Ember in the Heart - Samantha Young

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Índice Sinopsis _________________________________________________________ 4 1 ______________________________________________________________ 5 2 _____________________________________________________________ 18 3 _____________________________________________________________ 27 4 _____________________________________________________________ 40 5 _____________________________________________________________ 49 6 _____________________________________________________________ 58 7 _____________________________________________________________ 66 8 _____________________________________________________________ 75 9 _____________________________________________________________ 79 Epílogo ________________________________________________________ 87 Sobre la autora __________________________________________________ 91 Créditos ________________________________________________________ 92

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Sinopsis Cuando Ember Bonet escucha al mejor amigo del prometido de su hermana pronunciar comentarios groseros sobre las hermanas Bonet en la fiesta de compromiso, lo descarta instantáneamente como un inmaduro pretencioso. Luego, dicho inmaduro, Foster Darwin, se muda a la casa de al lado junto con su hija de cinco años, lo que hace que sea difícil ignorarlo. Foster no puede creer que su mejor amigo, Colt, omitiera decirle que las solteronas hermanas Bonet viven en la casa de al lado de su nueva casa. El problema es que Ember Bonet es cualquier cosa menos una solterona. Desde el momento en que se conocieron, Foster ha luchado contra una atracción abrumadora hacia ella. Una atracción para la que no tiene tiempo. No solo está decidido a darle prioridad a su hija Georgie, sino que no puede volver a fallarle a su propio padre. Y Edward Darwin ha dejado en claro que Foster debe establecerse con la mujer adecuada. Desafortunadamente, la idea de lo adecuado para su familia no es la masajista sexy de al lado, que es once años mayor que él. Decidida a mantener su distancia de Foster, Ember falla cuando queda claro que Georgie y él necesitan apoyo en su nueva vida juntos. Pero la proximidad entre ellos es una tentación demasiado grande, y la química física pronto se convierte en mucho más. Si tan solo Ember pudiera superar su diferencia de edad y Foster su orgullo familiar…

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Ember

—E

sto no puede estar pasando. —Miré ceñuda por la ventana de nuestra sala de estar al camión de mudanzas que estaba en el camino de entrada de la casa de al lado. Más específicamente, fulminé con la mirada al hombre de pie frente al camión de mudanzas. Y a mi hermana, Jade, le pregunté—: ¿Sabías de esto? Jade levantó las manos a la defensiva. —Juro que Colt nunca dijo ni una palabra. Colt era el prometido de mi hermana mayor y socio comercial del hombre que actualmente se mudaba a la casa de al lado. Un hombre al que no podía soportar. —Creo que todas estamos siendo muy groseras y probablemente deberíamos salir y darle la bienvenida al vecindario —comentó Celeste, nuestra segunda hermana menor, mientras lo miraba con curiosidad—. Su hija es linda. —Hija —resoplé, poniendo los ojos en blanco—. Es un inmaduro. Ningún tipo inmaduro debería estar criando a una niña. —No se pudo evitar. —El tono de Jade sonó amonestador—. Su ex consiguió un trabajo en París y le dio a Foster la custodia total. Colt dijo que ambos están teniendo dificultades para adaptarse. Foster. Foster Darwin. Probablemente el hombre más grosero que hubiera conocido alguna vez. Mi atención se desvió hacia la niña que estaba parada en el camino de entrada, su mano apretada contra la de Foster a medida que observaban al equipo de la mudanza descargando el camión. Tenía una expresión sombría en su dulce carita.

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—¿Cómo una madre podría abandonar a su hija por un trabajo? —No conocemos las circunstancias —nos recordó Celeste. —Es cierto —murmuré. —Ya terminé de mirar por la ventana. —Jade se dirigió a la puerta principal—. Foster es el padrino de boda de Colt. Sería extraño si no lo saludara. Celeste se apresuró a seguir a Jade. Levantando el dobladillo de la falda larga de mi maxi vestido, salí de la casa, bajé los escalones del porche detrás de mis hermanas, sobre el césped que cuidaba, salté sobre mis parterres y sobre el camino de entrada de Foster. Mi vecino nuevo. El universo tenía un sentido del humor enfermizo. —¡Foster! —llamó Jade y el hombre en cuestión se volvió, con su hija adorable en mano. —¿Jade? —Frunció el ceño, acercándose a nosotras. El rostro de su niña se iluminó de curiosidad. —Colt no me dijo que compraste la casa de al lado —dijo Jade después de besar su mejilla—. ¿Por qué no me lo diría? —¿Vives al lado? —Por ahora. Me mudaré con él una vez que Colt y yo estemos casados, pero esta es la casa de nuestra familia. Nuestros padres nos la dejaron. Ember y Celeste también viven aquí. Los labios de Foster se juntaron en una línea apretada ante la mención de mi nombre. Sí, amigo, el sentimiento es mutuo. —Hola, Georgie, ¿te acuerdas de mí? —Jade se agachó al nivel de los ojos de la hija de Foster. Ella asintió con timidez. Jade le tendió la mano. —Es bueno verte otra vez.

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Georgie miró la mano de mi hermana, luego su rostro, la consideró y entonces, colocó su mano en la de Jade tentativamente. Mi hermana mayor sonrió con esa sonrisa deslumbrante suya. —¿Estás emocionada con tu casa nueva? La respuesta de Georgie fue ponerse detrás de la pierna de su padre y enterrar su cara en la parte de atrás. Foster le puso una mano en la cabeza, acariciando su cabello en consuelo. Me negué a dejar que la muestra de amor paternal derritiera mi ira hacia él. —Es un poco tímida. Jade se puso de pie. —Por supuesto, lo recuerdo. Y es un gran día. —Sí. —Foster miró nuestra casa inexpresivamente por un segundo—. Es extraño que Colt no mencionara que vivías en la casa de al lado. —¿Escuché mi nombre? Nos volvimos para ver a Colt Baron avanzando por el camino de entrada de Foster, con un brillo en sus ojos azules, y una sonrisa traviesa curvándose en sus labios. —Hola, ángel. —Se detuvo para presionar un beso en la boca de mi hermana, le guiñó un ojo, nos sonrió a Celeste y a mí, después volvió su encanto hacia Georgie—. ¿Cómo está mi princesa? Georgie se apartó de la pierna de su padre y se acercó a Colt con animación. Extendió los brazos y él la arrastró hacia ellos con facilidad. Al ver la expresión de nostalgia en el rostro de mi hermana, deseé que estuviéramos una al lado de la otra para poder apretar su mano. Colt era cuatro años menor que mi hermana de treinta y ocho años, y quería tener hijos. Jade también, pero sabía que le preocupaba que les costara quedar embarazados porque era un poco mayor. Quería tranquilizarla porque no podía imaginar un universo en el que mi amable, hermosa y paciente hermana no fuera mamá. Las dos habíamos estado en varias relaciones, pero siendo tan románticas como éramos, no quisimos conformarnos con menos que la absoluta certeza de haber encontrado al indicado. Fue por casualidad que conoció a Colt. Jade era profesora de inglés en una escuela secundaria local y la madre uno de sus alumnos estaba pasando por un divorcio difícil. Llegó la noche de la reunión de padres y maestros, y el hermano menor de esa mamá decidió acompañarla de modo que no estuviera sola en su

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primera reunión posterior al divorcio. Ese hermano era Colt. En su fiesta de compromiso junto a Jade, Colt les contó a todos sus invitados cómo entró al salón de clases de Jade y sintió como si hubiera sido golpeado por un rayo. Nunca había visto a una mujer más hermosa en su vida. Y para su asombro, resultó tener un alma aún más hermosa. Me alegraba que hubiera visto eso en Jade. Era la verdad. Tenía paciencia y un pozo interminable de perdón y compasión. Me decía continuamente que debía ser más como mi hermana mayor. Desafortunadamente, no siempre tenía éxito. Miré a Foster con el ceño fruncido mientras charlaba con Jade. Sintiendo unos ojos sobre mí, aparté mi mirada del hombre grosero y encontré a Colt sonriéndome. Georgie ahora estaba a su lado, sosteniendo su mano, observando en silencio al equipo de la mudanza en el fondo. Con mi mirada sospechosa en mi futuro cuñado, me pregunté a qué estaba jugando al no contarnos que Foster había comprado la casa de al lado. Él había sido testigo del incidente de la fiesta de compromiso, ¡así que era una cortesía común avisarme! Enfadada, crucé los brazos sobre mi pecho e intensifiqué mi mirada de disgusto. Colt solo sonrió, mostrando esa sonrisa juvenil de la que se enamoró Jade. Para ser justos, no podía imaginarme que la intención de Colt fuera cruel o diabólica. Había demostrado ser amable y generoso. De hecho, era la pareja perfecta para mi hermana. Me pregunté cómo Foster y él se convirtieron en socios comerciales y mejores amigos. Sin importar la diferencia de edad (Foster tan solo tenía veinticinco años) parecían tener personalidades completamente diferentes. Donde Colt se inclinaba a sonreír y reír, Foster gruñía y fulminaba con la mirada. Mis mejillas se sonrojaron al recordar la fiesta de compromiso y nuestro primer encuentro.

—¿Estás nerviosa? —pregunté a Jade. —Un poco. Colt invitó a gente de negocios que no había conocido antes. —Bueno, al menos no tienes que preocuparte por impresionar a los suegros —solté, tomando un sorbo de champán.

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Los labios de Jade se separaron en estado de shock. —No es gracioso. Me estremecí. Los padres de Colt murieron en un accidente automovilístico cuando él tenía diecinueve años. Era una de las cosas por las que Jade y él congeniaron considerando que nuestros padres habían muerto en un viaje de senderismo cuando Jade tenía veintitrés años y yo veintiuno. —Lo siento. Debería saberlo. Quizás estoy nerviosa. Lo siento. Mi hermana me dio unas palmaditas en el brazo. —Está bien. ¿Y por qué estás nerviosa? Hice un gesto hacia la sala de actos decorada que Colt había alquilado en un hotel de cinco estrellas. Los invitados debían llegar en cinco minutos. —Mira qué elegante. —¿No te gusta? —Es hermoso —le aseguré. Si bien nuestros padres nos dejaron una gran casa antigua, nuestra herencia era en realidad apenas suficiente para pagar el costo de mantenerla. Mi padre heredó la casa de su padre y la gente pensaba que teníamos más dinero del que teníamos. Mis padres nunca fueron del tipo elegante. Los hoteles de cinco estrellas y las “cosas” materiales no eran lo suyo. Sin embargo, Colt estaba decidido a darle a Jade lo mejor de todo y podía permitirse el lujo teniendo en cuenta que dirigía una empresa inmobiliaria extremadamente lucrativa con Foster Darwin llamada Baron & Darwin. La fiesta de compromiso, al igual que la próxima cena de ensayo y boda, fue organizada por una planificadora profesional. Había tomado los colores favoritos de Jade (metálicos pálidos como champán, plata y oro rosa) y los incorporó a su diseño. El efecto general era una elegancia discreta. Le sentaba bien a Jade. Se lo dije. Mi hermana se relajó. Un poco. Envolví mi brazo alrededor de su cintura delgada. —Oye, no tienes nada de qué estar nerviosa. Eres dulce, inteligente y hermosa por dentro y por fuera. Pura clase de pies a cabeza. —Eso era cierto. Llevaba el cabello rubio recogido hasta el cuello, los pendientes de diamantes que Colt le había comprado para su trigésimo octavo cumpleaños brillaban en sus

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orejas y llevaba un vestido de noche plateado plisado que contorneaba su figura esbelta. Era sin mangas con un cuello en V bastante modesto y una abertura un poco menos modesta en la falda. El vestido resplandecía bajo los candelabros haciendo que mi hermana pareciera una estrella de cine. —Gracias. —Estudió mi rostro con esos ojos azules serios que tenía. Honestamente, no era de extrañar que la gente nos preguntara si en realidad éramos hermanas. Excepto por la forma de nuestras narices y bocas, no nos parecíamos en nada—. Ahora, ¿por qué estás tan nerviosa? —Estaba bromeando. No estoy nerviosa —le aseguré. Me sentía lo suficientemente cómoda en mi propia piel como para no importarme lo que la gente pensara de mí, pero no estaba segura de qué tipo de público consistía el círculo social de Colt. Los tipos de negocios serios no tenían mucho en común con una masajista soltera de treinta y seis años que dirigía un spa y una tienda new age en el mismo edificio. Al ver a Colt charlar con nuestras hermanas menores, Moon (una abogada de treinta y tres años que vivía con su esposa, Linzi, y su hija adoptiva, Jilly, en la ciudad), Celeste (treinta años, divorciada dos veces, vivía en casa conmigo y Jade, y era manicurista en mi spa) y Luna (veintiocho, divorciada, vuelta a casar y ahora ama de casa), al otro lado de la habitación, parte de mí esperaba que se portaran bien. Moon se portaría bien porque, en secreto, Linzi y ella se morían de ganas de que la fiesta terminara para poder volver a casa con Jilly. Pero Celeste y Luna eran comodines. Les dabas suficiente champán y no habría forma de saber lo que harían. —A Colt no le importará —dijo Jade y me di cuenta que había leído mis pensamientos cuando continuó—: si Celeste y Luna se vuelven un poco salvajes más tarde. —Esperemos que no haya ningún desnudo involucrado —murmuré, tomando otro sorbo de mi bebida. Jade hizo una mueca ante el recordatorio de Luna habiéndose desnudado en mi trigésimo cumpleaños. Un evento que desató uno de los períodos más oscuros de nuestra relación. —Lo siento, no debí haberlo mencionado. —¿Te dije lo preciosa que te ves? —Jade sonrió, cambiando de tema. —Gracias. —Aunque estaba segura que todas las mujeres usarían vestidos similares a los de mi hermana, no pude evitar ser yo. Aunque presté mucha

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atención a los colores de la boda de Jade cuando lo elegí. Después de todo, era su dama de honor. Mi vestido era un vestido georgette de seda en color rojizo/oro rosa, ajustado a la cintura con una falda amplia. Las mangas eran transparentes y onduladas pero apretadas en las muñecas. Todo eso era bastante recatado. Excepto por el escote pronunciado y la espalda anudada. Y tenía tetas, así que era bastante atrevido. Había mucha cinta sujetándome—. ¿No es demasiado? Mi hermana sonrió. —Solo lo suficiente. Te ves muy sexy. Quién sabe, tal vez conozcas a alguien. Intenté no poner los ojos en blanco. Desde que Jade se enamoró, había decidido que aún también había esperanza para mí. Ya no estaba segura de eso y, honestamente, me parecía bien. Mi vida era estupenda. Ya no necesitaba el romance para sentirme realizada. De repente, los invitados empezaron a entrar en la suite y Colt se volvió hacia nosotras, señalando a Jade. —Mejor me voy. —Diviértete —le recordé.

Unos veinte minutos después, estaba charlando con Celeste, Moon, Linzi y Luna. Era raro que todas estuviéramos en la misma habitación a la misma hora estos días, así que disfrutaba de nuestra charla al azar sobre todo y nada mientras Jade recorría el lugar con su prometido. —Oh, Dios mío, no pueden dejarme beber demasiado de estas cosas —dijo Luna, tomando otra copa de champán a medida que pasaba un camarero. Sus ojos casi se salieron de sus cuencas, con una expresión avergonzada—. Ya no estoy acostumbrada al alcohol. Se me subirá directamente a la cabeza. —Relájate. —Celeste chocó su copa contra la de Luna—. Chica, te pasas veinticuatro siete cuidando de tres niños. Creo que puedes relajarte por una noche. —Es tan cierto. —Hola, hermanas. —Jade chocó mi codo suavemente y me volví para saludarla. No estaba sola—. Colt y yo queríamos presentarles al socio comercial y padrino de Colt. Chicas, este es Foster. Foster, estas son mis hermanas.

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Colt estaba de pie junto a un joven extremadamente alto y extremadamente apuesto, que asintió a cada una de mis hermanas con los labios apretados firmemente. Luego se acercó a mí, nuestros ojos oscuros conectaron, y me quedé sin aliento. Sus labios se separaron como si lo hubiera sorprendido, y buscó mi rostro, examinando mi cuerpo, lenta, acaloradamente, antes de volver a encontrar mi mirada. Me estremecí. Tenía una mandíbula angular, con solo una pizca de barba en sus mejillas, labios carnosos y hermosos ojos marrones tan oscuros como los míos. El cabello castaño oscuro de Foster era casi negro y lo usaba corto pero un poco más largo en la parte superior, peinado hacia atrás lejos de su frente. Era el tipo de atractivo que era tan perfecto que por lo general lo encontraba decepcionante… pero algo en sus ojos brillantes y melancólicos me cautivó por completo. Lo cual era ridículo ya que sabía de lo que me había dicho Jade, que el tipo era once años menor que yo. No me gustaban para nada los hombres más jóvenes. Aún no habían terminado de madurar y “aún” en esa oración a menudo era optimista. Dile eso a tu cuerpo. —Hola. —Extendí mi mano para romper nuestro concurso de miradas lleno de tensión. Para mi sorpresa, el calor que pensé haber visto en sus ojos se volvió helado. Observó mi oferta como si le acabara de ofrecer una copa de pis. La cortesía le dictó que estrechara mi mano, pero fue como sacudir un fideo flácido y me soltó tan rápido que mi brazo cayó como un peso muerto a mi costado. Foster evitó mi mirada y le dijo a Colt: —Tengo que encontrar a mi cita. Jade captó mi atención, sus cejas fruncidas en confusión. Me encogí de hombros, porque tampoco sabía lo que había pasado. Aun así, por alguna razón extraña, me encontré buscando al bicho raro a medida que avanzaba la noche. Lo vi durante la cena en una mesa a tres de nosotras las Hermanas Bonet, sentado junto a una pelirroja impresionante apropiada para su edad. Estaba vestida con un vestido tubo conservador. Durante toda la noche no me faltaron compañeros de baile, lo cual fue genial porque me encantaba bailar. Para mi agradable sorpresa, el círculo de

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amigos y socios comerciales de Colt no eran del tipo estirado y pretencioso que había prejuzgado que serían. Muchos de ellos fueron divertidos y entretenidos y me lo pasé bien. Mientras bailaba un baile lento con un hombre lo suficientemente mayor para ser mi padre pero que también era un caballero perfecto que mantuvo su atención en mi rostro (¡no podría decir lo mismo de algunos de mis otros compañeros de baile!), miré por encima de su hombro y mi mirada se enredó en la de Foster Darwin. Se paraba en el borde de la pista de baile. Una mirada rápida me dijo que su cita estaba bailando con otro hombre. Pero sus ojos estaban sobre mí. Otro escalofrío recorrió mi nuca. —Lo siento, dulce dama, pero voy a tener que acortar esto para ir al baño. —Mi pareja de baile sonrió tímidamente. Me reí y le di unas palmaditas en el hombro. —No hay problema. Segundos después, estaba sola en la pista de baile, pero aún podía sentir los ojos de Foster sobre mí. Debería ignorarlo. Sabía que debía hacerlo. Pero la curiosidad me impulsó a cruzar la habitación. Pareció visiblemente tenso cuando me acerqué a él, sus hombros (encajados perfectamente dentro de un traje de tres piezas gris oscuro entallado) se echaron hacia atrás y sus ojos se entrecerraron. Esa probablemente era mi señal para desviarme del curso, pero me recordé que este tipo era el padrino de Colt e íbamos a estar en la vida del otro. También recordé a Jade diciéndome que Foster tenía una hija de cinco años con su ex y, aunque era joven para tener una hija, sabía por experiencia personal que ese tipo de responsabilidad te hacía madurar rápido. Quizás Foster era un joven maduro de veinticinco años. Me detuve ante él, inclinando la cabeza hacia atrás para encontrarme con sus ojos. Dios, era alto. —Hola. Asintió con cautela. Mis cejas se fruncieron. ¿Por qué estaba actuando tan extraño alrededor de mí? Decidida a romper la incomodidad entre nosotros, hice un gesto detrás de mí. —¿Te gustaría bailar?

