2. Touch by the Boss

119 Pages • 24,113 Words • PDF • 4.4 MB
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Staff Moderadora: Bliss Traducción: Bliss Meri Corrección: Kat Cooper Recopilación: Kat Cooper Isa’s Coldness Diseño: Carolina Shaw



Indice Sinopsis

Página 5

Capítulo 1

Página 6

Capítulo 2

Página 10

Capítulo 3

Página 14

Capítulo 4

Página 20

Capítulo 5

Página 27

Capítulo 6

Página 33

Capítulo 7

Página 39

Capítulo 8

Página 47

Capítulo 9

Página 55

Capítulo 10

Página 65

Capítulo 11

Página 72

Capítulo 12

Página 80

Capítulo 13

Página 86

Capítulo 14

Página 92

Capítulo 15

Página 97

Capítulo 16

Página 102

Capítulo 17

Página 108

Capítulo 18

Página 113

Teased by the Boss (Tempted #2)

Página 117

Sobre la Autora

Página 118



Sinopsis La altura de conseguir hacer la fiesta de Navidad era una cosa, pero Ella nunca podría haberse preparado para lo que se sentiría tener las manos de su jefe sobre ella. Ahora, aunque su cabeza le está diciendo que hizo lo correcto al resistirse a él, su cuerpo está diciéndole que ha hecho un gran error. Y Will Abbott no podría estar más de acuerdo.

**Advertencia: Esta serie romántica/suspenso contiene contenido adulto incluyendo escenas explicitas de sexo y lenguaje adulto.



1

Ella Me sentía enferma mientras llegaba al ascensor. Todo en mi cuerpo decía que había cometido un error, pero mi cabeza estaba convencida que hacía lo correcto al salirme de esa situación. Era tan confuso. No sabía qué demonios pensar. Todo lo que sabía era que tenía miedo, miedo de cuánto lo deseaba y miedo de cómo hizo sentir mi cuerpo. Nunca había tenido un ardor así en mi estómago. Tan pronto me atrajo hacia él, todo se volvió borroso. Estaba segura que si me quedaba un momento más, habría perdido el control. No había idea de lo que podría haber hecho o lo qué podría haberle permitido hacer. Y no era seguro estar con él así. Con un toque, Will casi me había hecho olvidar todo lo que había querido en mi vida y todo por lo que había trabajado tan duro. Lo que lo convertía en el hombre más peligroso que jamás había conocido en mi vida. Así que estuve bien en huir. Claramente, lo correcto era no dormir con mi jefe —o mejor dicho— el hombre que desesperadamente quería seguir teniendo como mi jefe. ¿Entonces por qué me sentía como la mierda? No tenía sentido. Trabajé tan duro para impresionarlo por las razones correctas, y lo hice. Así lo había dicho de todas formas. Hizo un escándalo sobre la increíble fiesta que organice. Pero ese beso. Ese beso no era el tipo de beso que solo se dejaba dar de alguien por unas copas de más de whiskey. Tenía fuerza. Intención. Me deseaba y pude sentir su deseo en cada músculo de su cuerpo. Si no me hubiera alejado, no se habría detenido. Habría continuado hasta que…



¿hasta qué? ¿Hasta que estuviéramos costados en una cama de hotel, juntos, desnudos y sin aliento? Ni siquiera podía pensar en eso. Era bastante duro convencerme que había imaginado sus manos sobre mí de esa manera. La idea de él dentro de mí era demasiado abrumadora. No era que no lo deseaba. Por supuesto que lo deseaba. Cada mujer que había puesto los ojos en él lo deseaba. Pero incluso si me quedaba — incluso si hubiera sido capaz de dejarme ir lo suficiente para que tuviera su camino conmigo—, ¿luego qué? No había manera se ser capaz de satisfacer a un hombre como él. No solo no sabía prácticamente nada sobre el sexo, aparte de su mecánica básica, era experimentado. Probablemente mucho más experimentado de lo que podría siquiera empezar a imaginar. ¿Qué habría pasado cuando se diera cuenta que cualquier fantasía que había construido en su cabeza sobre cómo se sentiría dormir conmigo cayera en seco? Una cosa era mostrarse y ser encantadora en un vestido sexy, para decir mentiras piadosas sobre la experiencia que tuve para llegar a la oportunidad de trabajo de toda una vida. Pero mentir sobre habilidades sexuales era completamente otra cosa. Una vez que me desnudara no habría escondite detrás de los vestidos sofisticados y el falso encanto, y no sabía nada sobre fingir. Está bien, eso no era completamente cierto. Podía fingir un orgasmo. O al menos, los pocos hombres con quien había dormido parecían convencidos por mi actuación. No sé si fingir un orgasmo es realmente algo bueno que hacer. Nunca pensé en ello. Parecía ser lo correcto en ese momento, y luego, una vez de que lo hice, me había jodido a mí misma. Pero incluso el mejor sexo con mi ex nunca se sintió ni la mitad de bien, de cómo me sentí cuando Will me besó. Su toque solo me hizo estar más húmeda de lo que pensaba que podía ponerme. Supongo que tener que fingir un orgasmo con Will no era de lo que estaba preocupada en absoluto. Al contrario, creo que tenía miedo de



poder tener uno realmente. Entonces estaría en deuda incluso más de lo que ya estaba. Por todo lo que sabía, era fuego lo encendió cuando metió los dedos dentro de mí. Ciertamente había leído libros para saber que cuando mis piernas se entumecían, estaba en peligro. ¿Pero en peligro de qué? ¿De experimentar placer sexual real por primera vez en mi vida? Quizás no merecía sentirme bien o disfrutar del sexo. Ciertamente allí es donde mi comportamiento me estaba llevando a creer. Tal vez Jackie tenía razón sobre que mis instintos estaban mal. Después de todo, nunca había tenido una relación que no me involucrara fingiendo orgasmos. Incluso peor, nunca había tenido a un chico que bajara en mí por alguna otra razón que corresponder el sexo oral. Ni siquiera en mi cumpleaños. Y los pocos momentos en que sucedían, preferiría estar mirando Netflix que tener a mi novio babeando en mi vagina. Y solía pensar que era yo. Pensaba que no era muy sexual, que tenía bajo libido o algo así. Pero por primera vez, estaba empezando a creer que no era yo en absoluto. Era solo mi gusto en hombres hasta este punto. La verdad era que solo había dormido con chicos. Chicos, cuya idea de una cita era ir dentro de un local de comida rápida en lugar de usar el restaurante de comida para llevar donde se pide desde el coche, chicos que pensaban que el sexo se acababa cuando ellos se venían, chicos que jugaban videojuegos y pensaban que era divertido apretar mis pechos frente a sus amigos. Pero estaba empezando a pensar que tal vez ya no tenía que conformarme con chicos. Y tal vez la única razón por la que nunca conseguía tanto placer en el sexo era porque nunca había tenido un amante experimentado que supiera lo que estaba haciendo. Tal vez la persona correcta podría sacar un lado de mí que no sabía que existía, un lado de mí que Will casi había probado después de la fiesta.



Porque juro que la manera en que me sentí cuando me sostuvo contra su cuerpo y chupaba la delicada piel de mi cuello me ponía toda caliente. Me hizo desearlo de una manera que nunca había querido antes, y me hizo creer que lo que quería hacer no solo era el sexo que había experimentado. Tenía la impresión que lo que tenía en mente iba a ser un acto de agresión sexual que dejaría a mi cuerpo agotado y a mi mente en blanco. Y es por eso qué corrí. Porque tenía miedo de lo desconocido, y no había nada menos familiar para mí que el placer sexual. No sabía por qué estuve tan dispuesta a aceptar eso antes. Supongo que no sabía de lo que me estaba perdiendo. Pero ahora —aunque todavía no sabía porque me sentía como una patética débil— había tenido una probada de lo que parecía ser entregarme a un hombre de verdad. Y repentinamente fui consciente de un vacío en mi vida. Lo cual era un desastre porque antes la ignorancia había sido felicidad, y ahora tenía más problemas de lo que podía tratar en mi cabeza. No solo necesitaba el trabajo, sino que necesitaba un trabajo de la persona que había rechazado. Y para hacer peores las cosas, mientras más pensaba en eso, más difícil era convencerme que en realidad no quería dormir con él.



2

Will Estaba perplejo. Ninguna mujer me había rechazado así jamás en la vida. Una parte de mí quería correr por ella, pero no podía moverme. Solo me quedé allí con su humedad en mis dedos. Cuando la toqué por primera vez, no pude escuchar nada sobre mi deseo. Fue como vientos violentos rugiendo alrededor de nosotros. Pero tan pronto la puerta se cerró detrás de ella, todo estuvo silencioso. Y por mi vida que no podía averiguar qué salió mal. Nuestra química era innegable, especialmente en la pista de baile después de no vernos demasiado por semanas. Y ese vestido. Fue como una bandera roja para un toro. Entonces cuando llegamos al cuarto, parecía tan relajada. Está bien, tal vez no tan relajada, pero menos ansiosa de lo usual. O así lo pensé. Traté de convencerla de su trabajo y le dije que no había nada de qué preocuparse. Incluso le aseguré que no era su jefe en ese momento, asumí que sería suficiente para mitigar cualquier dilema moral que estuviera obviamente molestándola. Pero lo que realmente me enojó fue el hecho de que me devolvió el beso. No había duda de eso. Cuando la jalé hacia mí, no hubo resistencia de su parte. Voluntariamente me dejó sujetarla, de ese modo encendiendo mi deseo por ella. Y tan pronto su gordo labio inferior golpeó con el mío, ya no estaba pensando. Solo estaba actuando, y no tenía intención de desacelerar. Por supuesto, tal vez allí fue donde fui mal. Me había permitido besarla, pero era todo. No me había dado permiso de acariciar su hendidura y



empujar profundamente los dedos en su centro. No me había dado permiso de follar su humedad con los dedos hasta que goteó por mi mano. Aun así, fue ridículo. No era el tipo de hombre que esperaba una invitación para complacer a la mujer que quería complacer. Y eso no era lo que las mujeres querían tampoco. Las mujeres querían ser tomadas, poseídas. Querían follar, correrse, temblar. No podía recordar un solo momento en el que una mujer me pidiera ser más suave o que tomara las cosas más lento. Les gustaba duro. Querían cruda y pura pasión. No querían acurrucarse y hacer el amor. Al menos no cualquier mujer con quien me había acostado. Y no era como si estuviera tratando de sacar nuevos movimientos. La toqué de esa manera porque sabía que funcionaba, y la manera que empapó mi mano fue prueba suficiente de que lo deseaba. ¿Entonces qué fue toda esa mierda cuando se lanzó fuera del cuarto? La mierda de “No eres tú, lo siento tanto”. No hizo nada por mi ego e incluso menos para aliviar la presión que se construyó en mi polla antes que se fuera. Por un momento, consideré el hecho de que tal vez estuvo mintiendo sobre tener un novio. Pero incluso aquello no lo explicaba. Si era así de pura, ni siquiera habría ido sola a ese cuarto conmigo en primer lugar. ¿Entonces qué le impidió dejarse ir cuando acababa de empezar? Pensé que lo hice todo bien. Fui encantador y considerado. Puse sus necesidades antes que las mías. Practiqué el control que ni siquiera sabía que tenía. Le di tiempo y espacio para no perder la cabeza, doblarla sobre mi escritorio, y mostrarle lo que realmente pensaba de su nueva ropa de trabajo de Macy’s. ¿Entonces que mierda era su problema? Y más importante, ¿qué mierda era mi problema? ¿Por qué estaba tan colgado a ella? ¿Por qué me importaba tanto una chica que obviamente no era lo suficientemente inteligente para reconocer algo bueno cuando estaba justo frente a ella?



Seguramente solo era una universitaria graduada más del montón, aunque con ambición más allá del promedio y un aspecto innegablemente superior. ¿Pero y qué? Debería superarlo. Obviamente era más problemas de lo que valía. De hecho, posiblemente era tan de alto mantenimiento como todas las otras mujeres que detestaba. Solo tenía su propio estilo de ser un dolor en el trasero. Si fuera inteligente, le transferiría el bono que le fue prometido por un trabajo bien hecho en la Fiesta de Navidad, y entonces trataría y olvidaría el hecho que me dio el más doloroso problema de bolas azules de mi vida. Porque ambos sabíamos que nunca tendría que verla otra vez si no quería. Por supuesto, ese era el problema. Sí que quería verla otra vez. Desesperadamente. Y no solo quería verla. Quería continuar donde lo dejé en el cuarto del hotel. En lo que a mí respecta, ella era un asunto esencialmente inacabado. De hecho, para mí horror, no sentía nada menos considerable sobre ella ahora, de lo que sentí cuando mis dedos fueron apretados por su coño codicioso y mi boca estaba inhalando su dulce cuello. No sabía si estaba obsesionado con tenerla solo porque no podía. No es que realmente creyera eso. Sabía que todavía podía tenerla. Solo tenía que esperar incluso más tiempo —lo cual me enojaba—, pero sería mía. Nadie le dice que no a Will Abbott y se sale con la suya. Especialmente no una mujer gloriosamente dotada con curvas que rogaban ser acariciadas y un control tenaz que una parte de mí admiraba. Pero se arrepentiría de provocarme así. Me aseguraría de eso. Si pensaba que marcharse como lo hizo iba a calmarme o lanzar una manta húmeda sobre el hecho de que quería follarla de costado. Porque la deseaba más que nunca ahora, y tendría que ser castigada por jugar. De verdad. Que me digan que no, es una cosa, pero ser alguien que quiere que le devuelvan el regalo era completamente molesto.



Me permitió tenerla y luego se escapó. Ese acto por si solo dejaba un sabor mucho más desagradable en mi boca que el hecho que iba a comprometer sus moral y dormir con su jefe. Después de todo, como era su jefe, no podía sostener eso en su contra. Por otro lado, si jodidamente bajara la guardia por dos segundos y me dejara hacer lo que quería con su cuerpo follable, no tengo dudas que habría dejado un sabor muy placentero en mi boca, un sabor que dolía ahora para preguntármelo. Pero le daría otra oportunidad para complacerme. Estaba seguro que se arrepentía de marcharse. No tengo dudas que habría estado decepcionada con su decisión insensata antes que incluso dejara el edificio. Su propia humedad goteando por su pierna en el ascensor habría sido bastante dramático para cualquier mujer. Demasiado malo que no se hubiera quedado. Felizmente me habría hecho cargo de aquello por ella. Desafortunadamente, en orden para básicamente obtener lo que quería, tendría que darle lo que ella quería. Tendría que darle la extensión de trabajo que buscaba y también la responsabilidad adicional. Si por lo menos tuviera las agallas para aparecer y pedirlo. Aunque esperaba que lo hiciera. Lo cual estaba bien. Probó que podía hacer el trabajo y que lo disfrutaba, así que sería fácil pensar esa decisión. Pero no significaba que tenía que hacerlo fácil por ella. Especialmente cuando había decidido hacerlo demasiado difícil para mí. Muy, muy difícil para mí.



3

Ella Estaba tan ansiosa que quería llorar. De hecho, decidí que podría no ser un mal plan de respaldo si podría llevarlo a cabo. Después de todo, no sabía mucho sobre los hombres, pero sabía que mujeres lloronas estaban en lo alto de su lista de cosas por evitar. Llorar no era el tipo de cosa que podía fingir fácilmente, pero no tendría que fingirlo si me imaginaba las descripciones del trabajo que había leído el fin de semana. Pasé toda la tarde del domingo tratando de convencerme que nunca debería verlo otra vez, que sería más fácil encontrar algo nuevo. Desafortunadamente, todos los anuncios que encontré eran par aprendices en gestión de eventos, lo cual pareció completamente poco atractivo. Especialmente considerando el hecho que mí cuenta bancaria solo reflejaba un bono de veinte mil dólares, que era más dinero de lo que había ganado en todos mis trabajos anteriores juntos. Además, me gusto el ajetreo de trabajar en el Hotel Abbott. Me gustaron las altas apuestas y la presión de tratar de impresionar a clientes exigentes. Me hacía sentir viva hacer algo tan emocionante en un ambiente con otras personas que esperaban excelencia en todo, y me gustaba autoidentificarme como una mujer independiente que trabajaba en la gran ciudad. Sentí como me estaba haciendo a mí y a mi familia orgullosa. Y también me preocupaba por Will. Realmente no entendía cómo eran exactamente mis sentimientos por él. No sabía si solo era un capricho sano o si era más. Honestamente, traté de no pensar en eso tanto como era posible. Recordé escuchar algo del maestro de auto-ayuda que mi mamá solía oír en el casete que decía: lo que te enfoca, te expande. Así que decidí que enfocarme en mis sentimientos por Will era una terrible idea. Y aunque no se podía negar que lo deseaba y que él había estado tan dispuesto, tenía que mantenerme firme. Apegarme al hecho que había



hecho lo correcto al salir de la situación aunque en realidad pudo haber sido el error más estúpido que haya hecho en mi vida. Lo hecho, hecho esta, y a pesar que me sentía absolutamente mareada por encontrarme con Will para una sincera discusión sobre mi futuro en su compañía, tuve que aguantarme. Tenía que ser fuerte, clara y responsable por mis acciones. Esa era la única manera en que iba a convencer a cualquiera de los dos de que tome una buena decisión cuando puse los negocios antes que nuestros deseos carnales. Porque la gente como él podía sentir la debilidad. Si parecía nerviosa, se enteraría de eso, y algo me decía que si le permitía creer que lamentaba mi decisión, las cosas se saldrían fuera de control. Respire profundamente y rodeé la esquina hacia su oficina. —Buenos días, Ella —dijo Emily cuando me vio. —Hola Emily. —Me aclaré la garganta—. ¿Will está aquí? —Sí —respondió, mirando las luces saltarinas de su teléfono—. Está en una llamada sin embargo. No me di cuenta que estaba esperándote. —Está bien. No me importa esperar. —Oh, un segundo. —Recogió el teléfono y apretó unos botones—. Parece que ha terminado. Apreté los labios y traté de frotar sutilmente las palmas de mi mano en mi falda. —Ella está aquí para verte. —Su rostro cayó y movió el teléfono a dos pulgadas de su oído—. Bueno, no te desquites conmigo. vano.

