortunadamente, no necesitaba palabras. Me abrazó con fuerza. —Lo siento mucho —susurró—. Era la mejor. Sí que lo era. Caminamos hacia la orilla justo cuando la ceremonia estaba por comenzar. En mi mano izquierda, estaba la mano de Shay, y en mi derecha, la de Greyson. Cada vez que mi cuerpo comenzaba a temblar, me mantenían estable. Mi mirada permaneció en papá todo el tiempo, pero no me miró. No me había mirado en días. Intenté no pensar demasiado en ello. Sabía que estaba dolido, y sabía que yo tenía los ojos de mamá. Apenas podía mirarme en un espejo sin llorar. Luego, nos dieron las cenizas de mamá, y llevamos la urna adentro y la colocamos encima de la repisa de la chimenea. Ahí era donde se quedaría hasta que descubriéramos dónde esparcir las cenizas. Me escabullí a mi habitación para respirar, y Greyson no tardó mucho en encontrarme. —¿Estás bien? —preguntó desde la puerta. —No, en realidad no. —¿Quieres estar sola? —No… en realidad no. Se acercó y se sentó en el borde de la cama con las manos agarrando el lado del colchón. —Lo siento —dijo—. Sé que sigo diciéndolo, y sé que no hace nada en absoluto, pero lo digo en serio. Lo siento mucho, Ellie. Puso su mano sobre la mía, y tantos sentimientos corrieron por mí. Sabía en mi corazón que siempre sería una de las personas más importantes del mundo para mí. —Gracias, Grey. Eso significa mucho. —Solo desearía poder hacer más. Si tan solo supiera cuánto significaba estar allí. Eso era suficiente.

Nos acostamos en la cama uno frente al otro y realmente no dijimos mucho, porque no había mucho que decir. Él estaba allí, yo estaba allí y nosotros éramos nosotros. —Él no planea volver —susurré, con la cabeza apoyada en la almohada. —¿Qué? —Mi padre. Lo escuché hablar con Camila. Está pensando en vender nuestra casa. —Pero pensé... pensé que ustedes regresarían. Pensé que volverías a casa. —Sí... también pensé eso. La parte de cuento de hadas de mí había pensado que volvería a Illinois, había pensado que Greyson y yo podríamos volver a estar juntos. Pensé que iría a la universidad allí, e incluso si no hubiéramos ido a la misma universidad, estaríamos lo suficientemente cerca para al menos estar juntos. Pero los cuentos de hadas no son reales, y la realidad era que no podía dejar a mi padre, no cuando estaba tan destrozado. Si se quedaba en Florida, me quedaría allí con él. Le hice una promesa a mi madre y no tenía planes de romperla. —Solo pensé que tendríamos el verano, al menos —dijo suavemente mientras colocaba su mano sobre la mía—. Pero parece que solo tenemos ahora. —Lo siento —susurré. —No lo sientas. Ahora es suficiente. —¿Te vas a casa mañana? —pregunté después de que Greyson bostezara, lo que también me hizo bostezar. —Sí. Muy temprano. Camila dijo que me llevará al aeropuerto — contestó. —¿Grey? —¿Sí, Ellie? —¿Cuánto tiempo estaré triste? Se encogió de hombros antes de peinar mi cabello detrás de mis orejas. —Por el tiempo que sea necesario. No hay prisa por ser feliz, eso vendrá cuando sea el momento. —Bostecé de nuevo y sonrió—. Duerme un poco, Ellie. —¿Te quedarás conmigo? —pregunté. Se acercó y me abrazó. —No voy a ninguna parte.

Dormí horrible esa noche. Mi sueño había sido malo desde que mamá falleció. Me despertaba al azar con pánico, sudando, después de dar vueltas sin parar. Cuando desperté, Greyson estaba allí para calmarme. Me abrazó con fuerza mientras lloraba contra su camiseta. Me dijo que estaba bien romperse, porque estaba allí para recoger cada pieza rota de mí. —Sigo aquí, Ellie —susurró mientras mi cabeza descansaba contra su pecho. Todavía estaba allí.

Cuando llegó la mañana y fue hora de despedirnos, no estaba lista para que se fuera. La verdad era que nunca estaría lista para despedirme de él. Me sostuvo en sus brazos y lo abracé. —Gracias por venir. —Gracias por todo —respondió antes de susurrarme al oído—: Tienes su sonrisa. ¿Sabías eso? Tienes la sonrisa de tu madre. Eso me hizo abrazarlo aún más fuerte. —¿Y ahora qué? —inquirió. —No lo sé. —No tenía ni idea de lo que sucedía después. —Nos mantendremos en contacto, ¿sí? ¿Por correo electrónico? ¿O me puedes llamar? O algo… —Por supuesto, pero también quiero que lo pases muy bien en la universidad. —Y tú pásalo muy bien aquí también. —Nos mantendremos en contacto —juré—. En los días buenos y en los malos. —Siempre. Especialmente en lo malo. Cuando suceden las cosas difíciles, nos apoyamos el uno en el otro. ¿De acuerdo? —¿Promesa de meñique? —Extendí mi mano. Unió su meñique con el mío. —Promesa. —Se metió las manos en los bolsillos y se balanceó—. No sé cómo decirte adiós, Ellie. No sé cómo dejarte ir. —No hay necesidad. Siempre estoy aquí. Se acercó y me rodeó con sus brazos. Caí en él de la misma manera que siempre lo hacía, sin esfuerzo. Nuestras frentes se tocaron y respiramos juntos. En ese instante, nuestro momento era el correcto. Él estaba allí, y yo estaba allí, y nosotros éramos uno.

—Te amo, Ellie —susurró mientras sus labios se cernían muy cerca de los míos—. Sé que es un mal momento, y sé que probablemente no debería decirlo, pero te amo. Amo todo de ti, incluso las partes que crees que son demasiado tristes para ser amadas. Creo que esas partes son las más bellas. Creo que todas tus partes son perfectas, y solo quería que supieras que eres la primera persona que he amado, y que es fácil hacerlo. Es muy fácil amarte. Las lágrimas rodaron por mis mejillas y sonreí porque lo sabía. —También te amo, Greyson. Cada parte de ti. ¿Cómo no iba a hacerlo? Él era él, y yo era yo, y nosotros éramos nosotros. —¿Ellie? —¿Sí, Grey? —¿Haría más difícil alejarme si te besara? —preguntó. —Sí. —Me acerqué, tan cerca que sus labios estaban a milímetros de los míos, tan cerca que su respiración se convirtió en mi respiración. Estábamos tan cerca que mi mente ya había decidido que sería el mejor beso de despedida de mi vida—. Pero hazlo de todos modos. Y entonces lo hizo.

19 Greyson DE: [email protected] PARA: [email protected]

FECHA: 24 de septiembre, 8:54 PM ASUNTO: Universidad. Hola, Ellie, Lo siento, ha pasado un tiempo. La universidad es una locura, y hay algo sucediendo todos los días. Las fiestas no solo ocurren los fines de semana. También los martes y jueves. También los lunes y miércoles. Todos los días. Las clases son más difíciles que la secundaria. Hay muchas veces que ni siquiera estoy seguro de poder seguir con el trabajo. ¿Cómo te van las cosas? ¿Y el trabajo? Empezaste a trabajar de niñera para esa nueva familia, ¿verdad? Dijiste que vas a tomar algunas clases nocturnas en un campus, ¿verdad? ¿Has oído de este nuevo sitio web llamado TheFacebook? Es solo para estudiantes universitarios, pero es genial. Es una nueva forma de conectarse con las personas. Deberías ingresar. Me aseguraré de ser tu primera amistad allí. Ahora estoy metido en eso, en lugar de la mensajería instantánea de AOL, pero sigo ingresando para ver si estás disponible cuando tengo tiempo libre. Nunca lo estás. Las clases nocturnas no ayudan. Avísame si tienes tiempo libre esta semana para una conversación telefónica y tal vez podamos programarlo. —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected]

FECHA: 26 de septiembre, 7:21 AM ASUNTO: Re: Universidad. Grey, No hay necesidad de disculpas, de verdad. Sabía que estarías ocupado. Cada vez que tengo noticias tuyas siempre es bueno. Las cosas van bien hasta ahora, pero tengo que admitir que es un poco duro trabajar a tiempo completo e ir a la escuela a tiempo parcial. Siento que cada vez que tengo un descanso, todo lo que quiero hacer es acostarme y dormir hasta el año nuevo. En el lado positivo, ¡los niños que estoy cuidando son muy divertidos! Me mantienen alerta y eso me mantiene ocupada. Si no estoy ocupada, tengo que estar cerca de mi padre, y está demasiado triste. Me pregunto si alguna vez volverá a la normalidad. Cuanto más tiempo pasa, más improbable parece. Tengo mi clase nocturna los martes y jueves, pero, ¿quizás el viernes por la noche? ¿Me llamas entonces? —Ellie.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 26 de septiembre, 5:32 PM ASUNTO: Re: Re: Universidad. Mierda. Hice planes con mi compañero de cuarto el viernes por la noche. ¿Sábado por la tarde alrededor de las 2? —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 27 de septiembre, 7:11 AM ASUNTO: Re: Re: Re: Universidad.

Tengo que llevar a los niños a karate. ¿Domingo por la noche? —Ellie.

DE: [email protected] PARA: [email protected]

FECHA: 27 de septiembre, 8:01 PM ASUNTO: Re: Re: Re: Re: Universidad. Tengo una reunión del club esa noche. Maldita sea. Resolveremos algo. Solo te extraño, eso es todo. —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 28 de septiembre, 7:22 AM ASUNTO: Re: Re: Re: Re: Re: Universidad. Grey, También te extraño. Obviamente. Sí. Resolveremos algo. —Ellie.

20 Eleanor

H

icimos todo lo que pudimos, pero fue una lucha. A medida que pasaban las semanas y los meses, Greyson y yo seguíamos extrañándonos, y aunque nos esforzábamos por mantenernos en contacto, la vida lo hacía más difícil. Nuestros horarios chocaban, nuestro tiempo no cuadraba, y siempre nos sentíamos como si estuviéramos un segundo atrasados. Nuestros correos se acortaron. La vida se volvió más ajetreada. Greyson y yo vivimos nuestras vidas en diferentes temporales.

líneas

Me aferré a mi promesa a mamá de seguir encontrando razones para sonreír, aunque vivir con mi padre lo hizo un poco más difícil. Todavía se estaba ahogando, y juro que cada día me alejaba más. Estábamos evolucionando de diferentes maneras, y el estrecho vínculo que alguna vez compartimos fue disminuyendo lentamente. Cada día que pasaba, seguía encontrando mis sonrisas. Cada día que pasaba, siempre conversaba con mamá y le contaba los altibajos de mi vida. Aunque algunos días eran difíciles, estaba encontrando una nueva forma de felicidad. Porque eso era todo lo que siempre quise ser: feliz. Al igual que las libélulas zumbando, de vez en cuando Greyson East pasaba por mi mente, y sin pensarlo dos veces, sonreía. Nunca pensé demasiado en que él estuviera en mi mente. Solo dejé que los pensamientos permanecieran por el tiempo que fuera necesario. Aprendí a apreciarlo de alguna manera volviendo a mí, en cierto modo. La mejor parte de los recuerdos es que pueden reaparecer por las cosas más aleatorias. Pensaba en él cuando veía regaliz rojo, o cuando pasaba una película de kung fu en la televisión, o cuando pensaba en los momentos más decisivos de mi vida, siempre aparecía durante esos momentos de reflexión. Siempre estaría agradecida por los recuerdos y por la forma en que me sostuvo en los momentos más oscuros de mi vida, cuando todo lo que quería hacer era ahogarme.

También me prometí que si la vida alguna vez nos volvía a reunir, si las estrellas se alineaban y de alguna manera nuestros caminos se cruzaban una vez más, juré que, como las olas en la orilla, me estrellaría completamente contra él.

PARTE II



21 Eleanor

R

iley Larson cumplía cinco años en dos meses y no había dejado de pensar en ello. Había estado pensando en ella cumpliendo cinco desde el día en que la conocí. La mayoría de la gente estaba emocionada cuando un niño cumplía cinco. Significaba que iban a la escuela a aprender y crecer y convertirse más en las personas que estaban destinados a ser. Sin embargo, para mí… para mí se sentía como un beso de la muerte. Porque cuando Riley cumpliera cinco, significaba que iría al jardín de infancia, ¿y cuál era el punto de una cuidadora cuando un niño ya estaba en el jardín de infancia todo el día? ¿Para actividades después de la escuela? Ahí era cuando un padre introducía una niñera, no una cuidadora. Pronto sería reemplazada por una niña de trece años que felizmente aceptaría veinte dólares para cuidar de Riley. Había estado temiendo el día en que la madre de Riley, Susan, me pidiera reunirme con ella para almorzar para hablar mientras su marido tenía un día con Riley de “papi y yo”. Nada bueno nunca venía de las conversaciones en el almuerzo con tu jefe, excepto por las mimosas sin fin que estaba tragando para controlar mis nervios. —Lo siento mucho, Eleanor. Has sido nada más que una santa para nuestra familia desde que contratamos tus servicios hace cinco años. Quiero decir, diablos, has estado con nosotros desde que Riley tenía cuatro meses, y no hay manera de que pudiéramos haber sobrevivido sin ti. Es solo que con Riley yendo al jardín de infancia el próximo año… —Sus palabras se desvanecieron mientras se reacomodaba en la silla. Estaba tan nerviosa. Supuse que era la primera vez que tenía que dejar a alguien ir. Se estaba esforzando por en realidad decir las palabras. —Lo entiendo, Susan, en serio. No tienes que sentirte mal. Sus ojos se llenaron de lágrimas y juntó sus manos.

—Pero me siento mal. Has sido una gran parte de nuestra familia por mucho tiempo, y dejarte ir es tan duro. —Bueno, siempre podrías quedarte embarazada de nuevo — bromeé, pero como, en serio. Quédate embarazada de nuevo, Susan. Se rió como en “nunca jamás en la historia haré eso de nuevo”, antes de beber su mimosa. —Pero honestamente, al menos tenemos unos meses más antes de que empiece la escuela —comenté. Tomaría cualquier hecho positivo que pudiera encontrar, y tener ese amortiguador me daría algo de tiempo para buscar un nuevo empleo. Entonces, Susan me arrebató esa gema. Se encogió. —En realidad, Eleanor, capaz de meter a Riley en un semestre, y luego en verano Cuando volvamos, pensamos niñera para cuidar de Riley.

hemos decidido cortar lazos antes. Fui programa para niños de cuatro años este vamos a ir en un viaje familiar a Italia. que podría ser lo mejor solo traer a una

Oh. Ese es un golpe bajo, Susan. ¿Había estado limpiando el culo de su hija durante cuántos años? ¿Y ni siquiera iba a darme unos meses para resolver las cosas? Hice todo lo posible por no permitir que mis emociones se apoderaran de mí, pero era un libro abierto. Si estaba molesta o herida, la gente podía leerlo en cada parte de mi cuerpo. No tenía cara de póquer. Lo que sentía era lo que veías, y lo que veías era lo que sentía. Había heredado ese rasgo de mi madre. —Oh, eso es… maravilloso. Eso será muy bueno para todos ustedes —dije. Frunció el ceño. —Sí, eso creo. Pero toma… —Rebuscó en su bolso y sacó un sobre—. Quería darte esto, ya sabes, para cubrir el poco tiempo con el que te avisé. Me entregó el sobre y le agradecí. —De verdad, eso significa mucho para mí. —Por supuesto, dulzura. Es lo menos que podemos hacer. Además, hay una pequeña nota con una referencia para una de las amigas más cercanas de mi familia, Claire. Están buscando una cuidadora a tiempo completo para sus niñas. Ya la llamé y mencioné tu nombre. Entrevistarán para la posición la próxima semana, y te di la más fuerte recomendación. Podría ser algo que merece la pena evaluar. Un poco de alivio me llenó cuando esas palabras dejaron su boca. Los hechos positivos están de nuevo en acción. —Gracias, Susan. De verdad. Eso es más de lo que merezco.

—No es problema en absoluto, en serio. —Se recostó en su silla y sonrió—. Voy a necesitar que me devuelvas las llaves de la casa y el BMW ahora. —¿Oh? Pensé que el BMW era un regalo de despedida —bromeé. No se rió esta vez. Solo me dio una tensa sonrisa y extendió su mano. Bien entonces. Le entregué las llaves y se levantó de la mesa después de dejar dinero para su parte de la cuenta. —Bien, bueno, ¡buena suerte con todo, Eleanor! Te deseo lo mejor. Mantente caliente ahí fuera, ¡y feliz año nuevo! Se fue rápidamente, dejándome un poco aturdida por cuán rápido se desarrolló todo. Levanté el sobre y lo abrí para ver dos billetes de veinte dólares dentro. Cuarenta dólares. Me había dado cuarenta dólares después de despedirme sin ningún aviso. Realmente era lo mínimo que podía hacer. Saqué los cuarenta dólares y los puse sobre la mesa para cubrir mi mitad de la cuenta, sintiéndome molesta porque, encima de todo, ni siquiera me había pagado el almuerzo. Agité una mano hacia la camarera y di un golpecito en mi copa de champán. —Vamos a necesitar otra ronda de mimosas, de inmediato.

22 Eleanor

N

o era buena en ser entrevistada. Nunca lo había sido. Cuando era una adolescente y había obtenido mi primer trabajo de niñera de Molly, había llorado todo el tiempo, en realidad sollocé frente a la señora Lane. Me había dado palmaditas en la espalda, un pañuelo, me dijo que no era tan serio como yo lo estaba imaginando, y luego dijo que había hecho un buen trabajo. Estaba casi segura de que me había dado el trabajo solo porque se había sentido mal por mí, culpa de madre o algo. El proceso de mi entrevista con Susan no había sido muy diferente, pero habían pasado solo unos pocos meses después de su parto y había estado un poco delirante, así que eso funcionó a mi favor. Tal vez pueda llorar a través de esta, pensé mientras tironeaba del dobladillo de mi falda negra. Mis muslos estaban sudorosos y frotándose contra la silla plegable mientras me sentaba en la sala de estar de la casa del empleador. No me di cuenta de que la falda era demasiado corta hasta que realmente me senté en la silla, y si hubiera sido un centímetro más corto, estaba segura de que algunas partes que no deberían verse durante una entrevista quedarían expuestas. Quería el trabajo, pero no tanto. Seguía preguntándome acerca de la opción de llorar, aunque sabía que era ridículo. Una mujer adulta que lloraba para salirse con la suya parecía un poco dramática. Supuse que tendría que afrontarlo. Había algunas otras mujeres sentadas a mi alrededor, haciendo entrevistas para el mismo puesto. Parecían mucho más seguras de sí mismas que yo, lo cual era alarmante. ¿Por qué no eran charcos de sudor? ¿Y por qué me había puesto una blusa azul celeste? Las manchas de sudor debajo de mis axilas eran asquerosas. Si levantara la mano, toda la habitación podría decir exactamente cuán poco preparada estaba esa tarde. Gracias a Dios por el desodorante extra fuerte. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje rápido a Shay. Yo: Estoy sudando como si hubiera robado algo. No estoy para nada preparada para esta entrevista.

Shay: ¡Finge hasta que lo consigas! ¡Lo tienes! Yo: No hay suficiente fingimiento en el mundo para ayudarme a superar esto. Shay: 65000 dólares por un puesto de niñera, Ellie. Puedes fingirlo perfectamente. Promesa. Suspiro. No se equivocaba. Cuando solicité el puesto, recibí más detalles sobre el trabajo, y no hace falta decir que sería el trabajo de niñera mejor pagado que había tenido. Susan me había pagado treinta mil dólares; esto era más del doble de eso. Ya había soñado despierta sobre cómo gastaría ese dinero, cómo podría enviar algo para ayudar a mi padre, los viajes que haría, las tarjetas de crédito que pagaría. Ahora, si pudiera pasar la siguiente media hora sin salir corriendo por la puerta. Apagué mi teléfono y volví a dar golpecitos con mis dedos contra mi muslo demasiado expuesto. Dios, ¿esta habitación es sofocante, o solo soy yo? No, la habitación era sofocante. Ninguna de las ventanas de la sala de estar estaba abierta, lo cual no era sorprendente ya que estábamos a principios de enero. Aun así, podrían haber bajado un poco la calefacción. ¿Cómo podía alguien respirar en ese espacio sin que entrara aire fresco? Estábamos inhalando y exhalando el mismo aire sucio sin parar. La espera era la peor parte. Se sentía como si todos estuviéramos sentados en el limbo. No podía esperar a ser trasladada de la sala de espera al comedor para la primera ronda de la entrevista. Ronda uno. En serio, ¿quién tenía más de una ronda de entrevistas para un puesto de niñera? Ya habíamos hecho verificaciones de antecedentes a través de la agencia de niñeras. ¿Por qué tenía que reunirme primero con un miembro de la familia y luego con otro? Había estado cuidando niños desde que tenía dieciocho años, y estaba segura de que esa no era la norma, incluso en Chicago. ¿Quién exactamente era mi empleador? Susan no había mencionado un nombre y cuando envié un correo electrónico a la dirección que me había dado, había sido dirigido a la asistente del empleador. ¿Estaba Beyoncé detrás de esa puerta? ¿Estaría llevando a Blue Ivy y los gemelos a paseos por la tarde mientras sus padres dirigían el mundo? Todo parecía un poco extraño para mí, pero lo que sea. Por sesenta y cinco mil dólares al año podían ser tan extraños como desearan. —¿Eleanor Gable? —anunció una voz y levanté la mirada hacia el sonido.

Mi brazo se disparó en el aire y grité: —¡Presente! Varias cabezas giraron en mi dirección y varios ojos miraron hacia mi axila. Asco, Ellie. Cubre eso. Bajé mi brazo y me puse de pie. Después de aclarar mi garanta, dije: —¿Soy Eleanor? —Mi tono casi lo hizo sonar como una pregunta. —¿Estás segura? —preguntó la mujer, levantando una ceja. —Sí, estoy segura. Soy Eleanor. La mujer me miró y sonrió. Era mayor, tal vez a finales de sus sesenta, e incluso aunque estaba siendo rara, todavía se veía esperanzada. —Hola, soy Claire. Por favor, sígueme. Caminé en su dirección mientras mentalmente me regañaba. ¿De verdad levanté mi mano y grité presente? ¿Qué está mal conmigo? No debería permitírseme estar cerca de otros humanos. Encajaba mucho mejor con personajes ficticios. El comedor era igual a la sala de estar, enorme. Había armarios empotrados que contenían una sorprendente porcelana fina, que la familia probablemente nunca usaba salvo en las fiestas importantes. La mesa era para al menos diez personas, lo que me hizo pensar que eran anfitriones a menudo. Tenía un aspecto tan bohemio, como si hubiera sido tallado en su patio trasero y luego colocado en su comedor. Era hermoso. Una mesa bohemia de comedor estaba ahora en mi lista de deseos. —Entonces —dijo Claire, tomando asiento mientras miraba mi currículum—, parece que tienes bastante experiencia de niñera. Además, Susan habló muy bien de ti. Me senté a su lado e inhalé profundamente. —Sí. He estado en esto por mucho tiempo. Lo hice mientras iba a la escuela nocturna y obtuve mi título en educación infantil, y luego, cuando me di cuenta de que trabajar en guarderías no era como tomarse una taza de té, decidí seguir como niñera. Asintió y escribió algo en su cuaderno. ¿Qué estaba escribiendo? No había dicho nada lo suficientemente interesante para escribirlo. Me removí en mi asiento, y juro que mis nalgas se pegaron a la silla.

Si salía de esta entrevista con un poco de mi dignidad, me compraría una falda nueva. —¿Y esto es algo que te apasiona? —preguntó—. ¿Cuidar niños? —Muchísimo. Siempre me ha apasionado trabajar con niños, incluso cuando era una niña. Comencé a cuidar niños cuando tenía dieciséis años, y desde entonces, supe que quería ser parte de la formación de la vida de los niños. Además, mi madre era una niñera, así que supongo que se trata de una especie de rasgo de familia. Eso sonaba bien. Escribe eso, Claire. Mi pie seguía golpeteando contra el suelo y jugueteé con mis dedos. —Y antes de trabajar para Susan, ¿cuidaste niños en Florida? ¿Es ese tu hogar principal? —Oh, bueno, no. Mi padre y yo nos mudamos allí cuando era niña, justo antes de que mi madre falleciera, pero hace unos años, regresé a Illinois. En mi mente, este siempre ha sido mi hogar. Aquí es donde pertenezco. —Me aclaré la garganta e intenté ignorar mi sudoración. Claire me dio la sonrisa más amable. —Estás nerviosa. —Impresionantemente nerviosa. —Me reí, frotándome las manos—. Lo siento. Soy mala en esta parte, pero soy buena en mi trabajo. En realidad, soy genial. Es solo la parte de obtener el trabajo lo que se me dificulta. Mis nervios se interponen en el camino a veces. —Está bien. También odio las entrevistas, pero no hay necesidad de ponerse nerviosa. Soy la fácil aquí. La segunda ronda es donde las cosas se ponen serias. Pero antes de que nos preocupemos por eso, quería decirte más sobre la familia. Esta es una situación un poco diferente a lo que has experimentado en el pasado. Hay dos niñas, Lorelai y Karla. Lorelai tiene cinco y Karla catorce. Las horas son un poco absurdas, pero principalmente estás aquí temprano por la mañana para llevar a las chicas a la escuela, tienes los mediodías libres, luego recoges a las chicas, preparas la cena y acuestas a Lorelai. Todos estamos todavía tratando de encontrar nuestro lugar después de la pérdida de su madre, así que algunas veces las cosas pueden parecer intensas. —Oh, ¿pensé que usted era…? —Sacudí la cabeza un poco confundida. —¿La madre? Oh, no. Soy su abuela. Su madre era mi hija. La palabra “era” aguijoneó mis oídos. —Oh, Dios mío, lamento mucho su pérdida. —Sí. Ella era mi mundo. Era el mundo de todos... —Claire hizo una pausa por un momento y miró hacia otro lado. Estaba claro que su corazón todavía se estaba rompiendo por la muerte de su hija. Supongo

que un corazón siempre se rompía cuando un padre tenía que decir adiós primero. Claire se aclaró la garganta. —En fin, el horario laboral de su padre es complicado, por lo que en los últimos diez meses ha sido mi trabajo hacer la primera ronda para contratar a las niñeras. Corto las malas semillas primero. —¿Niñeras? ¿Ha habido más de una en los últimos diez meses? —Seis, para ser exactos —contestó, lo que me dejó un poco aturdida—. Como dije, es mi trabajo contratar a las niñeras, pero mi yerno encuentra la manera de despedirlas con bastante rapidez. Va a requerir de alguien con mucho corazón para durar en esta posición. —Eso es algo que tengo, mucho corazón. —Bien, bien. Me alegra oírlo. Susan también me dijo eso. Me dijo que te ponías un poco incómoda en situaciones como esta, pero dijo que valía la pena pasarlo por alto. —La buena de Susan. —Me reí nerviosamente. —Es una muñeca, con seguridad. De regreso a las chicas. Un montón del tiempo las niñas necesitarán tu ayuda antes y después de la escuela. Llevarlas a la escuela, a clase de karate, y a las citas de terapia, hacer sus comidas, ya sabes, las cosas acostumbradas. El puesto viene con pensión completa en la casa de huéspedes si estás interesada. Ayuda, considerando que tienes que estar aquí tan temprano y algunas veces no te vas a casa hasta las nueve o diez. Las horas pueden extenderse debido a la estructura del horario de trabajo de su padre. Algunas veces, tendrá viajes de trabajo, y serás pagada por las horas extra y bonos por esas ocasiones. Allison, su asistente, te avisará por adelantado de dichos viajes. Si por alguna razón no puedes trabajar esos períodos de tiempo, una niñera a tiempo parcial será traída para cubrirte. Además, cuando llegue el verano, las horas tendrán que ser revisadas para que no trabajes día y noche. —Ah, de acuerdo. Todo eso me suena bien. Sonrió y asintió. Entonces se inclinó un poco. —Solo quiero dejarlo en claro, esta posición no es para los débiles de corazón. Como dije antes, en los últimos diez meses hemos tenido seis niñeras diferentes, por eso quiero destacar lo importante que es entender que esta familia es diferente a la mayoría. Todos han cambiado mucho desde el accidente. ¿Entiendes que puede haber un poco de sensibilidad involucrada con el trabajo? —Entiendo eso, sí. Juro que puedo hacer esto, Claire, y sé que el que yo lo diga no importa en absoluto porque son solo palabras, pero creo que soy la adecuada para este puesto. —Importa —interrumpió—. Creo que es importante creer que puedes hacer esto.

Me hizo algunas preguntas básicas más y me relajé un poco, mis nervios desaparecieron un poco, pero volvieron rápidamente cuando me dijo que era hora de avanzar a la segunda ronda del proceso de la entrevista. —Ahora, esto va a ser un poco difícil. Últimamente mi yerno es un hombre duro, y no dirá mucho. Sentirás que estás siendo juzgada, pero no dejes que te rompa. Necesitas una piel dura para trabajar para Greyson East. De lo contrario, no sobrevivirás. Mis labios se separaron y me quedé sentada ahí, aturdida. Claire levantó una ceja. —¿Qué pasa, Eleanor? —Lo siento, ¿acabas de decir Greyson East? —Sí. Greyson East, el director ejecutivo de EastHouse Whisky. Pensé que lo mencioné cuando entraste. —No, no lo hiciste. —Oh, Dios mío. La brisa de la ventana se detuvo de alguna manera, el reloj en la pared pareció detenerse y una ola de náuseas me golpeó. —¿Estás bien? —preguntó—. ¿Lo conoces o algo? Asentí lentamente, ya que cada recuerdo que tenía de un chico llamado Greyson East volvió rápidamente a mí. —Al menos solía hacerlo. Sin embargo, fue hace mucho tiempo. —Bueno, ¡quizás eso sea algo bueno! —comentó Claire—. Con suerte, será útil. Ahora espera aquí mientras voy a informar a Greyson. Luego volveré y te llevaré para el siguiente paso. Salió de la habitación y las charcas de sudor debajo de mi brazo se convirtieron en océanos. Greyson East. ¡Greyson jodido East! Tenía hijos, dos niñas, para ser exactos. Una familia. ¡Era un director ejecutivo! Me pregunté cómo se vería después de todo este tiempo. Me pregunté si esos ojos azules grisáceos seguían siendo tan sorprendentes como lo habían sido. ¿Tenía la misma risa? ¿La misma sonrisa? Mi corazón latió rápidamente contra mi caja torácica con solo pensar en Greyson. Cuando recordaba los momentos decisivos de mi vida, él estaba cerca de la parte superior de la lista. Había entrado en mi vida cuando más lo necesitaba, y se había ido antes de lo que esperaba. Ahora, se suponía que debía entrar en una oficina con él para presentarme para un puesto de niñera para sus hijas. No podía comprender esa idea. —Está listo para ti, Eleanor —dijo Claire, asomando la cabeza de nuevo en la habitación. Me hizo un gesto con la cabeza hacia ella y me

puse de pie, alisándome la falda ajustada—. Y no te preocupes, no le dije tu nombre. Pensé que sería una agradable sorpresa para él verte. Eso esperaba. Me acompañó por el pasillo y entramos en una biblioteca real. Había una biblioteca en esta casa, una con escaleras reales. Me impresionó el concepto. En la casa de mis sueños, habría una habitación como esta. —Buena suerte —susurró Claire una vez entré, y luego se fue, cerrando la puerta detrás de ella. La espalda de Greyson estaba frente a mí mientras miraba por la ventana. Llevaba lo que parecía un traje costoso hecho a medida para su cuerpo. Sus brazos eran enormes, los hombros anchos; era mucho más fuerte que antes. Permaneció derecho sin ninguna curva en su cuerpo. Tenía los brazos cruzados y aún no se había movido ni un centímetro. ¿Me había escuchado entrar en la habitación? ¿Sabía que estaba allí? Solo quería ver esos ojos. Me aclaré la garganta, sintiendo mi cuerpo temblar. —Bueno, esto es una locura, ¿verdad? —solté. —¿Una entrevista de trabajo? —preguntó con voz monótona. —Sí, quiero decir, no. Lo que quiero decir es que... es una locura para nosotros que nos crucemos de nuevo después de todo este tiempo. —Di un paso adelante, sintiendo el nudo en mi estómago apretarse—. Es una locura. —¿Nos conocemos? —inquirió, sin dejar de mirar por la ventana, todavía sonando completamente desinteresado en mi existencia. Dios mío, Greyson. Solo date la vuelta. —Grey, soy yo... Ellie Enderezó los hombros un poco, reaccionando a mis palabras. Con un lento giro sobre sus mocasines, miró hacia mí. Cuando nos miramos a los ojos, retrocedí dos pasos, un poco desilusionada. Los suyos seguían siendo del mismo gris, pero a diferencia de antes, su mirada era tan fría como el hielo. Esos ojos que una vez adoré estaban llenos de una dureza que no sabía que pudieran contener. Esos hermosos ojos. La dureza que proyectaron en ese momento me hizo querer retirarme de su espacio lo antes posible, pero también, curiosamente, esa misma mirada me hizo querer abrazarlo y decirle que todo estaría

bien. Este nuevo Greyson estaba parado allí con una vibra muy Eeyore7. Era casi como si hubiera una nube de lluvia sobre su cabeza. No tenía la personalidad despreocupada que recordaba, eso era seguro. Pero cuanto más miraba, más me daba cuenta de lo que estaba viendo. No era frialdad por ira. No era dureza debido por enojo. Su mirada era tristeza. La tristeza no era acompañada de palabras; corría por el cuerpo de una persona. Nadaba en los ojos. Se extendía por las arrugas en la frente. Empujaba los hombros hacia abajo y se sentaba incómoda en las comisuras de los labios. Ningún humano tuvo alguna vez que hablar de su tristeza para que se viera. Otros solo tenían que tomarse el tiempo de realmente mirar a alguien para verla. Todo lo que realmente teníamos que hacer era reducir la velocidad y mirar. La tristeza de Greyson era clara como el día, y eso era desgarrador. Siguió mirando fijamente, sin decir nada. Me removí y le di una sonrisa tensa. —Como, Ellie Gable, de la secundaria. Éramos… Amigos… Éramos amigos, Grey. Éramos mucho más que amigos. ¿Cómo podía no recordar? Había sido el que me había sostenido en la época más dura de mi vida. Mis palabras se desvanecieron porque cuanto más duro me miraba, más incómodo se volvía todo. ¿De verdad no me recordaba? ¿Podía incluso ser posible? ¿Era incluso el mismo Greyson que conocía? Por supuesto que lo era. Los ojos nunca mienten. —Lo siento, esto es incómodo. —Me reí porque eso era lo que hacía cuando estaba nerviosa, me reía incómodamente—. Solo pensé… —Me detuve, dándole la oportunidad de entrar en la conversación. Todavía nada salvo silencio de él. Di algo, Greyson. —Es solo… han sido años, Grey. ¡Te ves genial! Muy bien. Veo que has crecido en altura. —¿Qué, Eleanor? ¿Qué significaba eso? Las palmas de mis manos eran un charco y estaba teniendo dificultades 7

Eeyore: personaje de los libros de Winnie-the-Pooh y The House at Pooh Corner. Normalmente se le representa como un viejo burro gris de peluche bastante pesimista y melancólico. Se le conoce como Ígor.

para pensar con claridad—. Claire mencionó que tienes dos hijas, ¿eh? Eso es una locura. Quiero decir, no es demasiado loco, considerando que eres un adulto y eso es lo que hacen los adultos, tienen familias. Quiero decir, excepto yo. Todavía soltera como una margarita — divagué, levantando mi dedo anular en el aire como una maldita tonta. ¿Qué significaba eso? ¿Soltera como una margarita? Recomponte, Ellie. Carraspeé. —Es curioso cómo sucede la vida, ¿verdad? Todavía. Sin. Palabras. —Bueno, quiero decir, ¿quieres preguntarme algo sobre el puesto de niñera? Sé que esto es probablemente extraño, pero realmente me encantaría el trabajo, como realmente encantarme. La vida ha sido bastante loca últimamente, y me vendría muy bien este puesto. No quiero contarte mi triste historia ni nada, pero... —Gracias, eso es todo —dijo. Su voz era baja y profunda con una nueva gravedad en ella. Definitivamente ya no era un niño, eso era seguro. Alcé una ceja. —Disculpa, ¿qué? —Tengo todo lo que necesito. Era tan seco con sus palabras que realmente deseaba que hubiera seguido sin decir nada. Habló de una manera tan monótona que era casi como si realmente no estuviera allí. Le di una sonrisa forzada, y respondió con una mueca. Alejó la mirada de mí una vez más y volvió a mirar por la ventana. Dios, esto fue muy incómodo. Había un millón de cuestiones en mi mente, un millón de cosas que quería preguntarle. ¿Cómo se había convertido en el director ejecutivo de la compañía de su padre? ¿Cuánto tiempo había estado casado? ¿Cómo estaba lidiando con la pérdida de su esposa? Oh, Dios mío, perdió a su esposa... Oh, Greyson. Lo siento tanto, tanto. Me quedé allí un rato, sin saber qué hacer. Parecía que no me iba a decir nada más a corto plazo, y la forma en que me miraba como si nunca hubiera significado algo para él me dolía. Entonces, me aclaré la garganta. —Bueno, está bien. Me iré. Fue muy agradable verte de nuevo, Grey. Espero que todo... funcione... —Alargué mis palabras y esperé unos segundos para recibir una respuesta, pero no llegó nada, así que asentí—. Está bien, bueno, adiós.

Me volví hacia la puerta, la abrí y sentí que todo mi cuerpo se relajaba. No había sido consciente de cuán tensa había estado dentro de esa biblioteca. Estaba segura de que había olvidado por completo cómo respirar durante unos segundos. ¿Cómo era posible? ¿Cómo me encontré con Greyson East después de dieciséis años solo para que me mirara como si no hubiera habido un momento en nuestras vidas en el que hubiéramos significado tanto el uno para el otro? ¿Cómo no había sentido las cosas que yo había sentido en ese intenso momento? ¿Y cómo podía alguien pararse tan alto mientras era arrasado por tanta pesadez? Claire me miró sorprendida. —Eso fue rápido. ¿Cómo te fue? —Eso fue... toda una experiencia. —Le di una sonrisa triste—. Gracias por la oportunidad, pero no creo que sea lo que está buscando. —Oh. Bueno, lamento escuchar eso. Tenía esperanzas. —Sí, yo también. Le agradecí por última vez y salí de la casa, llevándome mis nervios y mi decepción conmigo. Saqué mi teléfono para informarle a Shay sobre la entrevista fallida y luego escuché el sonido de tacones chocando contra el suelo. —¡Eleanor! ¡Eleanor! ¡Espera! Me di la vuelta para ver a Claire corriendo hacia mí. —¿Sí? Respiraba en jadeos. —Es tuyo. —¿Qué es mío? —El trabajo —dijo, poniéndose un poco más erguida—. Acabo de hablar con Greyson, y me dijo que cancelara las entrevistas restantes por el día porque el puesto es tuyo. Su asistente, Allison, se pondrá en contacto contigo por correo electrónico y será la que te mostrará la casa de Greyson durante el fin de semana. Y… —Estoy... espera, ¿qué? —Estaba completamente desconcertada por sus palabras, porque no había pasado nada durante mi interacción con Greyson que me indicara que obtuve el nuevo trabajo—. ¿Estoy contratada? —Sí, cariño. —Sonrió—. Estás contratada.

23 Greyson

M

iré por la ventana de la biblioteca cuando Eleanor salió de la casa. Claire seguía hablando con ella, poniéndola al día sobre la contratación para el puesto, y cuando se abrazaron, alejé la mirada por un segundo. Cuando me di la vuelta, Eleanor estaba subiendo a un auto viejo y destartalado. Cuando arrancó, el motor sonó como si hubiera sido un fumador empedernido en una vida pasada, y se fue en esa trampa mortal. Eleanor Gable. No había pensado en su nombre en años, excepto de pasada. Ahora, sin embargo... ahora estaba cruzando mi mente, los recuerdos de los niños que habíamos sido cuando nos encontramos por primera vez infiltrándose en mis pensamientos. Se había parado en la biblioteca como si me conociera. Eso era una locura para mí. No sabía si seguía siendo la chica que había sido en ese entonces, pero yo estaba muy lejos de ser el chico que había conocido. La vida tiene una forma de cambiarnos, algunos para bien y otros para mal. Yo era lo último. Claire volvió a la biblioteca, un poco sin aliento pero sonriendo. Siempre estaba sonriendo, incluso en los días difíciles. Alejé la mirada y me volví hacia el alféizar de la ventana. Lo más difícil del mundo era mirar la sonrisa de Claire, porque se parecía mucho a la de su hija. —Tengo un gran presentimiento sobre esto, Greyson. Creo que Eleanor va a ser una buena compañera para las chicas —comentó—. ¿Sabías que perdió a su madre a una edad temprana? Eso podría ser útil para las chicas. No contesté. No había mucho que decir, y no era de los que participaban en conversaciones que no importaban. Eleanor era la niñera. Era un trato hecho. No había necesidad de repetirlo una y otra vez. —Parece maravillosa —dijo Claire, porque nunca entendía la indirecta cuando quería que me dejaran en paz. O tal vez lo hacía, pero se preocupaba demasiado por lo que sufría cuando se me dejaba solo con mis pensamientos—. ¿Mencionó que se conocían? ¿De cuando eran más jóvenes?

Mi cuerpo se tensó, y jugueteé con las mangas de mi traje. —Hace mucho tiempo. —Sí, pero siempre es agradable volver a ver a alguien de tu pasado. Tampoco tenía ningún comentario que hacer al respecto. No sabía lo que significaba que Eleanor Gable hubiera sido la mujer que entró a mi biblioteca esa tarde. Ni siquiera me había permitido pensar en el concepto de que volviera a entrar en mi vida. Todo lo que sabía era que tenía el mejor currículum de todos los que había visto ese día, y yo tenía un trabajo más importante que hacer en mi oficina. Me aclaré la garganta. —Tengo que ir a trabajar. Probablemente también llegue tarde a casa. Después de recoger a las niñas, ¿puedes llamar a la niñera para que venga a cuidarlas? Claire frunció el ceño y lo odié. Tenía el ceño fruncido de su hija también. No sabía que era posible extrañar el ceño de una persona hasta que el suyo me fue arrebatado. “Grey... —Su voz entrecortada habló en mi dirección”. Me volví hacia mi derecha, y la frente de Nicole yacía sobre el airbag explotado. Parpadeé y cerré los ojos mientras Nicole volvía rápidamente a mí. Se sentía más y más como si me ahogara cada vez que pasaba. El dolor era extraño, cómo se te acercaba sigilosamente, cómo aparecía incluso cuando tratabas de evitarlo con todas tus fuerzas. Me mantenía ocupado porque no quería llorar. No quería enfrentarme a un mundo en el que ella ya no vivía, pero el dolor aparecía en silencio, en momentos aleatorios, a pesar de que hacía todo lo posible para ahogarlo. Venía a mí bruscamente con la comprensión de lo que había sucedido. Mi pecho se apretó mientras el dolor inundaba cada parte de mi alma. —Greyson —dijo Claire, su voz suave y llena de preocupación mientras ponía una mano sobre mi antebrazo, sacándome de mi oscuridad. —¿Hmm? —¿Estás bien, hijo? —preguntó, sabiendo muy bien que no lo estaba. Pero mentí. Siempre mentía. —Estoy bien. Llamaré más tarde, y me aseguraré de que Allison le envíe un correo electrónico a Eleanor con todos los detalles sobre el puesto. Gracias, Claire, por venir hoy. —Por supuesto, cariño. Siempre voy a aparecer —prometió.

No mentía. Nunca mentía. Inhalé profundamente y alejé las emociones tratando de escapar de mi interior. No permitiría las lágrimas. No quería llorar. No quería sentir. No quería enfrentar el hecho de que se había ido. Así que hice lo único que sabía hacer. Fui a trabajar, y ahogué la locura de mi mente que trataba de tragarme entero cada segundo de cada día.

24 Eleanor

—¡¿C

onseguiste el trabajo?! —exclamó Shay esa tarde mientras me paraba en la puerta de nuestro apartamento jugueteando con mis dedos—. ¡Oh, Dios mío, tenemos que celebrar!

—Uh, sí. Conseguí el trabajo. —No lo había asimilad en realidad. En su mayor parte, había caminado aturdida y confundida desde que había salido de la casa de Greyson, preguntándome si lo que había sucedido de verdad había sucedido o si estaba teniendo algún tipo de crisis psicótica. —Lo siento, ¿no estás contenta con esto? —preguntó, levantando una ceja—. ¡Antes de la entrevista estabas extasiada con solo la idea! ¿Qué cambió? —Oh, mucho —murmuré cuando entré en nuestra casa y cerré la puerta. Habíamos estado viviendo juntas durante los últimos dos años, y no podía imaginar vivir con nadie más. Shay era el yin para mi yang. Me dirigí directamente al refrigerador y saqué un pastel. Siempre podía contar con que mi prima nos abasteciera con los mejores dulces. Trabajaba en una panadería, después de todo. Aunque no era el trabajo de sus sueños, le encantaba. Durante el día, estaba en la panadería, y por la noche, estaba ante su ordenador portátil escribiendo guiones. Shay estaba más que dotada con la palabra escrita. Podía girar palabras de una manera que hacía que uno quisiera reír a carcajadas y sollozar a la vez. Solo estaba buscando su gran oportunidad, y realmente se la merecía más que nadie. Shay tenía un talento incomparable. Sabía con certeza que algún día triunfaría en la industria del cine. Un día, su nombre estaría en los créditos finales de una película de gran éxito. Me dejé caer en el sofá con una rebanada de pastel y dos tenedores. Shay se sentó a mi lado y aceptó ansiosamente su utensilio. —¿Mucho como en...? —preguntó. —Bueno, descubrí quién es mi empleador —dije. —Oh, Dios mío, ¿es Beyoncé? —chilló—. Justo le estaba diciendo a mi madre que tiene que ser alguien famoso con la cantidad de dinero que ofrecieron.

—No es Beyoncé. —Me reí, pensando que era gracioso que mi prima y yo tuviéramos el mismo proceso de pensamiento. En muchos sentidos, era casi como si fuéramos gemelas. Nuestras mentes siempre estaban en la misma página—. Pero es alguien que conocemos... o, bueno, conocimos. —Cállate. ¡¿Qué?! Me estoy volviendo loca. ¿A quién conocemos que tenga ese tipo de dinero? —Greyson. —¿Greyson quién? —Greyson, Greyson. Greyson East. Su boca se abrió y jadeó. —¡De. Ninguna. Manera! —¡Gracias! Esa fue mi reacción también. Supongo que es el director ejecutivo de la compañía de whisky de su padre. —Eso es una locura. Eso está más allá de la locura —comentó Shay—. Mierda. Entonces, ¿cómo estuvo? ¿Qué dijo al verte? —Uh, nada, en realidad. Apenas habló. Fue raro, Shay. Era tan... diferente, todo lo contrario del chico que solíamos conocer. El Greyson que conocía era tan abierto y dispuesto a expresarse de todas las formas posibles. Hablaba con tanta esperanza en su voz y soñaba con un futuro brillante. El Greyson que había visto en la biblioteca de una mansión era diferente. Era alguien completamente nuevo, y no tenía ni idea de cómo sentirme al respecto. —Eso es una locura. Ustedes estuvieron muy unidos por un tiempo, hasta que te mudaste a Florida con tu padre. —Sí. Honestamente, tuvo un gran impacto en mí, pero hoy actuó como si ni siquiera supiera quién era. —Pero te contrató. Eso tiene que contar para algo, ¿verdad? —Tal vez... solo desearía que pudieras haberlo visto. Era tan... frío. —¿Frío como malo? ¿O grosero? —No, no exactamente... Greyson no había sido exactamente grosero o cruel conmigo. Simplemente había… sido. Era difícil explicar todo su comportamiento. Llamar a Greyson malo se sentía irrespetuoso, pero llamarlo amable se sentía absurdo. Solo se había sentido silenciosamente intrigante, como si hubiera un millón de pensamientos en su mente, pero nunca dejara que nadie más los compartiera. —Simplemente no es la persona que conocía, eso es todo. Supongo que tendré que acostumbrarme. De cualquier manera, va a ser extraño trabajar para él.

—Oh, Dios, trabajar para tu primer amor, ni siquiera podría imaginar eso. —Todavía estoy tratando de imaginarlo. Shay y yo nos sentamos en el sofá y nos acomodamos para ver algunos malos reality shows. Una vez a la semana, cancelábamos todos los planes para hacer un maratón de programas terribles que grabábamos en DVR. Nuestros favoritos eran las competiciones de citas porque eran ridículamente exageradas. Danos maratones de The Bachelor o The Bachelorette, y estaríamos felices durante días. Sin embargo, esa tarde fue un poco difícil dejar ir mis pensamientos. Una gran parte de mi mente no podía dejar de pensar en el nuevo Greyson East. No podía imaginar cómo sería trabajar para un hombre que había definido una parte tan importante de mi vida. Habían pasado más de quince años desde que nos despedimos, una década y media de crecimiento y cambio, altibajos y seguir adelante. Aun así, no podía dejar de pensar en el chico que solía ser ese hombre frío. No podía evitar pensar en nuestros primeros saludos y despedidas finales. Me pregunté si él también estaba pensando en ellos.