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Foster miró hacia la pista de baile y luego de vuelta a mí, su expresión ilegible. Su respuesta no lo fue. Simplemente abrió la boca y respondió: —En realidad, no. Por un momento me sorprendí y estoy segura que me quedé boquiabierta como si nunca hubiera visto a otro ser humano. Luego añadió un insulto a la herida al marcharse sin decir una palabra más. Qué. Jodido. Estúpido.

Media hora después, la organizadora de la fiesta sacaba a una Luna muy borracha de una de las mesas del comedor; Moon y Linzi, horrorizadas por la escena, se habían ido temprano, y ahora Celeste y Luna guiaban a muchos de los invitados en el can-can y coqueteaban escandalosamente con todos los invitados borrachos, sin importar el género. Los invitados borrachos de hecho se estaban divirtiendo con esto, pero mientras mis ojos vagaban por los invitados restantes sentados en las mesas, vi el intercambio de miradas burlonas y pillé a algunas personas hablando sobre la vergüenza que mis hermanas eran para Jade. Me enfureció además de la indignación que provocó Foster. ¿Qué tenía de malo emborracharse en una fiesta y pasar un buen rato? No estaban haciendo ningún daño. Necesitando un respiro, escapé de la sala de actos, me apresuré por el pasillo y doblé la esquina para apoyarme contra la pared fuera de vista. Abanicando mis mejillas calientes, intenté controlarme. Lo último que necesitaba Jade era que yo echara leña al fuego al perder mi puto control con algunos de sus invitados engreídos. Además, me recordé, no eran todos. Solo algunos. No llevaba allí mucho tiempo cuando escuché el murmullo de unas voces profundas tornándose más fuertes hasta que reconocí a quiénes pertenecían. Caminaban por el pasillo hacia mí. —¿Por qué la trajiste si te está cabreando? —escuché decir a Colt. —Porque mi padre me lo pidió —respondió Foster—. Mira, es más fácil acceder a las citas y luego decirle que no somos compatibles. —O simplemente podrías decirle a tu papá que se vaya a la mierda. —Oh, sí, lo haré.

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—Un padre no debería desear nada más que tu felicidad. No deberías estar en una fiesta de compromiso con una mujer que te pone los nervios al borde. Aquí hay hermosas mujeres solteras y no puedes acercarte a ninguna de ellas porque accediste a tomar a Janet como tu cita. —¿Quiénes son estas hermosas mujeres solteras? —preguntó burlándose y me puse rígida ante el insulto, ya fuera intencionado o no. —Oye, cuidado con el tono —advirtió Colt—. Dos de ellas son mis futuras cuñadas. —Buena suerte con eso. Son puros problemas. —Están un poco ebrias. Y solo son Luna y Celeste. Celeste es soltera. Es linda. —¿No se ha divorciado dos veces? —¿Y? —No es exactamente material matrimonial para un Darwin. —Suenas como tu padre, es decir, un completo idiota. —Sabes a lo que me refiero. Colt guardó silencio, sugiriendo que tal vez sabía a qué se refería Foster. Yo no lo sabía. Para mí, sonaba como un gilipollas sentencioso. Tendría suerte de tener a Celeste. Era adorable, divertida y absolutamente cariñosa. —Está Ember. Sé que notaste a Ember. Es absolutamente lista. También es muy divertida. Sonreí ante eso, sintiéndome conmovida hacia mi futuro cuñado. —¿No es como una solterona de treinta y ocho años viviendo en una casa con su hermana y dirigiendo una maldita tienda de ocultismo absurdo? ¿Disculpa? —¿Qué te pasa esta noche? —espetó Colt—. Uno, Ember tiene treinta y seis años, es copropietaria de una casa que heredó de sus padres fallecidos, es masajista, y es dueña de un spa y una tienda. —Bueno, todo eso está muy bien, pero aunque a ti podrían gustarte las mujeres mayores, tengo veinticinco años, Colt, y no estoy interesado en asumir

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una mujer que supongo que tiene un montón de equipaje. Mierda, quiero decir, ¿por qué alguien como ella es soltera a su edad? Ese descarado hijo de puta. Antes de que pudiera pensar en ello, salí de detrás de la pared y tanto Colt como Foster se giraron mirándome fijamente. Colt pareció horrorizado. Foster ocultó su sorpresa detrás de una máscara fría. Lo miré directamente como si fuera un insecto y detecté el más mínimo estremecimiento en su expresión. —Estoy soltera porque, desafortunadamente, hay mucho más Foster Darwin que Colt Baron. Prefiero estar sola que conformarme con mocosos inmaduros que ni siquiera pueden enfrentarse a papi. Tomando demasiada satisfacción por la nube tormentosa que se cernió sobre su expresión, me alejé pavoneándome, ignorando la disculpa de Colt y disfrutando de la sensación de mi vestido revoloteando alrededor de mis piernas cuando me fui con la última palabra.

16 Colt intentó disculparse nuevamente después de lo sucedido. Jade al principio estuvo muy enojada con Foster, pero luego de hablar con Colt, su actitud cambió de manera molesta a comprensión y perdón. ¿No debería tu hermana mayor estar de tu lado sin importar lo que sucediera? Sin importar la edad que tuvieras. Una persona necesitaba que su familia se pusiera de su lado cuando alguien la insultaba. Me crucé de brazos, escuchando en silencio a todos hablando en el camino de entrada de Foster, pero sin participar. De hecho, mi mente divagó y miré por encima del hombro hacia nuestro porche delantero, pensando que necesitaba un arreglo para el verano. Tal vez podríamos cambiar el asiento del columpio por uno de esos de grandes que parecían una cama. ¿Qué tan cómodo sería sentarse en el porche con un vaso de té helado en un cálido día de verano? Y si la primavera era algún indicativo, nos esperaba un verano caluroso. Un tirón en la falda de mi vestido llamó mi atención. Para mi sorpresa, encontré a Georgie de pie frente a mí, con la cabeza inclinada hacia atrás, su cabello oscuro cayendo por sus hombros pequeños, sus grandes ojos oscuros clavados en los míos. Me dio una sonrisa tímida.

Mi corazón se derritió. —Hola. —Me gusta tu vestido —dijo en voz baja. Me agaché a su lado y vi su rostro iluminarse a medida que la falda amplia se extendía por el suelo a nuestro alrededor. —¿Te gustan los vestidos? Ella asintió. —Mi mami dijo que va a enviarme vestidos de Parees. —Pronunció mal la ciudad. —¿Vestidos de París? Bueno, ya sabes que serán los vestidos más bonitos del mundo. —¿Tan bonito como el tuyo? —Más bonitos. —Vamos, Georgie. —De repente, Foster estaba allí, levantando a su hija en brazos. Evitó mi mirada mientras frotaba su nariz contra la de ella y dijo en voz baja—: Es hora de ver tu habitación. Y con nada más que una despedida a Colt, Foster llevó a su hija a su casa sin decirnos ni una palabra más. Tan. Jodidamente. Maleducado.

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Foster

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osteniendo la mano de Georgie, se puso de pie junto a su hija a medida que el equipo de mudanza organizaba su habitación. Había pagado por dos servicios: para trasladar sus pertenencias y también desempacar y amoblar la casa. Al mudarse de su apartamento, le había prometido a Georgie un conjunto de muebles completamente nuevo para su gran dormitorio y esta era la primera vez que lo veía in situ. —Las señoras colgarán las cortinas de princesa que elegiste en el dosel de la cama. —Foster señaló mientras las dos mujeres que trabajaban en la habitación de Georgie desempacaban los muebles. Primero había pedido que terminaran la habitación de G. Después podrían pintarla del color que a ella le gustara, pero por ahora al menos podría asegurarse de que su primera noche en su hogar nuevo fuera lo más cómoda posible. Los muebles que había elegido eran blancos y la cama pequeña era adecuada para una princesa con sus cuatro postes. A G le encantaban todos los tonos de púrpura, así que las cortinas, la ropa de cama, los cojines, la alfombra, todo era de una variedad de su color favorito—. ¿Qué te parece hasta ahora? Georgie miró alrededor de la habitación, luciendo desconcertada. Un dolor estalló en su pecho. Semanas atrás, G habría sentido curiosidad por todo lo que había en su habitación. Pero desde que Carolyn se fue a París, su hija había lucido apagada. No era de extrañar. ¿A qué niño no le molestaría que su madre decidiera aceptar una oferta de trabajo en otro continente? Foster y Carolyn discutieron, pero no había discusión con una mujer que sentía que le debían la oportunidad de tener la vida y carrera que quería y solo se resentiría con G si no lo aceptaba. Al final, Foster decidió que de todos modos no quería a Georgie cerca de una madre que se sentía así por ella. Pero Georgie tenía cinco años, era lo bastante mayor para darse cuenta que su madre la había abandonado, y era demasiado joven para comprender que no era culpa suya. Podría matar a su ex por hacerle esto a su dulce niña.

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Tragando su ira, levantó a G en sus brazos y se volvió para mirar por la ventana. Su dormitorio tenía una gran ventana con contraventanas pintadas de blanco que miraban hacia el vecindario tranquilo. La casa era una de las más grandes de la calle, en realidad demasiado grande solo para ellos dos, pero estaba en un área estupenda y, como la de las Bonet, su casa tenía piscina. A Georgie le encantaba la piscina. —Puedes ver pasar el mundo desde aquí —le dijo—. Podría poner un asiento junto a la ventana para que así podamos sentarnos y leer juntos. ¿Te suena bien? G asintió, pero su atención se centraba en otra parte. Siguiendo su mirada, intentó no tensarse porque su hija era sensible y sentiría el cambio en él. Pero vio a las hermanas Bonet. Colt, su prometido y sus hermanas menores seguían charlando en la entrada de su casa. Foster no pudo evitarlo. Sus ojos encontraron automáticamente a Ember Bonet. Ahora que se había ido, ella había cobrado vida, gesticulando con sus manos elegantes a medida que los demás escuchaban cualquier historia que les contara. Colt y sus hermanas se echaron a reír y Foster deseó que la ventana estuviera abierta para poder escuchar lo que estaba diciendo. No podía creer que su mejor amigo, su socio comercial, omitiera el hecho de que la casa que había comprado estaba junto a la de las Bonet. Cuando vio el lugar por primera vez, no hubo señales de las tres de las cinco hermanas que vivían allí. La segunda vez que la vio con Colt, nuevamente ni rastro de ellas, y el bastardo no dijo ni una palabra. ¿Qué estaba tramando? ¿Era porque sabía que Foster no compraría la casa si hubiera sabido que Ember vivía en la casa de al lado? Y no porque él la hubiera insultado a sus espaldas y ella lo hubiera escuchado y lo menospreció a cambio… sino porque estaba bastante seguro que Colt podía darse cuenta de lo atraído que estaba por la segunda Bonet mayor. Desde el momento en que sus ojos conectaron en la fiesta de compromiso de Colt, Foster se sintió atraído por ella. Tampoco era una especie de atracción normal, como aquella que sentía hacia una mujer hermosa. Era… era como si ella tuviera algún tipo de magnetismo en sí. Se había encontrado buscando entre la fiesta toda la noche para vislumbrarla, sintiendo algo alarmantemente parecido a los celos cuando vio hombre tras hombre invitándola a la pista de baile.

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Podía decir que le encantaba bailar. Y reír. Se reía mucho. Llena de alegría. Y confianza en sí. Era una combinación seductora. Y con once años mayor que él, soltera, nunca casada, una Bonet humilde que trabajaba en una profesión que su padre no respetaba, Ember estaba tan lejos del tipo de mujer con la que se esperaba que Foster saliera y eventualmente se casara, como cualquiera podría estarlo. Foster no podía volver a decepcionar a su familia. Georgie dependía de sus abuelos más que nunca y una ruptura entre ellos podría significar perderlos. Además, aunque su negocio había despegado, no había garantías en la vida… excepto por la herencia enorme que le correspondía y garantizaría el futuro de su hija. Una herencia de la que su padre no tendría ningún problema en eliminarlo si no andaba por el camino correcto. Arrastrando su mirada de Ember, intentando apartar los pensamientos de sus brillantes ojos oscuros y cálidos, así como su boca exuberante, le dijo a G: —¿Por qué no dejamos que todos sigan con la casa y tú y yo salimos a tomar un helado? G lo miró con unos grandes ojos tristes y oscuros que hicieron que el dolor en su pecho volviera a estallar. —¿Puedo conseguir chispas de arcoíris? —¿Solo si yo puedo? —bromeó mientras asentía hacia las mujeres organizando la habitación de G. Habían dejado de vestir la cama con dosel para ver pasar a padre e hija. G acurrucó su cabeza contra su pecho. —Está bien, papi. Su tono triste le rompió el puto corazón.

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***

Más tarde esa noche, G se dejó caer en su cama nueva después de un día en el que Foster, Colt y Jade intentaron animarla. La pareja comprometida había decidido unirse a ellos en su caminata para tomar un helado, y un helado lo había llevado a cenar y a dar un paseo por el muelle. Para todos ellos estaba claro que la casa nueva en realidad le hizo ver a G que su madre se había ido. Que ella y su padre estaban comenzando una vida nueva sin ella. Habría sido más fácil mantener su casa en la ciudad, reducir el viaje al trabajo, pero quería compensar la deserción de Carolyn, y arrancar a su hija de la escuela para mudarse a la ciudad ahora que su madre ya no vivía en la ciudad costera, habría sido egoísta. Además, Colt se mudaría aquí por Jade, de modo que eso significaba que G y él tendrían amigos cerca. Foster observó alrededor del gran dormitorio principal que miraba hacia el patio trasero de su casa y de las Bonet. La habitación era enorme y aún no estaba completamente decorada. El equipo volvería por la mañana para terminar. Aún había habitaciones en la casa que debían amueblarse, pero eso se lo dejaría a su madre. Ella vivía para esas cosas. Caminando por los pisos de madera, decidió que necesitaría alfombras aquí. Habría frío en invierno y la habitación tenía eco. Abriendo las puertas francesas, salió al balcón pequeño que colgaba sobre su terraza trasera y un movimiento del patio de la puerta de al lado llamó su atención. Alguien estaba nadando a última hora de la noche en la piscina de la casa Bonet. Había luces situadas alrededor de la piscina para iluminarla, y el patio que la rodeaba. Era difícil saber qué hermana estaba nadando… hasta que salió. Su boca se secó. Sus curvas deliciosas se exhibían en un bikini verde. Ember Bonet. El objeto de su lujuria. Su sangre caliente se precipitó hacia el sur. Sabía por estar tan cerca y en persona con ella que no tenía el cuerpo esbelto y terso de las mujeres jóvenes de sociedad con las que había salido desde que era un adolescente. Cuerpos perfeccionados tras visitas frecuentes a un entrenador

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personal y un control feroz sobre su dieta. Ember era suave donde ellas estaban tonificadas. Y a ella le importaba un carajo. Sus caderas se balancearon de un lado a otro mientras avanzaba hacia la casa, sus pechos pesados sacudiéndose con el movimiento, y Foster se tragó un gemido. ¿Esa mujer podría volverse más peligrosamente sexy? Apretó los ojos cerrados una vez que ella desapareció de vista. Era una suerte que lo odiara… de lo contrario, sería una tentación y una distracción que no podría resistir.

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Esto no podía estar pasando. Foster intentó modular su tono para no perturbar a Georgie mientras se sentaba en la terraza trasera con él, comiendo los pasteles que habían comprado en la panadería local. Los domingos eran el día de los panqueques, pero la cocina aún no estaba amueblada y aún no había comprado víveres. También se suponía que el domingo sería un día tranquilo, pero él y Colt estaban en medio de un gran trato comercial (ya que estaban comprando una empresa inmobiliaria establecida pero en decadencia y la incorporarían a su marca) y lo último que Foster necesitaba era que la niñera que acababa de contratar lo llamara para informarle de que había encontrado otra posición que era mejor para ella. En California. Mierda. Levantándose de los muebles del patio, caminó hacia el límite entre su lugar y el de las Bonet, parcialmente oculto por la cerca baja entre ellos. —¿Y no pensaste en decirme que iban a entrevistarte para otro trabajo? ¿No pensaste que podría ser un gran inconveniente para mí estar sin una niñera el día antes de que ella debiera aparecer? —No me gusta la forma en que me está hablando y no tengo que aguantarlo. Estoy colgando ahora mismo. Y lo hizo.