Me enderecé para escuchar lo que estaba diciendo, pero fue en

—Oh ella —agregó Emily—. Sabes que hacen las cosas de manera diferente por allí. No dejes que te afecte. —Colgó el teléfono y me miró—. No está de muy buen humor hoy.



—¿Oh? —No es que tenga alguna razón para estar enojado. —Miró su taza de café y arrugó la nariz—. ¿Puedo conseguirte algo para beber? —No, gracias. Estoy bien. Se levantó y empujó su silla. —Bueno, no digas que no te lo advertí. En mi opinión, él no vale hoy para la compañía, pero siéntete libre de entrar cuando sea que estés lista. Asentí y le ofrecí una sonrisa conocedora. Aunque no lo sabía. No tenía idea cómo era él cuando estaba en un humor picante. Nunca había sido nada más que agradable a mí alrededor. Veo a Emily caminar por la esquina e hice mi camino hacia la puerta de su oficina. Luego golpeé demasiado fuerte en un esfuerzo para estimular mi seguridad. Cuando escuché un ruido de adentro, abrí la puerta y metí la cabeza. —Buenos días. —¿Lo son? —preguntó sin levantar la mirada de su escritorio. —¿Tienes un minuto para hablar? Levantó la mirada hacia mí. —¿Estás segura que quieres hablar? Entré a la oficina. Todo era negro y cromado y las persianas sobre la enorme ventana detrás de él estaban casi cerradas. —Sí. Estoy segura. —¿No quieres pensar en ello por un segundo? —No. —Cerré la puerta detrás de mí—. He venido hasta aquí solo para hablar contigo.



Se sentó en su silla y soltó los papeles que estaba mirando. —Simplemente no quiero que cambies de idea… oh no lo sé… después que hayamos empezado a hablar. Mierda. Estaba enojado conmigo. —¿Te importa si me siento? Levantó una mano hacia las sillas negras de cuero frente a su escritorio. —Gracias. —Pude sentir que estaba mirando mientras me sentaba. La oficina estaba tan silenciosa que estaba segura que él podía escuchar latir a mi corazón. —¿Bueno? —Se reclinó en su silla. Sonreí. —¿Supongo que estás aquí porque sientes que me debes una explicación por tu comportamiento? —En realidad no es por eso que estoy aquí. —Crucé mis tobillos y me senté tan alto como pude. Levantó las cejas. —No siento que te deba la más mínima explicación. Fijó sus ojos en los míos. —No estoy de acuerdo. Mi cuello se siente caliente. —Es tu derecho, pero no hice nada malo. —Tal vez valoramos la integridad de manera diferente.



—¿Integridad —¿Estaba bromeando?—. Señor Abbott, no hay nada malo con mi integridad. —No tienes que ir todo señor Abbott conmigo. Tomé una profunda respiración y traté de no distraerme por cuán sexy se veía con un poco de barba. Miró su reloj. —¿Entonces por qué estás aquí? —Quería discutir la posibilidad de extender mi contrato. Rió y dobló las manos en el escritorio frente a él. —Oh cierto. —Dijiste que podíamos hablar de esto hoy. —¿Cuándo dije eso? Tragué. —Después de la fiesta. Frunció su frente. —Dios. Hablamos tan brevemente después de la fiesta que difícilmente lo recuerdo. Estaba empezando a enojarme. Recogió un bolígrafo y lo giró en sus dedos. —Así que dime, ya que hiciste todo el camino hasta aquí para hablar, exactamente en qué posición te ves en esta compañía. —Estoy segura que podría ser un activo planeando reuniones y eventos para tus clientes más exclusivos todo el año. Sus ojos duros se entornaron en mí.



—¿Es eso? —Sí. —Esa no es la posición en que me gustaría tenerte. Me levanté. —No vine aquí para ser burlada, Will —dije, girando hacia la puerta. —Siéntate. —Lo dijo tan fuerte que me sorprendió. Lo miré fijamente sobre mi hombro con los ojos bien abiertos. Asintió hacia la silla. —Por favor.



4

Will No sé por qué estaba siendo tan malditamente difícil. Solo estaba tratando de hacer una pequeña broma, pero se tomó todo muy enserio. Al menos en lo que respectaba a su trabajo. Lo cual tenía sus beneficios, pero no estaba haciendo fácil convencerla de que podría ser mucho más que su jefe. Esperé que se pusiera cómoda en su asiento otra vez. O al menos lo más cómoda posible con la blusa de cuello alto que estaba usando. ¿De verdad pensaba que si venía usando un traje conservador no la imaginaría desnuda? ¿Qué no recordaría lo que paso entre nosotros después de la fiesta? —Supongo que ahora sabes lo desconcertante que es cuando alguien no te toma en serio —dije. Su rostro entero se arrugó. —¿Eso es lo que es? ¿Intentabas darme una lección? Me encogí de hombros. Su rostro estaba rojo, pero no en el buen sentido. —Después de la fiesta… —¿Tenemos que hablar de eso ahora? —Creo que sí. —¿Por qué? —Porque una buena comunicación es la llave para un buen negocio, y parece que tenemos algunas incoherencias que deben ser resueltas.



Pude ver que estaba luchando para no hacer pucheros. —¿Puedo continuar? Asintió una vez. —Después de la fiesta, había algo que quería, ¿cierto? Estaba tan quieta como una estatua. —Quería que me tomaras en serio. Quería que confiaras en que sabía lo que estaba haciendo. Parecía como si hubiera dejado de respirar. —¿Ella? —¿Sí? —¿Estás siguiendo lo que estoy diciendo? —Sí —respondió suavemente. —Entonces cuando te fuiste de la manera en que lo hiciste, no solo senti que no me tomabas en serio, sino que sentí que no confiabas en que yo sabía lo que estaba haciendo… —No es que no creyera que sabías lo que ibas a hacer. Levanté una ceja. —¿Entonces cuál fue el problema? Bajo la cabeza por un momento y dobló las manos en su regazo antes de levantar la mirada hacia mí. —Necesito este trabajo. —¿Qué tiene que ver eso? —No quería poner en peligro seguir trabajando aquí.



Levanté una mano a mi barbilla. —Disfruto el reto de esto. Y la gente. No quiero que pienses que mi interés en este rol se basa en algo más que mi sinceridad profesional. —¿De verdad piensas tan mal de mí? —¿Disculpa? —¿Crees que te faltaría el respeto de esa forma? ¿Crees que no soy lo bastante inteligente para separar tu lado profesional del personal? —Bueno, no, pero… —¿Pero qué? —Crucé los brazos—. ¿Te he faltado el respeto de alguna manera? Por un momento creí que sonrió con suficiencia, pero se recuperó rápidamente. —No. —¿Crees que hago avances sexuales con cada mujer que trabaja para mí? —No. —Tampoco reo que desarrollas sentimientos por cada jefe con quien has trabajado alguna vez. —No tengo sentimientos por ti, Will. —Sacudió la cabeza—. No así. —Lo que quieras decirte a ti misma. —Es la verdad. Puse las manos en mi escritorio. —Ella. Me miró. —Ambos sabemos que tu cuerpo ya te traicionó.



Tragó. —Sigamos, ¿sí? Se enderezó en su silla. —Por favor. —Voy hacer por ti lo que no hiciste por mí. —¿Qué es? —Voy a tomarte en serio y confiar que no pedirás algo que no puedas manejar. Frunció los labios. —Escucho. —Ya te lo dije. Quiero ser responsable de coordinar eventos para tus clientes élite de este hotel. —¿Cuánto esperas ganar? —Setenta mil dólares al año. —Casi se ahogó mientras lo decía—. Y tú respeto. —Ya tienes mi respeto, Ella. —Para ser honesto, estaba tan enfermo de mostrarle respeto que estaba matándome. —Gracias. Significa mucho. —¿Estás segura que realmente quieres trabajar para mí? Obviamente te hago sentir incómoda. Abrió la boca por un segundo y luego levantó la mirada para pensar antes de responder. —Trabajar para ti tiene retos planteados que nunca he tenido enfrentar, pero estoy preparada para manejarlos a medida que se presenten. Incliné la cabeza. —¿Qué tipo de retos?



—Bueno, el hecho que estés empeñado como el infierno a seducirme es uno. Sonreí. —¿Qué más? —Tus estándares extremadamente altos. —Sigue. —Tu increíble vanidad. Mi boca cayó abierta por un momento. —¿Seguro que te refieres a mi atractiva apariencia? Sonrió. —Si eso es lo que escuchaste entonces estoy haciéndolo mejor de lo que pensé. —Oh, escuché lo que dijiste. Supuse que te equivocaste. —No. Solo estaba siendo profesional. —Ya veo. —Deberías intentarlo alguna vez. Me gustaba mucho más cuando enérgica en lugar de nerviosa a mí alrededor. La Ella que estaba frente a mí ahora, era exactamente la chica que desesperadamente quería poner en sumisión. —¿Entonces? —preguntó. —¿Entonces qué? —¿Puedo tener el trabajo? —Sus ojos eran grandes y esperanzados, pero no podía dárselo así de fácil. No cuando había fallado en rendirse ante mí. —Tengo que pensarlo.



Su rostro cayó. —¿Qué? —Es una gran decisión —mentí—. Además, los setenta grandes tendrán que venir de algún lado. —Probablemente de mi cajón de dinero de repuesto—. Necesito algo de tiempo para asegurarme que eres la mejor persona para ese puesto. —Estoy dispuesta a hacer lo que sea. —No lo estás, en realidad. Lo has dejado bastante claro. Rodó los ojos. —Referente al trabajo. —Te llamaré —dije, recogiendo los papeles que estaba mirando cuando ella entró. —¿Qué debería hacer mientras tanto? —Oh, no lo sé. Tal vez deberías enloquecer y correr a casa. Eres buena en eso. Se levantó y caminó hacia la puerta. Cuando la alcanzó, hizo una pausa y giró. —Pensé que eras mejor que esto. Levanté la mirada. —Si me dieras una oportunidad, sabrías exactamente lo bueno que puedo ser. Puso la mano en la manija de la puerta. —Nunca voy acostarme contigo, Will. —No te retendré para eso —dije, bajando la mirada y esperando hasta que escuché la puerta cerrarse. Luego me recliné en mi silla y suspiré. Fue bueno y malo que hubiera decidido aparecer.



Si no hubiera venido, habría estado decepcionado, pero probablemente habría sido capaz de convencerme que no era la chica valiente que deseaba. Tal vez podría haber seguido adelante entonces. En su lugar, el hecho de que viniera y me volviera más loco que nunca, significaba que tendríamos que continuar esta farsa hasta que finalmente consiguiera que abriera las piernas para mí. Por suerte, todo iba a ser más dulce porque ella había jugado duro para conseguirlo… incluso si estaba convencida que estaba jugando a la No Alcanzable. Pero lo sabía mejor. Era un orgasmo de Will Abbott lejos de haber terminado. Pronto estaría atragantándose por ello, y sería lindo decir te lo dije. No es que yo lo diría. Humildemente continuaría dejándola pensar que todo lo que paso entre nosotros fue su idea. Había sido bastante fácil hasta ahora. Y no importaba si pensaba que estaba en control. Todo lo que importaba era que yo obtenía lo que quería.



5

Ella Decir que mi reunión con Will fue embarazosa sería un eufemismo. No podía creer lo idiota que fue. Me hizo cuestionar sus motivos hasta la noche de la fiesta. Quiero decir, me había adulado en muchas ocasiones, pero nunca me hizo sentir como si fuera una calientapollas antes, y no lo aprecié. Especialmente porque estaba tratando de ser profesional. Si iba a ser un bebé con berrinches solo porque no dormí con él, tal vez no era el hombre que pensé que era. Tal vez era un chico difícil como el resto. Por supuesto, sabía que en parte tenía la culpa. De buena gana fui al cuarto con él contra mi mejor juicio y dejé que me besara. No me dio exactamente un ataque cuando subió la mano por mi vestido, pero al menos tuve suficiente autocontrol para detenerlo. Gracias a mí no cometimos un error que podría haber arruinado severamente nuestra relación de trabajo. Me merecía una maldita medalla. Y aun así él estaba actuando arrogante y enojado. Tal vez porque a pesar de tener algo de tiempo para enfriarse, no había reconocido mi gesto por lo que era. Claramente, no pensaba que habría sido un gran error mezclar los negocios con el placer. Pero no podía evitar preguntarme si tenía razón. Tal vez nuestra reunión habría sido diferentemente si le hubiera permitido evaluar más que mis calificaciones profesionales. Sin embargo, aunque mi experiencia de vida era limitada, sabía lo suficiente como para saber que el sexo siempre complicaba las cosas. Nunca hizo más simples los problemas. Y no quería complicarme ahora. Quería una carrera profesional directa en un lugar donde pudiera crecer. No quería romance, no quería sexo, y ciertamente no quería amar. No es que estuviera diciendo que él me amaría si le permitiera acercarse. No sabía si él era capaz de amar cualquier cosa además de sí mismo y su hotel.



Aun así, no había sido tímido sobre desearme por mi cuerpo. Lo cual era raro. Nadie más había actuado como si fuera un gran premio. No había dejado bocas abiertas. La mayoría de mis exnovios ni siquiera se habían molestado en tenerme completamente desnuda cuando teníamos sexo. Eran más problema de lo que valía cuando la meta era tener un simple rapidito en la parte de atrás de un carro. No es de extrañar que el Will querer explorar lo que había detrás de mi ropa me ponía incómoda. No tenía implantes ni abdominales para impresionar. Probablemente estaría terriblemente decepcionado con mis modestos pechos y mi estómago blando. Mientras tanto, sabía por google que él tenía abdominales donde podrías cocinar panqueques. Hablando de mi cuerpo, no obstante, no podía dejar de pensar en él diciendo que me delataba. Sabía que tenía razón, y me daba escalofríos. Después de todo, podría mentirle hasta que estuviera azul sobre no desearlo, pero solo estaba engañándome. Aun así, la curiosidad era una cosa. Solo porque él no podía manejar sus ganas no significaba que yo no pudiera manejar las mías. Podía fantasear con el todo lo que quería, pero por ahora tenía que mantener las piernas juntas. Incluso si él estaba completamente decidido a mantenerlas separarlas. Y algo me dijo que solo estaba haciéndome esperar a escuchar sobre el trabajo para hacer un punto. Por otra parte, tal vez no lo estaba y declinaría la oferta. Si eso pasaba, realmente apestaría, pero al menos podría encontrar un trabajo donde no tuviera que preocuparme constantemente por doblarme frente a mi jefe. De hecho, estaba mirando anuncios en línea en una tienda de café cuando llego su correo. Ella, Perdón si fui difícil esta mañana. Te mereces más. Por favor permíteme redimirme llevándote a una cena esta noche a cualquier lugar que quieras. Te veo a las ocho. Saludos cordiales, W



llamé.

Me tomé mi dulce tiempo para terminar mi batido de frutas y luego lo

—Ha llamado a la oficina de William Abbott. Soy Emily, ¿en qué puedo ayudarle? Mierda. —Emily, es Ella. —Hola. Apreté la cara. —¿Podrías comunicarme con Will? —Seguro. Un momento. —¿Ella? —Will. —¿Confío en que recibiste mi correo? —No puedo cenar esta noche. —Oh. —Estoy bromeando, pero sería lindo si no asumieras que puedo despejar mi agenda para ti. —Anotado. —Y espero que lo hayas sugerido porque tienes buenas noticias sobre mi futuro en el hotel. —Como siempre, tu optimismo es refrescante. Rodé los ojos. —Mejor que eso signifique que vas a alegrarme día.



—¿Algo más? —Saludos cordiales fue un poco demasiado. —Todo lo demás que pensé parecía inapropiado. —Pude escuchar su sonrisa torcida a través del teléfono—. Estaba tratando de ser profesional. —Bueno, en ese caso realmente lo aprecio. —¿Y me perdonas por lo de antes? —Seguro. —Es que estoy acostumbrado a obtener lo que quiero cuando lo quiero. —Lamento cualquier desastre mundial que pude haber causado. —Perdonada. ¿Dónde puedo encontrarte esta noche? —¿Has escuchado de Saltera? —Me temo que no. —Te mandaré la dirección. —Suena bien. —¿No quieres saber nada de esto? —En lo absoluto. Tienes excelente sabor. —Gracias… —Terrible juicio —agregó—. Pero excelente sabor. —Espero que traigas tu afilado humor para cenar. —Si insistes. —Y las buenas noticias en el terreno laboral.



—Igual yo —dijo—. De otro modo la cena será bastante incómoda, ¿no lo crees? —Sí. —Te veo más tarde. —¿Will? —¿Sí? —¿Crees que podría tener tu número de celular por si tengo que llamarte por cualquier razón y no tener que molestar a Emily? Rió. —No es así. —Pensé que había dejado perfectamente claro que podrías tener mucho más que mi número de teléfono. —Estabas haciéndolo tan bien. —Tú eres la que se pone personal. —No me puse personal. Sabes qué, olvídalo. Si… —Te lo enviaré —dijo—. Me encantaría que te pongas en contacto. —Colgaré ahora. —¿Ella? —¿Qué? —Solo porque estoy atraído a ti no significa que no debas usar algo lindo esta noche. —Adiós, Will. No fue hasta que colgué que noté que mis mejillas dolían por sonreír. ¿Qué era este poder que tenía sobre mí? Parecía ser capaz de hacerme



sonrojar a voluntad, incluso cuando estaba siendo lamentablemente sexista y comunicativo. Y aun así, aquí estaba yo, borrando la línea del profesionalismo aceptando su invitación a cenar. Fue entonces cuando me di cuenta que era como una cita. Bueno, lo era y no lo era. Asumí que estaría diciéndome si conseguí el trabajo que quería. Así que estaba relacionado con los negocios, pero podría haberme dicho eso en cualquier momento. Podría habérmelo dicho en un correo. O por teléfono ahora mismo. Además, claramente dijo que quería redimirse. Lo cual lo hacía una cena de disculpas. Era como comprarme flores, pero mejor. Porque él olía y se veía mejor que cualquier ramo. Por supuesto, estaba un poco avergonzada de mí misma por estar tan emocionada por la posibilidad de otra cena con él y por tener su número de teléfono celular. Aun así, ¿era tan malo para mí esperar tener una cena con un hombre apuesto? ¿Era tan terrible que mi restaurante favorito pareciera estar tenuemente iluminado y romántico? Solo era una coincidencia. Pero ¿Y si no fuera así? ¿Y si estaba predestinado que saliera a cenar con el hombre más guapo de la ciudad? No. Era ridículo. Solo tenía suerte. Lo cual parecía ser exactamente lo que él todavía estaba deseando obtener.



