EL CUERPO NUNCA MIENTE

205 Pages • 84,911 Words • PDF • 7.3 MB
Uploaded at 2021-09-24 07:50

This document was submitted by our user and they confirm that they have the consent to share it. Assuming that you are writer or own the copyright of this document, report to us by using this DMCA report button.


El cuerpo nunca miente i

.

E! Cuerpo Nunca Miente

índice i.Decir y Ocultar

Prólogo.................................................................................................................................... 9 Introducción............................................................................................................................ 13 1. La veneración a los padres y sus trágicas consecuencias........................................... 37 2. La lucha por la libertad en los dramas teatrales y el grito ignorado del cuerpo

42

3. La traición a los recuerdos................................................................................................46 4.EI odio hacia uno mismo y el amor no sentido............................................................. 51 5.El niño cautivo y la necesidad de negar el dolor............................. ,............................. 56 6.Asfixiado por el amor materno....................................................................................... 60 7.EI gran maestro de la disociación de sentimientos...................................................... 69 Epílogo de la primera parte................................................................................................ 70

IL La m o ra l tradicion al en las terap ias y la s a b id u ría del cu erp o In tro d u c c ió n ..................................................................... 1. La naturalidad del maUrato iniant.il........................ 2. En el tiovivo de los sentimientos ................ 3. El cuerpo, guardián de la v e r d a d ............................. , 4. ¿Puedo d e c ir lo ? ........................................................... 5. Mejor m atar que sentir la v e r d a d ............................. 6. La droga, el engaño al cuerpo ................................. 7. Tenemos derecho a sentir ........................................

77 86 95 114 120 128 132 143

111. Anorexia nerviosa: El anhelo de u n a co m u n icació n v erd ad era In tro d u cció n ..................................................................... El diario ficticio de Anita F i n k ......................................

163 170

Epílogo (R e s u m e n )......................................................... 197 Bibliografía....................................................................... 203

Las emociones no son un lujo, sino un complejo recurso para la lucha por la existencia. Antonio R. Damasio

lum i11UtUî !!!11!tit!I llllllllA

Prólogo

El te m a principal de todos mis libros es la n eg a­ ción del sujYimienlo pad ecido d u ra n te la infancia. Cada lib ro ib c en tra en un asp ecto co n creto de dicho fen ó m en o y arro ja m ás luz so bre un área q u e sobre las dem ás. P o r ejem plo, en Por tu propio bien. Ron es de la violencia en la educación del niño,* y cu D ii \oll\l n ich t m erken [P roh ib ido sentirj, puse de relieve las c au sas y co n secuencias de esta negación. Más larde m o stré sus co nsecuencias en la vida ad u lta y en la vida social (por ejem plo en el arte y la filosofía en La llave perdida, y en la p olítica y la p s iq u ia tría en Ah b n tch der Schweigernauer [R o m p ien d o el m u ro del si lencio]). Com o los aspectos individuales no son del todo in d ep en d ien tes un os de otros, ló g icam en te se d ie ro n coincidencias y repeticiones. Pero el lector a ten to se p e r c a ta rá sin p ro b le m a s de que d ic h o s a s ­ pectos están en c a d a o b ra en u n contexto d ife ren te y de que los he explorado desde u n p u n to de vista dis­ tinto. * Pitra las referencias com pletas de las ob ras citadas, véase la B ibliografía, páginas 203-207. f.V. del Li.)