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—¡Mierda! —espetó, luchando por no arrojar su teléfono a la piscina. —¿Problema? Saltó hacia atrás desde la cerca. —Jesucristo. Celeste Bonet había aparecido al otro lado como por arte de magia. Parpadeó como un búho hacia él. —No. Solo yo. Lamento si te asusté. No pude evitar escuchar —señaló a su teléfono—. ¿Estás sin niñera? Asintió. —Se suponía que iba a empezar mañana, pero aceptó otro trabajo a mis espaldas en el otro lado del país. Salgo temprano para mi viaje diario, así que necesito que alguien esté aquí para preparar a G para la escuela, llevarla, recogerla después y estar aquí hasta que llegue a casa. —Foster suspiró, pasando una mano por su cabello—. ¿Cómo se supone que voy a encontrar a alguien en menos de veinticuatro horas? —Dios, tendría que preguntarle a su madre, y odiaba preguntarle a su madre. Amaba a su nieta, pero siempre hacía un drama si le pedía que cuidara a G en el último momento. —Estoy segura que Colt entenderá si no puedes ir a trabajar mañana. Sacudió la cabeza. —Estamos en medio de un trato importante. Tengo que estar ahí. Celeste arrugó su bonita cara pensando. Se parecía mucho a Ember, pero por alguna razón no hacía que su corazón latiera con fuerza. —Tengo la solución perfecta. ¡Ember! —Se giró para gritar a través del patio hacia la casa—. ¡EMBER! Hizo una mueca, echando un vistazo por encima del hombro para ver a G. Ella picaba un panecillo, observándolo sombríamente. Él le dedicó una tierna sonrisa. Ella le devolvió la sonrisa. Su corazón se derritió.

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Dios, nunca imaginó que fuera posible amar a otro ser tanto como amaba a su hija. —¿Qué pasa? Su voz meliflua llamó su atención de vuelta a la cerca. Allí estaba ella, caminando hacia ellos con otro de esos largos vestidos flotantes que se pegaban a sus curvas pero ocultaban las piernas que había descubierto anoche que eran largas y jodidamente fantásticas. —Llego tarde al trabajo —dijo, sin mirarlo intencionadamente. —¿Vas a trabajar? —Michelle llamó. Sasha tiene fiebre, así que le dije que se vaya a casa. La cubriré. —Michelle es la número tres de Ember en el spa. —Celeste sintió la necesidad de decirle—. Soy su número dos, pero los domingos son estrictamente mis días libres. —Entrecerró los ojos sobre su hermana—. ¿Cierto? Ember hizo una mueca. —Que no cunda el pánico. Hoy no eres necesaria. Ahora, ¿qué pasa? Tengo que irme. Aún no lo miraba. Estaba empezando a cabrearlo. Aunque sabía que se lo merecía. —Foster está en un aprieto. Su niñera nueva renunció antes de que comenzara y necesita que alguien esté aquí por la mañana para preparar a Georgie para la escuela y recogerla después. Podrías organizar tus citas de modo que sean todas por la mañana y pensé que podrías recoger a Georgie en la escuela y tenerla en la tienda contigo. —Hizo un gesto a Foster, quien estaba cabreado porque no había visto adónde iba la conversación—. Foster puede recogerla en la tienda. —Eso no es necesario —dijo sin tono alguno. Los ojos de Ember volaron hacia él. No pudo leer su expresión a medida que ella estudiaba su rostro. —Puedo hacerlo —dijo finalmente. —Estoy seguro que no sabrías qué hacer con una niña de cinco años.

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—¿Por qué? ¿Porque soy una mujer soltera de treinta y seis años sin hijos y, por lo tanto, no debo tener ni un hueso materno en mi cuerpo? Se enfureció ante su actitud defensiva. —No pongas palabras en mi boca. —Oye. —Celeste levantó las manos entre ellos, a pesar de que había una cerca para eso, su mirada curiosa e inquisitiva—. Relájense. Georgie necesita que alguien la cuide. Alguien responsable. No hay nadie más responsable que Ember. Dejó la universidad para cuidarnos a Luna y a mí cuando nuestros padres murieron y antes de eso, siempre ayudó a nuestros padres con nosotras. La culpa lo aguijoneó. Había olvidado que habían perdido a sus padres cuando eran jóvenes. Y no sabía que Ember abandonó la universidad para cuidar a sus hermanas. Era más de lo que él había hecho por G. —En realidad, no me importaría. —La mirada de Ember se movió más allá de su hombro y se suavizó—. Es una niña dulce. Colt respondía por Ember. Pensaba que ella era la mejor. Aun así. —¿Preferiría que no pasara el rato en tu tienda? Ember cruzó los brazos sobre el pecho. —¿Por qué? ¿Qué crees que hay allí? Se encogió de hombros. —Estupideces de ocultismo, porquerías paranormales que podrían incomodar a mi hija. Ella hizo una mueca. —Vendo velas, joyas, cristales, colchonetas de yoga, artículos lindos de yoga, y libros de meditación. Oh. —Deberías considerar echarle un vistazo. La meditación es estupenda para quitar los palos gigantes del culo de algunos imbéciles.

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Celeste se atragantó con una carcajada, y sus ojos completamente abiertos se dirigieron a los de Foster en señal de disculpa. La fulminó a ella y luego a su hermana. —En realidad no quiero que mi hija esté cerca de alguien con esa boca. Aunque le gustaría probarla. Mucho. Una húmeda probada profunda. Mierda. Echó un vistazo por encima del hombro para comprobar de nuevo a G, pero también para que no pudieran ver el calor en su expresión. ¿Cómo podía sentirse atraído por una mujer que lo insultaba continuamente? Debía haber algo mal con él. —Oh, supéralo, Darwin. —La voz de Ember hizo que su cabeza volviera a girar—. Puedo cuidar de Georgie hasta que encuentres a alguien permanente. Piénsalo. Sabes donde encontrarme. Ahora en serio tengo que irme. Foster la vio alejarse, molesto pero hambriento. Un carraspeo atrajo de nuevo su atención hacia Celeste. Tenía la cabeza inclinada hacia un lado y lo estudiaba con un brillo de complicidad en sus ojos oscuros. —Oh. Está bien. —Le sonrió. ¿Qué significaba eso? —Entonces… ¿vas a aceptar la oferta de Ember? —Lo pensaré. —Se giró y regresó con G, deseando que su pulso ralentizara.

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3

Ember

M

e encantaba nadar de noche. También era algo bueno porque también me encantaba la comida. La natación y el yoga eran un gran ejercicio, pero nunca sería una de esas esbeltas mujeres atléticas que se veían geniales sin importar lo que usaran. Y estaba bien con eso. Me tomó hasta los treinta estar bien con eso, pero cuando finalmente me permití ser feliz con mi cuerpo y ser dueña de mis curvas, el tipo de paz que me trajo fue increíble. Las mujeres gastan demasiada energía emocional preocupadas por nuestro peso. Si pudiera embotellar la fórmula de mi “fórmula me importa un carajo”, no cobraría por ella. Distribuiría esas cosas gratis para que todas las mujeres del mundo fueran felices y vieran la belleza en sí que las personas que las amaban ya podían ver. Mis pies golpearon la pared de la piscina y me empujé en ella, impulsándome hacia el extremo opuesto y vi un movimiento en el patio. Al darme cuenta que había una figura grande allí, me sobresalté en el agua, deteniéndome de golpe. Flotando en medio de la piscina, vi como el hombre alto caminaba hacia la luz. Foster. —Lamento si te asusté. —Se agachó, esos intensos ojos oscuros enfocados en mí. A pesar de mi disgusto por él, tenía curiosidad por su aparición. Nadando hacia él, me detuve a un lado de la piscina y miré hacia arriba. —¿Qué estás haciendo aquí? —Te vi nadando. —Señaló hacia su casa con el pulgar por encima del hombro.

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Alcé la mirada y vi la luz encendida en el dormitorio principal que daba al patio trasero. Toda mi vida habíamos vivido junto a los Cowies. Eran unos veinte años mayores que mis padres, y sus hijos ya estaban en la universidad cuando mamá y papá empezaron a tenernos. Para nuestra tristeza, al decidir mudarse a una casa más pequeña en Florida, pusieron la casa en venta. Era extraño no tenerlos al lado. Incluso más extraño era que, Darwin se hubiera mudado. —¿Me preguntaba si tu oferta aún está de pie? Al recordar mi oferta impulsiva de cuidar de Georgie, una parte de mí quiso decir que no. Pero entonces, al igual que esa mañana, vi a Georgie sentada en los muebles del jardín, observando a su padre con esos grandes ojos melancólicos. Y recordé que su madre la abandonó. Me había olvidado de la personalidad repulsiva de Foster y solo había visto a un padre que necesitaba ayuda con su pequeña. Hasta que volvió a abrir la boca. Su desdén por mí no podría ser más claro, de modo que era aún más sorprendente que hubiera venido a aceptar mi propuesta. Nadando hacia las escaleras, salí del agua. No había pensado en mi estado de desnudez hasta que caminé hacia Foster. Se puso de pie lentamente y sus ojos viajaron por mi cuerpo. Y lo juro por Dios, sentí su evaluación como dedos fuertes acariciando mi piel. Vi su nuez sacudirse cuando tragó pesado mientras su mirada se detenía en mis pechos. La sorpresa hizo que me detuviera a unos metros de él. Su atención se dirigió a mi cara y, aunque se apresuró a esconderlo, no había duda del calor en sus ojos. Santa mierda. Foster estaba atraído por mí. Crucé los brazos sobre mi pecho y luego me di cuenta que la acción empujaba mis senos hacia afuera y atraía aún más la atención hacia ellos, así que dejé caer mis brazos, sintiéndome torpe. Y prácticamente muy, muy desnuda en mi bikini azul. —¿Y bien? —espetó.

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Levanté una ceja ante su tono y me ericé. ¿Estaba enojado porque se sentía atraído por mí? ¿Por qué? ¿Porque era una masajista de treinta y seis años y estar interesado sexualmente en mí lo mortificaba? Inmaduro. Apuesto a que ni siquiera sabía qué hacer con una mujer. La mayoría de los hombres de su edad no lo sabían. Qué se joda. Si se sentía incómodo porque me encontraba atractiva, ese era su problema. Crucé los brazos sobre el pecho y ladeé mi cadera. —Me estás pidiendo un favor… ¿no crees que al menos deberías fingir ser educado? Foster entrecerró sus ojos hermosos. —Lo haces difícil. —Ni siquiera dije una palabra —argumenté. —Es tu actitud. —Dio un paso hacia mí—. Necesito ayuda con mi hija y tú estás deliberadamente… —me señaló vagamente. —¿Estoy qué? —Me moví hacia él—. ¿Respirando? —Ni siquiera sé por qué me molesté. —Sus ojos enojados se posaron en mi boca y volvieron a subir—. De todos modos es claro que no eres la mejor persona para cuidar a Georgie. Este cabrón pretencioso. Mis brazos cayeron a mis costados a medida que me ponía rígida. —¿Por qué? —¿Perdón? —Es la segunda vez que has cuestionado mi capacidad para ser una adulta responsable con una niña de cinco años. Quiero saber por qué, con tan poco esfuerzo por conocerme, crees que lo haces. Conocerme, es decir. Se encogió de hombros.

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—Solo es una corazonada. ¿Una corazonada? —Bueno, eres el mejor amigo de Colt, así que estoy segura que él podría responder por mí. Y probablemente ya lo haya hecho. Entonces, ¿por qué este juicio instantáneo sobre mis capacidades? ¿Es quizás porque eres un pedante de esos de club campestre que piensa que cualquiera que no tenga un título universitario, o cualquier mujer que no se haya casado a los treinta años, tiene alguna deficiencia? —Bueno, ¿quién está saltando a conclusiones apresuradas? —¿Saltando a conclusiones? Has insinuado con creces que una mujer que se parece a mí y que sigue soltera a mi edad, por cierto, uff, debe pasarle algo malo. Así que, has supuesto dos veces que soy incapaz de cuidar a un niño. ¿Por qué sacarías esa conclusión, cuando sabes tan poco de mí? Por supuesto, asumiría que fue por elitismo y sexismo puro. —Entonces, ¿ahora soy elitista y sexista? —Dio un paso hacia mí, nuestros pechos rozándose y jadeé ante las chispas excitantes que electrificaron mi piel y aceleraron mi pulso. Foster se tensó, volviendo a posar su mirada en mi boca. La atracción crepitó entre nosotros, caliente y cargada. Mis dedos se curvaron en puños a mis costados cuando la cabeza de Foster se inclinó hacia la mía, su aliento susurrando a través de mis labios. Podía sentir mi boca hormigueando con solo pensar en su beso. Pero se tambaleó hacia atrás de repente, con los ojos totalmente abiertos como si estuviera sorprendido por su propio comportamiento. Respiré profundamente. Nos miramos el uno al otro, confundidos. No solo confundidos. Mi cuerpo estaba tenso, completamente insatisfecho con su distancia repentina. —Esto fue una mala idea —dijo, con la voz ronca, antes de volverse para irse. Recomponiéndome, lo llamé: —Puedo cuidar de Georgie hasta que encuentres a alguien. Foster me echó un vistazo.

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—Como dije, creo que sería una idea terrible. Estaba claro, a pesar de nuestro choque de personalidades y la diferencia de edad, que había una atracción física entre nosotros. Una que estaba bastante dispuesta a ignorar ahora que mi mente no estaba empañada con la lujuria por su proximidad. Sin embargo, Foster estaba tan horrorizado por la idea de sentirse atraído por mí que, ¿ni siquiera quería estar cerca de mí? Bueno, eso simplemente me cabreó. —¿Asustado? —Me burlé. Se volvió hacia mí. —¿Perdón? Ignorando su tono peligroso, continué: —No tienes ninguna razón lógica para rechazar mi oferta más que amable. ¿ A no ser que seas tan estirado que no puedas relacionarte con una masajista a la que no se le conoce sangre azul en su historial familiar? —Estás decidida a pensar lo peor de mí. Me encogí de hombros. —Hazme cambiar de opinión. —Bien —espetó—. Mañana me iré a trabajar un poco más tarde para poder estar allí para explicarle a Georgie que esta semana vas a cuidarla. Pero normalmente me voy a trabajar a las seis y media. ¿Es demasiado temprano? —Para nada. —Bien. —¿A qué hora iré mañana? —Siete y cuarto. —Nos veremos luego. Su mirada recorrió mi cuerpo por última vez y vi un tic en su mandíbula antes de que se perdiera de vista por el costado de la casa. Sin decir buenas noches. —En serio tenemos que trabajar en sus modales.

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Las joyas de mi tienda parecían tener a Georgie fascinada. La vi mirar por encima de los soportes, torres y vitrinas llenas de joyas, algunas de fantasía, otras hechas a mano en metales preciosos. Después de dejarla en la escuela ayer por la mañana, cambié a algunos de mis clientes de modo que todas mis citas terminaran antes de que acabara el día escolar. Aquellos que no podían hacerlo, los cubrirían mis otros tres masajistas. Mi tienda era administrada durante el día por Raven, una amiga de la secundaria cuyo verdadero nombre era Mindy Watts. Al crecer, había sentido envidia de los nombres inusuales que mis padres nos habían dado a mis hermanas y a mí, de modo que adoptó el nombre de Raven para sí. Para ser justos, se parecía más a una Raven que a una Mindy. Había dejado que Raven se fuera a casa temprano con sus hijos adolescentes, ya que Georgie y yo podíamos vigilar la tienda hasta que apareciera Foster. Hicimos su tarea entre clientes. El primer día con Georgie había sido bueno, pero un poco torpe. Era una niña tímida y no hablaba mucho. Eso no me preocupó. Solía ser una niña tímida. Lo que me preocupó fue la tristeza en sus ojos. Ningún niño de cinco años debería estar tan triste o serio. Mi teléfono sonó en el mostrador y vi que era un mensaje de texto de Foster. Deslizando la pantalla de mi teléfono, me incliné para leerlo. Lo siento, la reunión se retrasó, acabo de salir ahora de la oficina. Por favor, puede darle la cena a Georgie. Foster. Suspiré. Tan jodidamente formal. Le respondí el mensaje de texto. No pasa nada. Aún no era la más locuaz con el padre de Georgie, temiendo que al serlo termináramos en otra discusión. Saltando de mi taburete, agarré mi bolso y llamé a Georgie: —Oye, cariño, tu papá llega un poco tarde, así que vamos a cenar sin él. Caminó hacia mí.

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—¿Va a volver a casa? Fruncí el ceño. —Por supuesto. Aunque, acaba de salir de la oficina y la ciudad está a noventa minutos, así que cerraremos aquí y cenaremos. ¿Qué tal te suena Penny’s? —Fue su turno de fruncir el ceño—. ¿Nunca has estado en Penny's Diner? — Georgie negó con la cabeza—. ¿Te gustan los nuggets de pollo? ¿Y los batidos? Sus ojos se iluminaron, haciéndome sonreír. —. Lo tomaré como un sí. —Le tendí la mano—. Penny's es el mejor lugar de la ciudad para pedir nuggets de pollo y batidos.

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Mientras comía la famosa y deliciosa hamburguesa con queso de Penny’s, Georgie sumergía un nugget en kétchup y miraba a los demás ocupantes del comedor. Tuvimos suerte de conseguir una mesa ya que los turistas inundaban nuestro pueblo de primavera a verano. Pero conocía a Geraldine, la jefa de camarera de Penny's, y nos encontró una mesa pequeña en la parte de atrás. Al notar que la mirada de Georgie se había fijado en algo, la seguí y me tensé. Una madre y su hija, de alrededor de la edad de Georgie, estaban instaladas en un reservado, dos niños mayores en el lado opuesto, y la madre y la hija estaban juntas, riéndose de algo. Me dolió el pecho por la expresión herida en el rostro de Georgie. Era demasiado joven para sentir las emociones horribles que estaba experimentando en este momento. Dios, podría matar a su madre. —¿Estás bien, cariño? Su boquita tembló cuando respondió: —Jenna Green dijo que las mamás no se van como mami. Jenna dijo que a mami no le debo agradar mucho y por eso se fue a Parees. Uf, eso fue un puñetazo en el estómago.