Después de que Shay y yo termináramos nuestro maratón de televisión, me dirigí a mi habitación para llamar a mi padre. Me senté al borde de la cama con mi teléfono en la mano izquierda y una copa de vino en la derecha. —¿Hola? —contestó la voz profunda antes de toser un poco y aclararse la garganta. —Hola, papá, soy Ellie —dije, cerrando los ojos—. Llamaba para ver cómo estabas. —Oh, sí, Ellie. Te iba a llamar, pero supuse que estabas ocupada. ¿Cómo ha ido todo? Agarré una almohada y la abracé mientras me mordía el labio inferior. —Bien, sí. Quiero decir, todo está bien. ¿Cómo te sientes? ¿Pasó el malestar estomacal? —Oh, sí. Fue extraño, pero me siento un poco mejor. Mi cabeza estuvo en el inodoro todo el día y toda la noche, pero ahora estoy bien. —Me alegra escucharlo. ¿Has estado tomando tu insulina todos los días? Sé que a veces lo olvidas. —Llevaba bastante tiempo viviendo con diabetes tipo dos y era el peor en tratarlo adecuadamente. Solía pelearme con él para intentar que comiera más saludablemente. Se puso tan mal que encontraba latas de refrescos escondidas debajo del

lavabo del baño. Intenté todo para que comiera mejor, para que perdiera peso, pero fue un esfuerzo inútil. No podías obligar a un hombre a mejorar su vida si no quería cambiar por sí mismo, y cada vez que lo empujaba, nuestra relación sufría. Por eso me había ido hace tantos años. Se había cansado de mis intentos de ayudar y me alejó. Solo tenía que aprender a amarlo desde la distancia, incluso si eso significaba que me preocupara día tras día por su bienestar. —Síp, tomándolo todos los días como se supone que debo hacer — dijo. Mentiras. Sabía que también era mentira, porque conocía a mi padre. Ambos nos quedamos en silencio, lo cual era bastante normal. Nunca decía mucho, y yo tampoco. A menudo, me preguntaba si nuestro silencio se debía al hecho de que no teníamos nada que decir o porque habíamos esperado muchos años para hablar. Quizás nuestras cabezas estaban llenas de conversaciones profundas y significativas que deseábamos tener el uno con el otro y simplemente no teníamos ni idea de por dónde empezar. Eso estaba bien, sin embargo. Al menos todavía teníamos llamadas telefónicas de vez en cuando. Aun así, a veces echaba de menos las palabras. Se aclaró la garganta. —Está bien, bueno, oye, tengo que limpiar un poco por aquí. Gracias por llamar, Ellie. Hablamos más tarde. —Ah, está bien. —¿Y Ellie? Gracias por el dinero que me enviaste. Sin embargo, no tenías que hacer eso. Desearía que te detuvieras, pero sí, gracias. —Siempre, papá. —Hablaremos luego, ¿de acuerdo? Siempre hacía eso, terminar las conversaciones pronto, lo que probablemente era lo mejor. De lo contrario, me habría quedado agarrando el teléfono, escuchando su respiración errática y deseando que no fuéramos las personas que éramos. —Muy bien, papá. Te quiero. —Sí, también a ti. Adiós. Colgó sin darme las palabras que más necesitaba escuchar, las que podrían haberme dado un poco de consuelo. También te quiero. Era difícil creer que hubo un momento en que mi padre y yo éramos cercanos. El tiempo tenía la capacidad de cambiar las relaciones de una manera que nunca creíamos posible. La muerte hacía

eso a la gente: convertía sus almas en algo nuevo. A veces, era para mejor, y otras para peor. Con el tiempo, la vida obligaba a las personas y sus relaciones a cambiar. Algunos días, deseaba poder cambiar un poco a mi padre hacia el hombre que solía ser. Extrañaba a ese hombre todos los días de mi vida, y rezaba en secreto a mamá para que lo ayudara a encontrar el camino de regreso a mí. Creía completamente en el amor de mi madre. Pensé que su amor era tan fuerte que de alguna manera podría vencer a la muerte. Sentía su amor a mi alrededor en todo momento. Realmente esperaba que papá también sintiera su presencia. Sigo aquí, Ellie. Esas palabras estaban tatuadas en mi corazón, y lo mantenían latiendo.

25 Greyson

M

e quedé en la oficina central de EastHouse tanto como pude. La mayoría de los empleados se fueron a las siete, y cuando miré mi reloj eran pasadas las nueve.

Mi teléfono empezó a vibrar y el nombre de Landon apareció en la pantalla. Ignoré la llamada, pero eso no detuvo a mi mejor amigo de mandarme un mensaje al instante. Landon: Ve a casa, Grey. Hubiera dicho que el que ignorara sus llamadas no era nada personal, pero lo era. Desde el accidente, Landon había estado comprobando cómo estaba cada día, y prácticamente lo ignoraba cada día. Estaba harto de mentirle diciéndole que estaba bien cuando no era así. Estaba harto de oír la preocupación en su voz. Estaba harto de él preocupándose. Así que me sumergí en mi trabajo y continué haciéndolo cada día hasta que era el último hombre que dejaba la oficina. Cuando llegué a casa, la niñera estaba durmiendo en el sofá. Era alguna chica de diecisiete años que Claire había contratado por días cuando no teníamos una cuidadora. Me acerqué a ella y la desperté. Me sentí como una mierda por llegar tan tarde, viendo que ella tenía escuela por la mañana. —Oye, despierta —dije, dando un golpecito en su hombro. No recordaba su nombre, porque era el imbécil que olvidaba los nombres de la gente, sin importar cuántas veces los hubiera visto. Se incorporó un poco y bostezó. —Oh, hola, señor East. —Hola. Puedes ir a casa ahora —le dije. Bostezó de nuevo. —De acuerdo. Las chicas se portaron bien esta noche. Lorelai no se quitó sus alas de mariposa, sin embargo, y está durmiendo con ellas. Y Karla es… bueno, ya sabe… Karla. Extrañamente, sabía exactamente a qué se refería. —Toma un poco más, por el poco tiempo de aviso. Sus ojos se ampliaron. —Pero eso es un billete de cien dólares.

—Sí, soy consciente. Gracias por tu tiempo, eh… —Madison. —Sonrió, diciéndome su nombre como siempre tenía que hacerlo—. Como la capital de Wisconsin. —Correcto. Madison. Buenas noches. Salió de la casa y exhalé. Siempre era agradable cuando ya no había nadie alrededor. Después de servirme un vaso de whisky con hielo, hice mis dos paradas de la noche. Primero Lorelai. Su dormitorio estaba cubierto de obras de arte. Había heredado sus habilidades artísticas de su madre, eso seguro. Su respiración era tranquila mientras dormía profundamente con su cuerpo hecho una bola. Me acerqué a ella, como hacía cada noche, y le quité sus alas de mariposa. Gruñó y se retorció un poco antes de volver a dormir. Durante el día, era una niña salvaje. Nunca pasaba un minuto sin hablar y su nivel de energía era muy alto. Sin embargo, por la noche era la definición de la calma. Su respiración era siempre muy suave y tranquila. Me arrodillé a su lado y le peiné el cabello detrás de la oreja. Besé su frente antes de dirigirme a la habitación de Karla. También estaba durmiendo, pero tenía su iPhone a su lado mientras sus auriculares cubrían sus orejas. Cuando revisaba a Karla, primero verificaba los latidos de su corazón. Respiraba mucho más pesado que su hermana pequeña, y a veces juro que su respiración hacía pausas que se sentían demasiado largas. O quizás solo era mi mente preocupada. Karla Lynn East nació con tres semanas de adelanto. Estuvo en la unidad de cuidado intensivo neonatal durante cinco semanas, sufriendo de problemas respiratorios. Hubo un momento en el que no estábamos seguros de que fuera a lograrlo, pero desde el primer día, mi niña había sido una luchadora. El día que Nicole y yo trajimos a Karla a casa, me senté junto a su cuna durante semanas, contando sus respiraciones. Cada inhalación y exhalación estaban marcadas en mi mente. Había dormido en el suelo de su habitación cada día, asegurándome de que sus pulmones todavía se elevaban y caían a un ritmo normal. Después del accidente de hace diez meses, se perforó un pulmón que le causó sufrir de falta de aire. Aunque su pulmón sanó, no podía alejar el miedo. Por lo tanto, cada noche revisaba su respiración. También me golpeaba cada vez que ella perdía una inhalación. Si no fuera por mi error, no habría estado sufriendo tanto. Si mis ojos hubieran estado enfocados en la carretera… Basta, me dije. Mi cerebro siempre vagaba por su cuenta hacia el peor día de mi vida. No tenía control sobre mis propios pensamientos.

Retiré los auriculares de Karla, luego me senté al pie de su cama y coloqué los auriculares contra mis orejas. Escuchaba la misma cosa cada noche, lo cual significaba que yo también lo escuchaba cada noche. Cerré mis ojos mientras la grabación se reproducía. —Te quiero, mi hermosa Karla —decía Nicole en el audio repetidamente. Te quiero, mi hermosa Karla, te quiero, mi hermosa Karla, te quiero, mi hermosa Karla… La voz de mi esposa hacía eco en el más hermoso bucle. Retorcí mis dedos y bajé mi cabeza mientras escuchaba sus palabras. Cuando se volvió demasiado, puse los auriculares de nuevo en las orejas de Karla, besé su frente y me dirigí a mi dormitorio. Me senté en la habitación oscurecida, sin sonido excepto por el tic tac del reloj en la pared. El tiempo se estaba moviendo y mi mente estaba trabajando contra mí. Las palabras seguían reproduciéndose en mi mente cuando cerré los ojos con fuerza y me tumbé intentando dormir. Sin embargo, el sueño nunca llegaba fácilmente. Odiaba cerrar los ojos porque cuando lo hacía, veía el rostro de Nicole. Las pesadillas eran una burla de la fría realidad. Mis días eran duros, pero mis recuerdos eran donde más sufría. “Grey… —habló con voz entrecortada en mi dirección”. Me volví hacia mi derecha, y la frente de Nicole se posaba sobre el airbag explotado. Sus ojos estaban llenos de miedo y pánico. Negué, abriendo mis ojos. Froté mi rostro con mis manos, intentando alejar la pesadilla de la vida real de mi mente. No había un día en el que no me culpara por no revisar a mi esposa más de cerca en ese auto. No había un día que pasara en el que no recordara cada error que cometí esa noche. Por lo que me dirigí al despacho esa noche. Sabía que el sueño no iba a encontrarme pronto, así que seguiría trabajando y trabajando para intentar ahogar la pesadez que había sobre mi alma. Alrededor de la una de la mañana, mi teléfono sonó. Landon: Ve a dormir, amigo. Hice todo lo posible por escuchar su solicitud esa noche, pero aun así, como todas las noches anteriores, fallé.

26 Eleanor

—H

ola, Eleanor, bienvenida de nuevo a la propiedad de los East —saludó Allison mientras me acercaba para unirme a ella en el porche delantero de la casa de Greyson. Había sido puesta a cargo de darme un tour y de repasar todos los detalles del trabajo conmigo. Nos reunimos un sábado por la tarde porque pensó que sería más fácil mostrarme los alrededores mientras las niñas estaban en la casa de sus abuelos. Quería que no me sintiera abrumada por conocer a las chicas y recorrer la propiedad de una sola vez. Sentí como si estuviera tratando de darme calma antes de la tormenta. Allison era todo lo que toda mujer soñaba ser, al menos, era lo que yo soñaba ser. Era hermosa sin esfuerzo y parecía una directora ejecutiva en lugar de la asistente de un director ejecutivo. Era casi como si hubiera nacido para liderar. Entró en todos los espacios como si fuera su dueña y nunca bajó la barbilla, moviéndose como si llevara una corona invisible. Su confianza era más que impresionante. Además, por encima de todo, era agradable. No la habría culpado si no fuera amable, porque tenía todo lo demás a su favor. Me recordaba a Shay de muchas maneras: fuerte. —Así que tendrás tu propio juego de llaves para ir y venir por toda la casa. En el vestíbulo, verá las llaves del auto que se necesita para ayudar a llevar a las niñas a la escuela. Gracias por traerme todo el papeleo que te pedí. Estamos en el proceso de agregarte al plan de seguro —explicó Allison mientras entrábamos a la casa—. Lorelai es alérgica a los mariscos, y Karla no tocaría un vegetal aunque su vida dependiera de ello. Los lunes son siempre espaguetis para cenar, pase lo que pase. Eso es muy importante. Ni macarrones, ni lasaña, solo espaguetis. Confía en mí, es importante. De lo contrario, puedes ser tan creativa como desees para los planes de comidas. »Hay una política de no azúcar para los días de semana, pero cuando van a la casa de sus abuelos el fin de semana, es un día libre para todos. El lunes por la mañana, cuando es hora de despertar a las niñas, puedes culpar a Claire si están en coma de azúcar. Aquí está la

habitación de Lorelai, y al otro lado la de Karla. Al final del pasillo, a la izquierda, se encuentra el dormitorio extra donde te alojarás si Greyson trabaja hasta tarde o fuera de la ciudad. Y por aquí… —Sus tacones sonaron mientras caminaba a través de la casa, e hice todo lo posible para seguirle el ritmo. Me mostró la cocina, el segundo baño, el comedor, la sala familiar, la sala de estar, que no había que confundir con la sala familiar, y un millón de otros lugares mientras me daba otros detalles. Cuanto más hablaba, más me abrumaba. Revolviendo mi bolso, rápidamente saqué mi teléfono, abrí mi aplicación de notas y empecé a escribir frenéticamente, tratando de absorber toda la información que me daba. Allison miró por encima de su hombro y sonrió. —Supongo que debería haberte dicho que tengo una carpeta con toda esta información incluida. No te preocupes, estoy repasando lo básico. Este es el tipo de trabajo en el que las cosas se vuelven más fáciles cuanto más lo haces. —Seguro. Es que es mucho, eso es todo. —Los East son mucho, especialmente últimamente. Quiero que sepas que este es un gran trabajo. Ser niñera es difícil, pero para esta familia es aún más difícil. Viene con sus propios desafíos. Quiero asegurarme de que estés preparada para los días largos y a veces para las noches más largas. No estaba segura de estar preparada para ello, para ser honesta. Todo me parecía un poco exagerado. —Tengo que admitir que me sorprendió un poco que me ofrecieran el puesto. —No dudo que lo harás genial. He estado con el señor East por mucho tiempo, y tengo que creer que sabía lo que estaba haciendo cuando te contrató. Eres la séptima persona a la que le he dado esta charla en los últimos diez meses, así que podría volver a equivocarme. Continuó mostrándome la casa y luego nos detuvimos frente a una puerta. Señaló hacia ella, bajando la voz. —Esa es la oficina del señor East. Probablemente esté ahí dentro ahora. La mayor parte del tiempo que pase en casa, estará dentro de esas cuatro paredes, trabajando. Si la puerta está cerrada, te está prohibido entrar. —¿Y si está abierta? —pregunté. Me miró con desconcierto. —Oh, no, nunca está abierta. —Continuó el recorrido por la casa y una vez cubrimos todo, me llevó a la cocina, y me dio una carpeta grande de tres anillos llena de papeles—. Esto debería ayudarte un poco. He preparado una guía completa sobre cómo conquistar el hogar de los East. Lo hojeé, impresionada por la atención a los detalles.

—Vaya, esto es increíble. Me sorprende que no tengas esta posición. —Confía en mí. —Sonrió—. El señor East no podría permitírselo si quisiera que yo fuera la niñera de sus hijas. Lo hizo sonar como si sesenta y cinco mil dólares fueran una nimiedad. Gracioso, dado que me sentí como si hubiera ganado la lotería con ese nivel de ingresos mientras ella hablaba como si fuera un pedazo de chicle en la suela de su zapato. Perspectiva, supongo. —Antes de irme, quería hablar contigo sobre un tema delicado — comentó Allison—. Es sobre las chicas, principalmente Karla. —¿Oh? —Cuando ocurrió el accidente automovilístico hace unos meses, toda la familia estaba en el vehículo. Todos sufrieron heridas, pero Karla fue arrojada desde el asiento trasero por la ventana porque no llevaba puesto el cinturón de seguridad. Jadeé, cubriéndome la boca. —Oh, Dios mío. —A veces, eh, se le dificulta caminar. Debido a la forma en que aterrizó, tuvo que someterse a una cirugía en su cadera izquierda, y hay una pequeña diferencia en la longitud de sus piernas. Por lo que cojea. Es bastante notorio, pero hacemos todo lo posible para no llamar la atención sobre ello. Karla lo hará, sin embargo. Hará todo lo posible para que te sientas incómoda. También están las cicatrices. —¿Las cicatrices? Asintió. —Su rostro estaba herido de muy mala manera. Cuando salió volando del auto, golpeó su rostro contra un árbol antes de golpear el suelo. No hay forma de evitarlo. Notarás las marcas, pero, por favor, haz todo lo posible para no tener una reacción exterior. Karla se alimenta de eso. Hará las cosas mucho más difíciles para ti. —No lo haré. Sonrió. —Si te preocupa menos, Lorelai es una delicia. —Una gran parte de mí espera que le pusieran el nombre por Gilmore Girls —bromeé. —Su nombre es por Lorelai Gilmore al cien por cien. Nicole no lo habría hecho de otra manera. Eso me gustó mucho. Al menos Greyson se había casado con una mujer inteligente. Allison se paró más derecha.

—Bien, creo que eso es todo. Voy a salir ahora, pero adelante, siéntete como en tu casa. Acostúmbrate a la propiedad. El señor East sabe que estás aquí hoy, así que no sientas que no se te permite echar un vistazo. Si necesitas algo, mi número está en la lista de contactos del libro, o puedes enviarme un correo electrónico. Si no surge nada, espero que tu primer día vaya bien. Claire estará contigo el lunes para asegurarse de que la transición se desarrolle sin problemas. Debía haber tenido mi cara de no-póker puesta, porque mientras Allison agarraba su abrigo y su bolso para irse, me dio un ligero apretón en el hombro. —Vas a estar bien, Eleanor. La mente sobre la materia. Puedes con esto. Pongámonos en contacto a finales de esta semana para ver cómo van las cosas. —Suena genial. Gracias, Allison. Después de que se fuera, respiré hondo y hojeé unas cuantas páginas de la carpeta. Luego, hice un recorrido por la casa, familiarizándome con de quién era y dónde estaba cada habitación. Había algo tan inquietante en la tranquilidad de la casa de Greyson. Estaba tan oscuro, con una extraña sensación de pesadumbre pegada a ella, casi obsesionante. No me refería a la oscuridad con respecto a la iluminación, sino al nivel de energía. Había tanta pesadez en el espacio. El lugar parecía una casa, no un hogar. Si no lo hubiera sabido, no habría creído que una familia vivía allí. Se sentía tan abandonado, casi como un recuerdo congelado en el tiempo. Eso podría haber sido solo mi propio pensamiento, debido a que sabía la tragedia que había ocurrido en las vidas de los individuos que vivían allí. Con el número de libros que había leído, no era inexacto decir que mi mente vagaba hacia lo dramático. Tal vez me recordó a la casa de mi padre después de que mamá falleciera. Había sido como si él y yo estuviéramos congelados en el tiempo. Esa fue la razón por la que me fui por mi cuenta: las paredes me habían estado sofocando. Volví a la cocina, hojeando la carpeta, completamente sorprendida por los horarios de las chicas. Entre la escuela, las clases de natación, karate, clases de piano, fisioterapia y terapia de duelo, no estaba segura de cómo encontraban el tiempo para vivir aunque fuera un poco. —Eleanor. Me sobresalté al oír mi nombre y me volví para ver a Greyson parado detrás de mí con un vaso vacío en la mano. Estaba vestido con un traje de negocios con corbata, lo que me resultaba muy extraño. ¿Quién llevaba traje y corbata en su propia casa? Apenas llevaba pantalones cuando estaba sola en casa.

—Oh, Greyson, hola. Lo siento, todavía estoy aquí. Allison me estaba dando un tour y me dio permiso para mirar un poco más. —Me puso al tanto. Vaya. Había respondido inmediatamente, a diferencia de la primera vez que lo vi. Llamé a eso progreso. Le sonreí, no me devolvió la sonrisa, y eso se sintió como la cosa más extraña del mundo. El viejo Greyson habría estado lleno de sonrisas. —Es una casa hermosa —dije, sin saber de qué más hablar—. Es enorme. Te juro que es como diez veces más grande que mi apartamento y el de Shay. —Me miró con la mirada perdida mientras me movía de un pie a otro—. Me encanta la decoración —comenté, y me odié en el momento en que las palabras salieron de mis labios. Solo vete, Eleanor. No seas incómoda—. Esas almohadas en tu sala de estar son para morirse. ¿De dónde las has sacado? —El diseñador de interiores lo eligió todo —respondió secamente. —Oh, claro, por supuesto. Mi diseñador de interiores es normalmente la sección de liquidación de T.J. Maxx —bromeé—. O en ocasiones especiales, Target. No se rió, probablemente porque no era graciosa. Me pregunté cuándo fue la última vez que se rió. ¿Ya no encontraba nada divertido? Nos miramos fijamente en el silencio más incómodo, aunque no sentía que pudiera alejar los ojos. Probablemente lo miré demasiado tiempo, pero, ¿cómo no iba a hacerlo? Había pasado quince años sin mirarlo. Era comprensible que no pudiera alejar la mirada rápidamente. La incomodidad de todo esto finalmente se detuvo cuando Greyson aclaró su garganta. —¿Eleanor? —Sí. —Vine por agua. —¿Oh? —Lo miré como una idiota, con los ojos abiertos como un ciervo ante los faros, esperando sus próximas palabras. Me quedé quieta como si fuera a expandir su interés por el agua. ¿Me estaba ofreciendo un trago? ¿Íbamos a beber agua y ponernos al día? ¿Iba a poder finalmente preguntarle cómo se había convertido en el director ejecutivo de la empresa de su padre a una edad tan temprana? ¿Qué le había pasado a su padre? Su mirada se estrechó, y sus labios se curvaron hacia abajo de una manera desagradable. Asintió una vez. —¿Hmm? —pregunté. Esta vez asintió más agresivamente, haciendo un gesto a mi lado.

Miré detrás de mí y me di cuenta de que estaba parada frente al refrigerador, bloqueando el dispensador de agua. Me puse a un lado, golpeándome mentalmente. Idiota. —Oh, claro, por supuesto. Bueno, creo que ya terminé aquí, así que me iré —dije, corriendo a buscar mi carpeta—. Que tengas una buena tarde. No respondió, pero eso no fue sorprendente. Rápidamente me di cuenta de que este nuevo Greyson no tenía tanto que decir como el anterior.

27 Greyson

E

leanor tenía una manera de mirarme y pararse frente a mí durante demasiado tiempo, hasta el punto en que era incómodo. Tenía que ser incómodo también para ella, aun así, seguía mirando como si no le importara la incomodidad

en absoluto. También odiaba cómo miraba. Me miraba como si fuera el hombre más triste sobre la tierra. Deseaba que dejara de compadecerme cada vez que me veía. Era irritante. Cada vez que me miraba boquiabierta, lo hacía como yo fuera un cachorro triste de un maldito anuncio de Sarah McLachlan. No era un cachorro triste. Simplemente un hombre no tan feliz. Los fines de semana eran difíciles para mí, dado que no había mucho trabajo para mantener mi mente ocupada. Además, las chicas siempre estaban en la casa de Claire y Jack. La mayor parte del tiempo intentaba viajar porque estar en diferentes lugares me hacía más difícil pensar demasiado, pero algunas veces, viajar no era opción y me quedaba solo en casa. Mi casa era siniestramente silenciosa. Siempre era extraño cuando había tanto silencio, porque había habido un punto en el tiempo en que todo lo que escuchaba eran risas ruidosas. Aunque algunas veces juraba que los ecos de la risa todavía rebotaban en las paredes, aunque, con certeza, probablemente solo era la esperanza de que los ecos persistieran. Había un millón de cosas que extrañaba de Nicole, pero su risa tenía que estar al principio de la lista. Se reía de una manera en que las lágrimas siempre se derramaban por su rostro, sin importar qué. Nicole encontraba todo tan ridículamente gracioso y podía hacer que incluso la persona más malhumorada mostrara una sonrisita. Ese era su superpoder: hacer a las personas felices. No era de extrañar que después de que dejara este lugar, todo se hubiera sentido un poco más oscuro. Se había llevado esa luz con ella. Mi teléfono sonó y estaba noventa y nueve por ciento seguro de que era Landon revisando que estuviera bien. Incluso cuando le decía que dejara de hacerlo, siempre lo hacía. De alguna manera, estaba agradecido por ello.

Aun cuando había sido un amigo de mierda durante algunos meses, era agradable saber que Landon no se lo tomaba de forma personal. Landon: ¿Quieres ir por una cerveza? Yo: ¿Siquiera estás en la ciudad? Landon: Puedo hacer que el avión privado salga hacia Chicago, sin problema. Yo: Ja. No desperdicies tu dinero. Cuando la casa estaba vacía y no había más correos electrónicos o contratos que revisar y volver a revisar, sabía que era mi peor momento. Corría en mi cinta para intentar aclarar mi cabeza, pero aun así, eso realmente nunca hacía mucho por detener mis pensamientos, porque en el momento en que dejaba de correr, todo regresaba rápidamente hacia mí. Ella también solía correr. Solía correr, hornear y sonreír. Solía reír y bailar y amar en voz alta. Solía serlo todo para mí. Y se había ido por mi culpa. En las noches cuando era demasiado, como lo era esa noche, me permitía romperme. Me desmoronaba cuando nadie estaba mirando, porque era más fácil estar roto cuando nadie estaba alrededor para sentirse mal por ti. No quería la lástima de la gente. No quería sus más sinceras disculpas. No quería sus palabras de ánimo. Simplemente quería a mi esposa de vuelta. Así que, la noche de ese sábado, entré en la habitación de Karla, ignoré la señal de No Entrar en la puerta de su armario y la abrí, lo que abrió un mundo hacia todo lo que era Nicole. Cubriendo las paredes había docenas y docenas de fotografías de Nicole con las niñas y conmigo. Había un millón de momentos congelados en el tiempo, imágenes que capturaban sus sonrisas, sus risas, nuestra felicidad. Karla había puesto una silla en su armario y colgado pequeñas luces a través del espacio. En el suelo había prendas de ropa de Nicole y pude deducir que mi hija se había sentado en el espacio no hace mucho tiempo atrás, porque habían sido recientemente rociadas con el perfume favorito de su madre. Apagué la fuente de luz principal en la habitación para que solo las pequeñas luces brillaran sobre mí. Luego, me senté en la silla y levanté una sudadera con capucha negra. Nicole se la había puesto para dormir

cuando tenía demasiado frío, lo que siempre parecía ser el caso. Recordé apartar sus pies fríos de mí casi cada noche, antes de ceder y permitirle que me congelara. Llevé la sudadera hacia mi rostro y respiré hondo mientras cerraba los ojos. “Grey... —me habló con voz entrecortada”. La apreté en mis manos como si de alguna manera la estuviera sosteniendo a ella. “Está bien, está bien. —No había sabido por qué esas fueron las palabras que dejaron mis labios, pero fueron todo lo que me vino a la mente”. Sostuve la prenda como si de alguna manera todavía estuviera ahí conmigo. Negó. “No. Las niñas”. Mis manos se pusieron rojas por lo fuerte que estaba aferrándome a esa sudadera, pero no podía soltarla. Me estaba aferrando a un fantasma, un recuerdo, una historia de mi pasado. Y entonces me derrumbé. Cuando todo se volvió demasiado, cuando mis pensamientos tomaron el control, salí de la habitación de Karla y fui a servirme una copa de whisky. Me paré frente a la chimenea, observando las llamas mientras sorbía el líquido marrón. Intenté sacar a Nicole de mi mente, pero entonces mis niñas entraron en mi cabeza y eso me entristeció más. Me recordó lo que mi error había causado en sus vidas. Pensar en ellas me recordó que había cambiado su mundo para siempre. Así que pensé en Eleanor Gable. La chica que me miraba fijamente durante demasiado tiempo y a quien le gustaban mucho las situaciones incómodas. Esos pensamientos no eran tan pesados como los demás. Así que dejé que se quedaran.

28 Eleanor

S

i me hubieras dicho cinco años antes que mi próximo empleador sería Greyson East, te habría llamado mentiroso. Diablos, si me hubieras dicho eso una semana antes, me habría reído tanto en tu rostro que las lágrimas me rodarían por las mejillas. Pero allí estaba, parada en el comedor de Greyson East, conociendo a sus hijas por primera vez. Claire fue una santa conmigo ese lunes por la mañana. Vino temprano, lista para enseñarme los entresijos de sus nietas. —No puedo agradecerte lo suficiente por ayudarme —le dije a Claire mientras preparaba la mesa para el desayuno—. Significa el mundo para mí. —Oh, cariño, no es gran cosa, y después de todas las niñeras que te precedieron, siento que esto es tradición. Solo espero que dures un poco más que las demás, eso es seguro. Ya sabes lo que dicen: ¡la séptima vez es la vencida! Me reí. —No creo que la gente realmente diga eso. —Bueno, deberían. El siete es un número de la suerte. ¡Entonces, conozcamos a las chicas! —Claire se giró y gritó hacia los cuartos traseros—: ¡CHICAS! ¡DESAYUNO! Bueno, al menos Claire parecía sensata en una casa de gran tamaño con demasiadas habitaciones y poca gente. —Lo juro, estas chicas van a tratar de intimidarte para que les dejes dormir. No tengas miedo de tirar de sus coletas —comentó Claire cuando no aparecieron chicas—. Espera aquí. Vuelvo enseguida. Mientras se apresuraba hacia las habitaciones de las chicas, respiré hondo. Hombre, estaba nerviosa. Nunca había estado nerviosa por conocer a los hijos de mis empleadores, pero esto se sentía un poco diferente. Me sentí extrañamente no preparada. —Abuela, no entiendo por qué tengo que ir a la escuela todas las semanas —gimió y se quejó una pequeña voz mientras la oradora se dirigía hacia el comedor. Cuando dobló la esquina, me miró—. ¿Quién eres? —preguntó antes de dejarse caer frente a su tazón de cereal.

Lorelai estaba vestida con un pijama que no combinaba. Llevaba rayas y lunares de los colores más vibrantes, y tenía unos coleteros brillantes en el cabello. En su espalda, había enormes alas de mariposa. Parecía un anuncio de Rainbow Brite8 de la vieja escuela. —Esa es su nueva niñera —explicó Claire—. Saluda, Lorelai. —Hola, Lorelai —se burló la niña, haciéndome sonreír. —Hola, es un gusto conocerte. Soy Eleanor, pero puedes llamarme Ellie si quieres. —Está bien. —Lorelai se encogió de hombros y comenzó a comer. —Después de terminar tu comida, tienes que darte una ducha rápida, ¿está bien, Lorelai? Porque no puedes llegar tarde a la escuela otra vez —comentó Claire, sentada en la silla junto a su nieta—. Además, a diferencia de la semana pasada, no vas a pelear por tus elecciones de ropa. —Solo quiero vestirme como un arcoíris, abuela. Déjame vivir — gimió Lorelai, metiéndose la cuchara en la boca. De verdad había dicho las palabras Déjame vivir. Casi me morí de risa. —¿Dónde escuchaste eso? —cuestionó Claire—. ¿Déjame vivir? —Karla se lo dijo a papá el otro día. —Parece correcto —comentó Claire—. Pero en lo que respecta a tu código de vestimenta, vamos a elegir algo de ropa monótona para que la uses hoy. —No sé qué significa monótona, abuela, así que sea lo que sea que elija estará bien —declaró Lorelai con naturalidad. Claire se acercó a mí. —Lorelai es la personalidad más brillante que encontrarás en este lugar. Es descarada, divertida y muy fácil de amar, pero va a sacarte de quicio algunos días. —Se volvió hacia su nieta—. Lorelai, ¿qué opinas sobre Eleanor siendo tu nueva niñera por un tiempo? Alzó una ceja, sosteniendo su cuchara en el aire. —¿Me va a dejar usar lo que quiera? —No, probablemente no —dijo Claire. —¿Me dejará comer galletas de chocolate para el desayuno? —No, probablemente no —repitió Claire. —¿Coloreará conmigo? —Sí —interrumpí—. Puedo hacer eso.

8

Rainbow Brite: es una franquicia de la serie animada creada por Woody Kling y presentado por Hallmark Cards, en 1984. La franquicia generó mil millones de dólares en ventas en productos como muñecas, juguetes y otros artículos con licencia en toda la década de 1980.

Lorelai se encogió de hombros y volvió a comer. —Bueno, eso está bien. Colorear, eso fue bastante fácil. Entonces, desde la esquina, escuché un gruñido. Claire suspiró. —Aquí viene la pequeña señorita Sunshine. —Se volvió hacia mí rápidamente y dio unas palmaditas en la silla a su lado—. Aquí, Ellie, ven a sentarte a mi lado y, recuerda, no te tomes nada personalmente con Karla. No lo dice en serio, incluso si lo dice. —Hizo una pausa—. Especialmente si lo dice. —Abuela, realmente desearía que no entraras en mi habitación así. Es tan molesto. Además, sé cómo despertarme para la escuela. No soy una niña —se quejó Karla mientras doblaba la esquina hacia el comedor. Su cojera era muy notable, pero hice todo lo posible para no mostrar ningún tipo de reacción. Estaba vestida de negro de pies a cabeza y su cabello todavía estaba mojado por la ducha, fibroso y colgando frente a su rostro. En su mayoría mantuvo la cabeza baja, y cuando se movió hacia la mesa, no miró a nadie. No hizo un solo sonido. —Buenos días, Karla —dijo Claire, acercándose a su nieta con la comida y besando su frente. —Lo que sea —murmuró Karla. Inhaló su comida rápidamente mientras todas nos sentábamos en silencio por un momento. —Karla, esta es Ellie, la nueva niñera. Me miró lentamente, y me sentí como una completa idiota porque silenciosamente jadeé mientras movía el cabello ocultando parcialmente su rostro. Las cicatrices… Allison me había preparado para ellas, pero aun así, no estaba lo suficiente preparada. Eran más intensas de lo que podría haber imaginado. Iban en todas las direcciones a través de su piel, pero la que más se notaba parecía comenzar en su frente y cortar su párpado izquierdo, que parecía estar hinchado. Su ojo izquierdo tenía una mancha roja cerca de su pupila que se filtraba en su potente mirada azul. Nunca había visto algo así. Dios, sus ojos eran tan fríos como los de su padre. —Grrr —gruñó Karla, apretando la mandíbula mientras se inclinaba hacia mí. Se me hizo un nudo en el estómago y no estaba muy segura de cómo reaccionar, así que seguí mirando. Oh, Dios mío. Mirar fijamente era probablemente lo peor que podía hacer, porque Karla seguía gruñendo—. ¡Grrr! ¡Grrrr!

—Karla Marie, déjalo en este instante —le espetó Claire a su nieta, pero Karla no retrocedió. —¡Grrr! ¡Sssss! ¡Grrrr! —gritó, manteniendo sus ojos fijos en mí. —Karla, eso es suficiente —espetó una voz severa, haciendo que mi mirada se moviera de Karla a su padre. Greyson estaba en el marco de la puerta con su traje y corbata, una taza de café en la mano y los ojos en su hija—. Déjalo. —Lo dejaré cuando deje de mirarme como si fuera un jodido monstruo de la naturaleza —espetó. —No, no estaba… no eres… —comencé, mi voz temblorosa como siempre, pero Greyson me interrumpió. —Cuida tus modales —la regañó, y ella le dio el giro de ojos más dramático que había visto en mucho tiempo. Realmente no sabía que los ojos podían rodar tan profundamente. —Lo siento, padre —se burló, levantándose de la mesa. Agarró su tazón de cereal—. Dado que usé malas palabras, debería ser desterrada a mi habitación hasta que sea hora de que mi sirviente me lleve a la cárcel. —Y con eso, se fue. Greyson no me miró ni una vez, y no sabía por qué esperaba que hiciera tal cosa. Cruzó el comedor hacia la cocina. Desde mi asiento, lo vi verter más café en su vaso antes de darse la vuelta y cruzar el espacio. No habló mientras regresaba por el comedor. —¡Adiós, papi! ¡Te quiero! —dijo Lorelai, a lo que Greyson respondió: —Yo también. Luego, se fue a trabajar. —Lamento lo de Karla. No mentiré, ella será la difícil —comentó Claire—. Sin embargo, no puedo culparla por su dureza. Ha pasado por más que la mayoría, aunque, en su mayor parte, está manejando físicamente bien sus cambios. Se ha adaptado a moverse bastante rápido y es bastante autosuficiente. Ahora, en el frente emocional, hay un poco de lucha. Sin embargo, no dejes que su exterior te desconcierte. Puede actuar con dureza, pero nuestra Karla tiene el corazón más gentil. Se lastima fácilmente. No te tomes sus cambios de humor personalmente. Está tratando de superar mucho. Sonreí. —¿No lo hacemos todos? De la nada, Lorelai levantó la vista de su desayuno y se volvió hacia mí. —¿Oye, Ellie? —¿Sí? —¿Estás segura de que no puedo usar mi pijama para ir a la escuela hoy? Me siento muy cómoda y creo que aprenderé mejor así.

Me reí. —Probablemente no, pero puedo ayudarte a elegir un atuendo si quieres. Y luego, mientras estamos en tu habitación, tal vez puedas mostrarme algunas de tus mejores obras de arte. Sus ojos se iluminaron y la sonrisa más grande del mundo llenó su rostro. ¿Esa sonrisa que faltaba en Greyson? ¿El que una vez conocí? Vivía en los labios de su hija. —¡Bien! ¡Vamos! —dijo Lorelai, saltando de su asiento. Me agarró del brazo y me arrastró a su habitación para elegir un atuendo. Bueno, al menos no todas las hijas de Greyson estaban completamente abrumadas por mi existencia. Una de dos eran probabilidades bastante buenas para mí.

Cuando llegó el momento de llevar a las chicas a la escuela, estuve agradecida de que Lorelai fuera tan conversadora, de lo contrario, el viaje en auto habría sido extremadamente silencioso y extraño. La fiel Lorelai habló y habló y habló sobre todo y nada en absoluto mientras la cabeza de Karla estaba baja y en su teléfono. Su cabello ya no estaba mojado, sino que lo había alisado y colgaba directamente frente a sus ojos, bloqueando su rostro. Un par de auriculares Beats by Dre sorprendentemente enormes se asentaban sobre sus orejas, y la parte entrometida de mí se preguntó qué estaba escuchando. La parte lógica de mí pensó que nunca debería preguntar, porque sabía que nunca me lo diría. Desafortunadamente, la primera que dejé fue a Lorelai, que me dejó sola en un auto con Karla y sus muecas. Cuando estábamos a unas tres cuadras de la escuela secundaria, Karla gritó: —¡No! ¡Detente aquí! La miré y levanté una ceja. —¿Qué? ¿Por qué? —Ninguna niñera ha ido a la escuela y me ha dejado en los últimos diez meses. Me reí. —¿Qué? Eso no puede ser verdad. —Es verdad. Lo último que necesito es sentirme avergonzada de que un adulto me deje en un auto costoso como una diva fea y luego

que todos me vean cojear al edificio. Es la escuela secundaria, todos son imbéciles, incluso con la niña lisiada. Entonces, si pudieras detener el auto —ordenó, su tono lleno de nada más que actitud y descaro. Me detuve a un lado de la calle y estacioné el auto. Me sentí mal por ella, a pesar que hubiera odiado mi lástima, pero era tan joven y estaba tan… enojada. No sabía mucho sobre ella porque parecía que era reservada, salvo con quienquiera que hubiera estado escribiendo sin parar en línea. Incluso cuando limpié su habitación, no había mucho que me dijera sobre la chica que vivía en ese espacio. No tenía carteles, ni libros en sus estantes, ni personalidad. La habitación era tan fría y distante como la chica que habitaba allí. Sin embargo, no me rendía fácilmente. Rompería a Karla de algún modo, de alguna manera, incluso si me tomara una eternidad y un día hacerlo. Cuando comenzó a salir del auto, me giré para mirarla. —Escucha, sé que las personas en la escuela secundaria pueden ser idiotas, y si hay alguien que te está molestando, puedes hablar conmigo. Puedo ser tu red de seguridad —ofrecí—. O puedo hablar con el director. Lo que necesites, Karla, estoy aquí. Puso los ojos en blanco con tanta fuerza que no estaba segura si alguna vez volvería a ver correctamente. —¿Puedes no hacer eso? —¿Hacer qué? —Actuar como la niñera “genial”. Escucha, solo porque trabajas para mi padre, no significa que puedas actuar como si me conocieras. Nos conocemos desde hace dos horas. No eres nada para mí, y estoy segura de que mi padre no tardará mucho en encontrar una razón para despedirte también. Así que, no te acomodes. Eres solo otra cosa temporal. Sin siquiera respirar, salió del auto y comenzó a ir en dirección a la escuela, dejándome allí completamente atónita. Ser una niñera podría ser más difícil de lo que esperaba con Karla East como una de las niñas. Ser feroz estaba en su naturaleza, y lastimarme fácilmente estaba en la mía. Íbamos a tener todo un viaje, eso era seguro.

29 Eleanor

—¿Q

ué significa que gruñó? —Shay se rió al otro lado del teléfono mientras me preparaba la cena. Había sido rápida en llamar a mi prima, que fue lo bastante amable para tomar su descanso del almuerzo antes para escuchar mi loca vida. —Significa exactamente eso. Me gruñó, una y otra vez. —No, no, no. Espera, ¿te refieres a un gruñido literal? —Shay, hizo ¡grrr! ¡Grrrr! —Intenté recrear los hermosos sonidos de Karla—. ¡Grrrr! Como un maldito león. Shay seguía riendo sin parar, completamente superada por la comedia de enredos que había sido mi mañana. Al menos alguien se divertía por ello. —No voy a mentir, creo que realmente me gusta esta chica — comentó. —Sí, bueno, espera hasta el día en que te gruña. —Bueno, oye, al menos estás trabajando de nuevo, sabes. Es una locura que estés cuidando a las hijas de Greyson. Quiero decir, mierda, Greyson East tiene hijos, en plural, como más de uno. —Lo sé. ¿No es una locura? También se parecen a él. —Entonces, ¿sigue ahí? —¿Qué sigue ahí? —La química entre tú y él que hubo años atrás. Me reí por lo bajo. —¿Te refieres a esa química adolescente de hormonas y dolor? Uh, no. Estoy muy segura de que lo dejé en el pasado con la mayoría de mis chaquetas de punto. —Todavía creo que deberías llevar tus chaquetas de punto. ¡Era tu aspecto característico! Nadie podía usar esos suéteres como tú. —Sí, pero sabes que después de que se arruinaron en mi última relación, dejé ir la idea de las chaquetas de punto.

No tenía el mejor historial de citas. En realidad, tenía el peor historial hasta la fecha. Por alguna razón, siempre me encontraba yendo hacia el tipo de hombre menos saludable. Sin embargo, el peor de todos fue Alex, el terapeuta. Cuando vivíamos juntos, trató de ayudarme a superar mis problemas personales. A pesar de que odiaba cuando se ponía en modo terapeuta conmigo, escuché. Entonces, una noche, después de llorar por extrañar a mi madre, pensó que podría ayudarme a resolver mis problemas tirando todas las chaquetas de punto que mi madre me había hecho. Me dijo que dejarlos ir era parte del proceso de curación del dolor. Personalmente consideré si matarlo hacia que valiera la pena el traje naranja. Ese fue uno de los cinco días más tristes de mi vida. —Así que, ¿estás cien por cien segura de que no hay nada entre Greyson y tú? ¿Tu corazón se salta un latido cuando entra a una habitación? ¿Se topan al azar y se roza contra tu brazo? ¿Te tropiezas y aparece mágicamente para atraparte justo a tiempo? ¿Ocasionalmente notas sus bíceps? —Oh, Dios mío, Shay, para. —Entonces, eso es un sí. —No, esa soy yo diciendo que has estado viendo demasiado de Bachelor in Paradise y tienes una visión poco realista de lo que es la realidad. Greyson es viudo y de ninguna manera estoy buscando una relación. Definitivamente no hay química entre nosotros. En todo caso, estoy bastante segura de que hace todo lo posible por evitarme. —Oh, sí. Según mi conocimiento, ustedes dos están en camino de una exitosa serie de televisión. Temporada uno, episodio uno: "El Cuento de los Amantes Distantes”. —Juro que podía verla sonreír estúpidamente de oreja a oreja, satisfecha con su inteligencia. —Voy a colgarte ahora. —Está bien, pero, por favor, mantenme al tanto. ¡Necesito saber cuándo sucede el episodio nueve! —¿Y cuál es el episodio nueve? —“Cuando los Labios se Rozan y las Lenguas Giran”. Me reí. —Adiós, Shay. —¡De acuerdo, adiós! ¡Oh, espera! Te pagaré cinco dólares si le gruñes a la chica cuando la recojas de la escuela. Me reí aún más. —Adiós, Shay. —¡Adiós!

Cuando colgué el teléfono, todavía tenía una sonrisa en mi rostro. Déjaselo a Shay para convertir una situación incómoda en una comedia.

Mi padre había ignorado mis llamadas. Solo lo sabía porque no estaba totalmente enterado de cómo funcionaban las llamadas en los teléfonos celulares, y siempre me enviaba al correo de voz después de los primeros dos o tres tonos. Sin embargo, seguí llamando porque era lo que hacía. Seguía revisándolo aunque él nunca hiciera lo mismo conmigo. Era una locura para mí la manera en que nuestra relación se había desarrollado a lo largo de los años, convirtiéndose en algo tan unilateral. Era difícil creer que una vez hubo un tiempo en el que estuvimos muy unidos. A veces, ese hecho se sentía más como ficción, como si simplemente hubiera inventado el tiempo en el que significamos el mundo el uno para el otro. Colgué mi teléfono después de otro intento fallido de ponerme en contacto, y luego me senté a la mesa para almorzar el jueves, esperando que Allison llegara para nuestra cita de control. —Lo siento, lo siento, el tráfico es una locura en este lado de la ciudad —dijo Allison, entrando a toda prisa a la cafetería luciendo tan perfecta como siempre. —No te preocupes. He llegado hace unos diez minutos. Tomó asiento y se quitó la chaqueta. —Bueno, me alegro de que no hayas esperado demasiado, pero aun así, lo siento. Entonces, ¿cómo ha ido hasta ahora? —preguntó. —Creo que me odia —dije. —¿Quién te odia? —Karla. Me odia. Allison se echó a reír, negando. —No te odia. —Bueno, no es que le guste mucho, eso es seguro. —Es difícil de descifrar, eso es todo. Heredó eso de su padre — comentó. —Greyson no es nada como lo recuerdo. Es escalofriante, en realidad, estar cerca de él. Quiero decir, lo entiendo, pero aun así... cuando éramos más jóvenes, era una persona completamente diferente. —Si lo hubieras conocido hace diez meses, probablemente se habría parecido al chico que una vez conociste. Al principio, pensé que

la frialdad era solo por el dolor, por lidiar con una situación tan trágica, pero ahora me pregunto si esta es la nueva normalidad, si siempre va a ser así. —¿Cómo lo manejas? ¿La frialdad? —No lo tomo como algo personal, porque no se trata de mí. Soy buena desconectando mi trabajo de mi vida personal. Cada vez que Greyson está de mal humor, me recuerdo que no tiene nada que ver conmigo, porque soy muy buena en lo que hago. Soy la mejor asistente que podría tener. Su estado de ánimo es suyo, así que no lo tomo en serio. Deberías hacer lo mismo con Karla. Sonreí. —Eso suena increíble... si tan solo pudiera aprender a no tomar las cosas personalmente. —Nada en la vida es personal, en realidad no. Algunas personas te amarán por lo que eres hoy, otras te odiarán, y ninguna de sus opiniones importa en absoluto, ni lo bueno ni lo malo. Solo tú puedes definir quién eres. Nadie más tiene ese derecho. —¿Cómo llegaste a ese punto? ¿Hasta el punto de no importarte lo que otros pensaran? —Las tres M: madurez, meditación y marihuana. —Guiñó un ojo juguetonamente, pero no creí que estuviera bromeando en absoluto—. En serio, un consejo: si quieres sobrevivir a tu trabajo, no debes tomarte de forma personal la actitud de Karla. Ha pasado por mucho en los últimos meses, y eso la ha vuelto más dura. Hará todo lo posible para romperte hasta el punto de que quieras dejar el trabajo. No dejes que te intimide. Defiende tu posición. Además, comprende que algunas cosas funcionan de manera diferente en la casa East. Piensa en ello como un edificio que alberga a tres personas en lugar de ser un hogar. Esa sensación hogareña se fue el día que Nicole falleció. —Ella era su pegamento, su base —susurré, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía cómo se sentía eso: perder la columna vertebral de la familia. Cuando mamá falleció, mi hogar se había derrumbado y papá estaba demasiado exhausto como para pensar en reconstruirlo. —Nicole era la favorita de todos... —Allison inhaló hondo y luego lo soltó lentamente. Era obvio que Nicole no solo había significado mucho para su familia, sino también para Allison—. En fin, simplemente comienza sabiendo eso, sabiendo que la familia no es la definición normal de familia. Si haces eso, puedes manejar tus expectativas. Sé que probablemente sientes la necesidad de tratar de arreglar las cosas, pero no puedes arreglar un hogar que las personas que habitan entre sus muros no consideran roto. —Eso es desgarrador. —Lo es, pero es solo su realidad por el momento. Sus heridas todavía están frescas. El mejor consejo que puedo darte es permanecer

en tu carril y aprender a morderte la lengua. Cíñete a las listas de cosas por hacer y te irá bien. —Supongo que tienes razón. Son sus vidas, y solo soy una empleada. —Exactamente. Sé que suena duro, pero es mejor así. Entonces, ¿qué más hay en la agenda para esta tarde? —Bueno, recojo a las chicas de la escuela, luego dejo a Lorelai en karate. Luego voy a la cita de fisioterapia con Karla. Después les daré la cena que preparé hoy. —¡Un día más de trabajo mañana, y luego es el fin de semana! — Allison sonrió—. ¿Algún plan divertido? —Oh, ya sabes, un emocionante fin de semana de Netflix y lectura. —Me encanta ver a las mujeres vivir sus mejores vidas —bromeó, mirando su reloj—. Está bien, tengo que volver al trabajo. Disfruta cada segundo de tu fin de semana. ¡Llama si necesitas algo! Allison pagó la cuenta y se fue. Cuando avanzó el día y recogí a las chicas de la escuela, Lorelai habló y habló sobre su día y lo genial que era su maestra, lo geniales que eran sus amigas. Era una charla sin fin, y cuando la dejé en karate, siguió hablando incluso cuando volvía al auto para llevar a Karla a fisioterapia. Prefería cuando Lorelai estaba cerca, porque temía el silencio que se producía cuando solo estábamos Karla y yo. —Entonces... ¿cómo estuvo la escuela hoy? —le pregunté a Karla, mirándola por el espejo retrovisor. Levantó la vista por una fracción de segundo antes de volver a mirar su teléfono. Me ignoró por completo, aunque eso no fue impactante. —Suena maravilloso —murmuré para mí. Nos detuvimos en el centro de fisioterapia y entramos. La recepcionista nos registró, dándonos grandes sonrisas a los dos, y luego nos hizo pasar a una habitación trasera donde tendría lugar la cita de Karla. Parecía que su fisioterapia era para mantener su fuerza. Realizaron muchos ejercicios musculares, y Karla fue extremadamente buena en casi todos. Esperé junto a la puerta donde había sillas para los familiares. Cuando se abrió la puerta de la habitación, me sorprendió un poco cuando levanté la vista y vi a Greyson entrar. Tenía la misma expresión dura que siempre y estaba vestido con otro traje y corbata a medida, por supuesto. Se acercó a la silla vacía a mi lado. —Greyson, hola —dije sin aliento, sentándome un poco más erguida—. No te esperaba aquí.