Sin embargo, sí es in d e p e n d ie n te del con i ex io el uso que bago de d e te rm in a d o s conceptos. Así, utilizo la palabra «inconsciente» ex clu sivam en te para d e­ sig n ar elem entos rep rim id o s, n eg ad os o disociados (recuerdos, em ociones, n ecesidades). Para mí, el in­ consciente de cada p e r s o n a n o es o tr a cosa que su historia, alm acen ad a en su to talidad en el cuerpo, pero accesible a n u estro co n scien te sólo en p eq ueñas porciones. Por esc n u n c a utilizo la p a la b ra «verdad» en un sentido met.afísico, sino en un sen tid o sub jeti­ vo, siem pre ligado a la vida co n creta del individuo. A m enudo hablo de «su» v erd ad (referida a él o a ella), de la historia de los afectados, cuyas em ociones presen tan indicios y son testim o n io de d ich a historia (véanse págs. 33-34 y 158 y sigs.). Llam o «emoción» a u n a reacción corporal no siem p re consciente, pero a m e n u d o vital, a los a c o n te c im ie n to s externos o in­ ternos, po r ejemplo el m iedo a la to rm e n ta , o la irri­ tación que produce saberse e n g añ ad o , o la alegría al recib ir un regalo deseado. P o r el ■contrario, la p a la ­ b ra «sentimiento» hace referencia a u n a p ercep ció n consciente de las em ociones (véanse, p o r ejemplo, págs. 34, 118-119, y 163 y sigs.); de m o d o que la ce­ guera emocional es un lujo que sale c a ro y que la m a ­ yoría de las veces es (a u to )d estru ctiv o (véase A. Miílcr 2001).

Este libro gira en torno a la p reg u n ta de cuáles son las consecuencias que sufre n u e s tro c u e rp o al neg ar n uestras emociones intensas y verd ad eras, que, a s i­ m ismo, nos vienen d e te rm in a d a s p o r la m oral y la re ­ 10

ligión. B asán d o m e en experiencias de p sico terap ia - la s m ías y las de o tras m u c h a s p erso n as-, he llegado a la conclusión de q u e aquellos q ue en su infancia fian sido m a ltra ta d o s sólo p u ed en in te n ta r cu m p lir el c u a rto m a n d a m ie n to (« H o n rarás a tu p a d re y a lu m ad re» ) m e d ia n te u n a re p re sió n masiva y u na diso elación de sus v erd ad era s em ociones. N o pueden ve­ n e r a r y q u erer a sus p adres, p o rq u e inconsciente­ m e n te siem pre los h an tem ido. Incluso a u n q u e asi lo deseen, so n incapaces de d e sa rro lla r con ellos una iv laeión d isten did a y llena de con lianza. P o r lo general, establecen con ellos un lazo en leí m izo, c o m p u esto de m ied o y de sen tid o del deber, pero al que, salvo en apariencia, difícilm ente p u ed e llam arse a m o r verdadero. A esto hay que a ñ a d ir que las p erson as m a ltra ta d a s en su infancia a m e n u d o al­ b erg an d u ra n te toda su vida la e sp eran za de recibir, al (m, el a m o r que n u n c a han experim entado . Tales e s p eran za s refu erzan el lazo con los padres, que la religión llama a m o r y alab a co m o virtud. P or d esg ra­ cia, este refu erzo se p ro d u ce tam bién en la m ay o ría de las terapias, regidas p o r la m o ral tradicional; sin em bargo , es el cu erp o el que paga el precio de dicha ccmeepc ión ni ora 1. C uand o u n a p erso na cree que siente lo que debe s e n tir y c o n sta n te m e n te tra ta de no sen tir lo que se p ro h íb e sentir, cae enferm a, a no ser que les p ase la p a p e le ta a sus hijos, utilizándolos p a ra proyectar' so­ bre ellos inconfesadas em ociones. En mi opinión, es­ tam o s an te un proceso psieobiológico que lia p e r m a ­ necido oculto d u ra n te m ucho, m u c h o tiempo, iras las exigencias religiosas v morales.

La prim era parte del presente lib ro m u é s ira osle p ro ceso m ediante el historial de diversos personajes y escritores. Las dos partes siguientes a b o rd a n vías de co m un icació n au tén tica p ara salir del círculo vi cioso del autoengaño y p e rm itir la liberación de los síntom as.