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Jenna Green era una mocosa tonta. Me incliné sobre la mesa. —Eso no es verdad, dulzura. —Pero mami se fue. —Por un trabajo. Un trabajo muy importante. —No sabía si eso era cierto y, a decir verdad, no creía que hubiera ningún trabajo más importante que ser madre. En lo que a mí respecta, ese era el trato que hacías con el universo una vez que tenías un hijo. —Jenna Green dijo que su mamá le dijo que ser mami es un trabajo impotante y que mi mami no me amaba porque pensaba que Parees era más impotante que yo. —Las lágrimas brillaron en los ojos de Georgie y parecía a segundos de estallar a llorar. La madre de Jenna Green estaba en mi lista de plastas de mierda. Hice señas a Geraldine rápidamente. —Solo vamos al baño, no nos vamos. —Tranquila, Em. Vigilaré tus cosas. —Gracias. —Me levanté y alcé a Georgie antes de que pudiera protestar. Pesaba más de lo que parecía y tuve que apoyarla sobre mi cadera. Agradecí que me pasara los brazos por el cuello y me dejara llevarla al baño. Cerré la puerta detrás de mí, bajando a Georgie a sus pies suavemente, noté que las lágrimas habían brotado y me puse a su nivel para abrazarla con fuerza. Envolvió sus bracitos a mi alrededor y sintiendo sus temblores, escuchando su pequeño hipo, tuve que contener mis propias lágrimas. Este ángel se había metido rápidamente debajo de mi piel. Finalmente, la aparté y rebusqué en mi bolso en busca de pañuelos para frotar sus mejillas. —Cariño, tu mamá te ama —le dije, segura que tenía que ser verdad—. Solo tenía que hacer eso y sabe lo mucho que amas a tu papá y pensó que sería genial para ti pasar más tiempo con él. —No debería mentirle a una niña de cinco años. Lo sabía. Pero no podía dejar que pensara que no le agradaba a su madre—. Y tu papá está tan feliz de tenerte con él. Para mi sorpresa, ella tampoco parecía segura de eso. A pesar de mis sentimientos contradictorios sobre Foster, no tenía ninguna duda de que amaba a su hija.

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Aun así, parecía que el abandono de su madre había llenado a Georgie de inseguridades que ningún niño debería sentir. Hora de hablar con Foster.

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Después de nuestra charla en el baño, regresamos a nuestra mesa, pero Georgie perdió el apetito de modo que nos fuimos a casa. Poco tiempo después llegó Foster. Dejando a Georgie viendo dibujos animados en una sala de estar que había sido transformada, aparentemente de la noche a la mañana, por un equipo de estilistas, seguí a Foster hasta su oficina después de pedir hablar en privado. Cuando cerré las puertas dobles detrás de nosotros, Foster se apoyó en su resistente escritorio antiguo y cruzó los brazos sobre el pecho. No se había afeitado en los últimos días, su cabello parecía como si hubiera estado pasándose las manos por él continuamente, y había un cansancio en sus ojos que lo hacía parecer mayor que sus veinticinco años. Veinticinco. Cuando yo tenía veinticinco, él solo tenía catorce. Me estremecí. No pienses en eso. —¿Qué está pasando? ¿G está bien? Le hablé del incidente en el restaurante. Foster soltó una maldición, volviéndose con una mirada fulminante a una estantería. Un músculo se tensaba en su mandíbula a medida que apretaba los dientes. —Lamento si le dije algo incorrecto. —¿Qué más podías decir? —dijo, su voz ronca por la emoción. Suspiré.

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—Te lo digo porque obviamente necesitas saberlo, pero también porque tengo la clara impresión de que ella no se siente segura que tú estés feliz de estar viviendo con ella a tiempo completo. Me miró con incredulidad. —¿Qué? —Tiene cinco años y es extremadamente inteligente e intuitiva para su edad. Sin importar lo que digamos, ella se siente, legítimamente, abandonada por su madre. La ha vuelto insegura. Vas a tener que esforzarte más para que se sienta querida. Foster siguió mirándome con el ceño fruncido. Así que seguí adelante. —Entiendo que trabajas en la ciudad y estás haciendo todo lo posible para volver a casa después del horario de oficina. Entiendo que probablemente aún tengas que trabajar toda la noche. Pero mi consejo es que Georgie necesita estabilidad. Necesita que tus noches, mientras esté despierta, sean solo para ella y también necesitará tus fines de semana. Sin trabajar… y sin… —Señalé vagamente recordando a la pelirroja hermosa en la fiesta de compromiso—. Mujeres que no son permanentes. —¿Ya terminaste? Mi espalda se puso rígida ante su tono. Foster se levantó de su escritorio y se acercó a mí amenazante. Me obligué a no retroceder. —¿Quién te crees que eres, intentando enseñarme cómo ser padre de mi hija? —No estoy intentando enseñarte. Era un consejo. —Y la insinuación de que soy el tipo de padre que no solo ignoro a mi hija, sino que traigo a mujeres extrañas en su entorno. Está bien, quizás eso fue un poco crítico. —Yo solo… —Tal vez deberías mantener tu nariz fuera de eso. —Se detuvo tan cerca de mí que casi nos tocábamos—. Mi hija, mi asunto.

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Frunciéndole el ceño, le respondí: —Me pediste que la cuidara. Esta soy yo cuidándola. Tenerla en mis brazos mientras lloraba por el abandono de su madre fue desgarrador. —Las lágrimas resplandecieron en mis ojos ante el recuerdo—. Solo estoy intentando ayudar. Parecía aturdido a medida que estudiaba mi rostro. Luego, para mi sorpresa, su expresión se suavizó, esos ojos oscuros calentándose. Y de repente se veía insoportablemente atractivo. —Está bien —dijo, con voz suave—. Entonces, aceptaré tu consejo crítico que vino de un buen lugar y te perdonaré. Hice una mueca. —Ya puedo morir feliz. Se inclinó hacia mí. —Eres un dolor en el culo. —Lo mismo digo. —Me crucé de brazos—. Tomas todo lo que digo de la manera equivocada y asumes lo peor. —Lo mismo digo —replicó. Luego, su mirada oscura se posó en mi boca y, justo como el activar de un interruptor, la tensión eléctrica crepitó entre nosotros. Me retiré, sintiendo que mi cuerpo reaccionaba, queriendo derretirme hacia él. —Bueno, entonces… tal vez deberíamos pedir una tregua. A partir de este momento, ambos acordamos asumir que el otro solo tiene buenas intenciones. Foster consideró esto. —Supongo que podemos intentarlo. En realidad, era difícil no ofrecer una respuesta mordaz a su tono aburrido. —Bien. Genial. Entonces, eso está arreglado. Te veo mañana. Me volví hacia su puerta cuando murmuró: —¿Nadas todas las noches?

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Deteniéndome ante la pregunta extraña, lo miré por encima del hombro. Su expresión era ilegible. —Intento hacerlo. ¿Por qué? —¿Por qué lo haces? —Porque… me gusta. Por alguna razón extraña, pareció decepcionado por mi respuesta. Fruncí el ceño. —Empecé a nadar de noche cuando mis padres murieron. Jade y yo nos convertimos en guardianes de Celeste y Luna. Moon acababa de irse a la universidad. Jade estaba sacando su título de maestra y casi había terminado… así que, dejé la universidad para cuidar a las chicas. —Un dolor aún estallaba dentro de mí ante el recordatorio de lo que podría haber sido—. También quería ser maestra. Pero las chicas eran más importantes. Perder a mamá y papá, asumir la responsabilidad de la paternidad a los veintiún años… basta con decir que, durante un tiempo no dormí bien de noche. Su expresión estaba llena de comprensión y algo aún más peligroso. Ternura. —Así que nadabas para agotarte. Asentí, luchando por regular mi respiración. —Sí. Después se convirtió en un hábito. —Lo siento. —¿Por qué? —Por lo que dije en la fiesta de compromiso. Por los comentarios injustos que he hecho desde entonces. Le sonreí, sorprendida, en el buen sentido. En serio le sonreí. Parecía aturdido de repente, como si le hubiera dado una patada en el estómago. Parpadeó un par de veces. —Gracias —dije—. Y lamento haberte insultado a cambio. Hagámoslo mejor. Foster tragó pesado y asintió.

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Un silencio incómodo y lleno de tensión cayó entre nosotros, y lo tomé como una señal para irme.

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4

Foster

E

staba obsesionado. No había otra palabra para ello. Ember Bonet se había convertido en una obsesión.

Por las noches, la veía nadando como un acosador desde la ventana de su habitación, esperando a que regresara sana y salva a la casa antes de irse a la cama. Cuando llegaba a casa del trabajo, quería que ella se quedara y no porque no le gustara pasar tiempo con G, sino porque le gustaban los cambios que veía en G alrededor de Ember. Después de seguir su consejo esa noche en la oficina donde ella le sonrió y él sintió la belleza como un puñetazo en el estómago, habló con Georgie y le aseguró su amor. Y todas las noches desde entonces, después de leerle, la metía en la cama y le decía lo mucho que la amaba y lo feliz que estaba de que ahora estuvieran juntos todo el tiempo. Entre eso y la influencia de Ember, Georgie volvió a ser su antiguo ser, demostrando que los niños en realidad eran resistentes. Entrevistó a niñeras en el trabajo, pero le había costado mucho elegir una cuando la vecina había capturado el corazón de G. Pero sabía que no era justo para Ember seguir pidiéndole que trabajara en su horario con su hija, de modo que había reducido las opciones a tres mujeres. Y tenía que elegir pronto. No solo por Ember, sino por Georgie, para darle estabilidad y, egoístamente, por él. Porque necesitaba superar a Ember.

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Necesitaba deshacerse de este deseo abrumador de estar en su compañía todo el tiempo. ¿Por qué? Preguntó Colt cuando le confió su atracción por ella a su mejor amigo. La respuesta: Todo se reducía a sus padres y a tener a Georgie tan joven. Carolyn quedó embarazada cuando estaban en la universidad. Lo que fue una decepción enorme para su padre, Edward Darwin. Su padre era el presidente de una corporación de seguros y los Darwin habían sido miembros destacados de la sociedad de Nueva Inglaterra durante más de cien años. Su madre era Madeline Bourne; su familia de hecho se remontaba al Mayflower. Como hijo único, Foster debía actuar, pensar y tener éxito teniendo siempre presente la reputación de la familia. Tener una hija a los veinte fue el fin del mundo para los Darwin. Decididos a que no los descarrilaría, insistieron en que Foster permaneciera en la universidad y trataron de obligarlo a casarse con Carolyn. Se negó. Otro punto en su contra. Pero permaneció en la universidad y aceptó la ayuda de sus padres con el cuidado de la niña. Durante los primeros años, Foster no fue el mejor padre del mundo. Había trabajado duro en la escuela de negocios, pero también había trabajado duro intentando hacer conexiones. Con tanto trabajo y un poco de suerte conoció a Colt y el resto, como dicen, era historia. Sin embargo, fue su turno con Georgie un fin de semana. Ella tenía apenas dos años y caminaba por todos lados… sus padres se habían enamorado de su nieta y estaba viendo a su padre conversando con G. Y se dio cuenta que… su padre estaba conversando con su hija. Foster no había estado allí para escucharla pronunciar su primera palabra y ahora estaba hablando en oraciones. No había estado allí para su primer gateo o su primer paso. Si bien amaba a sus padres y sabía que ellos lo amaban, había prometido que tendría una relación más cercana y práctica con sus hijos. Y ya estaba fallando. Todo cambió en ese momento. Carolyn quería terminar la universidad, así que él pidió cuidar más seguido a Georgie. Dividieron su tiempo con ella a la mitad. Estaba en una gran situación para poder pagar una niñera mientras trabajaba. Pero no estaba en una situación en la que pudiera volver a decepcionar a su padre. Algo que tuvo que recordarse constantemente cuando siguió a G y Ember hacia la playa concurrida.

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¿Cómo se había metido en esto? Ah, claro, le había costado mucho decirle que no a su hija en este momento. Y este sábado, como si supiera que había una niñera nueva en el horizonte, le había rogado que le pidiera a Ember pasar el día en la playa con ellos. Y lo había hecho frente a Ember, de modo que no tuvo forma de evitarlo. Observó la forma en que el vestido veraniego de Ember se amoldaba a su trasero y tuvo que admitir que estaba deseando verla en bikini a la luz del día. Su risa cálida flotó de regreso a él en la brisa seguida por las risitas adorables de su hija. Algo abrumador llenó su pecho al verlas mientras encontraban un lugar en el que instalarse. Mientras G ayudaba a Ember a estirar toallas en la arena, él tropezó un poco ante la vista. G había heredado la oscuridad de su pelo y ojos, los cuales predominaban con el color claro de Carolyn, y era la primera vez que se daba cuenta que sería fácil para la gente confundir a G como la hija de Ember. Tenían los mismos ojos y cabello oscuros. Y un vínculo que estaba comenzando a preocuparlo. Una vez que llegara la niñera nueva, Ember probablemente desaparecería de la vida de G. Mierda. —Vamos, tortuga —le gritó Ember, sonriendo, sus ojos escondidos detrás de unos lentes de sol enormes en rosas y azules que G inmediatamente decidió que ella también quería. Ember, ya habiendo predicho que eso podría suceder, había traído unos para niños de las existencias que tenía en su tienda. G también usaba los de ella, haciéndolas verse aún más parecidas. Inquieto, Foster intentó ignorar sus emociones extrañas y las ayudó a instalarse. —¿Agua? —les preguntó Ember, palmeando la parte superior de su nevera portátil. —¡Quiero nadar! —anunció G. —La llevaré. —Foster se puso de pie de un salto, ansioso por distanciarse de su vecina. Ya llevaba pantalones cortos de baño largos, pero se quitó la camiseta

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para la próxima incursión en el océano. Foster echó un vistazo a Ember y la sorprendió devorando su estómago con los ojos. Había un gimnasio en la oficina y Colt y él siempre tenían una hora de entrenamiento programada en su agenda diaria. Su paquete de abdominales lo demostraba y de repente se alegró mucho por su arduo trabajo porque Ember parecía estar a punto de babear. Él sonrió satisfecho y ella miró hacia otro lado. —Yo, eh… solo vigilaré nuestras cosas. —Em, mi vestido. —G fue a pedirle ayuda a su vecina. En lugar de a él. Mmm. Pero Ember desató las correas pequeñas hábilmente para revelar el traje de baño púrpura de G por debajo. —Traje una cinta para el cabello para mantener tu cabello seco. Observó como su hija permanecía pacientemente quieta mientras Ember recogía su cabello espeso en un moño lindo en la parte superior de su cabeza. —Todo listo. —Ember dejó besitos juguetones en el cuello de G, haciéndola estallar de nuevo en risitas. Su maldito corazón se derritió. —Vamos, ángel. —Su voz sonó ronca a sus oídos cuando tomó la mano de G y la condujo hacia el agua.

***

Al final resultó que, Ember en bikini a plena luz del día era algo glorioso de ver. Estaba tumbada tomando el sol, su piel aceitunada adquiriendo un tono dorado oscuro. Su bikini verde lucía increíble contra su tono de piel. Demonios, todo en ella se veía increíble. Sonriéndole con picardía, G se llevó un dedo a los labios para silenciarlo y él sonrió. Luego se acercó de puntillas a Ember y comenzó a sacudir su traje de baño para que toda el agua del mar salpicara la piel desnuda de su vecina. Chillando de sorpresa, Ember se sentó de golpe, empujándose los lentes de sol en el cabello.

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—Tú, pequeña… —se lanzó a G, acercándola a sus brazos para hacerle cosquillas. Foster se rio cuando las carcajadas contagiosas de su hija inundaron la playa, atrayendo miradas divertidas de las familias cercanas. —Ya que ahora de todos modos estoy toda mojada —Ember se puso de pie de un salto, alborotando el moño desordenado de G—. Bien podría darme un chapuzón en el agua. Foster, con la mirada escondida detrás de sus lentes de sol oscuras, aprovechó la oportunidad para mirarla de verdad. Quería sentir su cuerpo suave contra el suyo, besar su camino por esas piernas letalmente largas, complacerla y escuchar sus gemidos roncos llenar su habitación, saborear sus pezones y apretar sus hermosas tetas llenas en sus manos mientras bombeaba en… ¡Mierda! Apartó la mirada cuando sintió que la sangre caliente viajaba hacia el sur. Solo mirarla en público lo estaba poniendo duro, como si fuera un jodido adolescente otra vez. —Papá, voy a volver al agua con Em. —Está bien, ángel. —Le pareció bien. Necesitaba un minuto. Dejándose caer sobre la toalla, cometió el error de ver a Em alejarse con G. Su trasero era casi tan bueno como sus tetas. Entonces se dio cuenta de algo que en realidad lo cabreó. No era el único que miraba a Ember Bonet. Su estómago se retorció de molestia. Si bien había muchas mujeres hermosas en la playa, Ember se destacaba por sus curvas evidentes, su sensualidad natural simplemente rezumaba. Para su agitación, Foster se dio cuenta que no quería que otras personas vieran eso en ella. La quería para él solo. Y ese era un pensamiento muy peligroso.