—¿A la cita de fisioterapia de mi hija? Por supuesto que estaría aquí —respondió secamente. Claro. Por supuesto. Incómodo silencio. Me pregunté si también era incómodo para él, o si simplemente lo estaba pensando demasiado. Tenía la tendencia a pensar demasiado en ciertos temas a veces. —Lo está haciendo muy bien —comenté, señalando a Karla—. Las dos chicas lo están en realidad. Lorelai ha tenido una semana fantástica hasta el momento, y ha estado hablando de lo ansiosa que está por ir a la casa de sus abuelos este fin de semana. Creo que es bueno que las chicas pasen tanto tiempo con sus abuelos. No dijo una palabra. Así que seguí parloteando, porque cuanto menos hablaba, más nerviosa me ponía. —Lorelai parece estar muy interesada en el arte. Busqué algunos programas de arte en la zona, si te interesa que te envíe la información. ¿Estaba hablando en voz alta? ¿Salían palabras de mi boca? Porque Greyson estaba reaccionando como si yo fuera un fantasma y no pudiera escuchar una palabra de lo que decía. —Tiene mucho talento y… —comencé de nuevo, y vi su cuerpo encogerse físicamente. —No tenemos que hacer esto, Eleanor —intervino, aún sin mirarme. —¿Hacer qué? —Entablar una conversación. —Se pasó la mano por la mandíbula antes de bajarla y unir sus dedos. —Correcto. Lo siento. Pensé que querrías estar informado sobre mi primera semana. —Ya fui informado por Allison. —Correcto, por supuesto, pero para que lo sepas, estoy completamente bien con informarte cada día, ya que estamos cerca el uno del otro. Puedo pasar por tu oficina antes de volver a casa. Informar a Allison es bueno, pero creo que a veces solo transmite la información sin darte el corazón de las cosas. Creo que comunicarnos sería prudente. Además, si lo piensas... —No —interrumpió. —¿Qué? —Dije que no. Eso no va a suceder. Informarás a Allison, fin de la historia. —Pero, Greyson…

—Por favor, Eleanor —suplicó. Me rogó que dejara de hablar. Como si la idea de que le informara fuera demasiado, como si interactuar conmigo fuera una carga enorme. Respiré profundamente, sintiendo mi piel erizarse. Definitivamente no era el chico que una vez conocí. —Lo siento, Greyson. Todo lo que digo es que realmente siento que deberías involucrarte en todo. —Estoy involucrado. Sí, claro. Solo porque se presentaba a una cita una vez por semana y se despedía de Lorelai por la mañana antes de irse a trabajar, eso no lo convertía en un padre involucrado. Pero me mordí la lengua. Permanece en tu carril, Eleanor. Permanece en tu carril. Era muy difícil hacerlo cuando el chico que una vez amé nunca había sido tan frío.

30 Eleanor DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 18 de enero, 9:54 PM ASUNTO: Normas de trabajo. Eleanor, Después de nuestra interacción esta tarde, siento que es importante revisar algunas directrices sobre el trabajo para mí. Primero, creo que es mejor que se refiera a mí como señor East de aquí en adelante. Creo que eso hará las cosas menos personales. Desde el momento en que se convirtió en mi empleada, ese es el comportamiento apropiado, y es como todos los empleados han estado llamándome. No es nada personal, simplemente el estándar de trabajo que estoy esperando. Aprecio su apoyo para avanzar en este proyecto en el futuro. Por favor, note que debe informar de cada una de sus inquietudes y actualizaciones directamente a Allison en lugar a mí. Esto es de suma importancia, ya que soy una persona muy ocupada y no tengo el tiempo ni la paciencia para ser molestado por sus deseos. Estoy dirigiendo una gran corporación, y lo último que necesito es que la niñera ocupe mi valioso tiempo hablando fuera de lugar sobre las lecciones de piano. En cuanto a eso, Lorelai continuará sus lecciones, fin de la historia. Creo que Allison ya la ha informado sobre el proceso de tres strikes. Por favor, respete estas reglas y manténgalas siempre en mente a medida que avanzamos. Atenta y cordialmente, —Señor East.

DE: [email protected]

PARA: [email protected] FECHA: 18 de enero, 10:16 PM ASUNTO: Re: Normas de trabajo. Sí, sí, capitán. Eh, lo siento, quiero decir señor East. Atenta e indiferentemente, —Eleanor.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 18 de enero, 10:34 PM ASUNTO: Re: Re: Normas de trabajo. Eleanor, Su sarcasmo no es bien recibido. Por favor, sea más consciente de actuar de acuerdo a su edad. Primer strike. Atenta y cordialmente, —Señor East.

31 Greyson

A

tenta e indiferentemente.

No sabía si Eleanor estaba tratando de ser cómica o descarada, pero había fracasado en ambos casos. Simplemente lo encontré infantil y grosero. No había nada que le hubiera dicho fuera de lo normal para un lugar de trabajo profesional, y por la cantidad que le pagaban, al menos podría haber sido lo suficientemente respetuosa para no ser maliciosa. No tenía más trabajo que hacer en la oficina de mi casa esa noche, y solo eran las once. Tal vez por eso había encontrado la necesidad de enviarle el correo electrónico a Eleanor. Necesitaba estar ocupado. De lo contrario, pensaría, y nada bueno venía de mis pensamientos. Ring. Bajé la vista a mi teléfono. Landon: Las rosas son rojas, las violetas son azules, ¡¿dejarías de ser un idiota y solo me llamarías, amigo?! El mensaje diario de mejor amigo Landon llegó un poco más tarde de lo normal esa noche. Debía haber tenido un largo día de filmación. Después de la secundaria, la vida de Landon había cambiado de una manera que la mayoría de la gente solo soñaba. Se había ido a California durante las vacaciones de primavera para emborracharse y festejar, y en su lugar, un cazatalentos de Hollywood lo había descubierto y se había convertido en un actor increíblemente famoso. La gente lo llamaba el próximo Brad Pitt, pero yo seguía llamándolo Landon. Lo último que necesitaba era pensar que era un dios famoso. Estaba rodeado de suficientes personas que lo alababan como si lo conocieran, pero él y yo nunca habíamos tenido ese tipo de relación. Estaba orgulloso de él, sí, pero no lo trataba como a una celebridad. Lo trataba como a mi mejor amigo desde la infancia. Necesitaba a algunas personas para mantenerlo con los pies en la tierra. No le devolví el mensaje esa noche. Él no esperaba que lo hiciera. —Papi —dijo una pequeña voz, haciéndome alzar la mirada cuando se abrió la puerta de mi oficina. Lorelai estaba parada allí frotándose los ojos y bostezando mientras entraba a la oficina. Una vez más, llevaba sus alas de mariposa en la espalda, a pesar de que se las había quitado

unas dos horas antes cuando había hecho mi ronda para ver a las chicas. —¿Qué haces fuera de la cama? —pregunté, poniéndome en pie detrás mi escritorio. —Tuve un mal sueño —se quejó, todavía frotándose los ojos. Me acerqué y la levanté en mis brazos. —Vamos a llevarte de vuelta a la cama. Tienes escuela por la mañana. —¿Puedo dormir contigo y con mami? —inquirió, y sus palabras me golpearon directamente en el pecho. Inhalé algunas respiraciones profundas e intenté rechazar el dolor que sus palabras causaron en mi alma. —No esta noche, Lorelai. —Pero, papi. —Lloró. —No esta noche —repetí mientras la llevaba a su habitación. La recosté y todavía lloraba con pequeñas lágrimas cayendo de sus ojos cerrados. —¿Te acostarías conmigo, papi? —preguntó, sollozando. Me acosté a su lado y me abrazó. Lorelai no era una persona que realmente mostrara tristeza, excepto cuando tenía pesadillas. Me pregunté si eran como mis sueños. No les deseaba mis pesadillas ni a mis peores enemigos. Mientras la sostenía, su tristeza comenzó a desvanecerse cuando cayó de nuevo en un sueño más profundo. Yo, por otro lado, permanecí allí despierto, mirando a la oscuridad mientras sus palabras bailaban en mi mente. ¿Puedo dormir contigo y con mami? Una parte de mí pensó que había dicho las palabras porque estaba medio dormida y confundida. Otra parte lo sabía mejor que eso, porque la había encontrado fingiendo hablar con Nicole. La había visto mantener conversaciones completas con una madre que no estaba aquí. La había visto preparando un lugar para su madre en la cena los lunes de espaguetis. Lorelai sabía que Nicole había fallecido, pero de alguna manera, había logrado aferrarse a ella, seguir adelante como si su madre aún estuviera viva, simplemente invisible. Me preocupaba eso, preguntándome si era saludable para su mente. Por otra parte, también envidiaba su capacidad de tener esa conexión con Nicole de alguna manera, su capacidad de creer en algo más grande que lo que estaba justo frente a ella. Si hubiera podido vivir en un mundo donde creía en los ángeles, también habría hablado con mi esposa todos los días.

Después de que Lorelai se durmiera, me quedé un poco más, sosteniéndola contra mí. Me necesitaba esa noche, pero tal vez yo también la necesitaba.

Desperté todavía en la cama de Lorelai, un poco confundido sobre mi paradero. Me senté mientras mi cuerpo se quejaba y gemía por estar retorcido en una cama tan pequeña. ¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo llevo dormido? No tenía ni idea, sin embargo, parecía el mejor descanso que había tenido en diez meses, incluso si mi cuerpo se sentía deformado. Caminé hacia la cocina para encontrar a Eleanor preparando una taza de café de la cafetera Keurig. Se dio la vuelta y se sobresaltó un poco cuando me vio allí. —Oh, Grey... eh... señor East. Buenos días. Entrecerré mis ojos. ¿Es por la mañana? —¿Qué hora es? —gruñí. —Siete. Estaba a punto de llevar a las chicas a la ducha — explicó—. Pero luego le vi durmiendo con Lorelai y pensé que les dejaría descansar un poco más. —¡¿Siete?! ¡Mierda! —gemí, pasando mis manos por mi cabello despeinado. No podía creer que hubiera dormido tanto tiempo. Nunca me quedaba dormido. Llegaba tarde y no tenía tiempo de ir a correr—. Deberías haberme despertado —espeté, aunque no era su trabajo asegurarse de que estuviera despierto. Aun así. ¡Mierda! —Lo siento, pensé que ya estaba vestido para el trabajo y fue a acostarse con ella un poco. —¿Por qué creerías que estaba listo para ir a trabajar? —espeté, irritado con ella, pero ni siquiera sabía por qué estaba irritado. A veces mis emociones se volvían locas antes de que pudiera controlarlas. —Bueno, ya sabe... —Hizo un gesto hacia mí, y miré mi atuendo. Mi traje arrugado de quinientos dólares que usé para dormir anoche. Llevé un traje de quinientos dólares para dormir como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. —Oh. Lo siento —gruñí, porque me sentía como un idiota. Me di la vuelta para alejarme y me llamó.

—Señor East, seré muy rápida —dijo, con la voz baja y un poco tímida. —¿Qué pasa? —Solo quería disculparme por mi respuesta por correo electrónico anoche. Fue muy poco profesional. Estreché mis ojos, algo sorprendido por su disculpa. No esperaba ninguna en absoluto. —Oh, bueno, sí. No era profesional, pero no es un gran problema. —Lo es, creo. Sinceramente, no sabía que hablaba en serio sobre llamarlo señor East hasta que respondió a mi siguiente correo electrónico. Por lo tanto, mi respuesta estaba destinada a ser cómica, pero obviamente no fue así. Crucé una línea que no debería haber cruzado, y me disculpo por eso. Siento que me está dando una gran oportunidad con este trabajo, y significa mucho para mí. No quiero arruinarlo, y lo siento si fui grosera o irritante. Me tomo esta posición en serio, y espero que lo sepa. Asentí una vez porque realmente no tenía nada más que decir. —¿Y señor East? —dijo mientras se pasaba una mano por el cabello. —¿Sí? —Lo siento, sabe. —Sí, Eleanor. Ya lo has dicho. —No, quiero decir... por su pérdida. No creo haberle dicho eso todavía, y solo quería que lo supiera. Todo lo que escuché sobre Nicole muestra que era una mujer maravillosa, una madre increíble, y lamento muchísimo su pérdida. Sé que no hace nada, pero lo hago, sabe. Lo siento. Me tomé un momento para mirarla, para verla realmente. No lo había hecho desde que llegó para la entrevista de trabajo. Su cabello era castaño claro con suaves ondas. Era mucho más claro de lo que recordaba. No era que importara, simplemente lo noté. Y sus ojos... sus ojos seguían siendo esos túneles de color marrón oscuro que habían sido cuando éramos niños. Todavía tenían la forma de un ciervo. Aún eran hermosos. Y ahora me miraban como si fuera el hombre más triste del mundo. Me hacía sentir muy incómodo con su compasiva mirada. En lo profundo de esos ojos, había un nivel de cuidado y preocupación que no creía merecer. Fui grosero con ella, frío por razones que ni siquiera podía comprender en mi propia cabeza, pero aun así, me miraba como si me hubiera perdonado por una dureza por la que no había encontrado el coraje para disculparme. Después de todo este tiempo, a Eleanor todavía le importaba, y sus disculpas eran lo más sincero que había escuchado alguna vez. —Gracias, Eleanor. —Por supuesto.

Comencé a alejarme y luego detuve mis pasos cuando el estúpido dolor comenzó a llenarme una vez más. Odiaba cómo aparecía cada vez que lo deseaba. Odiaba cómo me tragaba por completo, y luego me escupía. Todo en la vida era más difícil sin Nicole. Cada respiración que tomaba ardía un poco más. No sabía cómo explicárselo a Eleanor. No sabía si le importaría. Rocé mis dedos contra mi nuca y me aclaré la garganta. —Éramos jóvenes —dije, haciendo que esos ojos marrones me miraran de nuevo—. Cuando tuvimos a Karla, éramos jóvenes, y no caí en el papel de padre fácilmente, pero Nicole... —Hice una pausa, sintiendo su nombre en mis labios. Incluso después de todo este tiempo, era difícil decirlo sin sentir que el cielo se estaba cayendo. Respiré hondo—. Hacía todo sin esfuerzo. Era como si la maternidad fuera algo para lo que fue hecha. Así que, lo que has escuchado de otros es cierto. Era una mujer maravillosa y la madre más increíble del mundo entero Los ojos de Eleanor se llenaron de lágrimas y asintió, entendiendo lo difíciles que resultaban esas palabras para mí. Me pregunté si podría verlo: los pedazos desmoronados de mi alma. —Si alguna vez necesita a alguien con quien hablar... —comenzó, pero negué rápidamente. Demasiado. —No. Había cruzado una línea al compartir un poco sobre Nicole, pero no había podido evitarlo. Solo necesitaba que lo supiera. Todo el mundo merecía saber la mujer excepcional que había sido mi esposa, y todo el mundo necesitaba saber que habíamos perdido algo muy especial el día que se fue.

32 Eleanor

H

abía cometido un error al pensar que Greyson era el mismo niño juguetón que era cuando lo conocí. Desde nuestro intercambio de correos electrónicos, hice todo lo posible por mantener conversaciones profesionales con él, no que estuviéramos participando en muchas conversaciones. Durante las siguientes semanas, aprendí mucho sobre los East como individuos. Las paredes del dormitorio de Lorelai estaban cubiertas con obras de arte que había creado. No había un día en que no estuviera acostada bocabajo, pateando las piernas en el aire, dibujando su próxima obra maestra, con sus alas de mariposa en la espalda, por supuesto. Tenía una imaginación más grande que el mundo entero. Solo con nuestras mentes, estaríamos en Sudáfrica, corriendo con leones, y luego, al siguiente momento, estaríamos en Hawái comiendo piñas frescas. Lorelai tampoco tenía miedo de mantener conversaciones en toda regla con su madre. Sucedían todos los días. A veces, la encontraba hablando con su madre como si estuviera a su lado. También ponía un lugar en la mesa del comedor para Nicole los lunes, porque los lunes siempre eran días de espaguetis. Los espaguetis habían sido la comida favorita de Nicole. Me encantaba eso de su pequeño corazón, cómo mantenía a su madre cerca de ella. Teníamos eso en común: nuestras conversaciones diarias con nuestras madres. Luego estaba Karla, mi nueva mejor amiga en una especie de Vete, Eleanor. Ni siquiera podía aprender sobre ella en función de su habitación, porque no tenía nada más que el ordenador que había en su escritorio. Las paredes estaban vacías y los estantes no contenían nada. La única chispa de personalidad la cinta de No Entrar pegada en la puerta de su armario, con avisos escritos con marcador que decían, MANTENTE ALEJADO. En cierto modo, eso la resumía por completo. Por último, estaba Greyson, aunque apenas lo veía. Nunca estaba realmente el tiempo suficiente para que lo leyera. Solo tenía mis recuerdos pasados de quien solía ser, y sinceramente,

apenas veía esos lados de él. Incluso cuando lo hacía, eran muy pocos y distantes. Era como si intentara muy duro no mostrar ninguna emoción, y cuando se escapaba, se apresuraba a recuperarla. No solo mantenía su distancia de mí, sino también de las chicas. Incluso cuando estaba cerca, era como si realmente no estuviera allí. Parecía tan alejado de la realidad, me sorprendió que pudiera completar sus tareas diarias de trabajo. Sin embargo, eso parecía ser lo único en lo que sobresalía. Greyson era un adicto al trabajo profesional, y se tomaba ese papel en serio. Si no estaba hablando por teléfono de negocios, había muchas posibilidades de que no hablara en absoluto. Él y Karla eran muy similares en muchos aspectos, tan fríos y distantes, pero la diferencia era que Karla era mala mientras que Greyson no lo era. Estaba simplemente perdido. Cada vez que Lorelai y yo cenábamos en el comedor, juro que Greyson y Karla hacían todo lo posible para evitar acercarse a nosotras. Simplemente tomaban su comida y se iban a sus propios espacios personales. De tal palo, tal astilla. No pensaba demasiado en eso. Querían su espacio, así que se los daba. La mayor parte de mi enfoque estaba en Lorelai. Era la bendición al final de los días difíciles. No había nada que pudiera evitar que esa niña se riera. En una casa llena de oscuridad, era la luz que inundaba cada habitación. Cada noche, después de la cena, Lorelai y yo fingíamos que éramos dragones que volaban a un mundo nuevo donde nuestro único trabajo era hacer que la gente se diera cuenta de que los dragones eran criaturas amigables. Implicaba mucho saltar y rugir, por supuesto, algo de lo que ambas éramos fanáticas. Una noche, mientras jugábamos en la habitación de Lorelai, nuestros volúmenes alcanzaron una nueva altura mientras nos reíamos y reíamos del nuevo rugido gutural profundo de Lorelai. Las lágrimas rodaban por sus mejillas por reírse tan fuerte, y cada vez que trataba de recuperar el aliento, se reía más fuerte. Esos eran mis momentos favoritos con los niños, los salvajes. Mientras las dos nos perdíamos, fuimos interrumpidas por un fuerte golpe en la puerta del dormitorio. Levantamos la vista para ver a Greyson parado en la puerta con una mirada severa en su rostro. La risa se desvaneció cuando notamos la seriedad en sus ojos. —Hola, papi —dijo Lorelai, su voz más baja que antes. —¿Qué pasa con todo el ruido? —regañó, frunciendo el ceño. Me aclaré la garganta y alisé mi ropa. —Oh, lo siento. No sabíamos que estaba en casa. Estábamos teniendo una gran ronda de...

—Hablemos, Eleanor —siseó, interrumpiéndome—. En mi oficina. Me paré más alto, con escalofríos recorriéndome. —¿Qué? —Me gustaría hablar contigo en mi oficina —repitió, sin esperar a que respondiera antes de irse. Respiré hondo antes de girar hacia Lorelai. Tenía los ojos muy abiertos y parecía alterada por la llegada agresiva de su padre. —¿Está enojado porque fuimos ruidosas? —cuestionó, con voz temblorosa. Sus hombros cayeron hacia adelante, y pude ver la preocupación en sus ojos. Era como si hubiera decepcionado a su padre de alguna manera. La pena de todo era que si alguien estaba decepcionando a alguien, era su padre por no estar presente para sus hijas. —No, cariño. Tu padre y yo teníamos una reunión programada, simplemente lo olvidé. —La abracé y me abrazó con fuerza. Saboreé el dulce abrazo—. Ahora ve a prepararte para la cama, ¿de acuerdo? Vendré a verte pronto. Asintió y se apresuró a elegir su pijama. Me dirigí a la oficina de Greyson, donde la puerta estaba abierta de par en par. —Sin ofender, ¿pero de verdad necesitas irrumpir con ese tono? Asustaste a Lorelai casi hasta la muerte —dije mientras entraba. Él estaba paseándose por la habitación, juntando los dedos mientras su pecho subía y bajaba repetidamente. —¿A dónde la llevas? —espetó, ignorando por completo mi comentario. —¿Disculpa? —¿A dónde la llevas? —espetó una vez más, esta vez su voz más alta, más aterradora. Di un paso atrás, insegura de lo que quería decir. —No sé qué me estás preguntando, Grey… —¡Señor East! —gritó, haciéndome dar más pasos hacia atrás. Estaba furioso, y no tenía ni idea de por qué. Nunca lo había visto tan molesto. En su mayor parte, solo pasaba con un saludo indiferente. En este momento, sin embargo, estaba enojado, incluso lívido. —¿Qué pasa? —pregunté, temperamento personalmente.

tratando

de

no

tomarme

su

—Recibí un correo electrónico esta tarde pidiendo una actualización sobre Karla. Resulta que no ha ido a la escuela en semanas, específicamente desde que la has estado llevando. Así que, dime, ¿a dónde la has estado llevando? —Yo... —Mi voz tembló cuando mi mente trató de ponerse al día con las palabras que estaba diciendo. ¿Cómo era eso posible? ¿Cómo

era eso una cosa?—. La llevo a la escuela todos los días después de dejar a Lorelai. No entiendo cómo no asistiría. —¿La ves entrar todos los días? —cuestionó. —Bueno, no, porque la dejo a unas cuadras como las otras niñe... —Mis palabras se fueron apagando y la realidad se estableció. Oh, Dios mío, soy una idiota. Karla había mentido sobre las otras niñeras dejándola a unas cuadras de la escuela, y yo era la persona estúpida que había creído su triste historia. Sin embargo, Greyson no había captado la conclusión a la que yo había llegado. Seguía mirándome con dureza, esperando respuestas. Tragué saliva y expliqué la situación, alejando la mirada. —Estás bromeando, ¿verdad? —dijo, pellizcándose el puente de la nariz. —S-solo pensé... —tartamudeé, sintiendo como si me hubiera engañado alguien de catorce años. Mi rostro se calentó y no pude mirar a Greyson. Me sentía humillada por mi ingenuo error. Me había engañado. Realmente me había engañado una adolescente—. Lo siento mucho. —Disculparse no compensa el hecho de que se haya perdido semanas de escuela. —Pero, ¿cómo ha sucedido eso? ¿No notifican a los padres si el estudiante está ausente de la escuela por más de un día o dos? Gruñó. —Eso es lo que estoy investigando ahora. Hasta entonces, ve a buscar a Karla a su habitación y tráela aquí para que los tres podamos hablar de esto. —Sí, por supuesto. Me apresuré, sintiendo un dolor agudo en el estómago por mi ira con Karla. Hice todo lo posible para tratarla amablemente, para que se sintiera cómoda, pero este fue el resultado que recibí. Cuanto más me acercaba a su habitación, más me enfadaba. Greyson había explotado conmigo por sus mentiras. Entonces mis emociones cambiaron a preocupación. Si no había ido a la escuela, ¿dónde había estado? ¿Qué estaba haciendo? ¿Había drogas involucradas? ¿Alcohol? Oh, genial, ahora estaba enojada y preocupada. Me pregunté si esto era lo que era ser padre, sentir cada emoción a la vez. Era agotador. Cada emoción llegó como una ola chocando contra la orilla, y no estaba segura de qué hacer con todas las emociones que estaba experimentando.

Sentí como si hubiera un trastorno de personalidad múltiple. Quería gritar y hablar suavemente al mismo tiempo. Quería ser el policía bueno y el policía malo. Quería ser su amiga y su comodidad, pero también la sargento de instrucción. No hay término medio cuando se trata de criar adolescentes. Siempre tienes la sensación de estar loco. Antes de que Karla pudiera siquiera presenciar mi preocupaciónira, el nudo más grande se formó en mis entrañas cuando entré en su habitación solo para encontrarla vacía. —¿Karla? —Ninguna respuesta. No se habría ido, ¿verdad? ¿Se escapó para ir a hacer lo que fuera que hacía durante el horario escolar? Me adentré más en su habitación, hacia la puerta con “No Entrar” de su armario, y cuando mi mano aterrizó en la manija de la puerta, un grito agudo aguijoneó mis oídos. —¡¿Qué estás haciendo?! —espetó Karla, obligándome a dar la vuelta a toda prisa. —¡Karla! —Una ola de alivio se estrelló contra la orilla—. Oh, Dios mío, ¿dónde estabas? —pregunté, con el corazón acelerado. —El baño. —Sus ojos se estrecharon—. ¿Por qué estás a punto de entrar ahí? ¿Eres estúpida? ¿No puedes leer? —No me llames estúpida —la regañé, sonando más madura de lo que realmente era—. Tu padre te quiere en su oficina. —¿Sí? Bueno, estoy ocupada. —Se acercó a su escritorio y fue a buscar sus auriculares para ignorarme, pero los agarré antes de que pudiera. —No, no lo estás. Ahora, ve a la oficina de tu padre. —¿Por qué? —Porque lo sabemos. —¿Saber qué? —Sabes lo que sabemos —dije, entrecerrando los ojos mientras agitaba un dedo hacia ella. Alzó su ceja. —O no lo hago. Mis manos se posaron en mis caderas. —Karla, vamos. Puedes dejar de actuar. —Escucha, no sé de qué estás hablando, y me estoy cansando de estas acusaciones, así que escúpelo o sal de mi habitación. —No has asistido a la escuela en semanas, Karla —gruñó Greyson, apareciendo detrás de mí. Sus ojos estaban llenos de ira, y su pecho subía y bajaba cada vez que respiraba—. De eso está hablando. Eso es lo que tenemos que discutir.

Estaba enojado, con buenas razones. En el momento en que el verdadero padre entró en la habitación, sentí que estaba fuera de lugar. Era, después de todo, solo la niñera. En su mayor parte, Lorelai era mi deber principal. —Me ocuparé desde aquí, Eleanor —me dijo Greyson, colocando su mano en el pomo de la puerta y retrocediendo unos pasos para que saliera. Respiré hondo y miré hacia Karla, que parecía nerviosa y casi... ¿feliz? Parecía satisfecha con la forma en que estaba sacando de quicio a su padre. Luego, me di la vuelta y salí de la habitación. Greyson cerró la puerta detrás de mí. En segundos, comenzaron los gritos. La competición de gritos entre esos dos me hizo sentir inquieta y contenta a partes iguales. A pesar de que estaban peleando, estaba presenciando a Greyson haciendo algo que no sabía que todavía sabía hacer: criar a sus hijos. Verlo discutir con Karla, estar tan enojado, demostraba que en algún lugar dentro de su corazón frío y entumecido, todavía le importaba mucho. En algún lugar dentro de él, todavía estaba preocupado. Eso tenía que significar algo. Me fui esa noche antes de que los gritos se detuvieran. No tenía derecho a escuchar a Karla y Greyson intercambiar palabras llenas de agotamiento y dolor. Estaba claro que ambos estaban dolidos, pero la única forma en que parecían poder aliviar su dolor era gritándose el uno al otro.

33 Eleanor

M

e desperté a la mañana siguiente con curiosidad sobre lo que había pasado entre Karla y Greyson. No podía evitar preguntarme a dónde iba Karla cada día, qué estaba haciendo y cómo se nos había pasado a Greyson y a mí.

Cuando me dirigí a la casa de Greyson, ya estaba en su porche con una taza de café sobre la barandilla. No parecía tan enojado como lo había estado la noche anterior, y pensé que tal vez dormir lo había ayudado a calmarse. Sin embargo, parecía extrañamente tranquilo. Afuera hacía mucho frío, y todo lo que llevaba puesto era una camisa negra de manga larga y unos pantalones. ¿Cómo no estaba helado? —Eleanor —dijo, su voz monótona. Me encogí un poco, casi segura de lo que vendría después. —Déjame adivinar... —Suspiré, poniendo mi bolso más alto sobre mi hombro—. Me estás despidiendo. Lo entiendo. Cometí un gran error. Solo tengo algunas cosas mías en la casa. Luego empacaré mis cosas en la casa de huéspedes y estaré fuera de tu vista en unos minutos. — Empecé a pasar junto a él y me sorprendí cuando su mano aterrizó en mi antebrazo, deteniéndome. Mis ojos se movieron a su toque, y su mirada hizo lo mismo antes de mirarnos el uno al otro. Se sintió como si un rayo de electricidad se disparara por todo mi cuerpo, dejando solo escalofríos. Oh. ¿Qué fue eso? Me pregunté si también los sintió. Rápidamente me soltó y se aclaró la garganta. —Lo siento. Solo... —Dio un paso atrás y suspiró, cruzándose brazos—. Buenos días. —Sus palabras me arrojaron al bucle más grande conocido por la humanidad. Alcé una ceja. —¿Buenos… días? Entonces, solo nos miramos. Mis ojos se movieron de un lado a otro por un momento, insegura sobre qué era lo siguiente en nuestra conversación.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte...? —Mi voz era baja y confundida. —No estás despedida. —Oh, pero pensé que... Asintió. —Lo sé, pero no lo estás. —Entonces, ¿qué pasa? ¿Hay algo más que quieras decir? —No. Sí. Quiero decir... —Inhaló hondo y lo soltó lentamente. Todo sobre Greyson parecía tan complejo. Era como si su corazón estuviera constantemente luchando contra su mente, haciéndole imposible expresarse completamente—. Te debo una disculpa. —¿Por qué? —Por gritarte ayer sobre Karla. No fue profesional —afirmó, pasando su mano por su nuca, evitando el contacto visual. —Oh, eso. Bueno, sí, lo fue —dije con naturalidad—. Pero también fue comprensible. También habría reaccionado mal a esa noticia. Solo espero que sepas que no tenía ni idea de nada de eso, Greyson. De verdad pensaba que estaba haciendo lo correcto. Asintió y no me corrigió por llamarlo por su nombre. Tal vez estaba demasiado aturdido y confundido por la pelea de la noche anterior para siquiera notar mi error. —¿Averiguaste a dónde iba cada día? —pregunté. Negó y me dio la espalda, mirando hacia el sol naciente. —No. No quiso decirlo, pero descubrí que falsificó mi firma en algunos documentos, diciendo que la familia estaba de vacaciones durante dos meses. La escuela incluso le dio toda su tarea por adelantado, y la ha estado haciendo toda. Yo solo… Su voz se apagó y sus hombros se encorvaron. Oh, Greyson... Su tristeza era muy fuerte esa mañana. —Es inteligente, ¿sabes? —dijo—. Meticulosa, como su madre. Cubrió todas las bases. Debió haberlo planeado antes incluso de que fueras contratada para ser nuestra niñera, porque había estado en proceso durante algún tiempo. Simplemente no sé por qué. —¿Le preguntaste por qué? —No. —Se volvió hacia mí con los brazos cruzados—. Simplemente exploté. Sabía que se equivocó también. Veía la culpa por su reacción. —Te preocupas por ella. Cuando me miró, sus ojos me contaron una historia que sus labios no se atrevían a pronunciar. Sus ojos se veían más grises esa mañana.

Más tristes también. La noche anterior debía haber sido difícil para él; su mirada contaba esa historia, la historia de un alma rota. Se removió en sus zapatillas. —Solo quería disculparme por estallar. Me desquité con la persona equivocada, y fue idiota de mi parte creer que tuviste algo que ver con Karla y su malvado plan. Sonreí, pero estaba segura de que vio la tristeza en la curva de mis labios. —Gracias por las disculpas. Asintió y levantó la taza sobre la barandilla. —Te hice café. Dos azúcares, un toque de vainilla, crema extra. Mi corazón dio un vuelco mientras lo miraba. —¿Recordabas mi café favorito de cuando éramos más jóvenes? —No. Solo te veo haciéndolo todas las mañanas en la cocina. Oh. Por supuesto. Qué cosa tan extraña para pensar, Eleanor. Por supuesto que no recordaba mi café favorito. Sin embargo, el hecho de que me hubiera visto todos los días no pasó desapercibido. Aún más, que me entregara esa taza se sintió un poco como una ofrenda de paz. —Gracias —dije, tomando la taza de sus manos. —No, gracias. Sé que puedo... —Hizo una pausa y soltó una respiración pesada—. Sé que es difícil estar cerca de mí. —Está bien. —No lo está. Nunca he sido el mejor en estas cosas… en ser padre. Trabajo duro y mucho tiempo, y cada vez que regreso a casa, estoy muerto. Era así antes del accidente, pero al menos entonces, tenía a Nicole allí para equilibrarme, para ser la calma de mi tormenta. Ahora... sin ella... —Se pasó el pulgar por la nariz—. Es solo que no sé cómo hacer esto —confesó. —¿Hacer qué? Bajó la cabeza y cuando alzó la mirada, presencié la expresión más triste que había visto en toda mi vida. Tenía el rostro pálido como si le hubieran quitado toda la vida. Separó sus labios y habló suavemente: —Vivir en un mundo en el que ella no existe. —Sus ojos lucían como si todo su mundo estuviera en llamas. Se aguaron y negó una vez, tratando de controlar sus emociones—. Lo siento. —No lo hagas. Lo que te pasó, lo que estás pasando, es una de las cosas más difíciles con las que alguien tiene que lidiar. Y todavía es muy reciente, Greyson. Esas heridas todavía son muy nuevas. No es sorprendente que te sientas completamente perdido —dije, acercándome a él. Puse mi mano sobre su antebrazo, y sentí su cuerpo

temblar ligeramente por sus nervios. Estaba muy lejos de encontrarse bien, y estaba casi segura de que no lo haría por mucho tiempo. —Está bien, estoy bien —mintió mientras retiraba mi mano de su brazo. Se pellizcó el puente de la nariz—. Solo quería disculparme por ser tan grosero contigo. No te lo mereces, Ellie, para nada. Me había llamado Ellie, y no creí que hubiera notado su desliz. Sonreí. —Está bien, de verdad. Lo entiendo. —Aunque lo entiendas, no lo mereces. No sabía qué más decir, y parecía que él tampoco. Se giró para regresar a la casa y luego se detuvo un momento antes de volverse hacia mí. —Cada día... me preocupo por Karla cada día de mi vida.

Esa mañana, todo volvió a la rutina normal, excepto que esta vez, personalmente llevé a Karla al edificio de la escuela. Definitivamente no estaba entusiasmada con la idea, eso era seguro. —Esto es humillante —susurró Karla, encorvada, haciendo todo lo posible para desaparecer. —Sí, bueno, deberías haber pensado en eso antes de planear un viaje fingido —respondí mientras pasábamos por la puerta principal. —Sí, lo que sea. ¿Puedes irte ahora? —murmuró, gruñendo por lo bajo—. Esto es tan poco genial, Eleanor. Nunca había estado más feliz de ser etiquetada como no genial en mi vida. —No. Primero vamos a pasar por la oficina del director para aclarar algunas cosas. —Todo se ha aclarado —dijo una voz, haciéndonos levantar la vista para ver a Greyson saliendo de la oficina del director. —Papá —gimió Karla, golpeándose la frente con la mano—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Haciendo mi trabajo como padre —replicó. —Esa es una primera vez —dijo Karla con descaro. Duro, pero tal vez cierto... —Todo está en orden. Además, te inscribí para obtener un crédito extra en cada clase —le dijo, parándose alto. —¡¿Crédito extra?! —siseó Karla, ensanchadas—. ¡Pero hice la tarea!

con

sus

fosas

nasales

—Sí, lo hiciste, después de mentir durante semanas para hacer Dios sabe qué en tu propio tiempo. Hiciste una elección en el momento en que falsificaste ese papeleo, Karla. Ahora estoy haciendo una elección para evitar que pienses en volver a hacer algo como esto. A menos que… —¿A menos qué? —preguntó. —A menos que me digas a dónde has ido todos los días —dijo Greyson. Los ojos de Karla se llenaron de lágrimas y negó. —¡Esto es una mierda! —gritó. —Lenguaje —dijimos Greyson y yo al unísono. Le sonreí. No me devolvió la sonrisa. Parecía que las cosas volvieron a la normalidad. —¿No tienes una reunión o alguna mierda a la que llegar? ¿No puedes dejarme en paz? —cuestionó ella. Greyson miró su reloj y asintió. —De hecho, lo hago. —Entonces esos ojos me miraron—. Gracias por traerla a la escuela hoy, Eleanor. Si pudieras llevarla al aula102 para su clase de ciencias, sería genial. Oh, realmente estaba representando la vergonzosa rutina del padre. —Por supuesto, señor East —respondí. —Es señor Ea... —Se detuvo, dándose cuenta de que efectivamente lo había llamado por su apellido—. Correcto, por supuesto. Bueno, entonces adiós. Se fue y seguí acompañando a Karla a su primera clase, a pesar de que ella estaba completamente en contra de la idea. —Odio cuando hace eso —se quejó. —¿Hacer qué? —Tratar de actuar como mi padre. —Es tu padre. —Has estado con nosotros durante casi dos meses, dime cuánta crianza has visto en realidad. No se equivocaba. Justo cuando estaba a punto de dejarla en su clase, otro estudiante se acercó y se detuvo frente a nosotras. Vi a Karla tensarse mientras él la miraba. Era adorable, un chico lindo con un rubio afro rizado y ojos azules que harían que cualquier chica de su edad se derritiera. —Hola, Karla. No te he visto por aquí últimamente —dijo—. Unos pocos pensaron que cambiaste de escuela.

Ella se removió y no hizo contacto visual con él. Su mano izquierda frotó su brazo derecho. —Sí. —¿Has estado bien? —inquirió él, entrecerrando los ojos. Antes de que ella pudiera responder, otra chica lo llamó. —¡Brian! ¿Qué estás haciendo? —Alcé la mirada para ver a una chica descarada que usaba más maquillaje de lo que cualquiera de su edad hubiera usado, parada allí con ambas manos en las caderas. Brian se volvió hacia la chica y se encogió de hombros. —Nada. Solo pensé en decir hola. ¿Viste la vuelta de Karla? —La vi, no me importa —murmuró—. Ahora aléjate de esa cosa y llévame a clase —gruñó. Cada vello de mi cuerpo se erizó cuando el pequeño demonio grosero habló de Karla así. —¡¿Qué quieres decir con esa cosa?! —comencé, pero Karla rápidamente tiró de mi brazo. —No lo hagas, Eleanor. —Pero… Me miró con lágrimas en los ojos y negó. —Por favor. No lo hagas. Brian frunció el ceño y se frotó la nuca. —Bueno, supongo que nos pondremos al día más tarde, Karla. —Probablemente no —dijo secamente mientras él se apresuraba a llevar a Satanás a clase. —¿Quiénes son? —pregunté, y se quejó mientras continuábamos hacia su clase. —Los fantasmas del pasado de Karla —murmuró, sin dejarme entrar más que eso. Era agradable saber que la escuela secundaria todavía era un infierno en la tierra. Al menos algunas cosas nunca cambiaban.

34 Greyson

—¿C

ómo has estado durmiendo? —preguntó Claire mientras nos sentábamos para nuestra cita habitual de almuerzo del martes. No tenía ganas de reunirme con ella todas las semanas, pero Claire era terca de esa manera. Si no me reunía con ella, se sentaría en el vestíbulo de la oficina de EastHouse y reproduciría canciones de Journey a todo volumen. Me asombraba cómo la mente podía romperse después de la tercera ronda de escuchar "Don’t Stop Believing". Por lo que la veía para almorzar una vez a la semana, a pesar de que todavía era difícil mirarla. —He estado durmiendo bien —respondí, mordiendo mi sándwich. —Estás mintiendo —dijo. Tenía razón, pero no importaba. Tenía los párpados pesados y a veces dormitaba en las reuniones. Se sentía como si todo mi sistema funcionara con café expreso y bebidas energéticas. Era lo único que me mantenía en marcha. ¿Saludable? No. ¿Bueno para mi alma? Probablemente no. Pero no me importaba mucho mientras no estuviera durmiendo. Dejó el tenedor y se recostó en su silla, estudiándome. También era muy buena en eso, mirándome y sabiendo cuándo no estaba bien. La mayoría de la gente aprendió a dejarme solo y en paz, pero ella y Landon siempre me seguían presionando para que me abriera, a pesar de que hacía todo lo posible para mantenerlos a distancia. —Greyson, no es saludable que no estés durmiendo. Realmente deberías hablar con alguien al respecto —comentó—. Jack y yo hemos estado muy preocupados. —Jack era el nuevo esposo de Claire. Había perdido al padre de Nicole hace unos años y, durante mucho tiempo, pensó que estaría sola el resto de sus días. Pero entonces Jack llegó y cambió de parecer. Claire se inclinó hacia delante y juntó sus manos. —Solo me preocupa que no descanses. Especialmente con los días que se aproximan... —Estoy bien —dije una vez más, interrumpiendo su proceso de pensamiento. Todavía mentira, y aun así, no importaba.

La verdad era que no había estado durmiendo. Luchaba contra ello con uñas y dientes cada noche. Parecía que la única vez que tuve una noche de sueño decente fue cuando me acurruqué en una cama con mi hija, quien pateaba mientras dormía. —Greyson, sé que con el aniversario... —¿Cómo va el trabajo? —inquirí, cortando su oración una vez más. Hizo una mueca pero se recostó, sabiendo que era hora de cambiar de tema. Me presionaba todo el tiempo, pero conocía sus límites. Sabía que presionar no iba a conducir a un buen resultado, así que se retiraba. Claire siempre había sido muy buena leyendo a las personas, y sabía cómo leerme por dentro y por fuera, incluso sin que hablara de mis sentimientos. —El trabajo va bien —dijo con una pequeña sonrisa. Pasó a hablar sobre cualquier cosa y todo lo demás que no era yo. Estaba agradecido por eso porque estaba demasiado cansado para pensar en mí y estaba demasiado desolado para pensar en los días que se acercaban.

Tres a uno. Así era siempre. Sus tres votos siempre derrotaban al mío. El problema de ser el único hombre en tu familia es que a menudo te superan en número cuando se trata de votos. Ni siquiera estaba seguro de por qué pedían mi opinión, ya que nunca parecía importar, pero siempre me preguntaban sobre el tema en cuestión. —Comimos italiano el pasado fin de semana cuando salimos — discutí durante el debate de la cena—. Además, comemos pasta todos los lunes. ¿No están cansados de la pasta? —Nop —dijo Lorelai, saltando en su asiento de auto. La aseguré rápidamente antes de subirme al asiento del conductor. —En realidad no. —Karla se encogió de hombros. ¿Por qué nunca anhelaban el filete? Todo lo que realmente quería era un filete grande, gordo y jugoso. —¡Deberíamos ir a Palmer’s Italian House! —exclamó Karla, haciéndome gemir aún más, porque estaba a más de una hora en auto, y llovía. Tardaría incluso más de lo normal en llegar. Miré a Nicole y entrecerré los ojos. —¿Qué quieres? —le pregunté. Por favor, di filete. Por favor, di filete. Se encogió de hombros.

—Los palitos de pan de Palmer’s suenan increíbles. Además, es el cumpleaños de Lorelai, así que creo que ella debería decidir. —¡Palmers! ¡Palmers! —gritó, golpeando sus manos contra sus piernas. Bueno. Allí estaba. Comenzamos el recorrido hacia Palmer's, que involucraba muchos caminos sinuosos y áreas boscosas. Mientras conducía, bajé la mirada a mi teléfono sonando para ver el nombre de Rob Turner parpadeando en la pantalla. Era uno de mis empleados, y sabía que estaba trabajando en cosas en EastHouse. Normalmente respondía sus llamadas en un instante, pero era sábado por la noche y teníamos una regla estricta en nuestra familia: No trabajar los sábados por la noche. Nicole también notó el nombre en el teléfono y me echó un vistazo, casi retándome a contestarlo, y fui rápido en ignorar la llamada. Lo último que necesitaba era una esposa enojada porque me tomé unos minutos para atender una llamada de trabajo. —¡Podrías parar! —le espetó Karla a su hermana menor, que repitió sus palabras. —¡¿Podrías parar?! —¡Mamá! —¡Mamá! —No, en serio, ¡para, Lorelai! —No, en serio, para, Lorelai —se burló Lorelai. Esa era su nueva cosa favorita, jugar al imitador. Nos volvía a todos locos, pero estaba obsesionada. —Chicas, cálmense —regañé—. Tenemos un largo camino hasta el restaurante, y no quiero oírlas ahí atrás. —¡Sigue desabrochándome el cinturón de seguridad! —exclamó Karla, su voz llena de irritación. Nicole se giró rápidamente, señalando con el dedo a nuestra hija. —Lorelai East, no tocamos los cinturones de seguridad en los autos. ¿Me entiendes? —Pero, mamá... —Sin peros. Mantén tus manos quietas —dijo Nicole, dándose la vuelta mientras Lorelai seguía haciendo pucheros y Karla se regodeaba por salirse con la suya, lo que, por supuesto, condujo al berrinche de Lorelai. Por la forma en que esa niña de cinco años recién cumplidos podía alcanzar esos altos chillidos me hizo pensar que podríamos tener a la próxima Mariah Carey en nuestras manos.

—¡Jesús, Lorelai! ¡Basta ya! —dijo Nicole, su voz cansada, pero nuestra dulce niña pequeña continuó con su rabieta. Cuando una niña de su edad pensaba que la situación era injusta, se aseguraba de darlo a conocer a todo el mundo con sus gritos. Lo vi en los ojos de mi esposa, ella llegando a su punto de ruptura. Solo había un tanto que podía soportar antes de que el agotamiento se apoderara y su ira aumentara. Dándome la vuelta, grité: —¡Lorelai! ¿Puedes calmarte? Es tu cumpleaños y este no es un buen comportamiento de cumpleaños y… —¡Greyson! —gritó Nicole, haciéndome dar media vuelta. Parpadeé una vez y, en ese segundo, todo cambió. Solo toma un instante para que el mundo de uno se mueva del revés, solo unos segundos para que una vida llena de alegría y risa sea reemplazada por la desesperación final. Esos ojos de ciervo brillaron bajo los faros. El miedo llenó nuestras miradas. Lo esquivé. Juro por Dios que lo esquivé. El ciervo también lo hizo. Juro por Dios que lo esquivó. Fallé. También falló. Mi piel se erizó. ¿De quién fue ese grito? ¿Era de Lorelai? ¿Karla? ¿Mi esposa gritó de miedo? No… Fui yo, mi voz. Las ramas se rompieron cuando el auto se salió de la carretera hacia el bosque oscuro. Giré el volante, golpeando el pie contra los frenos, pero no funcionó. El auto siguió moviéndose hasta que se detuvo, directamente contra un árbol. Colisión frontal. Todo dolía. Todo quemaba. Humo salía del motor. Mi cabeza palpitaba, mi visión se nubló. No podía pensar con claridad mientras el ácido subía por mi garganta. Mi cuerpo se congeló cuando el sabor cálido y salado de la sangre se deslizó por mis labios.

—Grey... —habló con voz entrecortada en mi dirección. Me volví hacia la derecha y la frente de Nicole estaba sobre el airbag explotado. —Está bien, está bien. —No sabía por qué esas fueron las palabras salieron por mis labios, pero eran todo lo que se me había ocurrido. Hice todo lo posible por alcanzarla, pero estaba atascado. Mi cinturón de seguridad estaba atascado y no podía moverme. Necesitaba llegar a ella, ayudarla. Tiré y tiré, esperando que cediera, pero nada funcionaba—. Te tengo, solo espera —prometí. Negó. —No. Las niñas. Me di la vuelta y Lorelai estaba gritando en el asiento del auto, aparentemente con más dolor del que su joven cuerpo podía soportar. Cuando miré a su izquierda, mi corazón saltó a mi garganta. La ventana lateral estaba hecha añicos, con marcas rojas en los cristales rotos, y no se veía a Karla por ningún lado. ¿Dónde está? ¿Qué pasó? ¿Cómo puedo llegar a ella? ¿Cómo puedo salvarla? ¿Karla? ¿Estás bien? Necesito saber que estás bien. ¡Maldita sea, déjame ir! Tiré del cinturón de seguridad cada vez más fuerte, usando toda la fuerza que pude reunir, y finalmente se soltó. Alcancé a Nicole, pero seguía negando. —Las niñas, las niñas. —Lloró, con la voz dolorida por el miedo y los dolores a lo desconocido. Golpeé mi cuerpo contra la puerta, una y otra vez. Cuando finalmente cedió, traté de salir rápidamente del auto, pero mis piernas me fallaron. Me obligué a ponerme de pie y revisé a Lorelai. Aunque estaba llorando, parecía estar bien. Entonces, fui a buscar a su hermana. Me apresuré a través de la lluvia cegadora en busca de mi hija. —¡Karla! —llamé una vez, dos veces, un millón de veces. No hubo respuesta, no se escuchaba nada. Los pensamientos que pasaron por mi cabeza no fueron bienvenidos, y tomó todo de mí evitar desmoronarse. Está aquí. Está bien. Está aquí. Tiene que estarlo. Metí la mano en el bolsillo, saqué mi teléfono y marqué el 911. Sin señal. Zona muerta. Me sentí enfermo, pero no podía quedarme allí parado y seguir intentando marcar el número. Tenía que encontrar a mi hija.