6

Will Conocía cada lugar de la ciudad que valía la pena conocer por lo que estuve un poco decepcionado cuando sugirió un restaurante del que nunca había escuchado, pero nada podía arruinar cuán entusiasmado estaba por verla. Especialmente teniendo en cuenta mi comportamiento anterior. No es que lo lamente. Sé que dije que lo estaba, pero solo fue para tenerla de vuelta en el buen camino. Realmente no me arrepiento de darle un tiempo difícil. Había jodido mi fin de semana entero después que huyó del cuarto de hotel por lo que no veía nada erróneo con sacudirla un poco en la mañana. Y claramente el sexo de reconciliación estaba fuera de las cartas. Como sea, una vez que le dijera que iba a ofrecerle una proposición de tiempo completo en la compañía, podría cambiar su humor. Sin embargo, no quería que saltara a la cama conmigo por los favores que le había hecho. Me importaba una mierda si otras mujeres me follaban por todas las razones equivocadas, pero quería que Ella durmiera conmigo solamente porque ansiaba mi polla. No porque quisiera el dinero y el poder unido a esto. Después de todo, mi polla era la única cosa que estaba dispuesto a darle. Pero para ser justos, ella ya había probado que podía resistir entregarse a mí por quién era. Lo cual era bueno. Significaba que cuando finalmente me deje follarla, sería porque de verdad ya no podía resistirse más. A decir verdad, una parte de mí estaba molesta por los esfuerzos que me obligaba hacer para seducirla. No se suponía que fuera así de difícil acostarse con una mujer sexy. No para mí de todas formas. Por otro lado, tengo que admitir que la persecución era excitante. Descubrí que el mayor



desafío estaba siendo ser encantador cuando esencialmente estaba cazándola. Como si yo fuera un perro de caza y ella un zorro. Excepto que cuando Ella sea atrapada, iba a estar feliz. Abrí la puerta del restaurante. Por el rabillo del ojo, vi a una de las meseras susurrar en el oído de otra. Estaba acostumbrado a ser reconocido por lo que no me molesto. Solo deseé que Ella estuviera allí para ver a las chicas jóvenes soltar risitas en mi cara. Tal vez si supiera cuán alta era la competencia por mi atención, dejaría de darme por sentado. —Hola señoritas. —Hola —contestaron al unísono. —Estoy aquí para encontrarme con Ella Riley. —Las mire a ambas. Por las expresiones en sus rostros se veía como si probablemente estuvieran felices de ir a mi casa para un tiempo sucio—. ¿Sabes si ha llegado? —Un momento, ¿señor...? —Abbott. Las chicas intercambiaron miradas conocedoras y luego una de ellas desapareció detrás de una pantalla con listones de madera. A mi derecha había una puerta de horno de cristal con docenas de pollos rostizándose rodando en un asador. Usualmente iba a lugares donde la preparación de la comida era completamente detrás de escena, pero ciertamente había un encanto rústico a la vista. —Por aquí, señor Abbott —dijo una de las chicas, sacudiéndome de mi trance. La seguí por la pantalla de madera y señaló cruzando el salón. —La señorita Riley está tomando un trago en el bar. —Gracias. —¿Le gustaría que tome su abrigo?



¿Te gustaría hurgar por todos mis bolsillos? —No será necesario. Una banda de jazz estaba tocando música suave en la esquina y la luz era casi inquietantemente tenue. Inmediatamente fue obvio que cada miembro del personal estaba usando una camisa negra cuello alto y gastando la mayor parte de sus salarios en gel para el cabello. Cuando mis ojos finalmente encontraron a Ella, estaba mirándome. Sentí mi pecho crecer por la vista de su sonrisa y tomé un profundo aliento. —Hola —me dijo, girando su silla hacia mí. Me incliné y presioné mi mejilla la suya. —Esa es una mejilla fría —dijo, levantando la mano a su cara cuando se alejó. Enganché mi abrigo bajo la barra y me senté junto a ella. —Deberíamos conseguir algo para eso inmediatamente. —Ya te ordené un gin tonic. Espero que esté bien. —Es muy amable de tu parte. —Giré para encararla. Estaba usando un top flojo y de corte bajo que atraía mis ojos a su pecho aunque no estaba usando un collar—. Se supone que debo encontrarme con una mujer muy seria. —Miré sobre mi hombro—. Pero tú pareces mucho más divertida. —Espero que te guste el lugar. —Ya me gusta el jazz. —Pensé que podrías. —Levantó su cóctel rosa a sus labios. Sus mejillas estaban sonrosadas y su cabello brillante estaba suelto en su espalda. Se veía hermosa. No podía creer mi suerte. —Es algo vulgar, sin embargo.



—¿Vulgar? —Bueno, hay precios en el menú en primer lugar —dijo, incapaz de suprimir una descarada sonrisa de suficiencia. —Oh. Eso es malo. —Y los baños en cuclillas no son el área de interés de todos, pero te acostumbrarás a usarlos. —¿Baños en cuclillas? Se rió. —Estoy bromeando. Jesús, te viste seriamente preocupado por un segundo. —Buena. —Me relajé otra vez en mi silla—. Siempre y cuando la comida sea buena. El barman puso una bebida frente a mí y desapareció. —Creo que es delicioso —dijo—. No sé cómo se comparara con el caviar cubierto con hojas de oro que sueles comer, pero es uno de mis lugares favoritos. —Usualmente trato de alejarme del caviar en las citas. Se atascan en mis dientes. Sus ojos se ampliaron. —¿Qué te hace pensar que esto es una cita? Levanté mi vaso. —¿Qué te hace pensar que no lo es? Apretó los labios. —Te pedí que cenaras conmigo y aceptaste. No es algo importante.



—No me di cuenta que pensaste… —Ella. —¿Qué? —Solo tengamos un buen momento y no nos preocupemos por la semántica. Su boca estaba ligeramente abierta y su labio inferior estaba sobresaliendo. Deseé poder mordisquearlo como a mi aperitivo. —Tenemos que comer de todas formas, y vamos a comer juntos porque disfrutamos la compañía del otro. Es todo. —Me incliné contra la barra—. No tiene que ser complicado. Asintió. —Solo inténtalo y pon cuán asombroso fue nuestro beso en la parte de atrás de tu mente. Inclinó la cabeza y entrecerró los ojos hacia mí. —Para que puedas enfocarte en las buenas noticias que tengo para ti. Se enderezó en su asiento. —¿Buenas noticias? —Pensé en los términos que planteaste antes. —¿Y? —Creo que serías un activo para el equipo. —¡Oh, Will! —Presionó las manos contra el borde de la barra. No podía esperar para darle una razón real para gritar mi nombre. —Te abrazaría, pero no quiero que tengas la idea equivocada.



—Es demasiado tarde para eso. Rodó los ojos. —Hay solo un problema. Su rostro cayó. —¿Qué?¿Cuál es el problema? —Voy a tener que darte diez mil dólares extra al año. Sus dedos cubrieron sus mejillas. Luego dejó caer las manos en su regazo y tomó un profundo aliento. —Estoy escuchando. —Es solo que —como sabes—, soy bastante competitivo. —Sí. —Y revisé por para asegurarme que tus términos fueran justos. —Uh-huh. —Pero encontré un hotel donde en ese puesto pagaban ochenta, y no puedo permitirme arriesgarte para que te vayas por una mejor oferta. — Era mentira, pero sonaba bien. Además, sabía que diez mil miserables dólares significaban mucho más para ella que para mí. Puso su mano en mi rodilla y la electricidad de su toque se disparó en mí. —No sé cómo agradecerte, Will. —Sus grandes ojos estaban mirándome de una manera que hizo sentir a mi estómago retorcijones—. No te decepcionaré —dijo, apartando la mano. —Lo sé —dije, tratando de bajar de vuelta mi ritmo cardíaco—. Es por eso qué tienes el trabajo.



7

Ella La cena fue realmente bien. No es que dudara que lo hiciera. Will era tan sociable como siempre, se sintió como si estuviera tratando de no coquetear demasiado fuerte. Al mismo tiempo, la forma en que me miro hizo tan obvio que tenía un motivo que hasta yo lo note. Fue la misma cara que hizo cuando vio su filete. Había hambre allí, una intensidad. El hombre sabía que le gustaba y sabía lo que quería. No pude evitar sentir que iba a tomar mucho más que abrazos ocultos para mantener sus impulsos a raya. Mientras tanto, estaba sintiéndome cada vez más confundida sobre qué demonios estaba haciendo. Quiero decir, esto fue completamente una cita. No había excusa para sortear esta vez. Me pidió llevarme a cenar y dije que sí. Por supuesto, me tomó un tiempo entender el hecho de que estaba en una cita real con un atractivo millonario. Y aunque estaba haciendo todo lo posible para convencerme que no quería que sucediera otra vez, estaba creyendo que era mentira con cada minuto que pasaba. Fue una excelente compañía. Su conversación era inteligente e interesante, y realmente me hizo reír. Siempre trataba de reír cuando un hombre estaba tratando de ser divertido porque todos sabían que a los hombres les gustaba eso. Pero Will en realidad era divertido. No tuve que hacer mi risa amable y falsa ni una sola vez. Lo peor de todo es que no me gustaba como amigo. Estaba atraída de una forma que hizo que algo profundamente dentro de mí se sintiera agitado, y después de la broma sobre nuestro beso, no pude olvidarlo. Especialmente con sus labios moviéndose tan cerca. Era todo lo que podía hacer para no quedarme mirando su boca. En un momento creo que



me descubrió haciéndolo porque lamió un poco de bebida de sus labios, y tuve que apartar la mirada para que no me viera sonrojar. Sé que lo más importante era que ambos estábamos disfrutábamos, pero no pude evitar preguntarme si limitaba nuestro nivel de placer. Después de todo, mis instintos no podrían ser confiables. ¿Deliberadamente estaba resistiéndome porque estaba asustada de cómo podría hacerme sentir estar con un hombre como él? ¿De qué tenía tanto miedo que me hacía ser tan evasiva? ¿Pensaba que era un tipo de muñeca que no podía hacer su trabajo si estaba arreglándoselas con su jefe o pensaba que solo las muñecas hacían eso y ese era mi problema? —¿Tu comida está bien? —preguntó Will, cortando un bocado de su filete. Lo mire. —Deliciosa, sí. —Te perdiste por un segundo. —Perdón. —Está bien. ¿Hay algo en tu mente? —No. —Sacudí la cabeza—. Estoy bien. —¿Estabas tratando de averiguar por qué dejaste la habitación del hotel después de la fiesta? —Tomó un sorbo de su agua con hielo—. Porque ese enigma me ha tenido desconcertado por días. —Lo lamento si sientes que de ti falsas esperanzas —dije, decidiendo que él no iba a abandonarlo a menos que ofreciera algún tipo de explicación—. Me fui porque estaba fuera de mi zona. —Termine mi tercer Pink Bikini1. —¿A qué te refieres? —No tengo mucha experiencia en ese departamento. 1

Pink Bikini: Coctel



Frunció el ceño. Una camarera pasó y levantó mi copa vacía junto con sus cejas. —¿Le gustaría otro? —Por favor —dije antes de girarme hacia Will. Sus pómulos cincelados se veían increíbles en la tenue iluminación—. No sé por qué te dije eso. Inclinó la cabeza. —No soy virgen o algo —dije demasiado rápido. Bajó la mirada y empezó a cortar otro pedazo de su filete. —Te sentirás como una cuando ponga mis manos sobre ti. Sentí una descarga de calor parar por mi pecho. Sus ojos me dieron un vistazo mientras ponía un poco de filete en su boca, pero no levantó la cabeza. —De todos modos, además del hecho de que sería un plan erróneo porque eres mi jefe, me da la impresión que prefieres a una mujer con más experiencia. Se enderezó y se tragó su bocado. —No discrimino. —Limpió su boca con su servilleta y lo puso de vuelta en su regazo—. Tu falta de experiencia nunca fue un problema para mí, ¿Oh si? —No —dije, agradecida otra vez por mi nuevo trabajo. Agarro la rodaja de limón del costado de su copa y lo dejó caer en su bebida. —¿Puedo hacerte una pregunta? La camarera llegó con mi cóctel, y tomé un sorbo al segundo en que lo dejo.



—Seguro. —¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo que sentiste estaba completamente equivocado cuando lo planeaste? —No lo sé. Enfocó sus ojos grises verdosos en mí. —Piensa. —Compré una identificación falsa cuando tenía diecinueve. Sonrió. —Y la usé. Un montón. —Guau. Ni siquiera sé si me siento a salvo contigo. —No seas condescendiente. —Tienes razón. —Puso su mano sobre su pecho—. Podría haber serias consecuencias. Me encogí de hombros. —Te dije, no era lo suficientemente excitante para ti. Se estiró por la mesa y puso su mano sobre la mía. —Ella. Sentí mi respiración atascarse en mi garganta cuando vi mi mano desaparecer debajo de la suya. —¿Qué? —Solo porque tu pasado fue realmente aburrido no significa que tu futuro también tenga que serlo. Saqué mi mano de debajo de la suya y sacudí la cabeza. —Pensé que ibas a decir algo lindo. Una sonrisa se extendió por su rostro. —Pensé que fue lindo.



—Hablemos de ti. Bebió un poco de su agua y chupó un cubo de hielo en su boca. El pensamiento de este derritiéndose hizo que mi estómago se apretara. —¿Qué te gustaría saber? Fruncí los labios. —Me gustaría saber cómo terminaste abandonando la universidad y administrando un exitoso negocio hotelero. —Pregúntame algo que no esté en Wikipedia. —Estoy sorprendida. —¿Por qué? —Porque te di la oportunidad de hablar sobre ti, y sonó como si lo rechazaras. Negó. —Vamos. Hablo en serio. Quiero escuchar una versión de tu historia exitosa a la cual nadie más tiene acceso. —Bastante justo. —Dobló la servilleta y la puso junto a su plato—. Como sabes, dejé la universidad. —¿Por qué? —Porque no podía pagarlo. —No me di cuenta. —Y porque mi madre se enfermó. Así que mis prioridades cambiaron. —Comprensible. —En ese momento, mi papá era botones en El Plaza. —¿Un hotel rival?



—Bueno, en realidad no era un rival porque el Abbott aun no existía. —Oh. Cierto. —De todas formas, fue un buen trabajador. Me gusta pensar que saqué mi ética de trabajo de él. —¿Así es así como te interesaste por el negocio hotelero? —Supongo. Asentí. —Algunas veces conseguía una gran propina y nos llevaba a mamá y a mí a ver películas. —Genial. —La verdad fue un gran problema en ese momento. Usualmente, solo se quejaba por el hecho de que no teníamos nada de dinero, mientras que otras personas tenían mucho. Así que como niño, pasé mucho tiempo tratando de averiguar por qué era eso. —¿Entonces cómo lo averiguaste? Porque obviamente lo hiciste. —Después de abandonar la universidad, mi papá me consiguió un empleo en el hotel. Empecé a prestar atención, y pronto lo descubrí. —Puso sus codos en la mesa—. Básicamente, me di cuenta que a todos los que trabajaban allí se les pagaba en correlación con el servicio que brindaban. —Por supuesto. —Por lo que los botones agotaban a cualquier persona aunque valía la pena tener a alguien cargando sus maletas, pero el conserje recibía más porque podía afectar la experiencia de alguien más fuera del hotel, etcétera. Puse mis cubiertos a lo largo de mi plato. —Así que te diste cuenta que mientras más responsabilidad tengas y más grande sea el servicio que aportes, más ganancias tienes.



—Exactamente. Así que natural que decidí que quería tener mi propio hotel, y el resto es historia. Me reí. —Creo que te saltaste algunas partes al final. Se encogió de hombros. —Así que me apure, trabajé duro e impresioné a las personas correctas y aquí estoy. —Giró sus palmas hacia el techo—. ¿Mejor? —Por ahora, supongo. ¿Y tu mamá? —Murió. —Se reclinó y bajó la mirada por un segundo. —Lo siento. —Está bien. Pasó en el momento correcto. No tuvo que sufrir por mucho tiempo. —¿Y tu papá? —Murió poco después de ella. —¿Crees que murió por un corazón roto? Asintió. —Sí. Lo creo. Tragué. —Creo que su muerte y el estrés a largo plazo que pasó sintiendo que no podía cuidarla, pasó factura. —Es muy triste. —No fue un momento muy feliz de mi vida. —Solo puedo imaginarlo. —Eso fue hace mucho tiempo, sin embargo.



—Al menos están juntos ahora —dije, esperando que esto pudiera confortarlo—. Estoy segura que estarían orgullosos de saber cuán duro has trabajado, ver qué vida afortunada tienes ahora. Suspiró. —Espero que sí. Creo que estarían contentos de no tener que cargar las cosas de las que ellos tuvieron que preocuparse como pagar los doctores, las cuentas o la comida. —Es sorprendente lo que has alcanzado. —Lo he hecho bien por mi cuenta. —Eso es un eufemismo —dije—. Hasta dónde has llegado es increíble. Quiero decir, honestamente ¿hay algo que quieras, que todavía no tengas? No dijo una palabra. Solo bloqueó sus ojos en los míos.