12

Introducción: Cuerpo y m oral

Con b a s ta n te frecu en cia el cu erp o reaccio n a con e n ferm ed ad e s al m en o sp recio c o n s ta n te de sus fu n ­ ciones vitales. E n tre éstas se e n c u e n tr a la lealtad a n u e s tra v e rd a d e ra historia. Así pues, este libro tra ta p rin c ip a lm e n te del conflicto en tre lo q u e s e n tim o s y sabem o s, p o rq u e está a lm a c e n a d o en n u e s tro cuerpo, y lo que nos g u staría s e n tir p a ra c u m p lir con las ñor m as m o rales qu e m uy te m p ra n a m e n te in l e n o r í /a m os. S obresale e n tre o tras u n a n o rm a co n creta y poi todos conocida, el c u a rto m a n d a m ie n to , que a m enú do nos im pide e x p e rim e n ta r n u e s tro s s e n tim ie n to s rediles, c o m p ro m iso que p ag am o s con en fe rm e d a d e s corporales. El libro a p o r ta n u m e r o s o s ejem plo s a esta tesis, pero no n a r ra biografías en teras, sin o que se c e n tra p rin c ip a lm en te en cóm o es la relació n de u n a p e rso n a con unos p a d re s que, en el p asad o, la m a ltra ta ro n . La experiencia m e fía enseñado que mi cuerpo es la fuente de toda la inform ación vital que m e abrió el cam in o hacia u n a mayor1 au to n o m ía y auloconciencia. Sólo c u an d o ad m ití las em ociones q ue ta n to tiem- ' po llevaban encerradas en mi cuerpo y pude sentirlas, 13

mmmm

fui lib erá n d o m e poco a poco de mi pasado. Los sonl i m íenlo s au ténticos no pueden forzarse. E stán ahí y su rg en siem p re p o r algún motivo, a u n q u e éste suela p e rm a n e c e r oculto a n u e s tra percepción. No puedo obligarm e a q u erer a m is padres, ni siquiera a respetar­ los, c u a n d o mi cuerpo se niega a hacerlo p o r razones que él m ism o bien conoce. Sin em bargo, c u an d o trato ', de cu m p lir el cuarto m a n d a m ie n to , m e estreso, com o m e o curre siem p re que m e exijo a m í m ism a algo im ­ posible. Bajo este estrés lie vivido p rácticam en te toda mi vida. Traté de crearm e sen tim ien tos bu en os e in­ tenté ignorar los m alos p a ra vivir co n fo rm e a la m oral y al sistem a de valores que yo h ab ía aceptado. En r e a ­ lidad, p a ra ser querida com o hija. Pero n o resultó y. al fin, tuve que recon ocer que no p o d ía forzar un am o r q ue no e s ta b a ahí. Por otra parte, a p re n d í que el senti­ m ien to del a m o r se pro d u ce de m a n e r a espontánea, p o r ejem plo con m is hijos o m is am igos, c u an d o no lo fuerzo ni trato de a c a ta r las exigencias m orales. Surge ú n ic a m e n te cu an d o m e siento librera estoy ab ierta a todos mis sentim ientos, incluidos los negativos. Com prende]' que no puedo m a n ip u la r m is sen ti­ m ientos, q u e no p u e d o e n g a ñ a rm e a m í m ism a ni a los dem ás, fue p a ra mí un g ran alivio y u n a lib era­ ción. Sólo ento nces caí en la c u e n ta de c u á n ta s p e r­ son as están a p u n to de d e s b a ra ta r sus vidas p o rq u e intentan, co m o hacía yo antes, c u m p lir con el cu arto m a n d a m ie n to sin p ercatarse del precio q u e sus c u e r ­ pos o sus hijos te n d rá n q u e pagar. M ien tras los hijos se dejen utilizar, un o pu ede vivir h a s ta cien años sin reconoce]' su verdad ni e n fe rm a r a cau sa de su autoen g a ñ o .