Seguí gritando. Necesitaba que me escuchara. Tenía que estar allí. La gente no solo desaparecía. Cuando giré a mi derecha, la vi, una pequeña figura tendida frente a dos árboles. Había sangre en el árbol frente a ella, como si se hubiera estrellado directamente contra él. Se la veía tan pequeña e inmóvil. Muy inmóvil. La inmovilidad fue lo que más me asustó. —No… —susurré, apresurándome y cayendo a su lado—. Karla, soy yo, soy papá. Despierta, cariño. Despierta —rogué mientras las lágrimas brotaban de mis ojos, mezclándose con la lluvia que se burlaba de nosotros mientras caía del cielo—. Karla, despierta. Estás bien, ¿de acuerdo? Estamos bien. Estamos bien. Estamos bien. —Oh, Dios mío —gritó una voz. Me di la vuelta para ver los faros brillando hacia mí mientras alguien avanzaba—. ¿Está bien, señor? — preguntó el desconocido. Estreché los ojos hacia la figura a medida que se acercaba. —Necesitamos ayuda. —Lloré, agradecido de verlo—. No puedo oobtener señal, n-no puedo pedir ayuda. —Está bien, está bien. —Asintió una vez, su miedo apareciendo cuando sus ojos se posaron en Karla. La forma en que la miró me mostró la verdad que ya sabía: no estaba bien. Sin embargo, no podía lidiar con esa idea. —Ella está bien. Está bien —prometí, a pesar de que mis promesas eran más probablemente mentiras. —Estás sangrando —dijo el hombre en voz baja, su tono lleno de preocupación. ¿Qué? No. Me desabotoné la chaqueta y me toqué el costado, carmesí manchando las yemas de mis dedos. Mis ojos se vidriaron mientras miraba mi camisa blanca, que estaba manchada de rojo. La comprensión me alcanzó cuando mi cuerpo comenzó a punzar con dolor. El vómito comenzó a surgir de la boca de mi estómago cuando el hombre se acercó. —Deja que te ayude. —No, estoy bien —dije, sintiéndome lejos de estar bien. Me sentía enfermo, con náuseas, débil—. Solo ve a pedir ayuda. —Pero… —¡Por favor! Asintió en acuerdo y se alejó rápidamente. Seguí sosteniendo a mi hija en mis brazos, bajando mí frente a la de ella, deseando nada más que estuviera bien, que abriera los ojos, que me

mirara y me dijera que iba a estar bien, pero no podía. Entonces, repetí las palabras una y otra vez. —Estás bien, estás bien, estás bien... No podía escucharme. No podía verme. No podía sentir que estaba allí. Mi visión se volvió aún más borrosa mientras esperaba la ayuda. —Karla... —susurré, sacudiéndola—. Karla, respóndeme… por favor… —Lloré—. ¡Karla!

35 Eleanor

—K

arla, ¿quieres unírtenos para la cena? —le pregunté mientras pasaba por el comedor para tomar su cena de la cocina. Le preguntaba todas las noches, y cada vez daba la misma respuesta monótona: “No”. Levantó su plato, y cuando regresó hacia el comedor, se detuvo. Todos lo hicimos. De la nada: —¡Karla! ¡No! —gritó una voz desde una habitación diferente cuando Lorelai y yo nos enderezamos. Karla también lo hizo. Nuestra conversación se detuvo y alzamos la vista, un poco confundidas mientras los gritos continuaban—. ¡No! ¡No! —gritó la voz, obviamente proveniente de la oficina de Greyson. Me levanté de la silla. Lorelai y Karla parecían nerviosas, pero les sonreí. —Quédense aquí, chicas. Solo voy a ver lo que está sucediendo. Me dirigí a la oficina de Greyson y se me hizo un nudo en el estómago porque sonaba como si estuviera desesperado. —¿Greyson…? —llamé, tocando primero. Sin respuesta. Llamé de nuevo, aún nada. Luego, giré el pomo de la puerta de su oficina para encontrar a un Greyson dormido en su escritorio revolviéndose. Estaba en profunda desesperación, obviamente tenía una terrible pesadilla, y no parecía que fuera a despertar pronto. Entré lentamente y lo golpeé una vez en el hombro. —Oye, despierta. —No dejó de moverse. Lo golpeé con fuerza unas cuantas veces más—. ¡Greyson, despierta! Se levantó, con los ojos muy abiertos, y aterrorizado. Puse una mano reconfortante sobre su hombro para tratar de librarlo del miedo. —Está bien, estás bien. Fue un sueño. Me miró, con los ojos aún muy abiertos, y liberó su hombro de mi toque. Miró a su alrededor, alerta, y luego sus ojos me miraron. —¿Qué estás haciendo aquí? —espetó, obviamente conmocionado.

—Mmm, te escuchamos gritar. Solo quería ver qué pasaba para asegurarme de que estabas bien. —¿Estás bien, papi? —dijo una pequeña voz. Ambos levantamos la vista hacia el umbral de la puerta donde estaba Lorelai con una expresión de preocupación en su rostro. Greyson se aclaró la garganta y trató de recuperar la compostura mientras se sentaba derecho y se ajustaba la corbata. —Estoy bien. —Estabas gritando —comentó Lorelai, todavía preocupada por su padre. Justo entonces apareció Karla en la puerta. —¿Qué te pasa? —le preguntó. —Nada. ¡Estoy bien! —espetó, sobresaltándonos. Deslizó sus manos sobre su rostro y suspiró—. Lo siento. Estoy bien. Por favor, vuelvan a lo que estaban haciendo. —Pero, papi… —comenzó Lorelai, con los ojos llenos de lágrimas. Les ofrecí a las chicas una sonrisa que esperaba las tranquilizara. —Está bien, Lorelai. Solo un mal sueño. Qué tal si vuelves al comedor y terminamos nuestra cena. —¡No está bien! —espetó Karla, mirando a su padre—. ¡Nada sobre él está bien! ¡Nada sobre esta casa está bien y estoy harta de actuar como si todo estuviera bien cuando simplemente no lo está! —gritó antes de alejarse tan rápido como pudo. Lorelai se quedó quieta con lágrimas en los ojos. —Lorelai, todo está bien —le dije—. Solo vuelve a la mesa. Ahora voy. Con cautela, Lorelai hizo lo que le dijeron, y liberé el aliento que había estado conteniendo. Me volví hacia Greyson, que ahora estaba de pie y miraba por la ventana de su oficina dándome la espalda. —¿Estás bien? Se giró para mirarme. Su cabeza se retiró un poco mientras unía los dedos con fuerza y hablaba. —Sí, Eleanor. Estoy bien. —Si no estás… —Eleanor. —¿Sí? —Cierra la puerta al salir. Hice lo que dijo, sabiendo que ya estaba nervioso y no queriendo presionarlo. Solía tener ese mismo tipo de pesadillas después de la muerte de mamá. No era una cosa poco común en absoluto. Les sucedía a muchas personas después de la tragedia. Recordé estar

aterrorizada de cerrar los ojos porque no estaba segura de dónde me llevarían mis sueños. No estaba preocupada por sus sueños, sino que lo que más me preocupaba era que Greyson no parecía del tipo que hablara con nadie de su sufrimiento. Mantenía sus heridas para sí mismo, lo que era la forma más fácil de ahogarse.

Me quedé hasta un poco más tarde con Lorelai esa noche después de acostarla, porque sabía que estaba un poco inquieta por el arrebato de su padre. Eso era algo que pasaba con los años: cuanto más mayor eras, más aterradora se volvía la vida, y Lorelai estaba en esa edad donde las cosas se volvían un poco más aterradoras. —¿Estás bien? —pregunté, acercándome y sentándome en el borde de su cama. Asintió mientras abrazaba su almohada. —¿Papá está bien? —Sí, se encuentra bien. Simplemente tuvo un mal sueño. —Tiene muchas pesadillas —susurró, su voz muy baja y tímida. —¿De verdad? ¿Grita mucho mientras duerme? —Sí. A veces me despierta cuando estoy durmiendo. ¿De verdad está bien? Sonreí, aunque quería fruncir el ceño. Pasé las manos por el cabello de la niña y me agaché para darle un suave beso en la frente. —Sí, está bien. Solo está resolviendo algunas cosas, eso es todo. Asintió, siendo más comprensiva de lo que debería haber sido posible para una niña tan pequeña. —Lo extraño. —¿Lo extrañas? —Sí, solía pasar el rato conmigo, pero ahora… —Sus palabras se desvanecieron y frunció el ceño—. También extraño a mami. Era mi mejor amiga, ella y papá. Oh, cariño… —Y Karla. Era mi mejor amiga, pero ya no quiere jugar más — explicó Lorelai—. Ahora está un poco gruñona. Me dolía el corazón por ella. Me dolía el corazón por todos ellos. Sus vidas estaban enredadas en la tragedia, y nada realmente podía cambiar eso.

Cuando Lorelai finalmente se durmió, reuní mis cosas para ir a casa a pasar la noche, y cuando pasé junto a la oficina de Greyson, noté que la puerta estaba abierta, lo cual no era normal. Se hallaba frente a su chimenea con un vaso en la mano, y su mirada era muy dura. Tenía las cejas fruncidas mientras inhalaba y exhalaba. Desearía poder deslizarme dentro de su cerebro y ver el funcionamiento de su mente. Parecía pensar tantas cosas, pero nunca liberaba esos pensamientos. La cantidad de presión sobre sus hombros parecía tan pesada. —Hola —dije suavemente, y se giró para mirarme. Cuando miró en mi dirección, parecía confundido sobre por qué le estaba hablando—. Eh, solo me dirigía a casa. Las chicas están en sus habitaciones. Asintió una vez. —Gracias. —Lorelai estaba muy preocupada esta noche. —No había nada de qué preocuparse. —Bueno, no estoy de acuerdo… —Di un paso hacia él y bajé la voz—. Dijo que sucede con bastante frecuencia. —¿Qué? —Tus terrores nocturnos. Inclinó su cabeza hacia mí y esos ojos fríos se encontraron con los míos. —No tengo terrores nocturnos. —Sí. —Asentí—. Los tienes, y es completamente normal después de la tragedia por la que ha pasado tu familia. Después de fallecer mi madre, no podía dormir. ¿Recuerdas? Me llamabas. Me llamabas y te quedabas al teléfono conmigo y… —Por favor, no. —¿Por favor, no qué? Se acercó a mí y su voz bajó tanto que se quebró con sus siguientes palabras. —Por favor, no hagas esto. —¿Hacer qué? —Dejar tan claro que le estoy fallando a esta familia. La tristeza que goteaba de sus palabras fue desgarradora. —No. Eso no es lo que estoy diciendo. Simplemente tienes mucho en tu plato. No creo que pudiera hacer la mitad de lo que haces, especialmente con todo lo que sucede. Estás haciendo todo lo correcto para tus hijas. Están involucradas en actividades, se mantienen ocupadas, van a terapeutas, pero también debes hacer algo por ti. ¿Hablas con alguien? —No. Estoy bien.

Me mintió directamente, como si fuera la cosa más fácil del mundo. Tal vez en algún lugar en lo profundo de él realmente creía esa mentira también, pero no había nada en Greyson que estuviera bien. Vivía con una llama interna que estaba incendiando su alma, no obstante no estaba haciendo nada al respecto. Tal vez porque no sabía cómo lidiar con eso. O tal vez pensaba que merecía arder. —Está bien obtener ayuda —prometí—. Me enseñaste eso cuando era más joven. Fuiste la persona que me ayudó. Déjame ayudarte, Greyson. Negó. —Te cansas de eso, ¿sabes? —¿Cansarse de qué? Inhaló profundamente y exhaló lentamente mientras se pasaba la mano por la barba y decía suavemente: —Todo. —Greyson… —comencé, pero negó. —Buenas noches, Eleanor. —Hizo un gesto hacia la puerta. Estaba claro que nuestra conversación había durado demasiado. Asentí entendiendo y me alejé un paso de él con escalofríos recorriendo mi columna vertebral. —Buenas noches.

36 Eleanor

—A

sí que, ¿en qué episodio estamos con los amantes distantes? —preguntó Shay mientras nos sentábamos en su sofá para nuestro maratón semanal de reality shows—. ¿Cómo van las cosas con nuestro Greyson? —Nada sobre Greyson y yo es un reality show. —Cierto, ajá, así que todavía estamos en el episodio dos: “Negando el Amor”. Gah. ¡Esto es tan emocionante! ¡No puedo esperar, porque esto significa que el episodio de “Amistad a Fuego Lento” llegará pronto! No puedo esperar a que accidentalmente se vuelvan amigos de nuevo. —¿Estás ebria? —Me reí—. Solo te has tomado una copa de vino, así que estoy suponiendo que no estás ebria, ¿cierto? —No, solo sé estas cosas. Como escritora, aprendes sobre la estructura de la historia y Greyson y tú son la clásica comedia romántica. Es como si tú fueras Meg Ryan, él Billy Crystal y yo Nora Ephron. —Realmente no entiendo esa referencia. Sus ojos se agrandaron. —¿A qué te refieres con que no entiendes la referencia? Ellie, es When Harry Met Sally, simplemente una de las mejores comedias románticas de todos los tiempos. —Oh, nunca la he visto. Retrocedió, sorprendida. —¿Cuál es tu problema? Me reí. —Está bien, así que si él es el héroe de la película y yo soy la heroína, ¿quién es Nora Ephron? ¿La mejor amiga inestable? Shay me miró como si acabara de desollar vivo a un cachorro. Levantó su mano y apuntó hacia la puerta. —Lárgate de mi apartamento. —¿Qué?

—Lo digo en serio. Lárgate de mi apartamento. Nora Ephron, Dios tenga su alma, fue una de las más grandes escritoras de comedias románticas que alguna vez ha existido en este planeta. You’ve Got Mail, When Harry Met Sally, Sleepless—In—Freaking—Seattle. ¡Ellie! ¡Vamos! Lo digo en serio, te quiero, pero algunas veces me preocupo por tu inteligencia cuando dices cosas como esa. Me reí. —Lo siento, pero no todo mundo es un aficionado a las películas como tú, Shay. —Solo digo que era una leyenda. —Así que, ¿acabas de compararte con una leyenda? Sonrió con suficiencia y se encogió de hombros. —Si el zapato encaja... —Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, metiendo un paquete de palomitas de maíz en el microondas—. De regreso al tema principal de esta noche: Greyson y tú. —No, ese definitivamente no es el tema principal, porque no hay nada sobre lo que hablar. El tema principal de esta noche es quién va a recibir la rosa final en The Bachelor. Shay gruñó. —¿Por qué hablar sobre reality shows falsos cuando tenemos uno de verdad justo frente a nosotros? Solo comparte conmigo un poco más sobre él —dijo—. ¿Cómo es el Greyson maduro? Fruncí el ceño, pensando al respecto. —Al principio, pensé que era un tanto gruñón y, quiero decir, supongo que lo es, pero honestamente, solo está triste. Como, intensamente solitario y desconectado de todo lo que sucede a su alrededor. Shay se puso más sombría. —Eso es devastador. Como tipo Jon Snow, ¿eh? ¿Una manera sexy de triste? ¿El tipo de triste en el que quieres abrazar a alguien y al mismo tiempo frotarte contra su pierna? La miré de manera severa. Levantó sus manos en señal de derrota. —Está bien, está bien. Así que, de verdad está roto, ¿eh? —El microondas sonó y sacó las palomitas. Después de servirlas en un bol, abrió una bolsa de papas fritas sabor barbacoa y mezcló los dos aperitivos. Juro que mi prima podría comer cualquier cosa en el mundo y seguir siendo un palo. Si yo siquiera miraba un bollito, mi culo crecía dos tallas. —Es como un zombi de The Walking Dead. Simplemente moviéndose de un día al otro con explosiones al azar de tristeza —Eso es realmente triste. Era una luz tan brillante de niño. Entonces, ¿vas a ayudarlo?

—Quiero decir, quiero hacerlo... de verdad lo hago. Simplemente no sé realmente cómo ayudarlo y, honestamente, no creo que quiera mi asistencia. —Bueno, simplemente sigue apareciendo. Eres como un cachorro del que la gente no puede evitar enamorarse. Dale tiempo y probablemente ayudarás a Greyson a encontrar su camino de vuelta. No sabía si lo estaba diciendo porque de verdad lo creía o porque realmente quería ver el episodio tres de nuestro programa. Pero de cualquier manera, planeaba seguir apareciendo. Cuando éramos niños y estaba sola, eso era exactamente lo que Greyson había hecho. Había aparecido para mí, incluso cuando intenté apartarlo. Tal vez toda lo que la gente necesitaba algunas veces era que alguien siguiera apareciendo para ellos durante los días difíciles, incluso cuando intentaban con todas sus fuerzas apartar a todo el mundo.

37 Eleanor

C

ada día aparecía en la casa de los East justo cuando el sol comenzaba a salir. Cada vez que lo veía saliendo, decía una pequeña oración por ellos. Encontraba gratitud en las pequeñas cosas, porque eso era lo que mamá me enseñó. Trataba de apreciar todos los pequeños momentos, porque al final del día esos eran los que más contaban. Un viernes cuando entré a la casa de Greyson, primero me hice mi café, como lo hacía cada mañana, y entonces fui a despertar a Lorelai. Mientras rodeaba la esquina hacia su habitación, salió Greyson de la nada. Choqué contra él, derramando café sobre todo su traje. —¡Mierda! —gritó, saltando hacia atrás un poco. —Oh, por Dios, lo siento tanto —exclamé, bajando la taza y frotando con las manos todo su pecho para tratar de limpiar el café derramado. Detuve mis movimientos cuando me di cuenta de que estaba palmeando las partes privadas de Greyson. Oh, por Dios, deja de frotar café en su entrepierna. ¡Oh, por Dios, se está moviendo! Retrocedí mientras sentía mi rostro calentarse de vergüenza. —Oh, Dios mío, lo siento tanto. Deja de mirar su entrepierna, Ellie. Levanta la mirada, levanta la mirada, levanta… Alcé la mirada y Greyson parecía furioso. En ese momento, prefería mucho la mitad inferior de su expresión. Baja la mirada, baja la mirada, baja la mirada… —Jesús, ¡necesitas mirar por dónde vas! —espetó, más enojado de lo necesario. Estaba claro que mi intención no era derramarle café encima y frotar sus partes privadas. —Lo lamento. Obviamente fue un accidente. —Eso no lo arregla. Este es un traje de setecientos dólares hecho a mano que acabas de arruinar —espetó una vez más, su duro irritándome. —Bueno, ¿por qué demonios comprarías un traje de setecientos dólares para empezar? —repliqué.

Estar alrededor de Greyson era tan confuso. Nunca sabias si ibas a conseguir la versión desolada o la enojada. —Además, hay una cosa llamada lavado en seco —le informé. —No tengo tiempo para lidiar con esto o contigo. —¿Por qué estas siendo tan grosero? —pregunté. —¿Por qué eres tan torpe? —respondió, empujando para pasarme. Rodeó la esquina dejándome ahí, estupefacta. —Qué manera de actuar como un imbécil, Grey —murmuré para mí, alterada por la innecesaria grosería de Greyson. Claro, derramé café en su ridículamente caro traje y corbata, pero no había necesidad de ser desagradable al respecto. Los errores sucedían. —¿Qué es un imbécil? —preguntó una pequeña voz. Me di la vuelta para ver a Lorelai bostezando con sus alas de mariposa puestas, frotando el cansancio de sus ojos. —Oh, nada, Lorelai. Dije agujero de preguntas9. Es como una persona que hace muchas preguntas —declaré rápidamente, tratando de cubrir mis errores. —¿Mi papá es un agujero de preguntas? —se preguntó, su K aún sonando un poco como una S. Genial. —Bueno, no, quiero decir… bueno, lo que quería decir era… Antes de que pudiera remediar mis acciones, Lorelai se fue, hablando ruidosamente. —¡Papi, papi! ¿Sabías que eres un agujero de preguntas? ¡Eres tal agujero de preguntas, papá!

Esa tarde no me sorprendí en absoluto cuando abrí mi correo electrónico y vi un mensaje de Greyson en mi bandeja de entrada.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 8 de marzo, 7: 34 PM ASUNTO: ¿En serio? Imbécil en inglés es “asshole”, que literalmente significa “agujero del culo”, por lo que hace un juego de palabras aquí y cambia ass (culo) por ask (preguntar).

9

Eleanor, Agujero de preguntas. ¿En serio? Segundo strike. Cálidos saludos. —Señor East. Cerré mi ordenador portátil y ligeramente me encogí de hombros. Bueno, está bien. Supongo que merecía ese. Pero aun así, obtuve un strike por decir agujero de preguntas, y ninguno porque su hija se perdiera semanas de escuela. Estaba comenzando a pensar que este sistema de strike era imperfecto. Pasé el resto de mi tarde de viernes haciendo lo que hacía mejor, intenté llamar a mi padre, y cuando no me contestó, volví a leer. Shay estaba encerrada en su dormitorio trabajando en su siguiente guión por el resto de la noche. Nosotras las chicas solteras realmente sabíamos cómo tener fines de semana salvajes, eso seguro. Me senté en el sofá de la sala de estar leyendo mi novela tarde en la noche, y cerca de medianoche, mi teléfono sonó. Lo levanté para ver un nuevo correo electrónico.

DE: [email protected] PARA [email protected] FECHA: 9 de marzo, 12:04 AM ASUNTO: Hoy. Eleanor, Me disculpo por gritarte hoy. Estaba confundido y aturdido después de una noche sin drmir. No podía apagar mi cerebro, y me desquité contigo. Me confundes. Cuando estás en una habitación no sé a dónde mirar. No sé cóomo actuar. No sé cómo estar en el mismo esppacio que tú sin sentirme de alguna forma. No sé qué significa que estés aquí después de todo este tiempo, y eso me vuelve loco. Esta es una mala semana.

Me desperté del lado malo dde la cama, y la tomé contigo. Perdóname. —Grey. Me senté, releyendo las palabras una y otra vez, notando sus erratas, asimilando sus palabras. Mi garganta estaba tensa y sentí náuseas mientras mis ojos se movían, tratando de procesar su correo. Era lo último que esperaba recibir después del día que había tenido. Mi teléfono volvió a sonar con un nuevo correo electrónico.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 9 de marzo, 12:09 AM. ASUNTO: Por favor, elimina. Eleanor, Por favor, ignora mi último correo. He estado bebiendo, y lo siento. —Señor East. Por favor, ignora mi último correo. ¿Cómo podía hacer eso? Por un momento en el tiempo, había tenido un desliz. En el primer correo, había firmado como Grey, el chico que una vez había conocido tan bien, el que estaba herido y luchando y dejándome entrar solo un poco para ver las sombras que vivían a su alrededor. Entonces, minutos después volvió a ser el señor East. Breve. Cerrado. Directo. Era como si su alma estuviera nadando de un lado a otro en un mundo de fango. Una parte de él estaban ansiando abrirse, gritando por ayuda, mientras la otra quería ser enterrada viva. Estaba luchando la pelea más grande contra él mismo, y estaba casi segura de que la estaba perdiendo. Al menos estábamos de acuerdo sobre una cosa: él también me confundía. Cuando entraba a una habitación, no sabía a dónde mirar. No sabía cómo actuar. No sabía cómo estar en el mismo espacio que el sin sentirme de alguna forma. Por un momento, pensé en responder, pero entonces me di cuenta de que ya no sabía qué decirle. Sabía las palabras que le hubiera dicho en el pasado, pero no era el mismo chico, y yo no era la misma chica.

Ahora no sabía qué lo hacía enojar o qué lo consolaba. No sabía qué dificultaba su lucha, no sabía qué lo calmaba. Así que lo mejor que podía hacer era respetar sus deseos. Le di mi silencio. Ignoré sus correos electrónicos.

El lunes, aparecí en el trabajo para encontrar a Greyson parado en la puerta de la habitación de Karla, mirando a su hija dormir. Lucía tan perdido en sus pensamientos mientras sus ojos la estudiaban. No era la primera vez que lo había atrapado revisando a sus hijas dormidas. Una vez, juro que incluso estaba contando sus respiraciones. Me pregunté cuánto tiempo la había estado observando esa mañana. Me pregunté cuán frecuentemente estudiaba a sus hijas desde lejos. —Hola —dije, llamando su atención—. Sé que tienes un vuelo que tomar, y no quiero que llegues tarde. Además, los caminos están mal por la nieve. —Se iba a Nueva York por unos días, e iba a quedarme por primera vez en la noche con las chicas. —Si, por supuesto. —Rompió el contacto visual más rápido que nunca y volvió a mirar a Karla, antes de volverse hacia mí—. Gracias por cuidarlas. Allison y Claire estarán disponibles si necesitas algo, y si hay una emergencia, por favor, no dudes en llamar —dijo, arreglando su ropa. —Por supuesto. Ten un buen viaje. Asintió una vez y caminó más allá de mí. Cuando lo hizo, su hombro rozó ligeramente el mío, y juro que por un segundo el tiempo se congeló. —Oh, y, Eleanor… eh… —Carraspeó y se removió—. Sobre esos correos electrónicos… Le di una pequeña sonrisa y me encogí de hombros. —¿Qué correos? Un suspiro de alivio se le escapó mientras sus tensos hombros se relajaban. Por primera vez, me miró, y quiero decir mirarme en serio. Sus ojos se encontraron con los míos, y juro que vi su alma. —Gracias, Eleanor —dijo, sus palabras llenas de gratitud. Bajó la cabeza y sorbió antes de darme una ligera sonrisa—. Gracias.

38 Eleanor

—¡¿C

rees que le gustará este?! —exclamó Lorelai. La última semana, Lorelai había pasado tiempo extra trabajando en su arte, creando nuevas obras maestras para colgar en su dormitorio, pero el mayor proyecto en este momento era para Greyson. Desde la noche de terror de Greyson, Lorelai había estado tratando de pensar en una manera de hacer a su padre sentirse mejor. Había pasado horas y horas y horas creando una colección de dibujos de recuerdos familiares para darle, y era sin duda una de las cosas más consideradas que había presenciado. Ese viernes, Greyson regresó de su viaje. No dijo nada, sino que llegó hablando por teléfono y fue directo a su oficina, cerrando la puerta. Fue esa tarde cuando Lorelai finalmente terminó su obra de arte. Quedaba un rato antes de que Claire llegara a recoger a las chicas para su fin de semana en su casa, y Lorelai estaba más determinada que nunca, empeñada en terminar los dibujos antes de irse. —Hecho —dijo, bajando su cera. Levantó todos sus dibujos y los miró con mucho orgullo en sus ojos. —Son perfectos —dije suavemente, orgullosa del duro trabajo que la niña había puesto en sus dibujos. Había tantos recuerdos con ella, Karla y sus padres, y conmovió mi corazón profundamente. Estaba feliz de que aún recordara. Después de morir mi madre, había luchado con conservar muchos de mis recuerdos. Se puso en pie con la sonrisa más grande en su rostro y saltó arriba y abajo. —¡Voy a ir a dárselo ahora! —exclamó. —Espera, no, está trabaj… —comencé, pero ya estaba saliendo de la habitación y corriendo hacia su oficina—. ¡Lorelai, espera! Me apresuré a seguirla y la vi irrumpiendo en la oficina de Greyson. La puerta se abrió tan rápidamente que chocó contra la pared, haciéndome encoger. —¡Papi! ¡Papi! ¡Mira lo que te hice! —chilló Lorelai, su voz goteando emoción mientras daba saltitos.

Greyson se dio la vuelta para enfrentar a su hija, su teléfono sostenido contra su oreja, obviamente en una llamada. Sus ojos se ampliaron con sorpresa mientras cubría el recibidor con su mano. —Lorelai, ahora no. —¡Pero, papi! Hice… —¡Ahora. No! —siseó, sonando más molesto que nunca. Clavó su mirada en la mía y había tanta ira allí que retrocedí un paso. Me miró como ordenándome silenciosamente que hiciera mi trabajo antes de que ya no tuviera un trabajo que hacer. Entonces, nos dio la espalda y volvió a su llamada—. No, mis disculpas. No es nada. No, Greyson, es algo. Es todo. Me moví hacia Lorelai y puse mis consoladoras manos en sus hombros. —Deberíamos volver después de que termine de trabajar. —Pero siempre está trabajando. —Suspiró, negando. Entonces volvió a saltar, todavía con esperanza—. ¡Papi, te hice estos dibujos! — exclamó. Su esperanza me entristeció. Solía tener el mismo tipo de esperanza por mi padre. —¡Lorelai, no estoy bromeando! ¡Ahora no es el momento! —espetó Greyson, disolviendo de inmediato la alegría de su hija. Sus hombros cayeron, sus ojos llenándose de lágrimas. —Pero, papi, los dibujos… Greyson murmuró y nos dio la espalda de nuevo. —Déjalos en el escritorio. Lorelai estaba totalmente derrotada. Ya no bailaba al moverse, y su sonrisa se había desvanecido. Con pasos lentos, se movió hacia el escritorio de su padre y puso ahí el proyecto de arte en el que había estado trabajando con tanto cuidado. Entonces, se dio la vuelta y salió de la habitación, completamente desolada y herida. Vaya. En serio no había forma de que pudiera morderme la lengua en este momento. No podía hacerlo. No podía dejar esto pasar. Lorelai era la niña más dulce, y el hecho de que su padre la acabara de tratar de una forma tan desagradable hizo arder mi sangre. Por eso, era mejor que Greyson colgara el teléfono rápidamente, porque no iba a irme hasta que le hubiera dicho algunas cosas. —¿Estás jodiéndome? —siseé, aún parada firmemente en su oficina. Miró hacia mí, sus ojos totalmente desconcertados.

Me miró una vez más antes de volver a su llamada. —Tendré que devolverle la llamada en un momento, señor Waken. Sí, lo sé, y de verdad lo siento. Hay una interrupción de la que debo encargarme de inmediato. —Sí, Greyson —declaré de brazos cruzados—. Encárgate de esto. Y justo así, llegamos al episodio seis del reality show de Greyson y Eleanor: “La Pelea”. Colgó el teléfono y entrecerró los ojos mientras se giraba hacia mí. —¿Qué en el mundo crees que estás haciendo? —¿Qué estoy haciendo? No, ¿qué estás haciendo? —Trabajando, a diferencia de algunas personas aquí. ¿Cómo te atreves a dejar a Lorelai irrumpir en mi oficina? ¿Sabes lo importante que era esa llamada? —espetó. —¿Sabes lo importante que eran esos dibujos? —espeté en respuesta, sin retroceder. Había terminado de contenerme. Greyson estaba perdido, estancado, herido y dolido, pero dentro en todo eso se estaba permitiendo lastimar a quienes significaban más para él. Estaba lastimando a sus niñas. Resopló. —Eleanor, por favor, sal de mi oficina. —No. Alzó una ceja. —¿Qué? —Dije que no, no me voy a ir porque tienes que escucharme. — Tragué con fuerza, nerviosa, pero con la intensión de hacer un punto—. Entiendo que es difícil para ti. —¿Qué? —Dije que lo entiendo. Entiendo que algunos días son más difíciles que otros, pero la forma en que acabas de tratar a Lorelai es inaceptable. —¿Disculpa? —siseó, su voz llena de indignación. Su pecho subía y bajaba rápidamente mientras sus dedos se curvaban con fuerza. —La forma en que acabas de rechazar a tu hija es inaceptable. Trabajó en esos dibujos toda la semana y no podía esperar para enseñártelos. —Eligió un mal momento. —¿Y cuándo se suponía que se aproximara? Últimamente, el momento parece siempre ser malo para ti. Nunca estás en casa, y si lo estás, te encierras en esta oficina como un cavernícola. No te relacionas con tus hijas a menos que estén durmiendo, de lo cual ni siquiera entiendo el punto. Durante el día ni siquiera las miras, Greyson. Ni siquiera ves a tus hijas.

Cerró los ojos por un segundo, casi como si supiera la verdad detrás de mis palabras pero luchara contra ellas, no queriendo enfrentar la realidad. —Conoce las reglas sobre no irrumpir en mi oficina. —¡Tiene cinco años, Greyson! ¡Que se jodan tus reglas! Me dio la espalda de nuevo. Este era su movimiento favorito, darle la espalda a las cosas. —Si pudieras volver a tu trabajo, me gustaría volver al mío. —Trabajó tan duro en los dibujos, y solo los hiciste a un lado. Le debes una disculpa. —Tienes que irte. —Frunció el ceño, dando unos cuantos pasos hacia mí. —No —lo reté, parándome más alta y caminando hacia él. Pecho hacia afuera. Cabeza en alto. Esperaba que no notara el ligero temblor en mi cuerpo. No era un secreto que me ponía nerviosa. Era tan frio y duro que nunca sabía lo cerca que estaba de estallar, y eso era aterrador. Aun así, no retrocedería, porque Lorelai me necesitaba. Necesitaba que alguien la defendiera, dado que no podía hacerlo sola. Así que, planté mis pies en el suelo y me puse firme—. Tu hija está llorando en la otra habitación porque ni siquiera te tomaste el tiempo de ver su obra de arte. —¿Eso es todo, Eleanor? Porque si terminaste, tengo que volver a trabajar. —No todo en esta vida es sobre el trabajo —regañé. —Tal vez no para ti, pero sí para mí. —No querías ser él —dije, negando con incredulidad—. Toda tu vida, no querías ser como tu padre. —Mi padre era un hombre que trabajaba duro. Yo era un niño que no sabía los sacrificios que hizo para dirigir su compañía en orden de proveer para su familia. —Es mentira. —Eleanor, detente —dijo, casi como si me estuviera rogando que me retrocediera porque estaba entrando en territorio sensible, pero no podía hacerlo. Iba a presionarlo. Iba a seguir presionando hasta que se despertara de este profundo sopor en el que estaba. Iba a seguir empujándolo con mis palabras hasta que la realidad lo golpeara. —Tu padre te abandonó —dije—. Se alejó, al igual que tu madre, y te dejaron solo. —Eleanor. —Su voz era baja y sus ojos intensos. Estaba haciéndolo. Estaba metiéndome bajo su piel y no iba a detenerme. —Me dijiste repetidamente lo solo que te sentías después de que tu abuelo muriera. Me dijiste una y otra vez que odiabas estar en tu casa, porque no había nadie allí para ti. Greyson, este no eres tú. Esta no es

la persona en la que querías convertirte. No es quien se suponía que fueras. —No me conoces —espetó, su rostro poniéndose más y más rojo con cada segundo que pasaba—. No sabes en quien me he convertido. —Sí, pero sé quién eras —prometí—. Y aún puedo ver a ese chico en tus ojos a veces, luchando como el infierno por volver a la vida. —No sabes nada —discutió. —Sé que extrañas a tu esposa. Su mandíbula se aflojó, y entrecerró los ojos. Eso lo golpeó duro. Esos fríos ojos grises… —Deberías dejar de hablar. —Sí, tienes razón, debería, pero no lo hare porque lo entiendo. Sé que la extrañas Greyson, y sé que cuando miras a tus hijas, ves tantas partes de ella en sus ojos que tiene que ser difícil. Estoy segura de que algunas veces sientes como si la pena te tragara por completo, pero no puedes dejar que te consuma. Tienes dos hermosas hijas que buscan tu guía y amor, y lo último que necesitan es esto, esta monstruosa versión tuya que aleatoriamente aparece y estremece su mundo. Incluso aunque mi voz temblaba, me paré ante Greyson. Sabía que este no era él, este fantasma de hombre. Claro, nos habíamos perdido algunos años, pero profundo en el interior de su oscuridad estaba el chico que una vez amé tanto, el chico amable, el chico que me había salvado. Tenía que creer que mi Grey aún vivía dentro de este hombre. De otra forma, el mundo estaba perdido. —Bueno, no eres una sabelotodo —remarcó sarcásticamente. —No, pero sé lo suficiente. Resopló ante mis palabras, obviamente irritado de que tuviera el valor de hablarle de esa forma. —Entonces, por favor, Eleanor, dime. Parece que has sido enviada a decirme todo sobre mis defectos. Estás aquí para lanzar tus verdades a mi rostro sobre mi familia y yo, ¡así que dime! ¡¿Dime que es lo que necesitan mis hijas?! —¡A su padre! —grité, mi voz rompiéndose mientras marchaba hacia él. No estaba retrocediendo aún, lo que de alguna forma me sorprendió. Tal vez porque se sentía personal. Tal vez porque sabía cómo se sentía ser esas niñas, porque todas las palabras que nunca le había gritado a mi padre ahora estaban saliendo de mi alma. Así que no podía retroceder, porque mi corazón estaba latiendo demasiado fuerte en mi pecho. No podía retroceder porque mi alma sabia cuán importante era ayudar a Greyson a encontrar su camino a casa. Estábamos frente a frente, sus respiraciones pesadas con molestia, mi pecho expandiéndose con mi enojo hacia él por estar tan cerrado. Sus

calientes exhalaciones siseaban contra mi piel, y cada vez que parpadeaba, esperaba que su mirada volviera a la mía. Había una tensión muy intensa en el espacio. Cada inhalación se sentía más difícil que la anterior, y mi ritmo cardiaco nunca se tomó el tiempo de disminuir. Habría mantenido la intensidad si no fuera por una pequeña cosa. De vez en cuando, parpadeaba y lucía completamente destrozado. Como si cada pieza de su alma estuviera siendo incendiada. De todas las emociones que residían en Greyson, la que destacaba era el cansancio. Parecía al borde del agotamiento mientras me miraba. Por primera vez desde que entré a su oficina, estudié su rostro; las curvas, las arrugas, las líneas. Sus labios… la forma en que descendían con tristeza. Sus ojos… la forma en que contaban la historia de su pasado. Retrocedí. Fui la que se rompió, porque estaba claro que no había nada que quedara por destrozar en él. —Eres tú, Greyson… —Alejé la mirada y pasé mi pulgar por mi barbilla. Mis hombros se encorvaron en derrota mientras negaba suavemente—. Ellas solo te necesitan. La habitación se llenó de silencio mientras mantenía su mirada en mí. Di un paso atrás. —Lo siento —susurré—. Me pasé de la raya. —Sí, lo hiciste. —Solo quería decir… —Estás despedida —espetó. —Espera, ¿qué? —Es obvio que tienes un problema con la forma en que manejo mi casa, por lo tanto, no eres la persona correcta para nosotros. Mi pecho se apretó mientras el pánico comenzaba a llenar todo mi ser. —Pero, quiero decir, sé que me excedí… —Exactamente, y eso es todo. Strike tres. —Me dio la espalda y bajó la cabeza mientras me daba una última orden—. Cierra la puerta cuando salgas.

39 Eleanor

—¡F

eliz cumpleaños, cariño! —exclamó Claire esa tarde cuando Lorelai salió corriendo de su habitación hacia su abuela. Había venido a recoger a las chicas para el fin de semana. Lorelai saltó a los brazos de Claire para un fuerte abrazo mientras me quedaba ahí aturdida. —¿Es el cumpleaños de Lorelai? —pregunté cuando Claire soltó a su nieta, y le dije que fuera a recoger su bolsa para el fin de semana—. No tenía ni idea. Podríamos haber celebrado. —Sí, hoy cumple seis años. —Miró hacia la oficina de Greyson—. ¿Cómo le va hoy? Lo he estado llamando todo el día pero ha ignorado mis llamadas. Me paré en la sala de estar, todavía aturdida por mi interacción con Greyson. —En realidad me despidió. —¿Qué? —Sus ojos se abrieron con preocupación—. ¿Debido a qué? —Le expliqué lo que había sucedido, y respiró hondo—. Oh, ya veo. Pobre Lorelai. —Estaba desconsolada. —Todos en esta casa están desconsolados —afirmó—. Debería haber sabido que sería un momento difícil para todos. Realmente esperaba que acercara a Greyson a sus chicas, en lugar de alejarlo. —¿Qué quieres decir? —Hoy es el primer aniversario del accidente. —Bajó la cabeza y sollozó—. Lo sentí en las últimas semanas, Greyson alejándose un poco. Sé que ha sido frío desde que sucedió, pero sentí que se estaba volviendo más frío. Tragué saliva con dificultad, sintiéndome horrible, sabiendo que acababa de sermonearlo sin tener ni idea de sus dificultades personales. Por supuesto que estaba teniendo problemas, ¿cómo podría no hacerlo? —No tenía ni idea —confesé—. Lo siento mucho. No debería haberlo presionado. —No es tu culpa. No tenías ni idea.

Escuché sus palabras y, sin embargo, aún sentía una opresión en mi pecho. Solo sentí culpa. Cuando irrumpí en la oficina de Greyson, entré no solo como una niñera preocupada, sino como una hija que muchas veces había sido tragada por la ira hacia un padre que me había abandonado emocionalmente. Entré sin tener la cabeza despejada y dije cosas que no debería haber dicho. Había irrumpido en su espacio, y gritado no solo por Lorelai, sino por mí, por cada niño que se sentía invisible para sus padres. Mientras había estado gritando sobre la situación injusta en cuestión, no tenía ni idea de la tormenta que Greyson estaba luchando por su cuenta. Claire puso una mano sobre mi hombro y me dio un ligero apretón. —Te disculpas por presionarlo, pero siento que eso es lo que debe suceder. Greyson necesita una llamada de atención de alguien. Necesita ser presionado, así que gracias por eso. Gracias por obligarlo a salir de su entumecimiento. —No sé si lo ayudó en absoluto, y de todos modos no importa mucho ya que me despidió. Claire me sonrío y sacudió la cabeza un poco. —Dale el fin de semana. Solo necesita superar esto, eso es todo. Un día a la vez. Has sobrepasado a todas las otras niñeras por meses, y eso tiene que contar para algo. Así que, no vayas desempolvando tu currículo todavía. Deja que algo del humo se disipe.

Debería haberme dirigido a casa después de que Greyson me despidiera. Debería haber estado acurrucada en mi sofá con una novela y un té, pero no podía hacerlo porque se sentía mal. No podía decidirme a dejar a Greyson en lo que sería la noche más solitaria y difícil de su vida. Se había quedado al teléfono conmigo durante horas la noche que mi madre murió, sin alejarse. Le debía lo mismo que me había dado, compañía. Después de que pasara algo de tiempo, caminé hacia la puerta de Greyson y toqué, pero no contestó, incluso aunque podía verlo a través de la ventana. Estaba parado en la sala, mirando fijamente al fuego crepitante, sosteniendo algo en sus manos. Toqué una vez más, y no se movió ni siquiera un poco. Con una respiración profunda, saqué mis llaves y abrí su puerta principal. Ya estaba despedida… ¿Qué era lo peor que podía hacer

ahora? ¿Llamar a la policía por entrar con una llave que él me había dado? Me arriesgaría. —Greyson —dije suavemente, moviéndome en su dirección. No reaccionó a mi voz, ni siquiera un estremecimiento, como si no me hubiera oído. —Greyson, ¿estás bien? —Me acerqué más a él, mis nervios aumentando con cada paso. Se giró lentamente, y cuando vi sus ojos llenos de emoción, mi pecho se contrajo. Había estado llorando. Tenía que haberlo hecho. Los ojos de nadie podían haber estado tan rojos e hinchados si no hubiera algún tipo de emoción derramándose de ellos. En sus manos, estaban los dibujos de Lorelai. —Estoy bien… —contestó, girándose de nuevo hacia la chimenea. —Es… es solo que parece que… —comencé, pero me interrumpió. —Pensé que había dejado claro que tus servicios ya no eran necesarios aquí. —Sí, lo hiciste. Recibí ese mensaje fuerte y claro. —Entonces, ¿por qué estás todavía aquí? —Porque me necesitas. —No lo hago. Por favor, vete —susurró las dos últimas palabras, pero su voz tembló mientras dejaron su boca. El dolor superó su irritación hacia mí. —No puedo. Tenía que quedarme porque se lo debía. Le debía por quedarse a mi lado durante mis días malos hace tantos años. Se lo debía porque cuando había estado alejándome a la deriva, me había llevado de vuelta a la orilla. —No puedo dejarte así, Greyson, no hoy de todos los días. Suspiró. —Claire te lo dijo. —Sí. Lo siento mucho. No puedo imaginar lo que estás pasando, pero sé que no deberías tener que pasar por eso solo. Bajó la cabeza y sus hombros se desplomaron, pero aun así, no se dio la vuelta para mirarme. —Si quieres que me vaya, me iré. Me iré y no volveré. Por la mañana, estaré fuera de tu camino, y nunca tendrás que volver a saber de mí, pero si hay alguna parte de ti que quiere que me quede... si hay alguna parte de ti que no quiere estar solo esta noche, solo dime. Dímelo y me quedaré. Ni siquiera tenemos que hablar. Puedes darme la

espalda toda la noche, pero no te dejaré. No tienes que estar solo esta noche. —Es viernes por la noche… ¿no tienes algún lugar donde estar? — preguntó. —Sí. —Asentí—. Estoy justo aquí. Permaneció inmóvil por un tiempo más y tuve la seguridad de que eso era mi pista a seguir, pero mientras me giraba para irme, dio un paso hacia su bandeja de licor. Bajó los dibujos, luego extendió las manos, tomó dos vasos y los dejó. Levantó la botella de whisky y se giró en mi dirección. Su labio inferior tembló un poco y clavó esos ojos grises en los míos. Esos tristes, tristes ojos. Separó los labios y dijo: —¿Bebes whisky? No había esperado que me pidiera que me quedara, pero cuando tomó esa botella, el aliento que no había sabido que estaba conteniendo escapó por mis labios. Al parecer, incluso las almas más solitarias nunca querían estar solas en realidad. —Claro. Asintió una vez y vertió el licor marrón en los vasos. Luego los levantó y extendió uno en mi dirección. Nos acercamos al sofá y nos sentamos, él a la derecha, yo a la izquierda, y no dijimos una palabra. Se sentó a mi lado, nuestros vasos en nuestras manos y sin intercambiar palabras. Era tan tranquilo, que el silencio se expandió hacia y desde cada pared de la casa vacía. Todo lo que se escuchaba eran nuestros pequeños sorbos y nuestras respiraciones. Cuando inhalaba, yo exhalaba. Cuando exhalaba, yo inhalaba. Nos quedamos así por un tiempo, ambos emborrachándonos y sin hablar. Nos sirvió más tragos hasta que se acabó el whisky. No fue hasta que pasó un poco de tiempo y la embriaguez lo alcanzó que Greyson se aclaró la garganta. Mis ojos se movieron rápidamente hacia él y noté cómo había cambiado su postura erguida. No estaba tan tenso. Su cuerpo se relajó un poco, acomodándose mientras sus labios se separaban. —Te debo una disculpa —confesó, su voz muy baja—. Por la forma en que te traté hoy. —Está bien. —No. Fui un imbécil, y lo siento. —Me miró antes de volver a mirar su vaso ahora vacío—. No sé cómo existir a tu alrededor a veces. —¿Qué quieres decir?

—Representas un período de tiempo en mi vida en el que las cosas eran más fáciles, cuando las cosas eran mejores, y eso es difícil. Es difícil mirar hacia atrás a un momento tan bueno cuando las cosas están tan rotas ahora. —¿Puedo preguntarte por qué me contrataste entonces? Inclinó su cabeza hacia mí y me miró, y quiero decir que realmente me miró. Antes de ese punto, casi había sido como si siempre estuviera mirando más allá de mí, mirando a través de mí. Esta vez, sin embargo, sentí nuestra conexión. Lo sentí centrarse. —Porque creo que la pequeña parte de mí que no está destruida necesitaba algo bueno a lo que aferrarse. —¿Soy algo bueno? —Siempre has sido algo bueno, Eleanor, desde el primer día que te conocí. Mi corazón dio un vuelco, pero me esforcé por ignorarlo. —Lamento que te duela tanto —dije. —¿Cuánto tiempo va a doler? —preguntó, su voz muy baja. Le di la misma respuesta que me había dado hace tantos años. —Mientras sea necesario. —Lo siento —murmuró, apartándose de mí, aparentemente avergonzado—. Estoy borracho. —No tienes que disculparte por sentir, Greyson. Estaría tan perdida y confundida como tú, si no más. Asintió una vez y miró fijamente a la chimenea. El fuego crepitó varias veces contra los leños y las llamas bailaron alrededor como si fueran a arder para siempre. —¿Por qué regresaste? —preguntó. —¿Eh? —Después de que te despidiera… ¿por qué regresaste para ver cómo estoy? —Porque te lo debía. —¿Por qué? —Por salvarme cuando era más joven y estaba a punto de ahogarme. —Gracias, Ellie. Sonreí. —Por supuesto. Espera, deja que traiga un poco de agua para espabilarnos. —Empecé a levantarme del sofá con el vaso en mi mano, luego me detuve cuando habló. —Hoy es el cumpleaños de Lorelai —dijo. Se estaba abriendo cada vez más mientras el whisky lo invadía. Por favor, sigue abriéndote, Grey.

Sus dedos tocaron el borde de su vaso y sus cejas bajaron mientras lo estudiaba—. Cumple seis hoy. Me senté de nuevo y me volví hacia él. —Sí, Claire me dijo. No tenía ni idea. Podríamos haberlo celebrado. Podría haber hecho un pastel o algo. Sonrió y frotó su nuca. —No sabía cómo enfrentar el día de hoy. —No entien… —comencé, pero mis palabras se desvanecieron mientras las piezas caían en su lugar. Por supuesto, no celebraba el cumpleaños de Lorelai—. Porque el cumpleaños de Lorelai es el mismo día que Nicole murió. Asintió. —Hoy hace un año, todo cambió, y nunca me recuperé de eso. Es una mierda, ¿cierto? Esta persona en la que me he convertido, la persona que soy. Soy un monstruo. —Greyson… —No, Eleanor. No lo hagas. —¿Hacer qué? —Sentir lástima por mí. Sé que es fácil para ti sentir lástima por mí, pero no soy el héroe en esta historia. Soy el villano. Mordió su labio inferior y no me miró. —No eres un villano, Greyson. —Dile eso a la niña que no está celebrando su cumpleaños con su padre, ya sabes, la que tiene más conversaciones con un fantasma que conmigo, o a la que cuyo cuerpo está maltrecho y lleno de cicatrices debido a mis acciones. Fruncí el ceño, porque veía su lucha, pero también conocía el otro lado. Yo era sus dos hijas. Era Lorelai, la chica que no quería nada salvo la atención de su padre, y era Karla, la niña que se portaba mal solo para que él la notara. La única diferencia era que nunca había visto en mi padre la culpa que Greyson estaba mostrando. Nunca vi los momentos de silencio donde las verdades de mi padre fueron reveladas. —Lo siento —murmuró, pellizcando el puente de su nariz—. De nuevo… estoy borracho —dijo una vez más. —Está bien. —No lo está. No sé cómo recuperarlo —dijo, tomándome por sorpresa. —¿Recuperar qué? —A mi familia. —¿Extrañas a las niñas?