8 Will —Te veo allá —dijo Frank mientras pasaba por mi casillero. Bebí un poco de agua y sequé mi boca con la parte trasera de mi mano. Luego me quité mi ropa sudada, y la tire en mi bolso de gimnasio antes de envolver una delgada toalla blanca alrededor de mi cintura y dirigirme hacia el sauna. Miré alrededor tan pronto entre. Desafortunadamente, no había nadie además de Frank lo que significaba que estaría feliz de hablar. No es que me importara su compañía. Solo que tenía bastante en que pensar y mi tiempo silencioso últimamente era más corto de lo que me habría gustado. Por supuesto, todo lo que hacía cuando estaba callado era distraerme con pensamientos de Ella. ¿Tenía alguna marca de nacimiento en lugares sexis? ¿De qué color eran sus pezones y cambiarían de color cuando estaba excitada? ¿Por cuánto tiempo iba a hacerme esperar antes de dejarme saborearla? Por otro lado, tal vez un poco de charla casual no sería lo peor. Tener una erección cuando estaba solo era una cosa. Dios no quiera que me pusiera duro pensando en ella cuando estaba en el sauna con Frank. Él nunca me dejaría escuchar el final. —Buen tiempo —dijo mientras me acercaba a su esquina del cuarto. Estaba sentado en el tercer nivel de escalones donde realmente podía sudar. Me costaba respirar pero decidí dejar mi zona de confort un poco y tomé asiento en el segundo nivel. —¿Por qué es eso?



—Algunos bastardos gordos se fueron. Apenas pude disfrutar con sus sudorosos cuerpos. —Jesús, Frank. Como que tu mierda no apesta. —Todo lo que digo es que deberían haber reglas sobre el pelo en espalda. Se supone que este es un club para caballeros. —¿Entonces cómo entraste? —Ja ja. —Buen juego hoy, de todas formas. —Dejé que mis piernas se estiraran. No obstante, a diferencia de Frank, mantuve mi toalla puesta. —No seas condescendiente. —No lo soy. Realmente lo hiciste durante ese segundo tiempo. —Uno de estos días voy a romper tu trasero y frotaré tu cara en él. —Estoy esperando ese día —dije—. Escuche que un cerdo va a volar en ese tiempo. Frank sacudió la cabeza. —Tienes buena suerte hoy. —Tal vez la próxima semana juegue con la mano izquierda para hacerlo justo para ti. —¿Puedes jugar con tu mano izquierda? —No. Frank se quejó. Recliné mi cabeza y sonreí. —¿Ya empezaste a enseñarle a jugar a Robby? —Quiere jugar futbol. Como en sus videojuegos.



—¿Y? —¿Y qué? —¿Tiene mejor coordinación visual que Becky y tú o deberías solo matricularlo en drama ahora? —Tiene diez. —Ahora es el momento para que empiece a bailar si quieres tener a un apropiado Billy Elliot2 en tus manos. —Vete a la mierda. —Frank dejó que su cabeza cayera contra la pared—. Él no es gay. —Tampoco lo fue Billy. —Como sea. Disfruté un momento de silencio. —Becky quiere otro. —¿Otro hijo? —Sí. —Mierda. —Lo sé. —¿Qué vas a hacer? —Impedirlo. —Buen plan. Sólido. Se encogió de hombros.

2

Billy Elliot: Película británica, sobre un niño que era quería ser bailarín.



—Tal vez deberías solo darle uno. No es como si no pudieras permitirlo. —Fácil para ti decirlo. —¿Qué se supone que significa eso? —Consigues lo que sea que quieres todo el tiempo. Nunca tienes que comer bastones de pescado o hacer tareas de la casa o escuchar el sonido de un chico de doce años torturando un chelo. —Cierto. —No es que no ame a mis hijos, Will. Sabes que los amo, pero hay más para vivir. —Entiendo. —Quiero llevar a mi esposa a un crucero algún día donde los niños no sean permitidos, ¿sabes? —Frank jaló la toalla de su cuello y secó su frente— . No me rompo el culo todos los días para pasar el resto de mis tardes comiendo salchichas empanados en brocheta y buscando monstruos debajo de las camas. —Los extrañarás cuando crezcan. —Seguro que sí. Mientras Becks y yo bebemos vino en Napa Valley3 y brindamos por nuestra libertad. ti?

—¿Entonces cuál es el problema? ¿Otro hijo pospondrá ese sueño por

—Bastante. —Frank puso su toalla de repuesto alrededor de su cuello—. Y sería una cosa si realmente lo estuviéramos discutiendo como marido y mujer, pero… —¿Eso no es lo que está pasando?

3

Napa Valley: Zona vitícola estadounidense localizada en el condado de Napa.



—Por supuesto que no. Ella ha envuelto su cabeza alrededor de esto; lo que sé es que su hermana está embarazada otra vez o algo, y que no va a dejarlo ir. —Hasta que obtenga lo que quiere. —Bingo. —Esas son mujeres para ti —dije, preguntándome que quiso decir Ella cuando dijo que era inexperta. ¿Quería decir que solo lo había hecho en la posición del misionero? ¿Que nunca había tenido una polla en su boca? ¿Tal vez solo lo había hecho con mujeres? Fue a una escuela para chicas. Por otro lado había insistido en que no era virgen. —¿Sabes lo que realmente quiero? —continuó Frank. Limpié mi sudorosa frente con la parte de atrás de mi mano. —¿Qué? —Que seas parte de mi miseria. Me reí. —De verdad, solíamos divertirnos tanto quejándonos de nuestras esposas, y siento que ya no tienes nada de qué quejarte. Está lastimando nuestra amistad. —Demasiado. —Ahora que solo te estás follando a tu ex sin tener que tratar con ninguno de los… —Ya no hare eso. —¿Qué? —No veré más a Laura en ese concepto.



Frank estuvo momentáneamente sin habla. —Tenías razón —admití—. Estaba siendo ridículo. —Guau. —La verdad ella no lo sabe aún con tantas palabras, pero estamos eficazmente divorciados ahora en cada sentido. —¿No lo sabe? Me encogí de hombros. —Nunca la he rechazado. Eventualmente tendré que decírselo. —¿Así que ella te ha ofrecido sexo y tú la rechazaste? Asentí. —¿Quieres tener un bebé con mi esposa, y yo follaré a tu ex para mantenerla feliz? —Gracias por la oferta, Frank, pero creo que paso. —Tienes mi número si cambias de idea. —Síp. —¿Entonces quién está satisfaciendo tus necesidades? Mordí mi lengua. —Vamos, Will. Un hombre como tú no va por ahí sin asegurarse que se satisfagan sus necesidades. ¿Quién es ella? No podía decidir si sería un error contarle a Frank. Con una, dos o más copas de whisky se lo contaría a Becks y luego todos lo sabrían. Incluso Laura. Y realmente no me importaba lo que pensaran los demás, pero Ella podría no apreciar ser el tema de chisme en el vestuario. No es que hubiera mucho que decir.



Después de todo, solo la había besado y toqueteado, y por increíble que fuera, eso realmente no calificaba como noticia desde que estuve en la secundaria. —¿Está casada? ¿Eso por eso que no lo quieres decir? Abrí los ojos y lo miré. —No, Frank. No está casada. Sabes cómo me siento por aquello. —Oh cierto. Perdón. —Se inclinó y puso sus codos en sus rodillas—. Así que hay alguien. Maldición. —¿Quién es ella? —Realmente no hay nada que decir. La relación es puramente platónica en este punto. —¡Oh Dios mío te gusta! —¿De qué estás hablando? —La última vez que no besaste y contaste fue cuando conociste a Laura. —Eso no es verdad. —Sí lo es. —Se reclinó otra vez y corrió una mano por su pelo sudado— . Estás en problemas, Will. —No estoy en problemas. —Sí que lo estás. ¿Ni siquiera me dirías quién es? Eso es un poco sobreprotector, ¿no? Te has vuelto todo papá oso sobre mí. Ella debe ser bastante especial. —Lo es, pero no sé cómo van a seguir las cosas todavía. —¿La llevarás a la gala?



Abrí los ojos. —¿La gala? —Sí. La Gala de Invierno que tienen en El Isthmus cada año. No recuerdo cual es la causa pero… —Es para el Hospital de Niños. —Sí, por eso. ¿Vas a llevarla? —No sé qué decir, Frank. —¿A qué te refieres? Giré la cabeza para mirarlo. —Me refiero a que es la mejor cosa que has dicho en todo el día.



9

Ella Mi nuevo trabajo era duro. Antes de empezar, no tenía idea en qué me estaba metiendo o cuántas compañías internacionales sostenían reuniones corporativas y eventos en el Abbott. Me tomó una semana entera solo aprender sobre las cuentas que ya existían y cuáles eran las principales demandas de nuestros clientes más importantes. Después de unas horas de revisar los registros, ya nada me sorprendía. Había una compañía japonesa que requería que sus comidas fueran servidas de un restaurante en específico que ni siquiera estaba en la ciudad. Había una firma noruega que esperaba que cualquier habitación que usaran se mantuviera en una temperatura en específico. Incluso había un ejecutivo que convertía una de las suites en un estudio dos veces al año de cuarenta y ocho horas a cuatro semanas. Fue una locura. Pero también fue increíblemente emocionante, amaba el ritmo y lo gratificante que era satisfacer las extravagantes peticiones que las personas tenían. Disfruté ser parte de una organización que operaba en tal nivel alto. Este era el trabajo que siempre esperé tener algún día. Solo que nunca pude haber predicho que ese algún día vendría tan pronto. Después de una semana y media en mi nueva posición, salía del hotel y el conserje me detuvo para darme una carta. Tenía mi nombre escrita en ella en un apresurado garabato que reconocí como el de Will. No quería emocionarme abrirlo frente a Paul por lo que le agradecí con mi mejor tono profesional y lo metí en mi cartera. Cuando regresé al departamento de mi mamá, fui directamente a mi cuarto y la saqué. Ella,



Hay una Gala de Invierno este jueves a beneficio del Hospital de Niños. Siempre está hecho con buen estilo, y creo que sería una buena oportunidad de contactos para ti. Le preguntaría a Emily, pero tú te ves mejor en un vestido. Gracias de antemano por tu excelente compañía, Will PS: Mi buen amigo Alistair te espera a las diez en punto el jueves en la mañana en su tienda en la Quita Avenida. Te dará algo apropiado para usar. No llegues tarde. Él puede ser como una diva. Mire la nota sin saber qué pensar de ella. Ciertamente no tenía una vibra estrictamente de negocios, aunque había abordado el hecho de que el evento sería agradable considerando mis intereses profesionales. Al mismo tiempo, parecía sospechosamente como si me estuviera invitando a ser su acompañante. Lo cual era halagador ya que podía pedírselo a cualquiera. Por supuesto, una parte de mí estaba ofendida de que asumiera que no tenía nada para usar incluso si tenía razón. La sección conveniente para galas de mi armario se veía muy escasa. A menos que me invitaran a uno que estaba siendo por J. Crew4. Lo cual parecía improbable. Me senté al borde de la cama, saqué mi teléfono, y busqué el Google Alastair + Quinta Avenida. Quede boquiabierta. Por su “buen amigo Alastair” obviamente se estaba refiriendo al maldito Alastair Costello. Estaba segura que a eso se refería, especialmente considerando el comentario de diva. Me desplacé por mi directorio teléfono y encontré el número de Will. No pude evitarlo. Tuve que enviarle un mensaje. ¿Es una cita? Envié y caí atrás en mi cama. La pintura se estaba agrietando a lo largo del techo y había un círculo de daño por agua en la esquina de la habitación sobre la puerta, pero no pude evitar sonreír.

4 J. Crew: Marca de ropa



Después de todo, en el jueves, sería vestida por un famoso diseñador y luego escoltada a una gala por la mejor fecha que la ciudad tenía para ofrecer. No sabía qué estaba haciendo con él, pero no estaba teniendo un mal momento. Especialmente me hizo sentir bien que aunque le dije que no iba a dormir con él, aun parecía entusiasmado en pasar tiempo conmigo. Lo cual significaba que o genuinamente disfrutaba de mi compañía o que realmente no creía que hablaba en serio. Lo cual nos hacía dos. Mi teléfono sonó y salté. Pero no era él. —Jackie, cariño, ¿cómo estás? —pregunté con mi mejor acento neoyorkino. —Alguien está de buen humor. Me encogí de hombros. —Supongo que lo estoy. —¿Cómo está el nuevo trabajo? —Genial. Es agotador, pero amo el reto. —Y el sueldo estoy segura. —Sí. Es bueno tener algo de dinero llegando. —Espero el día en que pueda decir lo mismo —dijo—. Mi sueldo inicial no va a ser lo que pensé que era. —Oh Jackie, lo siento. No te preocupes. —No sé si todavía querrás vivir conmigo cuando descubras que no puedo pagar. —No seas ridícula. Por supuesto que quiero vivir contigo. No me importa dónde vivamos mientras que no sea como este condenado edificio donde vive mamá. —Miré el reloj cuando me di cuenta cuán fuerte estaba hablando, pero mamá no estaría en casa por al menos una hora.



—¿De verdad? —Todo lo que importa es que salgas de ahí. —Podrías tener que escoger un lugar sin mí. No creo que pueda salir solo para ayudarte a mirar. —Si confías en mí para encontrar un lugar, no tengo problemas con eso. —Entonces empieza a buscar y mantenme al tanto. —Listo —dije—. Lo haré. —Y por favor dime si decides casarte con tu jefe o algo en su lugar para que no eleve mis esperanzas. Me reí. —Sí, claro. Eso no va a pasar. —Demasiado malo. Apuesto a que podrías conseguirme un lindo lugar entonces. —Sí. Probablemente en cualquier ciudad importante que quieras. — Apoyé una almohada contra la pared y me deslice atrás. —¿Qué está pasando con eso de todos modos? —No tanto —dije, mirando la nota en la cama. —Dime la verdad. Vamos. Me estoy muriendo por algunas buenas noticias. —Me invitó a una gala este jueves. —¿Una gala? —Creo que es una sofisticada recaudación de fondos. —¿Qué vas a usar?



—No lo sé todavía. Supongo que ha acordado con su amigo Alastair para darme algo de su tienda de la Quinta Avenida. Silencio. —¿Jackie? —Perdón. ¿Dijiste lo que creo que dijiste? —No sé lo que escuchaste. —Quité mis tacones y los vi caer al suelo. —Solo hay dos Alastairs que tienen tiendas en la Quinta Avenida. —Tú lo sabrías. —Obviamente. Vivo por la moda. —Lo olvido algunas veces. —¿Así que conocerás a Alastair Costello el jueves? —Supongo que sí. ¿Por qué? ¿Quién es el otro Alastair? —Pembroke —respondió—. Pero es demasiado viejo para ser amigo de Will. Además, si te estuviera enviando allí sería para comprarte un anillo de compromiso. Sentí mi estómago retorcerse. —Entonces debe ser Costello. —Creo que acabo de correr un poco. —Jackie! Oh dios mío. —Perdón. —Exhaló—. Realmente quiero estar feliz por ti, pero estoy celosa como la mierda. —Me estás poniendo nerviosa. —Deberías estar nerviosa. Es una leyenda. ¡Oh dios mío, y si de verdad se llevan bien y quiere llevarte con todos sus amigos famosos!



Rodé los ojos. —No creo que eso vaya a pasar. Además, probablemente estaré demasiado nerviosa por la gala para relajarme. —¿Por qué? —Seré un completo pez fuera del agua. —Que le den a todas esas personas. Pasa un buen momento. De verdad. Por mí. —Hay algo más que no te he dicho. —Espero que sea que también estoy invitada para conocer a Alastair. —Lo desearía. —¿Qué es? —Creo que tenías razón —balbuceé. —¿Qué fue eso? —Que creo que tenías razón. —¿Sobre qué? —Sobre Will queriendo ser más que solo colegas. —¿De quieres decir? ¿Qué sucedió? —Después de la Fiesta de Navidad estábamos bebiendo una botella, y las cosas se salieron un poco fuera de control. —¿Dormiste con él? —No. —¿Qué entonces? ¿Te besó? —Sí.



—¿Y? ¿Te gustó? —Por supuesto que me gustó. —¿Entonces cuál es el problema? —Me asusté. —¿A qué te refieres con que te asustaste? —Me fui. —¡¿Tú qué?! —Me fui. —¿Te fuiste? —Sí. Como que corrí del cuarto en pánico. —¿Solo porque te besó? —Bueno, trató de hacer más. Me tocó… —¿Allí abajo? Tragué. —Sí. —¿Se sintió bien? —No lo sé. Se sintió como si… como si mi interior estuviera en llamas y como si estuviera por orinarme al mismo tiempo. Empezó a reírse. —¡No es divertido! —exclamé—. Nunca me sentí así antes. —Whoa whoa whoa. ¿A qué te refieres con que nunca te sentiste así antes?



—Quiero decir que nunca tuve esa reacción por alguien tocándome. No podía sentir las piernas y… —Mierda, Ella. ¿Estás tratando de decirme que nunca has tenido un orgasmo? —No lo sé. —Eso es un no entonces. —¿Qué debería hacer? —Dejar de huir de la mierda que se siente bien para empezar. Suspiré. —¿Qué dijo él? ¿Nada? —Creo que estaba decepcionado y confundido. —¿Y qué dijiste tú? —Dije que era mi jefe y que nunca me acostaría con él. —Eres una idiota. —¿Perdón? — Eres una idiota, y no creo que pueda ayudarte. —No te lo dije para que pudieras reírte de mí. Quiero tu consejo. —Oh, Ella. —No empieces lo de oh Ella conmigo. —No sé qué más decir. ¿Tienes sentimientos por él? —No quiero tenerlos. —¿Pero los tienes?



—No lo sé. —Bueno, no puedo ayudarte si ni siquiera sabes lo que quieres. Negué con la cabeza. —No tengo idea qué estoy haciendo, y soy tan inexperta comparada a él que… —Ella, esto no es quinto grado. Este tipo no quiere acumular bases. Quiere mostrarte un buen momento. Si te gustas, debes dejarlo. —¿Pero y si…? —¿Si tú qué? ¿Lo disfrutas? ¿Sabes cuál es tu problema? —Siento que vas a decírmelo. —Tu problema es que piensas demasiado. —¿De verdad lo crees? —Nunca he estado tan segura de algo en mi vida. Prométeme que la próxima vez que un hombre atractivo y rico por quien sientes algo trata de seducirte, no lo harás a tu manera. —Cuando lo dices así me hace sonar como una idiota. —Bueno, si camina como un pato… —Pero es mi jefe. —Te mereces ser casta y estar sola. —¡Jackie! Eso no es justo. —Mira, Ella. Mucha gente duerme con sus jefes. —Y termina en un desastre. —No siempre. Solo los que escuchaste. Va realmente bien para mucha gente, y los otros continúan con eso porque son adultos que dan su consentimiento.