14

Claro que, tam bién, a u n a m a d re q u e a d m ita que -deb ido a las carencias sufrid as en su in fa n c ia - es in ­ capaz, p o r m u c h o que se esfuerce, de a m a r a su hijo, se la Lachará de in m o ral c u a n d o tra te de a rtic u la r su verdad. Pero yo creo q u e es p recisam en te el reco no ci­ m ien to de sus sen tim ien to s reales, desligados de las exigencias m orales, lo que le p e rm itirá a y u d a rse de verdad a sí m ism a y a su hijo, y r o m p e r el círculo del au toeng añ o. Un niño, c u an d o nace, n ecesita el a m o r de sus p a ­ dres, es decir, necesita q u e éstos le den su afecto, su atención, su protección, su cariño, sus c u id a d o s v su disposición a c o m u n icarse con él. E q u ip ad o paia la vida con estas virtudes, el cu erpo conserva un buen recu erd o y m ás adelante, el ad ulto podrá clara sus ln jos el m ism o amor. Pero c u a n d o to d o esto lalla, el que entonces era u n niño m a n tie n e de p o r vida el anhelo de satisfacer sus p rim eras funciones vitales; un anlie lo q ue de adu lto pro yectará sobre otras p erso n as. Por o tra parte, c u a n to m enos a m o r haya recibido el niño, cu a n to m á s se le hay a negado y m a ltra ta d o con el pretexto de la educación, m ás d ep en d erá, u n a vez sea adulto, de sus p ad res o de figuras sustitutivas, de q uienes esp e ra rá todo aquello que sus p ro g en ito res no le dieron de pequeño. E sta es la reacción natu ral l^del cuerpo. El cu erp o sab e de qué carece, no puede olvidar las privaciones, el agujero está ah í y espera ser llenado. Pero c u a n to m ayor se es, m á s difícil es o b te n e r de o tros el a m o r que tiem po atrás u n o no recibió de los p ad res. No obstante, las expectativas no d esap arec en c o n la edad, todo lo contrario. Las p roy ectarem o s so ­

muuimmmwu wmvvi i vvvn

bre o tras personas, p rin c ip a lm en te sobre n u e stro s bi jos y nietos, a no ser q u e to m em o s conciencia de este m ecan ism o e in ten tem o s reco n o cer la realid ad ele n u estra infancia lo m ás a fondo posible aca b a n d o con la rep resión y la negación. E n to n c e s d e s c u b rire ­ mos en nosotros m ism o s a la p erso n a que p u ed e lle­ nar esas necesidades que desde n u e s tro nacimieriLo, o incluso desde antes, e sp eran ser satisfechas; p o d re ­ m o s d a rn o s a nosotros m ism o s la atención, el resp e­ to, la com prensión de n u e stra s em ociones, la p ro te c ­ ción necesaria y el a m o r in con dicio nal q u e n u estro s padres nos negaron. I’ni a que eso suceda, necesitam o s e x p e rim e n ta r el a m o r hacia ese niño q ue fuimos; de otro m od o, no ■.abremos dónde está ese amor. Si q u e re m o s a p r e n ­ d o esto en las terapias, n ecesitam o s d a r con p erso­ na', i a p a re s de acep tarn o s tal co m o som os, de p ro ­ pon ¡uñarnos la protección, el respeto, la s im p a tía y la •; de l.i ni fancia es 1 1 > i i h > eslai n > i u l e í ta (lo a carpai peí in.menlemeiile con una caja cuyo s he chos c o m p letam en te en serio. E sto últim o aviva el m ied o del n iñ o al castigo, de a h í que m u ch o s prel'ie ran m a n te n e r rep rim id as sus p r im e r a s percepciones, n o ver la verdad, e n c u b rir los h ech o s y co n fo rm arse con la idea del perdón, de m a n e r a qu e seguirán pre­ sos en su dinám ica infantil de expectativas. E m p ecé a so m e te rm e a psicoanálisis en el añ o 1958 y, si m iro retro spectivam ente, m e da la im p re­ sión de que mi p sicoanalista esta b a m u y im b u id a de la moral. Yo no m e di cuenta, p o rq u e h e crecido con la m ism a escala de valores; p o r eso no tuve la posibili­ dad de reco n o cer en ton ces q u e h a b ía sido u n a n iñ a malí ralada. Para d escu brirlo n ecesité u n a testigo que hubiera recorrido este cam in o y que ya no c o m p a r ­ tiera la habitual negación del m a ltra to a los niños te n ía necesid ad de protegerse. D ado que ah o ra esta b a fam iliarizada con la h isto ria de la pequeña Añila, ya no tenía que Lemer esa h isto ria ni rcpiodm irla u n a y o tra vez. C ada vez se o rien tab a m ejor en el p ó ­ sente y distin g u ía el hoy del ayer. Su redesi ubiei la alegría de c o m er traslucía su alegría de relai ionarsc con p erso n as que eran ab iertas con ella, sin que Ani ta tu v iera que esforzarse. D isfru tab a p lenam ente del intercam b io con estas p erso n as y en ocasiones se p reg u n tab a so rp re n d id a qué h ab ía sido de la descon fianza y los m iedos que d u ra n te largo tiem po le ha b ían aislado de casi todos los dem ás. La verdad era que, desde que el presen te no se m ezclaba de m odo tan confuso con el p asado, los m iedos y la descon fianza h ab ían desaparecido. Sabernos que m u ch o s jóvenes ven la psiq u iatría con suspicacia. No se dejan convencer fácilm ente de que se o b ra «con b u en a intención», au n cu an d o a to das luces fuera ése el caso. E sp eran toda clase de arti m añ as, los archieo n o cid o s arg u m en to s de la pe dago gía venenosa en favor de la m oral, todo aque llo que desde p eq u eñ o s les resu lta fam iliar y sospechoso. I I te ra p e u ta tiene que g an arse p rim ero la confianza de su paciente, pero ¿cóm o va a h acerlo si la persona