—Cada día. —¿Y quieres estar en sus vidas? Suspiró y su nariz se arrugó mientras bajaba su vaso y luego ponía sus manos en su nuca. —Cuando las miro, no solo veo a su madre. Veo lo que les quité. Le arrebaté el pegamento a esta familia y no sé cómo recuperarlo. Ha pasado tanto tiempo que ni siquiera sé si se me permite recuperarlas. —Sí se te permite. —Que tú lo digas no necesariamente significa que sea cierto. —No, tienes razón, pero es verdad. Te aceptarán, sin preguntas, sin dudas. —Incliné la cabeza—. Bueno, Karla puede que dude un poco, pero es solo porque es Karla, y creo que es testaruda. —No sé de dónde lo sacó. Sonreí y puse los ojos en blanco. —Sí, ninguna pista ahí. —Ni siquiera sé por dónde empezar, en realidad, cómo incluso acercarme e introducirme de nuevo a sus vidas. —Primero tú, luego ellas. Necesitas ayudarte primero, Greyson. Tienes que aclarar tu mente antes de que puedas ser lo que tus hijas necesitan que seas. Además, puedo ser tu camarada. —¿Mi camarada? —Sí, inventaré excusas y eventos a los que todos vayamos juntos. Haremos una actividad una vez a la semana. Eso te dará la oportunidad de realmente conectar con las niñas. —¿Harías eso por mí? —preguntó, pareciendo sorprendido por mi oferta. —Greyson… hiciste todo lo posible para estar conmigo una vez por semana cuando mi madre estaba enferma. Me ayudaste a respirar. Es justo que te devuelva el favor. Entonces, ¿qué dices? ¿Me dejarás ser tu camarada? Sonrió, y me encantó un poco. Lo que sea. —Sí, supongo que sí. Le tendí el meñique. —¿Promesa de meñique? Enlazó su meñique con el mío. Traté de ignorar las mariposas que comenzaron a revolverse en mi estómago, porque esas mariposas no tenían derecho a existir. Cuando llegó el momento de irme, me puse de pie y caminé hacia la puerta principal. El cielo nocturno era de un azul profundo y lleno de

estrellas. Greyson me acompañó al porche con las manos en los bolsillos. —Gracias por quedarte —dijo. —Por supuesto. Espero que estés bien. Asintió una vez. —Te veré el lunes. —¿Eso significa que todavía tengo un bromeando dado mi nuevo puesto de camarada.

trabajo?

—inquirí,

—Si todavía estás dispuesta a trabajar para mí, así es. Sonreí. —Te veré el lunes, Greyson. —Ellie... —Se pasó el dedo por la barbilla y se encogió de hombros un poco—. Puedes llamarme Grey.

40 Greyson

—O

h, Dios mío, ¡¿eso es un poni?! —gritó una voz sorprendentemente similar a la de Lorelai mientras me hallaba sentado en mi oficina la tarde del sábado, aunque estaba seguro de que no estaba entendiendo bien porque las chicas todavía estaban en la casa de sus abuelos hasta el domingo—. ¡OH, DIOS MÍO, ES UN PONI! Me puse derecho en mi silla. Esa definitivamente era la voz de Lorelai. Salí de mi oficina y fui directo hacia el ruido que parecía estar viniendo de mi patio trasero. Cuanto más me acercaba, más fuerte se volvía el ruido. Pero no era solo la voz de Lorelai la que escuchaba, eran las voces de todos. Y por todos, me refería a todos. El patio estaba completamente adornado. Globos de helio rosas y dorados estaban atados a los árboles. Dos parrillas estaban encendidas y vi a Landon y Jack allí volteando hamburguesas. Amigos que no había visto en meses estaban en el patio con sus hijos, jugando, riendo y divirtiéndose. —Qué rayos… —Abrí la puerta, y probablemente todos vieron la sorpresa en mi rostro cuando me notaron. —¡Papi! ¡Papi! ¡Mira! ¡Un poniiiii! —gritó Lorelai mientras lo montaba. De verdad había un poni en mi patio. Mi mente estaba dando vueltas cada vez más rápido. Cuando miré a la izquierda, vi a Eleanor, que estaba sonriendo de oreja a oreja. Se acercó a mí dando saltitos con un sombrero de cumpleaños en su mano y lo colocó en mi cabeza. —Gran fiesta, Grey —dijo—. Es la mejor fiesta infantil en la que jamás he estado. Mi corazón se detuvo en mi pecho mientras respiraba hondo. —¿Hiciste esto? ¿Por Lorelai? Negó. —No solo por ella. La hice por ti. Lo hicimos por ti —dijo, señalando a cada persona que alguna vez me había importado.

Todos estaban allí. A pesar de que los había ignorado por meses. A pesar de que sus llamadas habían ido al buzón de voz. A pesar de que los había alejado. Todavía habían aparecido por mí. No tenían ni idea de lo mucho que eso significaba. Eleanor no tenía ni idea de lo que había hecho. —Gracias —dije ahogadamente. —De nada —respondió—. ¡Ahora ve! ¡Ve a saludar a todos! Es una fiesta, después de todo, así que ve a pasarlo bien. —Sopló su flauta de cumpleaños en mi rostro y mantuvo esa gran sonrisa en su rostro. Empecé a alejarme, pero me detuve en seco. Me di la vuelta hacia ella y, sin pensarlo, envolví mis brazos a su alrededor. La abracé tan fuerte contra mí que estaba casi seguro de que la apretaría hasta la muerte, pero no podía soltarla. Por suerte, no me lo pidió. Cuando me retiré, me sentí un poco avergonzado. Emboscarla con un abrazo era completamente impropio de mi carácter, pero se había sentido correcto. Había necesitado el abrazo. Se había sentido como la única manera en la que verdaderamente podía mostrarle mi gratitud. Ni siquiera parecía sorprendida por mi acercamiento. Solo siguió esbozando esa amable sonrisa y asintió hacia mis amigos. —Ve a divertirte, Grey —me dijo. Diversión. No estaba seguro si todavía sabía lo que era eso, pero intentaría hacer todo lo posible como dijo. Caminé hacia Landon y le di una palmada en el hombro. Me miró y me dio una gran y cursi sonrisa. —¡Amigo! Gran fiesta. Tendrás que indicarme a todas las mujeres solteras —se burló. —¿Y qué estás haciendo aquí? —pregunté, un poco sorprendido de ver a mi mejor amigo en Illinois. Landon se encogió de hombros. —Solo estaba por el vecindario. —Me dejaste un mensaje de voz ayer desde Los Ángeles. No estabas por el vecindario, Landon. Estabas al otro lado del país. Sonrió genuinamente y me dio una palmada en el hombro. —Por ti, Greyson, siempre estoy en el vecindario. Eso significaba más de lo que se imaginaba. Me pellizqué el puente de la nariz. —Escucha, sé que no he sido yo mismo por un tiempo… —Si te disculpas una vez más, voy a patearte las bolas, Greyson — me advirtió Landon. Levanté mis manos como símbolo de rendición.

—Está bien, de acuerdo. —Así que, Eleanor realmente creció, ¿eh? Diablos, es jodidamente hermosa. Había sido hermosa desde el primer día. Aunque la mayoría de personas lo pasaron por alto. Landon se rascó la barba que se estaba dejando crecer para su próximo papel en una película de acción. —Así que… ¿está soltera? Puse los ojos en blanco. —No empieces, Landon. No vas a acostarte con mi niñera. Además, ya te acostaste con su prima, Shay, hace años. —Shay… Shay… —Se internó en lo profundo de su mente tratando de conectar los puntos de una mujer con la que había dormido llamada Shay. Cuando hizo clic, me dio una palmada—. Mierda, Shay Gable. ¡Mi primer amor! Me reí. —Si eso es lo que tú llamas amor, deberíamos estar preocupados. Vamos, déjame darte un trago. —No diré no a eso —agregó Landon—. Cualquier cosa menos EastHouse, esa mierda sabe a orina —se burló, haciéndome reír mientras le enseñaba el dedo medio. Podría haber sido la primera vez que me reía en meses. Todos interactuaban conmigo como si no me hubiera recluido casi todo el año pasado. Me dieron la bienvenida de nuevo con risas, sonrisas y abrazos. Recibí demasiados abrazos ese día. En un fin de semana que se suponía fuera difícil, todos hicieron que fuera mucho más fácil. Ver a Lorelai teniendo el mejor momento de su vida me calentó por dentro. Juro que estaba montando su poni por centésima vez, pero Karla optó por quedarse en su habitación todo el tiempo. Después de que la fiesta terminara, me dirigí a la habitación de Karla con una rebanada del pastel de unicornio. Mi estómago era un nudo mientras tocaba a su puerta. Levantó la mirada de su ordenador y se quitó los auriculares que estaba usando. —¿Qué? —murmuró, mirándome fijamente como si fuera la mayor molestia del mundo. —Yo, uh, te traje un pedazo de pastel —dije, entrando en su habitación. Me miró con los ojos entrecerrados. —¿Por qué?

—Solo pensé que querrías un poco. —Me senté a su lado, y su intensa mirada fija no disminuyó—. Habría sido lindo que estuvieras en la fiesta de hoy. Todos me preguntaron por ti. —Sí, bueno —murmuró, volviendo a la pantalla de su ordenador. —Karla, estaba pensando… —Mira, ¿podemos no hacer esto? —espetó, quitándose los auriculares—. No sé lo que te pasa o si finalmente sientes culpa por darte cuenta de lo mal padre que has sido este año, pero realmente no tengo tiempo para esto. Es decir, ayer fue el cumpleaños de Lorelai y nos mandaste lejos. Ayer fue el aniversario de la muerte de mamá y ni siquiera pasaste el tiempo con tus hijas. Así que, estoy segura de que todos están felices de verte y eso y actuando casi como un humano de nuevo, pero, por favor, discúlpame si no estoy interesada en lo que sea que esté pasando contigo en este momento. Me quedé boquiabierto, pero no salió ni una palabra. Era como si me hubiera dado un puñetazo en el estómago y me hubiera dejado sin aliento. Lo que era aún peor sobre lo que había dicho fue que era cierto. No había estado allí para ella o su hermana durante el último año. —Mamá nunca nos habría abandonado —susurró, su voz temblando, y por primera vez en mucho tiempo, mostró algo más que ira… mostró su dolor. —Karla… —empecé, extendiendo la mano hacia ella, pero alejó su brazo. —Solo vete, papá —siseó. Poniéndose sus auriculares de nuevo—. Y llévate ese estúpido pastel contigo. Respiré hondo y levanté el plato. Quería decir algo más. Quería expresarme de una forma en la que quizás le haría entender lo que había estado sufriendo, pero no sabía cómo. No sabía ni siquiera cómo empezar a reparar el daño que le había causado, el daño que le había causado a mi familia. Me alejé y cerré la puerta de su habitación. Mientras iba por el pasillo, escuché voces y vi dentro del baño a Lorelai lavando sus manos con la ayuda de Eleanor. Estaba cubierta de chocolate y glaseado, y las dos estaba riéndose como si fueran las mejores amigas. —Creo que ya limpiamos todo —comentó Eleanor, dándole un golpecito en la nariz a Lorelai. —Está bien. ¡Voy a buscar un pedazo de pastel! —Lorelai salió de la habitación a toda prisa. Se detuvo frente a mí cuando me vio allí, y sus ojos se iluminaron—. ¡Hola, papi! —Hola —dije, dándole una pequeña sonrisa. Corrió, envolvió sus brazos alrededor de mis piernas y me abrazó. —Gracias por la mejor fiesta de cumpleaños del mundo y los ponis y el pastel y las hamburguesas y… y… eres el mejor padre del mundo.

—Me abrazó más fuerte y cuando me soltó, tomó el plato que estaba en mi mano y gritó—: ¡Y gracias por el pastel! Eleanor estuvo a punto de detenerla de salir corriendo, pero negué. —Está bien. Lidiaremos con el bajón de azúcar cuando llegue. Asintió y se apoyó contra el marco de la puerta del baño, mirando hacia mí. —¿Estás bien? Pareces molesto. —Se enderezó un poco—. ¿Estás molesto por la fiesta? Solo pensé que… —No, en absoluto. Fue asombroso, Eleanor. No has sido nada menos que maravillosa para mi familia, para mí, y no hay palabras para expresar lo agradecido que estoy por eso. —Entonces, ¿qué pasa? ¿Qué está mal? —Yo, eh… Karla nunca va a perdonarme, y honestamente, no debería —confesé—. La abandoné y a su hermana cuando más me necesitaban, y no hay nada que pueda hacer para remediarlo. Me alejé y la dejé ahogándose. —Solo está herida, Greyson, con toda razón, pero te quiere. —Ni siquiera sé si me sigue queriendo. —Lo hace —discutió. —¿Cómo siquiera puedes estar segura de eso? —Tantos años de amor no desaparecen por un trágico año. Solo tienes que darle tiempo para recuperarse, y por ahora, solo tienes que hacer una cosa. —¿Qué? —Sigue apareciendo, no importa lo que suceda. Va a presionar, va a gritar, y va a hacer que quieras marcharte, pero no puedes alejarte de nuevo, Grey. Tienes que seguir apareciendo para ella, incluso en los días difíciles —dijo—. Especialmente en los días difíciles. Por lo cual nos conseguí entradas para el juego de béisbol dentro de dos semanas. Ya hablé con Allison y va despejar tu agenda para la tarde del juego. También invité a mi prima, Shay, espero que esté bien. Además, convencí a Karla diciéndole que era para celebrar el cumpleaños de Lorelai. Solo se necesitan unos pocos pasos para avanzar hacia el cambio. —Gracias, Eleanor —dije. —¿Por qué? Metí las manos en mis bolsillos. —Por ser mi razón para sonreír hoy.

41 Eleanor

D

espués de que terminara la fiesta, me quedé un poco más para ayudar a limpiar el desorden. Cuando todo estuvo guardado y el lavavajillas encendido, recogí mis cosas para ir a casa.

Mientras caminaba hacia la puerta principal, me detuve cuando Landon habló en mi dirección. —¿Oye, Eleanor? ¿Puedo hablar contigo muy rápido? —preguntó. Me volví hacia él y sonreí. Landon parecía tan adulto comparado con el niño que fue hace tantos años atrás. Shay hubiera odiado lo guapo que se había vuelto. —Sí, claro. ¿Qué sucede? Deslizó las manos en sus bolsillos. —Solo quería agradecerte por todo lo que has estado haciendo por estas chicas y por Greyson. No sé cómo lo estás haciendo, pero gracias. Hoy fue el primer día que sentí que mi mejor amigo estaba realmente aquí. Ha sido un fantasma durante el año pasado, y ha sido lo más difícil de ver. Entonces, sí, solo sigue así, ¿de acuerdo? Lo que sea que estés haciendo, solo sigue haciéndolo. Sonreí. —No sé si soy de mucha ayuda, pero no planeo ir a ningún lado. —Confía en mí, eres una gran ayuda. Además, te debo una disculpa por el cabrón que fui en el pasado, llamándote Cara de Metal y esas cosas. Eso fue jodido. Reí. —Quiero decir, sí, lo fue, pero supongo que ya que trajiste un poni hoy, podemos perdonar y olvidar. —Por supuesto, y quiero decir, parece que funcionó para ti, ya sabes, esos aparatos. —Hizo un gesto hacia mi boca—. Se ve bien. Así que sí. Bien por ti. Oh, Landon. Para ser una superestrella seguro que eres torpe. —Gracias. —Está bien, bueno, te dejaré ir. Asegúrate de decirle a tu prima Shay que dije hola.

Definitivamente le diría a Shay eso lo antes posible. —Lo haré. Buen viaje, Landon. En el momento en que se fue, saqué mi teléfono y le envié un mensaje a Shay. Yo: Landon preguntó por ti hoy. Shay: ¿Oh, sí? ¿Le dijiste que se quemara en el infierno? Espero que le hayas dicho que se vaya al infierno. Sonreí, sabiendo que se estaba metiendo bajo su piel un poco. Shay: ¿Cómo se veía? ¿Se veía más feo en persona que en las películas? Yo: Curiosamente, se ve aún mejor. Shay: Ugh. Por supuesto que lo hace. Lo que sea, he terminado de pensar en él. Shay: Pero para ser claros, ¿le dijiste que estaba bien y que nunca volví a pensar en él después de la secundaria? La próxima vez asegúrate de decirle eso. Shay: Dios. Lo odio. ¿Cómo se atreve a preguntar al azar por mí? Qué valor. Siguió divagando una y otra vez, y me sentí un poco complacida por eso. Era agradable tener algo de lo que burlarse ahora, considerando que siempre se burlaba de mí cuando se trataba de Greyson. Se sentía como si mi prima y yo finalmente estuviéramos empatadas. Cada vez que se burlara de mí, estaría lista para devolverle la burla.

—¿Por cuánto tiempo vas a acompañarme a clase? —gruñó Karla mientras nos dirigíamos a su primer período de clases el lunes después de la fiesta de Lorelai. Era nuestra nueva normalidad, y no hace falta decir que odiaba cada segundo. —Hasta que tu padre me diga que pare, supongo —respondí. Gimió. —Ha sido muy molesto últimamente. —Solo está haciendo su trabajo, Karla. Eso es todo. Ha pasado por muchas cosas. —Todos hemos pasado por muchas cosas. —Sí, lo sé. Resopló. —No tienes ni idea —gruñó.

Me pasé la mano por el cabello y le di una pequeña sonrisa. —Sabes, era un poco mayor que tú cuando perdí a mi madre. Así que, sé lo difícil que puede ser. —¿Sí? ¿También te dejó cicatrizada como un monstruo? — preguntó antes de mirarme y negar—. Oh, espera, no. Sigues siendo hermosa. —También eres hermosa, Karla, y confía en mí, no me veía así en la escuela secundaria. Mi apodo era Cara de Metal. —¡Oh, vaya, así que supongo que somos iguales! —exclamó, su sarcasmo fuerte y claro—. Mis cicatrices son como tener aparato. No puedo esperar para salir de esta etapa de mi vida. Oh, espera... —Puso los ojos en blanco. —Mira por dónde vas, monstruo —murmuró alguien cuando chocó con Karla, haciéndola tropezar hacia atrás. —¡Oye, cuidado! —espeté, aunque Karla parecía bastante impertérrita por todo. Ese tipo de cosas le pasaban muy a menudo, incluso conmigo justo a su lado. No podía imaginar las cosas que eran lo bastante valientes para decir cuando no había un adulto cerca. —Solo deja que suceda, Eleanor. Los muggles van a hacer lo que los muggles van a hacer —dijo con naturalidad, bajando la cabeza. Alcé una ceja. —¿Acabas de hacer una referencia de Harry Potter? —Sí, obvio. —¿Eres fan de Harry Potter? —Es solo el santo grial en el mundo de hoy, Eleanor —dijo, poniendo los ojos en blanco—. No esperaría que lo entendieras. —Eh, hola, Hufflepuff aquí, reportando para el servicio. Te diré que me encantaba Harry Potter incluso antes de que nacieras. Solía tener que esperar años para que saliera el próximo libro. ¡Años! —Felicitaciones, eres muy vieja. Y serías un Hufflepuff —dijo con un tono ligero en su voz. Antes de que pudiera responder, otra persona chocó con ella, y cuando miró hacia atrás, dijo: —Lo siento, Joroba. —Y luego se fue corriendo. —¿Qué te acaba de decir? —Nada —resopló, tirando de las mangas de su sudadera negra—. No es nada. —Parece que es algo. Suspiró y me miró, encogiéndose de hombros. —Algunas personas me llaman Joroba. Ya sabes, como El Jorobado de Notre Dame, por mi postura.

—Está bien, ahí es donde se traza la línea. Voy directamente a la oficina del director para informar de esto. —No malgastes aliento. ¿Qué van a hacer? ¿Echar a la mitad del alumnado porque se están burlando del espectáculo de monstruos? Mi corazón se rompió cuando dijo esas palabras, porque las pronunció como si fueran absolutamente ciertas. —Karla, no eres un espectáculo de monstruos. —No respondió—. ¿Escuchas estas cosas de estas personas todos los días? Asintió lentamente. Ni siquiera podía imaginarlo. —Vamos —dije, agarrando su brazo. Alzó una ceja. —¿Qué? —Nos vamos. —¿Qué? No puedo. Tengo ciencias. —Hoy no. Hoy vamos a saltarnos las clases. —Pero... mi padre... —Lo sé, pero me ocuparé de tu padre más tarde. Por ahora, vamos a salir de este edificio y tener un día de salud mental. —¿Qué es eso? —Un día en el que dices que se joda la escuela secundaria y que se jodan los muggles de mente cerrada. Luego te vas a casa y ves un maratón de Harry Potter y comes comida que es súper mala para ti hasta que quieres vomitar. Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Karla, y juro que era la primera vez que la veía sonreír. Se veía absolutamente impresionante cuando sonreía. —Más de eso, Karla —dije sin pensar. —¿Más de qué? Me reí por lo bajo. —Nada. No te preocupes. —Le quité el cabello del rostro y asentí una vez—. ¿Entonces? ¿Qué dices? —¿Es esta una especie de trampa? ¿Algún tipo de psicología inversa? —No. Solo un descanso de la realidad. ¿Qué dices? ¿Te apuntas? Asintió lentamente al principio, pero luego aceleró mientras la sonrisa permanecía pegada a su rostro. —Sí, me apunto. Nos dimos la vuelta y nos dirigimos directamente a la salida, sin mirar atrás. En el momento en que llegamos al auto, fue como si

pudiera ver el comportamiento de Karla cambiar completamente mientras su cuerpo se relajaba. La escuela era estresante para el adolescente promedio, pero ni siquiera podía comenzar a imaginar lo difícil que sería para alguien como Karla. No solo estaba lidiando con el acoso de sus compañeros, sino que también estaba lidiando con la pérdida de su madre. Sabía que la vida no era justa, pero extra cruel para Karla. Nos detuvimos en la tienda para recoger algunas golosinas para nuestro maratón de películas, y luego nos dirigimos a casa para comenzar. Colocamos algunas mantas y almohadas en la sala de estar y lo convertimos en el espacio más cómodo conocido por la humanidad. Luego nos quitamos nuestros zapatos y comenzamos la primera película de Harry Potter. Por primera vez en mucho tiempo, vi a Karla iluminarse. Sabía que Greyson probablemente se enojaría conmigo por sacarla de la escuela, pero después de todo lo que tenía que enfrentar, merecía un descanso. Mientras veíamos las películas, fui testigo de la aparición de una versión de Karla que no sabía que existía. Estaba sentada con los ojos muy abiertos y su atención en la pantalla. Recordaba ese asombro de cuando vi las películas por primera vez, esa emoción, la felicidad. Sus labios se movieron con el diálogo, dejando muy claro que había visto las películas docenas de veces. Prácticamente lo tenía todo memorizado. Las únicas veces que detuvimos las películas fueron para ir al baño. Resultó que también necesitaba un día de salud mental. Un día de magia y aventuras, un día de estar muy lejos de los muggles. Alrededor de las tres, era hora de ir a buscar a Lorelai a la escuela, lo cual fue triste, porque Karla y yo estábamos absortas en las películas. Karla comenzó a ponerse de pie y negué. —No tienes que venir. Será un viaje rápido. Levantó una ceja. —A papá no le gusta que me quede sola en casa. No confía en mí. —¿Crees que estarás bien? —pregunté. —Por supuesto, no soy una idiota. —Bueno, de acuerdo entonces. Si algo sale drásticamente mal, llámame. Déjame poner mi nombre en tu teléfono. Me entregó su teléfono. —Vaya. Realmente debes querer que te despidan hoy. Sonreí y le devolví su teléfono.

—Vuelvo en un rato. Me dirigí a la escuela de Lorelai, y cuando llegué a la línea de recogida, vi a la niña normalmente enérgica caminando con la cabeza gacha. Rápidamente puse el auto en punto muerto y me dirigí a Lorelai. —Hola, amiga, preocupación.

¿qué

está

pasando?

—pregunté,

llena

de

—Nada. Simplemente la estúpida Caroline —murmuró, mirando a una chica a su izquierda que estaba hablando con otros niños de su edad. —¿Qué pasó con Caroline? Lorelai sorbió mientras arrastraba su mochila contra la acera. —Acaba de invitar a todos a su increíble fiesta de cumpleaños, excepto a mí. —¿Qué? Eso es malentendido, cariño.

imposible.

Estoy

segura

de

que

fue

un

Negó. —No. Dijo que no fui invitada porque soy un bicho raro que habla conmigo misma. Bueno, eso me molestó. Me puse derecha y miré a Caroline. Entonces, vi a su madre llamarla en la línea de recogida. —Espera aquí, Lorelai. Me encargaré de esto. Corrí hacia el auto estacionado y llamé a la mujer. —¡Disculpe! ¡Disculpe! La mujer se irguió un poco, sorprendida por mi acercamiento. Sostuvo su bolso contra su costado y me dio una sonrisa tensa. —¿Puedo ayudarle? —Hola, sí. Soy Eleanor, la niñera de Lorelai —dije, señalando a Lorelai, que todavía tenía la cabeza gacha por la decepción. La mujer miró e hizo una mueca. —Oh, sí, la nueva niñera. Lo juro, esa familia acaba con ellas más rápido que nadie. Uno pensaría que resolverían una manera de mantenerlas por períodos más largos de tiempo. Ignoré su comentario. —Sí, bueno, solo quería hablar con usted sobre un malentendido. Parece que todos en la clase de Lorelai fueron invitados a la fiesta de cumpleaños de su hija, excepto ella, y estoy segura de que fue solo un error. —Oh, no, no fue un error, en absoluto —dijo, apretando los labios como una jodida puritana—. No está invitada.

—¿Qué? Eso ni siquiera tiene sentido. Estuvo en su fiesta de cumpleaños con Caroline. Lorelai es una gran chica. —Sí, estoy segura de que es buena, pero no creo que sea una buena idea tener una chica como ella en la fiesta de mi hija. —¡¿UNA CHICA COMO ELLA?! —grité. Sí, le grité a esa mujer, y ni siquiera me importó. Sus palabras me aguijonearon de una manera que no sabía que las palabras podían hacer—. ¿Qué rayos se supone que significa eso? —No es nada por lo que ofenderse —afirmó, un poco aturdida por mi reacción. —Eh, no, eso definitivamente es algo por lo que ofenderse —dije—. ¿Qué quieres decir con “una chica como ella”? —Bueno, dulzura —lo dijo de una manera tan condescendiente que me erizó la piel—, has estado cerca de la chica el tiempo suficiente para saber que es rara. Caroline me ha contado historias de cómo habla consigo misma en el recreo, y luego lo presencié en su fiesta. —No está hablando sola —discutí—. Habla con su madre. La mujer levantó una ceja. —¿Su madre? —Sí. —¿Su madre muerta? —Exactamente. Se pellizcó el puente de la nariz. —Oh, Dios, incluso su niñera está loca. Mira, lo siento, de verdad. Entiendo que la niña ha pasado por un trauma, pero ese no es mi problema. Me reservo el derecho de elegir el tipo de personas que rodean a mi Caroline. —Sí, bueno, tu Caroline fue muy grosera con Lorelai hoy, llamándola loca. —Bueno, ya sabes lo que dicen: los niños son niños. —Se puso las gafas de sol y se encogió de hombros, enfureciéndome sin medida—. Ahora, si me disculpas. —Me rechazó como si no fuera nada. Entonces sucedió. Mis ojos se cruzaron. Mi visión se volvió borrosa. Y. Estallé. —No, no es los niños son niños. ¡Es una acción completamente inapropiada, una que debería tener consecuencias reales! Tu hija acosó a la mía. La acosó, y estás actuando como si estuviera completamente bien, pero no me sorprende teniendo una madre como tú. Ese tipo de comportamiento no solo aparece en la cabeza de un niño, se enseña, ¡y deberías avergonzarte de ti misma! ¡Eres un ser humano repugnante que está criando una pequeña perra!

Cerré la boca, pero las palabras seguían bailando en mi cabeza. Accidentalmente acababa de llamar perra a una niña. Miré a mi alrededor y todos estaban callados. Todos me miraban con la boca abierta y los ojos ensanchados. Luego miré a la madre de Caroline, que lucía como si acabara de echarle una mierda en sus zapatos de tacón. —¡Tu empleador se enterará de esto! —me regañó—. ¡Puedes contar con ello! Luego colocó a su hija en su auto y se alejó. Me acerqué a Lorelai, que estaba sonriendo un poco. Me miró, soltando risitas, y sonrió ampliamente. —Estás un poco loca, Eleanor —dijo. No estaba equivocada. La metí en el auto y le puse el cinturón, luego le aparté el cabello del rostro. —Oye, solo quiero que sepas que eres especial, ¿de acuerdo? Eres especial e inteligente, y hermosa por dentro y por fuera. Si alguien te dice algo más que eso, es un mentiroso. ¿Me entiendes? Lo que Caroline te dijo no fueron más que mentiras. Eres. Increíble. Asintió lentamente. —¿Puedes decir eso? ¿Puedes decir que eres increíble? —Soy increíble. —Sonrió, y juro que en su sonrisa, vi al Greyson joven. —Sí. —Asentí, tocando su nariz—. Lo eres. Salté al asiento del conductor y arranqué para regresar a la casa de los East. —Oye, Eleanor. —¿Sí? —¿Qué es una pequeña perra? —Es una persona que no es muy amable —dije con naturalidad. La miré por el espejo retrovisor y negué—. Pero no le digas eso a tu padre. Estoy bastante segura de que me despediría por eso. ¿De acuerdo? —De acuerdo. —Volvió a mirar por la ventana, y pasaron unos segundos antes de escucharla susurrar—: Lo sé, mamá. También me gusta Eleanor. Juro que mi corazón se saltó cinco latidos ante esas palabras. Regresamos a casa, y en la pila de mantas en el suelo de la sala estaba Karla viendo la cuarta película de Harry Potter. Me miró con una Oreo en la boca y abrió mucho los ojos. —Lo siento, no pude esperar para comenzar la película.

La boca de Lorelai se abrió. —¡Estás comiendo dulces y no estamos en la casa de la abuela! — exclamó, señalando con el dedo a su hermana. —Sí, lo sé. Necesitaba un día de salud mental —replicó, metiéndose otra galleta en la boca. —¿Qué es un día de salud mental? —inquirió Lorelai. —Es cuando comes comida basura y ves películas todo el día — respondió Karla. Lorelai corrió hacia su hermana y se acostó, agarrando un puñado de galletas para ella. —¡También necesito un día de salud mental! Sonreí al ver a las chicas acurrucadas juntas, comiendo galletas, y en realidad parecían estar disfrutando la compañía de la otra. —Tal vez una película diferente para Lorelai ahora, Karla —dije. Gimió. —Pero solo ve Frozen todo el tiempo. —¡Let it goooo! —canturreó Lorelai. —Por favor. Cualquier cosa menos eso —rogó Karla. Alcé una ceja, pensando profundamente en lo que podíamos ver, y luego separé mis labios. —¿Alguna vez han oído hablar de un programa llamado Mister Rogers’ Neighborhood10? —pregunté. —Nop, y suena tonto —mencionó Karla. No lo tomé como algo personal. Los adolescentes eran bastante cerrados sobre las mejores partes del mundo. Encontré el programa en una red de transmisión en línea y reproduje un episodio. Karla suspiró de inmediato. —Sí, tenía razón. Es estúpido —comentó. Lorelai hizo eco de su hermana. —Síp, estúpido —exclamó. Pero de todos modos, se sentaron allí y vieron un episodio. Luego otro. Y otro. Para el cuarto episodio, las chicas se habían quedado dormidas en el suelo, acurrucadas y completamente noqueadas por su fiesta de dulces. Tomé mi teléfono rápidamente e hice algunas fotos, porque era uno de esos momentos que no debería ser olvidado. Era uno importante. Mister Rogers’ Neighborhood: serie infantil estadounidense que empezó a emitirse en la década de los sesenta y cuyo primer presentador fue Fred Rogers.

10

Alrededor de las siete, la puerta principal se abrió y me sorprendió ver a Greyson entrar con su maletín. Me miró, y luego a las chicas que aún descansaban en una pila en el suelo. Levantó una ceja, luego sus ojos volvieron a mí. —Eleanor. —Oh, hola, Greyson. ¿Qué tal? Sus ojos volvieron a las chicas y luego a mí. —Eleanor. Tragué fuerte. —¿Sí? —¿Podemos hablar en mi oficina? Se marchó con el asa del maletín todavía en la mano, y lo seguí, con cada nervio en mi estómago retorciéndose. No habló de inmediato, pero hizo un gesto hacia una silla y me senté rápidamente. Seguí retorciendo mis dedos, sin saber qué hacer con mis manos. Sabía que había estado fuera de lugar ese día. Sabía que había cometido muchos errores, pero sinceramente, no me arrepentía. Por primera vez en mucho tiempo, había visto sonreír a Karla. Eso hacía que valiera la pena para mí. Dejó su maletín, se quitó el abrigo y luego se sentó ante su escritorio. Aún sin palabras. Juntó sus manos y respiró hondo. —Recibí una llamada de la señora Robertson hoy. —¿La señora Robertson? —La madre de Caroline Robertson. Oh. Esa mujer. —Escucha, puedo explicártelo. Sé que estallé, y lo siento, pero por otro lado, en realidad no lo siento. ¿Sabes por qué? Porque ella y su hija fueron extremadamente irrespetuosas con Lorelai y yo mantengo todo lo que dije. —Hice una pausa—. Bueno, tal vez llamar a su hija perra estuvo fuera de lugar, pero sí mantengo el hecho de que la madre era una perra. Y lo siento, pero... —Eleanor —dijo Greyson severamente. —¿Sí? —Estás divagando. —Sí. Lo siento. Solo estoy... quiero que sepas que, aunque sé que estoy en muchos problemas, me reafirmo. Mantengo mis palabras, y sé que fue incorrecto e infantil hacer una escena en público, y sé que no te hace ver bien, pero no pude contenerlo. Sé que probablemente también

te estés preguntando por qué hay un gran lío en tu sala de estar, y simplemente te lo voy a decir ahora porque lo que sea, ya estoy en problemas, pero Karla también tuvo un día muy duro, y la saqué de la escuela e hicimos un maratón de películas de Harry Potter y comer dulces, y bien, lo siento. Bajó las cejas, mirando, sin mostrar realmente ningún tipo de emoción. Ni ira, ni decepción, nada en realidad. Desearía que lo detuviera. Desearía que al menos me diera algo con lo que trabajar, solo algunas pistas del contexto. —Gracias —dijo finalmente. —Disculpa, ¿qué? —He dicho gracias. Gracias por estar ahí para mis niñas. Alcé una ceja, desconcertada. —No estás... ¿no estás enojado? —No. Te llamé aquí para darte las gracias por defenderlas. Sé que no siempre puedo estar cerca, y sé que he estado distante en los últimos meses. No estoy... —Respiró y se miró las manos—. No soy yo mismo. Estoy tratando de ser yo mismo para volver a la normalidad, pero todavía no estoy ahí. Así que, gracias por estar ahí. Te necesitaban hoy. Te necesitaba hoy. Fue todo lo contrario de lo que pensé que me iba a decir. Honestamente, ni siquiera estaba segura de cómo reaccionar. Me recosté en mi silla, muy desconcertada. —Oh, bueno... está bien. De nada. —Solo mantenme al tanto un poco la próxima vez. Si vas a sacar a Karla de la escuela o insultar a una mujer frente a toda la escuela primaria, solo avísame. —Sí, por supuesto. No será algo normal, y lo siento mucho por todo, especialmente por estallar en la escuela de Lorelai. —No lo hagas. La señora Robertson es una perra. Sonreí. Devolvió la sonrisa. Greyson me sonrió. Era el tipo de sonrisa que recordaba, el tipo de sonrisa que me había hecho mirarlo una y otra vez con asombro cuando éramos más jóvenes, el tipo que no sabía que había extrañado hasta que la vi en sus labios. Mis labios se separaron y hablé suavemente: —Más de eso, Grey. Más de eso.

42 Greyson

D

espués de que Eleanor se fuera esa noche, continué trabajando en mi oficina por un tiempo, y cuando llegó la llamada de Landon, en realidad contesté. —Hola, Landon. ¿Qué pasa?

—Por el amor de Dios, ¿así es como suenas hoy en día? Juro que tu voz se volvió más grave —bromeó. —Acabo de verte en la fiesta de Lorelai. —Aun así, es raro que atiendas mis llamadas. Por alguna razón, no esperaba que respondieras. —Sí, perdón por las llamadas perdidas, ya sabes, las quinientas. —Meh, pensé que responderías cuando estuvieras listo. —Sí. ¿Cómo te va estando de vuelta en California? Me puso al día sobre cómo iba la filmación de su próxima película, lo locos que estaban los paparazzi, que se había acostado con la mitad de Hollywood. Ya sabes, lo básico. Era una locura lo diferentes que nos habíamos vuelto, pero aun así, en muchos aspectos, éramos iguales, como Landon no pudiendo evitar acostarse con cualquier mujer que mirara en su dirección. —Pero, ¿podemos hablar de Eleanor un momento? Fue increíble lo que hizo para el cumpleaños de Lorelai —mencionó Landon. —Sí, ha sido increíble. Mejor de lo que merezco, en realidad. Realmente ha ayudado a las chicas más de lo que podría decir. —Sí. Así que, ¿has visto a Shay desde que Eleanor...? —empezó Landon, pero antes de que pudiera terminar, llamaron a mi puerta. Luego se abrió, y Karla se paró allí. Estaba un poco aturdido. Karla nunca venía a mi oficina. —Hola, papá —dijo, carraspeando. No podía recordar la última vez que había dicho papá sin ira en su voz. Esto era más que extraño. Definitivamente iba a proceder con cautela—. ¿Puedo hablar contigo rápidamente? —Sí, por supuesto. —Volví a la llamada telefónica—. Landon, te llamaré luego.

—¡Está bien! Y ahora que sé que tu teléfono funciona, no ignores más mis llamadas. De lo contrario, empezaré a llamar más. Saluda a las chicas de mi parte. ¡Adiós! Colgué y volví a mirar a Karla. Parecía nerviosa por alguna razón, lo que a su vez, me puso nervioso. —¿Qué pasa? —Escucha, sé que Eleanor metió la pata hoy, y estoy bastante segura de que vas a despedirla o lo que sea porque has despedido niñeras por mucho menos de lo que ella hizo hoy, pero... bueno, pensé que deberías saber que solo estaba cuidando de Lorelai y de mí. Es un poco rara y todo eso, y demasiado entrometida e interesada en mi vida, pero en su mayor parte, creo que es bastante buena en su trabajo. También es muy buena con Lorelai. Así que, si pudieras no despedirla, sería genial. Pasé la palma de mi mano por mi nuca. —Te gusta. Lo hacía, podía decirlo. Karla no defendía cosas o personas que no le gustaban. Se encogió de hombros. —Está bien, supongo. —La mantendré si me dices a dónde fuiste durante los días de escuela a principios de año. Toda su energía cambió y su rostro cayó. Vi un destello de preocupación y luego se recompuso y suspiró. —Solo olvídalo, ¿de acuerdo? Tenía que intentarlo. Mi mente no había dejado de pensar en las posibilidades y el peligro en el que Karla podría haber estado involucrada. Cada día me preguntaba a dónde había ido. Cada día me preguntaba sobre las batallas que enfrentaba consigo misma. Se dio la vuelta para alejarse, y la llamé. —¿Sí? —resopló. —Creo que tienes razón… creo que Eleanor es buena para nuestra familia. Así que voy a mantenerla como niñera. Un peso se levantó de sus hombros mientras soltaba un suspiro. —Oh, está bien, genial. Porque como dije, ella está bien. —Karla se encogió de hombros—. Ya sabes, para un Hufflepuff.

Hice mis paradas nocturnas en las habitaciones de las niñas, y cuando pasé por la de Karla, la luz de su habitación seguía encendida,

pero estaba en la cama, leyendo un libro de Harry Potter. No podía pensar en la última vez que la vi leer. Solía hacerlo todo el tiempo. Había sido casi imposible encontrarla sin un libro en sus manos, pero después de la muerte de su madre, Karla había dejado a un lado todas las cosas que amaba. Fue entonces cuando supe que estaba sucediendo. Eleanor estaba haciendo esa cosa que tan bien hacía, deslizándose lentamente en una vida y haciéndola mejor sin que la persona se diera cuenta de que estaba ocurriendo.

43 Eleanor

G

reyson hizo todo lo posible por aparecer para sus hijas. Por la mayor parte, fue fácil con Lorelai. Le dio la bienvenida con los brazos bien abiertos. Dejó de trabajar hasta tarde cada noche y hacía tiempo para atender a sus prácticas de karate de vez en cuando. Juro que cada vez que entraba en la clase, los ojos de Lorelai se iluminaban como si su mayor sueño se hubiese hecho realidad. Lo hacía mejor también y siempre miraba hacia Greyson para asegurarse de que estaba observando. Luego, cuando llegaba la cena, se sentaba con nosotras y hablaba. Lorelai, por supuesto, dirigía la mayoría de las conversaciones, pero Greyson estaba ahí. Estaba comprometiéndose. Estaba convirtiéndose en una parte de su familia de nuevo. Sin embargo, Karla no lo llevaba bien en absoluto. Cuando la invitaba a cenar, ya ni siquiera respondía. Simplemente se alejaba y nunca miraba atrás. Llegó un punto en el que fue demasiado para mí y finalmente la seguí a su dormitorio una noche. Estaba sentada en su cama, comiendo su cena con los auriculares puestos. —Tienes que dejar de hacer esto, Karla —le dije. —¿Hacer qué? —Esto. Dejar fuera a todo el mundo. Tu padre lo está intentando. —No me importa que lo esté intentando. Tuvo un millón de días para intentarlo. Esperé que lo intentara por mucho tiempo, pero ya no importa. Simplemente no me importa. Me acerqué a ella e inhalé profundamente. —Ven a cenar esta noche, Karla. —¿Estás sorda? Ya he dicho que no. Estoy bastante segura de que lo dejé muy claro cada noche durante los pasados cuatro meses. —Sí, lo sé, pero te estoy pidiendo ahora que cambies de idea. —No voy a cambiar de idea por él —regañó, poniendo los ojos en blanco. —No estoy hablando de tu padre. Estoy hablando de Lorelai. Alzó una ceja. —¿Qué?

—Lorelai te extraña mucho, Karla. —Vivimos en la misma casa, la veo lo suficiente. —Te necesita —dije. —Se encuentra bien —replicó. —De acuerdo, lo entiendo. Estás enojada con tu padre y lo entiendo. Te sientes como si te hubiera abandonado, y tienes totalmente permitido tomarte todo el tiempo que necesites para resolver esos sentimientos. Pero tienes que comprender que si hay una persona que entiende lo que estás pasando, es Lorelai. Perdió a su madre, al igual que tú. Por favor, no hagas que pierda a su hermana también. Necesita a su hermana, Karla. Te necesita. La mirada de Karla se movió y la bajó a sus zapatos mientras retorcía sus manos. Entonces, se puso de pie, recogió su plato y gruñó: —Lo que sea. Siempre y cuando logre que dejes de mencionar esto. Sonreí, complacida, y volví al comedor con ella. Puso su plato sobre la mesa, retiró su silla y se sentó. Greyson parecía más allá de perplejo y los ojos de Lorelai se iluminaron cuando vio a su hermana. —¿Vas a comer con nosotros, Karla? —inquirió Lorelai, claramente sorprendida. —Eso parece —murmuró con su teléfono en una mano y su tenedor en la otra. —Eso es bueno. Extrañaba comer contigo —dijo Lorelai, sorbiendo sus espaguetis—. Mamá te extrañó también —añadió, asintiendo hacia el plato sin tocar de pasta dejado para Nicole. Karla puso los ojos en blanco. —Mamá no está aquí, Lorelai —replicó—. Los ángeles no existen. —Karla —espeté, pero Lorelai se encogió de hombros y se inclinó hacia mí. Susurró: —Está bien, Ellie. Mamá sabe que Karla no habla en serio. Karla puso los ojos en blanco de nuevo, luego miró a Greyson. —Solo para ser clara, no estoy aquí por ti —declaró con seriedad—. Esto no tiene nada que ver contigo. —Debidamente notado —replicó él, alzando sus manos en rendición. Greyson miró en mi dirección y vocalizó, Gracias. Asentí una vez y volví a comer. Mientras comíamos, una gran parte de mí quiso decirle a Karla que apagara su teléfono, pero al menos estaba sentada a la mesa. Al menos había aparecido, aunque estaba segura de que fue difícil para ella.

Estaba casi segura de que era difícil para cada persona aparecer en esa mesa cada noche. Poco a poco, Eleanor. Poco a poco.

—No puedo creer que después de todo este tiempo, al fin consigo verlo —comentó Shay mientras conducíamos a casa de Greyson para el partido de béisbol—. Quiero decir, sé que me has contado sobre él, y he estado sintonizando lo mejor que puedo tu reality show, pero en realidad, ver a Greyson después de todo este tiempo va a ser surrealista. Es como si fuera una extra en tu programa —exclamó. Me reí. —Eres tan ridícula. —¿Se ve igual? —cuestionó. —Eh, sí, pero en una manera adulta. Ya lo verás. —Entonces, esta va a ser tu nueva casa cuando te cases con Greyson, ¿eh? —dijo Shay cuando entramos en la propiedad—. No está mal. —Por el amor de Dios, espero que evites decir todas estas cosas delante de él. —Sin promesas. Me conoces, soy una charlatana. Estacionamos el auto y cuando empezamos a caminar hacia el porche delantero de Greyson, salió llevando una gorra de béisbol del revés y un jersey de los White Sox. —¡Hola, señoras! —Sonrió y bajó rápidamente las escaleras para saludarnos—. Shay, ha pasado mucho tiempo. Es genial verte. —La abrazó y Shay se quedó muy quieta. Cuando la soltó, ella le dio una sonrisa tensa y luego se volvió hacia mí y susurró-gritó: —¡¿Qué diablos, Ellie?! —¿Qué? ¿Qué pasa? Tiró de mí y le dio su espalda incluso más a Greyson. —Eh, ¿cómo en la mierda olvidaste informarme de que Greyson, oh, no lo sé, creció para convertirse en un dios griego? En serio, ¿esos bíceps son reales? Esos no pueden ser reales. La gente no se ve así. ¡La gente no se ve así! —Shhh, va a oírte. Deja de ser rara. Nos volvimos hacia Greyson y sonreímos.

—¿Están listos para irse? Pensé que podríamos todos caber en tu todoterreno —dije. —Sí, déjame ir por las niñas. Nos reuniremos aquí. Se volvió y empezó a alejarse con sus manos en sus bolsillos y Shay gimió. Gimió. —¿Lo ves, Ellie? —¿Ver qué? —Esas nalgas de acero. Nalga izquierda, nalga derecha, nalgas, nalgas, nalgas, oh, cuán llenas las nalgas de Greyson pueden ser —dijo, burlándose del culo de Greyson. —Oh, Dios mío, Shay, cállate, ¿quieres? Puse los ojos en blanco ante los comentarios de mi prima, pero diablos, había notado el culo de Greyson. Un hombre no podía llevar vaqueros perfectamente ajustados como esos y que no le miraran el culo, y Greyson no carecía en ese departamento. En absoluto. —Escucha, sé que hay reglas contra esto, pero si no te acuestas con él, yo lo haré —bromeó. La empujé ligeramente. —Eres ridícula, pero, oye, solo quería advertirte antes de que conozcas a Karla. Puede ser un poco difícil con la gente cuando los conoce por primera vez. —¡Oh, sí! La gruñona, ¿cierto? —Sí. Karla va a intentar asustarte con sus cicatrices. No reacciones, porque eso solo lo empeorará. Solo intenta ser genial sobre ello. Pretende que ni siquiera lo notas. Shay fue hacia el auto, agarró su bombín negro y lo colocó sobre su cabeza. —Estoy bastante segura de que estás pensándolo demasiado. No te preocupes, estaré bien. Sí, eso era lo que había pensado también. Greyson y las chicas salieron de la casa y Lorelai estaba saltando con entusiasmo sobre el juego de béisbol. No tenía ni idea si le gustaban los deportes, pero en el momento en que mencioné algodón de azúcar, estuvo completamente a bordo. Mi estómago se anudó cuando presencié la mirada de Karla moverse hacia Shay. Karla le clavó los ojos. Shay la miró en respuesta.

Juro que se sintieron como minutos antes de que Shay asintiera. —Me gusta tu estilo —dijo, hablando sobre el atuendo todo negro de Karla—. Una vibra muy europea. —Gracias. —Karla asintió—. Me gusta tu sombrero. —¿Lo quieres? —Claro. Shay se quitó el bombín, se acercó a Karla y lo colocó en su cabeza. Karla asintió una vez más. —Gracias. —Se volvió y caminó hacia el auto y montó detrás de Lorelai. Mi mandíbula estaba en el suelo. ¿Qué en el mundo acababa de suceder? Shay frunció el ceño. —Ese fue un muy decepcionante gruñido, Ellie. Entonces se alejó y también subió al auto. Me volví hacia Greyson, que estaba tan perplejo como yo. —¿Es tu prima una maga? —Esa es la única explicación lógica para lo que acaba de suceder. Nada más tendría sentido. Fuimos al juego y, durante todo el viaje, Shay y Karla hablaron como si fueran mejores amigas, conversando sobre música y maquillaje, y, oh, Dios mío, Karla estaba hablando más que Lorelai. ¿Acabábamos de entrar en la dimensión desconocida? El juego de béisbol resultó ser mucho más divertido de lo que incluso podría haber imaginado. Lorelai estaba en un subidón de azúcar, Greyson estaba centrado en el juego y, de vez en cuando, juro que parecía que Karla estaba coreando: “Vamos, White Sox”. —Oye, papá. ¿Puedes darme dinero para comprar un perrito caliente? —dijo Karla, levantándose de su asiento. Greyson se enderezó un poco, pareciendo sorprendido por la petición de Karla. —Sí, por supuesto, toma. —Gracias. ¿Quieres algo? —murmuró. Los ojos de Greyson se ampliaron. Negó. —Estoy bien, gracias. —De acuerdo. Karla fue por su aperitivo. —¿Viste eso? —inquirió Greyson—. Me pidió dinero y luego me preguntó si quería algo.