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No mucho después, G y Ember regresaron, y se negó a mirar a Ember en su bikini mojado. Podría matarlo. En su lugar, se centró en asegurarse que G estuviera alimentada. Acababa de terminar su sándwich cuando una niña se acercó y le preguntó si quería construir castillos de arena con ella. Ante su asentimiento de permiso, las dos niñas establecieron un campamento entre los lugares de sus padres en la playa y jugaron juntas. —Le está yendo muy bien. Veo tal cambio en ella en solo dos semanas. Foster se volvió hacia Ember. —Sí, es genial. Gracias, has sido de gran ayuda. —Ha sido un placer. Dios, incluso solo escucharla usar la palabra placer lo excitaba. Esto era ridículo. Y aunque se dijo que debía cambiar de tema a cualquier cosa que podría distraerlo de su atracción por ella, lo siguiente que soltó fue: —Entonces, ¿supongo que no estás saliendo con nadie? Mierda. No podía ver sus ojos detrás de sus lentes, pero sus labios se separaron como si la hubiera sorprendido. —Quiero decir, no te he visto con nadie. Ember se apoyó en sus manos, estirando las piernas. Su mirada se posó en sus muslos y tragó pesado. —No, no tengo novio. Arrastró la mirada hacia su rostro una vez más. —¿Por qué? Ella soltó una carcajada. —Porque últimamente no he conocido a nadie. A mí. Me has conocido a mí. Jesús, Foster, no seas estúpido. Dejando a un lado su diálogo interno, insistió:

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—Pero ha habido novios, ¿verdad? —Claro. —Sonrió—. Ha habido algunos. —¿Ninguno de ellos se sintió como material para el matrimonio? Di que no. Su silencio habló por sí mismo y su estómago dio un vuelco. —Lo siento, no debí… —No, está bien. Simplemente… no quiero que pienses mal de mi hermana si te lo digo. Foster enarcó una ceja. —¿De acuerdo? Ember se volvió hacia él. —Hubo alguien. Salimos durante unos años y honestamente pensé que me haría la pregunta en mi trigésimo cumpleaños. No lo hizo. En cambio, Luna, mi hermana menor, se emborrachó y se desnudó. Aparentemente, esto lo calentó tanto que no pudo evitarlo. —¿Me estás tomando el pelo? Sacudió la cabeza, sus labios apretándose. Luego: —Esa noche, comenzaron a verse a mis espaldas. Me enteré semanas después cuando los encontré teniendo sexo en su apartamento. Jesucristo. La traición… la ira se agitó en sus entrañas. ¿Ember había renunciado a su educación para convertirse en la tutora de Luna y le había agradecido durmiendo con su novio? —Rompimos pero Luna y él… Luna quedó embarazada. Se casaron, pero luego demostró que en realidad era el imbécil más grande del mundo al abandonarla. Así que, volvió a vivir con nosotras y la ayudamos durante un tiempo con Casey, su hija, hasta que conoció a un hombre mayor, Garret, y se casó. Ahora viven en la ciudad y tienen dos hijos propios, Anna y Lucas. Luna es una ama de casa ahora. —Te vi con ella en la fiesta de compromiso. Parecíais estar bien. —No lo estuvimos por un tiempo, pero lo superamos.

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—¿La perdonaste? Lo sorprendió al responder: —Por supuesto. Luna siempre ha sido impulsiva y era muy joven cuando me engañó con Kyle. No solo literalmente, sino emocional y mentalmente. Además, no tiene el mejor gusto en hombres. Puedo decirlo porque una vez que me engañaron, nunca más me han vuelto a engañar. Pero el esposo de Luna… — Foster se dio cuenta que ella fruncía el ceño detrás de sus lentes—. La engaña todo el tiempo. Y ella lo aguanta. No sé si piensa que se lo merece o simplemente no quiere renunciar al estilo de vida cómodo que le ofrece… no tengo ni idea. He intentado hablar con ella sobre eso y siempre terminamos discutiendo. A la que menos entiendo es a mi hermana menor. —Estoy asombrado por tu capacidad para perdonar —admitió—. No creo que pueda perdonar a Carolyn por abandonar a G. No puedo evitar lo amargado que me siento por eso. Ember se acercó y cubrió su mano con la de ella. —Eso es totalmente diferente. Estás amargado por Georgie. Ninguna madre debería elegir un trabajo en lugar de su hija de cinco años. Está bien no perdonarla por eso. Le estás ocultando la ira a Georgie, que es todo lo que importa. La necesidad de cerrar la brecha entre ellos, de envolver su mano alrededor de su nuca y arrastrarla contra él para poder besarla, era tan grande que tuvo que retroceder físicamente. Retiró su mano de la de él, tomando su retirada de la manera incorrecta. Foster quería sostenerla entre sus brazos, sin importarle quién pudiera verlos. Pero se detuvo. En cambio, confesó: —Me preocupa no estar haciendo bien todo esto. Que voy a fallarle a G. Ember le dedicó una sonrisa tierna. —Foster, el hecho de que te preocupes por eso significa que lo estás haciendo bien. Y si nadie lo ha dicho a estas alturas, lo siento, y esta soy yo rectificando eso: eres un padre increíble. Solo tienes veinticinco años y ya has sentado cabeza. Sabes lo que es importante. Sabes que ella lo es. —Gracias —apenas pudo pronunciar las palabras por la emoción ahogándolo—. Significa mucho que pienses eso.

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El silencio cayó entre ellos, permitiendo que los sonidos del agua, las gaviotas, el parloteo de la playa ajetreada inundaran el vacío. Entonces Ember murmuró: —No mires ahora, pero has llamado la atención de dos fanáticas. Él la miró. —No me importa. Ella retorció su boca deliciosa antes de responder: —¿Estás seguro? Son ardientes y, a diferencia de las adolescentes que antes estaban comiéndose con los ojos tus abdominales, estas dos son apropiadas para tu edad. Debería haberle alarmado lo desinteresado que estaba en las mujeres ardientes de su edad que estaban mirándolo. De hecho, lo alarmó un poco. Pero eso no le impidió acariciar cada centímetro del cuerpo de Ember con su mirada oculta en lugar de mirar en su dirección. Ember se tensó como si pudiera sentirlo mirándola detrás de sus lentes. Luego se empujó sus lentes en su cabello y él vio el desconcierto en sus ojos. —Como dije —comenzó, con la voz ronca por el deseo hacia ella—. No estoy interesado en ellas. Antes de que Ember pudiera responder, G se arrojó de repente sobre él y la atrapó justo antes de que ella se estrellara contra su pecho. —¡Papi, ven a ver nuestro castillo! Buen momento, ángel, buen momento. Porque había estado a punto de cometer un gran error.

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Ember

—L

os extrañas, ¿verdad?

Levanté la vista de mi desayuno para encontrarme con Jade y Celeste observándome con grandes miradas preocupadas desde el otro lado de la mesa de la cocina. Era el final de mi primera semana sin Georgie (y Foster). La niñera nueva empezó hace una semana y, aparte de echarles un vistazo en su jardín, no había visto mucho a los Darwin. —Deberías ir a visitarlos. Estoy segura que Georgie te extraña —insistió Jade. Negué con la cabeza. —No me han invitado. Y estúpidamente, había esperado que Foster me enviara un mensaje en algún momento y me pidiera que fuera o tomara un batido con ellos… o algo así. Estúpida, estúpida, estúpida. —Es domingo. Estarán en casa, tú estás en casa —dijo Celeste—. ¿Por qué no haces tu limonada y la llevas? Hice una mueca. —¿Como una solterona desesperada de los años cincuenta? —Eso es duro e injusto. —Celeste hizo una mueca. —Sabes a lo que me refiero. Debo tener cuidado con cómo se muestra mi comportamiento. Jade ladeó la cabeza.

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—¿Desde cuándo te ha importado lo que piensen las personas? —No las personas. Georgie. Y Foster. No quiero ser esa mujer de mediana edad que no puede captar una indirecta. —La melancolía era un dolor agudo junto a mi corazón—. No, no iré sin ser invitada. Mis hermanas intercambiaron una mirada como si fuera un problema por resolver. —No es gran cosa. —Dile eso a tu cara deprimida. Arrugué mi nariz hacia Celeste. —Deja de ser infantil. —Le dijo la sartén al cazo. Jade se apartó de la mesa. —Bueno, me reuniré con Colt en media hora. Hoy vamos a tomar las decisiones finales en el lugar de celebración. —Buena suerte. Diviértete. Mi hermana hizo una pausa y se volvió hacia nosotras. —Prometí que no diría nada, pero siento que si no lo hago, Foster y tú podrían perder una oportunidad en esto. Me giré en mi asiento para encontrarme con su mirada, frunciendo el ceño. —¿Qué pasa? Los ojos de Jade se iluminaron. —Le gustas a Foster. Mi pulso se aceleró. —¿Qué? Ella asintió, apenas conteniendo su emoción. —Le dijo a Colt que se siente extremadamente atraído por ti. Extremadamente atraído por mí. Bueno, ya lo sabía.

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El hombre no ocultaba ese hecho. Pero había una diferencia entre gustar y atraer. —¿Lo atraigo o le gusto? —Bueno… ambos. —Entonces, ¿por qué no ha hecho nada al respecto? —preguntó Celeste— . No parece el tipo de persona que no persigue lo que quiere. Hice un gesto a mi hermana menor como diciendo: Sí, gracias, estoy de acuerdo. Jade entrecerró los ojos en Celeste antes de volverse hacia mí. —No sé por qué se está conteniendo. Creo que Colt lo sabe, pero no me lo dice. Pero tal vez piensa que tú piensas que no es lo suficientemente maduro. Quiero decir, lo has llamado inmaduro. Varias veces. La esperanza era una miserable flor que florecía en mi interior. Intenté empujarla hacia abajo. —Es más que probable que sea lo opuesto al tipo de mujer con la que suele salir. —¿En qué sentido? —Celeste frunció el ceño. —Ni tengo veinte años, ni soy maravillosamente atlética, ni soy graduada universitaria y tampoco soy de una buena familia de la sociedad de la costa este. —En serio no crees que esas cosas le importen a Foster, ¿verdad? —replicó Jade—. Tuvo una hija cuando aún estaba en la universidad. No es exactamente el Señor Perfecto de la Sociedad. Mmm. Eso era cierto. Tal vez estaba proyectando su actitud inicial sobre mí a lo que yo sabía de él ahora. ¿Y no habíamos decidido que íbamos a ver lo mejor el uno del otro? Aun así… —Como dijo Celeste, Foster es un hombre que persigue lo que quiere. Si me quiere, sabe dónde encontrarme. —¿Eso significa que estarías interesada? Me encogí de hombros. —Ciertamente en el sexo. Algo más que eso… no estoy segura.

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La expresión de Jade decayó. —Pero no eres una mujer de sexo casual. —Hay una gran diferencia de edad entre nosotros y podría no parecerle tan sexy a Foster cuando tenga sesenta y él aún tenga cuarenta y nueve. Aunque, me siento atraída por él, así que… —Me encogí de hombros, sintiendo mariposas ante el mero pensamiento—, no diría que no al sexo con un joven atractivo. Siempre que sepa lo que está haciendo. La idea de la boca y las manos de Foster en mi cuerpo me hizo temblar con deseo insatisfecho.

***

¡Foster Darwin era el último hombre que dejaría acercarse a mi cuerpo con sus manos y boca! De hecho, ¡podría pudrirse en el infierno por todo lo que me importaba! Furiosa, en lugar de mis brazadas pausadas de pecho a través de la piscina, avancé a través del agua en arrastre frontal. De ida y vuelta, martillando mi dolor y mi rabia. Intentaba no pensar en los eventos de ese día, pero no podía dejar de verlos. Un día cálido cercano al verano, decidí pasarlo afuera, trabajando en nuestro jardín. La piscina ocupaba la mayor parte del patio trasero, pero teníamos un césped en el frente con macizos de flores y macetas que colgaban sobre el porche. Había comprado algunas plantas nuevas y estaba cerca de los parterres adyacentes al camino de entrada de Foster, cavando en el suelo fresco cuando un Range Rover se detuvo en su entrada. Una mujer mayor con pantalones grises de lino, una blusa blanca de cuello alto y una chaqueta de lino gris a juego, saltó de la camioneta. Llevaba gafas de sol, pero sentí su mirada en mí y me senté sobre mis talones. Un hombre que se parecía muchísimo a una versión más vieja de Foster rodeó el capó. —¡Abuelo, abuela! —oí gritar a Georgie y, de repente, se precipitó por el porche y cruzó el camino de entrada tan rápido como sus piernitas pudieron llevarla.

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Mi corazón martilló con fuerza al verla y sentí lágrimas estúpidas escociendo en mis ojos. Jesús, la extrañaba. Y estaba muy agradecida de verla feliz cuando su abuelo la columpió en sus brazos para abrazarla. Sonreí, observándolos saludarse, notando que Foster también había aparecido en el camino de entrada. Cuando Georgie volvió la cabeza para mirarlo, me vio. Su carita bonita se iluminó. —¡Em! —Cruzó el camino antes de que nadie pudiera detenerla y dejé caer mis implementos de jardinería justo a tiempo para atraparla. La sensación de ella en mis brazos me emocionó y la abracé fuerte sin tocarla con mis manos sucias. Luego me soltó y me di cuenta que de todos modos se había manchado su bonito vestido morado. —Oh, cariño, te ensucié. —G, no puedes simplemente atacar a Ember así. —Foster se acercó a ella, frunciendo el ceño al ver su vestido estropeado—. Ahora tendrás que cambiarte para almorzar con los abuelos. Su expresión decayó. —Fue mi culpa —dije, aunque no lo era. —Soy Madeline Darwin. —La madre de Foster se cernía sobre el límite entre nuestros patios. Me ofreció una sonrisa—. ¿Usted es? —Ember Bonet. —Es la hermana de Jade —dijo Foster, sin mirarme. —Ah. —Su sonrisa se marchitó un poco pero hizo un gesto hacia los macizos de flores—. A mí también me encanta la jardinería. ¿No es terapéutico? Asentí aunque apenas estaba prestando atención. Estaba demasiado ocupada mirando a Foster, preguntándome por qué se negaba a reconocerme. —Este es mi esposo, Edward. Edward, ven a conocer a la vecina de Foster. Es la hermana de la prometida de Colt. —Eso escuché.

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Me puse rígida ante su tono despectivo. Y fruncí el ceño cuando dijo: —Georgie tiene que cambiarse y ponerse un vestido limpio, así que será mejor que nos pongamos en marcha si queremos llegar a nuestra reserva. —¿Em puede venir? —preguntó Georgie, mirando a su padre con grandes ojos suplicantes. Justo cuando estaba a punto de abrir la boca para protestar, Foster respondió con firmeza. —No, en absoluto. —Luego la tomó de mano y se alejaron. Ella me miró fijamente por encima del hombro, su labio inferior temblando. Conozco el sentimiento niña. Le di una sonrisa débil y una pequeña despedida. Solo hizo que su expresión se hundiera más. La culpa floreció en mi pecho. —Georgie parece ser cercana a la hermana de Jade —escuché decir a Madeline mientras seguía a Foster por el camino de entrada. Edward gruñó con disgusto. Y fue entonces cuando escuché a Foster responder: —En realidad, no. Solo cuidó a G durante unos días mientras buscaba una niñera. Eso es todo. Apenas nos conocemos. Ves. Que. Se. Pudra. En. El. Infierno. Fruncí el ceño a medida que avanzaba a través de la piscina. —Ember. ¿Estaba tan enojada con él que estaba alucinando con su voz? —¡Ember! Hice una pausa a mitad de la brazada. —¡Ember! Girando mi cabeza, vi una figura oscura inclinándose sobre la valla.

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Foster. —¿Qué quieres? —pregunté rotundamente. —¿Puedes venir aquí? Jódete, imbécil. —¿De hecho, no? —Mira, no puedo tardar mucho. Mis padres aún están aquí… pero G ha estado preguntando mucho por ti después de vernos hoy y ¿me preguntaba si tal vez podría pasar el rato contigo una noche esta semana? —No creo que sea una buena idea. —La culpa me consumió, pero no podía estar cerca de alguien como Foster. —¿Por qué? —Porque tengo muy buen oído. Dijiste que apenas nos conocíamos, lo cual es mentira. Y no me relaciono con personas que se sienten demasiado avergonzadas para presentarme a sus padres adecuadamente. El silencio reinó desde el otro lado de la valla. Mi dolor y mi rabia aumentaron, así que comencé a nadar, ignorando su presencia. Unos minutos más tarde, el sonido del agua salpicando en el otro extremo de la piscina me sacó un grito y me giré para ver a Foster nadando hacia mí. ¿Qué demonios? Retrocedí lejos de él. —¿Qué estás haciendo? Su rostro lucía sombrío. —Disculpándome. Negué con la cabeza frunciendo el ceño, agradecida cuando se detuvo antes de que nos tocáramos. —No puedes disculparte por un defecto fundamental de la personalidad. Piensas claramente que importa en qué familia nace una persona y yo no. Y no puedo ser amiga, o relacionarme con nadie, que pensaría que soy menos digna por

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quién es o no es mi familia. Foster, cuando llegues a mi edad, te darás cuenta que nada de esa mierda importa. La frustración fulguró en sus ojos hermosos mientras flotaba ante mí. En nada más que sus bóxers, me di cuenta. El calor se apoderó de mí y odié mi atracción por él más que nunca. —Ya sé que esa mierda no importa. Lo sé. Pero mi relación con mi familia es complicada. Sin embargo —se acercó a mí—, eso no me da derecho a tratarte de esa manera. —El remordimiento suavizó su mirada—. Te lastimé y lastimé a G… y no está bien. Aparté la mirada, confundida. —Yo… ¿qué quieres de mí? —No quieres saber la respuesta a esa pregunta. Mi respiración se detuvo ante su respuesta ronca y finalmente lo miré. Su deseo estaba allí, oscureciendo su expresión, sus rasgos tensos con ello. —Foster… De repente, envolvió una mano alrededor de mi nuca y me arrastró por el agua hasta chocar contra su cuerpo duro a medida que su boca se aplastaba sobre la mía. Foster gimió, la vibración que produjo despertó mi excitación, como si las manos bajaran por mi cuerpo, los dedos acariciaran mis pezones, susurraran por mi vientre y se deslizaran entre mis piernas. Su beso se tornó más duro, más exigente y desesperado. Jadeamos en la boca del otro, negándonos a romper el beso, como si temiéramos que nunca más lo volveríamos a hacer. Cuando me di cuenta que su erección se estaba clavando en mi estómago, estuve perdida. La excitación como un tirón delicioso, profundo y bajo entre mis muslos. Mi deseo se hinchó cuando la mano de Foster se deslizó por mi cintura, rozando mi pecho pesado y deteniéndose en el cuello. Rompió el beso, retrocediendo solo unos centímetros para mirarme a los ojos. Sus labios estaban hinchados por mi beso, sus ojos oscuros y diabólicos. Tiró de la cuerda del bikini y jadeé cuando el material húmedo cayó al agua, revelándome a él. —Jesús, maldición —gimió Foster—. Jesús, mierda, eres tan hermosa. Tan sexy. —Acunó mis pechos desnudos y escalofríos de necesidad me recorrieron.