m v w

\u

u

ti aa a aaaa aaaaaa aa aa a a a

que tiene d elan te ha vivido u n a y o tra vez el abuso de su confianza? ¿Acaso no ten d rá que tra b a ja r m eses o años p a ra esta b le cer las bases de una relación? No lo creo. S egún m i experiencia, las personas m uy desconfiadas escu ch an y se a b ren si se sienten realm en te co m p ren d id as y aceptadas. Eso es lo que le pasó a A nita cu an d o se topó con N ina, la m u jer de la lim pieza, y m ás tard e con Susan, su terapeuta. En cu an to reconoció el alim en to au tén tico, su cuerp o no du d ó en ayudarle a p e rd e r la desconfianza, y lo hizo devolviéndole las g an as de comer. La p ro p u e sta de una voluntad sin cera de e n ten d im ien to se percibe con claridad, no p u ed e fingirse. Se ve enseguida si lo que se esconde d etrás es u n a p erso n a a u té n tic a y no m era lachada, incluso un joven desconfiado puede verlo, pero no tiene que h ab e r n ingún indicio de en­ gaño en el ofrecim ien to de ayuda. fa rd e o tem prano, el cuerpo acabaría dándose cíten­ la, porque, al m enos a la larga, no hay discurso que pueda co n tu nd irlo.

I

196

Epílogo (Resumen)

Pegar- a u n niño es siem p re u n m altrato de conse­ cuencias graves que a m en u d o d u ran toda u n a vida. La violencia p ad ecid a se alm acen a en el cu erp o del niño y, m ás tard e, el ad u lto la dirig irá hacia o tra s p er­ sonas o incluso h acia pueblos enteros, o bien contra sí m ism o, lo que le llevará a depresiones o a sei ¡as enferm edades, a la drogadicción, al suicidio o a la m u erte tem p ran a. La p rim era parte del libro ilustra de qué fo rm a esta negación de la verdad de la cruel ­ dad su frid a en el p asad o torpedea el com etido bioló­ gico del cu erp o de m a n ten e rse con vida y bloquea su m ecan ism o de supervivencia. La id ea de que u n o debe v en erar a sus padres m ien tras viva se apoya en dos pilares. El p rim e ro es el vínculo (destructivo) del niño m altratad o con su verdugo, com o en no pocas ocasiones pone de m a n i­ fiesto el co m p o rta m ien to m asoquista, que llega a crueles perversiones. El segundo p ilar es la m oral, que desde hace m iles de años nos am enaza con u n a m u erte te m p ra n a en caso de que nos atrevam os a no q u erer a n u estro s padres, sin im p o rta r lo que nos h a ­ yan hecho. 197