Sonreí. —Sí, lo vi. —Ese es uno de esos buenos pequeños pasos, ¿verdad? —Sí —dije en acuerdo—. Lo es. —Esa era la cosa sobre los pequeños pasos, tenían el poder de llevar a grandes cambios. Cuando llegamos a la séptima entrada, Lorelai estaba llegando a su punto álgido. Estaba cayendo de ese subidón de azúcar muy rápido. —Solo un poco más —dijo Greyson, sosteniendo su guante en su mano. Habíamos visto cuatro bolas volar en nuestra dirección todo el juego, y estaba más determinado que nunca a atrapar una. —Pero, papá. —Lorelai bostezó, subiendo al regazo de Shay. —En serio, cariño, casi estamos ahí. El siguiente bateador es el que ha estado golpeando todas esas bolas en nuestra dirección. Y tengo un buen presentimiento. Lorelai gimió, pero no hizo más alboroto. Entonces, como magia, el jugador de Greyson mandó una pelota en nuestra dirección. Greyson se levantó de su asiento y todo se sintió extrañamente como destino. Los ojos de Greyson estaban en la pelota y cuando empezó a bajar, Lorelai tiró de los vaqueros de su padre, forzándolo a romper su concentración por una fracción de segundo. Eso fue todo lo que tomó, sin embargo. En la cantidad de tiempo que le tomó a Greyson mirar a su hija, luego al cielo otra vez, su enfoque se perdió. La pelota estaba demasiado cerca y lo golpeó justo en el rostro. —¡Ugggh! —gimió, tropezando hacia atrás y dejando caer la pelota. Todo el mundo jadeó. —¿Estás preocupada.

bien,

papá?

—cuestionó

Karla,

pareciendo

muy

—Papi, perdiste la pelota —mencionó Lorelai. —¡Oh, miren! ¡Salimos en la pantalla grande! ¡Bailen, chicas! — instruyó Shay, y las tres empezaron a contonear sus cuerpos mientras yo ayudaba a Greyson a sentarse derecho. —Estoy seguro de que se ve mejor de lo que se siente —se quejó. —Lo cual es aterrador, porque se ve horrible. Deberíamos llevarte a casa. Todos nos dirigimos hacia el auto y el viaje fue muy silencioso. No podía dejar de mirar hacia el rostro enrojecido de Greyson. Parecía doler mucho. Durante el momento de más silencio en el auto, Karla empezó a reír para sí. —Oigan, chicos… ¿recuerdan cuando papá capturó la pelota con su rostro? Todos empezamos a soltar risitas, incluso Greyson.

—¿Quién necesita un guante cuando tienes una nariz? —bromeó él. Lo juro, fue la primera vez que había oído a Karla reír. Otro pequeño paso. Cuando llegamos a su casa, Lorelai pidió que Shay la acostara, después de terminar de presumir de las obras de arte en sus paredes, por supuesto. Karla bostezó mientras entrábamos en la casa. —Buenas noches a todos. —Buenas noches —dijimos Greyson y yo. Cuando todos estuvieron fuera de la sala de estar, Greyson me dio una sonrisa tímida. —Me dijo buenas noches, ¿puedes creerlo? E hizo una broma en el auto, y me preguntó si me encontraba bien cuando la pelota golpeó mi rostro. Pequeños pasos. —Es algo importante. Esto es realmente bueno. ¿Pero sabes qué no es bueno? Tu rostro. Siéntate en el sofá. Traeré un poco de hielo. Cuando volví con el trapo, tuve recuerdos instantáneos de un Greyson más joven mientras me sentaba delante de él. —Sabes, tal vez es mejor si permaneces alejado de las pelotas de béisbol —mencioné, colocando el trapo contra su piel. Su brazo rozó el mío y estremecimientos recorrieron mi columna. —Va a estar un poco amoratado, pero creo que vivirás para ver otro día. —Gracias, Ellie. Retiré el trapo un poco y gentilmente toqué su piel mientras él respiraba hondo. —Lo recuerdo todo —dijo—. Todo lo que sucedió entre nosotros cuando éramos niños. Tu café favorito, el panda de peluche que gané para ti, la manera en que nerviosamente frotabas tu brazo arriba y abajo. Mis ojos se clavaron en los suyos y juro que, de alguna manera, estábamos más cerca. De alguna manera, su mano estaba en mi muslo. De alguna manera, mi mano estaba en su pecho. —¿Recuerdas algo sobre mí, Ellie? —susurró. Sentí su corazón acelerarse mientras mi mano se posaba contra él. —Solamente todo. Mordió su labio inferior y bajó la mirada por una fracción de segundo antes de poner esos ojos grises de nuevo en mí. Desearía que dejara de mirarme. No podía pensar bien cuando esos ojos encontraban los míos.

—¿Alguna vez piensas en besarme, Ellie? —cuestionó, rozando con su dedo mi cuello gentilmente. Mi cuerpo estaba traicionando a mi mente mientras reaccionaba a cada toque que me daba. Cerré mis ojos. —Solamente siempre. —Ellie… —Exhaló, y sabía que estaba más cerca. Sentí su aliento bailando contra mi piel, pero no podía abrir mis ojos. Si iba a inclinarse, sin embargo, le dejaría. Si se movía más cerca, se lo permitiría. Si nuestros labios se encontraban… —Muy bien, creo que está lista para dormir —dijo Shay entrando en la habitación. Al minuto en que oímos su voz, ambos nos sobresaltamos. Me puse nerviosa mientras me levantaba. Shay miró en mi dirección con confusión mezclada con placer. —Bien, bueno, deberíamos irnos —murmuré—. Uh, Greyson, te veré, eh, sí, bien, adiós. Me apresuré a salir de la casa con Shay siguiéndome de cerca. Cuando entramos en el auto, se volvió hacia mí. —¿Qué fue eso? —cuestionó, tan curiosa como siempre. —Nada. Solo un poquito de nostalgia —murmuré, cerrando los ojos y esperando que mi salvaje corazón se ralentizara en algún punto. —Estaba a punto de besarte, Ellie —dijo, como si no hubiera sabido lo que estuvo a punto de pasar. —Sí, lo sé. Silbó bajo. —Lo juro… este reality show se está poniendo mejor y mejor cada noche. Ignoré su comentario, porque actualmente mi mente estaba demasiado revuelta para decirle que se callara. Greyson casi me besó. Y sin mucho pensamiento, casi le devolví el beso.

44 Greyson

—¿Q

ué piensas de Eleanor? —me preguntó Claire en nuestra cita de almuerzo semanal. Tenía que admitir que la pregunta me dejó perplejo. ¿Sabía lo que casi pasó entre Eleanor y yo? ¿Podía notar de alguna manera que casi nos besamos? ¿Estaba pensando demasiado todo desde que los labios de Eleanor se acercaron a los míos? Sí, estoy pensando demasiado. Olvídalo, Grey. —Creo que es genial con las chicas. Lorelai está enamorada de ella. Hasta Karla se está acostumbrando a ella, lo que es una locura para mí. Es muy buena para ellas. —Sí, estoy de acuerdo. Creo que es maravillosa para las chicas, pero no me refería a eso. —¿Eh? Se acercó más y me dio una sonrisa. —Quiero decir, ¿qué piensas de ella? Me recosté, un poco confundido. Entonces, cuanto más la miraba, más me daba cuenta de lo que quería decir. La astucia de su sonrisa. El asombro en sus ojos. Oh, por el amor de Dios, Claire. Basta ya con eso. Miré mi reloj. Nuestra hora de almuerzo había terminado. Gracias a Dios. —Oh, mira qué hora es. Parece que nuestra cita para almorzar está llegando a su fin. —Me puse de pie y puse algo de dinero sobre la mesa, probablemente más de lo que necesitábamos para pagar—. Tengo que volver a la oficina. Ha sido genial verte de nuevo, Claire. Se rió, casi complacida por mi incomodidad. —Igualmente, Greyson. Te veré la semana que viene para almorzar. Y la semana que viene, me dejarás invitarte a comer. Nunca. —¡Y piensa en una respuesta para esa pregunta! —gritó, pero la ignoré. Definitivamente no pensaría en una respuesta para esa pregunta.

Y Claire necesitaba reducir esas cursis novelas románticas que tanto le obsesionaban.

Un viernes por la noche, después de que las niñas se fueran a casa de sus abuelos, noté que Eleanor estaba sentada en su auto, tratando de arrancar el motor, y simplemente no encendía. En realidad, no habíamos hablado desde el casi beso que compartimos. Casi sentí que se estaba esforzando para evitarme. —No, no, no —gimió mientras caminaba hacia ella—. ¡Ugh! ¡No puedo creer esto! —gritó mientras salía del auto y empezaba a patear el aire antes de golpear con su mano el capó del vehículo. —No creo que eso vaya a arreglarlo —comenté, haciéndola ponerse derecha—. ¿Necesitas ayuda? —pregunté, haciéndola girar para mirarme. Cuando lo hizo, parecía nerviosa, casi avergonzada de que la atrapara en medio de su crisis nerviosa. —Oh, Greyson, hola. Lo siento. Mi auto no arranca y tenía planes de ir a Laurie Lake esta noche ya que es el cumpleaños de mi mamá. Además, he estado tratando de llamar a mi padre todo el día para ver cómo está, pero está evitando mis llamadas de nuevo. No he sabido nada de él en semanas, en realidad, y estoy empezando a preocuparme. Especialmente en días como hoy, porque sé lo duro que es para él... — Soltó un fuerte suspiro—. Y obviamente eso es demasiada información para ti, pero dado que estoy teniendo un colapso emocional y todo... —Toma uno de mis autos —le ofrecí—. El que quieras. Sus ojos se abrieron de par en par y se llenaron de lágrimas. —¿En serio? ¿Eso está bien? —Por supuesto. Se frotó los ojos con las manos y respiró hondo. —¿De verdad, de verdad? —Sí, por supuesto, siempre y cuando te lleve a Laurie Lake. Entonces, saltó hacia adelante y me abrazó. Sus brazos me envolvieron y se aferró lo más fuerte que pudo. Al principio, me quedé quieto, sorprendido por el abrazo que pareció salir de la nada. Luego, segundos después, me relajé y la abracé. Había olvidado lo buena que era haciendo eso, lo buena que era abrazándome. Cuando era niño, sus abrazos habían sido una de mis cosas favoritas. Cuando se me soltó, retrocedió y puso su cabello detrás de sus orejas.

—Lo siento. Como dije, hoy estoy emocional. —Eso es comprensible. Estoy bastante seguro de que he tenido mi parte justa de días emocionales. Sonrió, pero aun así, vi la tristeza detrás de su sonrisa. —¿Quieres que me una a ti? —pregunté—. De esa forma, no tendrías que ir sola.

45 Eleanor

¿T

e gustaría que me uniera a ti? Las palabras de Greyson siguieron bailando alrededor de mi cabeza mientras lo miraba fijamente. No llevaba un traje de negocios, lo que parecía extraño. Estaba vestido con una simple camiseta y

vaqueros. Un poco como el viejo Grey. —Sí, estoy bien —mentí, dándole una sonrisa tensa. —Sonrisa falsa —dijo—. Iré contigo —ofreció una vez más, dándome esos ojos grises que siempre me daban escalofríos. —¿Qué? Oh, Dios, no. No puedo pedirte que hagas eso. Estoy bien, de verdad. —No me estás pidiendo que lo haga. Me ofrezco a unirme a ti — dijo, sin dejar de mirarme. Los latidos de mi corazón eran salvajes, y, Dios mío, lo extrañaba. Extrañaba mucho a Greyson. No había sabido que lo extrañaba tanto hasta que empecé a ver los pedazos de él que formaban nuestra juventud. Las partes que aparecieron para mí cuando más las necesitaba. —Todo lo que tienes que hacer es decir de acuerdo —dijo—. Di que sí, e iré. Sabía que debería haber dicho que no por lo que mi corazón estaba haciendo. Sabía que debería haberme alejado porque mi estómago estaba lleno de mariposas por un hombre que no era mío. Sin embargo, mientras mis labios se abrían y suspiraba, susurré: —De acuerdo. Venía conmigo, solo como amigo. Como acompañante dándome apoyo moral en uno de los días difíciles. Nada más, nada menos. Condujimos en silencio hasta Laurie Lake, porque realmente no podía pensar en nada que decir. Bueno, aparte de: “¿Recuerdas cuando casi nos besamos? ¿De qué iba eso?”. O, “Oye, ¿qué hubiera pasado si Shay no hubiera entrado en la sala de estar exactamente en ese

momento?”. O, “Bueno, si a la primera no tienes éxito... inténtalo, inténtalo de nuevo...” Así que, sí. Mantuve la boca cerrada. La mano izquierda de Greyson seguía dando golpecitos en sus muslos mientras conducía. Si fuera otra persona, lo habría pasado por alto, pero conocía a Greyson y sus hábitos. También estás nervioso. Estacionó el auto, caminamos por la zona boscosa y los destellos de nuestra adolescencia volvieron rápidamente a mí. Greyson y yo habíamos tenido muchos momentos junto a ese estanque escondido. Momentos que me salvaron. Momentos que me definieron. Momentos que me guiarían el resto de mi vida. Reímos allí. Lloramos allí. Compartimos nuestro primer beso... —Es una locura estar aquí de nuevo después de todo este tiempo —mencionó, sacándome de mis pensamientos. Estaba agradecida por eso, ya que mis pensamientos le eran desleales a mi cerebro. En mi cabeza, sabía que desarrollar sentimientos por un viudo era una idea terrible. ¿Pero mi corazón? No le importaba un bledo lo que pensaba mi cerebro. Simplemente seguía latiendo en dirección a Greyson. Nos sentamos en el tronco donde siempre nos sentábamos, y eso me sorprendió. El tronco seguía allí, firme y en tierra, como todos los años anteriores. —Sigue siendo muy hermoso —dijo—. Tal vez incluso más que antes. —Lo pienso cada vez que vengo —dije en acuerdo—. Es como si notara algo nuevo cada vez. Inclinó la cabeza hacia mí. —¿Estás bien, Ellie? —inquirió—. Sé lo duros que pueden ser los días como hoy... Sonreí y puse mis manos en el tronco. —Sí, estoy bien. Quiero decir, durante mucho tiempo este día fue duro para mí. Pero con el paso de los años, deja de doler tanto. Empiezas a reemplazar la tristeza por la gratitud. Te sientes un poco agradecido por los recuerdos. Es más fácil respirar cuando el dolor es reemplazado por el agradecimiento. —No puedo esperar a que llegue ese día —dijo, poniendo también sus manos en el tronco. Nuestros meñiques se rozaron un poco, y sentí el tacto en lo más profundo de mi alma. —No hay necesidad de apresurarse —prometí—. Solo siente lo que necesitas sentir y, con el tiempo, tus sentimientos se transformarán en

algo más. Algo hermoso. Lo mejor de la muerte es que no puede quitarte los recuerdos. Esos viven para siempre. Bajó la cabeza y respiró hondo. —Siempre sabes qué decir cuando más lo necesito. Incluso cuando no quiero oírlo, es como si supieras las palabras que necesito. Me reí. —Eso describe más o menos lo que fuiste para mí cuando éramos jóvenes. Fuiste mi red de seguridad que evitó que me ahogara. Greyson se puso sombrío por un momento, mirando hacia el cielo oscuro. —Todavía no entiendo todo esto... —¿Entender qué? —Nosotros. Tú y yo. Que aparecieras cuando lo hiciste. No lo entiendo. —Parece un poco salvaje, ¿no? —No sé si creo en la otra vida —confesó—. Veo a Lorelai hablando con su madre, y rezo para que sea real, por su propio bien. Pero no sé si hay un dios, o ángeles, o algo parecido. Sin embargo, cuando estaba en mi punto más bajo... cuando estaba tan abrumado y destrozado, fui a verla. Fui a ver a Nicole, me senté frente a su lápida y me desmoroné. Le rogué que me ayudara, que me guiara, que hiciera cualquier cosa… buscaba una razón para sonreír... —Tragó con fuerza, uniendo sus manos, y me miró. Sus ojos eran tan suaves y tranquilos. Esos ojos grises... Sorbió un poco, se encogió de hombros y dijo en voz baja—: Y entonces llegaste. Oh, Greyson... —Lo siento. —Exhaló, su rostro enrojeciendo un poco. Estaba nervioso. También estaba nerviosa. Para ser honesta, no estaba segura si eran sus nervios lo que sentía, o los míos propios. —Me alegra poder estar aquí para ti —dije—. Además, te lo debía. —¿Por qué? —Por evitar que me ahogara. Sonrió y miró al estanque. —Creo que ahora estamos a mano. Nos quedamos sentados allí un rato más, sin decir nada en absoluto, sin necesidad de palabras. Estábamos en la naturaleza, calmando nuestras almas. Y de vez en cuando, pasaba una libélula. —¿Sabes que siempre te preocupas por Karla? —pregunté. —Sí.

—Así es como me preocupo por mi padre. Todo el tiempo. Tengo el mal presentimiento de que está cayendo más profundamente en su depresión, e incluso si me necesitara, no me contactaría. Me aterroriza todos los días. —¿Y has intentado ayudarlo? —Demasiado, y cada año me aparta más. Se está ahogando en la soledad, y no toma mi mano. —Es difícil —confesó Greyson—. Es difícil aceptar la ayuda de la gente. Y cuantos más días pasan, más fácil es alejar a la gente. La mayoría de la gente simplemente abandona. Se dan cuenta de que es una causa desesperada, ayudar a las almas rotas. Sé que eso es lo que hice. Alejé a todo el mundo, y solo los que significaban más para mí se quedaron. ¿Quieres mi consejo? —Por favor. —Sigue llamando. Un día, decidirá contestar, y si no lo hace, entonces ve y derriba la puerta. Si eso no funciona, entonces debes saber que al menos lo intentaste todo. No te rendiste. Asentí. —Gracias, Greyson. —Siempre. Cuando llegó el momento de partir, ambos nos levantamos del tronco. Respiré profundamente y me detuve. —¿Crees que puedo tomarme un minuto a solas? —cuestioné—. ¿Solo para hablar con mi madre? —Por supuesto. —Se metió las manos en los bolsillos—. Te veré en el auto. —Se alejó dejándome allí sola con mamá. Sabía que estaba allí, podía sentir su energía rodeándome. Hubo tantos momentos en mi vida en los que me sentí perdida, momentos en los que no sabía si debía ir a la izquierda o a la derecha. Dudaba de mí misma y de las decisiones que tomaba, sentía que me estaba ahogando, y en esos días, mantenía conversaciones con mamá y le contaba mi historia. Mientras estaba de pie frente al agua que se movía suavemente de un lado a otro, le pedí que me ayudara, que me guiara, que le echara un vistazo a papá de una manera en la que yo no podía. Entonces cerré los ojos, sentí la brisa ligera contra mi piel, y estuve agradecida porque de alguna manera, mi madre era mágica. De alguna manera, había sido capaz de engañar a la muerte. A pesar de que su forma física había desaparecido, sentía su espíritu acariciándome todos los días.

Siempre que le pedía ayuda, nunca dudaba en mostrarme el camino. Algunas personas lo llamaban señales, otros lo llamaban bendiciones, pero yo simplemente lo llamaba los besos de mi madre. Me guió a través de la oscuridad mientras me prometía que habría luz al final. Así que no importaba lo que hubiera pasado, sabía que todo estaría bien. Porque el amor de una madre es suficiente para superar el tiempo y el espacio. El amor de una madre nunca desaparece. El amor de una madre siempre puede curar el corazón de su hija con simples besos en el viento. —Feliz cumpleaños, mamá —susurré, secándome las lágrimas que caían de mis ojos. No sabía si eran lágrimas de felicidad o de tristeza, pero no importaba. Mientras siguiera sintiendo emociones, sabía que estaría bien.

46 Greyson

L

as semanas pasaron, y la amistad entre Eleanor y yo solo creció más y más. Como cuando éramos más jóvenes. Me escuchaba cada vez que necesitaba hablar. Se sentaba durante los días oscuros conmigo, no pidiéndome nada, sino simplemente quedándose a mi lado. Eleanor también era una gran camarada. Había estado más cerca de Karla estas últimas semanas que el año anterior. Últimamente, Karla ni siquiera peleaba con todos nosotros pasando el rato, y a veces juro que incluso sonreía igual que su madre. Cuando llegó el cumpleaños de Eleanor, supe que quería hacerlo especial para ella. Había sido más que trascendental para mi familia, para mí, y quería homenajearla por esa misma razón. Era Ellie, y merecía ser homenajeada. Las chicas y yo decoramos la casa para ella, y Karla no se quejó demasiado. Incluso horneó un pastel con Lorelai. Estaba bastante seguro de que estaba quemado y probablemente había cáscaras de huevo en él, pero lo decoraron de todos modos. Claire vino y, por suerte, trajo su propio pastel para la celebración. Probablemente era mucho más comestible. —Esto es demasiado —exclamó Eleanor mientras sonreía de oreja a oreja una vez la trajimos para la celebración—. No tenían que hacer todo esto. —Por supuesto que sí. Eres una parte importante de esta familia, y en esta familia celebramos los días importantes —dijo Claire. Escuchar esas palabras de sus labios fue muy significativo. Si había alguien que era una profesional en hacer que una persona se sintiera amada, era Claire. Amaba de una manera que era muy fuerte, y siempre encontraba más amor para repartir cuando era necesario. —Chicas, ¿creen que deberíamos darle a Eleanor su regalo? — pregunté. —¡Sí! —vitoreó Lorelai, corriendo hacia la mesa y recogiendo la caja envuelta con el nombre de Eleanor—. Toma, Ellie. Los ojos de Eleanor se abrieron de par en par. —Realmente no tenían que comprarme nada, chicos —dijo. —Claro que sí, ¡es tu cumpleaños! Ahora, no es nada grande, pero todos trabajamos un poco en ello —dije.

—¡Hasta Karla ayudó! —comentó Lorelai. Karla resopló. —No le des mucha importancia. Es cualquier cosa. Oh, mi adolescente llena de angustia. Qué alegría. Eleanor comenzó a abrir la caja, y en el momento en que vio lo que había dentro, sus ojos se llenaron de lágrimas y su mano voló a su boca. —Grey... —susurró. —Sácalo —le dije, asintiendo hacia ello. Metió la mano en la caja y sacó una chaqueta de punto de libélulas. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras abrazaba la tela. No paraba de mirarla con asombro, asimilándola. —¿Te gusta? —preguntó Lorelai. —Oh, Dios mío, la adoro, Lorelai, más de lo que puedo decir. —Me miró—. ¿Cómo... cómo hiciste esto? —Sí. Después de muchos videos de YouTube y desperdicio de hilo, salió bastante bien. Cada una de las chicas añadió sus propios puntos también. Pero las libélulas fueron todas de Claire. No tengo tanto talento. Así que, es de parte de todos nosotros. —Hecho con amor —dijo Claire. Eleanor cubrió su boca y comenzó a sollozar cuando sus emociones se apoderaron de ella. Se sentía completamente abrumada y Lorelai se acercó a abrazarla. —Está bien, Ellie. No tienes que estar triste. —Oh, no, no estoy triste, cariño. Estoy tan increíblemente feliz. Verás, cuando era niña, mi madre solía hacerme chaquetas de punto, y uno como este de aquí era mi favorito de todos. Cuando los perdí todos, pensé que no volvería a tener uno, así que esto es más que asombroso. —Entonces, ¿son lágrimas de felicidad? —preguntó Lorelai. —Las lágrimas más felices —respondió Eleanor—. Muchas gracias. Muchas gracias a todos. Este es el mejor regalo que he recibido. —Shay me contó que perdiste tus otras chaquetas de punto. Sé que no podemos reemplazarlas, pero esperaba que esto te trajera una sonrisa. —Sonreí—. Feliz cumpleaños, Ellie. —Gracias, Grey. —Me devolvió la sonrisa, y mi corazón se saltó un latido. No sabía que aún podía hacer eso. No sabía que podía saltar por otra persona. Y se sintió hermoso.

Después, esa tarde, las chicas se dirigieron a sus habitaciones tras un poco más de pastel. Eleanor se dirigió a su casa para salir a una cena de cumpleaños con Shay, y me quedé para limpiar la celebración de cumpleaños. —Eleanor es genial —dijo Claire mientras entraba a la cocina, donde me encontraba cargando el lavaplatos—. Es muy buena para ustedes. —Sí, es genial con las niñas —dije en acuerdo—. Hasta Karla se está abriendo a ella, y todos sabemos que eso es muy importante. Eleanor ha sido genial para ellas. —Sí, estoy totalmente de acuerdo, pero me refería sobre todo a que es buena para ti. Sus palabras me tomaron con la guardia baja, me levanté y la miré. —¿Qué? Me dio la mirada más amable y caminó hacia mí. —Lo entiendo, Greyson, de verdad. Sé que probablemente estás tratando de ignorarlo, tratando de alejar los sentimientos, pero no tienes que hacerlo. Sé que probablemente tengas miedo de lo que significa tener estos sentimientos, pero no deberías tener miedo de ellos. Conocía a mi hija. Sé lo que querría para ti. Querría que fueras feliz de nuevo. Eso es todo lo que Nicole querría para ti. Querría que encontraras la felicidad. Si Eleanor es eso para ti, y creo que lo es, por favor, no lo dejes pasar. Bajé el plato en mi mano y me apoyé contra la encimera. —¿Es tan obvio? —cuestioné. —Solo cuando la miras. Cuando la miras, es como si todo el mundo se iluminara dentro de ti. —Claire se acercó y me puso una mano en el antebrazo—. Y eso es bueno, Greyson. Eso es algo hermoso. Mi pecho se apretó y respiré profundamente mientras cerraba los ojos. —Se siente como una traición... como si estuviera traicionando a Nicole. —No —dijo Claire rápidamente, negando—. No, no, no. Me imaginé que eso era lo que te estaba reteniendo, y me preocupaba que esos pensamientos flotaran en tu mente. No estás traicionando a nadie, Greyson. Mi hija y tú tuvieron una hermosa historia de amor. Crearon un amor tan fuerte que vivirá para siempre, y eso es algo asombroso, pero eso no significa que no se te permita volver a amar. Tu corazón sigue latiendo, hijo, lo que significa que hay lugar para más amor, y si hay alguien en este mundo que merece encontrar ese amor, eres tú.

Me pellizqué el puente de la nariz e inhalé. —Da miedo. —Sí, lo da, pero aun así vale la pena. —¿Y si no hay nada ahí? ¿Qué pasa si Eleanor no lo siente? —Lo hace. —¿Cómo lo sabes? —Porque cuando te mira, es como si todo el mundo se iluminara dentro de ella. Así que confía en lo que sientes, y no dejes que la duda aparezca. A veces en la vida solo tienes que saltar, Greyson. Tienes que dar el salto y confiar en que puedes volar. Sonrió, una sonrisa como la de Nicole, y eso me hizo feliz y triste a la vez. Exhalé lentamente, sintiendo que mi corazón se aceleraba por todo mi cuerpo. Tenía razón. Siempre tenía razón. —Gracias, Claire. —Siempre. —Solo... —Me aclaré la garganta y me removí en mis zapatos—. Creo que nunca te he dicho esto, pero quiero que sepas que siempre te he visto como a mi madre. Nunca he tenido una figura maternal en mi vida hasta ti, y desde el primer día, me acogiste en tu vida con los brazos abiertos. Me has guiado cuando lo necesité. Me quitaste de la cornisa cuando estaba listo para saltar. Cuando llegué a mi punto más bajo, no te apartaste de mi lado. Luchaste por mí cuando no podía luchar por mí mismo. Te quedaste a mi lado, y no creo que sepas lo que eso significa para mí. No creo que entiendas el honor que supone para mí llamarte mamá. Las lágrimas llenaron sus ojos mientras se acercaba y me abrazaba. —Eres el hijo por el que siempre he rezado. —Eso me ahogó más de lo que ella sabía. Después de un momento, se retiró y puso sus manos sobre mis mejillas—. Ahora ve —susurró, su voz llena de amor— . Vuela.

47 Eleanor

U

na vez que recibí mi chaqueta de punto de Greyson y las chicas, no me la quité. La usé en mi cena de cumpleaños con Shay. Cuando regresamos al apartamento, me acurruqué en el sofá con mi novela más reciente, y aunque quería sumergirme en el mundo de mis personajes, no pude. Mi concentración era poca, y no podía dejar de pensar en Greyson. De todos los regalos que había recibido, esa chaqueta de punto de libélulas estaba en lo más alto de mi lista. Cuando pasó el tiempo y solo había leído ocho páginas de mi novela, dejé el libro. Cuando mis pensamientos no se quedaron en silencio, saqué mi teléfono y comencé a escribir un correo electrónico.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 24 de agosto, 10:34 PM ASUNTO: Libélulas. Greyson, Solo quería agradecerte por lo de hoy. No tienes ni idea de lo mucho que significó hoy para mí... lo mucho que esta chaqueta significa para mí. Iría a agradecerte de nuevo en persona, pero empezaría a llorar como una loca, y no quiero que tengas que lidiar con eso. Me encanta, Grey. Voy a atesorar esto para siempre. Además, hoy estuve hablando con Karla y me di cuenta de algo que podría ayudarte a reconectar con ella. Puede que sea un pequeño paso, pero quizá sea algo que valga la pena investigar. Se siente perdida, y siente que no confías en ella de alguna manera. Creo que mostrar un poco de confianza puede ser de gran ayuda, incluso si se trata de dejarla cuidar de Lorelai durante unas horas a la semana. Es muy buena con su hermana, y creo que eso la hará sentir un poco más independiente y útil en cierto modo.

De nuevo, solo una idea. Siéntete libre de ignorarlo. Solo quería transmitirlo. —Ellie

DE: [email protected] PARA: [email protected]

FECHA: 24 de agosto, 11:02 PM ASUNTO: Re: Libélulas. Eleanor, Aceptaré todos los consejos y trucos que se te ocurran. Gracias. Además, hay una gran fiesta de lanzamiento para la nueva línea de whiskies de EastHouse. Mi amigo Landon va a venir a presentarla, y va a ser un gran evento. ¿A Shay y a ti les gustaría asistir? Recuerdo que las fiestas no eran lo tuyo, pero eres más que bienvenida a traer tu propio libro. Me aseguraré de que tengas un rincón antisocial donde esconderte. —Grey.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 24 de agosto, 11:09 PM ASUNTO: Re: Re: Libélulas. Grey, Me convenciste con lo del rincón antisocial para esconderme. Estaremos allí. —Ellie.

DE: [email protected] PARA: [email protected] FECHA: 24 de agosto, 11:17 PM ASUNTO: Re: Re: Re: Libélulas. Feliz cumpleaños, Ellie. Espero que todos tus sueños y deseos se hagan realidad. —Grey.

48 Eleanor

L

a noche del lanzamiento del whisky, Shay y yo nos preparamos en la casa de invitados de Greyson. Había arreglado que los tres fuéramos allí juntos en una limusina, así que tenía sentido que nos preparáramos en su casa.

El evento se suponía que fuera uno de los más grandes del año, y con Landon siendo la celebridad invitada e invitando a otras celebridades, sabía que iba a ser una noche salvaje. Aun así, traje un bolso lo bastante grande para guardar la novela que estaba leyendo actualmente, porque la introvertida dentro de mí todavía estaba muy viva. —¿Esto se ve bien? —inquirió Shay, alisando el vestido negro que le quedaba perfectamente. Se veía jodidamente increíble, pero no era difícil para ella. Podría haber llevado un saco de patatas y lucido como un millón de dólares. —Es asombroso —dije, impresionada por su belleza. Me volví hacia el espejo y me puse lápiz labial rojo, el toque final a todo mi aspecto—. ¿Y yo? Llevaba el vestido dorado más elegante que jamás había visto, gracias a Shay. Me llevó de compras y una vez me lo probé y noté que brillaba de forma incitadora cuando me volvía, pensé que era muy exagerado, pero Shay me había convencido de que Hollywood era demasiado, lo cual significaba que el vestido era perfecto. Terminamos de prepararnos, nos pusimos nuestros tacones y luego nos dirigimos a casa de Greyson. La limusina ya estaba esperándonos, y cuando la vi, un nudo se formó en mi estómago. Esta iba a ser la noche más rara de mi vida, estaba segura. —¿Crees que Chris Evans va a estar allí? —cuestionó Shay mientras nos aproximábamos al porche—. Necesito que el Capitán América esté allí. O Chris Hemsworth, o, diablos, Chris Pratt. Honestamente, no soy quisquillosa. Solo necesito un Chris. —¿Estás segura de que no necesitas un Landon? —bromeé, burlándome de su primer enamoramiento de la escuela. Su rostro se tensó e hizo un sonido de arcada.

—¿Sabes qué es peor que salir con un chico que se convierte en una famosa celebridad y por tanto ser obligada a ver su rostro por todas partes? ¿Sabes qué es peor que eso? —¿Qué? —Nada, nada en absoluto. Te apuesto a que todavía es el mismo viejo Landon que era hace todos esos años, excepto que con autos más caros. Dijo las palabras como si no le importara, pero sabía que estaba nerviosa. Shay toqueteaba sus uñas cuando sus nervios eran altos, y no había dejado de hacerlo desde que le había dicho lo de la fiesta. Tocamos a la puerta principal y Greyson la abrió, dándonos una pequeña sonrisa. —Hola, ustedes dos, se ven asombrosas. Soy estoy terminando mi cabello —dijo mientras le echaba gel para peinarlo hacia atrás. Llevaba un esmoquin todo negro y le quedaba como un guante, exhibiendo cada músculo de su cuerpo y sus mejores… bien, activos. Se volvió para alejarse y Shay bajó su voz. —Nalga izquierda, nalga derecha, nalga, nalga, nalga… —susurró. Le di un codazo, sintiendo mi rostro sonrojarse, porque sí, había notado su culo. Oh, cuán llenas las nalgas de Grey pueden ser. Cuando volvió, estaba deslizando su billetera en su bolsillo trasero con una brillante sonrisa en su rostro. —De acuerdo, estoy listo. —Esperen, ¿todos van? —inquirió Karla, entrando en la sala de estar—. No me digan que Madison va a venir a cuidarnos. —No —respondió Greyson, arreglando sus gemelos—. Pensé que podías cuidar de tu hermana. Los ojos de Karla se ensancharon, y juro que vi su mandíbula golpear el suelo. —¿Qué? ¿Quieres que cuide de Lorelai? —Bueno, sí. Solo pensé que no tiene sentido que alguien venga a cuidarlas cuando eres lo bastante mayor para hacerlo. Quiero decir, si estás lista para ello —dijo Greyson, alzando una ceja—. Si no, puedo llamar… —¡No! —replicó Karla rápidamente, lanzando sus manos en el aire. Entonces, se dio cuenta de su respuesta exagerada, bajó sus brazos y carraspeó—. Quiero decir, lo que sea. La cuidaré. —Gracias, Karla. Eso significa mucho para mí. Ten una buena noche. Llama si necesitas algo —le dijo Greyson. —Sí, bien, adiós.

Cuando Greyson se alejó de su sorprendida hija, me miró y sonrió mientras vocalizaba, Gracias. Asentí una vez, sintiendo como si esa victoria fuera exactamente lo que él y su hija necesitaban. Greyson nos guió a Shay y a mí a la limusina y nos abrió la puerta. Dios, se sentía como si fuera al baile de fin de curso, un muy caro, estelar y de clase alta baile de fin de curso. Greyson entró y el conductor cerró la puerta. —De acuerdo, entonces, no quería que enloquecieras, Ellie, porque sé que eres una introvertida por naturaleza, pero hay una alfombra roja por la que vamos a tener que caminar, ya sabes, por propósitos promocionales. Habrá un montón de gente de la prensa allí, especialmente con la lista de celebridades que Landon ha invitado, así que solo no quiero que te sientas abrumada. Me encogí ante el pensamiento. En serio, mi mayor pesadilla. Greyson debió haberlo notado y puso su mano sobre mi rodilla, apretándola ligeramente. —No te preocupes. Estaré allí todo el tiempo para acompañarte. Y solo así, fui transportada al pasado cuando era un adolescente acompañándome a mi primer baile, diciéndome que todo estaría bien. Era divertido cómo los recuerdos llegaban tan rápidamente a dejar impresiones en el corazón de uno. Sonreí y asentí, intentando ignorar mis salvajes pensamientos. —¿Qué hay de ti, Shay? ¿Estás cómoda con caminar por la alfombra roja con nosotros? Se rió, negando. —Greyson, he estado pretendiendo caminar por la alfombra roja desde que tenía dos años. Esto es historia en proceso. Nací para esto. No mentía. Cuando éramos niñas, se ponía los tacones de mi tía y caminaba de un lado a otro, posando como si los paparazzi la estuvieran siguiendo por todas partes. Este era el sueño de Shay hecho realidad. Cuando llegamos al lugar, todo parecía una fantasía. Había docenas y docenas de gente caminando por la larga alfombra roja. Destellos de luz aparecían en todas partes, y la cantidad de seguridad era una locura. Había una verja para evitar que el público se acercara demasiado a las celebridades, y, oh, Dios mío, voy a vomitar. Justo allí, delante de todas esas cámaras, iba a jodidamente vomitar. Greyson apretó mi rodilla de nuevo y pretendí que no causó que cada centímetro de mí se derritiera con su toque. —Bien, señoritas, ¿listas? Es hora del espectáculo —dijo mientras la puerta de la limusina era abierta. Salió primero, luego extendió su

mano por la de Shay. La ayudó a salir del vehículo, y luego extendió su mano por mí. Mi cuerpo estaba temblando. Mi frente estaba sudando, y estaba realmente enojada conmigo misma por no llevar un desodorante extra fuerte. Justo cuando estaba a punto de derrumbarme, justo cuando estaba a punto de salir corriendo en una incómoda carrera, la mano de Greyson se posó en mi espalda baja. Se inclinó para susurrarme al oído: —No te preocupes, Ellie. Te tengo. Y además… —se apartó un poco y clavó sus ojos en los míos—, te ves más allá de hermosa esta noche. Estremecimientos. Estremecimientos por todo mi cuerpo. —¿Lista? —preguntó. —Lista —repliqué. Tan lista como jamás estaría. Greyson unió uno de sus brazos con el de Shay y el otro con el mío mientras caminábamos hacia la alfombra roja. Posamos en el lugar cada cierto tiempo para las cámaras. Estaba segura de que mi sonrisa era horrible. Estaba segura de que mis rodillas iban a ceder. Sabía que cuando viera las imágenes en línea al día siguiente, estaría mortificada, pero Greyson me sostuvo, así que intenté no huir. —¡Señor East! ¡Señor East! ¡Por aquí! —gritó un reportero. —¡No, por aquí, señor East! —exclamó alguien. —¿Quiénes son las damas con usted esta noche? —preguntó otro. —Dos viejas amigas de la escuela —comentó Greyson con una sonrisa. Síp, esa era yo, solo una vieja amiga de un muy exitoso hombre. Honestamente, no me había dado cuenta de cuán exitoso era Greyson hasta ese mismo momento. —¿Se siente raro estar aquí sin su mujer? ¿Cómo está tratando con su muerte? —inquirió otro reportero. —¿Cómo está superando su pérdida? ¿Es por eso que esas dos mujeres son sus acompañantes? Sentí a Greyson tensarse, pero mantuvo esa sonrisa en su lugar. Les agradeció por su tiempo y nos fuimos de la alfombra hacia la fiesta. —Eso fue jodidamente grosero —siseé, molesta con la indiferencia de los reporteros. Una vez llegamos dentro, Greyson soltó nuestros brazos y me dio una pequeña sonrisa con un leve encogimiento de hombros. —Solo es parte del trabajo.

—Bueno, es ridículo. Sabes, si quieres puedo ir a patearles el culo por ti. He estado haciendo Pilates, y estoy construyendo mi fuerza — comenté. Greyson sonrió mientras caminábamos en la habitación. —O podemos simplemente olvidarlos y tomar tragos del nuevo whisky —dijo mientras una bandeja era presentada delante de nosotros. Greyson señaló los diferentes tipos—. Este es con sabor a canela, este de manzana y este es una especie de cítrico. Tienen que probar los tres. Es la regla —añadió. Bueno, hasta el fondo. Los tres levantamos vaso tras vaso, y a pesar de que quemó un poco, era suave cuando bajaba. El de manzana era mi favorito. —¡Oh, Dios mío, Greyson! ¡Son increíbles! —exclamó Shay. —¿Cuál es su favorito? —preguntó una voz detrás de nosotros. Nos volvimos para ver a Landon ahí en un traje azul marino, luciendo tan elegante como siempre. Su cabello rubio estaba peinado hacia atrás, llevaba una corbata bermellón que combinaba con sus zapatos, y no podía mentir… se veía increíble. Estaba suponiendo que Shay pensaba lo mismo, porque su boca estaba actualmente abierta de par en par. Me incliné hacia ella. —¿Shay? —¿Sí? —Cierra la boca o te entrarán moscas. Sus labios formaron una línea tensa y se recompuso, parándose alta. —Eleanor, es bueno verte de nuevo. —Landon deslizó sus manos en sus bolsillos, y le dio a Shay esa astuta sonrisa de Hollywood—. Y Shay, cuánto tiempo sin verte. Te ves tan hermosa como recuerdo. —Lo que sea, Landon. Te ves bien. Se rió. —Veo que aún tienes esa personalidad pasional. —Y veo que tus orejas aún son enormes —replicó ella. Compartieron una mirada fulminante por un instante, casi como si estuvieran en una competición de miradas y quien la alejara primero sería el perdedor. Se estaba volviendo muy raro, por decir lo mínimo. —Uh, de acuerdo. Bien, voy a mostrarle todo a Ellie —dijo Greyson, colocando su mano en mi espalda baja. Desearía que dejara de hacer eso.

No se daba cuenta del tipo de nerviosismo que provocaba dentro de mí. —¿Por qué tengo la sensación de que Landon y Shay van a terminar acostándose juntos para el final de la noche? —susurró Grey contra mi oído. Juro que sus labios rozaron suavemente mi lóbulo. O tal vez solo soñé tal cosa sucediendo. De cualquier modo, mi cuerpo reaccionó a su proximidad. —Oh, porque Landon y Shay van a terminar acostándose juntos totalmente —expliqué. Empezamos a caminar y cada vez que una bandeja de whisky pasaba, tomaba un vaso para ayudar a mis nervios. Cuanto más me emborrachara para esto, mejor lo aguantaría. Alguien chocó con mi hombro y se disculpó tocando mi antebrazo ligeramente. Juro que fue el Capitán América y, oh, Dios mío, nunca más voy a lavarme el brazo. —Quiero enseñarte algo —dijo Greyson, guiándome por la multitud de gente. Nos dirigimos hacia la zona VIP, y cuando cruzamos una puerta, había un largo pasillo con más puertas cerradas. Caminamos por los pasillos, y cuando alcanzamos una de las habitaciones, alcé una ceja. La puerta tenía mi nombre. —¿Qué es esto? —cuestioné. Greyson sacó una tarjeta llave para abrirla, y cuando lo hizo, mis ojos se llenaron de lágrimas. Había cuerdas de luces blancas colgando por la habitación y el suelo estaba cubierto con mantas y almohadas. Había una mesa con aperitivos y otra con pilas de novelas. —¿Qué es esto, Grey? —Sé cuán abrumadoras pueden ser las fiestas para ti. Así que te hice un rincón de lectura. Ya sabes, para que puedas escapar si lo necesitas. Me hizo un rincón de lectura… ¡Me hizo un rincón de lectura! Adiós, corazón. Ahora le perteneces a Greyson East. —Gracias, Grey. Esto es… —Inhalé profundo mientras veía la pila de libros de Harry Potter—. Esto es más allá de perfecto. —Tengo que ir a hacer un poco de trabajo de prensa, pero toma la tarjeta llave. Puedes venir e ir cuando quieras. Solo enseña eso y tu cordón VIP a seguridad. Habrá una gran caída de confeti a medianoche para celebrar el lanzamiento oficial del whisky, solo para que lo sepas en caso de que quieras verlo. También van a haber fuegos artificiales en el exterior. Sé que probablemente suena estúpido, pero en realidad es bastante genial. —Estaré allí —dije, sonriendo. Podía decir cuánto significaba para él y no quería perdérmelo—. Te encontraré.

Sonrió y me encantó. —Sí, ven a encontrarme. Con eso, se fue, llevándose mi corazón con él.

Me quedé en mi rincón de lectura hasta que el reloj alcanzó las 11:50. Leí los libros de una tierra ficticia que estaba muy lejos durante horas, pero aun así, Greyson siguió cruzando mi mente. Ni siquiera intenté luchar contra los pensamientos. Lo dejé quedarse ahí. Me levanté para ir a encontrarlo y jadeé ligeramente cuando abrí la puerta para verlo ahí. —Greyson —dije sin aliento. —Hola, Ellie. —¿Qué haces aquí? Iba a encontrarte para el confeti… —No puedo dejar de pensar en ti —confesó, poniendo sus manos contra el marco de la puerta e inclinándose hacia mí—. No he sido capaz de dejar de pensar en ti por algún tiempo, y no sé qué significa eso. Cuando cierro los ojos, veo tu rostro. Cuando sueño despierto, eres tú la que está allí. Mi corazón estaba acelerándose a un ritmo que no sabía que los corazones pudieran alcanzar. Me sentía caliente y fría al mismo tiempo mientras mis manos caían en mi pecho y miraba esos hermosos ojos. —A veces, cuando estoy a tu alrededor, lo siento —dijo. —¿Sentir qué? Me miró con sinceridad, separó sus labios y susurró: —Todo. ¿Por qué no estaba mi mente captándolo lo bastante rápido? ¿Por qué no estaban formándose mis pensamientos? —Dime que estoy loco, Ellie. Dime que no lo sientes cuando me miras. Dime que no lo ves cuando nuestros ojos se encuentran. Dime que estoy loco y que no hay nada entre nosotros. —No puedo decirte eso, Grey. Inclinó su cabeza un poco. —¿Y por qué es eso? —Porque tampoco puedo dejar de pensar en ti. Dejó caer sus manos del marco de la puerta y se acercó un poco más a mí. —¿Lo sientes? —susurró, moviéndose tan cerca que su aliento bailó sobre mi piel.

Asentí. —Lo siento. Había tantas razones por las que debería haberme alejado. Él todavía estaba de luto y yo no había sabido cómo hacer que mi corazón latiera correctamente por un hombre. Todavía estábamos rotos, y agrietados, y creciendo y aprendiendo. Éramos errores y perfección, riachuelos fluyendo y huracanes. Pero, ¿por cuánto tiempo podía negar lo que sentía? ¿Cómo podía pretender que los sentimientos no estaban allí? La verdad era que pensaba que los sentimientos por el hombre delante de mí nunca habían desaparecido realmente. ¿Cómo podrían? Él era él, yo era yo, y nosotros éramos nosotros. Esto era nosotros. Esta era nuestra historia. Tomó mis manos en las suyas, entrelazando nuestros dedos, y estaba segura de que estaba a segundos de desmayarme, a segundos de que mis piernas cedieran. Estaba temblando, o tal vez eran sus estremecimientos los que estaba sintiendo. Honestamente, era difícil decir cuáles eran mis sentimientos y cuáles los suyos. Se acercó más aún y apoyó su frente contra la mía. Cerré los ojos mientras sus manos se deslizaban por mi espalda baja y mi cuerpo se arqueaba sin esfuerzo hacia él. —Quiero besarte —susurró mientras sus ojos se dilataban. —Quiero besarte también —repliqué, mis palabras cayendo débilmente de mi lengua. —Necesito que entiendas que si te beso, no me detendré. Todo cambiará, y nada será lo mismo. Si te beso, vamos a ser algo nuevo. —Sí, lo sé —dije, suspirando contra él mientras abría mis ojos y miraba esos ojos grises—. Pero hazlo de todos modos. Y entonces lo hizo. Sus labios chocaron contra los míos, tragándome entera mientras le devolvía el beso. Me besó duro, como si estuviera compensando todo el tiempo perdido. Lo besé por todos los momentos en que nuestros labios no habían estado juntos. Cerró la puerta tras nosotros y me llevó dentro del rincón de lectura. Di un pequeño paso atrás y lo miré con una sonrisa. Me quité mis tacones altos. Se quitó la chaqueta de su traje. Empecé a bajar la cremallera de mi vestido. Aflojó su corbata.

Mi vestido cayó al suelo y sus ojos bailaron por mi cuerpo. —Jesús, Ellie —murmuró, moviéndose más cerca, colocando sus manos sobre mi piel, empujando su cuerpo contra el mío. Su boca se movió hacia la curva de mi cuello y me besó gentilmente, susurrando—: Te deseo tan desesperadamente, quiero esto tanto… Desabotoné su camisa y la deslicé por su cuerpo. Mis dedos subieron y bajaron por su pecho. Parte de mí pensó que estaba soñando y parte de mí pensó que estaba de nuevo en mi mundo de fantasía, pero no me importó. Esto se sentía demasiado bien para parar. Desenganchó mi sujetador y lo quitó. Sus manos acunaron mis pechos y descendió para chuparlos gentilmente, adorándome con cada toque. Después, sus pantalones fueron quitados y los lanzamos al lado de la habitación. Mis nervios eran cables vivos, y pensé que lo notó porque de vez en cuando me decía que era muy hermosa. Una vez la ropa estuvo fuera, nos movimos como salvajes. Todo se volvió más rápido determinados con nuestras acciones.

mientras

nos

volvíamos

más

Me tumbó despacio sobre las mantas. Las cuerdas de luces brillaban sobre nosotros mientras mis manos descansaban contra su pecho. Miré sus pesadas inhalaciones y exhalaciones moverse por su cuerpo y silenciosamente rogué que tomara todo de mí. Quería que me diera su todo, cada pedazo de él… lo bueno, lo feo y lo roto. Frotó su dureza contra mis muslos y me arqueé en su dirección. Se inclinó y pasó su lengua por mi lóbulo antes de gentilmente chuparlo, enviando escalofríos por mi espalda. —Por favor, Grey… —rogué, sin aliento mientras me provocaba, moviéndose contra mi centro mientras la anticipación se construía—. Por favor… —grité, queriéndolo todo. Queriéndolo. Queriéndonos. Queriendo amor. Y entonces me lo dio todo. Se deslizó en mi interior despacio, balanceando sus caderas contra las mías. Mis dedos se clavaron en su espalda mientras gemía con placer. Se empujó más profundo y se retiró lentamente, manteniendo ese ritmo controlado por un rato, haciéndome sentir cada centímetro de él mientras se empujaba en cada parte de mí. —Más… —susurré, y aceleró la velocidad. Me embistió mientras me aferraba a él—. Más… —grité mientras miraba sus ojos dilatados y veía sus deseos, sus necesidades, su pasión. Más duro, más profundo, más rápido…

Greyson me hizo el amor como si hubiera estado esperando reclamar mi cuerpo como suyo, y era suya para reclamar. Cada centímetro de mí era suyo. Cada parte de mí le pertenecía. —Ellie, voy a… —susurró, embistiéndome una y otra vez. Siguió moviéndose mientras mis caderas se arqueaban—. Voy a… Joder. — Cerró los ojos y caí en la dicha más profunda mientras alcanzábamos el clímax juntos. Finalmente, se retiró de mí despacio y rodé sobre mi lado. Estaba completamente sin aliento, intentando controlar mi respiración lo mejor que podía. —Eso fue… —susurré, pasando mis manos por mi frente. Greyson rió. —Sí, exactamente. —Me volví para mirarlo y me dio la sonrisa que siempre había amado. Se inclinó hacia delante y besó mi frente, y luego me atrajo a sus brazos y me sostuvo. Estuvimos callados por un minuto, solo disfrutando del silencio de la noche. —Nos perdimos los fuegos artificiales —bromeé Rodó sobre mí y me miró directamente a los ojos con una pequeña sonrisa. —No te preocupes —dijo con confianza—. Podemos hacer algunos por nuestra cuenta. Y entonces lo hicimos.