—Mmm. —Además, si duermes con él y trata de despedirte después, siempre hay chantajes. —Nunca le haría eso. —Por supuesto que no lo harías. Porque te preocupas por él. Lo cual solo prueba mi punto. Así que deja de pensar demasiado. Abracé las rodillas a mi pecho. —Y cuando se casen, tal vez puedas ponerme en la mesa de Alastair. Me reí. —Bastante justo. —Tengo que irme, Ella, pero diviértete en la fiesta. —Gracias, Jacks. Lo haré. Dije adiós y colgué. ¿Tenía razón? ¿Estaba metiéndome en mi propio camino y tomándome todo demasiado seriamente? Mi teléfono vibró otra vez y lo giré. Era un mensaje de Will respondiendo mi pregunta sobre si lo del jueves era una cita. Decía: Es lo que quieras que sea.



10

Will Siempre he considerado ir a la Gala de Invierno como una carga. No es que no quisiera recaudar dinero para el Hospital Infantil. Les daba dinero cada año. De hecho, la última vez que verifique el ala de leucemia llevaba mi nombre. Lo que no me gustaba eran las fiestas aburridas plagadas de personas de la alta sociedad, y la Gala de Invierno contaba con la presencia de todo tipo de personas ricas. Nuevos ricos, viejos ricos, inexplicablemente ricos. No había nada que temiera más que tener que conversar con personas que normalmente evitaría, pero el hecho de que Ella estaría allí era suficiente para hacerme esperar. Pensé que podría ser divertido ver cómo reaccionaría ante la pura decadencia del evento, y confié en que enviarla con Alastair para vestirla, fuera suficiente como para dar a entender que no se trataba de una simple recaudación de fondos. Por supuesto, esperaba que la verdadera diversión comenzara cuando nos fuéramos de la fiesta. Era obvio por lo que había dicho que tendría que tomarlo con calma, pero no sabía cuánto tiempo más podía esperar. Después de todo, nunca esperé por nada aparte de los ascensores y comidas en los restaurantes, y sólo esperé por esas cosas porque no podía pagar a alguien más para hacerlo. Y no era que pensara que no valía la pena esperar a Ella. El hecho que se hubiera resistido incluso después de derretirse en mis manos significaba que no se entregaba a cualquier persona. Así que estaba decidido a hacerlo más especial cuando finalmente me dejara hacer lo que quisiera con ella. El problema era que la paciencia no era mi fuerte, y me preocupaba no poder seguir fingiendo mucho más. Ansiarla era una cosa, pero en mi experiencia, los antojos sólo se volvían más intensos cuando no se les concedía.



Tomé el teléfono y marqué. —Will, querido. ¿Cómo estás? —Bien, Alastair. Gracias. Estaba llamando para saber cómo fueron las cosas con Ella esta mañana. —Todo estuvo fabuloso. No estaba seguro de qué esperar, pero tu descripción de ella fue perfecta, así que teníamos un montón de grandes opciones. Sonreí ante la idea de ella viéndose frente al espejo mientras Alastair la adoraba. —¿Entonces encontró algo con lo que estaba feliz? —Por supuesto que sí. El único problema que tuvimos fue reducirlo. — Murmuró algo de un dobladillo a alguien y luego habló de nuevo en el teléfono—. Se veía bien en todo. Su cuerpo es para morirse. Un placer absoluto vestirla. Sentí que mi pecho se apretaba al pensar que él podría haber visto más de ella que yo hasta este momento. —Oh Dios. —Y fue muy divertida —continuó—. Quería saber si tenía algo que se pudiera lavar en la lavadora. —¿Y? —La envié a casa con una bolsa regalo y la puse en tu cuenta. —Excelente. —Pero casi no lo aceptó. —No me sorprende. Puede ser muy testaruda cuando quiere serlo. —Es fabulosa, Will. No dejes la dejes escapar. —Muchas gracias. Te debo una. —Abrí el armario del vestíbulo y saqué la bolsa de limpieza que contenía mi traje para la noche—. ¿Qué decidió usar entonces?



—Buen intento. Tendrás que esperar y ver. Colgué y sacudí la cabeza. No es de extrañar que se llevaran bien. Él era un bromista, también. Colgué mi traje en el fondo de la escalera y fui a la cocina a tomar algo. Al parecer, sólo pensar en Ella me dio sed. Saqué una botella de agua de la nevera y oí un golpe en la puerta. No esperaba a nadie, así que esperé a ver si lo había imaginado, pero estuve seguro cuando el golpe llegó de nuevo. Puse mi bata de lana a mí alrededor y caminé para echar un vistazo por la mirilla. Tan pronto como vi sus ojos hinchados y su nariz roja, abrí la puerta. —Laura. Dios mío. ¿Qué pasa? Me envolvió en sus brazos y enterró su cara en mi cuello. Esperé un minuto mientras gimoteaba antes de tirar de ella para poder mirarla. —¿Qué pasó? —Mi papá —se atraganto—. Mi papa. No tenía que decir nada más. Era dramática, pero no era de las que lloraba. La empujé contra mi pecho y alisé su cabello contra su cabeza. Me apretó con fuerza. —¿Cuándo te enteraste? —pregunté. —Anoche. —Deberías haberme llamado. —Quería hacerlo, pero ni siquiera podía hablar. —Lo siento mucho. —Odiaba verla sufrir así. Nada me había hecho sentir más impotente que perder a mis padres—. ¿Ya lo sabe Ben? Sacudió su cabeza. —Voy a decirle esta tarde.



Fue entonces cuando note la pequeña maleta fuera de la puerta. —Sé que va a estar molesto así que quiero decírselo en persona. —Entiendo. —Luego volaremos a Florida en el primer vuelo disponible. —¿Cómo está tu madre? —Es un desastre, Will. Está completamente fuera de sí. bata.

Sacudí la cabeza y le pasé un pañuelo arrugado del bolsillo de mi —Avísame cuándo se hagan los arreglos para el funeral. —¿Vas a venir? —Por supuesto.

—Gracias. Eso significa mucho para mí. Estoy segura que va a significar mucho para Ben, también. Estaba seguro que no significaría una mierda para Ben, pero eso no cambió el hecho de que era lo correcto. —Lamento que te duela, Laura. Parpadeó hacia mí. —Me duele en todas partes. —Lloro y arrastró un dedo sobre mi pecho—. Sólo quiero sentir algo más, ¿sabes? Asentí. —Lo sé. Se puso de puntillas y trató de besarme, pero giré la cabeza para que sus labios aterrizaran en mi mejilla. Se dejó caer sobre sus talones y frunció el ceño. —¿Qué sucede? Me sorprendió que incluso pudiera verse más herida de lo que ya estaba.



—No voy a consolarte de esa manera. —¿Por qué? ¿Por favor? Sólo quiero sentir algo bueno. Retrocedí un paso. —Lo siento. Sus ojos escanearon el apartamento y subieron las escaleras. —¿Hay alguien aquí? —No. Nadie está aquí. —¿Y cuál es el problema? —El dolor en sus ojos adquirió un súbito tinte de ira—. Ten compasión, Will. Te pido que me folles porque mi papá acaba de morir. No estaba seguro si pensó que explicarlo con detalles hacía la oferta más atractiva, pero ese no era el efecto que tenía sobre mí. —¿Realmente no puedes hacer esto por mí? —Me temo que no. —Pero no lo hemos hecho en meses, y lo necesito. —No puedo ayudarte. —¿Qué está pasando aquí? —Cruzó los brazos—. Solías estar bien con nuestro arreglo. Me encogí de hombros. —Mis sentimientos han cambiado. —¿Tus sentimientos han cambiado? —Se llevó las manos a la cabeza—. ¿Tus malditos sentimientos han cambiado? Traté de mantener la calma y recordarme que su ira estaba simplemente fuera de lugar. —¿Pensando decírmelo? —Creo que acabo de hacerlo. Aunque me siento mal por el momento.



—Te sientes mal, ¿verdad? ¿Se supone que eso me hace sentir mejor? —Laura, sabes lo mucho que me preocupo por ti, y me siento terrible por tu padre, pero ya no quiero tener una relación sexual contigo. Su boca estaba abierta hasta el punto de que estaba un poco insultado. ¿Pensaba que podía seguir usándome a su conveniencia por el resto de su vida? —¿Quién es ella? —¿Quién es quién? —¿La mujer que estás viendo? ¿Piensas que soy estúpida? Los hombres no rechazan el sexo libre a menos que lo estén obteniendo de otro lugar. ¿Quién es ella? Me metí las manos en los bolsillos. —Mi vida sexual no es asunto tuyo. —¿Enserio? —¿Puedo servirte un trago? ¿Quieres sentarte o algo así? Te invito a pasar el rato hasta que tengas que irte al aeropuerto. Sacudió su cabeza. —No... Mejor me voy. —¿Estás segura? —Sí. —Se giró hacia la puerta—. Lo siento, por interrumpir así. —Está bien. Te agradezco que me hayas contado lo que pasó. Miró al suelo y tragó saliva. —Por favor, ¿hazme saber si hay algo que pueda hacer? Alzo las cejas. —Aparte de eso. —Bien. —Abrió la puerta—. Supongo que te veré dentro de unos días.



—Ten un vuelo seguro. —Gracias. —Fue por el pasillo y agarró el mango de su maleta—. Le diré a Ben que dijiste hola. Dile lo que quieras, pensé. Siempre lo haces.



11

Ella Will ofreció enviar un carro para mí, pero insistí en encontrarlo en el hotel. Cuando llegué, me alivie a mí misma tomando un pequeño dulce de menta de un tazón en el vestíbulo, mordiéndolo por la mitad para no arriesgarme a necesitar el Heimlich5 con mi vestido de diseñador. El cual era fabuloso. Alastair y yo nos decidimos por un largo vestido negro que abrazaba mis curvas sin aferrarse a ellas. Tenía un escote bajo y una franja transparente justo al otro lado del corpiño, pero por lo demás era muy simple. Lo combine con algunas joyas simples, y me sentí tan bien como lo hice en mi vestido en la fiesta de Navidad. Quizás incluso mejor. Por supuesto, ser arreglada por Alastair Costello fue más que suficiente emoción para el día. Me hizo sentir como una verdadera celebridad, y para cuando terminamos, se sentía como si fuéramos viejos amigos. Incluso me envió a casa con una bolsa de piezas de su última colección y cada prenda era más suave y más elegante que la siguiente. Intentaba no mirar las puertas del ascensor a pesar que no podía esperar para ver a Will. Así que cuando sentí un golpecito en mi hombro y era Paul, hice todo lo posible para ocultar mi decepción. —Ella. —Hola, Paul. ¿Cómo estás? Miró al suelo por un segundo. —Estoy bien, gracias. Sólo quería informarte que Will todavía no está listo, así que me pidió que te llevara a su casa a tomar algo. —Oh. Gracias por hacérmelo saber. 5

Heimlich: Llamada Compresión abdominal, es un procedimiento de primeros auxilios para desobstruir el conducto respiratorio.



Asintió y comenzó a retroceder. —¿A dónde se supone que debo ir? Sonrió. —Mis disculpas. Justo por aquí. Seguí a Paul hasta el ascensor y me sostuvo la puerta. —¿En qué piso está su lugar? —pregunté mientras entraba. —La quincuagésima. Arrugué la cara. —Pero sólo hay cuarenta y seis pisos. —Para los huéspedes. Eso es correcto. —Paul abrió una pequeña puerta de bronce debajo de los botones del número del piso e introdujo un código. —¿Así que las otras plantas son para los residentes? —Así es. —Me miró de pies a cabeza—. Espero que no te moleste que diga que te ves absolutamente encantadora esta noche. —Es muy amable por tu parte. El ascensor se detuvo y Paul se interpuso en el camino de las puertas. —Será la primera puerta a tu derecha. —¿Es un número específico o...? —Es la única puerta en el piso. —Oh. Por supuesto que sí. —Asentí y Salí al pasillo—. Pasa una buena noche Paul. —Igualmente. Esperé que el ascensor se cerrara y tragué. Luego me dirigí a la única puerta y llamé. Will la abrió enseguida y su rostro se iluminó al verme.



Supongo que el mío también, porque no llevaba una camisa y sus abdominales parecían tan sólidos como una pila de ladrillos. Sonrió y me analizo. —Ella. Te ves increíble. Guau. —Se inclinó y presionó su mejilla a la mía. El olor de su loción para después del afeitado era intoxicante. —Gracias. Dio un paso hacia atrás y extendió su brazo invitándome a entrar. —Te ves... —Miré sin vergüenza su pecho e intenté reprimir una sonrisa—. Desnudo. Rio. —Lo siento, no estoy listo. No tardaré mucho. —Está bien. —Dejé que mis ojos estudiaran el lugar. No se parecía a las habitaciones del resto del hotel en absoluto. Había vigas de madera expuestas, lienzos sobredimensionados con arte moderno y una escalera de aspecto delicado que conducía a un segundo piso. —Pensé que sería mejor que esperas aquí arriba. ¿Puedo ofrecerte una bebida? —Claro —dije, esperando que se tomara su tiempo. —¿Qué te gustaría? —¿Qué tienes? Me miró de soslayo. Me reí. —Lo siento. No quise insultarte. Me encantaría una copa de vino blanco. Su rostro se hundió. —Estás bromeando. Es lo único que no tengo. —No te preocupes por eso. Puedo tener algo más... —Fue una broma.



Puse los ojos en blanco. —No puedo creer que caí en eso —dije, siguiéndolo a la vuelta de la esquina. —Eso es sorprendente. —Sacó una botella de vino blanco de la nevera—. Tal vez tu vestido esté demasiado apretado. —Abrió un cajón y cogió un abrebotellas—. Podría ayudarte a salir de él si te preocupa que tu cerebro no esté recibiendo suficiente oxígeno—. Sonrió torcidamente. —Creo que estaré bien una vez que haya tomado una copa, gracias. Vi cómo miles de músculos se movían en su espalda mientras descorchaba la botella, sacaba un vaso del armario y servía una copa. Intenté no mirar sus abdominales mientras me llevaba el vaso. —Ponte cómoda. —Gracias —dije, sintiéndome expuesta por su desnudez. Lo miré subir los escalones a la zona del ático, apreciando una vista de su culo que nunca había visto antes. Luego me dirigí a la ventana para apreciar un paisaje más apropiado. —¿Te divertiste con Alastair esta mañana? —preguntó Will desde arriba. —He tenido el mejor momento. Realmente no tenías que hacer eso. —Lo tenía, en realidad. Verás cuando lleguemos a la gala. Todos los demás estarán vestidos como si fueran los malditos Oscars. Dejé que el vino seco nadara en mi lengua por un momento antes de tragarlo. —No puedo esperar. —Normalmente me aburro a morir con estas cosas, así que estoy muy contento que hayas aceptado venir conmigo. —Bueno, me alegro de que lo aprecies porque tenía dos galas más a las que se supone debía ir esta noche, así que mejor que sea bueno. El sonido de su profunda risa resonó desde arriba.



Me gire cuando lo oí bajar las escaleras. Se veía absolutamente devastador con su impecable camisa blanca y la chaqueta de traje por encima del hombro. Se detuvo al pie de la escalera y levantó los brazos. —¿Bien? ¿Qué piensas? —Debo admitir que te ves muy guapo. Puso la chaqueta de traje en la parte trasera de una de las sillas de la mesa y se acercó a mí. —Sin embargo, es un poco un desperdicio. —¿Por qué? —Nadie me notará cuando entres conmigo. —¿No te cansas de halagarme? —Nunca. —Alzó las cejas—. Y eso no es lo único de lo que nunca me canso. Sacudí la cabeza. Estaba cada vez más claro que tenía la intención de hacer las cosas difíciles para mí esta noche. —¿Me haces un favor? —preguntó, buscando en su bolsillo. Cuando abrió el puño, dos gemelos rodaron hacia el centro de su palma—. Normalmente lo haría yo mismo, pero estos adornos son un poco complicados. Tomé un sorbo de vino y lo dejé sobre la larga mesa de madera. Entonces agarré el primero y giré su gran muñeca en mi mano. —¿Alguna vez has puesto esposas a alguien? Lo miré. —Lo siento —dijo con un brillo maligno en su ojo—. Quiero decir gemelos. ¿Alguna vez has puesto gemelos en alguien antes?



—No. —Simplemente dobla esa parte flexible hacia atrás y pégala a través del agujero para que la parte superior se muestre en ese lado. dijo.

Traté de estabilizar mi mano temblorosa y hacer exactamente lo que —Eso es perfecto.

Cogí el otro gemelo y giré mi foco hacia su muñeca opuesta. Podía sentir mi pulso acelerarse cuando sus ojos barrieron sobre mí. —Hueles bien —dijo. —Gracias. —¿Qué perfume es? —J'adore —dije, repentinamente contenta de haberlo usado. Will dejó caer su voz a un susurro. —¿Dónde te lo pusiste? Mi primer pensamiento fueron los lugares habituales, tonto, pero cuando miré hacia atrás y adelante entre sus duros ojos verdes, decidí que si él iba a seguir bromeando, tal vez debería darle una probada de su propia medicina. Así que contra mi mejor juicio bajé mi voz y me incliné a su oído. —Por todas partes —susurré—. To-das par-tes. Cuando retrocedí, estaba respirando por su nariz y su mandíbula estaba apretada. Batí las pestañas. —¿Estás listo para ir? —Tengo una sorpresa más para ti. —¿De verdad? —Ven aquí. Lo seguí hasta un estante que estaba debajo de un gran espejo. Abrió el cajón superior y sacó una caja plana y cuadrada.