D ebería h ac erse p ú b lico el tre m en d o electo que p ro d u c e esta a te m o riz a n te m o ral en el niño an tañ o m al tra ta d o .1.Todo aquel al que de p eq u eñ o pegaron es (vuln erab le al m iedo, y to d o aquel que de pequeño no ' ex p erim en tó el a m o r a veces lo an h ela d u ra n te toda su v id a jE s te anhelo, que ab arc a un g ran n ú m ero de expectativas, su m ad o al m iedo, es el caldo de cultivo ad ecu a d o p a ra el so sten im ien to del cu arto m a n d a ­ m iento. Y éste e n c a m a a Ja p erfección el p o d er del a d u lto so b re el niño, algo que reflejan inequívoca­ m ente todas las religiones. E n el p re sen te libro expreso la esp eran za de que, m ed ian te el a u m e n to del co n o cim ien to psicológico, el p o d er del cu arto m an d am ien to p u e d a reducirse en favor del cu id ad o de las necesidades biológicas vitales del cuerpo; en tre otras, las necesidades de verdad, de lealtad a u n o m ism o, a sus percepciones, sentim ien­ tos y conocim ientos. C uando en u n a com unicación au tén tica se asp ira a u n a exteriorización pura, u n o se d esp ren d e de todo aquello que se basa en la m en tira y la hipocresía. E n to n ces ya no se puede p re te n d e r una rela ció n en la que un o finja alb erg ar sentim ientos que no posee o re p rim a otros que claram en te siente. El a m o r que excluye la sin cerid ad n o puede llam arse amor. E stas ideas p u ed en resu m irse en los siguientes puntos: 1. El «am or» que siente el niño m a ltra ta d o h acia sus p ad res no es am or. Es un vínculo cargado de ex­ pectativas, ilusiones y negaciones que exige u n alto precio a todos los im plicados. 198

2. El precio de este vínculo lo pagan en p rim e r lu ­ gar los pro p io s niños, que crecieron con el esp íritu de la m en tira, porque de m a n e ra au to m ática se les infli­ gió aquello que, su p u estam en te, a uno le «fue benefi­ cioso». Tam poco es ra ro que esta p erso n a en cuestión pague su negación con p ro b lem as de salud, ya que su «gratitud» se opone a la sa b id u ría de su cuerpo. 3. El fracaso de m u ch a s terap ias se explica po r el hecho de que m u ch o s te ra p e u ta s han caído en la tra m p a de la m o ral trad icio n a l e in ten tan tam bién a rra s tra r a sus p acien tes a la m ism a, p orque no co nocen o tra cosa. P o r ejem plo, en cu an to la par ¡ente em piece a se n tir y sea capaz, de c o n d e n a r con i l.n i dad los acto s de su p a d re incestuoso, es probable que crezca en la te ra p eu ta el m iedo al castigo de sus p ro p io s p ad res si, a su vez, ve su verdad. ¿Cóm o se entien d e, si no, que se ofrezca el p erd ó n com o m edio de curació n ? Los tera p eu tas suelen ofrecerlo p a ra tra n q u ilizarse a sí m ism os, com o ta m b ién hicieron sus pad res. Sin em bargo, d ad o que los m ensajes del te ra p e u ta su en an m u y p arecid o s a los de los padres del pasado -a u n q u e a m en u d o se expresen con m ucha m ás am ab ilid ad -, el p aciente necesita largo tiem po p a ra d escu b rir la pedagogía venenosa. C uando p o r fin la reconoce, no puede d ejar al terapeuta, porque en tretanto ya se ha d esarrollado un nuevo vínculo lóxi co. P ara él el terap eu ta es ah o ra la m adre que le ayu dó a nacer, porque es con éste con quien ha em pezado a sentir. De m odo que sigue esperando que el lerapru la lo salve en lugar de escu ch ar a su cuerpo, que le está ofreciendo ayuda m ed ian te señales. 199