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Arqueando mi espalda, mis pezones se tensaron en el aire fresco y mis pechos se hincharon cuando los pulgares de Foster se agarraron a los puntos apretados. Luego levantó mi pecho derecho a medida que inclinaba la cabeza y su boca estaba sobre mí. Busqué el fondo de la piscina para sostenerme, luchando por contener mi grito de placer. —Foster, no podemos… ah… —chupó con fuerza, provocando que ráfagas de lujuria se dispararan entre mis piernas—. Aquí no. Cualquiera podría vernos. Ese pareció ser el chorro de agua fría que necesitaba. Foster levantó la cabeza pero presionó su cuerpo contra el mío, contra la pared de la piscina. Palpitó contra mí. Luego me besó de nuevo. Duro, hambriento mientras apretaba y acariciaba mis pechos como si no pudiera evitarlo. Finalmente, soltó mi boca, las cerdas de sus mejillas sin afeitar raspando mi piel cuando susurró en mi oído: —Esto está lejos de terminar. Luego se apartó, nadando a una velocidad impresionante a través de la piscina. Mis dedos temblaban cuando agarré las cuerdas de la parte superior de mi bikini y busqué cubrirme a tientas. Foster se arrastró fuera de la piscina, sus calzoncillos bóxer aferrándose a los músculos de su trasero perfecto. Me lanzó una mirada de promesa oscura por encima del hombro, luego se inclinó para recoger su ropa. —Maldita. Sea —murmuré, tocando mis labios hinchados. Así que, éramos dos personas completamente diferentes y nunca íbamos a ser algo permanente… pero eso no significaba que no pudiéramos deleitarnos con un poco de diversión fuera de horario. Sí, ahora que lo había probado… esto definitivamente estaba lejos de terminar.

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Foster

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ra una casualidad. Al menos, esa fue la excusa que usó Foster cuando entró en el estacionamiento frente al spa y tienda de Ember. Miró el letrero del spa:

Casa Bonet Y luego al cartel encima de la tienda adjunta: Guarida Zen de Ember Sonrió ante su sentido del humor, con el pulso acelerado. De todos los lugares en los que podía estar esa tarde, estaba en la ciudad. Colt había concertado una reunión con un tipo que estaba buscando vender varias propiedades que poseía en la línea costera. Desafortunadamente, Colt tuvo un caso grave de intoxicación alimentaria después de un día de prueba de muestras con el proveedor de catering de su boda. No solo había vomitado toda la noche, ahora Jade y él tenían que encontrar un proveedor nuevo. Y Foster tuvo que cubrir sus reuniones. Al día siguiente en que casi se folla a Ember Bonet en su piscina. Hoy definitivamente la casualidad lo había mantenido en la ciudad. Georgie estaba en la escuela, no tenía sentido que condujera hacia la ciudad solo para tener que conducir de regreso media hora más tarde para estar en casa para G… así que, con el tiempo en sus manos, se encontró dirigiéndose hacia Ember. A pesar de saber que probablemente era una idea realmente terrible, simplemente no podía quitarse su sabor de la boca. Si no la tenía, estaba bastante seguro que nunca más podría concentrarse por completo en otra cosa.

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Al entrar en la tienda de Ember, se detuvo decepcionado al ver a una mujer de largo cabello negro sentada junto al mostrador. Lo miró frunciendo el ceño. Más que nada porque no parecía ser uno de sus clientes habituales. —¿Puedo ayudarlo? —Eh… ¿Ember está aquí? En lugar de responder, se volvió y gritó hacia la puerta que conducía al almacén y la oficina de Ember: —¡Bonet, un tipo sexy está aquí para verte! Foster levantó una ceja pero no respondió, solo dio unos pasos más hacia el mostrador. Era un milagro que la empleada de Ember no pudiera oír los latidos de su corazón. —¿En serio así es cómo vas a dirigirte a nuestros clientes? —escuchó decir a Ember—. Raven, por favor… —Y de repente estaba allí, mirándolo con la boca abierta. —Hola. —Su mirada se posó sobre su vestido largo, amando la forma en que abrazaba sus pechos y cintura antes de ensancharse en una falda amplia. La forma en que se vestía era tan diferente a la de las mujeres con las que había salido, pero a Foster le gustaba. Todo en Ember era tentadoramente femenino. —Hola. —Ember dio un paso hacia él—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Tuve una reunión en la ciudad. Pensé en pasar por aquí. —Sabía que no podía ocultar el calor en sus ojos. Lo supo por la forma en que ella contuvo el aliento y se dirigió a la llamada Raven en un tono entrecortado. —Cariño, ¿por qué no te vas temprano? Raven arqueó una ceja. —¿Estás segura? —Sí. Estoy segura. —¡Estupendo! —Saltó del taburete y agarró un enorme bolso negro—. Por una vez, puedo hacer las compras sin que dos adolescentes me píen al oído y añadan a mi carro de la compra chorradas por valor de cincuenta dólares que no necesitamos ni podemos permitirnos.

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Ember le dedicó una sonrisa forzada. —Diviértete. —Seguro, seguro. —Raven agitó sus dedos hacia él mientras pasaba, pero Foster apenas podía apartar los ojos de Ember. De hecho, su atención estaba pegada a ella a medida que su pecho subía y bajaba con respiraciones rápidas mientras seguía la estela de Raven. Foster, perplejo, se volvió para verla cruzar la tienda y girar la cerradura de la puerta. Cambió el letrero a CERRADO y luego retrocedió. —Ven conmigo —murmuró cuando pasó junto a él y la anticipación colgó pesadamente en su ingle. Prácticamente persiguiéndola como un adolescente jadeante, la siguió por dos escalones hasta el pasillo estrecho que conducía al almacén, el baño y su oficina. Las faldas de Ember desaparecieron en su oficina con ella y fue como si una neblina de lujuria acabara de invadir su mente. Tan pronto como entró en la habitación, se apresuró a ella, presionándola contra su escritorio, moldeando su cuerpo al de ella. El corazón de Foster golpeó feroz contra sus costillas cuando sus ojos se cruzaron, su cuerpo delicado aplastado contra el suyo, el fuego entre ellos ardiendo. Sus labios temblaron y una necesidad salvaje se apoderó de ellos. Foster cubrió su boca, tragándose su grito excitado. Su perfume, el calor de ella bajo sus manos y el sabor de ella (ese sabor que había tenido anoche en la piscina era un elixir adictivo), todo abrumó a Foster a medida que aferraba la nuca de Ember con una mano y deslizaba la otra por su estómago… la deslizó sobre su cadera redonda y debajo de su muslo. Ella le devolvió el beso con más fuerza, sus brazos rodeando su cintura mientras caía contra el escritorio pero aferrada a él, sus dedos clavándose en su espalda, mientras él tiraba de su muslo hacia arriba de modo que pudiera presionarse profundamente entre sus piernas. Sus labios se separaron en un gemido de deseo y el sonido lo excitó más allá de lo soportable. Su mano se apretó alrededor de su cuello y gimió, desesperado por más, por todo de ella. Se devoraron el uno al otro como si fuera la última vez que se besarían. Foster levantó el muslo de Ember y la empujó hacia el escritorio, presionando su erección contra ella.

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La sensación de sus manos deslizándose por su espalda y sobre sus hombros, sus dedos hundiéndose en su cabello, solo lo hizo querer más. Quería sus manos sobre su piel desnuda. —Quítate el vestido —exigió con brusquedad rompiendo el beso. Incluso mientras pronunciaba las palabras, se estaba quitando su propia chaqueta. Los ojos de Ember estaban humeantes por la pasión cuando Foster dio un paso atrás para darle espacio y desvestirse. Ella tomó la falda llena en sus manos y él se desabrochó la corbata distraídamente a medida que revelaba sus piernas largas. Luego su estómago suave y sus pechos mientras se levantaba el vestido por la cabeza y arrojaba la tela al suelo. Tragó pesado, mirando cada magnífico detalle de ella. —También el sujetador y las bragas. —Se quitó la camisa y empezó con el cinturón. Verla lamerse los labios mientras lo miraba fijamente fue su perdición. —Vamos, preciosa. —Se bajó los pantalones del traje y se los quitó—. Quiero ver cada centímetro de ti. He querido ver cada centímetro de ti desde que te vi con ese conjunto rosa en la fiesta de compromiso de tu hermana. Ella se sonrojó de placer ante su confesión y extendió la mano por la espalda para desabrocharse el sujetador. Dejó caer las correas muy despacio, las copas enganchándose en sus pezones tensos. Y entonces finalmente los soltó. Anoche había estado oscuro en la piscina. Bajo la luz cálida de su oficina, Foster pudo verla en todo su esplendor. —Mierda, mierda, mierda —murmuró, casi tropezando fuera de sus calzoncillos de la emoción. Su risa gutural solo lo endureció y su boca se secó cuando ella curvó los dedos en sus bragas y las empujó hacia abajo. —Siéntate en el escritorio y abre las piernas. Ember se mordió el labio por un segundo, sus ojos en su erección. —¿Siempre eres así de mandón?

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—Solo contigo. Me pones muy, muy impaciente. Y frustrado —gruñó. Ember se sentó risueña en el borde del escritorio y abrió los muslos. —He muerto y he ido al cielo, ¿no? —Cayó de rodillas ante ella, deslizando sus manos por sus piernas para empujarlas más amplio a su mirada. —Creo que tal vez… ¡ah! —gritó Ember cuando lamió sus profundidades calientes. Foster contuvo su sonrisa de satisfacción y hundió la cabeza entre sus puertas nacaradas.

Ember Todo pensamiento racional me abandonó al momento en que vi a Foster de pie en mi tienda con una mirada en sus ojos que conocía demasiado bien. Estaba aquí por una cosa y solo una cosa. Y considerando que quería lo que él quería con tanta desesperación, había perdido la jodida cordura. En ese momento, no me podría importar menos. Mi cabeza cayó hacia atrás en un gemido a medida que él me lamía, su lengua agitándose y atormentando mi clítoris. —Foster, por favor. Ya podía sentirlo construyéndose, los músculos de mis muslos temblando y tensos. Y entonces dos dedos se empujaron dentro de mí. Foster me chupó y lamió mientras sus dedos también jugaban su parte. Mis caderas se ondularon sobre el escritorio, mis dedos se apretaron en su cabello, mis sentidos sobrecargados. Cada vez que sentí el roce de sus mejillas sin afeitar contra mi piel sensible, la tensión dentro de mí se apretó aún más.

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Chupó con fuerza mi clítoris y exploté, mis gritos de placer tan fuertes que me preocuparía más tarde que la gente del spa pudiera haberlos oído. Foster se puso de pie, envolvió mis piernas alrededor de sus caderas y metió sus manos en mi cabello para sujetarme a él para su beso devastador. Pude saborearme en su lengua y gemí contra su boca en reacción. Foster rompió el beso, sus labios calientes arrastrándose por mi cuello, la cerda de su barba raspando mi piel. Arqueé mi espalda, anticipándome a lo que quería, y levanté mis pechos para su exploración. Rápidamente, las secuelas gloriosamente lánguidas de mi clímax se avivaron nuevamente en una llama. Acunó, acarició y besó mis pechos, aprendiéndose cada centímetro de ellos. Y luego envolvió su boca alrededor de mi pezón y tiró, chupó y lamió hasta que estuvo tan hinchado que se volvió demasiado sensible. Siseé y, entendiendo por qué, Foster se movió hacia mi otro pezón hasta que mis piernas estaban subiendo por sus caderas, y me estaba retorciendo contra su erección, desesperada de que me tomara. —Foster, entra en mí. Me besó, una mano debajo de mi trasero instándome contra su erección mientras frotaba su calor duro entre mis piernas, provocándome más allá de lo soportable. —¡Foster! —Rompí el beso, fulminándolo fijamente, su mirada llena de lujuria—. Ahora. —Estás tomando la píldora, ¿verdad? La pregunta fue casi suplicante. Asentí y miré hacia abajo, con fuego en mi vientre al verlo, listo para mí. Me lamí los labios a medida que mi mirada recorría su cuerpo musculoso perfectamente afilado. Nunca antes había estado con un hombre tan hermoso como él. La perfección física nunca fue suficiente para atraerme. Siempre tuve que sentirme atraída por alguna belleza interior. Y esa era la verdad. Foster, para mí no solo era hermoso porque era un joven apuesto de veinticinco años. Para mí era hermoso porque era un padre maravilloso que estaba intentando hacer lo mejor con su hija y, cuando no estaba siendo un idiota irreflexivo, había una gentil amabilidad en él.

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Maldición, debería detener esto. —Ember, nunca he deseado a una mujer tanto como te deseo a ti —confesó Foster contra mi boca. Y así me perdí una vez más. Lo besé, mi lengua moviéndose en sus labios. Tomé el calor sedoso de él en mis manos y apreté, y Foster me besó más fuerte, gimiendo y jadeando, cuando lo froté con una mano y clavé mis dedos en su trasero con la otra, instándolo hacia mí. Guie su punta hacia mi entrada y deslicé mi mano por su estómago rígido. Mis ojos se cerraron rápidamente ante el ardor satisfactorio que se convirtió en alivio puro a medida que me abrumaba con plenitud. —Ember, abre los ojos —exigió Foster. Abrí mis ojos y sostuve su mirada intensa. —Sigue mirándome. —Empujó más profundo, luciendo casi dolido—. Jesucristo, eres perfecta —susurró—. Sigue mirándome. Este soy yo follándote, este soy yo haciéndote sentir así de bien. Asentí, sosteniendo su mirada, aferrándome a sus hombros mientras inclinaba mis caderas hacia arriba para deslizarlo lentamente dentro y fuera de mí. Temblé contra él a medida que disfrutaba tomándose su tiempo. —Eres tan perfecta, tan jodidamente perfecta —gruñó contra mis labios, aumentando su velocidad. Me moví contra sus embestidas, la sangre corriendo a mis oídos. —Tú también. —Ember. —Su agarre se tensó, sus ojos ardiendo contra los míos mientras seguía repitiendo mi nombre, como una oración. —Foster —gemí de vuelta cuando empujó en el ángulo correcto para rozar mi clítoris con sus movimientos. Mis uñas se clavaron en sus hombros—. Oh Dios, haz eso otra vez. La satisfacción hizo que su expresión se endureciera y comenzó a hundirse profundo dentro de mí, con más fuerza.

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Mi clímax se elevó, mi cuello arqueándose, mis gritos resonando en la oficina. —Córrete por mí, Ember —ordenó Foster—. Quiero sentir que te corres alrededor de mí. Y solo así, la tensión dentro de mí alcanzó su punto máximo. Y alcanzó su punto máximo DURO. Jadeé cuando llegó el primer orgasmo y rápidamente fue seguido por otro orgasmo más grande y espectacular que me hizo perder todo mi sentido. Mis gritos llenaron todo el maldito edificio. Mis dedos se clavaron en su piel mientras apretaba a su alrededor y mis ojos rodaron hacia la parte posterior de mi cabeza. Mi pulso resonaba fuerte en mis oídos a medida que Foster empujaba más duro, más rápido dentro de mí. Unos segundos después, enterró su rostro en mi cuello y amortiguó su grito de liberación contra mi piel. Sus caderas se sacudieron contra las mías y lo sentí palpitar pulso tras pulso dentro de mí, estremeciéndose en mis brazos. Me abracé a él mientras intentábamos recuperar el aliento. Mi piel estaba resbaladiza contra la suya, mis senos aplastados contra su pecho. Acaricié su espalda, tranquilizándolo. Finalmente, levantó la cabeza y me miró con asombro. Y supe que, sin importar lo estúpido que ambos entendiéramos que sería, esta no sería la última vez que encontraríamos la felicidad en los brazos del otro.

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7

Ember

E

l gemido de Foster fue ruidoso. Puse una mano sobre su boca mientras me mecía contra él. —Shhh.

Sus fosas nasales se dilataron y su agarre en mis caderas se apretó. Y en venganza, comenzó a oscilar sus caderas magníficas debajo de mí. —Oh, mierda —resoplé, soltando su boca para apoyar ambas manos en sus hombros. De repente me volteó de espaldas, mis muñecas capturadas por encima de mi cabeza y Foster tomó el control. Segundos después, estampó su boca contra la mía cuando sintió mi orgasmo venidero y se tragó mi grito de liberación en su beso. Mi grito fue seguido por su gemido a medida que se estremecía en el clímax. Jadeamos, bajos sonidos tensos que intentábamos mantener apenas audibles y Foster rozó sus labios sobre los míos nuevamente antes de retirarse. Este era el momento en que generalmente me deslizaba fuera de su cama, me limpiaba en su baño principal y bajaba de puntillas las escaleras para regresar a mi casa. Habíamos continuado con nuestra aventura secreta durante el último mes. Volvía a pasar más tiempo con Georgie los fines de semana. Las dos estábamos tan unidas como nunca y en realidad estaba empezando a preocuparme de no ser la única que saldría lastimada cuando esta aventura terminara. Tenía que terminarlo. Porque me estaba enamorando de un hombre once años menor que yo al que le importaba demasiado la opinión de sus padres.

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—No te vayas —susurró Foster, alcanzándome a medida que me disponía a deslizarme fuera de su cama enorme. Aunque intentábamos encontrar momentos para encontrarnos mientras Georgie estaba en la escuela, era casi imposible entre nuestros dos trabajos. En su lugar, habíamos caído en la rutina de entrar a escondidas a la casa una vez que Georgie se durmiera. —Es mejor —respondí en un susurro—. No queremos despertar a G. —No lo haremos. —Apoyó la cabeza en la almohada cerca de la mía y tiró de mi cadera en una demanda silenciosa para volverme hacia él. Lo hice. —¿Estás bien? Foster sonrió. —¿Qué? ¿Te sorprende que quiera pasar tiempo contigo sin tener relaciones sexuales? —Pasamos tiempo sin tener relaciones sexuales. —De hecho, nuestros fines de semana con Georgie eran los mejores. Nunca había visto a Foster tan relajado. —Quiero decir a solas. Solo tú y yo. —Me quitó el cabello de la cara, su expresión tierna y afectuosa y, por lo tanto, nada buena para mi corazón—. ¿Quieres niños? Eres tan buena con G. Impresionada por la pregunta, me tomó un minuto responder. —Yo… sí, si está en las cartas para mí. Me encantaría al menos uno. —Serías una gran madre. —Besó mi nariz—. ¿Cómo están tus hermanas? Quiero decir, sé cómo está Jade porque Colt me lo dijo. Hice una mueca. —Lo siento por ella. Jade no es una persona sofisticada y de espectáculos, pero esta planificadora de bodas que contrataron va a por todas y bombardea constantemente a Jade con preguntas. Siente que la boda se ha apoderado de su vida. —Colt siente lo mismo. Le dijo a Jade que la despida y tendrían una boda pequeña en su lugar.