Cuando finalmente nos vestimos, encontré tres llamadas perdidas de Shay. Me apresuré a salir de la habitación para buscarla mientras Greyson iba por la limusina para irnos todos a casa. Al momento en que vi a Shay, arqueé una ceja. Su lápiz labial estaba restregado y su cabello era salvaje. Cuando me miró, reflejó mi expresión. —¿Hiciste…? —preguntó de una manera astuta. Mi cabello debía haber lucido tan loco como el suyo. Señalé hacia delante. —¡¿Hiciste…?! Sonrió. —Estamos jodidas —murmuró, caminando hacia mí y uniendo su brazo con el mío—. Pero me alegra que el episodio nueve finalmente sucediera. Me reí entre dientes.

—¿Shay? —¿Sí? —Creo que tengo sentimientos por Greyson. Puso los ojos en blanco tan duro que estaba segura de que nunca sería capaz de ver apropiadamente de nuevo. —No jodas, Sherlock. —¿Qué hay de Landon y de ti? —inquirí. Puso expresión de desagrado. —¿Landon y yo? Que se joda Landon —dijo con desdén. —Uh, estoy bastante segura de que ya hiciste eso —bromeé. —Fue una cosa de una vez y el whisky estuvo involucrado. No cuenta. Todavía lo odio con todo mi ser. El imbécil arrogante. Sonreí. Estaba enamorada.

Todos fuimos en la limusina de Greyson a su casa. Shay y yo íbamos a pasar la noche en la casa de invitados antes de irnos por la mañana. El viaje fue tranquilo. Era como si Greyson y yo todavía estuviéramos procesando lo que había sucedido. Cuando nos detuvimos en su propiedad, salió del auto primero, luego ofreció una mano para ayudar a salir a Shay. Ella le agradeció y se fue rápidamente, permitiéndonos tener un momento a solas. Cuando me ayudó a salir de la limusina, le agradecí. —De nada. Espero que esta noche fuera… —Se pasó el pulgar por el labio inferior y se sonrojó un poco—. Espero que esta noche fuera tan buena para ti como lo fue para mí. —Fue perfecta. Más que perfecta. —Bien, bien. Eso es bueno. —Esbozó la sonrisa más tímida que jamás había visto—. Buenas noches, Ellie. —Buenas noches, Grey. Cuando empecé a dirigirme a la casa de invitados, me llamó una vez más. Me volví hacia él y se estaba balanceando un poco hacia atrás y adelante, con sus manos metidas en sus bolsillos.

—¿Sin arrepentimientos? —me preguntó. —No. —Negué mientras mi corazón empezaba a explotar con una nueva forma de felicidad—. Sin arrepentimientos.

49 Eleanor

C

aímos juntos rápidamente, y caímos juntos irrevocablemente. Una vez comenzamos el descenso, no hubo ni un instante de arrepentimiento. Simplemente había respeto y comprensión. Trabajamos juntos en las partes difíciles y encontramos nuestro camino en los días duros. Y, chico, aprendimos a abrazar los días buenos por completo. Los recibimos con los brazos abiertos. Cuando las chicas se dormían, Greyson se estrellaba en mi mundo. Nos reíamos, nos besábamos, hacíamos el amor. Amor… Me estaba enamorando de él, y también lo hice sin esfuerzo. Casi como si todo lo que se suponía que hiciera alguna vez fuera amar a un hombre como él. —Buenos días —saludó Greyson a sus hijas mientras entraba al comedor para desayunar. Lucía renovado esta mañana, y no pude evitar pensar que tenía algo que ver con nuestros saludos matutinos. Se acercó a Lorelai y le besó la frente mientras agarraba un plátano de la mesa. —¡Buenos días, papá! —exclamó Lorelai, metiéndose cereal en su boca. Greyson entró a la cocina a buscar su café, y tarareó para sí mientras lo hacía. Karla arqueó una ceja. —¿Qué te pasa? —le preguntó mientras él volvía al comedor, todavía tarareando. —¿Qué quieres decir? —inquirió. —No sé, estás actuando… raro. Greyson lanzó el plátano en su mano izquierda al aire, y la atrapó en su mano derecha. —No sé a qué te refieres, Karla. Entrecerró los ojos, aún sospechosa, pero volvió a comer. —Lo que sea, papá.

Greyson se dirigió al trabajo, dejándonos a mí y a las dos chicas allí para terminar nuestra comida. —Estaba súper raro —mencionó de nuevo Karla, sirviéndose otro tazón de cereal. —¿Cómo es eso? Se encogió de hombros. —No lo sé. Parecía… el viejo papá. El padre que era antes de que todo sucediera. Como si fuera él mismo otra vez. Después de la muerte de mamá, ya no tarareaba. Hice todo lo posible para no reaccionar demasiado a su comentario, pero Greyson estaba tarareando de nuevo. Y pensé que era hermoso.

Greyson y yo nos sentíamos como en un sueño. Se sentía como el mejor sueño del mundo. Cada día que conectábamos, me quedaba sin respiración. Cada día que nos tocábamos, rezaba para que fuera mío. Una noche, después de mucha conversación y demasiado vino, empezamos a perdernos en la casa de invitados. Gemí mientras me besaba por todas partes. Sus manos vagaban por mis curvas como si yo fuera el único cuerpo que alguna vez deseaba volver a tocar. Cada vez que sus labios encontraban mi muslo interno, me arqueaba hacia él. Cada vez que pasaba su lengua contra mi núcleo, pedía a gritos más. Entonces, siempre le devolvía el favor, volviéndolo de espaldas, y bajando mi boca a su dureza. Me encantaba que cada vez que lo tocaba gimiera. Me encantaba que cada vez que lo chupaba mostrara su deleite. —Sí —gimoteó, empujando sus caderas hacia mi rostro mientras yo trabajaba para mostrarle cuánto anhelaba cada pedazo de él—. Mmm —gimió, retorciendo sus dedos entre las sábanas. Sentí su necesidad. Sentí su anhelo. Sentí su deseo cada vez que hablaba—. Sí, sí, sí, por favor… Me encantaba cómo gemía, cómo me deseaba. Una vez terminé, nos pusimos la ropa interior, nos abrazamos, y estaba segura de que había encontrado el cielo. Hablamos, y nos reímos, y me enamoré cada vez más del primer amor de mi vida. —¿Tienes cosquillas? —susurró, deslizando sus dedos contra mis costados mientras me retorcía en la cama.

—¡Oh, Dios mío, detente! —Me reí mientras trataba de escapar de su control. Cuando no pude escapar, me defendí y empecé a hacerle cosquillas. Y, chico, Greyson tenía cosquillas. —¡Bien, bien! —Se rió sin parar mientras seguía moviendo mis dedos a toda velocidad contra sus costados. Me encantaba ese sonido, vivía para que se riera. —¡Muy bien! ¡Tú ganas! ¡Tú ganas! ¡Basta, Nicole! —Se rió. Me quedé paralizada ante sus palabras y luego sentí dolor. Me apuñaló en el pecho, obligándome a alejarme de su cuerpo. En el momento en que me detuve, se sentó y vi la comprensión alcanzándolo mientras la realidad de la situación se deslizaba en su lugar. —Oh, Dios mío… Ellie, lo siento. —Exhaló. Estaba al borde de las lágrimas. Estaban situadas allí, rogando que las dejara caer, pero las retuve con una sonrisa tensa. —Está bien —dije, moviendo la cabeza. Abrió más la boca, aunque no salió nada. Eso tenía sentido. ¿Qué más podría decir? Me llamó por su nombre. Mi mente daba vueltas mientras la vergüenza se adentraba en mis entrañas. Me sentí tonta, idiota incluso. ¿Era eso en lo que siempre pensaba cada vez que nos tocábamos? Cuando sus labios encontraban los míos, ¿estaba pensando en los de ella? Oh, Dios mío… Necesitaba una ducha. —Yo… —empezó, levantándose, pero negué. —Está bien, de verdad. Sin embargo, creo que deberíamos dar por terminada la noche —dije, agarrando la sábana de la cama y envolviéndola fuertemente alrededor de mi cuerpo—. Me voy a duchar aquí primero antes de irme a casa. Me sentía herida. Usada. Avergonzada. Parecía que tenía mucho que decir, pero sabía que nada podía arreglar este momento. No había palabras que pudieran curar mi humillación, así que simplemente recogió su ropa y se vistió. Mientras se alejaba, murmuró otra disculpa, pero ni siquiera pude responder a ella.

Cerré la puerta principal, me dirigí directamente a la ducha y me zambullí dentro, dejando que el agua me bañara. También subí la temperatura, dejando que me quemara un poco la piel. Quería quitarlo de mí. Quería que sus toques que no estaban hechos para mí desaparecieran. Quería que su sabor saliera de mi boca, quería que su nombre escapara de mi mente. El agua golpeó mi piel mientras entremezclaban con mis lágrimas.

las

gotas

de

agua

se

Supuse que eso era lo que pasaba con los sueños. El mayor problema con los sueños era el hecho de que un día, te veías forzado a despertar, y una vez despertabas del sueño, ya no podías volver al mundo imaginario que estabas creando. La realidad se imponía y eras dejada para enfrentar sola todas sus verdades.

—¿Te llamó por su nombre? —soltó Shay, perpleja, cuando me senté en el sofá con las rodillas contra mi pecho. —Sí. Bajó las cejas. —¿Después de que ustedes dos tuvieron…? —Sí. —Mierda. —Exhaló, aturdida—. Lo siento mucho, Ellie. No puedo ni imaginar lo difícil que fue para ti. —Bueno, acabo de llorar en la ducha. No es gran cosa —bromeé, pero Shay no se rió. No paraba de fruncir el ceño—. Estoy bien. Quiero decir, estamos bien, Greyson y yo. Estoy segura de que es algo que tenemos que superar juntos. Solo un bache. —Espera, ¿qué? Ellie, eso no es un bache. Es una luz roja. Es una señal de alto. Eso es un momento de “No pasas, no ganas”. No puedes pensar en serio que tú y Greyson aún son… algo. —¿Cómo podría no hacerlo? Se siente como si hubiéramos sido reunidos para esto, para que seamos un nosotros. —Pero no eres un nosotros —argumentó—. Eleanor… te llamó por el nombre de su esposa muerta. Eso solo tiene toxicidad escrito por todas partes. Me moví en mi asiento y negué. —No lo entiendes, hay algo entre Greyson y yo. Siempre ha habido esta cosa entre nosotros.

—Sí, lo sé, y créeme, estuve ahí para eso hasta el final, pero esto lo cambia todo. Mi estómago se revolvió mientras escuchaba sus palabras, y la ira comenzó a crecer más y más. —¡Tú fuiste la que me empujó hacia esa idea! Tú y tu charla de reality show. —Sí, lo sé, pero esto… esto es más que un contratiempo en las etapas iniciales de una nueva relación, Ellie. Esto no es saludable. Sé lo que sientes por Greyson. Lo sé desde que éramos niñas, lo entiendo, pero no está en un lugar donde pueda darte lo que te mereces. —Me lo merezco —repliqué—. Es el adecuado para mí. Lo sabía. Lo sabía en el fondo de mi alma. —Sí, lo sabes. Te mereces al completamente curado Greyson, no a quien es ahora mismo. Además, merece curarse completamente antes de que pueda aprender a entregarse de nuevo. No tomes sus pedazos rotos y los llames amor. Me levanté, irritada con ella. ¡¿Cómo pudo decir eso?! Fue la que insistió en esto. Era la que había sido tan ruidosa acerca de permitirme enamorarme de Greyson, y ahora estaba dando marcha atrás. Ahora estaba siendo realista. No necesitaba que fuera realista. Solo necesitaba que Greyson y yo estuviéramos bien. —Creo que fue un error que te lo dijera —comenté, agarrando mi bolso y yendo hacia su puerta—. Creo que necesito tomar un poco de aire. —Nunca es un error decirme algo, Ellie, y lo sabes. Lo siento si te he molestado, pero prefiero molestarte por amor que decirte lo que quieres oír. Te quiero, Ellie. Eres la persona más importante de mi vida, y eres digna de tener más que el amor mediocre de alguien. El mejor tipo de amor es el que llena completamente a uno, dejando seguridad, no dudas. Te lo mereces. Te mereces ser el todo de alguien. —Realmente creo que estamos destinados a serlo, Shay. —Lo sé, cariño. También lo creo, pero el hecho de que dos personas estén destinadas a estar juntas, no significa que tenga que suceder en este momento. A veces, las mejores historias de amor son las de los que esperaron. Dijo las palabras y me rompieron el corazón, porque sabía que tenía razón.

50 Eleanor

—¿A

hora solo nos estamos evitando el uno al otro? —preguntó Greyson cuando pasé por la puerta de su dormitorio después de acostar a Lorelai al final del día. Estaba desabrochando los gemelos de sus mangas mientras me miraba fijamente. Di algunos pasos hacia su habitación y me quedé parada en la puerta. —Lo siento, simplemente... —Respiré hondo—. No quería hacerte sentir incómodo. —¿Hacerme sentir incómodo? Ellie, te llamé por el nombre de otra mujer. Si alguien debería sentirse incómoda, deberías ser tú. Lo siento mucho. —Enrolló las mangas de su camisa y se sentó en el borde de su cama. Sus manos aferraron el borde de la cama y cada músculo de su brazo se volvió visible. Desearía que dejara de verse tanto como él mismo. Todavía era incapaz de eliminar el sabor de sus labios de mi mente y mientras más veía esos ojos grises, más quería que miraran hacia los míos. Negué, intentando mantenerme controlada. —No es tu culpa. No es culpa de nadie. De cualquier forma, tomamos mucho vino esa noche. Las cosas se salieron de control... Bajó su cabeza. —No estaba tan ebrio —susurró honestamente. Suspiro. Yo tampoco. Cuando esos ojos me miraron, cada mariposa regresó rápidamente. Separé mis labios ligeramente y me recordé respirar de vez en cuando. —Lo siento tanto, Ellie —dijo rápidamente—. No era mi intención que eso sucediera. Estoy horrorizando y fui tan idiota y no sé lo que está sucediendo entre nosotros... Quería presionarlo para que nos diera una oportunidad. Quería decirle que podíamos intentarlo de nuevo. Quería sostenerlo.

Besarlo. Tenerlo como mío. Pero también sabía que esos pensamientos eran egoístas e incorrectos. Tampoco quería lastimarlo de esa manera, porque sabía que todavía no estaba completamente sanado tras perderla. No era capaz de amar por completo y sabía que Shay tenía razón, aun cuando eso me ponía triste. El mejor tipo de amor es el que te llena por completo y Greyson no podía hacer eso por mí en este momento. Si todavía no podía tener todo su amor, no quería seguir enamorándome de alguien que no sería capaz de corresponderme. —Retrocedamos —le dije, acercándome hacia él y sentándome a su lado en la cama. Mis manos se aferraron al costado del colchón justo como las suyas y le dirigí un ligero asentimiento—. Regresemos a como era antes de esa noche. —Pero... —Me miró fijamente con tanto arrepentimiento que quise alejar la culpa de sus ojos. Necesitaba que supiera que entendía lo mucho que su alma estaba sufriendo. Greyson estaba en guerra consigo mismo, peleando para seguir adelante cuando todavía intentaba aferrarse al pasado. No estaba listo para dejarla ir, y tenía que respetar eso. Mi amor era paciente. Por él, esperaría para siempre. —Está bien, Grey. Lo juro, estoy bien. Estamos bien. Me mostró una media sonrisa y le mostré la otra mitad. —Dije en serio todo, Ellie, sobre cómo me siento por ti. Simplemente quiero que sepas que dije en serio todas esas palabras. También le creía. ¿Cómo podría no hacerlo? Era mi Grey. El primer chico en alguna vez dejar su marca en mí. —Sé que lo hiciste, pero no necesitas a una amante en este momento, Greyson. Necesitas a una amiga. Déjame ser eso. Déjame ser tu amiga. Aclaró su garganta y frotó su nuca. —No tienes ni idea de lo mucho que necesito eso, lo mucho que necesito una amiga. Lo sabía, porque también necesitaba uno. Nos necesitábamos el uno al otro, tal vez no labios contra labios, sino corazones contra corazones. Tal vez ambos necesitábamos a alguien para hablar en los días difíciles, que nos pudiera acercar hacia la luz. —No hablas sobre ella, ¿cierto? —No. —¿Porque no quieres hacerlo? Negó.

—No, porque la gente se cansa de la tristeza de una persona. Todos comienzan a seguir adelante y esperan que hagas lo mismo. Incliné mi cabeza y miré esos ojos grises que había amado hace tanto tiempo. —Cuéntame. —¿Qué te cuento? —Todo acerca de ella.

51 Eleanor

—¿O

ye, Eleanor? ¿Puedes venir a buscarme? — preguntó Karla cuando contesté al teléfono. Eran alrededor de las diez de la noche del sábado, y estaba más que confundida por su llamada. Claire y Jake estaban de viaje, así que Lorelai y Karla se quedaron en casa durante el fin de semana, lo que hacía el hecho que me llamara bastante extraño—. Por favor. — Lloró. Su voz era baja y temblorosa. Me enderecé en mi cama. —¿Qué quieres decir, ir a buscarte? —pregunté—. ¿No estás en tu habitación? —Lo estaba, pero yo, eh, me escapé para ir a una fiesta. Yo… — comenzó a sollozar—. Por favor, ven a buscarme, ¿de acuerdo? —¿Dónde estás? —cuestioné, saltando de mi cama y poniéndome unos vaqueros y una camiseta. Me apresuré a ponerme los zapatos, y agarré mi bolso y las llaves mientras me daba la dirección—. ¿Estás herida? ¿Estás bien? —Estoy bien, está bien. Solo… solo quiero irme a casa. —Comenzó a sollozar en el receptor y me rompió el corazón. —Voy en camino. Ya voy. —Simplemente no se lo digas a papá, ¿de acuerdo? Nunca volverá a confiar en mí —advirtió entre lágrimas. —Solo quédate allí, Karla, ¿de acuerdo? Estoy en camino —dije una vez más, tratando de darle toda la tranquilidad que pude por teléfono. Colgué el auricular y salí corriendo de la casa, y conduje directamente a casa de Greyson. Llamé al timbre varias veces hasta que respondió. Levantó una ceja. —¿Eleanor? ¿Qué pasa? —Es Karla. Está en una fiesta y tenemos que ir a buscarla. —¿Qué? No. Se fue a su habitación hace un tiempo —explicó, frotándose la nuca.

—No, me acaba de llamar. Se escapó hace un rato. —¡¿Qué?! —espetó, sus ojos se ampliaron por la sorpresa—. Voy a matarla —siseó, apresurándose a ponerse los zapatos. —Primero, asegurémonos de que está bien. Sonaba muy alterada por teléfono. Iré por Lorelai. —Está bien, nos vemos en el frente. Cuando agarré a Lorelai, estaba bostezando, preguntando qué estaba pasando, pero le dije que íbamos a dar un paseo rápido. Salimos y Greyson ya tenía el auto en marcha. Puse a Lorelai en su asiento del auto y la aseguré, luego salté al asiento del pasajero y cerré la puerta. —¿A dónde vamos? —preguntó Greyson con las manos apretando el volante—. ¿A dónde vamos? —repitió, su voz severa. Le di la dirección y condujo, sin decir una palabra. Vislumbré la ira en su tensa mandíbula y la forma en que agarraba el volante. El estrés que volaba por su mente. —Esta es la última vez que le doy un poco de responsabilidad — siseó por lo bajo—. Acaba de probar… —Greyson —dije en voz baja, colocando mi mano sobre su antebrazo—. Hay mucho tiempo para que te enojes. Pero en este momento, creo que solo va a necesitar que estés allí para ella. Parecía muy angustiada. Soltó un resoplido rápido y se quedó en silencio, sin decir una palabra más. Cuando llegamos al lugar que Karla me había dado, la encontramos sentada en la acera. Estaba encorvada, con los brazos alrededor de las piernas y la cabeza baja, balanceándose hacia adelante y hacia atrás. Lorelai estaba completamente despierta ahora, mirando por la ventana a su hermana. —¿Qué le pasa a Karla? —preguntó confundida. —Quédate aquí, Lorelai —ordenó Greyson mientras salíamos del auto. Nos acercamos a Karla y la miramos, y un fuerte hedor alcanzó nuestras narices a medida que nos acercábamos más y más. Había algunos líquidos sobre ella y lo que parecían trozos de basura, pegados a su ropa. —¿Karla? —susurré, y saltó, alarmada, como si alguien la atacara. —¡Déjame en paz! —gritó, con los ojos muy abiertos mientras miraba a su alrededor. Cuando se dio cuenta de que era yo, respiró hondo—. Eleanor. —Se puso de pie y luego vio a Greyson y sus ojos se llenaron de miedo—. ¿Le dijiste? ¡Te dije que no le dijeras! —Tenía que hacerlo, Karla, es tu padre.

Miró a Greyson y comenzó a temblar, como si supiera exactamente en cuántos problemas estaba metida. —Papá, mira, lo siento, ¿de acuerdo? —Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro mientras su pequeño cuerpo temblaba—. Sé que estás molesto y no volverás a confiar en mí nunca más, pero, mira, no lo entiendes. Nadie lo entiende. —¿Entender qué, Karla? —inquirí, porque Greyson estaba allí sin palabras, y ni siquiera estaba segura de qué emociones corrían por él. No podía decirlo por su postura. No podía decirlo por sus expresiones faciales. Simplemente parecía congelado en su lugar. —¡Estoy sola! —gritó, levantando las manos en el aire—. No tengo amigos, y todos me odian y se burlan de mí todos los días. Cada día es difícil y ustedes no lo entienden. ¡Nadie entiende! Solo pensé cuando mis viejos amigos me llamaron para pasar el rato que tal vez me estaban dejando volver a nuestro grupo de amigos, solo pensé, pensé, pe… —Sus palabras eran tan confusas y temblorosas que se volvieron más difíciles de entender mientras sollozaba sin parar—. Lo siento, papá, ¿de acuerdo? Lo siento. Lo siento, estoy… Antes de que pudiera continuar, antes de que pudiera pronunciar una disculpa más, Greyson intervino y la abrazó. La atrajo con tanta fuerza que no habría podido soltarlo si hubiera querido. Siguió diciendo las palabras lo siento a Greyson, y él la sostuvo muy fuerte. —Está bien, Karla. Estás bien, te tengo. —La sostuvo mientras sollozaba en sus brazos. —Nunca me vas a perdonar. —Lloró—. Sigo metiendo la pata. —Oye, oye, mírame. —Greyson se apartó de ella y se inclinó para mirarla a los ojos—. Eres mi hija. Siempre voy a estar aquí para ti. Eso solo la hizo llorar más y envolver sus brazos alrededor de él, enterrándose contra él. Mi corazón se estaba rompiendo por Karla. Ni siquiera podía comenzar a imaginarme por lo que estaba pasando. —Karla. ¿Qué pasó esta noche? —preguntó Greyson una vez que él y su hija finalmente se soltaron. Frotó su mano izquierda por su brazo derecho, que estaba cubierto por algún tipo de basura. —Missy me llamó y me preguntó si quería pasar el rato. Pensé que era una especie de broma porque pasó el año pasado ignorándome desde que comenzó a salir con Colton Stevens, un imbécil, y bueno, Colton dijo que no saldría con ella si salía con un bicho raro como yo. —¿Quién es Missy? —pregunté. —La antigua mejor amiga de Karla —respondió Greyson—. Sigue. ¿Te llamó y qué? —Bueno, ella y Colton vinieron y me recogieron, diciendo que querían compensarme por no hablar conmigo. Querían llevarme a una

fiesta en la casa de sus padres, ya que estaban fuera de la ciudad, así que después de convencerme, acepté ir. Entonces, llegué aquí y todos comenzaron a llamarme monstruo, y ellos… ellos… —Sus ojos se llenaron de lágrimas y se estremeció, claramente reviviendo lo que había sucedido—. Dijeron que mi rostro parecía basura, por lo que también debería oler así. Y todos comenzaron a tirarme cosas, y frotaron carne cruda y basura contra mí. Greyson estaba visiblemente lívido. Echó un vistazo a la casa. —Quédate aquí, Karla. —¿Qué? ¡No, papá! No puedes… —Dije que te quedes aquí —ordenó, marchando directamente a la casa donde se estaba celebrando la fiesta. Golpeó con el puño la puerta principal. Cuando un chico respondió, tenía una expresión arrogante en su rostro. —Uh, ¿sí? —dijo, mirando a Greyson. —¿Eres Colton? —preguntó Greyson—. ¿Esta es tu casa? —¿Sí? Greyson señaló a Karla. —¿Le hiciste eso a mi hija? Colton miró a Karla y luego se rió un poco. —No, creo que el árbol le hizo eso cuando se jodió el año pasado. Greyson se tensó y su mano formó un puño. En el momento en que lo vi, me apresuré hacia el porche y me interpuse entre los dos. —Greyson. Respira. —Sí, viejo. Podrías tener un ataque al corazón —comentó Colton, luciendo muy arrogante. También quería golpearlo—. Oigan, vean todos. Joroba llamó a su papá para que viniera a salvar el día. Huele tan mal como ella —bromeó, mirando hacia su casa y haciendo reír a sus amigos. —Escucha, pequeña mierda —siseó Greyson, sus manos estaban más apretadas que nunca—. Si alguna vez vuelves a acercarte a mi hija, o dices una mierda sobre ella, voy a… —¿Vas a qué? ¿Patearme el culo? Noticia de última hora, viejo, tengo diecisiete años. Si me pones una mano encima, llamaré a la policía. No puedes golpear a un menor. No soy estúpido. —Vamos a averiguarlo —dijo Greyson, retirando su puño, pero lo atrapé en el aire. —Greyson, no quieres hacer esto —le susurré. —Confía en mí, sí quiero —discutió, sus ojos se clavaron en Colton como si estuviera a segundos de cometer asesinato. —Greyson, mírame —ordené. —No.

—Greyson, mírame —exigí una vez más. —No. —Tensó su brazo aún más, y pude sentir la intensidad corriendo por sus venas. —¡Grey! —Puse mi mano en su mejilla y lo forcé a mirarme. Nos miramos a los ojos y bajé la voz, sintiendo escalofríos sobre mí mientras miraba sus ojos ardientes—. Este no eres tú. Este no eres tú —dije en voz baja. La fuerza de su brazo comenzó a relajarse y empezó a bajarlo justo cuando Colton decidió volver a hablar. —Sí, ¿y qué tal si sales de mi porche y te duchas? Hueles como tu asquerosa hija —resopló Colton. Por el amor de Dios, era como si este pequeño idiota quisiera que le patearan el culo. La fuerza de Greyson resurgió cuando las palabras de Colton alcanzaron sus oídos, la ira instantánea aumentó una vez más en cada centímetro de su cuerpo. Estaba tan tenso que no estaba segura de poder sostener su brazo mucho más tiempo, pero afortunadamente, no tuve que hacerlo. Lorelai pasó junto a mí, con alas de mariposa en su espalda, y pateó en el aire, justo entre las piernas de Colton. —¡Deja a mi hermana en paz, pequeña perra! —gritó Lorelai, pateando a Colton directamente en sus partes privadas. El brazo de Greyson cayó cuando nuestras prácticamente golpearon el suelo con conmoción.

mandíbulas

Dios mío, Lorelai acaba de patearle el culo a un chico de diecisiete años. Nunca había estado tan orgullosa en mi vida. Colton tropezó, aullando mientras colocaba las manos sobre su entrepierna. —¡Oh, Dios mío! —gritó, gimiendo de dolor—. ¡¿Qué demonios?! —¡Oigan! ¡A Colton acaba de patearle el culo una niña! —aulló un chico, y todos comenzaron a reírse. Greyson se inclinó hacia el chico lloriqueando y lo empujó con un zapato. —Como dije. Deja a mi hija en paz. O mi otra hija volverá a hacer eso. Solo que más duro. —Se volvió hacia Lorelai y yo—. Venga, chicas. Vámonos. Nos dirigimos de regreso al auto y todos subimos al interior. Antes de poner el auto en marcha, Greyson sacó su teléfono. —¿Qué estás haciendo? —le preguntó Karla con cansancio. —Llamo a la estación de policía para denunciar una queja por ruido —dijo con naturalidad. Cuando la llamada fue atendida, Greyson se aclaró la garganta—. ¿Hola? Hola. Llamo para poner una queja por ruido en 1143 W Shore Street. Parece que se está celebrando una fiesta,

y estoy bastante seguro de que hay menores consumiendo alcohol. Gracias. Colgó el teléfono, y cuando volví a mirar a las chicas, noté que había una pequeña sonrisa en el rostro de Karla. —Gracias, papá —susurró. —Siempre, Karla —respondió. Se dio la vuelta para mirarla, le puso una mano en la rodilla y la apretó suavemente—. Siempre. —¿Por qué huele a pedos aquí? —gritó Lorelai, haciéndonos reír un poco. —Vayamos a casa a ducharnos —dijo Greyson—. Pero primero, Lorelai, estoy muy orgulloso de ti por defender a tu hermana, pero en el futuro, no pateemos a la gente. Y no podemos llamar a las personas con esos nombres, ¿de acuerdo? —Pero, papi, era una pequeña perra —insistió. —¿Dónde aprendiste esas palabras? —preguntó, desconcertado. No digas por mí, no digas por mí. —Eleanor se lo dijo a la madre de Caroline, pero dijo que no te lo dijera porque podrías despedirla —explicó. Qué traidora. Tuve que girar la cabeza para evitar que me viera riendo. Greyson me miró con una sonrisa antes de volver a poner su voz adulta. —Sí, pero no es amable ni apropiado. Especialmente para una chica de tu edad. —¿Qué parte no es amable? ¿Pequeña o perra? —preguntó, realmente confundida. —La segunda parte —le dijo. —¿Entonces perra? —cuestionó. Karla comenzó a reírse. —Sí, Lorelai. No digas eso. Pero gracias por apoyarme. —Siempre te apoyaré, Karla. Eres mi mejor amiga. Me di cuenta de que Karla sonreía por el comentario de Lorelai y susurró: —También eres mi mejor amiga, niña. Condujimos a casa en silencio, aparte de que Lorelai mencionara el olor, y cuando llegamos a la casa, todos salimos del auto. Estaba planeando volver a acostar a Lorelai mientras Greyson y Karla se duchaban. Mientras caminábamos, nuestros pasos se detuvieron cuando Greyson habló detrás de nosotras. —Te debo una disculpa —dijo, haciéndonos girar para mirar en su dirección.

Sus hombros estaban encorvados mientras se pasaba la mano por la boca, y sus ojos estaban clavados en Karla. —¿Qué? —preguntó Karla. —Te decepcioné, y por eso, te debo una disculpa. —Papá… soy la que se escapó sin decírtelo. —Karla se frotó el hombro, balanceándose nerviosamente—. Si alguien lo siente, debería ser yo. Greyson negó. —No, no he estado aquí para ti el año pasado. Me desentendí y caí en el trabajo solo para evitar enfrentar el hecho de lo que te quité. Lo que nos quité a todos. Y lo siento, Karla. Si hubiera estado cerca, tal vez esta noche no hubiera sucedido. Tal vez no te hubieras sentido abandonada o sola… yo, eh, sé que no me perdonarás de inmediato. La verdad es que no merezco tu perdón. Pero quiero que sepas que estoy aquí ahora. ¿Bien? Lo arruiné y te abandoné, abandoné a esta familia y lo siento, pero estoy aquí. Así que, incluso cuando te sientas sola, solo quiero que sepas que no estás sola. Estoy aquí, Karla. He regresado y no te dejaré de nuevo. Karla parecía no saber cómo reaccionar. Se mordió el labio inferior y envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo. —Te odié, sabes. Por irte. —Sollozó y se limpió los ojos con el dorso de la mano—. Te necesitaba y no estabas aquí. Caminó hacia ella, asintiendo. —Lo sé. No puedo cambiar los errores que cometí, pero te prometo que a partir de ahora pasaré cada día tratando de compensarte. Todavía parecía insegura mientras miraba hacia el suelo, su figura temblaba ligeramente. —¿Lo prometes, prometes? —preguntó, mirando hacia su padre—. ¿No vas a seguir trabajando todo el tiempo? Extendió su dedo meñique hacia ella. —Promesa de meñique —susurró. Mi corazón casi explotó cuando Karla se acercó a su padre y tomó su meñique. Greyson asintió hacia Lorelai y le tendió el otro meñique hacia ella. —Tú también, Lorelai. Se apresuró hacia él y enlazó sus meñiques con su padre y su hermana, haciendo un pequeño círculo. —¿Qué pasa con Eleanor, papi? —preguntó, mirando hacia mí. Todos se volvieron hacia mí y retrocedí, sintiéndome completamente fuera de lugar. Ese era su momento familiar, y de alguna manera, me estaba entrometiendo solo por estar allí.

—Oh, no, Lorelai. Creo que es solo una promesa de meñique de familia. Karla me dio una sonrisa a medias y se encogió ligeramente de hombros cuando apartó la mano de Lorelai y me tendió el dedo meñique. Mis emociones comenzaron a acumularse por el pequeño gesto, y Karla suspiró. —Lo juro por Dios, Eleanor, si empiezas a llorar, quitaré el meñique —advirtió. —Lo siento. —Me reí, secándome los ojos y corriendo hacia el círculo. Uní mis meñiques con Lorelai y Karla, y todos nos sujetamos mientras Greyson hablaba. —A partir de este momento, trabajamos como una unidad, ¿de acuerdo? Somos un equipo y estamos ahí el uno para el otro todo el tiempo. Superando cualquier dificultad. Si caemos, caemos juntos. Si nos rompemos, nos rompemos como uno. Eso es lo que somos. Esa es nuestra promesa. ¿Promesa? —preguntó. —Promesa —respondió Lorelai. —Promesa —repitió Karla. Greyson me miró con esos ojos que me curaron, y solté un suspiro tranquilo. —Promesa.

Esa noche, después de volver a acostar a Lorelai, me detuve en la habitación de Karla, solo para ver cómo estaba. Estaba sentada en el borde de la cama, secándose el cabello con una mirada muy sombría en el rostro. —Hola, ¿estás bien? —cuestioné, tocando ligeramente su puerta y haciéndola alzar la mirada. —Te sorprendería lo difícil que es eliminar el olor a pescado de tu cabello —se quejó. —Karla, lo que esos chicos te hicieron fue más que perturbador. Sé que tu padre va a hablar con el director por la mañana, pero, ¿hay algo que pueda hacer ahora? ¿Puedo hacer algo por ti? Dudó un minuto antes de negar. —No. Estoy bien. —Está bien, bueno, si necesitas algo, házmelo saber. Tienes mi número y puedes despertarme en cualquier momento. Estoy aquí para ti. Su labio inferior se retorció un poco.

—Gracias, Eleanor. —Siempre. —No solo estás fingiendo porque es tu trabajo, ¿verdad? De hecho, realmente te preocupas por nosotros, ¿eh? Me reí. —Más de lo que sabes. Intenta dormir algo. —Lo haré. ¿Y Eleanor? —¿Sí? —Gracias —dijo, pasándose la mano por el cabello—. Ya sabes, por traer a mi papá contigo para que me recogiera. Realmente lo necesitaba allí. Los necesitaba a los dos. Mis ojos se llenaron de lágrimas. —¿Puedo darte un abrazo? —No, probablemente no —respondió rotundamente. Oh, bien entonces. Eso parecía correcto.

—Hola, ¿cómo estás? —pregunté, revisando al último miembro de la familia. Greyson estaba sentado en su cama con las manos apretadas alrededor del borde del colchón. Su pie golpeaba repetidamente mientras miraba el suelo alfombrado. Me miró con tanta emoción en sus ojos. —Está sola —susurró antes de volver a mirar al suelo—. Está sola, Ellie. Suspiré entrando a su habitación, cerrando la puerta. Sus pensamientos probablemente giraban con todo lo que sucedió esa noche. ¿Cómo no? Su hija fue atacada, maltratada, menospreciada. Todo porque estaba sola. Me senté a su lado y noté que sus hombros estaban encorvados. Conocía su aspecto muy bien. Reconocía cuando se estaba golpeando a sí mismo. Reconocía cuando el mundo era demasiado pesado sobre sus hombros. Reconocía cuando estaba pensando lo peor. —No es tu culpa, Grey —prometí, pero se tensó como si no me creyera. —Si hubiera estado aquí, no habría estado sola. Si no la hubiera abandonado, esto no habría sucedido. Si mis ojos se hubieran quedado en el camino…

No podía calmar su mente. No podía escuchar nada excepto sus creencias rápidas y defectuosas, por lo que no estaba segura de que alguna palabra lo ayudara. —¿Qué necesitas de mí? —cuestioné colocando una mano de consuelo en su pierna—. ¿Que necesitas que haga? Volvió la cabeza hacia mí mientras las lágrimas corrían por su rostro. Sus labios se separaron lentamente. Su voz era tan baja y quebrada que no estaba segura de haberla escuchado. —Quédate. —Exhaló—. Solo necesito que te quedes. Entonces, hice exactamente eso. Nos acostamos en la cama, uno frente al otro. No nos estábamos tocando, pero juro que lo sentía. Sentí los latidos de su corazón. Cuando sufría, mi corazón lloraba. Cuando tenía dolor, mis ojos eran los que lloraban. Así de cerca estábamos los dos. Nuestra historia de amor era mucho más que un cuento romántico. Nuestra historia era sobre la amistad. Sobre la familia. Sobre cuidar a los que siempre te cuidaron. Su alma nació para ser amada por la mía. Nos quedamos dormidos, y cada vez que se despertaba por los terrores nocturnos, estaba allí para calmarlo. Lo abracé con fuerza mientras sufría con empatía por su hija. Necesitaba que supiera que estaba bien romperse. Desmoronarse. Derrumbarse y llorar. Entonces, cuando llegara el momento de volver a ponerse de pie, si alguna vez necesitaba una mano, siempre le daría la mía. —Sigo aquí, Grey —susurré mientras su cabeza descansaba contra la curva de mi cuello. Sigo aquí.

52 Greyson

—¡P

apá, despierta! Es de día y la abuela siempre nos hace panqueques de chocolate los domingos por la mañana. —Lorelai entró en mi habitación, bostezando. Estaba exhausto, y podría haber dormido fácilmente unas horas más. Pero Lorelai siguió hablando y sus siguientes palabras me obligaron a abrir los ojos—. ¿Por qué Eleanor está en tu cama, papá? Mis ojos se abrieron de par en par y miré a mi izquierda, donde Eleanor aún estaba profundamente dormida. Mi brazo estaba envuelto debajo de su cuerpo, y cuando me senté un poco, se movió. —Lorelai, ¿qué te dije? Solo deja que papá duer... ¿Qué demonios? —murmuró una voz, y supe que no salió de la boca de Lorelai. Karla estaba en la puerta detrás de su hermana pequeña, pero ambas tenían expresiones muy diferentes. Lorelai se quedó allí con asombro mientras Karla mostraba la mirada de traición más grande. —¿Eleanor y tú? —exhaló en voz baja, aturdida. —No, no es lo que parece —grité, apartando mi brazo del cuerpo de Eleanor—. Eleanor, levántate —dije, empujando su brazo. Se agitó un poco más antes de despertarse, y en el momento en que notó donde estaba, en el momento en que vio a las niñas, el pánico llenó sus ojos. Las lágrimas llenaron los ojos de Karla y repitió: —¡Oh, Dios mío! ¡¿Eleanor y tú?! —siseó, esta vez enojada—. ¿Cómo pudiste? —me presionó—. ¿Cómo pudiste hacerle eso a mamá? —gritó antes de salir corriendo hacia su cuarto. —Mierda —murmuré, levantándome de la cama. Lorelai me miró tan perpleja. —¿Qué le hiciste a mamá, papá? —me preguntó, rascándose la cabeza. —Nada, te lo explicaré más tarde. Quédate aquí. Corrí hacia la puerta de Karla, que ya estaba cerrada y bloqueada por su cuerpo. Cada vez que intentaba abrirla, ella la cerraba. —¡Vete! —gritó, y pude oír la angustia en su voz. Puse mis puños contra el marco de la puerta.

—Karla... no es lo que piensas —intenté prometer. —Oh, ¿así que no estabas acurrucado en la cama con la maldita niñera? —gritó. Bueno, está bien. Era lo que pensaba. Eleanor se acercó, poniendo su cabello detrás de sus orejas. Me miró con el ceño fruncido y luego golpeó ligeramente la puerta de Karla. —¿Karla? Soy yo, Eleanor. —¡Vete, puta! —espetó. Abrí los labios para disciplinar las palabras de Karla, pero Eleanor levantó la mano y me detuvo. Volvió a hablar. —Karla, sé lo que estás pensando, pero... —¡Eres una mentirosa! ¡Todo lo que haces es mentir! Dijiste que realmente te preocupabas por mí, pero solo intentabas llegar a mi padre. No te importamos ni Lorelai ni yo. —Eso no es verdad. —Eleanor suspiró. La puerta se abrió y el rostro de Karla estaba cubierto de lágrimas. Se cruzó de brazos y exhaló pesadamente. —Mírame a los ojos, entonces. Si no eres una mentirosa, mírame a los ojos y dime que no se han acostado desde que empezaste a trabajar aquí. Nuestras bocas se abrieron, y Karla empezó a temblar más al empujar la puerta para cerrarla. —¡Solo váyanse! Los odio. Los odio. Los odio... Ambos dejamos de intentar abrir la puerta, porque éramos culpables. Yo más que Eleanor. Lo había jodido. —Tal vez deberías irte por un rato —le dije a Eleanor, incapaz de mirarla, pero ya podía imaginarme el dolor que había en sus ojos—. Deberíamos darle tiempo para que se calme. —Si está bien, me gustaría esperar en la casa de invitados unas horas, solo para ver si puedo hablar con ella más tarde y explicarle. —Sí, por supuesto. Eleanor asintió lentamente, y puso una mano reconfortante en mi hombro, pero aun así, no pude girarme para verla. —Ven a mí si necesitas algo, Grey —susurró antes de irse. Puse mis manos contra la puerta cuando mi frente cayó contra ella y cerré los ojos. —Lo siento, Karla —dije en voz baja—. Lo siento, lo siento...

Respiraciones profundas. Latidos erráticos. Lo siento.

53 Greyson

—S

e ha ido. —Exhalé después de golpear con el puño la puerta de la casa de invitados. Eleanor se paró allí con una mirada de preocupación. Mi mente estaba girando y no tenía ninguna herramienta para reducir la velocidad a la que mis pensamientos estaban pasando por mi mente—. Acabo de ir a verla, ver si estaba lista para hablar, y había desaparecido. Los ojos de Eleanor se ensancharon con preocupación, lo que solo me asustó más. Su mano se posó en mi antebrazo y dejó salir una exhalación. —Está bien, de acuerdo. No te preocupes, la encontraremos. Así que, ¿a dónde iría? Podemos ir a buscarla. ¿Cuáles son algunos de sus lugares favoritos? —preguntó. —No sé, no sé a dónde iría. Estaba tan molesta que podría estar en cualquier parte —dije, paseándome de un lado a otro, pasando las manos por mi cabello—. Todo esto es culpa mía. Provoqué esto. La hice huir —murmuré, desmoronándome segundo a segundo. Necesitaba a Eleanor, porque no podía evitar volverme loco. Mis pensamientos escapaban de mí, y cada uno de los que venía se sentía peor que el anterior. Necesitaba que me asegurara que todo saldría bien. Dio un paso atrás y entrecerró los ojos. —Bien, ¿a dónde iría si me sintiera traicionada? ¿A dónde iría si me sintiera perdida? ¿A dónde iría? ¿Qué haría? ¿A quién me dirigiría...? —Se detuvo y comprendió, golpeando su frente—. Mi mamá. Iría con mi madre. Eso es probablemente lo que haría. Ella iría con su madre. —¿Qué quieres decir? —cuestioné, deteniéndome para levantar una ceja. —Cuando estoy perdida y confundida y en mi peor momento, siempre voy a Laurie Lake, porque allí es donde mi mamá está en mi corazón. Allí es a donde iría. Iría a ver a mi madre. Las piezas encajaron en mi mente. —El cementerio —espeté—. ¿Puedes cuidar a Lorelai? —Por supuesto. Vete. Llámame si necesitas algo. —De acuerdo, gracias —dije apresurándome a bajar las escaleras.

—¿Y Grey? —llamó. —¿Sí? —Respira.

Sé que dijo que respirara, pero no había respirado desde que fui al cementerio. Mis pensamientos estaban rodeados de miedo. Mi garganta estaba apretada, y tomó todo dentro de mí para evitar desmoronarme en ese mismo instante. El pasado seguía destellando en mi mente, recuerdos que pasaban a primer plano en mi mente. Me obligué a pararme y fui a ver a Lorelai. Aunque lloraba, parecía estar bien. Luego, fui a buscar a su hermana. Me apresuré a través de la lluvia cegadora en busca de mi hija. “¡Karla! —llamé una vez, dos veces, un millón de veces. No hubo respuesta, no se escuchó nada. Los pensamientos que pasaban por mi cabeza no eran bienvenidos, y tuve que hacer todo lo posible para no desmoronarme”. —No —murmuré para mí—. Está bien. Está bien. Está bien — repetí una y otra vez. Estaba bien. Tenía que estar bien, porque si no lo estaba, no sabría lo que haría. Mis ojos se nublaron, pero parpadeé para alejar mis emociones. No derramaría ni una lágrima hasta que estuviera conmigo. No me desmoronaría antes de saber que se encontraba bien. Estacioné el auto y corrí por el cementerio. Cuanto más me acercaba, más me preocupaba. Había una pequeña figura tendida frente a la lápida de Nicole. Mi corazón dolió mientras me movía más rápido, corriendo por el espacio, rezando a Dios para que estuviera bien. Pero se veía tan quieta, tan pequeña... Cuando giré a mi derecha, la vi. Una pequeña figura tendida frente a dos árboles. Parecía tan pequeña, e inmóvil. Muy inmóvil. La inmovilidad fue lo que más me asustó. —Karla —grité—. ¡Karla! —Lloré. En el momento en que su cuerpo se movió, un suspiro de alivio me golpeó. Seguí corriendo, cada vez más rápido, corriendo a buscarla. —¿Papá? —preguntó, girando hacia mí.

Me desplomé en el suelo en el momento en que llegué a ella, atrayéndola hacia mí, sosteniéndola tan cerca que podía oír sus latidos. Tan cerca que estaba seguro de que no había forma de estar más cerca. —¿Qué haces aquí? —gritó, alejándose de mí. Sus ojos estaban inyectados en sangre por el llanto, y toqué con mis manos su rostro. Sentí cada centímetro de su cabeza. Toqué cada centímetro de ella, asegurándome de que estuviera bien. —Kar... —No pude hablar en el momento en que sentí su bolsillo. Fui a alcanzarlo, y mi corazón se partió por la mitad cuando saqué un frasco de sus píldoras recetadas y las miré fijamente en mi mano. Entonces miré a Karla. Su cuerpo comenzó a estremecerse. Sus labios temblaron. Mi corazón se rompió. —¿Qué haces con esto, Karla? —pregunté en voz baja, muy baja para que no pudiera oír el miedo alimentando mi alma. —Papá... —Karla. ¿Qué ibas a hacer con estas pastillas? —pregunté de nuevo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y un torrente de emociones se derramó de ella cuando comenzó a sollozar incontrolablemente en las palmas de sus manos. —¡Odio esto! —gritó—. Odio todo esto. Odio ser yo. Odio estar sola. Odio lo mucho que extraño a mamá. Odio lo difícil que es todo. Me odio tanto, papá. Odio este mundo. No iba a hacerlo, papá. Lo prometo, no iba a hacerlo. Solo... —Sus palabras se volvieron confusas, y cada pedazo de mí se rompió al ver a mi hija desmoronarse—. Estoy cansada, papá. Estoy cansada. La envolví fuertemente en mis brazos y me aferré por mi vida. —Te tengo, Karla. Te tengo. Solo tú, Lorelai y yo, ¿de acuerdo? De ahora en adelante. —¿Solo nosotros tres? —preguntó con asombro en sus ojos. —Sí. Solo nosotros tres. No hay nadie, y quiero decir nadie, más importante para mí que tu hermana y tú. Son mi mundo, Karla. Son mi único y completo mundo. Lo decía desde lo más profundo de mi alma. Renunciaría a mi mundo por mis hijas. Renunciaría a todo si eso significara que sus corazones estarían bien.