4. Sin em bargo, si el p acien te tiene la suerte de ser asistid o p o r u n testigo con em p atia, p o d rá vivir y e n ­ ten d er su m iedo a los padres (o figuras paternas) y, poco a poco, ro m p er los vínculos destructivos. La reac­ ción positiva del cu erp o no se h a rá esp erar m ucho, sus avisos serán p a ra él m ás co m prensibles y dejará de m an ifestarse con enigm áticos síntom as. E ntonces d escu b rirá que sus terap eu tas se h an engañado, y ta m ­ bién le h an en g añ ad o (a m en u d o sin querer), pues el p erd ó n im pide la cicatrizació n de las heridas, p o r no h ab lar de su curación. C ualquiera puede co m p ro b ar por sí m ism o que el perdón n u n c a acab a con la p u l­ sión a la repetición. lie in tentad o d e m o stra r aq u í que la ciencia lleva m ucho tiem po calificando de tra sn o c h a d a s algunas o piniones su p u estam en te co rrectas. E n tre estas últi­ m as figura, p o r ejem plo, la convicción de que el perdon cura, que un m an d am ien to puede g en erar un am o r verdadero o que el fingim iento de sentim ientos es com patible con la asp iració n a la sinceridad. Sin em bargo, si critico tan en g añ o sas ideas no significa ni m ucho m enos que no ap ru e b e n in g ú n valor m oral o que rechace to d a m oral, com o en ocasiones hoy h a­ cen ostensible los provocativos «abogados del dia­ blo» (véase el artícu lo de Der Spiegel Online, del 18 de diciem bre de 2003, escrito p o r A lexander Sm oltczyk: «Saddam s Verteidiger. T yranosaurus Lex» [El defen­ so r de S addam . T yranosaurus Lex]). Todo lo contrario: p recisam en te porque considero que hay valores m uy im p o rtan tes, com o la integri­ dad, la conciencia, la resp o n sab ilid ad o la lealtad a 200

u no m ism o, m e cuesta c o m p re n d e r la negación de realidades que m e p arecen evidentes y que p ueden d em o strarse de m an era em pírica. La b u id a del su frim ien to ex p erim en tad o en la infancia pu ed e observarse ta n to en la o bediencia reli­ giosa com o en el cinism o, en la iro n ía y d em ás for­ m as de autoextrañam ienL o, que se ocultan, p o r ejem ­ plo, d etrás de la filosofía o de la literatu ra. Pero el cu erp o acaba rebelándose. Aun c u an d o se lo tra n q u i­ lice p rovisionalm ente con ayuda de drogas, tabaco y m edicam entos, aco stu m b ra a ten er la ú ltim a palabra, porque descubre el au to en g añ o con m ayor rapidez que n u estra razón, sobre todo cu an d o ésta ha sido e n ­ tre n ad a p ara fu n cio n ar con u n yo falso. Es posible que uno ignore los m ensajes del cuerpo, o incluso que se ría de ellos, pero, en cu alq u ier caso, m erece la pena p re star atención a su rebelión; p orque su lenguaje es la expresión autén tica de n u estro verdadero yo y la fuerza de n u estra vitalidad.