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—Lo cual es dulce y ella lo aprecia, pero ya pusieron dinero en depósitos y… bueno… creo que piensa que es bueno para la imagen de tu empresa. Tener una boda grande y lujosa. —Siempre es bueno anunciar el éxito cuando puedes, por burdo que parezca. —Foster frunció el ceño—. Pero no en detrimento del bienestar de alguien a quien amamos. —Extendí la mano para acariciar su mejilla, disfrutando de la sensación de su barba incipiente hormigueando contra mi piel. —Se agradece. Aunque, Jade, es mucho más dura de lo que parece. Las escuelas están vacías durante el verano, de modo que tiene más tiempo para lidiar con eso. Y ahora no falta mucho. Una vez que esté hecho, estará listo. Además, está deseando que llegue la luna de miel. ¿Una semana en Japón seguida de una semana en algún resort de lujo en Bali? Ah, sí, por favor. Suertuda. —¿Has viajado mucho? —No. —Bajé la mirada—. Viajamos por los Estados Unidos con mamá y papá cuando éramos niñas. Pero nunca he tenido tiempo de viajar más lejos. O el dinero. —Eres dueña de tu propio negocio. —Sí… de modo que podría permitirme viajar, pero me gusta tener ahorros en caso de que ocurra algo. —Me encontré con su mirada—. Mamá y papá nos dejaron la casa. Sin hipoteca. Mi papá la heredó y luego la heredamos nosotras. Y nos dejaron algo de dinero que ayudó a cubrir los gastos de vivienda. Pero por un tiempo fue toda una lucha. Teníamos un presupuesto ajustado y no podíamos permitirnos mucho más de lo esencial. Las chicas decidieron no ir a la universidad y aún no sé si eso se basó en lo que en realidad querían o si simplemente pensaron que no podíamos pagarlo. Obtuve mis calificaciones en terapia de masajes y conseguí un montón de préstamos para que el negocio funcionara y aún los estoy pagando. Así que… viajar… no tanto para mí. Foster acarició mi cintura y cadera en un relajante gesto confortante. —Eres increíble, ¿lo sabes? Sonreí. —Si tú lo dices. —No, hablo en serio. Sacrificaste tanto por tu familia. Admiro eso. —No se sintió como un sacrificio.

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—Lo que te hace aún más magnífica. Sonreí. —Magnífica. Ooh, me gusta esa palabra. Pero Foster no sonrió, se apretó contra mí, su expresión intensa. —Quiero llevarte a Bali o a cualquier lugar del mundo que quieras ver. Así de fácil mi humor desapareció. —Foster… La comprensión brilló en sus ojos y bajó la mirada, ocultándola de mí. Sin embargo, no me soltó. De hecho, rodeó mi cintura con el brazo como si no quisiera soltarme nunca. De repente me sentí increíblemente triste, me incliné y acaricié sus labios con los míos. —Tengo que irme. —Me contoneé contra su agarre y, en lugar de soltarme, me empujó sobre mi espalda y me dejó sin aliento con un beso—. Foster —jadeé. —Te deseo de nuevo —su voz sonó ronca, su semblante casi salvaje por el deseo. El calor parpadeó bajo y profundo en mi vientre y me derretí en la cama, demasiado ansiosa para dejarlo entrar.

***

—Muchas gracias por ser tan paciente —dijo Jade mientras caminábamos por la acera caliente de la ciudad. Sabía que no era fanática del lugar. El aire estaba demasiado denso por los vapores, el olor a desperdicio flotando desde las alcantarillas de vez en cuando, y si usaba sandalias en un día caluroso como hoy, mis pies se cubrían de hollín por el tráfico. Por lo tanto, elegí usar un par de botas ligeras con mi vestido y mis pies estaban demasiado tapados dentro de ellas. Aun así, no me quejaría.

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Jade rara vez me pedía que fuera a la ciudad y esto era por la boda. Cualquier cosa para aliviar su estrés. Además, funcionaba a mi favor. Por primera vez desde que comenzó nuestra aventura, Foster estaba ocupado este domingo. La niñera nueva de Georgie, una graduada universitaria llamada Anne-Marie, quien era esta dulce joven tímida que Georgie amaba afortunadamente, estaba trabajando horas extras cuidando a G, ya que yo estaba ocupada con Jade. —Por supuesto. Las pruebas de vestidos son necesarias para una boda. Y fue muy bueno de su parte abrir un domingo. —Sí. —Jade asintió. Me lanzó una mirada—. ¿Estás honestamente feliz con tu vestido? —Por supuesto. —Mi vestido de dama de honor era plateado. Como eran los vestidos de las madrinas. Moon, Celeste y Luna se habían unido a nosotras para la prueba del vestido, pero Moon se había apresurado a casa tan pronto como terminó, y Celeste había regresado a casa de Luna para ver a los niños. Jade y yo queríamos comer algo juntas antes de irnos a casa. Entre el trabajo, la boda y Colt, no nos habíamos visto mucho últimamente. —Y tu vestido es para morirse. Mi hermana sonrió. —¿Eso crees? —Colt, va a perder su… —me interrumpí abruptamente. —¿Ember? Mi pulso latía con fuerza en mi garganta cuando me detuve frente a un restaurante. Dentro, tan claro como el día, estaban Foster y sus padres. Una joven rubia hermosa se sentaba junto a Foster, con su mano en su hombro mientras se inclinaba para reír con él por algo. —Em. —Jade se detuvo a mi lado. Sus padres sonreían a la joven pareja. ¿Eran pareja? No. Foster no lo haría…

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La rubia le dio un beso en la mejilla y él bajó la mirada casi con timidez. ¿Foster? —Esa es Heather Smyth —dijo Jade en mi oído—. Colt me dijo que los padres de Foster han estado intentando reunirlos durante un tiempo. Solo sé quién es porque la conocí en la oficina la semana pasada cuando vine a la ciudad para almorzar con Colt. Heather trabaja para un banco cercano. Colt me dijo que se ha vuelto persistente. Supongo que Foster finalmente cedió. ¿Estaba viendo a otra mujer a mis espaldas? —¿Ember? —Hemos estado teniendo relaciones sexuales durante más de un mes. — Miré a mi hermana, con lágrimas en los ojos—. Y me enamoré estúpidamente de él. Como en serio, de verdad me enamoré de él, Jade. Qué tonta soy. Jade pareció desconsolada por mí. —Oh Dios, Em. Su simpatía solo me hizo enojar. —Nadie se burla de mí. —Devolví la mirada a la joven pareja—. Creo que deberíamos pasar y saludar. Es de buena educación. —Ember… Pero ya estaba abriendo la puerta del restaurante. No haría una escena. Pero quería que él supiera que lo sabía. Una anfitriona se acercó a nosotras, pero negué con la cabeza distraídamente, concentrada en el hombre que detestaba actualmente. Foster volvió la cabeza en mi dirección como si me sintiera. Sus ojos se abrieron del todo por la sorpresa y terminó reemplazado rápidamente por un destello de algo parecido al pánico. Luego se quedó prácticamente inexpresivo. Era tan bueno en enmascarar sus sentimientos. No es de extrañar que me hubiera engañado. La rubia y sus padres se volvieron para ver qué le había llamado la atención y Madeline sonrió al vernos a mi hermana y a mí. —Jade, Ember, qué bueno verlas.

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—Igualmente, señora Darwin, señor Darwin… Heather… —Jade se interrumpió, aparentemente incapaz de decir que era agradable ver a Foster. —Solo estábamos de paso y los vimos aquí… pensamos en ser buenas vecinas y saludar. —Me obligué a mirar a Foster. Vi el estremecimiento ligero en su respiración delatando su malestar. —Sí —coincidió Jade, entrelazando sus dedos con los míos—. También fue un momento tan extraño porque justo le estaba contando a Ember sobre Heather y tú, Foster. Heather sonrió, rodeando a Foster con el brazo. —Es bueno verte de nuevo, Jade. Y encantada de conocerte, Ember. No es culpa suya, no es culpa suya, no es culpa suya. —También es un placer conocerte. —Bueno, será mejor que nos vayamos. —Jade tiró de mi mano. Se despidió de los Darwin y la seguí. Sintiéndome entumecida. Qué mujer tan tonta, había sido. —¿Estás bien? —Mi hermana no me soltó la mano. —No sé. —La miré un momento—. Solía pensar que Luna tenía mal gusto con los hombres… pero está claro que ella y yo compartimos ese rasgo en particular. —¿Eran exclusivos? —No. —Me detuve, sacudiendo la cabeza con ira—. No… pero le dices a alguien con quien te acuestas que también te acuestas con otra persona. —Tienes razón. —¡Ember! Me estremecí ante su voz. —Ember —sonó sin aliento y me volví cuando Foster redujo la velocidad de una carrera a una parada frente a nosotras en la acera—. Mira, esto no es… —¿Has estado follando con ella mientras me follabas a mí? —Lo interrumpí con voz ronca.

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Foster retrocedió estremecido. —Por supuesto que no. —Entonces, eso es todo lo que necesito saber. —Me volví para irme y me agarró del brazo. Me lo quité de encima—. No me toques. Su expresión se oscureció con frustración a medida que se pasaba las manos por el cabello. —Mira, tú y yo… nosotros… y Heather es la hija de un amigo de la familia… y… —Y solo estábamos follando —susurré, odiándolo porque no había imaginado su posesividad o la forma en que actuaba como si quisiera algo más que sexo. Me había hecho comenzar a tener esperanzas. Y la crueldad era abrumadora. —No. —Intentó alcanzarme nuevamente, pero me retiré. La angustia ardió en sus ojos—. Me importas. En serio. Simplemente… —No tienes que decirlo. —Disgustada con él, arrastré mi mirada por su cuerpo y volví a subir—. La buena opinión de tu familia significa demasiado para ti, lo que implica que piensas que no soy lo suficientemente buena… —No… —Sé quién soy. Conozco mi valor. Y merezco algo mejor que tú, mejor que alguien que intentaría hacerme sentir mal conmigo porque no puede hacer frente a su familia. Mi error por involucrarme con un niño. Me miró boquiabierto, conmocionado, herido, enojado. Y eso satisfizo esa parte rencorosa en mí que quería que él sufriera tanto como me había hecho sufrir. Me di la vuelta y caminé por la calle, los pasos de Jade sincronizándose con los míos. Para cuando llegamos a la estación de tren, las dos estábamos sudorosas y sin aliento. Además, me sentía más allá de las náuseas. Cada parte de mí dolía. —Estuviste maravillosa. —Jade envolvió un brazo alrededor de mi hombro mientras esperábamos nuestro tren—. Y tenías razón. Solo es un niño que no te merece.

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—¿Qué hay de G? —Mis labios temblaron a medida que las lágrimas escocían en mis ojos—. No quiero lastimarla. Jade descansó su cabeza contra la mía. —Es terrible y triste… pero una ruptura limpia para los dos será lo mejor. —Somos vecinos. Mi hermana suspiró. —Sé que tal vez no quieras escuchar esto… pero con mi partida… quizás sea el momento de vender la casa. Me aparté de ella, horrorizada. —¿Qué quieres decir? —Es una propiedad inmobiliaria de primera. Incluso dividida en cinco partes, tu parte de la venta os compraría a Celeste y a ti un lugar más pequeño, tal vez incluso en algún lugar más cercano a la playa. —Pero… ha estado en la familia durante tres generaciones. —Solo es una casa. Y tal vez sea hora de seguir adelante. ¿En serio quieres ver a Foster y Heather, o con quienquiera que termine, comenzar una vida nueva con Georgie al lado?

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Foster pavor.

N

ada se sentía bien. No podía concentrarse. No podía dormir. Tenía esta sensación de ansiedad en sus entrañas todo el tiempo. La culpa lo recorría bruscamente. Y pavor. Ni siquiera quería analizar el

Georgie extrañaba a Ember. No la habían visto en dos semanas. No respondía a sus llamadas, a sus mensajes de texto. Ya no nadaba de noche. Las pocas veces que había llamado a la puerta, Celeste respondió, menos que amable, y le dijo que Ember no estaba en casa. Foster no podía culparla. No, no se había acostado con Heather. Ni siquiera había besado a Heather. Pero la extraña cita doble con sus padres era técnicamente su segunda cita porque habían almorzado solos en la ciudad la semana anterior. Algo que no le había dicho a Ember. Todo el tiempo había intentado deshacerse de su culpa, diciéndose que no estaba haciendo nada malo. Lo mismo en el almuerzo con sus padres. Y entonces, Ember había entrado en el restaurante. La mirada en sus ojos. La traición. Mierda. Respiró hondo y exhaló, el sonido tembloroso incluso para sus oídos. La extrañaba.

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El sonido de su risa, la forma en que sus ojos oscuros bailaban en ella. Su afecto fácil con G, como si las dos hubieran estado juntas toda su vida. La forma en que G se iluminaba con Ember de una manera que solía hacerlo solo con él. La forma en que él se iluminaba con Ember. Sus suaves gemidos entrecortados en sus oídos. Sus manos acariciando su espalda, agarrando su trasero. La pendiente dramática de su cintura estrecha hacia sus caderas curvas. Mirándola a los ojos y sintiéndose tan jodidamente en paz, como si finalmente hubiera encontrado algo que había estado perdiéndose toda su vida. —Si tengo que escucharte suspirar así una vez más, voy a darte un puñetazo. Foster se sobresaltó, balanceando su silla de oficina alrededor de la ventana para encontrar a Colt apoyado contra la puerta. Su amigo cerró la puerta detrás de él y entró en la habitación. —En estos días, es como trabajar con un zombi. Apenas le dijiste dos palabras a Jack Hunter en la reunión de esta mañana. —Hicimos el trato, ¿no? —refunfuñó como un adolescente petulante. Colt le frunció el ceño mientras se sentaba en su escritorio. —Esto tiene que parar. —¿Qué? —No. No seas un idiota aún más grande de lo que ya eres. La indignación lo invadió. —En este momento, no necesito esta mierda, Colt. —Oh, lo siento, olvidé que todo esto se trataba de ti. —Su amigo lo miró con tal decepción en sus ojos que Foster se estremeció—. ¿Te importa una mierda cómo la hiciste sentir o solo te importa cómo te sientes? El remordimiento lo atravesó. —Por supuesto que me importa una mierda. —¿En serio? Porque te paseas por aquí como si fueras tú el que se ha jodido cuando la verdad del asunto es que has hecho creer a una mujer muy especial que sus sentimientos no son más importantes que el puto esnobismo de tus padres.

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Un dolor agudo le atravesó el pecho. —Colt… —No, escucha. —Su amigo se apartó del escritorio—. Para mí está claro que tienes sentimientos reales por Ember. De hecho, para mí está claro que crees que estás enamorado de ella. —¿Creo? —gruñó. ¿Cómo se atreve…? —Sí, crees. Verás, lo sé porque amo a Jade. Amo tanto a Jade que la idea de lastimarla, de poner mis sentimientos antes que los de ella, me hace sentir enfermo. No amas a Ember. Si amaras a Ember, le dirías a tu padre dónde meterse su estúpida opinión y su dinero. Foster negó con la cabeza, con el corazón acelerado. —La familia es importante. ¿No puedes entender por qué no quiero decepcionar a mi padre? —No, de hecho, no puedo. Aquí está tu elección: por un lado, Edward Darwin, quien aún pone malditas excusas por la madre egoísta de Georgie solo por la jodida sangre azul de su familia. Un tipo que basa su opinión sobre el valor de una persona en el puto apellido de una familia. ¿Eso es lo que quieres que influya en la vida de Georgie? O, por otro lado, Ember. Divertida, hermosa, amable. Es genial con Georgie. Y por alguna razón estúpida te ama. La esperanza cortó como un cuchillo el dolor en su pecho. —¿Dijo eso? La expresión de Colt fue dura cuando asintió brevemente. —Estaba enamorada de ti. Pero supongo que se dio cuenta que, después de todo, la diferencia de edad era un problema. Dijo que aún te faltaba madurar mucho y no tenía tiempo para esperar. Se estremeció, bajando la mirada. —La cagué. —Está poniendo la casa en venta. El pánico se apoderó de Foster. —¿Qué?

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Su amigo asintió con expresión sombría. —Así de tanto la lastimaste. Así que, dime… ¿puedes vivir con eso? Porque si tu respuesta es sí, hombre, no estás enamorado de ella. A Foster se le desgarraron las entrañas. —La amo. Y soy un idiota. —Se levantó de la silla, su agitación visible. —Tienes razón. Tienes toda la puta razón, parte de mí quiere golpearte. —Ahora soy padre. No puedo seguir tomando decisiones basadas en lo que es mejor para mi padre. Tiene que ser lo mejor para las personas que amo. —Negó con la cabeza, frenético de pavor ante la idea de perder a Ember para siempre—. ¿Y si no puedo recuperarla? Colt consideró esto, su comportamiento hacia él suavizándose visiblemente. —Bueno… aquí hay un consejo: con las hermanas Bonet, las acciones hablan más que las palabras. Pero las acciones acompañadas de las palabras adecuadas, es tu mejor oportunidad para recuperarla.

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Ember

P

or el lado positivo, la cena de ensayo era un evento pequeño. En comparación con la lista de doscientos invitados para la boda, solo había setenta y cinco personas en la cena de ensayo.