—¿Qué es eso? —Ábrelo. Sostuvo la caja en sus palmas mientras levantaba la tapa. Dentro había un collar y un par de aretes con los diamantes más grandes que había visto. Lo miré. —Will. No puedo... —Relájate. Nunca lo haces. —Pero… —Son sólo un préstamo. Solté el aliento que estaba conteniendo. —Me gustas mucho, Ella, pero un collar de dos millones de dólares en esta etapa es demasiado generoso, incluso para mí. Estaba tan aliviada. —Sólo pensé que tal vez quieras llevarlos esta noche. —¿Llevarlos? —Puse mi mano sobre mi pecho. —No es que no me gusten las joyas que llevas puestas. Yo solo… —¿Vas en serio? Rio. —Creo que eres la única persona que no puede decir cuando estoy bromeando y cuando estoy hablando en serio. Miré las brillantes joyas. —¿Quieres probarlas al menos? Asentí. Alcancé detrás de mi cuello para abrir el broche del collar que llevaba y lo puse en el tocador. Luego me quité los aretes uno a uno.



Will cogió el collar de diamantes y caminó detrás de mí. Luego se acercó y lo bajó. Estaba fresco sobre mi pecho comparado a sus dedos calientes que rozaban la parte posterior de mi cuello, y cuando aseguró el broche, era sorprendentemente pesado. Puse el primer arete y el diamante en forma de lágrima colgaba hasta mi cuello cuando lo solté de mis dedos. Will se quedó detrás, mirándome en el espejo mientras doblaba mi cabeza para poner en el otro. —Parezco una verdadera princesa. —Siempre has parecido una princesa —dijo—, pero ¿te sientes como una? Una sonrisa se extendió por mi rostro. —Sí, lo hago. —Me di la vuelta y miré a Will—. No puedo creer que hicieras esto por mí. —No es ningún problema. Me estás haciendo un favor con esta cosa. Quiero que te diviertas. No podía creer lo glamorosa que me sentía. —Nunca olvidaré esto. —Sólo necesito que intentes hacer una cosa por mí, Cenicienta. —¿Qué? —Eso es un poco más de dos millones de dólares en diamantes que tienes ahí. Sentí bajar mi labio inferior. —Así que por favor no olvides que los llevas y salgas corriendo a medianoche. —Empujó mi cabello detrás de mi oreja y me miró a los ojos— . ¿Trato? Ahí es cuando decidí que no quería pensar demasiado.



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Will Ella era realmente algo. Una cosa era verla en su ropa de trabajo con un bolígrafo sobresaliendo de su pelo, pero en su vestido de diseñador y joyas, estaba radiante. Se me ocurrió, el momento en que la vi, que sería imposible mantenerla para mí en la gala. Todo el mundo querría conocerla, y no iba a hacer nada para evitar que se le abalanzaran. Era estresante alejarme de su lado en una habitación con tantos lobos vestidos de oveja, pero no quería estar demasiado encima. Además, apreciaba cada oportunidad que tenía para admirarla desde lejos. —Debería haberlo sabido, Will. —Frank apoyó un codo en la barra y sacudió la cabeza—. Siempre has tenido un gusto fantástico. —Me alegra que te guste —dije, mirando por encima de mi hombro y pensando en no dejarla sola con Becky por mucho tiempo. —Es adorable —dijo Frank—. Un poco joven para ti, pero encantadora. Lo miré. —Hablas como un hombre celoso. —¿Se ve tan bien desnuda como cuando está vestida? —Diría que no es asunto tuyo, pero eso sólo te animaría. —Levanté una mano saludando a Ella. —La verdad es que no lo sé. —¿Qué quieres decir con que no lo sabes? —Quiero decir que es una colega, Frank, y no tenemos ese tipo de relación. —Todavía. No tienes ese tipo de relación todavía.



—No lo sé. No tengo prisa —mentí. Verdaderamente contaba los minutos hasta poder tenerla toda para mí otra vez. Frank se echó a reír. —Diría que eres el único que no tiene prisa. A menos que todas tus compañeras te miren así. —No espero que lo entiendas. Frank puso los ojos en blanco. El camarero sirvió la mitad de nuestras bebidas, alejándose a preparar el resto. —Deberían venir a cenar alguna vez. —No somos una pareja. —Sólo digo que podría divertirse. Conocer a las chicas y eso. —Tal vez. —Pero Ella no era como Becky y sus amigas. No era una chismosa. No estaba obsesionada con el dinero. En realidad no sabía con qué estaba obsesionada. Solo sabía que deseaba ser su obsesión. Cuando el resto de nuestras bebidas llegó, Frank y yo hicimos nuestro camino de regreso a nuestras citas. —Gracias —dijo Ella, tomando un vaso de vino de mí—. Becky me estaba diciendo cuanto hace que se conocen. —Bueno, nos conocimos a los veinte —afirmé—. ¿Y eso ahora sería? ¿Unos cinco años? Me dio un codazo. —Te ves muy bien para los treinta. Frank me fulminó con los ojos. —Damas y caballeros, ¿podría tener su atención por favor? Todos miraron al escenario al otro extremo de la habitación. Ella estaba hombro con hombro conmigo y sentí un revuelo en mi ingle.



—Muchas gracias a todos por venir. Quisiera ofrecer un agradecimiento especial a nuestros patrocinadores: Charlotte Vogelman, Bob y Phillip Pratt, la familia Elliot y William Abbott. Sentí a Ella mirarme cuando mencionaron mi nombre, pero mantuve mis ojos en el escenario. —Creo que estarán contentos de saber que esta noche ha sido nuestro evento más exitoso hasta la fecha, y con su ayuda, hemos recaudado dieciocho millones y medio de dólares para el Hospital Infantil. Todo el mundo aplaudía cortésmente, a excepción de Ella, que metió dos dedos en la boca y silbó como si estuviéramos en un partido de béisbol. Estaba inexplicablemente orgulloso. —Espero que todos hayan disfrutado esta noche, y les deseo un agradable y seguro viaje a casa. —No me dijiste que eras uno de los patrocinadores —dijo, girándose hacia mí. Me encogí de hombros. —Estás lleno de sorpresas esta noche. —¿Qué dices si salimos de aquí? —¿De verdad? ¿No debes quedarte? —No debo hacer nada. Hago lo que quiero. —¿Y quieres irte? —Quiero una copa, y deseo disfrutarla sin compartir tu compañía. Sonrió. —¿A dónde? —¿Te opondrías a volver a mi casa? Tengo un whisky vintage, que deseo probar.



—Será mejor que sea viejo. Sabes que no beberé ese whisky barato y fresco. bar.

Me reí. —No me atrevería a servirte algo que puedes conseguir en un

Ella fingió un gesto snob6, probablemente algo aprendido en la gala, y enganchó su brazo en el mío. Cuando volvimos al apartamento, sostuve la puerta del ascensor y entre detrás de ella. —Espera un segundo. —Giro hacia mí y llevó su mano al collar—. ¿Sugeriste volver a tu casa porque no confías en mí teniendo tus joyas? Miré por el rabillo del ojo mientras introducía el código de mi piso. — Creí haber dejado perfectamente claro que confío en ti con mis joyas. Su rostro se puso rojo, y yo ni siquiera estaba intentándolo todavía. Al llegar, le abrí la puerta y la seguí adentro. —¿Qué piensas sobre la fiesta? —Me quité la chaqueta y la colgué en el armario. Luego extendí mi mano hacia ella. Me miró como si tuviera miedo de quitárselo. Debería tenerlo. —No te preocupes —dije—. No es realmente mi estilo. Se quitó la prenda y me la dio. La visión de sus hombros; a pesar que sólo habían pasado unos minutos desde la última vez que los vi, me hizo sentir hambriento por esa bebida. —¿Y bien? —Pienso que fue fabulosa —dijo—. Las decoraciones eran tan atractivas con todos los árboles blancos desnudos en todas partes, y me encantó cómo los manteles parecían copos de nieve. Además fue por una

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Snob: Persona que imita las maneras, opiniones, etc. de aquellos a quienes considera distinguidos



gran causa. —Continuó hablando mientras me seguía a la cocina—. Fue realmente una noche para recordar. —Estoy tan contento que te hayas divertido. Eras una cita fabulosa. — Fui a la estantería de vinos y saqué el whiskey Edición Limitada. —Es muy amable de tu parte decirlo. —Es verdad. Todo el mundo estaba haciendo todo lo posible por decirme lo encantadora que eras. esto.

Cogí dos vasos cortos y los puse en el mostrador. —Te va a encantar

—No quiero que pierdas tu buen whisky en mí. Probablemente no sea capaz de distinguir la diferencia. —Eso puede ser cierto para el vino, pero cualquiera puede apreciar un buen whisky. Créeme. —No digas que no te advertí. Derramé dos pequeñas medidas y le di una copa antes de levantar la mía. —Por una velada encantadora. —De acuerdo. Mantuve los ojos fijos en ella mientras tomaba su primer sorbo. —Guao —Se lamió los labios—. Esto está increíble. —Me alegro que te guste. Son casi cien dólares por copa. —Estás bromeando. —Eso pensé cuando me dijeron lo que costaba, pero supongo que sólo fabricaron cuatrocientas botellas. —¿Dónde lo obtuviste? —Irlanda.



Tomó otro sorbo y sostuvo el vaso admirando el color marrón claro. — ¿Qué te hizo decidir abrirlo esta noche? —Bueno, es como el tema de la noche, ¿no? —Me apoyé en la encimera—. Salí con una mujer exquisita en exquisitas joyas. Sólo tiene sentido terminar la noche con el mejor whisky. Suspiró. —Fue una noche bastante asombrosa. Uno que nunca olvidaré. —Yo tampoco. ¿Quieres más? Miró dentro de su vaso. —No lo sé. Tengo que trabajar mañana. —Oh, eso es correcto. —Fingí golpearme la frente—. Y olvidé que tu jefe es un verdadero tirano. Me miró directamente a los ojos por un segundo antes de verter el resto de su whisky en su garganta de una sola vez. Luego dejó el vaso sobre el mostrador y lo deslizó hacia mí.



13

Ella Estaba en un gran problema. Todo esto era demasiado. Su compañía, la gala, el whiskey caro. Ni siquiera siento que mis pies estuvieran en el sueño… excepto que no había forma de que pudiera flotar usando todos esos diamantes pesados. Pero definitivamente estaba borracha. Y cansada. Sobre todo por luchar tan duro para mantener mis paredes arriba. Will Abbott era el hombre más sorprendente que había conocido jamás y tal vez el único hombre real que expresó interés en mí. Además, no era una idiota. Dicen que los hombres no se desviven en ser agradables con las chicas cuando no tienen motivos ocultos, y Will había pasado muchas semanas detrás de mí. Especialmente esta noche, no podía creer cuán lejos salió de su camino para que pudiera pasar un buen momento y me sintiera cómoda codeándome con los miembros más elitistas de la ciudad. En la gala, apenas se apartó de mi lado y cada vez que dejaba que su mano rozara mi espalda, no era suficiente. Aunque, todavía tenía miedo. La seguridad que emanaba me intimidaba, y su innegable sexualidad hacía que mi interior temblara. Estar en su departamento de soltero en el piso secreto del Hotel Abbott era bastante intenso, pero tener sus hábiles manos sobre mí otra vez… Tan difícil como lo intentaba ni siquiera podía imaginar qué haría si dejaba de resistirme y le daba la bienvenida a sus avances. Todo lo que sabía era que nunca sería capaz de mantener el ritmo de lo que él tenía en mente. Estaría indefensa ante sus intenciones. Sería suya para hacer lo que quisiera conmigo. Y eso era lo que temía más. Porque no tenía que acostarme con Will o incluso besarlo de nuevo para saber que era más hombre que cualquiera



de los que había tenido en mis sueños más salvajes, y no quería quedarme corta con sus expectativas. Pero estaba pensando otra vez. Que es lo que no quería hacer. Solo quería divertirme. ¿Por qué no debería? Literalmente se ocupó de todas las cosas toda la noche. Lo menos que podía hacer era ser buena compañía. Lo miré servir dos copas más de whiskey. Me pasó mi vaso. —¿Puedo preguntarte algo? —Seguro. —Me acerqué a la ventana. No pude evitarlo. Era tan fácil olvidar donde estabas cuando vivías en Nueva York y pasabas la mayor parte de tu tiempo en la calle. Y algo sobre mirar el abrumador paisaje urbano me hizo sentir insignificante. Lo cual me dio coraje. Que era exactamente lo que necesitaba cuando estaba sola con Will. Me siguió y se inclinó contra la gran mesa de madera detrás de mí. —¿No quieres ver la vista conmigo? —pregunté, mirando sobre mi hombro. —Prefiero esta, gracias. —Tomó un sorbo de su vaso. Giré de vuelta para mirar la ciudad y tragué. Ser el tema de su atención era excitante. —¿Qué quieres preguntarme? —¿Crees que soy como esas personas? —¿A qué te refieres? —¿Las otras personas en la gala? ¿Crees que soy igual? No estaba segura de lo que estaba preguntando pero tenía una respuesta.



—No. —Mantuve los ojos en la vista—. Eres diferente… eres… De repente su cuerpo estaba detrás de mí y una de sus manos estaba sobre mi cadera. —¿Qué? —preguntó, pasando sus dedos por mi brazo. Mi cuerpo entero se tensó. Metió su rostro en mi pelo por lo que pude sentir su caliente respiración contra mi cuello. —Ella. —¿Qué? Sentí sus dedos sujetar el cierre contra mi columna. —Ya no puedo hacer esto. Tomé un sorbo de mi bebida y pretendí no notarlo. —¿No puedes hacer qué? poco.

Siguió hablando desde mi cabello mientras bajaba el cierre poco a

—No puedo seguir pretendiendo que no te deseo. —Jaló mi cadera hacia atrás para que pudiera sentir a qué se refería. Mis adentros se apretaron cuando sentí su forma contra mi trasero. —No puedo estar cerca de ti así y no tenerte. —Una de sus manos llevaron el cierre a medio camino por mi espalda y la otra se estiró rodeando mi estómago para que se pudiera presionar más duro contra mí. No podía respirar, pero me sentí toda caliente. Bajé mi vaso al final de la encimera y giré para mirarlo. Su expresión era intensa y primitiva. Se veía ebrio de deseo.



—¿Puedo hacerte una pregunta? —¿Qué? —preguntó, deteniendo el descenso de mi cierre. Puse una mano sobre su pecho. —¿Eres mi jefe esta noche? que…

—No tengo que serlo. Puedo ser quien sea que quieras si eso significa

—Quiero que seas el jefe —susurré—. Ya no puedo hacer esto, tampoco. Quiero saber en qué piensas cuando me ves así todo el tiempo. Me besó duro, inundando mi cuerpo con calor mientras partía mi boca con sus labios y movía su lengua alrededor de la mía. Lo sentí bajar el cierre todo el camino hasta terminar. Un momento después sus manos sujetaron las tiras de mi vestido y las bajos de mis hombros. —Cuidado. Tengo que devolver esto. Sonrió. —Acepto toda la responsabilidad. —Y las joyas —dije, mi mano yendo a mi cuello—. Debería… —Manténtelas puestas. —Jaló mi vestido hacia abajo a medio camino por lo que estuvo colgado por mis caderas y deslizó sus brazos alrededor de mi espalda baja. Puse los brazos sobre sus hombros y lo besé otra vez. Metió las manos por la parte de atrás de mi vestido y arrastró las uñas contra la cima de mi trasero, enviando piel de gallina por todo mi cuerpo. Presioné las caderas contra él y curvó las manos bajo mi trasero, levantándome y dado dos pasos hacia la silla frente a la ventana. Me puso de vuelta en el suelo y se sentó frente a mí, bajando mi vestido hasta que este cayó al suelo. Estuve frente a él con mi ropa interior.



Frunció la frente y sacudió la cabeza por un momento como si le doliera admirarme en ese estado y luego tomó mi mano y me tiró así que no tuve más elección que sentarme a horcajadas sobre él. Me incline para poder sentir su dureza contra mí y sentí mis caderas moverse contra la longitud de su sólida polla mientras él ponía un dedo bajo mi barbilla y llevaba mis labios a los suyos. Sus grandes manos se movieron a mí alrededor hacia el broche de mi sujetador. Deshizo los ganchos expertamente y deslizó las tiras de mis hombros antes de lanzarlo a un lado. Luego corrió sus palmas por mi estómago hasta ahuecar mis pechos. Podía sentir sus pulgares rodear mis pezones mientras empezaba a desatar su corbata y los botones de su camisa. Había querido correr las manos por sus abdominales desde la primera vez que los vi, pero antes de llegar hasta el último botón, me levantó solo lo suficiente para que pudiera meter uno de mis pezones en su boca. Se sentía tan bien sentir su calor allí que olvidé lo que estaba haciendo. Puse las manos sobre sus hombros y dejé que mi cabeza cayera hacia atrás. No sabía que tenía pezones sensibles hasta que arrastró sus dientes sobre ellos. Hizo que mi cuerpo tuviera escalofríos por todas partes. Luego sentí su mano deslizarse al frente de mi tanga. Toco mi húmeda hendidura y gimió. Un momento después, mi nalga estuvo entre sus manos nuevamente cuando me levantó y se acercó a la gran mesa de madera. Levanté la mirada tan pronto me bajó. Estaba desnuda excepto por los diamantes y mi ropa interior y él estaba en la cabecera de la mesa quitándose la camisa. Estaba demasiado paralizada con excitación para hacer algo. No había un pensamiento en mi cabeza excepto lo bien se veía su musculo pecho entre mis piernas dobladas. Lanzó su camiseta a la silla detrás de él, bajó el cierre de sus pantalones, y de los quitó. Verlo en sus bóxers me distraía demasiado como para preocuparme por lo expuesta que estaba.



Dio un paso entre mis piernas y presionó su pulgar contra mi clítoris, moviéndolo en direcciones circulares hasta que mi panti estuvo mojada y yo estaba ardiendo. Luego me las quitó. Asumí que subiría a la mesa y me follaría, pero en lugar de eso se sentó en la silla a la cabeza de la mesa. Y jadeé cuando me jaló hasta el borde. Luego envolvió sus manos alrededor de mis muslos y enterró la cara en mi coño. No tuve que hacer nada excepto dejar que mi cabeza cayera hacia atrás y levantar la mirada al candelabro.