201

Bibliografi

Anónimo (2003), «Lass mich die Nacht überleben» [Deja que sobreviva a la noche], Der Spiegel, n.° 28, 7 de julio de 2003. Becker, Jurek (1996), Ende des Grössenwahns. Aufsätze, Vorträge [El final del delirio. Artículos, conferencias], Suhrkamp, Frankfurt am Main. Bonnefoy, Yves (1999), Rimbaud, Rowohlt Taschenbuch Verlag, Reinbek bei Hamburg [1962J. Burschell, Friedrich (1958), Friedrich Schiller in Selbst­ zeugnissen und Bilddokumenten [Testimonios y docu­ mentos gráficos de Friedrich Schiller], Rowohlt Tas­ chenbuch Verlag, Reinbek bei Hamburg. Chéjov, Anton R (1979), Briefe [Cartas], Diogenes Verlag, Zürich. Damasio, Antonio R. (2003), «Auch Schnecken haben Emocionen» [Los caracoles también tienen emocio­ nes], conversación con Der Spiegel, n.° 49, 1 de diciem­ bre de 2003. DeSalvo, Louise (1990), Virginia W oolf- Die Auswirkungen sexuellen Missbrauchs auf ihr Leben und Werk [Virginia Woolf - Las repercusiones del maltrato sexual en su vida y su obra], Verlag Antje Kunstmann, Munich. 205

James, Oliver (2002), They F*** You Up [Te jodieron], Bloomsbury, Londres. Joyce, James (1975), Briefe [Cartas], Suhrkamp, Frankfurt am Main [Edición española: véase una selección en Cartas escogidas, traducción de Carlos Manzano, Lu­ men, Barcelona, 1982j. Keitész, Imre (1998), Sin destino, Plaza y Janés, Barcelo­ na, 1996, y Círculo de Lectores, Barcelona, 2003 [Edi­ ción citada: Roman eines Shicksalslosen, Rowohlt Tas­ chenbuch Verlag, Reinbek bei Hamburg, 2002], Lavrin, Janko (2001), Dostojewski], Rowohlt Taschenbuch Verlag, Reinbek bei Hamburg [1963]. Mauriac, Claude (2002), Marcel Proust, Rowohlt Taschen­ buch Verlag, Reinbek bei Hamburg [1958J. Meyer, Kristin a (1994), Das doppelte Geheimnis. Weg einer Heilung - Analyse und Therapie eines sexuellen Miss­ brauchs [Doble misterio. Camino de una curación Análisis y terapia del maltrato sexual], Herder, Friburgo de Brisgovia/Basel/Viena. Miller, Alice (1977), El drama del niño dotado y la búsque­ da del verdadero yo, traducción de Juan José del So­ lar, Tusquets Editores, colección Ensayo 36, Barcelo­ na, 1998 [Edición original: Das Drama des begabten Kindes und die Suche nach dem wahren Selbst. Eine Um- und. Fortschreibung, Suhrkamp, Frankfurt am Main], — (1980) Por tu propio bien. Raíces de la violencia, en la educación del niño, traducción, de Juan José del Solar, Tusquets Editores, colección Ensayo 37, Barcelona, 1998 [Edición original: Am Anfang war Erziehung, Suhrkamp, Frankfurt am Main]. — (1990/2003), Abbruch der Schweigernauer [Rompiendo 206

el muro del silencio], Suhrkamp, Frankfurt am Main, [Hoffman und Campe, Ilamburgo, 1990]. — (1998a), Wege des Lebens. Sieben Geschichten [Los sen­ deros de la vida. Siete historias], Suhrkamp, Frankfurt am Main. — (1998b), Du sollst nicht merken. Variationen über das Paradies-Thenui [Prohibido sentir. Variaciones sobre el tenia del paraíso], Suhrkamp, Frankfurt am Main, edi ción revisada. — (2001), La. madurez, de Eva: una interpretación
EL CUERPO NUNCA MIENTE

Related documents

194 Pages • PDF • 32.3 MB

205 Pages • 84,911 Words • PDF • 7.3 MB

5 Pages • 758 Words • PDF • 333.3 KB

3 Pages • 7 Words • PDF • 489.6 KB

3 Pages • 598 Words • PDF • 564.2 KB

76 Pages • 13,982 Words • PDF • 2.2 MB

1 Pages • 279 Words • PDF • 48 KB

1 Pages • 310 Words • PDF • 62.1 KB

213 Pages • 69,152 Words • PDF • 1.2 MB

3 Pages • 1,136 Words • PDF • 597.1 KB

284 Pages • 100,502 Words • PDF • 967.7 KB

98 Pages • 20,924 Words • PDF • 5.3 MB