No podía soportar la idea de lo que les costó esta boda a Jade y Colt. Pero lo haría… porque mantenía mi mente alejada de los demás. Habían pasado tres semanas desde que pillé a Foster en el almuerzo con su otra mujer. Sus llamadas y mensajes de texto se habían detenido unos diez días después. Sin embargo, por alguna razón extraña había comenzado a llamarme de nuevo la semana pasada. Había recibido un montón de mensajes de texto de su parte suplicando reunirse conmigo porque “teníamos que hablar”, pero estaba medio convencida que solo estaba cachondo. Además, no quería que mi resolución se derritiera. Un tipo que me dejaba pensar que no era lo suficientemente buena no era el hombre adecuado para mí. Fin de la historia. Extrañaba terriblemente a G. Y mi culpa era abrumadora. La verdad es que, quería verla, pero mis hermanas seguían reteniéndome, diciéndome que a la larga solo empeoraría las cosas para la niña. Extrañaba sus risitas y su sonrisa. Y realmente odiaba la idea de que la hice sentir tan abandonada como lo hizo su madre.

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Las lágrimas se atascaron en mi garganta y ardieron en mis ojos, y bajé la mirada a la mesa para ocultar mis emociones. Como dama de honor, estaba sentada en la parte superior de una mesa de banquete en forma de U. A solo unos asientos más abajo de mí, junto a Colt, estaba Foster. Mi piel zumbaba con la conciencia de él. No había traído una cita. Quiero decir, yo tampoco… pero me había preocupado mucho por esta cena de ensayo porque estaba tan segura que lo acompañaría Heather. Tal vez solo podía asistir a la boda real. Sus padres también estaban aquí. Colt había invitado a los Darwin al ensayo por respeto. Ni siquiera podía mirarlos. También los culpaba por hacer que Foster sintiera que tenía que complacerlos con su elección de novia. Sin embargo, me preguntaba si algún padre estaría feliz de que su hijo saliera con una mujer once años mayor que él. Sintiéndome desolada, alcancé mi copa de champán y la vacié de un trago. Podía sentir los ojos de Jade, pero afortunadamente no podía cuestionarme porque Colt estaba en medio de su discurso de agradecimiento. Mi mirada se movió sobre las mesas frente a nosotros, deslizándose a través de los Darwin y gente pasada que reconocí de la fiesta de compromiso. Luego sobre la mesa del banquete donde mis hermanas se sentaban con sus parejas. Moon, Linzi y Jilly. Luna y su marido Garret, de aspecto aburrido. Y Celeste junto al chico con el que había estado saliendo durante el último mes. Era un veterinario lindo que conoció después de atropellar accidentalmente a un gato. En serio, la vida de mi hermana era una novela de comedia romántica en curso. Se veían bien juntos y parecía que a ella en realidad le gustaba este. Quién sabía, tal vez tendría que comprar una casa de un dormitorio en la playa. ¡Envejecer por mi cuenta, sin hijos, sin piscina, solo un gato que alguien atropellaría un día y usaría como anécdota en su boda con el veterinario que conoció a través de mi maldito gato muerto!

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Sacando mi cabeza de mis pensamientos mórbidos, intenté volver a centrarme en la sala. Colt estaba agradeciendo a su prometida hermosa. Un beso dulce en sus labios. Íbamos a levantar nuestras copas de champán, mierda, la mía estaba vacía. Esperaba que nadie se diera cuenta. Puse una sonrisa forzada en mi rostro. Después de que mi futuro cuñado se recostara en su asiento, el murmullo de la conversación comenzó de nuevo y Jade cubrió mi mano más cercana a ella. —¿Estás bien? Quería decir que necesitaba más champán, pero lo último que debía hacer era emborracharme en la cena de ensayo de mi hermana frente a mi ex. ¿Era incluso mi ex? ¿Cinco semanas de sexo fantástico en realidad contaban como una relación? Mi corazón palpitó feroz en respuesta. Abriendo mi boca para tranquilizarla, fui interrumpida abruptamente por el sonido de un cubierto golpeando contra una copa. Jade giró la cabeza hacia la izquierda y yo hice lo mismo, estremeciéndome en mi asiento cuando me di cuenta que Foster estaba poniéndose de pie para dirigirse a la habitación. Oh Dios mío, ¿se suponía que también debíamos preparar nuestros discursos de padrino y dama de honor para la cena de ensayo? Una oleada de pánico se apoderó de mí. —Eh, no estaba previsto que hablara esta noche. Oh, gracias a Dios. —Pero Colt me dio permiso para apropiarme de la cena de ensayo. ¿Qué? Un murmullo de confusión recorrió la habitación. —¿De qué está hablando? —susurré. Jade negó con la cabeza, tan confundida como yo. Y luego Foster se volvió y me miró directamente.

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Su expresión abierta, suplicante, tierna. Santa. Mierda. —Hace meses, en la fiesta de compromiso de Colt y Jade, conocí a una mujer que me noqueó por completo. Y estaba tan poco preparado para ello, tan poco preparado para manejarlo, que fui imperdonablemente grosero con ella Lágrimas de conmoción brillaron en mis ojos y pude escuchar el suspiro sorprendido de mi hermana. —Nunca creí en el destino. —Se encogió de hombros, luciendo juvenil e inseguro—. No hasta tú, Ember. No hasta que compré la casa contigua a la tuya sin saberlo. Es como si el universo quisiera que estuviéramos juntos. —Foster —susurré. —Y de alguna manera, porque eres un maldito milagro y eres tan amable —su emoción hizo que sus ojos se humedecieran—, no solo me perdonaste por ser un completo idiota… —la habitación se rio, pero apenas estaba prestando atención a nada excepto a él—, cuidaste de mi hija y nos ayudaste a superar un momento realmente horrible. —Salió de su silla para acercarse a la mía y yo incliné mi cabeza hacia atrás para sostener su mirada—. Ember Bonet, sé que no te merezco. Eres increíble, inteligente, amable, divertida, cariñosa y apasionada, y no tengo ninguna duda de que alguien a tu altura te está esperando ahí fuera. Pero soy un bastardo egoísta porque el mero pensamiento de dejarlo tenerte se siente como si estuvieran arrancando mi corazón del pecho. Y ese tipo, quienquiera que sea, podría merecerte pero… —Foster se arrodilló frente a mí y tomó mi mano—, puedo prometerte que ningún hombre te amará más que yo o trabajará más duro para demostrarlo. Por favor, ¿me perdonas por ser un tonto tan ciego? No podía respirar. Foster Darwin acababa de declararse frente a todas estas personas, incluyendo a sus padres. —Déjame compensarte —continuó, el pánico reflejado en sus ojos oscuros—. Nunca te daré motivos para que te arrepientas. Te amo. —Está bien. Sus ojos se abrieron por completo. —¿Está bien? ¿Sí? Sonreí, ese maldito dolor en mi pecho aliviándose.

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—Sí. Pero tiene mucho que humillarse, señor. Foster sonrió, poniéndose de pie para acercarme a sus brazos. Me abrazó con tanta fuerza que apenas podía respirar. —Cualquier cosa, cualquier cosa. —Besó mi sien, luego mi mejilla y por último mis labios. Un largo beso profundo y hambriento que solo se rompió cuando finalmente registramos los vítores que estallaron en la sala a nuestro alrededor. Me reí, con las mejillas calientes, un poco avergonzada por la exhibición pública mientras la sala llena de extraños prácticamente celebraba nuestro romance. Bueno… no toda la habitación. Esperaron hasta que todos los invitados se hubieran ido horas más tarde. Habíamos sentido sus ojos sobre nosotros durante el resto de la noche, pero nunca se acercaron. Estaba tensa. Foster siguió susurrándome garantías al oído. El hombre no había dejado de tocarme desde que accedí a darle una segunda oportunidad. Se había disculpado con Jade por apropiarse de sus celebraciones, pero mi hermana mayor estaba de hecho extasiada por nosotros. —Aquí vamos —nos murmuró Colt. Todos se habían ido, excepto nosotros cuatro y los Darwin. Colt tomó a Jade del brazo y avanzaron hacia la salida, asintiendo hacia los Darwin a medida que se marchaban. La mano de Foster se apretó contra la mía. —Todo saldrá bien —prometió. Pero no estaba segura. Había una parte de mí que aún no podía confiar plenamente en Foster. Supe que lo percibió cuando su expresión se endureció con determinación. —Algún día nunca dudarás de mí —prometió. Apreté su mano y respiré profundo cuando Madeline y Edward se detuvieron ante nosotros. La madre de Foster parecía inquieta, mientras que Edward estaba claramente furioso. —¿Qué significa esto? —Edward hizo un gesto entre nosotros.

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—Creo que esto se explica por sí mismo. —Foster me acercó aún más a su costado—. Amo a Ember. Vamos a comenzar una vida juntos. Oh, vaya. Solo escucharlo decirlo otra vez… —¿No puedes hablar en serio? —Edward suspiró profundamente, su mirada atravesándome—. Mira, estoy seguro que eres perfectamente adorable. Pero atar a mi hijo contigo es increíblemente egoísta… —Padre… —No. Ella escuchará esto. ¿Tienes qué? ¿Treinta y tantos años? —Treinta y seis. Él resopló. —Once años mayor que mi hijo. ¿Cómo se verá eso cuando tengas cincuenta y él aún no haya cumplido los cuarenta? —No me importa. La amo. —Estoy hablando con Ember. —Y lo hacía. Aguijoneando en mis inseguridades. Mis propias preocupaciones—. No eres de la misma comunidad que Foster. Los alejarás a Georgie y a él de la vida a la que están acostumbrados. —Esas son puras mierdas, papá. —Foster —advirtió Madeline. —No, no voy a quedarme aquí para escucharlos menospreciar a la mujer que amo. —¿Y los niños? —resopló Edward, ignorando a su hijo—. ¿No quieres más hijos? Una mujer de treinta y seis años ya pasó su mejor momento. Eso fue todo. Fue entonces cuando vi en rojo. —¿Pasé mi mejor momento? —Me alejé de Foster, erizada de rabia—. Odio sacarlo del siglo diecinueve, señor Darwin, pero las mujeres están teniendo bebés en la treintena con mucha más facilidad que hace cien años. Los niños no están fuera de discusión. Lo que está fuera de discusión es su participación en nuestra relación. Su hijo es un hombre. Un padre. Y es hora de que vea eso. Foster me atrajo a su costado.

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—Ember tiene razón. Esta es nuestra decisión. Y no tengo reservas al respecto. La amo. Georgie la ama. No hay nada que puedas decir para cambiarlo. —Te desheredaré por completo. Las palabras cortaron el aire, frías y duras. —Hazlo —respondió Foster sin dudarlo—. Soy un hombre de éxito por derecho propio. No necesito tu dinero. No necesito tu bendición. Sería bueno, pero no es un requisito. —Su mirada se trasladó a su madre—. Pensaría que, como mis padres, estarían felices de que sea feliz. La expresión de Madeline se suavizó, pero Edward soltó un resoplido fuerte. —No nos vamos a quedar para escuchar estas ridículas tonterías sentimentales. Cuando recobres los sentidos, sabrás dónde encontrarnos. —Se volvió y salió de la sala. La madre de Foster vaciló, las lágrimas llenaron sus ojos. —¿Mamá? Hizo una mueca y luego se apresuró a seguir a su marido. El silencio cayó entre nosotros. Apreté su mano, odiando la expresión de tristeza en su rostro. Sin embargo, tan pronto como se volvió hacia mí, la melancolía se desvaneció. —¿Estás bien? —¿Estamos juntos? Asentí, dividida entre la alegría y la preocupación. Foster sonrió. —Entonces, estoy más que bien. Lo abracé, amando la sensación de sus brazos fuertes tan apretados a mi alrededor. —Creo que tu madre entrará en razón. —Sí, quizás. —Se volvió, sus labios rozando mi oreja—. Sé que aún no me lo merezco… pero no puedo esperar el día en que me digas que me amas. Mi pulso latió en mis oídos a medida que me alejaba de él.

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La parte inteligente y sensata de mí sabía que debía contenerme. Pero nunca había sido el tipo de mujer que se mentía a sí misma o a los demás. —Te amo —le aseguré—. Te amo tanto. Su respuesta fue besarme con un desenfreno feroz que me hizo temblar de pies a cabeza. —Tenemos que encontrar una cama. Ahora —gruñó, guiándome hacia la salida. —Amén a eso —concordé, y luego estábamos corriendo y riendo como dos adolescentes fuera del edificio hacia su auto en el estacionamiento, desesperados por finalmente estar juntos de verdad.

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Epílogo

Foster Catorce meses después

C

omo ya era nadadora, el médico dijo que Ember podía seguir nadando durante su embarazo. Aun así, Foster se sentaba en una tumbona junto a la piscina mientras G y Ember nadaban.

—Están bien —le aseguró su madre desde la tumbona junto a la suya—. Ella está bien. —Lo sé. —Asintió, sin apartar los ojos de ellas. Su madre rio en voz baja. De acuerdo, estaba siendo sobreprotector. Lo sabía. Pero no iba a detenerlo. La hija y esposa de Foster, y el niño creciendo en su vientre, eran su mundo entero. —Creo que me uniré a ellas. —Foster se puso de pie. —Na, voy a entrar. —Edward bajó su vaso de té helado y se paró en bañador y camiseta—. Necesito un respiro de este calor. Relajándose a medida que su padre bajaba por la escalera a la piscina, Foster observó cómo G dejó de nadar para jugar con su abuelo. Ember redujo la velocidad, sonriendo mientras su hijastra comenzaba a salpicar a su abuelo juguetonamente. —¡Bala de cañón, bala de cañón! —exigió G. —Bueno, mejor me salgo del camino de eso. —Ember se echó a reír, nadando hacia la escalera.

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—No, no —la llamó Edward antes de volverse hacia G—, no puedo tirarte a la piscina cuando tu mamá está embarazada. No es seguro para el bebé. —Está bien. —G hizo un puchero pero lo dejó pasar. —No, de verdad, de todos modos tengo sed —dijo Ember y salió. Los ojos de Foster se concentraron en su vientre. Había empezado a usar tankinis durante su embarazo, no por el bulto, sino porque pensaba que sus pechos eran obscenos. No se quejaba. De nada. Dos meses después de que hubieran comenzado a salir nuevamente, le propuso matrimonio, ella aceptó, y luego, unas semanas después, se mudó a la casa con G y él. Sus hermanas pusieron la casa familiar en venta y se mudó una familia nueva. Las Bonet parecieron sorprendentemente en paz con ello. En cuanto a Ember y él, se casaron en invierno, una ceremonia pequeña, solo la familia y algunos amigos y, para su alivio, sus padres asistieron. No se hablaron durante cinco meses después de la cena de ensayo. Extrañó a sus padres, pero no lo suficiente como para renunciar a Ember. Afortunadamente, su madre convenció a su padre de que dejara de ser un idiota terco. Edward extrañaba a su hijo y a su nieta. Y una vez que le dio una oportunidad a Ember, Foster supo que Edward también llegó a respetarla y cuidarla. Tanto es así que, había dejado de poner excusas por Carolyn. Carolyn: quien ya no llamaba para hablar con Georgie. Detuvo sus llamadas alrededor de tres meses después de irse a París. Lo siguiente que supo Foster fue lo que escuchó de sus abogados. Ella le concedía la custodia exclusiva. Dijo que, no estaba hecha para ser madre. G preguntó cada vez menos por ella hasta que un día llamó mamá a Ember. Diez minutos después, había encontrado a Ember llorando en su habitación. En parte alegre, en parte furiosa con Carolyn. Cuando Edward escuchó a G llamar por primera vez mamá a Ember, se había quedado frío y callado. A Foster le había preocupado que fuera a convertirlo en un problema.

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Sin embargo, en su próxima visita, también comenzó a referirse a Ember como la madre de G, demostrando que las personas pueden cambiar para mejor sin importar la edad que tengan. —Déjame traerte agua —le dijo su madre a Ember, levantándose de su tumbona. —Puedo buscarla. —No, siéntate aquí bajo este paraguas. No deberías tomar demasiado sol. Ember aceptó comprendiendo que tenía razón, y ocupó el lugar de su madre debajo de la tumbona a la sombra. Incapaz de resistirse, Foster se levantó y la empujó para que pudiera acostarse a su lado. Luego, apoyó la mano en su estómago. —¿Cómo está nuestro pequeño? —Pateando mientras nadaba. —Sonrió—. Creo que le gusta. Foster besó su nariz. Sintiendo lo cálida que estaba, y frunció el ceño. —Creo que deberías mantenerte alejada del sol por el resto del día. En lugar de discutir obstinadamente con él como solía hacer, Ember se acurrucó en su pecho. —Está bien. De todos modos, esto está bien. Él asintió, abrazándola con fuerza, con la mano en su vientre, observando a G chillar de placer mientras su padre la lanzaba al aire, el agua salpicando por los costados a medida que volvía a la piscina. Sabía que su padre se cansaría rápidamente pero seguiría adelante mientras Georgie quisiera que lo hiciera. —Estoy tan feliz —susurró Ember contra su garganta. Un dolor estalló en su pecho. Y la abrazó con más fuerza. —Eso es todo lo que siempre quise escuchar. Un minuto después, su madre regresó con una bandeja de bebidas, llamando a su esposo para que cuidara su espalda. Era una escena doméstica bastante inusual. Sin embargo, para Foster, era un maldito y hermoso milagro.

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Todo por culpa de dos ángeles que entraron en su vida con solo cinco años de diferencia.

FIN

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Sobre la autora

Samantha Young es una ratón de biblioteca escocesa cuyo sueño de tener una carrera como escritora se hizo realidad. Gracias a los lectores, sus libros han llegado a las listas de los más vendidos del New York Times, USA Today y Wall Street Journal y varios de sus libros han sido nominados para los Premios Goodreads Choice. Escribe romance adulto contemporáneo y paranormal, YA fantasía urbana y YA ficción contemporánea. Actualmente publicada en 28 idiomas en 30 países, Samantha es una de las autoras más vendidas a nivel internacional.

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Créditos Moderación LizC

Traducción LizC

Corrección, recopilación y revisión Imma Marques y LizC

Diseño Bruja_Luna_

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Ember in the Heart - Samantha Young

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