54 Eleanor

M

ás tarde esa noche, Greyson llamó a la puerta principal de la casa de invitados. Esperé allí hasta que supe que Karla estaba bien, no había manera de que pudiera conducir a casa sin saberlo. Cuando abrí la puerta, envolví mis brazos con fuerza alrededor de mi cuerpo. —Hola, ¿está bien? —Sí y no —comentó, mirando hacia el suelo—. Claire está con ella ahora mismo, y estamos buscando algunos centros de tratamiento para su salud mental. Ella, eh... —tragó con fuerza—, tenía un frasco de pastillas, Ellie. No tomó ninguna, pero creo que lo pensó. Resulta que unos matones de la escuela le dijeron que se suicidara. —Oh, Dios mío, Grey... —No podía entender cómo la gente podía ser tan cruel. ¿Dónde aprendieron los humanos a ser tan oscuros? ¿Cómo era posible que esas palabras salieran de los labios de alguien? —Todo por lo que ha pasado, además de vernos a ti y a mí juntos, creo que ese fue su punto de ruptura. No puedo tenerla luchando más, Ellie, por eso te estoy preguntando si podrías... —Está bien —interrumpí—. Sé que no es bueno para su salud que yo esté aquí, así que encontraré un nuevo lugar para trabajar, Grey. —Solo quiero que sepas que todo esto era más que un trabajo, Ellie... eras más que la niñera. —Lo sé, pero está bien. Karla es lo que más importa. Cuando perdí a mi mamá, había una gran cosa que me mantenía en pie cada día, y estoy segura de que también salvará a Karla de ahogarse. —¿Y qué es eso? —Tú. Fuiste tú, Greyson. ¿Y quién sabe? Tal vez esto es lo nuestro. Tal vez nos reunimos cuando más nos necesitamos, y luego seguimos adelante. —Sí, tal vez. Hubo momentos en los que pensé que podríamos volver a ser nosotros. Pero más que nosotros. Un nuevo tipo de nosotros donde estar juntos sería nuestra normalidad. Sonreí. —Sí, yo también. —Sueña un pequeño sueño conmigo.

—Pero la verdad es que no estoy bien porque no puedo estar bien si mis hijas no lo están. Honestamente, no sé cuándo estaremos bien, pero estoy trabajando en ello, Ellie. Estoy trabajando para reunir a mi familia. Y luego, quiero encontrarte de nuevo. Mi cuerpo comenzó a temblar cuando dijo esas palabras. —Grey... Negó y me miró. —Mi mundo es mejor contigo en él. Solo necesito que lo sepas. No puedo ser lo que te mereces ahora mismo, pero te prometo por mi corazón que trabajaré para convertirme en el hombre digno de amarte. Porque al final del día, eres quien quiero que duerma a mi lado. Eres con quien quiero despertar cada mañana. Ahora sé que no es justo que te pida que esperes, pero... —Estoy aquí, Greyson —interrumpí—. Estoy aquí, esperando. He pasado quince años soñando contigo —bromeé—. ¿Qué es un poco más de tiempo? —¿Así que este es el momento en que nos despedimos de nuevo? —preguntó—. Siento como si siempre nos estuviéramos despidiendo después de decir hola. —Sin despedidas, solo hasta que nos volvamos a ver. Hasta entonces, ¿podemos seguir en contacto? ¿Por correo electrónico? —Sí, por supuesto. O puedes llamarme, o lo que sea. Siempre estoy aquí para ti, Ellie, incluso cuando no puedo estar físicamente. Se acercó y me rodeó con sus brazos. Caí en él de la misma manera en que siempre lo hacía, sin esfuerzo. Nuestras frentes se tocaron, y respiramos juntos. En ese instante, nuestro momento era el adecuado. Él estaba allí, y yo estaba allí, y nosotros éramos uno. Cerré los ojos y traté de domar los latidos de mi corazón. Estábamos tan cerca que juro que sentí sus labios rozando los míos. Dijo en voz baja: —Quiero besarte, pero no puedo. Ahora no. Todavía no. Pero necesito que sepas que la próxima vez que te bese... —sus respiraciones bailaban contra mi piel mientras sus palabras se derramaban en mi alma—, será para siempre.

Después de ver todo lo que se desarrolló con Greyson y su familia, supe que tenía que hacer mi propio viaje. Mientras Greyson trabajaba duro para arreglar su unidad, sentí como si finalmente fuera el momento de arreglar la mía.

Hice las maletas para ir a Florida a ver a mi padre. Ni siquiera le había dicho que iría, porque si lo hacía estaba segura de que inventaría excusas para no verme. Pero antes de ir al aeropuerto, hice una parada importante. Me llevó un tiempo encontrar la lápida, pero cuando lo hice, respiré profundamente antes de hablar. Sostuve el ramo de rosas en mi mano mientras permanecía inmóvil. —Hola, Nicole. Sé que no me conoces, pero me llamo Eleanor y estoy enamorada de tu familia. Cada parte de ellos es amada por mí, pero no podré cuidarlos por un tiempo. Así que, quería pasar por aquí para pedir un poco de ayuda. ¿Puedes seguir cuidándolos? Estoy preocupada por Karla, pero sé que si su madre la está cuidando, entonces estará bien, porque eso es lo que hacen las madres: hacer que todo esté bien. Así que, por favor, mantén un ojo en su corazón, porque sé que es un corazón muy importante para tener en este mundo. Este mundo necesita a Karla, así que si pudieras envolverla con tu luz, te lo agradecería mucho. »Además, gracias por mantener tus conversaciones con Lorelai. Te quiere más de lo que nunca sabrás. Por último, si pudieras cuidar a Greyson por mí, sería genial. Sé que hay partes de él que probablemente piensas que necesita dejar ir para que estemos juntos, pero no creo que eso sea cierto en absoluto. Le mostraste un amor que lo hizo el hombre que es hoy, lo cual es algo hermoso de ver. Es gracias a ti que Greyson es fuerte, así que, por favor, quédate con él. Protégelos a todos por mí, Nicole, y sé que sentirán tu amor en el viento. Dejé las flores sobre su tumba, y le di las gracias una vez más. —Oh, y si ves a mi madre, ¿puedes decirle que la quiero? — pregunté—. Y no importa lo que pase, siempre estoy aquí para ella. Mientras hablaba con un ángel sobre otro, una libélula pasó danzando a mi lado, y juro que los pedazos rotos de mi alma comenzaron a sanar lentamente.

55 Eleanor

D

espués de aterrizar en Florida, sentí un nudo gigante en mi estómago mientras recogía mi auto de alquiler. Hace más de un año que no veía a mi padre y no sabía qué esperar. Sin embargo, cuando llegué a la casa y avancé por el porche delantero, mi corazón se rompió instantáneamente. —Eleanor —murmuró papá, asombrado de verme allí. Parecía destrozado, como si no se hubiera duchado en días. Su cabello era salvaje, su barba no estaba recortada, y había engordado un poco desde la última vez—. Hola. ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? Miré más allá de él y vi que su casa estaba destrozada. Envolturas de comida chatarra cubrían la mesa de café, y había ropa tirada por todas partes. Levanté una ceja. —¿Tú estás bien? Se movió un poco, intentando bloquear mi vista, pero ya había visto todo lo que necesitaba. Empezó a toser en la palma de su mano, y juro que sonó como si fuera a perder un pulmón en cualquier momento. —Estoy bien, estoy bien. Simplemente saliendo adelante día a día —dijo, rascándose la nuca. Sus ojos parecían huecos. Se veía un poco pálido. Y triste. Se veía tan triste. Pero eso no era nada nuevo. Mi padre había estado triste durante los últimos dieciséis años. Era su nueva normalidad. —¿Puedo entrar? —pregunté, dando un paso al frente. Hizo una mueca y bloqueó mi entrada. —Es un desastre aquí, Eleanor. Tal vez podamos salir a comer algo. —Estaba avergonzado, pero no me importaba. Era su hija, y lo quería. Lo que sea por lo que estaba pasando, podía ayudarlo. —Déjame entrar, papá. Te ayudaré a arreglar el lugar. Además, esperaba quedarme aquí unos días antes de volver a casa. Solo para que podamos ponernos al día. —¿Oh? Bueno, no sé. Ojalá me lo hubieras dicho, Eleanor.

—Papá. Déjame entrar. Negó. —Es malo... —Papá —discutí—. Déjame entrar. —Lo empujé para pasar y entré en la casa para ver que era un millón de veces peor que cuando solo me asomé. Había basura por todas partes. Migas de comida en la alfombra. Latas de refrescos vacías, botellas de licor, recipientes de galletas. Envolturas de todo tipo. Su ropa estaba arrojada en una pila de basura en la esquina de la sala de estar, y el fregadero de la cocina estaba repleto de platos. Había visto a mi padre en algunos de los momentos más bajos de su vida, pero nunca así. Vivía en la inmundicia, y era casi como si no le importara. Empezó a moverse, desorientado por mi llegada.

recogiendo

cosas,

obviamente

muy

—No siempre es así —mintió—. Las cosas han estado un poco locas últimamente —murmuró. —No puedes vivir así, papá —dije, aturdida—. Te mereces más que esto. Se encogió. —No empieces, Eleanor. Apareciste sin avisar. No tuve oportunidad de ordenar. —¡Nunca debería haber sido tan malo! Y mírate... papá... ¿has estado tomando tu medicina? Hizo una mueca. —Estoy bien, Eleanor. No necesito que vengas aquí y me menosprecies por mis decisiones. —No estoy tratando de menospreciarte, papá. Honestamente, solo estoy preocupada. Esto no es saludable, y te ves más débil que la última vez que te vi. Solo quiero ayudarte. Ahora su vergüenza se estaba convirtiendo en ira. —¡No te pedí ayuda! No necesito tu ayuda. Estoy bien. —No, no lo estás. Estás roto, y lo has estado durante años. —¿Ves? Por eso no me gusta que me visites. Es por eso que el que viviéramos juntos no funcionó. Siempre terminas señalando mis defectos. —¡Papá, eso no es lo que estoy haciendo! Solo digo que estoy preocupada. —Sí, bueno, deja de preocuparte. No necesito tu lástima. —No es lástima, es amor. Te quiero, papá, y quiero que estés lo mejor posible.

No dijo que también me quería. Eso siempre dolía. Bajó la cabeza y se rascó la nuca. No me miraba muy a menudo, y estaba casi segura de que era porque me parecía a mamá. Tal vez era muy difícil para él enfrentarme. Tal vez eso hacía que sus heridas dolieran demasiado. —Tal vez es mejor que no te quedes aquí. No estoy muy bien ahora mismo, y simplemente no quiero que te sientas mal por quien soy, ¿de acuerdo? Tal vez es mejor que te vayas, Eleanor. Me despidió. Sin siquiera mirarme a los ojos. Me alejó y me dijo que me fuera, y eso fue todo. Todo el vuelo de regreso a Illinois, lloré. Sollocé con miedo por él. Con preocupación. Con el corazón roto. Y luego le recé a mamá para que lo cuidara, porque estaba segura de que no había nada que pudiera hacer para que volviera a mí.

Cuando regresé a Illinois, empecé a buscar un nuevo trabajo. Estaba recogiendo los pedazos de mi corazón roto, y aprendiendo a enseñarles a latir por su cuenta otra vez. De vez en cuando pensaba en mi padre y en Greyson. Pensaba en sus corazones, y esperaba que siguieran latiendo por su cuenta. Hice lo único que realmente podía hacer por los dos debido a las aguas turbias por las que todos estábamos flotando: los amé desde la distancia.

56 Greyson

L

a extrañaba.

Extrañaba a Eleanor cada día desde que se había ido, pero hice todo lo posible por seguir adelante por mis niñas. Eran mi interés principal, y hasta que todo estuviera bien con ellas, no podía pensar en nada o nadie más. Eleanor a menudo corría libremente por mi mente, y permitía que sucediera. A decir verdad, pensar en ella hacía algunos días más fáciles. Cuando diciembre llegó, era nuestra segunda Navidad sin Nicole. Las vacaciones eran todavía muy difíciles de enfrentar, pero las chicas y yo estábamos enfrentándolas juntos. Esa mañana de Navidad, la hierba estaba congelada y la temperatura era muy fría. Me puse mi abrigo, reuní algunas mantas del armario trasero y me dirigí a la sala de estar donde Lorelai y Karla estaban sentadas. Ambas me miraron con confusión. —¿A dónde vas? —cuestionó Karla. —Pensé que podíamos ir a visitar a su madre para desearle una feliz Navidad —les dije—. ¿Quieren ir por sus abrigos? Fueron a hacer lo que dije y condujimos en silencio hacia el cementerio. Cuando llegamos, noté a otros visitando a sus seres queridos en el día especial, compartiendo historias y recuerdos. Las chicas y yo caminamos hacia la tumba de su madre y pusimos las mantas sobre el suelo antes de sentarnos uno junto al otro y apiñarnos para mantenernos calientes. Estuvimos en silencio al principio, solo mirando y reflexionando. —Aquí es donde venía —susurró Karla, mirando la tumba—. Cuando me saltaba la escuela, venía aquí para estar con ella —confesó finalmente—. Es donde me sentía mejor, cuando estaba alrededor de mamá. Se sentía como si siempre tuviera algo que decirme, pero no podía oírla, no podía descubrirlo. Miré a mi hija y le di una sonrisa. —Solía hacer lo mismo después de que muriera. Y me sentía de la misma manera. Como si hubiera algo que estuviera intentando decirnos, pero ni siquiera podía descubrirlo. —¿Por qué no solo le preguntaron, chicos? —cuestionó Lorelai, confundida—. Le pregunto a mamá cosas todo el tiempo y responde.

Le sonreí a Lorelai, y verdaderamente esperaba que el don que tenía para aferrarse a su madre nunca desapareciera. La atraje más cerca de mi costado. —Supongo que para alguna gente es más fácil, Lorelai. Alguna gente es capaz de tener una relación muy estrecha con sus seres queridos después de que mueran. —Sí, mamá y yo somos mejores amigas —declaró con sinceridad—. Deberían intentar simplemente hablar con ella. —¿Cómo lo haces, Lorelai? —preguntó Karla—. ¿Cómo hablas con ella y sabes que te escucha? Se encogió de hombros. —Solo tienes que creer. Karla respiró hondo y cerró los ojos. —Hola, mamá, soy yo, Karla. Solo quería decir que te extraño mucho. Cada día, y nunca realmente se vuelve más fácil. Extraño tus chistes malos, y tu risa, y tu terrible gusto musical. Extraño cómo podías mejorar mis malos días. Y que podías detener mi dolor cada vez que alguien era malo conmigo. —Lágrimas empezaron a caer por sus mejillas y las limpié mientras seguía hablando—. Y extraño abrazarte. Extraño mucho abrazarte, pero papá ha estado haciendo un trabajo bastante bueno estando ahí últimamente para los abrazos. Así que, sí. No estamos bien con que te hayas ido, pero estamos bien. Estamos cuidando los unos de los otros y solo quería que lo supieras. Estamos bien, y te quiero. Abrió los ojos y se limpió las lágrimas. —¿Ves, Karla? —susurró Lorelai—. ¿Lo oíste? —¿Oír qué? —Mamá dijo que te quiere también. Y por primera vez en un año, creo que Karla finalmente empezó a sentir las palabras de su madre.

—¿La conocías desde antes? —inquirió Karla mientras entraba en mi oficina la noche después de Navidad. Sostenía un sobre en sus manos y lo retorcía con sus dedos. Nicole siempre decía que Karla heredó ese hábito nervioso de mí. —¿Conocer a quién? —Eleanor. ¿La conocías desde antes de que fuera la niñera? Solo oír su nombre hizo que mi pecho se apretara un poco. —Sí, cuando estábamos en la escuela secundaria.

—¿Era tu novia? —Bueno, no, no exactamente. —Entonces, ¿era solo una amiga? Pasé mi mano por mi nuca. —No. No exactamente. —Me estás confundiendo —dijo, arqueando una ceja. —Lo sé. Solo es difícil de explicar qué éramos exactamente. Ella era ella, yo era yo, y nosotros éramos nosotros. No había etiqueta para ello. Solo éramos dos personas ayudando al otro a respirar. Asintió despacio, caminando por la habitación. Se sentó en la silla delante de mí. —Eso es lo que ella dijo también. —¿Qué quieres decir con lo que ella dijo? —Eh, quería que leyeras esto. —Dejó el sobre en mi escritorio—. Es de Eleanor. Me lo escribió la noche que se fue y lo deslizó bajo mi puerta. No lo leí hasta anoche, y creo que también deberías leerlo. Se recostó en su silla, pacientemente esperando a que abriera el sobre. Dentro, había una carta y una fotografía de la que no podía apartar mis ojos. Éramos Eleanor y yo, la noche del baile de bienvenida. Ambos lucíamos muy jóvenes y completamente inconscientes de a dónde nos llevarían nuestras vidas. Éramos tan felices, tan libres. —Ese era un traje feo —mencionó Karla, haciéndome reír. —Sí, bueno, en mis días, era bastante espléndido. Gimió. —Papá, la gente ya no dice espléndido. —¿Qué dicen estos días? ¿Genial? ¿Alucinante? ¿De moda? ¿Estupendo? —me burlé. Puso los ojos en blanco. —Solo lee la carta ya. Dejé la foto y desdoblé la hoja de papel. Cuando mis ojos pasaron por la página, recordé todo lo que amaba sobre Eleanor Gable. Karla, Siento que no hay palabras suficientes en el universo para expresar cuánto lo siento por cómo se desarrolló todo, pero voy a esforzarme por hacer exactamente eso. Supongo que la mejor manera de abordar esto es volver al principio. Estaba en la escuela cuando perdí a mi madre debido a un cáncer. Era joven, estaba perdida y rota. Fue entonces exactamente cuando tu

padre llegó a mi vida. Apareció durante mis días más oscuros y me trajo su luz. Conocía mi dolor y llamó a mis cicatrices hermosas. Fue mi primer amor, pero no era simplemente algo romántico. Ni siquiera era mi novio, y podría contar con dos dedos el número de veces que nos besamos en nuestra juventud. Él era solo él, yo era yo y nosotros éramos nosotros. Tu padre me salvó. Sin él, estoy segura de que me habría ahogado. Perder a una madre es un tipo único de pérdida. Una madre entiende los latidos de tu corazón cuando ni siquiera puedes interpretar sus sonidos. Te ven magnífica incluso cuando sientes que no mereces amor. Calman las dudas que siembran el caos en tu alma. Te enseñan qué es el amor incondicional desde el día en que tomas tu primer aliento. A veces, se siente como si te conocieran mejor de lo que jamás te conocerás, y entonces, un día, se han ido. Te sientes engañada. Engañada por las cosas que aún no te han enseñado. Engañada por las lecciones que todavía necesitabas aprender. Engañada sin risa y sonrisas y consuelo y amor. Pero lo que he aprendido con el tiempo es que mi madre sigue a mi alrededor. La veo en todo. Cuando hay belleza, que es donde existe mi madre. Sé que nunca se ha ido, no importa lo que la realidad intente decirme, porque mi corazón está hecho de su amor, y mientras palpite, ella continuará viviendo. Así que, ¿tu corazón? ¿El que piensas que está dañado y magullado y no merece existir? Ese corazón es perfecto y no puede esperar a enseñarte cuánto amor te está esperando en este mundo. Y cuando necesites ese recordatorio, coloca tus manos sobre tu pecho y siente el amor de tu madre con cada latido. Vas a estar bien, Karla. Vas a estar más que bien. Pero necesito pedirte que hagas una cosa por mí: cuida de tu padre. La verdad es que va a necesitarte más de lo que lo necesitas. Porque no tiene los latidos de tu madre en su pecho. No, su recordatorio de Nicole vive en tus ojos. En tu sonrisa. En tu amor. Estás salvando a tu padre. Sin ti, estoy segura de que se ahogaría. Así que, incluso si nunca me perdonas… incluso si continúas odiándome… incluso si nunca cruzo tu mente de nuevo… quiero que sepas que estoy aquí para ti. De día o de noche. De noche o de día. Cuando me necesites, estaré ahí, Karla, porque significas mucho para mí. No solo como la hija de Greyson, sino como otro ser humano que solo necesita saber que no están solos.

Estoy a una llamada de teléfono de distancia, y siempre responderé. Todavía estoy aquí. —Eleanor P.D. Sé que estás sufriendo, pero tus heridas son muy hermosas. Dejé la carta sobre la mesa y me recosté un poco, impresionado. —Vaya. Karla asintió. —Sí. —Se pasó las manos por el cabello y luego se inclinó hacia mí—. Entonces… ¿cuándo vamos a ir por ella? —¿Qué? —Eleanor. ¿Cuándo va a volver? —Alcé una ceja y soltó un suspiro dramático—. Papá, ¡¿estás bromeando?! ¿No acabas de leer la carta? —Sí, y fue perfecta, pero eso no significa que Eleanor vaya a volver. —¿Qué? Por supuesto que sí. Quería estar de acuerdo con ella. Quería salir rápidamente de la casa y correr hacia Eleanor para decirle que estábamos listos. Aun así, no podía hacer eso. Aún no. —Karla, hemos pasado por mucho estos meses, y todavía tenemos un largo camino que recorrer para sanar. Mi preocupación son tu hermana y tú. Si Eleanor y yo estamos destinados a ser, funcionará con el tiempo. Pero por ahora, somos solo nosotros tres contra el mundo. —Mira, sé que las cosas no han sido fáciles para nosotros, y sé que las he hecho incluso más difíciles a veces, pero te mereces ser feliz, papá. Sé que ha sido duro para todos, pero es la verdad. Estoy segura de que piensas que merezco ser feliz, y si yo lo merezco, tú también. Le di una sonrisa. —Soy feliz. Te tengo. Gimió, palmeando su rostro con su mano. —¿Por qué tienes que ser tan cursi a veces? —Soy padre. Ser cursi es parte del trabajo de un padre. Se levantó de la silla y empezó a alejarse, pero la llamé. —¿Sí? —inquirió. —¿Qué te hizo abrir la carta hoy? —No sé. —Se encogió susurrándome al oído.

de

hombros—.

Tal

vez

fue

mamá

Se fue y recogí la carta y la leí una y otra vez. —Gracias, Nicole —susurré en el viento, e hice lo que Lorelai me enseñó. Creí con todo mi corazón que Nicole podía oírme.

—Así que, recibí una llamada de Karla diciéndome que estabas siendo terco —mencionó Claire durante nuestra cita para almorzar del martes. —¿Es así? —Sí. Dijo que tenías algo bueno con Eleanor y que lo estabas apartando porque eras un cobarde de mierda, sus palabras, no las mías. Sonreí. —Suena como mi hija. —Entonces, ¿por qué no te pones en contacto con Eleanor? ¿No era Karla la razón principal por la que mantenías tu distancia? Y ahora, con su bendición… —Las palabras de Claire se desvanecieron. —Es más complicado que eso —discutí—. Es una larga historia. —Bueno, por suerte tengo una hora de tu tiempo cada martes. A menos que quieras que empiece a cantar canciones de Journey de nuevo. Suspiré y pellizqué el puente de mi nariz. —Cometí un gran error cuando estaba borracho… Eleanor y yo estábamos involucrados y la llamé accidentalmente Nicole. Fue estúpido. Fue un enorme error, y no creo que pueda volver de eso. Asintió despacio, con comprensión. —Cuando empecé a salir con Jack, estaba aterrorizada. Había estado casada con mi marido durante cuarenta años antes de que Jack llegara a mi vida, y estaba segura de que nunca me enamoraría de nuevo. No había manera de que pudiera amar a alguien de la manera en que amaba a mi marido, y en cierto modo, tenía razón. Mi amor por ese hombre era su propia creación. Era nuestra cosa especial. »Entonces, cuando Jack apareció… —Los ojos de Claire se aguaron con tanta esperanza, que casi empecé a lagrimear—. Jack me enseñó a confiar de nuevo. Me enseñó que no tenía que ser perfecta, solo tenía que ser yo, cicatrices y todo. Me enseñó que ser yo misma era todo lo que tenía que hacer. A decir verdad, no creí que mi corazón pudiera latir por otro hombre, pero me equivoqué. Lo que aprendí fue que los corazones son resistentes. Siempre recuerdan cómo latir de nuevo. Solo tenemos que estar dispuestos a darles algo por lo que latir. Y la única manera de hacer eso es dejar ir el miedo. —Pero mi error… —susurré. Sonrió.

—Llamé a Jack por el nombre de Randy algunas veces. No era a propósito. Recuerdo estar horrorizada, y segura de que iba a perderlo para siempre. Pero, ¿sabes qué sucedió? —¿Qué? —Se quedó, y, oh, chico, por favor, cree que le di un millón de razones para correr, pero no lo hizo. Se quedó. —Se cruzó de brazos y siguió sonriendo en mi dirección, como si supiera algo que yo no había sabido—. ¿Qué pasó después de que lo dijeras? ¿Huyó después de que lo hablaran? —No, no lo hizo. Me habló de ello. Escuchó mi dolor. Se quedó. —Entonces, cariño… —Claire puso una mano reconfortante sobre mi hombro y negó—. ¿Por qué estás huyendo? Quería dejar de huir. Quería llamar a Eleanor y pedirle que volviera a mí. Pero entonces, pensé en mis niñas y toda la curación que todavía teníamos que encontrar. —Es demasiado pronto —dije, negando—. Solo necesito más tiempo. —Lo entiendo, hijo, lo hago. Solo ten cuidado de no dejar el tiempo en el reloj de arena acabarse. Nuestras vidas son cortas y el mañana no es una promesa. Si hay una cosa que todos merecemos, es el derecho a ser felices. Quizás lo mereces incluso más que la mayoría, Greyson. Feliz. Eso era todo lo que quería, y estaba seguro de que lo lograría algún día. Solo que no ahora.

57 Greyson

D

os días después, sonó el timbre de la puerta y me levanté del sofá de la sala para ir a contestar. En el momento en que se abrió la puerta, la confusión me invadió. Eleanor estaba parada allí con los ojos llenos de preocupación.

—Ellie, ¿qué estás...? —¿Está bien? —preguntó, su voz temblorosa. Levanté una ceja. —¿Quién está bien?

—Karla. Me envió un mensaje diciendo que estaba en problemas y que necesitaba mi ayuda. Vine tan pronto como pude. —Oh, estoy bien —dijo una voz detrás de mí. Me volví para ver a Karla con una sonrisa en el rostro. —Entonces, ¿por qué le escribiste a Eleanor? —inquirí. —Porque necesito su ayuda. Todos lo hacemos. Eleanor parecía desconcertada, sin tener ni idea de lo que estaba sucediendo, pero me estaba dando cuenta lentamente. Froté mi cuello con mi mano. —Lo siento, Ellie. Parece que mi hija adolescente está portándose mal. —Solo porque estabas siendo terco, papá. Solo afróntalo... te gusta Eleanor. Y, Eleanor, ni siquiera puedes negar que también te gusta, porque no puedes ocultar tus emociones por nada. Así que, ustedes dos deberían... estar juntos. —Karla... —Mi voz bajó, e hice una mueca—. Sabes por qué no podemos… —Sí, papá, lo entiendo. Estás jodido, yo estoy jodida, Eleanor está jodida… ¡todos estamos jodidos! Pero también podríamos estar jodidos juntos. —Lenguaje —dijimos Eleanor y yo al unísono. Sonreí, ella sonrió, y maldición, me encantó. Más de eso, Ellie... Echaba de menos esas sonrisas. —¿Ven? Los dos son muy cursis juntos. Así que tienen que estar juntos. —Karla se encogió de hombros—. Mira, lo entiendo. A veces me

desmorono y complico las cosas, pero quiero que sepas que quiero a Eleanor aquí. También Lorelai. No necesitamos esperar hasta que estemos perfectamente curados, papá. Podemos ser un equipo con algunas grietas por arreglar. En lo bueno y lo malo. Además... —Le dio a Eleanor una sonrisa vacilante—. Hicimos una promesa de meñique. Se dio la vuelta y se dirigió a su habitación. Abrí la boca para hablar, pero no se me ocurrió ninguna palabra. Porque esto era lo que quería, Eleanor era a quien anhelaba. Nos miramos a los ojos y rocé mi pulgar contra mi barbilla. Los nervios me llenaban mientras ella me sonreía. —Grey, si no estás lista para esto, yo… —¿Ellie? —¿Sí? Me metí las manos en los bolsillos. —Has sido mi verdadero norte desde el día que te conocí. Has curado a mi familia de más maneras de las que puedo contar. Me devolviste a la vida después de que mi alma murió. Me salvas la vida cada vez que cruzas mi mente. Solo pensar en ti me cura. Sé que tenemos cosas que resolver. Sé que hay obstáculos que tenemos que superar, pero si estás dispuesta, estoy dispuesto a dar el salto. Quiero saltar y volar contigo y solo contigo por el resto de mi vida. Entonces, ¿qué dices? Se acercó y me abrazó. Puse mis manos contra su espalda baja y la atraje hacia mí. Nuestros labios se rozaron, y juro que toda mi vida se iluminó con nuestras posibilidades. —De acuerdo —susurró contra mi piel—. Vamos a volar. Mi boca se estrelló contra la suya cuando la atraje hacia mí. Nos besamos por nuestro pasado, nos besamos por nuestro presente y nos besamos por nuestro futuro. Sus labios tomaron los míos como si me estuvieran prometiendo para siempre. Para siempre. Este beso significaba para siempre. Y me parecía bien ese hecho. Lo logramos. Después de todos estos años, comenzamos a descender a nuestros hermosos capítulos. Los capítulos donde el dolor se convertía en belleza. Donde la desolación de cabeza comenzaba a sanar. Donde siempre se encontraba con para siempre. Ella era ella, yo era yo, y nosotros éramos nosotros. Esta era nuestra historia. Este era nuestro siempre y para siempre. E iba a ser hermoso.

58 Greyson

E

leanor no hablaba de su padre tanto como solía, pero me di cuenta de que aún le carcomía el alma. Cada vez que se lo mencionaba, sonreía y me decía: “Es lo que es, y no hay lugar para mí en su vida”.

Eso me rompía el corazón, porque sabía que rompía el suyo. Y si su corazón se rompía, el mío también. —Tengo que viajar hoy por negocios —le dije a Eleanor mientras yacíamos en la cama unas semanas después de que regresara a mi vida—. ¿Crees que puedes cuidar a las chicas hasta que regrese? Salgo temprano, pero volveré tarde a casa esta noche. Es un viaje realmente rápido. Me siento un poco raro por irme con todo lo que pasa con Karla, pero es un asunto muy importante. —Sí, por supuesto. Me ocuparé de ellas. Me incliné y la besé. —Te amo —susurré, y las palabras salieron sin esfuerzo. Casi como si lo hubiéramos estado diciendo toda nuestra vida. Me devolvió el beso. —También te amo. Por supuesto que nos amábamos. Estaba seguro de que cuando nuestro amor comenzó hace tantos años, nunca se detuvo.

Me encontraba en Florida, parado en el porche del padre de Eleanor. Shay me había dado la dirección. Me quedé ahí un minuto con un libro en la mano antes de armarme de valor para llamar a la puerta. —¿Puedo ayudarle? —preguntó Kevin, levantando una ceja al abrir la puerta principal. Eleanor podría haber tenido la sonrisa de su madre, pero realmente tenía los ojos de su padre.

—Hola, sí, soy Greyson. No sé si me recuerda, pero nos conocimos hace muchos años a través de Eleanor. Era su amigo en la secundaria. La llevé al baile. Entrecerró los ojos. —Oh, sí, Greyson. Ha pasado mucho tiempo. —Ciertamente. —¿Cómo puedo ayudarte? —inquirió, cerrando un poco la puerta para que no pudiera ver el desorden que había detrás. —En realidad, estoy aquí en nombre de Ellie. Verá... la amo, señor. Estoy enamorado de su hija por un millón de razones. Sinceramente, es el mayor regalo que este mundo me ha dado, y actualmente tiene el corazón roto porque extraña a su padre. Kevin hizo una mueca y resopló. —Mira, si viniste aquí para hacerme sentir mal… —No es por eso que estoy aquí —intervine—. En absoluto. Créame, si alguien sabe por lo que está pasando, soy yo. Hace más de un año, mi esposa falleció, dejándome con mis dos hijas. Me cerré por completo. Alejé todo y a todos porque no podía enfrentarme a un mundo donde Nicole ya no existía. Pero entonces, contra mi terquedad, Eleanor Gable volvió a mi vida y me salvó. Es la persona más paciente del mundo, Kevin, y apuesto a que lo heredó de su madre. Apuesto a que heredó de Paige muchas de sus mejores cualidades. En el momento en que dije su nombre, vi a Kevin reaccionar. El dolor que vivía dentro de él seguía vivo y fuerte. Pero no dejé de hablar, porque sabía que necesitaba oír mis palabras. —Eleanor es cariñosa y amable, y su sonrisa puede iluminar toda una habitación. Cuando se ríe, lo hace con todo su cuerpo, y cuando llora, rompe cada parte de tu corazón. Es indulgente, incluso cuando no debería serlo. Es comprensiva, incluso cuando la gente es difícil de entender. Es gentil. Es sensible. Es hermosa por dentro y por fuera, y sé que eso vino de su madre. Así que, eso lo hace difícil para usted. Cerró los ojos y respiró profundamente. —No entiendes... —Tiene sus ojos —dije en voz baja, porque entendía. Entendía más de lo que él sabía—. Lo que hace difícil mirarla. Tiene su sonrisa, lo que hace que quiera fruncir el ceño. Tiene tantas partes de la mujer que perdió, que la aleja porque duele mucho. Pero, Kevin, tiene que llegar a entender que lo cree que es una maldición, es en realidad un milagro. Puedo ver a Nicole cada vez que miro a los ojos de mis hijas. Puedo ver su sonrisa. Puedo oír su risa, y ese es el mejor regalo que este mundo podría ofrecer. Abrió los ojos y vi la misma desesperación con la que había vivido antes. La tristeza que se lo había estado tragando entero durante los últimos dieciséis años.

—¿Cómo llegaste allí? —cuestionó—. ¿Cómo empezaste a sanar? —Eso es fácil. Dejé entrar a Eleanor, y usted debería hacer lo mismo. Negó y refunfuñó mientras se limpiaba las lágrimas. —No. No puedo. Ha pasado mucho tiempo. Ha pasado demasiado tiempo. No puedo arreglar nuestra relación. —¿No puede o no lo intentará? Todo lo que digo es que si alguna vez quiere arreglar las cosas con Eleanor, ella estará ahí para escuchar. —¿Cómo sabes eso? ¿Cómo puedes estar tan seguro? —Porque esa es la mujer que usted ha criado. Trajo a una mujer a este mundo que respira amor incondicional. Kevin bajó la cabeza, y casi pude ver las ruedas girar en su mente. Me metí la mano en el bolsillo y saqué una de mis tarjetas de visita. —Escuche, no quiero robarle más tiempo. Solo quería pasar y hacerle saber que vale la pena luchar por el amor de su hija. Y cuando esté en su punto más bajo, puede llamarme. Llámeme y lo guiaré. De un viudo a otro, se lo prometo, Kevin, el sol puede volver a brillar. Todo lo que tiene que hacer es despertar. Tomó la tarjeta de mi mano y asintió lentamente. —Gracias, Greyson. —Por supuesto, y tome esto. —Le entregué la novela—. Por si acaso ustedes dos necesitan encontrar algo que tengan en común para hablar. Me di la vuelta para alejarme, y él volvió a llamarme. —¿Greyson? —¿Sí? —Me giré para mirarlo. Se pasó la mano por la nariz y se aclaró la garganta. —¿Cuidarás de ella? —Sí, señor —prometí—. Por el resto de nuestras vidas.

59 Eleanor

E

n el aniversario de la muerte de mi madre, encontré un momento para darle las gracias porque sabía que probablemente tuvo mucho que ver con que Greyson y yo volviéramos a estar juntos. Sabía que siempre tenía una manera de mostrarme su amor. —Deberíamos ir a Laurie Lake —sugirió Greyson mientras se acercaba y envolvía sus brazos a mi alrededor—. Ya sabes, para celebrar su recuerdo. —Me encantaría eso. Las niñas estaban en la casa de Claire, así que fuimos al lago y, al acercarnos, sentí tranquilidad. Era como si pudiera sentir que ella estaba allí. Cuando empezamos a caminar a través de los árboles hacia nuestro oasis escondido, mi corazón se detuvo cuando levanté la vista para ver a mi padre parado allí de espaldas a mí. —¿Papá? —cuestioné, aturdida y confundida. Se volvió y me dio la sonrisa más triste. —Hola, Snickers —susurró. A su alrededor, había cajas envueltas y una pila de sobres de cartas. En sus manos había una novela y la agitó—. Finalmente me puse a leer este Harry Potter del que siempre hablabas. Es bastante bueno. Intenté hablar, pero mi voz se quebró. Cuando lo intenté de nuevo, salió como un susurro. —¿Qué estás haciendo aquí? —Miré a Greyson, que me dio una sonrisa de complicidad. Estaba claro que había tenido algo que ver con ello. —Creo que dejé algo en el auto. Volveré —dijo Greyson. Extendí mi mano hacia él, nerviosa e insegura de qué hacer, pero me apretó suavemente la mano—. No tienes que perdonarlo, Ellie, pero está bien escuchar. Estarás bien, y estaré a la vuelta de la esquina en el auto, listo y esperándote, ¿de acuerdo? Asentí. —De acuerdo.

Nos dejó solos, y papá siguió alternando entre mirar el agua y mirarme a mí. Me acerqué más, pero todavía sin decir palabra. Tenía tantas cosas que quería decirle, pero no salía nada. Tosió un poco y se frotó la nuca. —Creo que soy un Ravenclaw, basado en todos los detalles. Supongo que eres un Hufflepuff, basado en lo que he leído y lo que sé de ti. —¿Qué es todo esto? —pregunté, mirando a mi alrededor, más confundida que nunca. —Oh, es... eh, bueno, es... —Sus pensamientos estaban confusos, y no lo culpé. Mis pensamientos estaban en el mismo estado—. Son dieciséis tarjetas de cumpleaños y dieciséis regalos de Navidad, por todos los años que me perdí. Yo, eh... —Se rascó la cabeza y luego golpeó su puño contra su boca—. Me perdí mucho, y sé que no me vas a perdonar por eso, pero solo quería que lo supieras, yo… lo siento mucho, Ellie. —Me abandonaste —susurré—. Me abandonaste durante años, ¿y crees que algunas tarjetas y regalos van a compensar eso? No quería tus regalos, papá. Te quería a ti. —Lo sé, lo sé, y no merezco tu perdón. No sé si alguna vez lo conseguiré, pero quiero trabajar en ello. Quiero hacer todo lo posible para que vuelvas a mi vida. Ellie, después de que tu madre muriera, algo dentro de mí se rompió. Se rompió por completo, y no quería saber cómo volver a armarlo. Verte... tu sonrisa, tus ojos... cada parte de tu madre vive en ti, y no era lo suficientemente fuerte para lidiar con eso. No fui lo suficientemente fuerte, y la cagué, y lo siento. Sé que eso no cambia todos estos años, pero lamento haber sido un padre de mierda. Te mereces más que yo. —Sí —afirmé—, lo hago. Bajó la cabeza, herido por mis palabras. —Pero, a pesar de eso, sigues siendo lo único que siempre he querido. —Cuando alzó la mirada, le caían lágrimas por las mejillas, lo que a su vez me hizo llorar. —Soy un desastre, Ellie. —Sé que lo eres. También he sido un desastre, y no voy a mentir, todavía estoy muy enfadada contigo. Todavía me duele, y me va a llevar mucho tiempo llegar a un lugar en el que sienta que puedo perdonarte por completo. —Sí. Lo entiendo. —Pero si estás dispuesto a intentarlo... —ofrecí. Sus ojos se iluminaron. —Sí, lo estoy. Estoy más que dispuesto. Lo que sea necesario. —Si hacemos esto, lo hacemos juntos —dije—. Si caemos, caemos juntos. Si nos rompemos, nos rompemos como uno, pero ya no nos

dejamos el uno al otro, ¿de acuerdo, papá? Luchamos por esto. Luchamos por nuestra familia. Luchamos por nosotros. —Todos para uno —susurró. —Y uno para todos —terminé mientras lo rodeaba con mis brazos. El proceso de curación con mi padre iba a llevar tiempo. Iba a ser más de una conversación, más de diez conversaciones. Sabía que podría llevar años, sabía que tal vez nunca volveríamos a ser el padre y la hija que una vez fuimos, pero tener algo era mejor que nada. Al final del día, valía la pena luchar por la familia, cicatrices y todo.

Cuando volví para reunirme con Greyson en el auto, papá vino conmigo. Iba a quedarse con nosotros unos días antes de regresar a Florida, solo para que pudiéramos tener una conversación para iniciar la sanación de nuestra relación. Esa noche, cuando me metí en la cama con Greyson, lo abracé más fuerte que nunca. —¿Hiciste esto por mí? —pregunté, refiriéndome a traer a mi padre de vuelta a mi vida. —Por supuesto que sí, Ellie. No hay nada que no haría para asegurarme de que seas feliz. —¿Grey? —¿Sí? —¿Estaría bien si te mantuviera para siempre? Sé que dije eso antes, pero, ¿de verdad esta vez? ¿Puedo quedarme contigo? —Sí, Ellie. —Se rió ligeramente, y besó mi frente cuando los ojos de ambos comenzaron a cerrarse—. Soy tuyo.

60 Eleanor

H

abía pasado casi un año desde que Greyson y yo decidimos dejar crecer nuestra historia de amor, y era una historia hermosa en la que tomar parte. Nuestros mundos se entremezclaban como si estuvieran hechos el uno para el otro. Los lunes por la noche comíamos espaguetis, los martes veíamos al señor Rogers y luego creábamos nuevas tradiciones para nuestro futuro. La vida se volvió más fácil. Aunque mi padre regresó a Florida, llamaba más a menudo. Hablábamos más, y cuando decía que vendría de visita, de verdad venía. Se estaba esforzando, y me sentía más que agradecida por eso. Cuando pasaron los meses, y apareció en Navidad, me sorprendió. —¿Podemos abrir los regalos? —gritó Lorelai, entrando corriendo a la sala de estar el día de Navidad. Claire, Shay y yo acabábamos de terminar de preparar el almuerzo juntas mientras los chicos se sentaban frente al televisor, viendo deportes. Landon incluso se pasó para el almuerzo de Navidad, diciendo que simplemente estaba en el vecindario de nuevo. Sabía lo mucho que significaba para Greyson que su mejor amigo estuviera allí, y si había algo en lo que Landon era excelente, era en aparecer. Siempre aparecía cuando Greyson lo necesitaba. Aunque no era bueno para mi prima, era el mejor tipo de mejor amigo. —Después de comer y hacer nuestros adornos con deseos —le dijo Claire a Lorelai, quien se quejó de no poder abrir sus regalos todavía. Shay pasó junto a mí en la cocina después de asomar su cabeza a la sala de estar para mirar a los chicos por decimoquinta vez. O, principalmente para mirar a Landon. —¿Sabes qué es lo que más odio en este mundo? —me preguntó. —¿Qué? —Landon Harrison. Quiero decir, ¿puedes creerlo? Cuando me presenté hoy, tuvo el descaro de decirme, "Feliz Navidad". ¿Puedes creer a ese imbécil?

Me reí. —Qué grosero. —¡Exactamente! Es como si estuviera tratando de jugar juegos mentales locos —resopló mientras sus mejillas se enrojecían. Estaba tan nerviosa por él. En realidad, era muy lindo. —O tal vez solo quería decir Feliz Navidad —ofrecí. Bajó las cejas, pensando profundamente. —Sí, tal vez. Tal vez sea eso. De acuerdo, sí. Fue solo un Feliz Navidad. Nada más y nada menos. En ese momento, Landon asomó la cabeza en la cocina y esbozó una gran sonrisa. —¿Necesitan ayuda aquí, señoritas? —inquirió. —¿Cocinas? —preguntó Shay con descaro y las manos contra sus caderas. —Sí, a veces. —¿Por qué me cuesta tanto creerlo? —se burló. —No lo sé, pero si me das unos minutos, estoy seguro de que puedo traer una buena salchicha a tu vida. —Le guiñó el ojo, haciéndome reír. Shay gimió. —Eres repugnante. —Solo digo que probablemente será la mejor carne que hayas comido en mucho tiempo. Y si la memoria no me falla, y así es, ya me dijiste lo mucho que te gustaba mi salchicha. —Cállate, Landon —siseó Shay, poniéndose más roja que nunca—. Eres tan arrogante. Sonrió con satisfacción, contento de estar metiéndose bajo su piel. —Lo sé, ¿verdad? —Oh, vete a la mierda, Landon. —Exhaló ella, golpeándolo con un trapo de cocina, haciéndolo huir a toda prisa. Siguió nerviosa mientras se colocaba el cabello detrás de las orejas. —Qué imbécil —murmuró—. No puedo esperar a que vuelva a California. —No puedo esperar a la primera temporada, episodio uno, del reality show de Landon y Shay —bromeé—. Me encanta una sólida historia de enemigos a amantes. Me señaló con un dedo firme. —Eso nunca en la historia sucederá. Nunca. Una parte de mí sabía que estaba mintiendo. Shay y Landon tenían este intenso juego del gato y el ratón que jugaban juntos, y por alguna razón, sentí como si la historia entre los dos acabara de empezar.

Una vez preparada la comida, todos nos reunimos alrededor de la mesa del comedor y nos dimos un festín. Había tanta charla, risas, sonrisas y paz alrededor de la mesa, que calentó cada parte de mí. Después de la comida, Claire repartió trozos de papel y adornos transparentes de cristal. Tuvo la idea de pedir deseos para el próximo año. En las esferas transparentes de cristal, se suponía que tenías que poner un deseo para el año venidero. Luego, al terminar el año, abrías el adorno y podías ver si se había cumplido tu deseo. Luego, usabas pintura para decorar el adorno como quisieras. Mientras todos se sentaban allí decorando con miradas de alegría en sus rostros, me recosté en mi silla, con total asombro. Esto era todo. Esto era todo lo que siempre había querido. Todo lo que quería era este momento. Todo lo que quería era esta familia. Todo lo que quería era a nosotros. Cuando puse mi deseo para el próximo año, pensé en las palabras que había escrito sobre lo que esperaba. Miré a mi alrededor, a la felicidad que me rodeaba, y me sentí más que bendecida. Esto era todo lo que quería para los próximos meses. Más. Más felicidad, más risas, más sonrisas. Más de él, más de mí, más de nosotros. Greyson apartó su silla de la mesa y carraspeó mientras se ponía de pie. —Hola a todos, solo quería tomarme un momento para agradecerles a todos por venir hoy. No tienen ni idea de lo que significa para las niñas y para mí que cada silla de esta mesa esté llena. Hubo un tiempo en el que pensé que nunca recuperaríamos esto. Hubo un tiempo en que pensé que la felicidad había desaparecido para siempre, pero entonces, una luz regresó a mi vida y todo cambió. Así que solo quería que estuvieran aquí cuando le mostrara mi gratitud a la mujer que salvó a mi familia, a la mujer que me salvó. Mi corazón dio un vuelco mientras se volvía hacia mí y metía la mano en su bolsillo trasero, sacando una pequeña caja. Luego se arrodilló sobre una rodilla. —Greyson, ¿qué estás haciendo? —Mi voz temblaba y las lágrimas flotaban en mis ojos. —Ellie, eres todo lo bueno en este mundo. Has tratado a mis hijas solo con amor. Has respetado el tiempo que necesitábamos para curarnos. Aparecías cuando te necesitábamos. Siempre has estado ahí, incluso cuando tenías todas las razones del mundo para irte. Representas la paz en el caos. Eres los rayos de sol que se filtran entre las nubes. Eres la definición de felicidad, y eso es todo lo que siempre

he querido. Quería ser feliz. Por eso quiero pasar el resto de mi vida en tus brazos. —Abrió la caja, mostrándome un hermoso anillo de compromiso. Jadeé mientras lo estudiaba. Las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas a medida que mis emociones se volvían inestables. El anillo era una serie de pequeños diamantes con forma de libélula. Cuando miré a Greyson, sonrió. Me encantó. Lo que sea. —Eleanor Gable, eres mi latido, mi risa y mi amor. ¿Quieres casarte conmigo? —preguntó, pero antes de que pudiera responder, mi corazón empezó a llorar aún más cuando Lorelai se acercó deprisa, sosteniendo también una pequeña caja en sus manos. —¿Y conmigo? —cuestionó, arrodillándose. Abrió la caja y me mostró otro anillo de libélulas. Karla se acercó después y se arrodilló al lado de su hermana. Abrió su caja a continuación. —¿Y conmigo? Mi corazón estaba explotando en un millón de pedazos. Los tres y su amor era lo que completaba mi vida. Con facilidad y mucho amor, contesté a cada uno de ellos: —Sí, sí, un millón de veces sí. —Lloré mientras la habitación estallaba en celebración. Greyson colocó el anillo en mi dedo, y luego me abrazó con fuerza, sosteniéndome más fuerte que nunca. Me besó profundamente, y sentí el para siempre contra sus labios. Para siempre. Este beso significa para siempre. Cuando retrocedió, sonrió, y le devolví la sonrisa. —Más de eso, Ellie —dijo mientras se inclinaba y besaba mis labios una vez más. Sí, exactamente. Más de eso.

Fin

Sobre la autora

B ri tta iny C. Ch erry

La autora es número uno en la lista de mejores vendidos de Amazon. Ha estado enamorada de las palabras desde el día que en tomó su primer aliento. Se graduó en la universidad de Carroll con una licenciatura en arte dramático y un título menor en escritura creativa. Sus novelas han sido publicadas en más de dieciocho países alrededor del mundo. Brittainy vive en Brookfield, Wisconsin, con sus bebés peludos.
Brittainy C. Cherry - Eleanor & Grey

Related documents

312 Pages • 93,145 Words • PDF • 2.2 MB

432 Pages • 76,632 Words • PDF • 2.3 MB

432 Pages • 76,632 Words • PDF • 2.3 MB

421 Pages • 75,213 Words • PDF • 1.5 MB

182 Pages • 62,401 Words • PDF • 1.3 MB

388 Pages • 89,007 Words • PDF • 2.3 MB

394 Pages • 78,554 Words • PDF • 2.6 MB

291 Pages • 91,790 Words • PDF • 4.6 MB

637 Pages • 75,874 Words • PDF • 1.3 MB

182 Pages • 62,401 Words • PDF • 1.3 MB

637 Pages • 75,874 Words • PDF • 1.3 MB

317 Pages • 78,554 Words • PDF • 2 MB