14

Will Nunca había tenido tanta hambre por un coño en mi vida. Pensé que quería lamerla antes de verla desnuda, pero cuando tuve las manos sobre su trasero liso con sus perfectos pezones rosa oscuro en mi boca, jodidamente supe que tenía que probar cada centímetro de ella lo antes posible. La manera en que se veía desnuda sobre mi mesa con los diamantes puestos en su jadeante pecho era jodidamente demasiado. Honestamente, puso el resto de mi arte en vergüenza. Era la más hermosa vista que jamás he tenido. Justo cuando pensaba que no podía estar más excitada, presioné la lengua contra su clítoris y tembló. Sabía tan dulce y liviana como la crema chantillí y ninguna cantidad de lamidas parecía saciar mi sed. Traté de tomarlo con calma al principio. Por nosotros en realidad. Quería chupar su néctar hasta ya no poder soportarlo, hasta que mi polla estuviera lista para explotar. Y quería que durara para ella. Quería que su orgasmo se construyera, que se extienda. Quería que recordara que la derrote tan bien, que fuera cada pensamiento que tuviera hasta que separara las piernas para mí otra vez. Lo cual haría. Ya estaba seguro de eso, y no había hecho que se corriera todavía. Pero no tenía prisa. Quería torturarla. Como me había torturado por meses. Era duro no meter los dedos dentro cuando se sentía tan bien sentir lo caliente se puso la última vez, pero nuestro último encuentro nocturno me enseñó que no estaba acostumbrada a ser follada con los dedos. Tenía que construirlo. Tenía que asegurarme que estuviera bien y mojada y paralizada por mis besos franceses en su coño antes de empezar a hacer que chorreara realmente.



Y aquello era una tortura para mí. Honestamente, no había nada en Ella que me hiciera querer mantener las manos para mí mismo, y felizmente podría haberla complacido en casi una docena de lugares a la vez, pero habría tiempo para eso si podía controlar la cantidad de placer que le administraba. Cuando fue el momento de incluir los dedos, jalé sus piernas sobre mis hombros y solo trabajé uno dentro al principio. Incluso eso la hizo gemir. Estaba tan apretada que tenía miedo de poder perder un dedo si metía otro, pero lo hice de todas formas. Tenía que hacerlo. Tenía que prepararla para lo que estaba por venir. Después de todo, había intentado advertirle sobre el tamaño de mi polla presionándolo contra su trasero, pero sospeché que no tenía idea. Me dijo que era falta de experiencia, y nunca me había follado a una mujer que no estuviera sorprendida por lo grande que era. Usualmente tomaba algunos intentos antes que un coño nuevo pudiera tolerarme. Desafortunadamente para Ella, no me quedaba nada de paciencia. Así que la única cosa que podía hacer era poner su coño tan caliente y húmedo para que fuera capaz de tomarme. Podía sentir mi verga tensándose en mis bóxers cuando agregué ritmo a los dedos que estaban agitándose dentro de ella. Pero no fue hasta que empecé a masajear su clítoris con la lengua que realmente empezó a empaparme. —Oh Dios mío, Will. Y ahí estaba, mi nombre en sus labios como quería que fuera. La forma en que lo dijo me llenó de fuego. —Will —gimió entre quejidos. Aquello solo me hizo acelerar el ritmo para escucharla usar mi nombre como una palabrota. Pensé que me advertiría cuando estuviera por venirse, pero en lugar de eso simplemente arqueó la espalda y lanzó los brazos sobre su cabeza. Quité los dedos justo a tiempo para poner mi boca sobre ella y disfrutar de cómo cada temblor producía otro sorbo de su dulzura para que pudiera lamerlo.



Su coño seguía goteando cuando decidí que quería montar su orgasmo. Limpié mi cara con la parte interna de su muslo y, con sus piernas todavía sobre mis hombros, me levanté y me bajé los bóxers. La jalé más para que su trasero estuviera colgando justo al borde de la mesa y sus piernas estuvieran levantadas contra mí. Entonces tomé mi polla con mi mano húmeda, rodeé la punta contra su palpitante coño, y empujé en su interior. Jadeó cuando la penetré y se estremeció cuando estuve a medio camino, pero su coño apretaba mi polla con tanta fuerza duro que no podía haberme salido. Se sentía tan jodidamente bien. Puse las manos alrededor del exterior de sus muslos y seguí jalándola hacia mí. —Oh, mierda —dijo, sus perfectos pechos levantándose y cayendo fuera de alcance—. Eres enorme. Se veía como si estuviera por levantar la cabeza por un momento, pero cuando me empujé completamente dentro, cayó nuevamente hacia atrás. Bajé la mirada entre sus piernas, sacando mi polla hinchada tan lentamente como pude para asegurarme que ella me había empapado y tener la oportunidad de respirar. Luego volví a sumergirme en su calor. Mantuve mis ojos en ella mientras hundía los dedos en la suave carne de sus muslos y disfrutaba la forma en que su coño ordeñaba mi polla. Y de repente se sintió demasiado bien. Levanté su culo de la mesa y me empuje tan dentro como pude. Sus gemidos sonaban como si tuviera dolor, pero no pidió que me detuviera así que seguí golpeándola, dejando que mis pelotas se estrellaran contra su culo hasta que… bueno. La empujé hasta la base de mi polla y exploté dentro de ella con un gemido, cayendo hacia adelante y tomando su cintura para poder presionarla contra mí, mientras vaciaba mis bolas dentro de su vientre. Su boca estaba abierta y me quedé mirando sus jugosos labios mientras me venía hasta que no me quedaba nada.



Por un momento, me quedé profundamente dentro de ella, dejando que su codicioso coño escurriera mi polla. Cuando finalmente retrocedí, moví la parte baja de su cuerpo en la mesa. Se quejó mientras me deslizaba fuera. Entonces caí en la silla detrás de mí. Mientras trataba de recuperar mi aliento, no pude evitar admirar su clítoris hinchado y rojo desde donde estaba sentado. En cuando al resto del cuerpo de Ella, descansaba agotado en la mesa de mi cocina. Me incline y tomé mis bóxers, levantándome lo suficiente para ponerlos. Cuando levanté la mirada, estaba sentada en el borde de la mesa con las manos entre sus piernas y con una sonrisa grande y tonta en su cara. Frunció los labios y levantó las manos por un segundo, revelando una gran mancha húmeda debajo de ella. —Lo siento por tu mantel. Me levanté entre sus piernas y pasé mi pulgar por su labio inferior. —Me gusta mejor de esa forma. —Eso fue… —Sacudió la cabeza como si todavía no hubiera entendido lo que pasó—. Guau. —Ahora sabes lo que estoy pensando cuando te miro. Sonrió de una manera que usualmente significaba que se estaba sonrojando, pero su cuerpo entero estaba demasiado rosado para que fuera notable. —Sabes como el cielo, Ella. Fingió empujar mi pecho juguetonamente y luego puso la mano de vuelta para poder correr sus delicados dedos por la mitad de mi torso. Se sintió tan bien ver su guardia abajo como para tener sus manos sobre mí. Cuando levantó la mirada otra vez, sus parpados estaban a medio cerrar. Así que la levanté por última vez y la llevé a la cama.





15

Ella Me estiré en la cama y gemí, arqueando la espalda como un gato. No fue hasta que mi pie no se estiró sobre el borde de mi diminuto colchón que recordé donde estaba. Abrí los ojos y me senté, jalando la sabana sobre mi pecho desnudo. Era la cama más grande donde había estado. Ni siquiera sabía que las hacían así de grandes, y la esponjosa colcha blanca daba la apariencia que estaba descansando en una nube gigante. Medio esperé que Zeus caminara por una esquina con un rayo saliendo de su bata. O Will al menos, pero el aire en el departamento estaba quieto y el lugar estaba silencioso excepto por mis pensamientos zumbando. Todo el dormitorio de Will era el ático. No había podido apreciarlo en la oscuridad anoche, pero podía verlo claramente ahora. La luz de las ventanas en el piso de abajo brillaba alrededor de las esquinas del cuarto el cual tenía rejas como las escaleras. Se sentía como si estuviera en una plataforma flotante. Giré hacia la mesita de luz más cercana a mí. Había una bandeja con una jarra de café, una taza vacía, y un vaso de agua. Además había un plato pequeño que contenía un paquete de analgésicos, azúcar, y paquetitos de crema. Mientras me estiraba por el vaso de agua, noté una pequeña tarjeta en la bandeja que había pensado era una servilleta. Ella, Es lindo verte hacer lo de la Bella Durmiente además de hacer lo de Cenicienta. Tómate tu tiempo para despertar esta mañana y no te preocupes por llegar tarde al trabajo dado que trabajaste horas extras ayer. Tu jefe súper sexy,



Will PS: Por favor deja las joyas en su caja abajo. Son un poco exagerados para un viernes informal. Me tomó un momento darme cuenta que estaba sonriendo por la note como una tonta en lugar de registrar lo que decía. ¡Oh Dios mío las joyas! Llevé mi mano al cuello. Todavía estaba usándolas. ¿Cómo pude haber dormido tan bien con aquellos diamantes pesados? ¿Qué tan borracha estaba? Miré alrededor por un reloj, pero no vi uno. Al final, pase por las cómodas almohadas desde la cabeza de la cama hasta el otro lado. Era las nueve y cuarentaicinco Ya llegaba tarde al trabajo. Mierda. Emily no estaría impresionada. No solo llegaba tarde, si no que no tenía un café de calabaza para ella. Gateé fuera de la cama y me levanté. Tan pronto tomé el primer paso, mi mandíbula cayó. Mi coño estaba tan dolorido que se sentía como si un camión hubiera pasado por ahí. No parecía normal. Nunca había estado dolorida después del sexo —excepto tal vez un poquito la primera vez, pero creo que fue solo porque Bill Brady me toco mal. Pero esto era algo más. Me estiré y descubrí que en realidad también estaba dolorida al tacto. No era un dolor real o algo por el estilo, pero era muy consciente del hecho que cada paso que daba hacía que mi vagina se encogiera de dolor. Fui cojeando hasta el baño. Había espejos por todos lados. Sin importar dónde miraba, podía ver cien versiones de mí usando nada más que diamantes. Era abrumador. Luego saber cuál puerta de vidrio templado tenía un inodoro al otro lado. La primera tenía un camino a la ducha del tamaño de mi cuarto en casa de mi mamá. La segunda estaba toda azulejada por dentro. Me di cuenta que era un sauna o algo. Afortunadamente, la puerta número tres reveló el inodoro que estaba buscando.



Cuando salí del baño, noté un traje de mujer —un par de pantalones negros y un top casual en un gancho detrás de la puerta. Los artículos todavía tenían las etiquetas puestas, y eran de mi talla. Tenía que asumir que era ropa para que usara en el trabajo. Si las joyas eran exageradas, el vestido que usé anoche era definitivamente demasiado. Parecía un poco presuntuoso que tuviera un nuevo traje de mi talla en su departamento, pero al menos no tendría que salir con mi vestido. O con su ropa. Me acerqué al espejo y me quité el collar de diamantes seguido por los aretes y los puse en la toalla doblada junto al lavamanos. Era deprimente quitármelos, pero me sentía sorprendentemente ligera sin ellos. Abrí la puerta de la ducha otra vez y consideré enjuagarme, pero estaba demasiado intimidada por la colección de boquillas. Debía haber una docena de chorros sobresaliendo de la pared. Consideré la tina. El Jacuzzi se veía tentador, pero sería mediodía antes que la bañera del tamaño de un cráter estuviera lo bastante llena para que mojara mis axilas. En general, la cosa más impactante sobre el baño era cuán limpio estaba. Nunca había salido con un chico cuyo baño no tuviera pelos raros que se agruparan en las esquinas. Por supuesto, nunca había salido con un chico cuyo baño era del tamaño de una sala de muestras de Ikea7 y estuviera completamente embaldosado con mármol verde oscuro. No es que estuviéramos saliendo. Definitivamente no estábamos saliendo. Habíamos estado en citas sin embargo, oficialmente, y había comido mi coño. O más exactamente, se llenó de él. Nunca podría haber imaginado que tendría mi primer orgasmo sobre la mesa del comedor y debajo del candelabro de un millonario. Quiero decir, sabía que era cariñoso por llamarme Cenicienta, pero anoche fue la primera vez que todas las partes del cuento de hadas vinieron juntas. Y era enorme. Si hubiera tenido un poco más de energía después que me hizo correr, podría haber protestado. Sentí el repentino deseo de buscar en Google datos sobre los penes y ver si mi recuerdo de su polla era siquiera 7

Ikea: Tienda dedicada a la fabricación y venta minorista de muebles, objetos para el hogar entre otros.



posible. Tal vez me había confundido con toda la excitación y lo que pensé que era una polla era solamente él metiendo su puño en mí hasta su antebrazo. Pero no podría ser. Recordaba claramente la manera que sus manos se veían envueltos alrededor de mis muslos mientras se hundía en mi centro. Me sentí caliente de nuevo solo de pensarlo. Tomé una toalla de la barra y la envolví en mí. Tuve que dejar de pensar en lo de noche y empezar a preparar mi trasero para el trabajo. Cuando baje las escaleras para poner las joyas de vuelta en la caja y para encontrar mi cartera, noté que el mantel de la mesa no estaba y que había una canasta de croissants frescos en su lugar. ¿Cómo había arreglado Will todo esto sin despertarme? Debí haber estado subestimando exactamente cuánto había tomado de mí… o cuán fuerte era el whiskey irlandés. Puse las joyas de vuelta en la caja y la regrese al cajón antes de ponerme mis propias joyas de vuelta y buscar mi bolso. Estaba junto a la puerta. Tenía tres llamadas perdidas de mi mamá. Le mandé un mensaje para decirle que lamentaba hacerla preocupar por no llamar, pero que estaba bien y que la vería después del trabajo. Luego me apresuré escaleras arriba para prepararme. Me lavé la cara, hice lo mejor con el maquillaje que tenía en mi bolso, y me puse mi traje nuevo. Estaba por ir abajo cuando me di cuenta que estaba en una situación interesante, una donde potencialmente podría aprender mucho sobre Will si quería. Miré atrás sobre mi hombro. Ni siquiera había estado en su closet o revisado sus cajones, y estaba un poco curiosa sobre sus cosas. De repente un mensaje llegó en mi teléfono. Era de Emily. PARA TU INFORMACIÓN: La Fiesta del Ford llegará en veinte minutos al salón F. Puse el teléfono en mi bolsillo y bajé los escalones, tomando un croissant para comer en el ascensor.



¿Qué estaba haciendo siquiera para pensar en husmear en sus cosas? Eso no fue muy agradable, especialmente después que pasó por tantos problemas para que pudiera tener una mañana placentera. Además, por lo que se, tenía cámaras de seguridad escondidas por todos lados y estaría mirándome en ese momento exacto. No me sorprendería de todas formas. Pero la idea me hizo sonrojar. Después de todo, si eso fuera verdad, significaría que tiene mi primer orgasmo grabado.



16

Will La subida por tener a Ella no se había disipado. Me sentía como si hubiera bebido alrededor de veinte tazas de café aunque no había tomado nada en todo el día. Excepto mucha agua cuando me desperté sediento con su sabor en mis labios. Parte de mí quiso despertarla para poder tenerla otra vez esta mañana, pero era tan hermosa cuando estaba durmiendo. Se veía demasiado inocente para ser molestada, y ver su cabello esparcido por mis almohadas fue la vista más feliz que me había despertado en años. Era una situación completamente diferente de cómo usualmente me sentía después de un rollo de una noche. Lo cual era básicamente como ¿por qué esta mujer todavía está aquí y cuándo puedo pedirle que se vaya? Pero eso es porque todas eran un medio para un fin. Cada mujer que había follado en los últimos cinco años era solo eso. Una follada. Un cuerpo atractivo en el que podía quitar mi frustración sexual. Así que una vez lo hacía, luchaba para ver por qué debería tener que andar sigilosamente alrededor de ellas la mañana siguiente, cuando, en lo que a mí respecta estaban quedándose demasiado tiempo y pidiendo mucho más de lo que estaba dispuesto a dar. Por supuesto, Ella no fue un rollo de una noche. Al menos esperaba que no lo fuera. Mi deseo no había sido mitigado ahora que había mojado mi polla con ella. Al contrario, sinceramente esperaba que fuera solo el comienzo. Había demasiadas cosas que quería hacer con ella y a ella. Y Dios sabe que había cosas que todavía quería que me hiciera. Como envolver sus labios alrededor de mi polla gruesa. Lo que realmente necesitaba no pensar en el trabajo porque no podía calcular números y hacer llamadas importantes cuando la imagen visual de sus temblores sobre mi mesa seguía penetrando en mis pensamientos.



De todas formas, fue un placer dejarla dormir esta mañana, y disfruté haciendo las cosas que ella podría necesitar para prepararse. No sabía cómo los hombres sin dinero seducían a las mujeres. ¿Qué habría hecho si no le hubiera pedido con una simple llamada? ¿O si no tuviera un restaurante a mi disposición que sabía ya estaban haciendo croissants frescos a solo unos cien pies debajo de mí? Supongo que habría sido lindo si yo hubiera hecho el café, pero al final supuse que preferiría que fuera bebible. Como ella lo era. No podía soportar no saber si estaba o no aquí, así que decidí hacer una vuelta e ir al baño. Efectivamente, estaba en su escritorio cuando pasé. No estaba usando tanto maquillaje como era usual, pero su piel no lo necesitaba. Se veía fresca —casi virginal— comparado a cuán arreglada se veía anoche. Cuando dije buenos días casualmente mientras pasaba, se puso tan roja que me recordó su coño la noche anterior, y tuve que quedarme en el baño por un minuto para poder calmarme. Cuando volví a pasar, estaba hablando con Emily así que decidí divertirme un poco. Cerré la puerta de mi oficina, descolgué el teléfono y marqué su extensión. — Habla Ella Riley. —¿Cómo dormiste? —Bien, gracias. —No puedo dejar de pensar en lo de anoche —dije, tratando de adivinar en qué sombra de rojo estaría con Emily parada frente a ella. —Sé exactamente cómo tratar con ellos. Está bajo control. —No eres una mala mentirosa. Tendré que recordar eso. —Ya he preparado una contraoferta que creo que tomarán.



—Te ves bien en ese traje. —Estoy de acuerdo que fue muy presuntuoso. Me reí. —Deberíamos celebrar mi excelente gusto—o debería decir tú excelente gusto— invitándote a cenar este fin de semana. —De cualquier forma, me aseguraré que se mantenga dentro del presupuesto. —¿Puedo tomar eso como un sí? —Te lo dejaré saber al final del día. Colgó antes de que pudiera decirle adiós. Tal vez no estaba entretenida por hacerla retorcerse frente a Emily… o por hacerla retorcerse la noche anterior. Unos minutos después escuché que tocaban en mi puerta. —Entre. Ella asomó la cabeza, entró en mi oficina, y cerró la puerta a su espalda. Me levanté. —¿A qué debo esta visita? —pregunté, rodeando mi escritorio e inclinándome contra el frente de este. Ella tragó y se acercó a mí. —Gracias por cubrirme esta mañana. —¿Te refieres a cubrirte literalmente? —Bueno, eso también, pero lo que sea que le dijiste a Emily sobre por qué no estaba aquí… —No es nada. —Me estiré para tomar sus brazos y dirigirla hacia mí—. Incluso si lo supiera no le importaría.



—Me molestaría a mí. Me preocupo por este trabajo, y quiero que mis compañeros me tomen con seriedad. Envolví mis manos alrededor de su culo. —Como siempre dices. —No seas así durante el trabajo. Es bastante difícil para mí concentrarme como están las cosas. —Conozco la sensación. —Aparté un mechón de pelo de sus ojos—. Veo que te quitaste las joyas. ¿O tengo que registrarte? Sonrió. —Hay solo una manera en la que puedes estar seguro, ¿no? Giré y la empujé contra el escritorio, presionándome detrás de ella y llevando mi mano sobre su pecho. —Sabes que no vacilaría en trabar esa puerta y tenerte justo aquí. Exhaló. —Así que no me tientes —susurré en su oído. —Oh Dios —dijo—. ¿Qué he hecho? míos.

La giré y levanté su mentón hasta que sus ojos se encontraron con los

—Has creado un monstruo —dije, besándola con una ferocidad que me sorprendió mientras mis manos encontraban el gancho en el frente de sus pantalones. Empujó mi pecho hacia atrás. —No. —Sacudió la cabeza—. No puedo. —Espera. ¿No está en mi poder cómo pasas tu jornada laboral?



Se escabulló de debajo de mí. —No. Quiero ser profesional sobre esto. —Estaba esperando que pudiéramos actuar como adolescentes calientes. —Hoy no. —Bajó la mirada a sus pies—. Cuando digo que no puedo me refiero a que… —¿Qué? —Estoy dolorida. —¿Estás bien? —Sí, estoy bien. Solo… —¿Qué? Su mirada se volvió evasiva y bajó tanto la voz que fue casi inaudible. —Me siento como si fuese follada por una excavadora. Mis ojos se ampliaron. Nunca la había escuchado hablar así. —Lo siento. —Está bien —dije—. Siempre y cuando estés bien. —Creo que lo estaré. Caminé de vuelta hacia mi silla. —Esta conversación no ha ayudado. —¿De qué hablas? —Todo lo que has hecho es venir aquí y hacerme pensar en tu apretado coño lo cual es exactamente lo que he estado luchando por no hacer en toda la mañana. Se encogió de hombros.



—Creo que es mejor que ambos tratemos de preocuparnos en hacer nuestro trabajo. —De acuerdo. —Giró y se dirigió a la puerta, pero antes de abrirla, se volteó otra vez—. ¿Will? —¿Sí? serio.

—No me importaría tener esa cena este fin de semana si hablabas en —Lo fui. —Sonreí—. Siempre y cuando pueda tenerte como postre.



17

Ella El día entero fue un borrón completo. De alguna manera me las arreglé para atravesar todo y tener mi trabajo hecho, pero mi coño adolorido era un recordatorio constante del mismo incidente en el que estaba intentando no pensar. Incluso pensé en preguntarle a Will si podía ir a su casa después del trabajo para poder sumergirme en su bañera. Un agradable baño me haría muchísimo bien, pero no había manera que pudiera estar a solas con él tan pronto. Especialmente si ya estaba ansioso por saltar sobre mí de nuevo. Estaba bastante segura que no era posible romper tu vagina, pero aun así, sentí que me había acercado demasiado. Pero ese orgasmo valió la pena. Sentí que me desperté más tonta hoy como resultado de eso, pero todavía no podía creer lo bien que me había hecho sentir. No tenía idea que el sexo podía ser así. No tenía ni idea que un hombre podía tocar mi cuerpo de esa manera, como si fuera un instrumento que quería ser tocado y rasgado. Y hombre, me había tocado, y con su lengua, también. No pensé en Netflix ni una sola vez. De hecho, no creo haber tenido un solo pensamiento desde el momento en que comenzó a tocarme. Era como si su energía simplemente borrara mi razón y la reemplazara con sentimientos de placer. ¡Pensar que me alejé de eso después de la fiesta de Navidad! Jackie tenía razón. Tuve suerte que no me despidiera por lo idiota que fui. ¿Quién sabe cuánto tiempo habría seguido pensando que era una de esas mujeres que no tenían mucha libido, una de esas mujeres que simplemente no disfrutaban tanto del sexo como los hombres?



Había estado pensando en el sexo desde el momento en que me desperté, y no sólo en el sexo, sino en el sexo con Will. Will, mi jefe. Will, mi capricho. Will mi… ¿Qué más era? Necesitaba relajarme. No podía deshacer nada de lo que había hecho, y aunque obviamente él estaba deseoso por volver a verme, no quería dejarme llevar. Solo era un poco de diversión joven para él. Era un hombre mayor con mucha experiencia, y mi compañía era puramente una salida. La única razón por la que me mimo de la forma en que lo había hecho —y tal vez incluso la única razón por la que me había dado mi trabajo en primer lugar— era porque sabía que en última instancia conseguiría lo que quería. Necesitaba dejar de ser tan ingenua. Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Seducirme era probablemente una broma para él. Me había resistido por un tiempo, seguro, pero cuando me entregué, cedí con cada centímetro de mí, por dentro y por fuera. Pero su vida era rápida y seria. Eventualmente, se aburriría y querría a alguien más, a alguien más linda. Alguien nuevo. Y yo volvería a ser alguien que trabajó para él. Con suerte pude trabajar para él de todos modos. Pero esperaba que ese día no llegara pronto porque en este momento estaba tan extasiada que prácticamente garabateaba Ella Abbott en mi mente. Y realmente quería controlarme. En algo más que en su polla. El lado positivo, no me sentía ni por poco tan culpable como pensé que lo haría sobre todo el asunto. Quiero decir, ¿por qué debería estarlo? Él lo quiso. Yo lo quise. Parecía como si la mitad de los invitados en la gala lo quisieran por la cantidad de veces que alguien me dijo que pensaban que hacíamos una linda pareja. Eventualmente dejé de corregir a la gente porque se puso demasiado tedioso. Llené la jarra eléctrica y la encendí. Necesitaba procesar lo que pasaba, y necesitaba una bebida. Lo que no necesitaba era alcohol. Si Jackie ya viviera aquí probablemente la habría encontrado después del trabajo y habría sido golpeada, pero por una vez me alegré que no estuviera. Reflexionar sobre mis relaciones con los hombres nunca



había sido una mezcla muy buena con alcohol para mí. Al contrario, beber era como racionalizaba tantas relaciones estúpidas y sin sentido del pasado, relaciones que parecían aún más sin sentido ahora que sabía lo que el sexo tenía el potencial de ser. Tuve que mantenerme sobria y tuve que mantener la calma. Follar a mi jefe era una situación bastante difícil sin añadir demasiada bebida sin sentido a la mezcla... Aunque había encontrado ese whisky caro bastante agradable. Escuché la llave en la puerta cuando estaba alcanzando las bolsitas de té así que agarré otra taza. —Hola mamá. —Ella. —¿Té? —pregunté sobre mi hombro. —Por favor. —La escuché dejar caer la sobrecargada bolsa de lona que siempre arrastraba y sacar una silla de cocina—. Gracias por escribirme esta mañana. Me encogí mientras vertía el agua caliente en las tazas delante de mí. —Al fin. Dejé las tazas en los portavasos que ella puso y me senté. —Lo siento mamá. Cuando terminó la fiesta, era demasiado tarde para llamar. —Nunca es demasiado tar… —…tarde para llamar. Lo sé. Lo siento. Tomó la cuerda de su bolsita de té, la levantó y bajó en su taza. —No puedes solo salir por la noche y no dejarme saber que estás bien. —He estado haciéndolo por los últimos cuatro años.



—No vivías conmigo en la ciudad de Nueva York entonces. Casi llamé a la policía. —Sabías que estaba en el trabajo. —Lo cual es exactamente por eso que te esperaba en casa en algún momento. Sólo podía decir que lo lamentaba muchas veces, y no me atreví a maldecirme a mí misma y decir que nunca volvería a suceder. —¿Dónde dormiste? Mi mente estaba girando con mentiras. —La fiesta terminó muy tarde, así que Will me dejó quedar en una habitación vacía en el hotel para poder dormir un poco antes de trabajar. Me miró con recelo. —Uh-huh. Quería bromear y decir que era la voluntad de Dios, pero no parecía como si estuviera de humor para ser burlada. —Fue muy amable de su parte. —Lo sé. Es realmente considerado. —Me alegra que disfrutes trabajando para él. No aprecié su tono. —Lo estoy. Estoy aprendiendo mucho. —Tengo que decir que no estoy muy impresionada con la forma en que se aprovechó de tu tiempo anoche. Eso hace a dos de nosotras. —¿Esperar que trabajes muchas horas de la noche?



—No lo sé, mamá, pero no es gran cosa. Fue una oportunidad para hacer contactos. Necesitaba los contactos. —¿Es una nueva meta? —No creo que lo hayas visto antes. Levantó su taza y me miró a través del vapor. —Bueno, estoy agotada. —Me levanté y empujé mi silla—. Creo que voy llamar a esto una noche temprana. Me sonrió. —Está bien, cariño. Desde donde estaba de pie, se la veía bastante agotada. Y no de una manera buena como yo. —¿Tienes planes mañana? —me preguntó, acomodando su silla para poder pasar. —En realidad, sí. Voy a mirar algunos apartamentos. —Oh. No sabía que estabas pensando hacerlo tan pronto. Tampoco yo. Hasta ahora. Pero no estaba interesada en estar en una posición donde le debía a alguien más de una explicación de dónde estaba en la noche. Después de todo, si tuviera otra oportunidad de dormir en la casa de Will, iba a tomarlo. Estaría loca si lo rechazo. no.

De hecho, en este momento, no puedo imaginar volver a decirle que



18

Will Fui a correr después del trabajo para desahogarme, pero fue inútil. Todavía la veía por todas partes. Las curvas de las entradas sobre los edificios me recordaban sus caderas, las estériles ramas de los árboles me hacían pensar en sus delicados dedos contra mi pecho. Incluso los niños que tenían una pelea de bolas de nieve en el Central Park se burlaban de mí con sus proyectiles en forma de montículo como si supieran que estaba teniendo dificultades para no pensar en sus pechos. Dios, eran perfectos. Eran lo suficientemente grandes para sostenerlos mientras chupaba sus pezones y se movían mientras la follaba. Como deberían ser los senos de una mujer de verdad. Y la forma en que reaccionó a mi toque... Era obvio que no estaba acostumbrada a ser manejada tan expertamente o tal vez incluso manejada en absoluto. Dijo que era inexperta, pero supuse que había tenido un orgasmo antes, que había tenido unas cuantas folladas decentes en su vida. Pero la forma en que simplemente se quedó allí después que se corrió, inmóvil, usada. Nunca había visto nada parecido. ¿Tal vez por eso era tan seria todo el tiempo? Tal vez había estado esperando demasiado tiempo para una buena follada. Fue una tragedia pensar que su cuerpo cayó en manos equivocadas, manos que no sabían cómo mojarla así. Era como una maldita fuente por manera en que siguió corriéndose. Y el sabor de ella... Era sutilmente olorosa pero azucarada. Nunca había tenido algo tan dulce. No es como si comiera muchos coños. Podía contar con dos manos el número de coños que había lamido así. No era el gusto lo que ansiaba. Era la sensación de darle placer a una mujer que yo deseaba. Era la mirada en sus rostros cuando se daban cuenta de lo duro que podrían enamorarse de ti cuando estabas siendo muy suave.



Por supuesto, cualquier chica podía quedarse allí mientras la follaba, rodar cuando le dijera que lo hiciera, y abrir la boca cuando le dijera cuándo. Pero cualquier chica no podría hacerme sentir como Ella me hizo sentir. Como un maldito príncipe. Porque ella era una verdadera princesa. Era obvio que no lo creía así, pensaba que estaba exagerando, pero que tenía clase. La forma en que se movía era elegante. La forma en que hablaba era cálida. Y la forma en que besó. Dios, esos labios llenos eran algo más. Su labio inferior, especialmente, estaba tan gordo que sólo quería morderlo y chuparlo todo el día. Me encendió por dentro y se sintió bien sentirse así por un cambio. En todo caso, era el único inconveniente de tener dinero —el tipo de estilo de vida— al que estaba acostumbrado. Mis sentidos se habían entumecido a los placeres simples por los que podía pagar. Ya nada era emocionante. Estaba a una llamada de distancia de la cena en cualquier restaurante reservado de cinco estrellas de la ciudad. Podría volar a cualquier lugar que quisiera en un abrir y cerrar de ojos. Podría chasquear los dedos y tener a las acompañantes más finas de Nueva York listas para chupar mi polla y lamer mi culo todos los sábados por la noche que quisiera hasta que mi corazón no pudiera soportarlo. Básicamente, mi capacidad para evaluar los placeres simples se había acabado porque podía tener cualquier cosa que pudiera querer. Pero Ella me había recordado que había más en la vida que romperse los dedos y ser servido. Me había recordado lo gratificante que podía ser conquistar a una chica con clase de la manera antigua. Con ingenio. Con conversaciones. Con flores y unas cuantas comidas. Cualquier idiota con dinero puede impresionar a una puta barata.



Pero sólo un caballero podía ganarse el derecho de dar con una mujer como Ella Riley. Una mujer inteligente, una mujer divertida, y para ser honesta, una mujer que discutiblemente estaba fuera de mi liga. De acuerdo, cancela eso. Ninguna mujer estaba fuera de mi liga. No había ninguna liga por encima de la mía. Pero esa era la cosa. No me importaba aquello cuando se trataba de ella. No me importaba si la gente lo aprobaba. No me importaba si la gente hablaba. Ni siquiera me importaba lo que la gente pensaba. Sólo me importaba lo que Ella estaba pensando. Mientras corría por el parque, mientras lamía sus labios rosados, y cuando se despertó en mi cama con un coño dolorido. Era la única persona por la que estaba realmente preocupado en impresionar. Porque era divertida de impresionar. Hacía que la mierda fuera divertida. Y hacía demasiado tiempo que no me divertía mucho. Ayer, estaba entumecido con las mujeres, entumecido con el dinero, entumecido con la conversación. Ahora todo era posible. Fue emocionante tener finalmente un proyecto que me entusiasmó. No era que ella fuera un proyecto, pero algo así. Por lo menos era un trabajo duro. Pero después de anoche, su inexperiencia fue finalmente tangible, y esa vulnerabilidad hizo que mi interés picara aún más. Lo que ni siquiera pensé que era posible. Mi imaginación estaba completamente consumida con ideas de cómo podía complacerla dentro y fuera de sus ropas en el futuro. Estaba tan ansioso de mostrarle cosas más nuevas y hacerla sentir cosas más nuevas. Y creo que ella también quería eso. Finalmente. Hoy temprano en mi oficina tuve la sensación que estaba dispuesta a pasar más tiempo conmigo, pero no tenía ni idea de hasta dónde iba a



tomar las cosas. Iba a llevarla al borde y a empujarla sobre ella tantas veces como pudiera. Y le iba a enseñar a hacer lo mismo conmigo. Sólo tenía que seguir recordándome cuánto quería que la tomara en serio. Después de todo, no era un tonto. Tuve toneladas de amigos que hicieron un lío en el trabajo porque no podían manejar sus relaciones, sus impulsos, y sus pollas. Pero no quería cometer el mismo error. Por el bien de Ella o por el mío. Porque ella era demasiado especial, y de alguna manera había conseguido iluminar todos los aspectos de mi vida desde que la conocí. Así que iba a hacer todo lo que estuviera en mi mano para mostrarle respeto cuando era importante hacerlo y mantener la suciedad a puertas cerradas. Porque con una chica como Ella, podría dejarme llevar si no tuviera cuidado.



Teased by the Boss A pesar de sus reservación inicial, no pasa mucho hasta que Ella siente que ceder a la seducción de su jefe es la mejor cosa que ha hecho nunca. Nunca se ha sentido más viva o ha disfrutado tanto de la compañía de alguien como esta disfrutando la de Will. Desafortunadamente, con sus emociones subiendo más que nunca, no puede hacer otra cosa que quererlo para ella. ¿Pero qué si admite sus verdaderos sentimientos y él no se siente de la misma forma?



Sobre la Autora El hecho de que puedo crear historias para sobrevivir gracias a mis increíbles leyentes (y la ayuda emocionarl de mi novio) es un sueño hecho realidad. También me gusta leer, viajar, pasteles, y tomar siestas en la playa. Desafortunadamente, me mude a una tranquila y mojada parte de Europa con mi guapo y gracioso alma gemela, así que mientras me gusta tomar siestas en la playa, lo hago muy poco. ¡En el lado positive, clima ruidoso ayuda a mi creatividad! No quiero divagar mucho por aquí, pero si realmente quieres conocerme, sientete libre de entrar en mi Inner Circle. Allí es donde cuento secretos jugosos y comparto info de mis libros. Después de todo, como alguien que escribe historias sexis para vivir, soy una gran pensadora de que todas las mejores cosas pasan detrás de puertas cerradas. De todas formas, espero verte dentro. Mientras tanto, muchas gracias por tomarte tu tiempo en leer mi libro. Entretenerte es un placer y un privilegio, ¡y espero hacerlo por mucho tiempo!

Mucho amor & Lee bien, Besos Hazel



Traducido, Corregido y Diseñado por…

http://miracle-of-books.foroweb.org
2. Touch by the Boss

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